lunes, 1 de mayo de 2017

"Gobernar es crear trabajo" Juan D. Perón

VAGANCIA SIEMPRE

Pasó sábado y domingo en Chapadmalal, jugando al golf con sus ex compañeros de Cardenal Newman, hospedado en un country de la ciudad.
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30 de abril de 2017 | Economía DESISTIÓ DE LA VENTA DE LA RED DE ESTACIONES Y ANUNCIÓ INVERSIONES EN VACA MUERTA, PARA ALIVIO DEL MINISTRO El plan de Aranguren, con protección de Shell

Un paso atrás y otro adelante. La firma Shell desiste, “por ahora”, del plan de venta de sus activos en refinación y comercialización de combustibles, pero refuerza la apuesta de inversión en Vaca Muerta. Ambas decisiones tienen connotaciones políticas, y embarcan resueltamente a la petrolera angloholandesa en los esfuerzos del gobierno de Mauricio Macri por sacar del barro a una economía que se va quedando sin tracción delantera ni trasera. No por nada el ministro Juan José Aranguren –el hombre de Shell en el gobierno– pudo sobrevivir al terremoto que provocó con un mal llevado tarifazo, gracias al apoyo personal y explícito del presidente de la Nación que desoyó a todos quienes le sugerían correrlo. El respaldado ministro perdió, en el camino, a su segundo en el área, José Luis Sureda, que pegó el portazo denunciando el estilo “autoritario” de Aranguren y marcando diferencias con la política inconsulta que impulsa. Uno de los rasgos principales de ese cuestionamiento es que mientras se privilegia Vaca Muerta, se descuida el resto de las regiones hidrocarburíferas. La actual crisis petrolera de Santa Cruz y Chubut es una muestra cabal de las consecuencias de esa política.

Venta fallida

 Shell había mandatado al Credit Suisse para encontrar comprador a sus casi 600 estaciones de servicio en el país y la refinería de Dock Sud, con lo cual esperaba cumplir una etapa fundamental de “la revisión del plan estratégico” en el país consistente, básicamente, en abandonar el downstream (refinación y comercialización) y concentrarse en el upstream (exploración y producción de hidrocarburos). La búsqueda de compradores arrojó sólo dos oferentes: YPF y Pluspetrol. Según fuentes de la industria, la propuesta económica de esta última resultaba poco atractiva, mientras que la de la petrolera de mayoría estatal incluía un mecanismo de asociación entre YPF y Shell, por el cual los puntos de venta seguirían atendiendo bajo la marca Shell, pero en manos de un tercero. Esta iniciativa, que algunos adjudican a la actual conducción de YPF, fue finalmente evaluada como “inviable” en los niveles políticos que la estudiaron –Ministerio de Energía y los órganos de regulación correspondientes–, porque hubiera resultado injustificable la concentración en una sola mano de más del 70 por ciento del mercado de combustibles, por más que YPF tercerizara el manejo de la red a través de un contrato de joint venture. Sin otra oferta atractiva, y con la única a mano vetada políticamente, Shell desistió de la operación. 
 El proyecto Vaca Muerta de Shell, en cambio, siguió adelante. El presidente de la filial argentina, Teófilo Lacroze, anunció junto al gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez, la inversión de 300 millones de dólares para la instalación de una planta de tratamiento y separación del gas y el petróleo extraído, para ser transportado luego ya condicionado para su comercialización. La planta, denominada Sistema de Producción Temprana, estará emplazada en el bloque Sierras Blancas, Neuquén, y tendrá una capacidad de procesamiento de hasta 10 mil barriles por día, recibiendo la producción de tres de los bloques adyacentes operados por Shell. Según se anunció, su construcción demandará la tarea de 189 trabajadores, y una vez en operación contará con 29 puestos de trabajo permanentes (nótese la relación: una inversión de 300 millones de dólares genera apenas 29 empleos).    
 Shell suele destacar que lleva 102 años de presencia en el país, pero su historia en exploración y explotación petrolera es mucho más reciente. Se inició en 2011, y hoy cuenta con sólo una participación en producción convencional y no como operador (22,5 por ciento de UTE Acambuco, en Salta, operada por PAE), pero fue avanzando en la producción no convencional. Actualmente, opera cuatro áreas en la formación Vaca Muerta (una aún en etapa de evaluación) y participa en otras dos operadas por la francesa Total Austral.
 Según expresó el titular de Shell, el gobierno nacional asumió el compromiso de mantener el esfuerzo “por seguir bajando los costos de producción, tal como se hizo en Estados Unidos”. Según Lacroze, en ese país “el costo de los pozos (no convencionales) se redujo en un 50 por ciento en tres años y queremos traer esa experiencia aquí” (citado por el portal especializado Prensa Energética). Shell explicitó que su pretensión es bajar los costos de producción por barril no convencional a 40 dólares en un plazo corto, para lo cual el gobierno aportaría la baja de retenciones y ventajas de disponibilidad de las divisas cuando exporten y otros beneficios complementarios. Entre ellos, la flexibilización de los convenios laborales lograda por acuerdo con el sindicato petrolero de Neuquén, cuyo titular es Guillermo Pereyra.
 La apuesta de Shell al proyecto energético oficial se emparenta, inevitablemente, a la presencia de Aranguren al frente del área. El anuncio de la inversión no podía ser más oportuno para el Gobierno, “jaqueado por diversos temas que hoy lo incomodan, como el nuevo aumento de tarifas (gas, electricidad y agua) previsto para este primer semestre, las promesas de inversiones que no llegaron, y por último el cortocircuito que existió puertas adentro del Ministerio de Energía con la salida poco elegante del secretario de Recursos Hidrocarburíferos, José Sureda, que dejó al descubierto, una importante interna dentro de esa cartera”, señala el portal empresario Prensa Energética.
 La salida de Sureda, ex directivo de Bridas y Pan American Energy (PAE), dejó en evidencia fisuras dentro de la propia industria petrolera. El secretario saliente dejó en claro que no cuestiona el impulso que el gobierno le da a Vaca Muerta, pero sí que el mismo no sea parte de un plan global y consistente. “Vaca Muerta se va a convertir en una aspiradora de capitales, pero si al resto no se les da un soporte, mucha de la inversión va a ser a expensas de la que, de otro modo, se tendría que haber hecho en otras provincias petroleras; me refiero a Santa Cruz, Chubut, Salta que está languideciendo. Entonces, vamos a tener problemas en otros lugares”, lanzó Sureda dos semanas atrás. No pasó mucho tiempo para que los problemas previstos salieran a superficie.

30 de abril de 2017 | Economía OPINIÓN A los pies de Rocca

La foto del presidente Mauricio Macri con casco industrial junto a Paolo Rocca, líder de la trasnacional Tenaris, con sede en Luxemburgo, acompañados de funcionarios del gobierno y ejecutivos de la empresa, en Bay City, Texas, Estados Unidos, tiene una carga simbólica y práctica difícil de no impactar. Sin personal contratado de sonrisas forzadas ni el montaje de un colectivo en un descampado, es una instantánea que retrata la esencia de un gobierno de y para las elites. También expone la debilidad como motor del desarrollo de lo que a esta altura resulta desatinado definir burguesía nacional. 
En la misma semana que el Indec de Macri informó que la recesión no terminó, al reportar una fuerte caída de la actividad en febrero y un persistente deterioro en la industria en marzo, la máxima autoridad política del país festeja la apertura de una planta industrial en Estados Unidos de un grupo económico que reduce producción y empleo en Argentina. Conglomerado que tiene además activa participación en el mundo de la política local a través del denominado “círculo rojo” de lobby del poder económico.
La inversión de Techint en Estados Unidos es una decisión empresaria en función de su plan de negocios global, que en el caso de esa fábrica de tubos sin costura involucró 1800 millones de dólares y generó 600 puestos de trabajo directos y otros 500 de modo indirecto. La participación de Macri en esa ceremonia exhibe, en cambio, sin maquillaje de la red de propaganda oficial, la ausencia de un plan de desarrollo industrial de una administración desorientada por los malos resultados económicos que se acumulan mes a mes. 

Datos duros

Mientras Paolo Rocca lo sacó a pasear a Macri por uno de sus territorios, la economía no arranca por el castigo deliberado al consumo popular, el modesto comportamiento de las exportaciones y las escasas inversiones del sector privado, excepto en el área núcleo del complejo agrario y en la actividad energética. En ese contexto de retroceso económico, que pone bajo tensión electoral al oficialismo, el Grupo Techint muestra esa inversión millonaria en Estados Unidos.   
Despidos, suspensiones y reducción de producción en su planta en Campana es parte del “relato del kirchnerismo” se atajó Techint a través de la corporación mediática Clarín, su socio histórico en el lobby sobre el poder político. Les molestó la tapa de PáginaI12 del jueves pasado con el título “Lluvia de inversiones (en Estados Unidos)”. Para contrarrestar el impacto de esa insólita foto en Houston, en esa misma columna en Clarín dicen que van a incorporar 400 trabajadores en la fábrica de Campana, incentivados por las promesas de inversiones en Vaca Muerta.  
Los números duros del balance de Siderar lo desmiente: menos producción y menos trabajadores. En 2016, los despachos locales de la empresa del Grupo T en Argentina disminuyeron 14 por ciento, parcialmente compensados con un aumento de las exportaciones, principalmente con destino a los mercados de Estados Unidos y Paraguay. El año concluyó con despachos de 2,3 millones de toneladas de aceros planos, que representó una caída neta del 11 por ciento con respecto a 2015. En la Memoria Anual se informa que “durante al año 2016, Siderar redujo los niveles de producción en las instalaciones de las áreas primarias en comparación con los niveles productivos alcanzados en el año previo”. 
En el capítulo Recursos Humanos indica con sutileza la política de despidos, al señalar que “la dotación de personal de Siderar al 31 de diciembre de 2016 fue de 5342 personas, nivel ligeramente inferior al registrado al cierra del ejercicio anterior”.  No hubo incorporaciones en lo que va de este año.
El balance del primer trimestre del año, presentado en la Bolsa de Buenos Aires el mismo día de la recorrida de Macri en la planta en Houston, siguió mostrando una actividad local en declive. Los despachos de acero bajaron 7,0 por ciento con respecto al trimestre previo y 2,3 por ciento en relación a los deprimidos de igual período de 2016, con una caída superior (4,5 por ciento) en el mercado interno.
Sin el aporte de ganancias de subsidiarias y asociadas de Siderar (Tx-México, Usiminas-Brasil, y otras por 1281 millones de pesos), el resultado hubiese dado por debajo del mismo período de 2016, que fue un mal año. El resultado operativo sumó 1093 millones de pesos en comparación con los 1598 millones del primer trimestre de 2016. Pese al retroceso en la actividad productiva local y de la escasa vocación inversora en relación a la que emprende en mercados externos, el grupo de control de Siderar decidió distribuir dividendos en efectivo por 1201,5 millones de pesos (equivalente a unos 80 millones de dólares), dinero que estuvo a disposición de los accionistas a partir del 20 de abril pasado. La familia Rocca recibió de ese total unos 50 millones de dólares correspondientes a su participación accionaria. Inversiones en Houston y distribución de ganancias en Campana.  

Tomo todo

La familia Rocca consolidó su liderazgo en la siderurgia con la colaboración relevante de recursos públicos. Durante varias décadas obtuvo contratos de obras públicas, gasoductos y rutas que implicaron un desarrollo sostenido de su área de ingeniería y construcción. Recibió millonarios subsidios por regímenes de promoción industrial con exenciones impositivas, por el fomento de exportaciones industriales y por preferencias arancelarias que brindaron protección del importado. Se benefició de la licuación de pasivos financieros a través de la regulación de la tasa de interés o del sistema de seguros de cambio para la deuda externa privada. Aprovechó la Ley de Compre Nacional que implicó que el Estado pagara sobreprecios amparado en esa norma. Contabilizó ganancias extraordinarias por su participación activa en privatizaciones, por ejemplo con su inversión en el consorcio de Telefónica que se quedó con la mitad de ENTel. La enajenación de activos estatales también afianzó el corazón del grupo –la siderurgia– con su desembarco en empresas proveedoras de insumos básicos de esa actividad (producción y transporte de gas, petróleo y energía eléctrica) y con el asalto de Somisa. Con las privatizaciones, el grupo logró un muy importante grado de integración vertical en el rubro energético y siderúrgico. Además consiguió una concentración y diversificación de sus negocios que tuvo como saldo un extraordinario crecimiento patrimonial. 
Uno de los últimos trabajos publicados por el Cefid-Ar (octubre 2015), antes de ser desmantelado por el macrismo al desembarcar en los principales bancos públicos, entidades que financiaban ese centro de investigación de excelencia, fue “Los efectos de la internacionalización y extranjerización de los grandes grupos empresarios argentinos. Los casos de Techint, Eurnekian y Fortabat”. Alejandro Gaggero, autor de ese documento, explica que hubo una modificación central en la elite empresaria local con la internacionalización de algunos de sus grupos, uno de ellos Techint.  Explica que en ese proceso llevaron adelante procesos de reestructuración que incluyeron la creación de empresas controlantes fuera de las fronteras nacionales, en distritos de baja o nula tributación. Luxemburgo fue el país con esas características elegido por la familia Rocca. El investigador advierte que ese proceso no sólo modificó la estructura productiva de los grupos analizados, sino también los flujos de capital a su interior, imitando a los de las empresas trasnacionales. Avanzaron en un diseño organizacional que incluye mecanismos que les permite la elusión y evasión fiscal, a través de la transferencia de activos en el exterior y simulando flujos asociados al desarrollo del negocio.
En la década del 90 Techint comenzó un proceso de internacionalización para disputar el liderazgo del mercado mundial de tubos de acero sin costura. De ese modo, en un cambio radical de su organización productiva, hoy la mayor parte de su producción proviene de plantas ubicadas fuera de Argentina, como la última inaugurada en Houston. Esa expansión internacional de Techint derivó también en una reorganización de la estructura funcional del Grupo. Creó Tenaris con sede en Luxemburgo, firma que pasó a ser controlante de sus principales empresas radicadas en diferentes países (por caso, Siderca-Argentina, Tamsa-México y Dálmine-Italia). Empezó a cotizar acciones de Tenaris en las bolsas de Nueva York, Milán y Buenos Aires. El capital flotante, o sea el de intercambio fluido entre inversores en las plazas bursátiles, es del 38,8 por ciento, mientras que el resto de las acciones de control está en manos de la familia Rocca. 
Para el investigador, el detalle de la organización T es muy ilustrativo de su internacionalización. Tenaris estaba controlada por Sidertubes (retenía el 61 por ciento de las acciones), una compañía radicada en el Gran Ducado de Luxemburgo, que por su régimen impositivo es considerado un paraíso fiscal. Sidertubes, a su vez, era controlada por Rocca & Partners, una corporación de las Islas Vírgenes Británicas. Esa estructura societaria fue modificándose para hacerla aún más opaca. Gaggero explica que hoy Tenaris es controlada por Techint Holdings (Luxemburgo), propiedad de San Faustin (Luxemburgo), que a su vez es controlada por Rocca & Partners Stichting Administratiekantoor Aandelen San Faustin, inscripta como una fundación holandesa. 

30 de abril de 2017 | El país OPINIÓN Houston, tenemos un problema

Hay momentos, flashes, en los que el presidente Mauricio Macri o su elenco se salen del libreto dando rienda suelta a su idiosincrasia. Son reveladores y cada vez más frecuentes. Una de las gemas de la semana pasada sucedió cuando Macri se refirió a los “abuelos” (mote erróneo que reduce a un rol a personas de cierta edad) y se fue empalagando con las risas cortesanas. Terminó explayándose sobre el (ab)uso de los canales porno en algunos centros de jubilados, delató a uno, con pelos y señales. Se ufanó de haber ordenado cortar el uso de esa señal de cable, como si fuera una hazaña. Siguió adelante un ratito, fue “Mauricio” sin ambages: un bon vivant millonario desde la cuna que denigra (sin percatarse siquiera) a los más humildes de cualquier edad y condición.
Sus panegiristas lo comparan con Pascal o lo describen como un hombre moderado, sereno, amante de los consensos… pero no hay caso. Ni bien abre la boca los desmiente, ni qué decir cuando toma decisiones. 
Se repite, con buena dosis de razón, que Cambiemos gobierna para los ricos. Más refinado es el comentario que hizo tiempo atrás el sociólogo y académico Ernesto Semán: el actual es un Gobierno de clase. Una de sus características es negarlo “de boquilla” y confirmarlo a través de sus políticas públicas.
Parte de las coberturas de los medios dominantes sobre los viajes presidenciales expresan el “cambio cultural”. Recurrentes notas editadas en las secciones políticas parecen salidas de filiales insulsas de las revistas “Hola” o “Caras”. Mujeres periodistas se regodean comparando la vestimenta de la primera dama Juliana Awada versus la de las reinas o colegas con las que va topando, como Máxima de Holanda o Ivanna Trump. Se insinúa, tal vez, una nueva disciplina olímpica: competencia en el glamour femenino.  Acaso alumbre otro medallero para Argentina en el noble mundo del buen vestir.
Pero esas son imágenes subalternas, en más de un sentido. Las dos principales que se agregaron al álbum macrista son el encuentro con el presidente estadounidense Donald Trump y la más descollante, el  paseo por la fábrica de Techint en Texas, una maqueta perfecta de la política económica M.

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Houston, tenemos un problema: Que Techint instale una fábrica de caños sin costura (la especialidad de la casa, una manufactura-commodity) cerca de Houston es un hecho rotundo que casi hace ociosos los comentarios. Apenas vale la pena agregar otros datos. 
La variante de la relocalización rompe una regla establecida: de ordinario el capital muda empresas a países con salarios “competitivos”, esto es más bajos o viles. La penuria aflige a Europa y es aprovechada por Marine Le Pen en sus recorridos de campaña por ciudades fantasmas o que enfilan para serlo.
La multinacional Techint lidera una innovación: gasta 1800 millones de dólares para dar conchabo a obreros con sueldos comparativamente elevados mientras desguarnece sus posiciones locales. Esto último, convengamos, un modo de decir, porque Techint es más multi que argentina, pero talla fuerte en la economía gauchesca y en la poderosa Asociación Empresaria Argentina  (AEA). Paolo Rocca, uno de los contados capitanes de la industria que ha leído algunos libros, es un referente de los líderes patronales. 
La planta de Techint en Campana languidece y despidió centenares de trabajadores el año pasado. El intendente, Sebastián Abella, la eximió  de un impuesto local. Como la gracia estatal levantó protestas de los vecinos, la envolvió en una medida supuestamente general: protección a las empresas en crisis. 
Usted se preguntará como puede estar en crisis un conglomerado que, en paralelo, invierte una fortuna en otras latitudes. Es pecar de ingenuo, porque en el capitalismo global (y el anterior también…) las sociedades comerciales esconden su identidad o la utilizan para evadir impuestos o responsabilidades. En jerga jurídica se llama “abuso de la identidad societaria” y debe ser sancionada… si las pescan los Gobiernos o tribunales que habitualmente las aúpan.
Esta columna no se adentrará en la sofisticada trama de Techint para evadir impuestos, jugar con la trasnacionalización y optimizar sus ganancias. La sede en Luxemburgo, una guarida fiscal bien enclavada, es solo una de ellas. Para quien quiera un análisis profundo y detallado se recomienda un trabajo del sociólogo Alejandro Gaggero. Se titula “Los efectos de la internacionalización y extranjerización de los grandes grupos empresarios argentinos”. Fue publicado por el Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de Argentina (Cefidar). 
Tejemanejes de ese jaez sirvieron a la gran banca trasnacional para gambetear la responsabilidad por el corralito en la Argentina. Si las sucursales sudacas estafaron a los ahorristas y quedaron desfondadas, ese no es nuestro problema, adujeron desde las casas matrices, sueltos de cuerpo. No fue una exclusividad argenta: en toda Europa tras la caída de Lehman Brothers el sistema político protegió al sector financiero y sus pillos más redomados. Allá lo llamaron “paracaídas de oro” para que los tahúres de guante blanco llegaran al suelo sin magullones. La caída libre de las personas que confiaron en ellos tuvo muy otro desenlace, ya se sabe.

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Un apretón de manos (derechas): El cónclave en la Casa Blanca produjo euforia en la Casa Rosada y en la Cancillería, cuya “línea” ha recuperado bríos. En el Palacio San Martín rige una regla no escrita: negociar con los poderosos equivale a ceder todo o casi todo. 
Aplicando a rajatabla ese protocolo, Macri se trajo un apoyo político tan amplio como esperable. Es el presidente de derecha más expectable de América del Sur. El brasileño Michel Temer no fue elegido democráticamente, es rechazado por una mayoría abrumadora, no da pie con bola, recibió anteayer el bofetazo de una huelga general impresionante.  El peruano Pedro Pablo Kuczynski tiene credenciales pasables y hasta fue recibido antes que Macri pero la gravitación de su país le pone un techo. El colombiano Juan Manuel Santos es una figura menos obvia (especialmente por el acuerdo de paz con las FARC) que sus pares argentino, brasileño y peruano. Y además no tiene el galardón de haber batido en las urnas al “populismo”, que sí embellece a Macri para la mirada de Washington.
El apoyo político no fue humedecido por la lluvia de dólares que el oficialismo vive anunciando desde diciembre de 2015. 
Las divisas entran  por vías riesgosas o  suicidas como la deuda externa exorbitante. O utilizables una sola vez, como el blanqueo de capitales. O merced a la redituable especulación a través de LEBAC, que el consultor Miguel Bein describió (con jerga más técnica que la que usaremos ya mismo) como récord mundial de rendimiento de la bicicleta financiera en dólares. De nuevo: es lamentable que el Comité Olímpico Internacional sea tan conservador para admitir nuevas disciplinas que dotarían de medallas de oro a la Argentina… O a los inversores golondrina que levantarán vuelo en algún momento, acamalando ganancias pingües. Millones de argentinos pagarán las consecuencias. No será la primera vez.
Pocos negocios se cerraron en Washington. El documento final  solo mencionó a un país: Venezuela. Los silencios son elocuentes: a los mandatarios no los conturba, por ejemplo, la situación en México, donde proliferan las fosas comunes y se matan periodistas como si tal cosa. 
Tampoco se dejó nada escrito respecto de relaciones bien preocupantes como son la injerencia de agencias como la DEA en la apodada “lucha contra el narcotráfico”.
Macri acrecentó su capital simbólico y sus ínfulas. Regresó, desdichadamente, el péndulo de la política exterior doméstica en la que siguen volando alto el desafío del presidente Raúl Alfonsín a su par gringo Ronald Reagan en la mismísima Casa Blanca. O el “no al ALCA” concretado por el terceto de los presidentes Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Lula da Silva en la Cumbre de Mar del Plata.
No son ellos el grupo de referencia de Macri ni de la Canciller Susana Malcorra. Fungen de tales el ex presidente Carlos Menem y el fallecido ministro Guido Di Tella. Malcorra es orgánica del Departamento de Estado y tan funcional a él como el francotirador Di Tella. Un converso suelto de cuerpo y de lengua que propaló la certera expresión “relaciones carnales”. 
La armonía política entre gobiernos de derecha es, guste o no, lógica, sobre todo si los menos poderosos se encolumnan y hacen la venia. La derecha argentina, a diferencia de otras, rehúsa reconocerse como tal, soltando globos en sentido estricto y figurado.
Las inversiones son, de todas formas, una cuestión aparte. Argentina se oferta como el supermercado del mundo, aunque sin góndolas de productos industriales con valor agregado significativo.
Estados Unidos ejercita un agresivo proteccionismo que no se toma como modelo desde acá. Su política represiva, el despliegue de barbarie por otras latitudes, las cárceles para inmigrantes, el chauvinismo a flor de piel tienen mejor acogida oficial en estas pampas feraces.

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Mejor que en el infierno: Los trabajadores de SANCOR cortan rutas, testimoniando la caída libre de otra rama de la industria. En simultáneo el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, acumula reproches desde distintos sectores sometidos a su gestión. La apertura de la Feria del Libro le cayó mal. El representante de la Fundación El Libro pintó un panorama desolador en su rostro. La industria editorial atraviesa borrascas, baja en la producción y en las ventas. Como casi todas las actividades ligadas al consumo más o menos masivo. 
El ministro debió deglutir un discurso lapidario y brillante de la escritora Luisa Valenzuela sobre la posverdad que pareció un elegante telegrama colacionado remitido al macrismo.
Avelluto replicó citando “a mi amiga Beatriz Sarlo”. “Conmigo no”, espetó con gesto ceñudo y bronca a flor de piel. Alegó que hubo épocas peores, con dictadura o hiperinflación. Es el único punto admisible de su relato: esas etapas atroces fueron peores que la era de Cambiemos. La comparación con el infierno, caramba, no redime la política económica oficial ni la rústica gestión de Avelluto en su área.
Transitoriamente no se ha avanzado sobre los fondos del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). Parece imposible en el cortísimo plazo ya que la movida generada por el gobierno aunó demasiadas críticas y acciones colectivas. La amenaza sigue latente porque desfondar, así fuera parcialmente, al INCAA beneficiaría directamente al Grupo Clarín, un pilar de la coalición oficialista. 
Avelluto y el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, empeñaron su palabra: las denuncias son temerarias, jamás se corroborarán. Son promesas de la campaña de 2017. En 2015, Macri en persona perjuró que jamás tocaría el Fútbol para Todos. Con las barbas en remojo, habrá que ver. Seguramente el resultado de las elecciones será decisivo en ese conflicto de intereses como en tantos otros.

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Coda transitoria: El ausentismo de las clases dominantes argentinas es un viejo invento. Lo malo conocido siempre se puede empeorar, si hay voluntad política. Ni aún dentro de esa tradición aciaga hay precedentes de una imagen  como la de Macri celebrando la creación de empleo en Texas, mientras por acá siguen cayendo empresas, sectores productivos enteros. Los cierres, suspensiones y despidos siguen siendo cotidianos. In God we trust y con el mazo dando.
En algún bar de Moe habrán brindado por Paolo Rocca o por el presidente de un país ignoto. Poco o nada de bueno o de sensibilidad social puede esperarse de la crema de “la burguesía nacional”. A los gobernantes elegidos por el pueblo es dable exigirles más. Como piso, bajísimo, evitar sacarse esa foto con los laburantes de otras comarcas que prosperan a costa de quienes sobreviven acá.