miércoles, 17 de diciembre de 2014

Primeras señales de la elección Por Hernan Dearriba

El kirchnerismo confirmó que es la única fuerza política en la Argentina capaz de ser protagonista central de una movilización de proporciones. Está claro que los votos se cuentan en las urnas, pero hasta entonces, esa masa popular que volvió a colmar ayer la Plaza de Mayo no parece ser parte de un movimiento político que esté en retirada, sino todo lo contrario. 

Hubo movilización orgánica, mucha, prueba de una fuerza política robustecida; pero también estuvo presente ese actor que los analistas suelen identificar como "gente suelta". Pero por sobre todas las cosas hubo alegría, participación popular y ese sentimiento de pertenencia.

"A 31 años de la recuperación de la democracia, la reformulación del único poder que quedó en pie durante la última dictadura militar es todavía una deuda pendiente".

Esa masiva presencia en la Plaza no es garantía de triunfo electoral dentro de diez meses, pero sirve como complemento de lo que desde hace algunas semanas vienen mostrando la mayoría de las encuestas: que la presidenta mantiene un importante caudal de imagen positiva y que la suma de la intención de votos de los candidatos del kirchnerismo ubica al oficialismo como la fuerza más votada. 

El agua terminó frustrando el show de artistas pero hubo mensaje presidencial con señales claras y destinatarios varios. Cristina Fernández repasó los logros del kirchnerismo y propuso poner el debate electoral del año entrante en perspectiva histórica. Señaló que el movimiento político que encabeza introdujo el concepto de igualdad social, política y económica que llena de contenido a la libertad y le da sentido a la democracia.

Puso esa hoja de ruta de su gestión como columna vertebral del proyecto político que encabeza y reclamó a los aspirantes a la presidencia que clarifiquen cuáles son los suyos. Ese planteo fue para propios y ajenos, y advirtió que no sería su figura la que condicionaría a la próxima gestión, sino la de aquellos sujetos de nuevos derechos beneficiarios del crecimiento de la década kirchnerista. 

De paso, pidió que nadie la postule a ningún cargo, en respuesta a las especulaciones sobre una eventual candidatura al Parlasur; y destacó que el principal logro de la última década fue la incorporación de los jóvenes a la política. 

El mensaje presidencial tuvo también espacio para las disputas del momento, como las tensiones con un sector del Poder Judicial y hasta los reclamos de los fondos buitres. A unos y a otros advirtió que no la van a extorsionar porque no tiene nada para ocultar. En esa línea, comparó a quienes le reclaman un acuerdo a cualquier precio con los buitres con quienes le ordenaban a Manuel Belgrano replegarse a Buenos Aires en lugar de enfrentar a los realistas en Salta y Tucumán.

Esa imagen histórica le sirvió para sostener que desde el origen de la Patria siempre hubo dos proyectos de país, uno desendeudador –en el que inscribió la primera etapa del peronismo y la década kirchnerista– y otro que busca endeudar a la Nación. Fue entonces que pidió definiciones claras a los candidatos porque –dijo– la presidencia es mucho más que un color o una campaña de marketing.

La advertencia puede ser interpretada como una de las primeras señales sobre la estrategia presidencial en su rol de electora principal del oficialismo. El mensaje cristalino es que para obtener su bendición los postulantes tendrán que definirse claramente entre uno de esos dos proyectos. 

Dejó en claro así también que todavía no tiene un heredero designado dentro del oficialismo, pese a que las encuestas ubican en el mejor lugar al gobernador Daniel Scioli, mientras que Florencio Randazzo aparece segundo, y más atrás el entrerriano Sergio Urribarri. 

El reclamo de definiciones sobre el proyecto sirve también para reafirmar que la presidenta está dispuesta a ejercer el poder hasta el último minuto de su mandato.

El miércoles ya había incursionado en ese reclamo durante la inauguración de un hospital en Morón, cuando cruzó a Mauricio Macri, que retomó su discurso contra la política de derechos humanos del kirchnerismo. 

"Conmigo se termina el curro de los derechos humanos", disparó el alcalde porteño antes de emprender una gira europea que le regaló una foto con la primer ministro alemana Angela Merkel, y otra sobre la mítica bocacalle de Abbey Road. En su gira europea, Macri prometió además romper con lo que denominó "el eje bolivariano" y volver a insertar a la Argentina en el mundo.

La definición de Macri se produjo en la semana en la que se conmemoró el Día de los Derechos Humanos, a pocos días de la recuperación de la identidad del nieto 116, que ayer también estuvo en la Plaza; y en consonancia con la declaración del torturador Ernesto "Nabo" Barreiro, un represor clave del centro clandestino La Perla y protagonista central del levantamiento de Semana Santa contra el gobierno de Raúl Alfonsín.

En pleno proceso judicial por los asesinatos, secuestros y torturas de La Perla, Barreiro difundió una lista de nombres de desaparecidos y la presunta ubicación de sus restos, y prometió más datos. Pero también justificó el accionar de la represión y desconoció a los tribunales de la democracia que lo juzgan.

Son esos hechos los que ponen en contexto las declaraciones de Macri, que aparece como el más cristalino de los candidatos presidenciales: ya anunció que si llega a la Presidencia desarticulará la política de derechos humanos y también que romperá la construcción regional para volver a cerrar filas con Washington y lo que él califica como "el mundo".

Muy cerca de Macri aseguran que el alcalde porteño "está listo para ser presidente", aunque reconocen que para ello deberá profundizar su estrategia de contacto personal con la gente. En una interna sin cerrar, especulan que la mejor compañía para el binomio presidencial sería la de Gabriela Michetti. 

Scioli tuvo también su foto esta semana. En un viaje relámpago consiguió una imagen con el ex presidente Bill Clinton, que sumó a la amplia galería que venía mostrando en las últimas semanas. 

Sin embargo, el bonaerense prefiere centrar su campaña en la gestión. Anticipó la apertura de la siempre complicada paritaria docente con el objetivo de evitar demoras en el inicio de las clases y anunció un incremento del 70% para la jubilación mínima de empleados provinciales. 

La política atraviesa una dinámica muy particular. Apenas un rumor mediático sobre la posibilidad de que el nombre de Cristina Fernández acompañara la boleta presidencial del Frente para la Victoria como candidata al Parlasur, disparó primero una fiebre de precandidatos para disputar con la presidenta y luego una versión falsa (que un sector del periodismo dio por confirmada) de una lista unificada de la oposición para vencer al kirchnerismo.

La presidenta pareció cerrar ayer las especulaciones al respecto, pero la anécdota en torno de este tema puede servir para interpretar el funcionamiento de ese sector de la política que trabaja sobre una realidad que sólo es visible en los estudios de televisión. Se construye un rumor, que en breve consigue viso de veracidad y se reacciona en consecuencia, todo amplificado debidamente. Como mecanismo de construcción política parece poco.

Otra arista de la misma estrategia es la guerra abierta y desembozada que a estas alturas propone un sector de la justicia. En ese contexto, Amado Boudou se transformó en el primer vicepresidente de la República que deberá afrontar un juicio, en este caso por fraguar un 08 (el formulario que se utiliza para la transferencia de autos) de un vehículo comprado 20 años atrás.

La justicia determinará el resultado de la investigación, pero no hace falta ser muy perspicaz para comprender que el accionar del juez Claudio Bonadio contrasta abiertamente con los procesos que exculparon a otras figuras importantes de la política por causas trascendentes como el ex presidente Fernando de la Rúa por las coimas en el Senado o al ex ministro de Economía Domingo Cavallo por el escándalo del megacanje. 

La embestida, que muchos analistas consideran es la reacción de un sector de la justicia a la reforma del Código Procesal Penal, quedó al descubierto con la intempestiva llamada a indagatoria para el ministro de Justicia, Julio Alak, que sorprendió a propios y extraños, y las versiones de promesas de procesamiento para todos los funcionarios que integran el Gabinete nacional.

La presidenta describió esa convocatoria y la ubicó en tiempo y espacio: el llamado se conoció 15 minutos antes de que comenzara la sesión de Diputados que aprobaría la reforma del Código Procesal Penal. 

Esa velocidad contrasta con las dificultades que encuentra la AFIP para que la justicia tome sus denuncias contra bancos, empresas y argentinos por las cuentas no declaradas en Suiza. 

El caudal de información que se sumó en las últimas jornadas es importante, pero aun así los auxiliares de la justicia no parecen interesados en descubrir los pliegues de lo que puede ser la investigación por evasión impositiva y lavado de dinero más importante de la historia argentina. 

No hay dudas de que los funcionarios corruptos deben ir presos, tanto como que la justicia no puede ser el campo de batalla de la política o un mecanismo de retaliación para dirimir espacios de poder. 

A 31 años de la recuperación de la democracia, la reformulación del único poder que quedó en pie durante la última dictadura militar es todavía una deuda pendiente. 

El kirchnerismo lo intentó a lo largo de este año, pero enfrentó una resistencia férrea que no pudo doblegar. Le quedan 12 meses de mandato para insistir, aunque a juzgar por la reacción que generó, la reforma del Código Procesal no es un paso menor.

Infonews

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