sábado, 30 de marzo de 2019

EL MUNDO 30 de marzo de 2019 La Fiscalía General de Ecuador rechazó una denuncia de financiamiento ilegal Exoneran a Correa de cargos de corrupción


La Fiscalía General de Ecuador descartó tramitar una denuncia sobre la supuesta financiación ilegal del Gobierno de Venezuela a una fundación de pensamiento político vinculada al expresidente ecuatoriano Rafael Correa (foto). En su comunicado oficial, la Fiscalía aseguró que los hechos relatados en la denuncia presentada por el Secretario Anticorrupción del gobierno ecuatoriano, Iván Granda, no configuran indicios de una conducta antijurídica. Además agregó que si la financiación supuestamente ilegal surgió desde Venezuela, debería ser la justicia de ese país la que debería investigarlo. La Fiscalía recordó además que sólo las conductas que se encuentren tipificadas por la ley Penal del Ecuador serán susceptibles de ser perseguidas y castigadas.
La respuesta de la Fiscalía vino después de que el secretario Anticorrupción solicitara a la fiscal general en funciones, Ruth Palacios, la apertura de una indagación preliminar por la supuesta financiación ilegal del gobierno venezolano al instituto de Pensamiento Político y Económico Eloy Alfaro. Según la Presidencia de Ecuador, el Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela transfirió 281.000 dólares al Instituto de Pensamiento Político y Económico para “alimentar cuentas personales de exfuncionarios”. “Este Instituto hizo transferencias a cuentas de Rafael Correa por un total de 96.200 dólares y a sus excolaboradores, de entre 34.000 y 6.000 dólares”, precisó el Secretario Granada en su denuncia.

EL MUNDO 30 de marzo de 2019 Pese al cambio de Estados Unidos, Europa mantiene su postura Para la UE, Golán no es de Israel

En una declaración de los 28 miembros del Consejo Europeo, “la UE no reconoce la soberanía israelí sobre los Altos del Golán ocupados”.
Imagen: AFP
Desde Bruselas
Los 28 países miembros de la Unión Europea han declarado por unanimidad que no reconocen la soberanía israelí sobre la región de los Altos del Golán, a pesar de un cambio en la política por parte de los Estados Unidos. Esta semana, Donald Trump firmó una proclamación presidencial que reconoce oficialmente el control de Israel sobre el área, que ha ocupado desde 1967 cuando los Altos del Golán fueron capturados de Siria durante la Guerra de los Seis Días. Pero en una declaración aprobada por los 28 miembros del Consejo Europeo, Federica Mogherini la alta representante de la UE para asuntos exteriores dijo: “La posición de la Unión Europea con respecto al estado de los Altos del Golán no ha cambiado.
“De conformidad con el derecho internacional y las resoluciones 242 y 497 del Consejo de Seguridad de la ONU, la Unión Europea no reconoce la soberanía israelí sobre los Altos del Golán ocupados”.

La movida de Trump

El territorio ocupado es ampliamente reconocido internacionalmente como en disputa con al vecino árabe de Israel. Trump dijo: “Después de 52 años, es hora de que Estados Unidos reconozca plenamente la soberanía de Israel sobre los Altos del Golán, que es de importancia estratégica y de seguridad crítica para el Estado de Israel y la estabilidad regional”.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, dijo que el reconocimiento de Trump fue “histórico”, mientras que Siria dijo que fue un “ataque flagrante” a su soberanía y se comprometió a recuperar el territorio por “todos los medios disponibles”. Turquía y Rusia también expresaron su oposición a la medida.
Es probable que el cambio en la política de los Estados Unidos sea un apoyo político interno para Netanyahu, quien enfrenta las elecciones el 9 de abril. El reconocimiento es la última jugada revelada por Trump para romper con la política de larga data sobre Israel. El año pasado, el presidente anunció que estaba trasladando la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén. Israel dice que Jerusalén es su capital, pero la mayoría de las embajadas extranjeras tienen su sede en Tel Aviv debido al estado político en disputa de la ciudad santa.
Esa decisión hizo que Brasil, El Salvador, la República Checa, Hungría y Rumania siguieran el ejemplo de Estados Unidos y anunciaran diversos grados de reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel. Esta semana, Israel lanzó más ataques aéreos en la Franja de Gaza, otra área bajo su ocupación militar, luego de que militantes palestinos lanzaran cohetes al territorio israelí. Las autoridades locales dicen que los ataques hirieran al menos a 15 palestinos, entre ellos dos mujeres y un niño.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12
Traducción: Celita Doyhambéhère.

EL PAÍS 30 de marzo de 2019 · Actualizado hace 23 min Las únicas tasas que no suben son las laborales

No hace falta ser economista. Basta un discreto anclaje en la realidad para aseverar sin margen de error que el aumento de la tasa de interés, cualquiera que fuere la razón que lo sustente, es nocivo para la economía real del pueblo.
A esta descripción le caben las generales de la ley cuando de intereses moratorios en los créditos laborales se trata. En un reciente fallo (“Bonet, Patricia Gabriela por sí y en rep. Hijos menores v. Experta Aseguradora de Riesgos del Trabajo Sociedad Anónima y otros s/accidente – acción civil”) la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN), ha tildado de irrazonable y contraria a la realidad social la tasa de interés escogida por la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo (CNAT) para preservar de la depreciación del signo monetario en un fallo judicial y ello ha puesto en crisis, también en este lugar de la realidad, un signo determinante de la economía laboral.
Los créditos laborales reconocidos por sentencia no están exentos de los efectos nocivos de la inflación. Muchas veces, esta licuación apareja conductas debidamente enfrentadas con el objetivo de Afianzar la Justicia que posee el Poder Judicial. Dilatar los juicios suele ser una política que ciertos empresarios ensayan para postergar en el tiempo un pago con fines especulativos (la llamada “moneda de juicio devaluada”) y esto, a su vez, es mal utilizado como argumento para presionar a los trabajadores y trabajadoras a aceptar acuerdos conciliatorios que muchas veces no constituyen una verdadera composición de los derechos e intereses de las partes.
Desde la implantación del sistema de convertibilidad (ley 23.928) está prohibida la indexación de las deudas –entre las que se cuentan las laborales– lo que implica que su corrección nominal solo se la puede plasmar aplicando intereses “compensatorios” y “moratorios”. Al abrigo de tal veda, la CNAT ha venido dictando una serie de acordadas indicativas sobre cuál debería ser la tasa de interés aplicable. Desde 1991 hasta el presente (con la ratificación de la prohibición contenida en la ley de emergencia económica Nº 25.561 de 2002), se han seleccionado: a) tasa fija del 12% anual; b) la tasa pasiva promedio del Banco Central de la República Argentina (BCRA); c) la tasa activa del Banco de la Nación Argentina (BNA); d) la tasa nominal anual para préstamos personales libre destino que otorga el BNA con plazo de 49 a 60 meses; e) la tasa activa efectiva anual vencida, cartera general diversa del BNA.
El argumento de la CSJN contra una de estas últimas (la tasa de libre destino) parece demoledor: “…la decisión resulta claramente irrazonable en virtud de la aplicación automática de tasas de interés que arrojan un resultado desproporcionado… que prescinde de la realidad económica existente al momento del pronunciamiento (Fallos: 316:1972; 315:2558)… esa desproporción se comprueba per se dado el empleo de una elevada tasa de interés sin tomarse en consideración que la utilización de intereses constituye solo un arbitrio tendiente a obtener esa ponderación objetiva de la realidad económica a partir de pautas de legítimo resarcimiento… Si ello no opera así, como ocurre en el sub lite, el resultado se vuelve injusto objetivamente y debe ser corregido, en tanto la realidad debe prevalecer sobre las abstractas fórmulas matemáticas (Fallos: 323:2562; 319:351 316:1972; 315:2558; 326:259, entre otros)…”
Lo crucial es que el concepto de irrazonabilidad que se desliza en el fallo es binario. La tasa de interés hoy beneficia a los trabajadores y mañana puede que sea a los empleadores; lo que vincula esta cuestión de modo inevitable con el concepto de arbitrariedad. La respuesta está en otro lado, no precisamente en la “timba financiera”.
El problema (que conduce a este azaroso desfase) se encuentra acentuado por una disposición del Código Civil y Comercial de la Nación (CCyCN) que dispone, en caso de los intereses moratorios, el juez está constreñido a aplicar las “…tasas que se fijen según las reglamentaciones del Banco Central…” (art. 768, inc. c). Es probable que la CNAT intente corregir la situación escogiendo la tasa más reducida (en el caso será la tasa pasiva), pero eso no soluciona la cuestión sino que refleja la impotencia de frenar una inercia pendular donde lo que ayer estuvo en un lado, hoy lo estará en el otro. Una falta de equilibrio incompatible con la labor jurisdiccional.
¿Dónde está la solución? Como suele suceder con los temas “difíciles” en la interpretación y aplicación del Derecho, habrá que buscar un delicado proceso de armonización entre los ribetes político y de principios de la institución bajo análisis. Esto nos conduce a desentrañar cuál es la naturaleza jurídica del crédito cuya cuantía se intenta preservar por los intereses tildados como “irrazonables” por la CSJN. Se trata de un crédito salarial, es decir que desde el lugar de los principios (deontológico) parece lógico afirmar que la fuerza de trabajo es la única capaz de agregar per se valor a los otras fuerzas productivas y que el “salario” intenta significar otro valor que retribuya el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de bienes y servicios. Para que el producto se valorice, estoy simplificando, es necesario que en algún sentido se trueque el valor de algún medio de producción de manera tal que brote un valor nuevo, un plusvalor. Ese valor no es otro que la fuerza de trabajo devaluada, si se me permite el juego de palabras. De esto el lector, de acuerdo a sus juicios y prejuicios podrá extraer múltiples conclusiones; pero lo que no podrá objetar es que el trabajo es valor. El perfil “político” de esta definición está reiteradamente ratificado por una serie de normas que, en homenaje a la brevedad, invito a consultar con el auxilio de Google. Son ellas, los arts. 4º, 103, 105, 114, 116 de la Leyde Contrato de Trabajo (LCT) y otras de naturaleza internacional y constitucional (art. 14 bis, CN).
Vale la pena recordar que cuando se define al “salario mínimo vital” el Legislador nos está indicando la robustez del concepto de salario como representativo de un “valor”: “Salario mínimo vital, es la menor remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador sin cargas de familia, en su jornada legal de trabajo, de modo que le asegure alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión”. Casi debería leerse como el valor socialmente necesario fijado para que el trabajador recupere su fuerza laboral luego de una jornada de trabajo medida en tiempo de servicio…
Si un crédito laboral fuera una obligación de dar sumas de dinero (como casi toda la Doctrina Laboral lo sostiene) estaríamos constreñidos a aplicar las tasas de interés bancarias, ya lo hemos visto. Pero si se trata de una deuda de valor, el art. 772, CCyCN nos ofrece la solución a aplicar. Dice esta norma: “Si la deuda consiste en cierto valor, el monto resultante debe referirse al valor real al momento que corresponda tomar en cuenta para la evaluación de la deuda. Puede ser expresada en una moneda sin curso legal que sea usada habitualmente en el tráfico. Una vez que el valor es cuantificado en dinero se aplican las disposiciones de esta Sección”.
Aquí hay un signo histórico que no podemos soslayar. La primera vez que se utilizó la teoría “valorista” fue para preservar el valor salarial vilipendiado por el “rodrigazo” (1975), primer ensayo político-económico neoliberal donde se utilizó a la de la inflación como agente de ajuste. No puedo dejar de mencionar en esta “lucha por el derecho”, por la indexación de los créditos laborales en cuanto deuda de valor, la inclaudicable prédica académica y jurisdiccional del abogado Norberto O. Centeno (el Mártir de la LCT) y el juez Rodolfo E. Capón Filas.
Ya señalamos la dificultad de negar que el trabajo sea valor. ¿Será esa negación la razón por la cual es la única variable de la economía que permanece anclada sin una forma indexatoria que la preserve de las corridas cambiarias o de la inflación? Alfredo Zaiat demuestra este aserto con magistral claridad y hasta un dejo de sarcasmo cuando califica la situación actual como “Ozairalas” –salariazo al revés–.
Si el salario es valor, y se lo pretende representar en una suma de dinero, la inflación la deprecia injustamente. No abundaremos en argumentos que están sellados en el conocimiento colectivo: la inflación se ha vuelto un mal endémico que castiga a los últimos deciles de la descripción del ingreso, los más pobres. Los artículos de primera necesidad son los que más consume el Pueblo Trabajador y los que aumentan en mayor medida. Si el salario intenta reproducir el valor de la fuerza laboral, éste debe medirse en litros de leche, kilos de carne y piezas de pan (como lo indica el art. 116, LCT), cuanto más aumentan éstas, más baja aquél.
Tampoco aquí ahondaremos el discurso sobre las causas de la inflación, sobre las que hay un claro consenso. Estoy convencido que no parece serio atribuirle a la “indexación” de una deuda de valor, expresada en términos pretéritos (y en esto quiero ser muy claro) el carácter de “causa” de la inflación. Ello es insostenible; tiene la misma entidad significante que suponer que administrar paracetamol produce al enfermo más fiebre. Que el remedio no baje la fiebre no  significa que sea causa de la fiebre; mucho menos que la aumente. Habrá que buscar otras causas.
Por otra parte, como dramática significación del aludido “ozairalas”, los créditos salariales reconocidos por sentencia judicial son los únicos donde rige en plenitud el tabú de la indexación y eso no es justo. Muchos sectores han instaurado mecanismos que sortean la prohibición de actualización en “defensa propia” frente a la inflación. Citamos como ejemplo el CER, la movilidad jubilatoria (ley 26.417), el RIPTE, los créditos hipotecarios (ley 27.271), la actualización de los alquileres o, incluso, las “cláusulas gatillo por inflación”, que el propio Estado, en tanto empleador, propone a los gremios docentes. Permito especular que si leemos atentamente el mecanismo de “compra a futuro” del dólar, se observa una forma de indexación adelantada.
Creemos que la única forma de mantener con parámetros objetivos la intangibilidad del crédito laboral es considerarlo como deuda de valor y proceder a su corrección como lo disponía el art. 276, LCT, texto según ley 23.615:“Los créditos provenientes de las relaciones individuales de trabajo, serán actualizados, cuando resulten afectados por la depreciación monetaria, teniendo en cuenta la variación que experimente el índice de los precios al consumidor en la Capital Federal, desde la fecha en que debieron haberse abonado hasta el momento del efectivo pago. Dicha actualización será aplicada por los jueces o por la autoridad administrativa de aplicación de oficio o a petición de parte incluso en los casos de concurso del deudor, así como también, después de la declaración de quiebra”. El Índice de Precios al Consumidor tiene anclaje en el Derecho social.
Es sarcástico recordar que hasta la propia CSJN de la dictadura cívico-militar en Fallos: 301:379 ha expresado como doctrina que “El reajuste de los créditos laborales no hace a la deuda más onerosa en su origen, sólo mantiene el valor económico real de la moneda frente a su progresivo envilecimiento”. Habrá que declarar (como lo hago desde 2016) la inconstitucionalidad de las leyes 23.938 y 25.561.
Finalmente, este tema adquiere una doble dimensión que pone a la CNAT en una situación muy delicada frente a la Historia. Por un lado, la prohibición de indexar, lo que significaría, la solución más justa, razonable y anclada en la realidad. La segunda traba está en el CCyCN que solo le permite a los jueces aplicar intereses moratorios bancarizados a las obligaciones de dar sumas de dinero (art. 768). Por tal motivo, la tasa de interés, pensada para otra cosa (el trabajador no le está otorgando un préstamo a su empleador), irradia irracionalidades y arroja resultados irreales cuando se la aplica a otra clase de realidades como las del Mundo del Trabajo.
La práctica de la CNAT y la manda de la CSJN que le ordena bajar la tasa, omite considerar al crédito salarial como deuda de valor y permitir su corrección con la indexación. De este modo se lograría preservar la intangibilidad de los créditos que se reconocen de un modo más adecuado al Derecho internacional de los derechos humanos y principios rectores del Derecho del trabajo. Las tasas bancarias (más o menos altas) no guardan estricta relación con la valorización del crédito laboral. Este debería ligarse al precio de los bienes y servicios que consumen los trabajadores y trabajadoras para reponer su fuerza laboral. Y si a todo ello le añadimos la política económica del BCRA de elevar la tasa de interés para frenar la escalada del dólar estadounidense, los reproches del Fallo “Bonet” se acentuarán. Por eso, y como mientras se escriben estas líneas parecería que esa política se está profundizando, es plausible sostener que la tasa de interés crecerá, incluso, por sobre el índice de precios al consumidor, generándose gravísimas distorsiones que provocarán mayores e injustos daños a los deudores.

(*) Juez nacional.

ECONOMÍA 30 de marzo de 2019 Panorama económico En abril, 5

La última vez que el dólar aumentó cuatro pesos en un mes fue en septiembre del año pasado, cuando la cotización pasó de 38,0 a 41,94 pesos. Esa escalada de la divisa del 10,4 por ciento repercutió de manera directa en la inflación de octubre, que marcó un alza del 5,4 por ciento en el IPC nacional. Ahora la historia vuelve a repetirse. En marzo el dólar se disparó de 40,14 a 44,40 pesos, un 10,6 por ciento, y la inflación de abril apunta a ubicarse más con un piso del 5 por ciento que en el 3,5-4,0 por ciento que venían proyectando las consultoras de la city. Como en aquel antecedente, abril llega con aumentos en las tarifas de gas, subte, combustibles y especialmente en alimentos que empujarán la inflación hacia arriba. Para marzo las estimaciones de precios se ubican entre 3,7 y 4,0 por ciento, con lo cual será el décimo cuarto mes consecutivo con una inflación mayor al 2,0 por ciento, en tanto que abril se descarta que será el mes número quince de ese registro desolador. Para encontrar una situación igual o más grave que la actual hay que remontarse a la hiperinflación de Carlos Menem en 1990. Es un retroceso de 28 años.
La respuesta de la industria de alimentos y bebidas a la nueva aceleración del dólar fue ajustar las listas de precios de manera automática. Pero, además, existen maniobras especulativas de retención de mercaderías a la espera de ver cómo se acomoda la cotización de la divisa. La ortodoxia económica suele resistir cualquier intervención del Estado para regular precios con el argumento de que lleva al desabastecimiento. Sin embargo, la liberalización que rige desde que Cambiemos llegó al poder está provocando exactamente esa situación, con el agravante de que los precios aumentan a la mayor velocidad y por más tiempo en casi tres décadas. Los faltantes de productos no son solo alimenticios. También se produce el retiro de bienes del mercado en otros rubros, en especial artículos importados y los que dependen de insumos dolarizados. Autos y electrodomésticos están a la cabeza de la lista, pero es un fenómeno que se extiende a toda la economía.
Desde que el dólar volvió a los saltos y el Banco Central movió la tasa de interés del 44 al 68 por ciento anual, los empresarios manejan sus stocks con cuidado, porque no saben cuál será el costo de reposición con tanta movida cambiaria y monetaria. La decisión del BCRA de ponerle velas a la bicicleta financiera con la autorización a los bancos de comprar más Leliq generó aún más ruido. Trajo a escena fantasmas del 2001, porque las entidades financieras invierten los pesos que captan de los depositantes para tomar esos títulos, cuyo stock crece como una bola de nieve. La medida exhibe la urgencia de la autoridad monetaria para contener la escalada del dólar, aunque los pasos que va dando expongan al país cada vez a más riesgo. Es lo mismo que ocurre con la suba constante de las tasas de interés. Mientras más altas están más sube la percepción de que la situación se agrava. En resumen, la pérdida es doble: las acciones defensivas del Central empeoran las expectativas, mientras que las tasas de interés por las nubes causan un daño severo a la economía.
Por otra parte, el torniquete monetario que impuso el FMI al Banco Central –que ya nadie se fija si es o no independiente– resultó un fracaso para contener la inflación. En los seis meses que van desde que Guido Sandleris puso en marcha el plan que le pasaron desde Washington, los precios se movieron tanto o más que en los seis meses previos, cuando estaban Federico Sturzenegger con las metas de inflación y Luis Caputo sin metas ni nada.
Con las proyecciones de marzo (3,7 a 4,0 por ciento) y abril (arriba del 5,0 por ciento), la inflación al final del primer cuatrimestre se ubicará por arriba del 55 por ciento interanual, en tanto que las canastas de pobreza e indigencia exhibirán un aumento exorbitante del 65 por ciento. Esas serán las cifras completas de un año de crisis, que arrancó con la corrida cambiaria en los últimos días de abril de 2018. Semejantes aumentos, sin embargo, no despertaron ninguna autocrítica del Gobierno, que se defiende negando la realidad y tratando de convencer a empresas y trabajadores que el camino es el correcto, aunque estén cada vez más hundidos. “Hay que aguantar”, fue el mensaje de Mauricio Macri esta semana, sin precisar cuánta más inflación habrá que soportar. El Presidente llegó a la Casa Rosada con la promesa de terminar rápido con la inflación y transita el último año de mandato con el discurso del aguante, sin asumir la más mínima responsabilidad por el desastre y, lo que es más grave, sin explicar cómo sacará al país de esta situación. ¿Estuvieron mal las metas de inflación, no sirve el torniquete monetario, es un fracaso la desregulación cambiaria y financiera? Ni Macri ni el equipo económico dan respuesta a los interrogantes. Se afirman en que hacen e hicieron todo bien, a pesar de los volantazos, y atribuyen los problemas a la pesada herencia, a la turbulencia del mundo o al peligro de regreso del “populismo”, al que califican como “no racional”. Esa estrategia tal vez sea lo único que le queda al oficialismo de cara a la campaña electoral, pero está claro que no alcanza para cambiar la visión de los actores económicos sobre la gravedad de la crisis ni a recrear su confianza, que se arrastra por pisos históricos.
“Estamos todos como esperando el impacto”, describe un industrial pyme la sensación de angustia y preocupación por el futuro cercano. El impacto sería una devaluación todavía más descontrolada, con mayor explosión inflacionaria y riesgos de default. Son peligros que el Gobierno no logra diluir, sino que semana tras semana parecen tomar más cuerpo. Las promesas de salvación con la cosecha y los dólares del FMI no logran cambiar la dinámica de deterioro financiero y productivo. Y la inflación no baja. En abril, va para 5.

CONTRATAPA 30 de marzo de 2019 Greta Por Sandra Russo


A Greta Thunberg le ha llegado muy temprano la hora de su estigmatización. A los 16 años. Desde que la semana pasada en más de mil ciudades del mundo una cantidad incalculable de estudiantes secundarios se pusieron sobre sus hombros la lucha para detener el cambio climático, comenzó en los grandes medios de Europa una campaña de ridiculización que puede entenderse como el primer caso de bullyng global. Su víctima es esa adolescente sueca que fue diagnosticada pasados sus diez años con el síndrome de Asperger, que según ella misma relató en una charla TED con un enorme auditorio siempre fue muy callada, muy solitaria, una persona que sólo hablaba cuando era estrictamente necesario. Con voz siempre pausada y meditando palabra por palabra, dijo en esa charla mirando a las butacas: “Por eso estoy hablando hoy aquí. Porque es estrictamente necesario”. Fue a los 14 años que en rigor consideró estrictamente necesario hablar ante multitudes, ante auditorios como el Parlamento Europeo o el Foro de Davos, porque fue entonces que hizo, digamos, su comprensión histórica: si su generación no actuaba ya, si ellos, que serán adultos cuando este planeta ya no sea viable, no salen ya a las calles, están pactando con su propia falta de futuro.  
Según todos los diagnósticos científicos, las emisiones tóxicas deben empezar a reducirse ahora, no “dentro de poco” o en “próximamente”, sino ya, porque los tiempos no dan. Esta semana 20.000 científicos de todo el mundo adhirieron al movimiento Viernes por Futuro, el que nuclea a los secundarios de más de cien países, cuyo primer gran paso fue dado el 15 de marzo. “Los jóvenes tienen razón”, fue el título del documento de adhesión. El cambio climático provocará desastres y desequilibrios de ecosistemas de una manera irreversible y sin antecedentes en miles de años. Cuando hace dos años Greta comprendió eso, decidió hacer huelga, a los 14. Empezó sola. Faltaba a clase todos los viernes, en protesta por la falta de decisiones políticas mundiales que paren el cambio climático. 
Y lo que hace dos años fue apenas la actitud decidida de una niña que había comprendido que era su derecho y el de sus hijos y nietos vivir en este planeta, hoy es un fenómeno global. Los grandes medios lo acallaron, como callan todo lo que les resulta incómodo o amenazante. Pero fue en mil ciudades que bajo el liderazgo de Greta Thunberg miles y miles de adolescentes salieron a marchar para que sus gobiernos tomen medidas en relación a las emisiones tóxicas, que es lo mismo que decir que debe detenerse entre otras cosas la producción a gran escala en bosques, selvas, desiertos. Que el sistema no puede seguir acelerando la extinción de especies porque la humana también es una de ellas.
Los medios no sólo callaron. Cuando a través de las redes el movimiento Viernes por Futuro se hizo visible, comenzaron un ataque simultáneo de ridiculización y degradación de la figura de Greta. La mostraron comienzo una banana: en Suecia no hay bananas de modo que la foto era una denuncia de que Greta estaba comiendo una banana gracias al combustible usado en el transporte a su país de una fruta tropical. La mostraron con sus perros: indicaban así que si los perros comen carne, Greta tampoco es consecuente en eso. Quizá el ataque más degradante lo virtió Le Figaro, a través de un comentario no filtrado y dirigido directamente al síndrome de Asperger de Greta: alguien opinó que era “una vergüenza ver a tantos jóvenes dejarse conducir por una zombie”.          
La voz de Greta no logra todavía perforar el cerco de silencio con una lógica rasante, directa y áspera, como ella, que en el Parlamento Europeo dijo “sé que no les gusta que yo esté acá. A mí tampoco me gusta que ustedes estén acá, porque no han hecho los deberes. Nosotros sí hemos hecho los deberes. Hemos leído los informes científicos. Lo que pedimos es que le hagan caso a la ciencia, porque cuando nosotros seamos adultos será tarde”. 
El movimiento Viernes por Futuro encarna en una generación que hace su entrada a la política por ese costado vital y poderoso. Es con sus cuerpos que lo gritan, lo piensan, lo reclaman. Sus cuerpos tienen derecho al hábitat. Y advierten, con mucha más claridad y precisión que las otras generaciones, la gravedad límite de este momento. Ellos son una pata más de la resistencia global al modelo tanático que nos avasalla. 
El poder de las finanzas, de los transgénicos, de las patentes, de los buitres, en fin, el ala más dura de la derecha que puso su pata roñosa sobre tantos territorios, niega el cambio climático. Para Trump es una mentira de la izquierda. Y es en esa clave de resistencia al efecto de irrealidad del que se vale la derecha que hay que leer este inédito movimiento liderado por esa niña de trenzas rubias que toma por literal lo literal: o se actúa ahora o no habrá lugar seguro en la Tierra para que los que hoy tienen quince años vivan sus vidas y tengan sus hijos, y continúen así con la posta de la especie. 
La política de la derecha global trae la muerte en muy diversas formas, pero siempre la muerte. En guerras o en hambrunas, en catástrofes naturales, en tiros por la espalda como los que diariamente reciben líderes sociales en Perú y en Colombia. Esos hombres y mujeres, muchos de pueblos originarios, están muertos por defender los recursos naturales. Es la misma lucha que la de Greta Thunberg, pero desde otra región y otra línea histórica. El reclamo es el mismo en un fondo no demasiado profundo. Quieren vida. Vivir. Quieren lo necesario y suficiente para que la vida sea posible. Quieren el equilibrio indispensable para vivir. Este es el marco macro bajo el cual transcurren nuestras propias y asombrosas circunstancias nacionales. No cuesta mucho comprender que hay un poder feroz encaramado en la cima tan alta que nos es indescifrable, y que hacia abajo mueve los hilos para que nada detenga la muerte. Y también hay que advertir, con cierta esperanza, que hay sincronías históricas no menos asombrosas, y que la resistencia al proyecto de muerte crece y se nutre de fenómenos impensados. Greta y sus congéneres ya son un nuevo actor global que aporta su enorme grano de arena a la lucha por el proyecto de la vida. Greta es un síntoma de la regeneración de la vida.