La foto del presidente Mauricio Macri con casco industrial junto a Paolo Rocca, líder de la trasnacional Tenaris, con sede en Luxemburgo, acompañados de funcionarios del gobierno y ejecutivos de la empresa, en Bay City, Texas, Estados Unidos, tiene una carga simbólica y práctica difícil de no impactar. Sin personal contratado de sonrisas forzadas ni el montaje de un colectivo en un descampado, es una instantánea que retrata la esencia de un gobierno de y para las elites. También expone la debilidad como motor del desarrollo de lo que a esta altura resulta desatinado definir burguesía nacional.
En la misma semana que el Indec de Macri informó que la recesión no terminó, al reportar una fuerte caída de la actividad en febrero y un persistente deterioro en la industria en marzo, la máxima autoridad política del país festeja la apertura de una planta industrial en Estados Unidos de un grupo económico que reduce producción y empleo en Argentina. Conglomerado que tiene además activa participación en el mundo de la política local a través del denominado “círculo rojo” de lobby del poder económico.
La inversión de Techint en Estados Unidos es una decisión empresaria en función de su plan de negocios global, que en el caso de esa fábrica de tubos sin costura involucró 1800 millones de dólares y generó 600 puestos de trabajo directos y otros 500 de modo indirecto. La participación de Macri en esa ceremonia exhibe, en cambio, sin maquillaje de la red de propaganda oficial, la ausencia de un plan de desarrollo industrial de una administración desorientada por los malos resultados económicos que se acumulan mes a mes.
Datos duros
Mientras Paolo Rocca lo sacó a pasear a Macri por uno de sus territorios, la economía no arranca por el castigo deliberado al consumo popular, el modesto comportamiento de las exportaciones y las escasas inversiones del sector privado, excepto en el área núcleo del complejo agrario y en la actividad energética. En ese contexto de retroceso económico, que pone bajo tensión electoral al oficialismo, el Grupo Techint muestra esa inversión millonaria en Estados Unidos.
Despidos, suspensiones y reducción de producción en su planta en Campana es parte del “relato del kirchnerismo” se atajó Techint a través de la corporación mediática Clarín, su socio histórico en el lobby sobre el poder político. Les molestó la tapa de PáginaI12 del jueves pasado con el título “Lluvia de inversiones (en Estados Unidos)”. Para contrarrestar el impacto de esa insólita foto en Houston, en esa misma columna en Clarín dicen que van a incorporar 400 trabajadores en la fábrica de Campana, incentivados por las promesas de inversiones en Vaca Muerta.
Los números duros del balance de Siderar lo desmiente: menos producción y menos trabajadores. En 2016, los despachos locales de la empresa del Grupo T en Argentina disminuyeron 14 por ciento, parcialmente compensados con un aumento de las exportaciones, principalmente con destino a los mercados de Estados Unidos y Paraguay. El año concluyó con despachos de 2,3 millones de toneladas de aceros planos, que representó una caída neta del 11 por ciento con respecto a 2015. En la Memoria Anual se informa que “durante al año 2016, Siderar redujo los niveles de producción en las instalaciones de las áreas primarias en comparación con los niveles productivos alcanzados en el año previo”.
En el capítulo Recursos Humanos indica con sutileza la política de despidos, al señalar que “la dotación de personal de Siderar al 31 de diciembre de 2016 fue de 5342 personas, nivel ligeramente inferior al registrado al cierra del ejercicio anterior”. No hubo incorporaciones en lo que va de este año.
El balance del primer trimestre del año, presentado en la Bolsa de Buenos Aires el mismo día de la recorrida de Macri en la planta en Houston, siguió mostrando una actividad local en declive. Los despachos de acero bajaron 7,0 por ciento con respecto al trimestre previo y 2,3 por ciento en relación a los deprimidos de igual período de 2016, con una caída superior (4,5 por ciento) en el mercado interno.
Sin el aporte de ganancias de subsidiarias y asociadas de Siderar (Tx-México, Usiminas-Brasil, y otras por 1281 millones de pesos), el resultado hubiese dado por debajo del mismo período de 2016, que fue un mal año. El resultado operativo sumó 1093 millones de pesos en comparación con los 1598 millones del primer trimestre de 2016. Pese al retroceso en la actividad productiva local y de la escasa vocación inversora en relación a la que emprende en mercados externos, el grupo de control de Siderar decidió distribuir dividendos en efectivo por 1201,5 millones de pesos (equivalente a unos 80 millones de dólares), dinero que estuvo a disposición de los accionistas a partir del 20 de abril pasado. La familia Rocca recibió de ese total unos 50 millones de dólares correspondientes a su participación accionaria. Inversiones en Houston y distribución de ganancias en Campana.
Tomo todo
La familia Rocca consolidó su liderazgo en la siderurgia con la colaboración relevante de recursos públicos. Durante varias décadas obtuvo contratos de obras públicas, gasoductos y rutas que implicaron un desarrollo sostenido de su área de ingeniería y construcción. Recibió millonarios subsidios por regímenes de promoción industrial con exenciones impositivas, por el fomento de exportaciones industriales y por preferencias arancelarias que brindaron protección del importado. Se benefició de la licuación de pasivos financieros a través de la regulación de la tasa de interés o del sistema de seguros de cambio para la deuda externa privada. Aprovechó la Ley de Compre Nacional que implicó que el Estado pagara sobreprecios amparado en esa norma. Contabilizó ganancias extraordinarias por su participación activa en privatizaciones, por ejemplo con su inversión en el consorcio de Telefónica que se quedó con la mitad de ENTel. La enajenación de activos estatales también afianzó el corazón del grupo –la siderurgia– con su desembarco en empresas proveedoras de insumos básicos de esa actividad (producción y transporte de gas, petróleo y energía eléctrica) y con el asalto de Somisa. Con las privatizaciones, el grupo logró un muy importante grado de integración vertical en el rubro energético y siderúrgico. Además consiguió una concentración y diversificación de sus negocios que tuvo como saldo un extraordinario crecimiento patrimonial.
Uno de los últimos trabajos publicados por el Cefid-Ar (octubre 2015), antes de ser desmantelado por el macrismo al desembarcar en los principales bancos públicos, entidades que financiaban ese centro de investigación de excelencia, fue “Los efectos de la internacionalización y extranjerización de los grandes grupos empresarios argentinos. Los casos de Techint, Eurnekian y Fortabat”. Alejandro Gaggero, autor de ese documento, explica que hubo una modificación central en la elite empresaria local con la internacionalización de algunos de sus grupos, uno de ellos Techint. Explica que en ese proceso llevaron adelante procesos de reestructuración que incluyeron la creación de empresas controlantes fuera de las fronteras nacionales, en distritos de baja o nula tributación. Luxemburgo fue el país con esas características elegido por la familia Rocca. El investigador advierte que ese proceso no sólo modificó la estructura productiva de los grupos analizados, sino también los flujos de capital a su interior, imitando a los de las empresas trasnacionales. Avanzaron en un diseño organizacional que incluye mecanismos que les permite la elusión y evasión fiscal, a través de la transferencia de activos en el exterior y simulando flujos asociados al desarrollo del negocio.
En la década del 90 Techint comenzó un proceso de internacionalización para disputar el liderazgo del mercado mundial de tubos de acero sin costura. De ese modo, en un cambio radical de su organización productiva, hoy la mayor parte de su producción proviene de plantas ubicadas fuera de Argentina, como la última inaugurada en Houston. Esa expansión internacional de Techint derivó también en una reorganización de la estructura funcional del Grupo. Creó Tenaris con sede en Luxemburgo, firma que pasó a ser controlante de sus principales empresas radicadas en diferentes países (por caso, Siderca-Argentina, Tamsa-México y Dálmine-Italia). Empezó a cotizar acciones de Tenaris en las bolsas de Nueva York, Milán y Buenos Aires. El capital flotante, o sea el de intercambio fluido entre inversores en las plazas bursátiles, es del 38,8 por ciento, mientras que el resto de las acciones de control está en manos de la familia Rocca.
Para el investigador, el detalle de la organización T es muy ilustrativo de su internacionalización. Tenaris estaba controlada por Sidertubes (retenía el 61 por ciento de las acciones), una compañía radicada en el Gran Ducado de Luxemburgo, que por su régimen impositivo es considerado un paraíso fiscal. Sidertubes, a su vez, era controlada por Rocca & Partners, una corporación de las Islas Vírgenes Británicas. Esa estructura societaria fue modificándose para hacerla aún más opaca. Gaggero explica que hoy Tenaris es controlada por Techint Holdings (Luxemburgo), propiedad de San Faustin (Luxemburgo), que a su vez es controlada por Rocca & Partners Stichting Administratiekantoor Aandelen San Faustin, inscripta como una fundación holandesa.
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