domingo, 10 de agosto de 2014

“Cristina puso en valor la necesidad de otra interpretación de la historia”

Por Víctor Ramos*
sociedad@miradasalsur.com

Entrevista. Osvaldo Vergara Bertiche. Escritor

En un reportaje concedido a Claves de la Historia, el pensador y escritor OsvaldoVergara Bertiche habló del marxismo, el peronismo, los fondos buitre, la unidad latinoamericana, la historia que se enseña en el sistema educativo, de su militancia en la izquierda y su paso al peronismo, del golpe del ’55, del mitrismo del PC, la dictadura, el menemismo y de la Alianza UCR-Frepaso.

Este rosarino es secretario del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego y de la Comisión Nacional Permanente de Homenaje a la Vuelta de Obligado.

Se identifica a sí mismo no como un historiador, sino como un divulgador del pensamiento nacional hispanoamericano. Sus escritos, algunos de ellos, de significativo aporte en materias diversas y dispersos en el “ciberespacio” conllevan una carga política de impronta peronista y de defensa del gobierno de Cristina Fernández.

Uno de esos extraordinarios textos es Por fin… ¡Como en Luxemburgo!, una sátira sobre la oposición parlamentaria con motivo de la pretensión de imponer el 82 por ciento móvil a las jubilaciones y pensionados sin considerar ¿de dónde? se obtendrían los recursos, así como la imprevisión de la continuidad en el tiempo del sistema de reparto.

–¿Desde cuándo tiene interés por la política?
–Corría 1957 y me encontraba cursando el secundario, en la especialidad construcciones, y comencé a participar activamente en el Centro de Estudiantes de la Escuela Industrial dependiente de la Universidad Nacional de Rosario, mi ciudad natal y en la que he vivido toda mi vida. En esos tiempos, bajo la presidencia de Arturo Frondizi, el movimiento obrero organizado sostiene profundas luchas por reivindicaciones concretas, algunas postergadas y otras suspendidas. Así, la Unión Tranviaria resiste la eliminación de este medio de transporte y la inmediata privatización al implantar el sistema de colectivos automotor. Lo mismo ocurre con la privatización del Matadero Municipal de carne vacuna. Eso nos llevó a solidarizarnos y participar junto a los trabajadores poniendo en plena vigencia aquella consigna reformista de “obreros y estudiantes unidos y adelante”.

–¿Cómo se pone en contacto con el peronismo militante?
–Había participación en asambleas y actos públicos y eso me pone en contacto justamente con el peronismo militante. En 1958, el conflicto estudiantil se agudiza mediante la reglamentación del artículo 28 de la Ley de Educación, que habilitaba a las universidades privadas a otorgar directamente los títulos sin la necesaria revalidación por parte del Estado y “laica o libre” enfrenta al estudiantado. La toma de los establecimientos, las manifestaciones callejeras, las interminables asambleas, las polémicas y los escritos me tienen en primera línea. Así, en 1959, en un Congreso Nacional realizado en el paraninfo de la Facultad de Medicina de Buenos Aires, me elige como secretario de la Confederación Argentina de Estudiantes Secundarios (CAES).

–Más allá del movimiento estudiantil, ¿participa activamente en otros sectores y cuál es el contexto?
–El primero de enero de 1959 triunfa la Revolución Cubana. Es un hecho que conmueve a las fuerzas políticas y al estudiantado. Me encontraba en sexto año, el último de mi carrera en el nivel medio; tenía 17 años de edad. Entre CAES y la Federación Universitaria, junto a sectores disidentes de la intransigencia frondicista, socialistas, comunistas, radicales y demócratas progresistas, convocamos a la formalización de lo que fuera el primer movimiento en todo el continente, de Solidaridad con la Revolución Cubana. No hay que olvidarse que Rosario era la Cuna del Che. Allí fui su primer secretario. Las fuerzas antiperonistas de la época, vieron en la caída del régimen de Fulgencio Batista, un proceso similar al acaecido en nuestro país en 1955. La solidaridad de esos sectores se daba en un marco de acentuado “gorilismo”. El avance de la Revolución de los barbudos cubanos, los hacen retirar y es entonces que desembarcan sectores peronistas de la resistencia, incluidos sindicatos. Nuevamente en contacto con peronistas.

–Pero usted se inclina hacia la izquierda o, mejor dicho, hacia el marxismo leninismo. ¿Cómo fue eso?
–Así fue, a pesar de provenir de un hogar peronista. Mi padre participó activamente en la Unión Ferroviaria del Belgrano. El estudiantado estaba coaptado por la Revolución, y fui de los que creí que la canalización para la construcción de un nuevo mundo se realizaba incorporándose a las filas de la Juventud Comunista, la FJC.
Plena actividad política y estudio permanente. Materialismo histórico, dialéctico, filosofía y economía, así como también historia argentina. Con el correr del tiempo me fui dando cuenta de que había asimilado a pleno la corriente liberal mitrista de la que estaba consustanciado el Partido Comunista de la República Argentina.
Pero, siempre hay un pero… La militancia fundamental la realicé en los movimientos reivindicativos de la época, el de “defensa de los ferrocarriles argentinos”, el de “defensa del patrimonio nacional”, “defensa de YPF y carboníferos fiscales”, así como en Cocopra (Comisión Coordinadora por la Reforma Agraria) y vuelta a trabajar con peronistas, que eran la fuerza fundamental de esos organismos.

–¿Cómo fue su paso definitivo al peronismo?
–Fue un largo andar, una toma de conciencia; desaprender para aprender. Una suerte de catarsis filosófica y política. Una aventura del pensamiento. Una introspección para interrumpir el automatismo ideológico y el dogmatismo para hacer nuevas valoraciones. En esto, el recurrir a Scalabrini Ortiz, Jauretche y sobre todo a José María Rosa, permitió otra mirada y un posicionamiento más amplio, con una óptica nacional, que me permitió comprender la etapa iniciada en 1945. Un descubrimiento del ser nacional.

–¿Se incorpora al peronismo o simplemente adhiere a un pensamiento?
–No. Siempre consideré que pensamiento y acción van indisolublemente ligados. Es una decisión de vida luchar por aquello que haga al interés y al bienestar del Pueblo. Siempre fui y seré un militante; no sólo partidario, sino, fundamentalmente, en la trasmisión del pensamiento desde distintos lugares.

–¿Qué es Análisis Cuadernos de Divulgación?
–Una aporte cultural y educativo. Con mi esposa, compañera de andanzas, Olga Nora Mansilla, en 1985, resolvimos fundar un emprendimiento que nos permitiera incursionar en distintas temáticas afines con nuestra manera de pensar y obrar. Ciclos de conferencias, charlas, debates, impresiones de libros y revistas, nos posicionó de manera tal que la Municipalidad de Rosario, mediante un decreto, declaró de Interés nuestra actividad. Así también, con motivo de nuestra creación “La Orden del Yunque”, premio instituido a “los hacedores de nuestra cultura nacional”, el mismo Ente estatal lo declara de Interés. Ramón Carrillo, Homero Manzi, Enrique Santos Discépolo, Manuel Ugarte, David Peña y tantos otros son revalorizados en charlas y conferencias por mí dictadas, lo que da lugar que luego convertidos en libros, formaran parte de la Colección Cultura y Nación, que fuera declarada de Interés por la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe.

–Manzi, Discépolo… ¿Para usted, el tango es sólo un atractivo musical o una manera diferente de valorizar lo nacional?
–Desde siempre el tango fue de mi gusto. No sé bailar y ni siquiera “voy silbando una canción”. Soy un estudioso de las letras, por su significado, su relación histórica, su “mostrar”, en gran medida, las vivencias de la sociedad portuaria. Esas historias “contadas en tres minutos”, al decir de Enrique Santos Discépolo, me han apasionado y convocado a “mostrarlas”, a muchas de ellas, como el resultado final del sentimiento y el compromiso del Pueblo. Manzi y Discépolo han sido, por su trayectoria y consecuencia, y de acuerdo con mi manera de pensar, los principales hacedores de una poesía que cautiva y nos obliga a la reflexión. Así fue que estos autores me han servido para dimensionar el grado de compromiso militante en el campo nacional; el jugarse enteros por una causa que consideraron justa: el peronismo.

–¿Cómo llegó al Instituto Manuel Dorrego?
–De la mano de los amigos. Durante mucho tiempo escribí artículos que se publicaban en páginas web de carácter nacional y popular tanto argentinas como extranjeras. Empezaron a conocerme y un día fui invitado a disertar en Buenos Aires a raíz de un trabajo al que había titulado “Discépolo, de la Década Infame al Estatuto del Peón”. De allí en más mis viajes se hacen frecuentes y termino propuesto para integrar la Comisión Nacional de Homenaje a la Vuelta de Obligado. Conozco allí a Mario Pacho O’Donnell.

–¿Fue una situación de las llamadas “bisagra” en su vida?
-Sí. Por pertenencia. Decididamente incursioné en el llamado “pensamiento nacional”, más que leyendo, estudiando, a los autores más destacados, como Fermín Chávez, Abelardo Ramos, O’ Donnell, como también las publicaciones realizadas por mis propios nuevos compañeros. Fue un despertar del intelecto, una catarata de nuevos conocimientos, de nuevas reflexiones. El panorama que se abría era inconmensurable. El desafío ya no era una quimera, se manifestaba como una realidad que había que asumirla.

–Usted también incursionó en temas literarios. Son de su autoría La poesía indigenista, los Fabulosos fabulistas -Samaniego e Iriarte y otros temas afines. ¿Nos puede contar de eso?
–Siempre creí en la necesidad, el deber, de poder educar, de acuerdo con lo que uno considera útil para los demás. El conocimiento y la trasmisión de esos conocimientos debe ser una constante. Fui docente de escuelas secundarias mucho tiempo, años, lo que me permitió jubilarme. Ese afán por la docencia hace que uno, a partir de determinadas temáticas, siga en la senda. Poner en conocimiento hechos y personajes, como cuestiones culturales, permiten que otros accedan a la lectura, vehículo de importancia para fundar la “desmemoria” a que fuimos sometidos durante décadas.

–En algún momento de su vida fue un funcionario político. ¿Qué lo decidió a aceptar una responsabilidad de tal magnitud?
–La militancia. El deber ser. Fui desde muy joven empleado de la Administración Pública santafesina. En 1973, luego del triunfo del Frejuli (elecciones en que ganó el 11 de marzo de ese año la fórmula peronista Cámpora-Solano Lima), fui designado secretario técnico de la Dirección Provincial de Vivienda y Urbanismo, mi primer cargo jerárquico. Al poco tiempo asumí como secretario de Obras y Servicios Públicos de la Municipalidad de Pavón, una localidad cercana a Rosario. Luego, la larga noche del Proceso, la dictadura cívico-militar. Cesanteado, con tres hijos, tuve que afrontar la situación haciendo lo que se podía.
–Una vez que retornó la democracia, ¿cómo siguió su lucha, su militancia?
–En 1989, el Partido Justicialista me lleva a ser, primero, Habilitado, y luego, subsecretario del Concejo Municipal de Rosario. La ciudad se había “incendiado” gracias a la nefasta conducción del radicalismo, la hiperinflación condujo a que las masas empobrecidas quedaran aún más empobrecidas, expulsadas a la marginalidad, la tarea no sólo fue burocrática en un ámbito legislativo, sino que hizo a la obligación de “apagar el fuego”. Fue para mí y para mis compañeros de entonces una experiencia de solidaridad.

–¿Cómo vivió el menemismo y lo que vino después hasta 2001?
–Primero con gran ilusión. Luego la decepción. Se había consumado la entrega. Desde los tiempos del “sapo del diluvio”, Bernardino Rivadavia, no se había aplicado una política de tamaña sumisión a los dictados del imperio. Luego la Alianza, un rejunte que culminó en los acontecimientos del 20 y 21 de diciembre, con muertos y con un país quebrado. La deuda externa e interna nos pulverizó. La Nación al borde de la desintegración. El helicóptero se llevaba los restos de la improvisación y el desmanejo, la enajenación y la liviandad política, el desprecio por el Pueblo y la Patria. Se sucedieron presidentes por un rato. Más de los mismo; parecíamos detenidos en el tiempo. Pero los pueblos no se suicidan. Otros tiempos con otros aires vendrían. Venían del sur. Desde donde nace nuestro continente subyugado, maltratado por décadas.

–¿Qué opina de la actual situación política, económica, social y cultural?
–Hemos “saltado” hacia arriba y hacia adelante. No soy kirchnerista ni cristinista. He asumido el peronismo, y por tanto, mi posición es de total apoyo, de acompañamiento incondicional, al gobierno peronista de Néstor y de Cristina. En 1955, el golpe cívico militar fusilador cercenó la continuidad y profundización de un proceso revolucionario, eminentemente nacional, popular y de integración iberoamericano. Sostengo que si nos sentimos herederos de esa “revolución inconclusa” somos revolucionarios. Y la revolución se puso nuevamente en marcha el 25 de mayo de 2003. De ahí mi posicionamiento al lado del Gobierno.

–Volviendo al Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego, ¿su determinación política hace a su participación tan activa?, ya que se desempeña como secretario.
–Es la consecuencia lógica y natural. No es casual que el gobierno de Cristina Fernández pusiera en valor la necesidad de otra interpretación de la historia. La historia que aprendimos es la historia narrada por los vencedores de Pavón. Por aquellos que convirtieron el país en un “coto de caza” de nuestros federales, del conjunto del pueblo del interior del país; que fueran los responsables de las miserias provinciales y de la entrega de nuestras riquezas a la voracidad del imperio, fundamentalmente al inglés. Debemos señalar que no les bastó con eso. Cometieron el mayor genocidio en nuestra América: el de la guerra contra nuestros hermanos paraguayos y su aniquilamiento.

–¿El Instituto Manuel Dorrego es una nueva “academia”?
–Muchas veces suelo decir que esta determinación de la creación del Instituto no conlleva a la formación de una “nueva academia”, sino a la puesta en escena de una “unidad básica” de la historia. De un lugar desde donde se combata la mentira, mentira que les sirve para ponernos de rodillas. Un lugar para llevar adelante la madre de todas las batallas: la batalla cultural. Ya que hemos sido, al decir de don Arturo Jauretche, objeto de la dominación pedagógica. El Instituto es un lugar de militancia política, de militancia permanente para “avivar zonzos”. Para crear una conciencia nacional, popular y federalista. Sostengo, que a los 72 años de edad, tener una tarea como la actual, es un privilegio.

–¿Cómo es eso de “saltar” hacia arriba y hacia adelante?
–Se han tomado medidas de gobierno de reparación de los sectores populares. Desde la Asignación Universal por Hijos, hasta el Casamiento Igualitario. Los aumentos jubilatorios, las paritarias, y sobrarían los etcéteras. Esto es haber “saltado” hacia arriba y hacia adelante. A contrapelo de las actitudes de gobiernos anteriores, que ponían el “carro delante del caballo”, éste ha incorporado a las masas a un mejoramiento de las condiciones de vida. La injusticia social es mucho menos injusta. Quizá falte mucho por hacer, pero se va haciendo todos los días. Esto es peronismo. No me cabe duda alguna.

–¿Buitres, sometimiento a dictados extranjeros o soberanía?
–La impronta del Gobierno Nacional es la de defensa irrestricta de nuestra Soberanía. El concepto de Pueblo, Patria y Nación está presente de manera permanente tanto en la prédica como en la acción. La amenaza de los sectores del capital financiero internacional es permanente. No nos perdonan nuestra autodeterminación. No nos perdonan el ser generadores principales de la necesaria e impostergable Unidad de Iberoamérica sobre la base de una Confederación de Naciones. No nos perdonan que paguemos nuestras deudas. Nos quieren deudores para hacerse acreedores del sudor de nuestro Pueblo y de nuestros recursos naturales. La lucha por Malvinas es lo identitario, la pelea con los denominados fondos buitre, carroña del poscapitalismo, nos cohesiona como Nación. Esas son las virtudes de este gobierno.

–¿Cómo ve las acciones tendientes a la Unidad Iberoamericana?
–Tomando el territorio. Las naciones no tienen límites. Los Estados limitan entre sí. La Argentina y Chile son la península del continente. Las vías para la integración son claras y ancestrales: Buenos Aires - Lima (pasando por las distintas ciudades de nuestro país y Bolivia) - Bogotá - Caracas. Por otro lado Buenos Aires - Santiago y de ahí en más la integración con todo el arco cordillerano. Más Buenos Aires - Montevideo - San Pablo - Río de Janeiro - Caracas. Una verdadera pinza que abraza el continente. Debemos ocupar el centro, defender en primer lugar nuestros recursos acuíferos, porque también vienen por el agua, fuente de vida. El que domina el agua domina la vida. Ésa es la pretensión. También dominar la vida. De ahí la integración será con el resto de nuestros hermanos caribeños, centroamericanos y mexicanos. Es un largo camino, pero el camino se hace al andar. Nuestro gobierno ha dado prueba de ello.

–¿Es optimista para el futuro?
–El optimismo es proporcional a las circunstancias actuales. En el devenir histórico los hechos concretos del presente determinan la naturaleza del futuro. Roberto Arlt decía, que “el futuro será nuestro por la prepotencia del trabajo”. Trabajo y más trabajo, mayor capacitación e interés permitirán construir la Patria que nos merecemos. Y no debemos olvidar esa suerte de axioma del general Perón: “Sólo la organización vence al tiempo”. En la medida en que logremos consolidar el “movimiento nacional de los argentinos” y proseguir en la ruta que hoy llevamos, podremos “saltar hacia arriba”, pero nuevamente de felicidad. Los tiempos felices son aquellos que los pueblos construyen para sí y para las generaciones que le sucederán.
Perfil
Nació en Rosario, Provincia de Santa Fe, República Argentina, en 1942. Dirige, junto a Olga Nora Mansilla, Análisis Cuadernos de Divulgación, emprendimiento cultural-educativo, editora de Cultura y Nación, Tangueando y Folcloreando, entre otras. Fue docente del Instituto Politécnico Superior (UNR) y de escuelas secundarias provinciales.

Se desempeñó como funcionario de carrera y funcionario político en la administración pública provincial y en el Honorable Concejo Municipal de Rosario, respectivamente.

Es autor de ensayos sobre poesía indigenista de habla hispanoamericana y de los fabulistas Samaniego e Iriarte, así como de trabajos literarios referidos a la vida y obra de personalidades del campo nacional y popular.

Galardonado con la Orden de La Chaveta, por la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos de Rosario, y con la Orden del Poeta, por la Peña La Herradura, por su trayectoria en el campo educativo y cultural.
Creador de la Orden del Yunque, a los Forjadores de la Identidad Nacional, Declarada de Interés por la Municipalidad de Rosario.

*Presidente del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino.
 

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