viernes, 15 de agosto de 2014

De grietas y cloacas Por Jorge Cicuttin

Primero fue la crispación. Palabra utilizada hasta el hartazgo por la oposición política y mediática cuando aún estaba con vida Néstor Kirchner.

El kirchnerismo como único responsable de una sociedad crispada, dividida. La responsabilidad del enfrentamiento focalizada con exclusividad en lo que decía el gobierno. El kirchnerismo como único portador del virus de la violencia.

Las patronales camperas llamaban a derrocar un gobierno: culpa K. Néstor aparecía en tapas de revista con uniforme nazi y una líder opositora lo compara a él y a Cristina como el matrimonio Ceaucescu: culpa K, por supuesto. Que desde la oposición se alertara sobre jóvenes militantes de La Cámpora armados recorriendo calles para liquidar las voces en contra: y sí, de quien otro podía ser la culpa que del gobierno.

Pasaron los años y la palabrita cayó en desuso. Pero apareció otra: la grieta. Esta les encantó. La figura de un país atravesado por una grieta creada y alimentada por CFK es la preferida de algunos opositores políticos y comunicadores.

Insisten con la idea del gobierno como un castillo rodeado por un foso. Del otro lado están los biempensantes, los republicanos y las mentes independientes. Dentro del castillo están sólo quienes están interesados por "la caja". Aquellos que insisten con esa palabra como una de las herencias más terribles que dejará el kirchnerismo son los primeros en alentarla y ahondarla aún más.

Pero por momentos surgen temas que parecen tapar esa grieta. Hechos en los que la sociedad se unifica en un gesto de alivio, de alegría.

La aparición de Guido Montoya Carlotto, o Ignacio, como él prefiere que lo llamen, o simplemente –y maravillosamente– "el nieto de Estela", es una noticia que tendría que unir a las personas de buena voluntad. A quienes son "buena leche", como dirían en el barrio.

La sonrisa de Estela cuando hizo el anuncio una semana atrás es una de las imágenes más hermosas de los últimos tiempos. Conmovedora.

Treinta y seis años de perseverancia, de búsqueda pacífica, de amor. Y que termina con Justicia, así, con mayúscula.
¿Cómo no compartir la felicidad de un reencuentro tan buscado?

Hubo quienes no la compartieron. Que no encontraron en la aparición de Guido un hecho para festejar, sino todo lo contrario. Algunos manifestaron esa bronca desde el silencio. Otros, escudados en el anonimato de Internet desplegando toda su bajeza y odio.

Entre quienes le pusieron nombre y apellido al odio estuvo el periodista y ex funcionario menemista defensor de la tortura Vicente Massot, procesado por complicidad con los delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar. En su diario, La Nueva Provincia, de Bahía Blanca, reconoció que "nadie que no fuera un desalmado dejaría de alegrarse de que Ignacio Hurban haya recobrado su verdadera identidad", pero, y ahí lanzó su veneno: "Ello no cambia nada de la militancia terrorista de sus padres. Tampoco borra la defensa de la lucha armada de los años '70 ensayada por la señora Estela de Carlotto y los elogios encendidos prodigados por ella a Fidel Castro." Para el director de La Nueva Provincia, "la recuperación del nieto no tiene nada que ver con la decisión de sus padres y las ideas de su abuela. Pertenecen a mundos diferentes, aunque hoy son legión quienes insisten en negarlo y los consideran a todos en la misma categoría de víctimas", concluyó.

Para Massot, Laura –la hija de Estela– se mereció el secuestro, la tortura, el parir encadenada y en condiciones infrahumanas, que le arrebataran su hijo cinco horas después de haber nacido y los tiros en la cabeza con los que dos meses después la asesinaron.

Así y todo, aunque cueste creerlo, las palabras de un procesado por violar los Derechos Humanos aparecen como más comprensivas que cientos de comentarios que dejaron en los sitios de Internet los lectores de los diarios La Nación, Clarín y Perfil.
En La Nación, acostumbrados y reconociendo la cloaca del pensamiento nacional en que se han convertido los comentarios de muchos de sus lectores en Internet, ante temas como la salud de Cristina y su familia cierran las notas a comentarios. "Debido a la sensibilidad del tema…", explican habitualmente. En el caso del nieto de Estela no dieron explicaciones, pero los dos primeros días cerraron directamente los comentarios. Los diarios de Magnetto y Fontevecchia los dejaron abiertos: allí aprovecharon desde el anonimato, algunos otros no, a desplegar su inmenso odio.

No voy a utilizar este espacio para repetir las palabras que aparecieron en esas cloacas, pero en su gran mayoría ponían en duda la veracidad de la aparición de Guido, insultaban a Estela y las Abuelas, festejaban la muerte de los verdaderos padres de Guido, y hasta se animaban a cargar contra el muchacho, pronosticándole un sueldo de "ñoqui" a costa del Estado nacional.
La grieta y la cloaca.

En los castillos medievales, muchas veces los fosos se llenaban con aguas putrefactas, cadáveres de animales y hasta de hombres. Una buena conjunción de grieta y cloaca. Como estos sitios de comentarios en la red.

Con estas personas hay una grieta. ¿Vale la pena taparla? ¿Es posible? Para el autor de estas líneas la grieta que lo separa de alguien como Vicente Massot no sólo debe existir, sino que es bueno ahondarla. ¿Qué me puede unir con un personaje de esa calaña sacando que habitamos la misma roca que flota en el espacio y dependemos de la misma atmósfera? Nada. Absolutamente nada.

Existen grietas que ya existían desde antes del kirchnerismo y que lo van a sobrevivir. No depende de quién esté en el gobierno la seguridad con que sostengo que un gigantesco foso me separa de alguien como Massot y de quienes reaccionaron con bronca y odio ante la aparición del nieto de Estela. Así como no puedo seguir manteniendo una charla amable con alguien que se refiera a los pobres o habitantes de barrios carenciados como "negros de mierda".

Entre esa cloaca y quien escribe existe una grieta enorme. Ellos seguirán pensando así aun cuando no exista ningún Kirchner enla Casa Rosada. Massot participó de la desaparición de personas mucho antes de que Néstor y Cristina llegaran al gobierno.

Y la grieta que me separa de este sujeto es gigantesca.







Me alegro tanto.

Infonews
 

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