lunes, 27 de febrero de 2017

27 de febrero de 2017 | El país LOS DOCENTES UNIVERSITARIOS ADHIEREN AL PARO CONVOCADO POR LOS MAESTROS

Los profesores se suman a la huelga
Las federaciones de profesores anunciaron que participarán de las medidas de fuerza convocadas para el 6 y el 7 de marzo.

los profesores universitarios anunciaron que se sumarán al paro nacional docente del 6 y el 7 de marzo. También serán parte de la movilización convocada por la CGT. La semana pasada, el jueves 23, los docentes universitarios tuvieron su primera reunión paritaria, donde el Gobierno no les ofreció ningún aumento en concreto, sino que les propuso que su salario se vaya ajustando “mes a mes”, acorde a la inflación establecida por el Indec. Todos los gremios rechazaron esta oferta de plano, por dos motivos centrales: no hubo ningún reconocimiento oficial de la pérdida del poder adquisitivo de los salarios que los profesores dicen haber sufrido el año pasado –estiman alrededor del 10 por ciento–; y, además, los índices inflacionarios del Indec suelen ser más bajos que los de otros organismos.
La adhesión, con sus propios reclamos, a las medidas de fuerza organizadas por los gremios de los maestros fue confirmada por las principales federaciones que agrupan a los profesores universitarios: Conadu, Conadu Histórica y Fedun.
“La paritaria nacional no sólo es vital para los propios docentes, por eso debemos sostenerla. Es una herramienta que nos ha permitido a todos grandes conquistas. Es estratégico que no se caiga, estamos peleando contra un proyecto que se pretende instalar a nivel escuela y universidades”, dijo a PáginaI12 Federico Montero, secretario de organización de Conadu. Esta federación se sumará a las jornadas de protesta sin convocar al paro, dado que para la semana que viene aún no habrán comenzado las clases en la mayoría de las universidades.
El plenario de secretarios generales de Conadu Histórica votó por unanimidad “convocar a un paro nacional de la docencia universitaria y preuniversitaria para los días 6 y 7 de marzo, en el marco del no inicio de clases, promoviendo que esos días se conviertan en un gran paro nacional y movilización de la docencia de todos los niveles y del conjunto de los estatales”. La Federación de Docentes de Universidades (Fedun) también aprobó una huelga “ante la pérdida del poder adquisitivo y la falta de respuestas del gobierno nacional”, y anunció que marchará junto a todos los gremios docentes desde el Congreso hasta el Ministerio de Educación el 6 de marzo; y el 7 se movilizarán junto a las centrales obreras hacia el Ministerio de Producción. 
Respecto a la movilización con la CGT y las CTA el martes 7, Montero explicó que hay un “camino de unidad que supera lo sectorial. Podemos hacer mucha fuerza con los maestros, universitarios y científicos, pero si no cambia el modelo económico macrista, la pelea de fondo se pierde; eso lo vamos a cambiar peleando en conjunto todos los trabajadores”.
Para los universitarios, la paritaria de los maestros fue siempre un parámetro a partir del cual negociar. Esa referencia es la que eliminó el Gobierno al decidir no convocar a la paritaria federal docente, la decisión que generó el conflicto con los maestros. 
Los profesores reclaman el mismo porcentaje de aumento que los maestros (35 por ciento), por eso la propuesta que les presentó el secretario de Políticas Universitarias, el radical Albor Cantard, los dejó muy disconformes. Para la Conadu Histórica, fue “ofensiva”: “El Gobierno negó que los salarios docentes universitarios hayan sufrido una pérdida del poder adquisitivo como consecuencia de la inflación. A partir de este diagnóstico arbitrario, ofrecieron pagar incrementos mensuales sobre el índice de inflación que publique el Indec, a cobrar el 1 de abril. Si el índice de febrero fue del 1 por ciento, el aumento salarial para los 193 mil docentes universitarios en abril sería del 1 por ciento”. Todas las federaciones rechazaron la oferta.

RELÁMPAGOS Todos contra Trump

Por Santiago Asorey l “La potencia efectiva del capitalismo multicultural es que invisibiliza, casi de forma perfecta, la violencia concreta de las acciones militares y económicas que EEUU ejerce geopolíticamente”.
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El tema es así: leo una nota que habla de la guerra de Coca Cola contra Donald Trump. La nota deduce esa guerra a partir de una publicidad emitida por la famosa empresa yanqui, donde se muestra la diversidad cultural de EEUU. Y de golpe pienso en los textos de Slavoj Zizek sobre el multiculturalismo.
La tesis de Zizek iba a más o menos así. La lógica del capitalismo posmoderno o capitalismo tardío garantiza su efectividad en el funcionamiento de una aparente diversidad multicultural "democrática" que esconde las verdaderas relaciones de poder bajo las cuales se sostiene el peso de la matriz económica. En la posmodernidad multicultural que describe, (anverso ideológico del neoliberalismo norteamericano, aunque Zizek no lo diga en estos términos tan reformistas y antiimperialistas) apartemente todas las etnias están invitadas y todas las voces presentes, con la premisa fundamental de que se le borre el núcleo de conflictividad que puedan llegar a expresar.
Es decir, en la democracia multicultural liberal todas las voces se permiten mientras se conviva armónicamente en el statu quo neoliberal. Lo que podemos extraer de este planteo es que la potencia efectiva del capitalismo multicultural es que invisibiliza, casi de forma perfecta, la violencia concreta de las acciones militares y económicas que EEUU ejerce geopolíticamente. Hillary Clinton era la candidata por excelencia de ese modelo. Digamos que en Trump la violencia racista era previsible y torpe. En cambio en Hillary la violencia racista estaba soslayada y funcionaba como una maquinaria perfecta detrás de su nuevo discurso pro derechos afroamericanos.
Solo así podemos entender cómo Hillary Clinton viró del punitivismo de los noventa, cuando impulsó legislación que termino con el encarcelamiento masivo de la comunidad afroamericana, a esta nueva versión que dio apoyo a “Black Lives Matter”, el movimiento político que lucha por los derechos de la comunidad afroamericana.
Detrás del posicionamiento progre del neoliberalismo de la candidata demócrata se escondía su guerrerismo en medio oriente y racismo intacto. La estrategia del neoliberalismo era justamente dar continuidad a una cara humana y multicultural. El problema de las últimas elecciones en relación a la política exterior era que el discurso demócrata postulaba conceptos progresistas insostenibles por una gestión que nunca pudo cerrar Guantánamo, al mismo tiempo que convirtió los bombardeos en Libia y en Siria sellos de su gestión.
En una gran entrevista realizada por Santiago O´Donell en Pagina/12, Julian Assange resume con una síntesis notable el problema. "Te encontrás en una situación donde el apoyo a la CIA por parte de los Demócratas es de 32% mientras que entre los republicanos el apoyo a la CIA es de apenas el 2%. Tenés a los demócratas buscando conflicto con Rusia y a los republicanos diciendo que no hay que pelearse con Rusia. Tenés a los demócratas diciendo que la destrucción de Libia y de Siria es una cosa buena, mientras tenés a los republicanos diciendo que no hay que meterse en esos países. "
Me preguntó si detrás de esta lógica de todos contra Trump (me refiero a este enfrentamiento donde algunas de las corporaciones más importantes de los EEUU le declaran “la guerra”, junto a otras potencias europeas y corporaciones mediáticas de todo el mundo, al presidente de EEUU) existe en realidad un miedo absoluto a la posibilidad de que Trump fracture la lógica neoliberal y su correspondiente farsa multicultural posmoderna. El miedo que genera Trump a las grandes corporaciones y al capital financiero no es el racismo (del cual siempre fueron amigos) sino la idea que de golpe, la violencia norteamericana (interna y externa) se vuelva completamente visible, casi sin fisuras. Para decirlo más concretamente, la eficacia del fascismo posmoderno radica, en parte, en su propia capacidad para volverse imperceptible. Ese afán por negar su intento de totalización, que Trump rompe, es un regreso “por derecha” a una disputa por la hegemonía de la historia, que la epistemología posmoderna insiste en negar.
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs).

RELÁMPAGOS Post-Europa o Elegía del arrabal: Eurofonías (notas últimas de un viaje)

Por Sebastián Russo l “Los ciudadanos de segunda harán vida de segunda. Ni bien pasen algún límite -viajar, bien vestir- habrá alguien para revisar sus antecedentes, los que ya expresan que no es común que quieran estar donde el reparto de color de piel no lo indica”.
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1. La frontera
Los gendarmes españoles suben al ómnibus con cara de bravos pidiendo pasaportes. Momento tenso en el que todos somos sospechosos. Librados a su arbitrio. A sus ojos necesitados de demostrar fuerza, eficiencia, autoridad. Y ante sus ojos: lo negro, lo árabe, lo latinoamericano requiere mayor cuidado. Piden informe por handy de cuatro, todos de tercermundismo en la piel. Y a uno se lo cargan. Árabe, no habla español, tendrá unos 20 años. Nervioso, con todo el ómnibus mirando la situación, ya está condenado. Llevará el drama de este momento encima. Sea o no sea culpable de quién sabe qué falta, ya fue encontrado culpable y condenado, ante y por nuestros ojos. Y no parece haber delito alguno, el modo de manejarse de la policía es calmado, de rutina. Parece imponérseles la necesidad de demostrar rigor. Como si dijeran “no se crean que se puede circular por Europa tan fácilmente, no se crean que no cumplimos con nuestra tarea con eficacia y suficiencia, nuestros ojos detectan el mal, nuestros uniformes, armas y tecnología hacen el resto”.
Son varios los minutos que están parados al lado del pibe. En ese tiempo, extendido y tenso, su cara de desesperación contrasta con la de tranquilidad de un panameño al que también le averiguaron antecedentes por handy pero zafó, ésta vez, tendrá que seguir alerta, temeroso. Ahora masca chicle y se acomoda un sombrero a la moda que no alcanzó.
Al pibe lo bajaron y el ómnibus arrancó. La lección fue dada para todos que en silencio observamos. Los estigmas fueron reforzados, la vida de este muchacho, pase lo que pase, quedó marcada. La construcción y sostenimiento de estigmas ordenan las cosas. Las ordenan de un modo desigualmente naturalizado. Los ciudadanos de segunda harán vida de segunda. Ni bien pasen algún límite -viajar, bien vestir- habrá alguien para revisar sus antecedentes, los que ya expresan que no es común que quieran estar donde el reparto de color de piel no lo indica. Los ojos de los otros estarán sobre ellos. Los de los policías, los del dueño del bar, los de todos nosotros, que nos salvamos, cerrándolos o apuntándolos a otro lado, levantando las cejas.
En la primera parada luego de la detención del pibe, todos al sol, fumando, nadie habla. Todos cómplices, todos aleccionados. Le pregunto al chofer si sabe que pasó y me dice que él nunca pregunta.
2. La Barceloneta
Retorno a Barcelona, en mis últimos días de viaje. Paro en la Barceloneta. Barrio portuario, triangular, aislado, como Sicilia. Está en un terreno ganado al mar en el siglo XV, que hasta los Juegos Olímpicos de 1992 era una zona marginal, marginalizada, de Barcelona. Una ciudadela de pescadores, ratas y “mala vida”, de diagramación urbana post ilustración, simétrica y colorida, con edificios bajos y aun ropa colgando de los balcones, que luego del “embellecimiento y “limpieza” encarados se volvió foco turístico, tanto por la lógica vintage, cool, gentrificadora, como por el "descubrimiento" barcelonés de sus playas.
Es una zona en conflicto, de resistencias (como Gracia -los bobos, bohemian bourgeois, surgidos en los 90, arrasan todo barrio “pintoresco”, y lo popular es, en su lógica, eso, una pintura a adquirir, restaurar, “poner en valor”-) La agrupación L'Ostia, lideradas por mujeres jubiladas, fue la que se opuso a la expropiación de casas por la argucia estatal-inmobiliaria de la instalación de ascensores, contrariamente a la “Asociación de amigos de la Barceloneta”, en connivencia con el poder. Las señoras salieron a las calles con megáfonos y ocuparon la plaza de la Barceloneta con chocolatadas, criticando también la quita de los bancos de plaza colectivos por individuales, mirando uno para cada lado. Pero sobre todo oponiéndose a los departamentos rentados a turistas que aumentan los alquileres y expulsan a los vecinos históricos. La actual alcaldesa de Barcelona, aliada a Podemos (como los de las principales ciudades de España, Madrid y Valencia -las ciudades y su tradición progresista-) ha detenido el avance de la especulación en La Barcelontea oyendo a las damas de L´Ostia. Pero el capital acecha.
Ya no hay barcos pesqueros en las costas barcelonesas, sino yates. Enormes, solitarios, cotidianamente limpiados por decenas de personas que ni conocerán a sus jefes (algún jeque árabe, aliado, o no), que puede estar parando en un hotel cinco estrellas o estar en algún otro lugar del mundo, pagando millonadas por el estacionamiento lujoso.
Tampoco está en La Barceloneta la Maquinista Marítima. Un viejo astillero del que solo queda el portal antiguo, una suerte de “Arco de la derrota” en medio del barrio. Sus iniciales grandes, MM, recuerdan(me), no sólo al visitante ilustre y/por abyecto de Rajoy y la realeza española por estos días (alguna foto en Hola se merecerán; con Messi y Mascherano -de liderazgo pro, posible candidato- ya se la aseguró), sino al modo análogo que manejó el barrio de La Boca, “limpiándolo”, expropiando, deviniendolo territorio turísticamente saqueable. Post popular o de exotismo popularista. Aunque las resistencias, acercan a estos barrios arrabaleros, portuarios.
La Electricitat es mi bar en la Barceloneta. Ubicado en la esquina de la plaza principal, con barra gritona y viejos borrachines del barrio. Las mesas son largas, compartibles. Y su dueña me recomienda ir a almorzar a otro lado que dan comida más barata y suculenta que sus tapas. Este lugar, la Magdalena, ubicado dentro del mercado de la Barceloneta, es atendido por cuatro señoronas bellas y fuertes.
Y La Fraternitat mi biblioteca. En viejo edificio cooperativo restaurado, es una de las muchas bibliotecas públicas barcelonesas. Todas muy concurridas, luminosas, con una política de actualización editorial notable (me encuentro con libros sobre Farocki y Straub/Huillet recién editados -el de estos últimos titulado “Hacer la revolución es volver a colocar en su sitio cosas muy antiguas pero olvidadas”), con buenos eventos culturales (de una charla de Javier Cercas a una sobre Filosofía, Imaginación y Anarquismo y una instalación en honor a Pepe Carvalho), sectores de lecturas de diarios y revistas con gente mayor, callejera, niños. Más cercanas en su espíritu al cónclave González/López (biblioteca en tanto usina cultural, artística, popular), que al aristocratismo pretendido por su actual director, Manguel.
Los diarios expresan de modo cotidiano (tal mi cotidianeidad de lectura en la fonda de las damas magdalenas) que Europa está que arde. Una exposición en el Centro Cultural de la Barceloneta se llama de hecho Post-Europa. Entrampada entre sus añejas practicas coloniales, su pseudo humanismo progresista, el avance de la de derecha, su inacción e indecisión ante Trump, Putin y China, ante la "ola inmigratoria", el resquebrajamiento de la Unidad Económica y los regionalismos separatistas.
En las playas de la Barceloneta, ante la mirada del turismo internacional, se erigen estatuas de arena, hechas en general sin la pretensión de ingresar al mundo del arte, sino más bien de auto sustentación. Los autores están ahí, fumando, haciendo algún retoque cada tanto. En general africanos, latinos. Delfines, tortugas, castillos, dragones, cristos son los motivos más elegidos. Y algunos le ponen algún dispositivo como un fuego en la boca del dragón, o un agua que cae de alguna parte del castillo. Los turistas, les sacan fotos, incluso se sacan fotos al lado de la precaria estatua, como si fuera un atractivo más de la ciudad, la mayoría sin dejar una moneda.
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3. El Born
Me mudo al Born. A un habitación en el departamento de dos hermanas armenias. Ellas pasan todo el día en la casa, con las ventanas cerradas, la luz eléctrica encendida y una en la computadora y la otra con su celular. Una es más progresista que la otra. Aunque las dos dicen que los hombres no quieren casarse y las mujeres sí. La más conservadora habla mal de Cristina y de Dilma por lo que le dijeron. La otra la corrige y le dice “son opiniones”. Su hermana arremete, la política es siempre igual, primero gobiernan, después a prisión. La progre relativiza, “no siempre es así”. La lógica policía bueno, policía malo, luego la percibiré más dramáticamente.
Las dos aman a Natalia Oreiro y repiten algunas palabras en ruso que dijo cuando estuvo allá. No más que un “hola”, un “muy bueno” y algo más, pero parecen satisfechas por el pequeño esfuerzo de la rioplatense, que dicen que es muy famosa por sus novelas, su música y alguna película que parece haber hecho en Rusia.
Hace cuatro años que vinieron de Armenia, cuentan que hay muchos armenios en Barcelona, en todo el mundo. Me nombran a Charles Aznavour, Cher, a Kim Kardashian, y me dicen que el éxodo comenzó ante el genocidio turco. Hoy también hay guerra, en la frontera con Azerbaiyan, pero no es noticia, porque todo el mundo está en guerra. Y que Trump es un peligro para el mundo.
No me dejan usar la cocina ya que duermen en el living y me quieren cobrar por usar el lavarropa. Parecerían que están regenteando un departamento que no es de ellas, ni alquilan. Tienen cierta sordidez en sus miradas que denotan sufrimientos, cansancio. Sobre todo de la conservadora, la más bella y descuidada de las dos, con cierto aire italiano y formas menos refinadas que la otra, con rasgos más orientales. Esta misma dice que Oreiro triunfa en Rusia por su exotismo y que todo lo exótico llama la atención.
Segunda noche en lo de las armenias. La conversación fue más relajada y profunda. Una de ellas es economista y trabajó en el Ministerio de Economía armenio. Muy interesada e informada en política internacional. Con visión humanista aunque no ingenua, forjada en tierras de añejas disputas. Me dicen ambas que con la Unión soviética los países hoy “libres” estaban mucho mejor. Y peor aún están los que se unieron a la CEE como Bulgaria o República Checa. Sus trabajadores no pueden competir con productos importados, y que “sí, muy lindo ser parte de Europa, pero más y más pobres”.
En todas las repúblicas de la ex Unión Soviética las familias viven todas juntas. Hijos, padres, abuelos. Solo en Europa quieren vivir solos. Solo se comunican por wathsap con sus padres, “yo no entiendo”. Una de ellas intentó vivir sola, pero volvió a la casa porque se aburría. Su decir es despojado de impostura alguna y de lugares comunes. “Es otra mentalidad”, dice.
En los diarios no deja de hablarse del fracaso de la globalización. Conversando con ellas eso vuelve a expresarse, a pesar de estar hablando un argentino y dos armenias en Barcelona. Una lo dice, “bueno, pero nosotras vinimos acá”. “No”, dice la otra, “nosotras vinimos por otra cosa”. La conversación se aquieta. El silencio incomoda pero parece necesario.
El Born era un barrio arrabalero, comercial y se puso de moda. Aunque conserva sus lugares peligrosos. Una de las armenias me dice, no vayas por tal calle, hay ladrones. En un bar un tipo pide a las 9 de la mañana una botella de vino. Parece un oficinista jubilado, con su botón de camisa abrochado hasta el último apretando su cuello. Nunca había visto a nadie, en un bar, a esa hora, entrarle no a un vino, no a un vaso de “ginebra con el que despierta”, sino a una botella de vino. Ahora le traen una tortilla de papas. Quizás esta sea su cena, y sea un sereno o quién sabe (qué). En el mismo bar un argentino cincuentón intenta convencer a un español en la barra. Habla de los "legos", despreciándolos. Repite la palabra, varias veces, "pero qué queres, si es un lego", como si la hubiera incorporado hace poco a su vocabulario, dándole cierta profundidad a sus dichos, además claro de delimitar a aquellos, legos, a los que él no pertenece. En el diario se dice que Trump va contra el Papa y que París blinda la Torre Eiffel.
Un barrio puede ser como un organismo, con vida delimitada por sus fronteras o por su fuerza centrípeta. El Born es algo así. Sus callecitas estrechas, de color y rumor medieval, de miradas desconfiadas y paso ligero, arman un entramado fantasmal que cohesiona y agobia. Familias árabes y desheredados varios pueblan su laberíntico entramado.
Noche en el Born, una instalación callejera. Una barcaza, sobre un plástico de 10 x 30 mts aproximadamente, rodeada de velas y una musicalización acuática, de un mar pegando sobre algo. Una luz de sirena que gira y una luz azul que da impresión de noche. De a ratos irrumpe una música dramática (lo peor de la propuesta) La obra instala la cuestión de los balseros nor africanos en medio del paso, un sábado de la noche barcelonesa. La gente se acerca. Se sacan fotos. Los niños mueven las velas y arman figuras. Algunos visiblemente conmovidos. Otros indiferentes. Todos se tientan y pisan el plástico negro con perros, bicicletas, skaters. Hablo con uno de los realizadores. Me dice que la idea era que fuera algo visual. Pero que al empezar el viento a apagar las velas la gente se metió a encenderlas y luego a moverlas de repente todo se modificó. Curiosamente parece narrarlo para justificar que ésta no era su idea, de hecho lo vi molesto volviendo a poner las velas en su lugar, pero sin dudas fue tal intervención espontánea lo que le otorgó lo mejor que tenía esta obra para dar. El pisar el plástico/mar, entrar, entrometerse entre las velas, acercarse, tocar el barco, rodearlo, ver el reagrupe, re encendido de las velas, gente sentada alrededor de ellas, como si rindieran homenaje, algunas rezando, no puede menos que amplificar, corporeizar la propuesta, el vínculo representacional/expresivo de la obra con su "público". Sin duda, si el arte no está en la calle -incluso en sentido figurado- no sirve para nada. De hecho, la calle misma es el escenario donde encontrar las disrupciones sígnicas mas apasionadas, apasionantes. En el centro cultural municipal que auspició esta instalación “no participativa”, dentro de él, un juego de luces, sonidos y robots. Una bazofia absoluta por la cual la gente (yo allí) hace cola.
En las pulperías, acá, se venden pulpos.
El mismo argentino de hace unos días en el mismo bar cuenta una historia de un robo en su trabajo del que él no tenía nada que ver pero que se sentía incómodo que lo inculparan en silencio. Silencio de hecho se produjo en la mesa junto al gallego que parece tampoco creer en él, que ahora habla sobre su celular y la falta de memoria que tiene, como modo de hablar de algo. El diario dice que Macron, el candidato “estrella” francés, ex “socialista”, pide perdón por Argelia. Y que las revueltas negras en París retornan.
En las bibliotecas públicas barcelonesas, utilizándolas, ocupando un lugar, siendo que se ocupan casi todos, siento que me estoy cobrando parte de la expoliación americana.
La vinculación con el idioma catalán es cotidiana, paralela no sólo al habla castellana, sino con la de los múltiples idiomas, dialectos que se oyen por las calles, mercados, bares. De hecho los carteles indicadores de las categorías de libros en la biblioteca pública (y en casi todos lados) están en catalán. No difícil de deducir pero síntoma de afirmación identitaria. El inglés es uno más de los idiomas que se oyen, pero en absoluto el más hablado, al menos en las calles. Lengua el inglés de universo hegemónico, sí será la usada en transacciones, intercambios mercantiles, utilitarios (siempre, fuera de la escucha, en mesas chicas, lugares reservados, donde es cocinan el sentido y/ de las cosas) Pero en la calle, lejos de ser brindado con indignidad tilinga (en carteles, publicidades) se lo escatima y resiste. También en el uso de la lengua, en su reparto, se juega una identidad cultural, un posicionamiento político.
La estadía con las armenias fue poco menos que torturante. Una suerte de Guantánamo para presos de buena conducta y cierta autodeterminación. Pasé de imaginar un inquietante trío sexual con ellas a sospechar que querían asesinarme. Vuelvo a mudarme. Caí en lo de una húngara con novio quilmeño con lindo balconcito a la Carrer Marina.
Un vagabundo para de espaldas a un convento del 800, hecho por el hijo de Carlo Magno. Los turistas entran, se sacan fotos. Él ahí, mirando a los que pasan, fumando, con una valija con rueditas a su lado.
4. Lo sur o Elegía del arrabal
Javier Cercas, comparando ciertos discursos de la guerra civil española con los de hoy ("acabar con el capitalismo" entre ellos) habla del retorno de la épica. Lo "detecto", dice, tal el modo del escritor, del ensayista, de lidiar con el mundo: detectando signos. Y agrega, (detecto el retorno de) “la arenga sentimental, lo que llamamos populismo”. Épica y populismo, pues, vinculando a este ajetreado término con uno de los tradicionales géneros de la retórica literaria y política. Y me pregunto, cuál es el género del capitalismo (siendo que aquí se lo contrapone al populismo, aunque a este se lo enuncia como modo y al capitalismo como sistema) ¿La comedia? ¿la farsa?, al decir marxiano. Lo que seguro no es el capitalismo es épico. La épica es colectiva y si hay un modo pulsional en el capitalismo es el individual. La épica es una pulsión colectiva. Una "arenga sentimental". Y la arenga como el necesario "primer acto" de una rebelión, de una épica, de una gesta sentimental. Si esa es la característica del populismo, todo piola.
Portugal, España, Italia y Grecia son el sur de Europa y es donde se cambia buena vida por productividad. Me lo dice un italiano que puso un bar-cervecería en Barcelona, donde hace 13 años que está, luego de 4 en Londres. Ahí, salen de un trabajo duro, por “objetivos” y directo al bar, a emborracharse, así todos los días. Muy triste, cabrón. En Finlandia se suicidan, sigue diciendo con se verba desatada y escandalosa, en Francia se deprimen, en el sur comemos bien, tomamos sol y aunque los ingleses y alemanes nos miren mal, va fangulo, el problema lo tienen ellos.
El tano amaina su discurso. Se va a la cocina poniendo a U2. Sunday bloody sunday. Es domingo de hecho, y lejos de ser sangriento, al menos para nosotros, los dos únicos en el bar (o sea, yo el único cliente), comienza a tomar su habitual forma melancólica. El domingo es el peor día de la semana para un viajero solitario. Las familias de paseo, diluyendo la presencia turística, hacen que uno sea el observado y ya no por la extranjería siempre evidente (por más amoldado y europeo del sur uno se sienta), sino por la errancia en soledad. Algo maravilloso de los otros días de la semana. Donde las prerrogativas tajantes del tano expresan experiencia viva. Y que la vivencia del sur, de los sures, es decir, en los arrabales del mundo, deviene en el goce vital por un tiempo extendido (arrojado, perdido), de observación, reflexión, conversación. Al sol, picando algo.
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: Sebastián Russo

RELÁMPAGOS Vivir el riesgo: la incertidumbre como modelo de vida neoliberal

Esteban Dipaola l "El ministro Esteban Bullrich habla de la condición cultural del neoliberalismo: la incertidumbre no como problema, sino como proyecto de vida".
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Cuando uno se dispone a indagar en la teoría social contemporánea encuentra diagnósticos y argumentos que permiten un mayor entendimiento de circunstancias que afectan a nuestro presente, incluso mucho de lo que pasa con el revival neoliberal en nuestro país se comprendería mejor con esas lecturas. A su vez, la aparición de Trump y de la extrema derecha en Europa resultaría menos sorprendente si los asombrados de ahora se hubieran dispuesto a leer un libro como “Daños colaterales” del recientemente fallecido Zygmunt Bauman y también otros textos que mostraban el desencanto contemporáneo con la globalización.
Pero más allá de esta apuesta por revisar nuestras lecturas enfocando en problemáticas de la actualidad, me interesa aportar algunas ideas para la comprensión del tiempo político presente. Principalmente centrarme en un evento y debate originado a partir de una declaración concreta que abrió los ojos y el disgusto de varios. Me refiero a la evidente molestia suscitada con el Ministro de Educación de la Nación Esteban Bullrich debido a su declaración acerca de fomentar individuos que puedan afrontar la incertidumbre disfrutándola. Justamente en este punto la sociología contemporánea nos ofrece herramientas de comprensión que no debemos despreciar. En verdad, el ministro expone en esa declaración un principio de formación subjetiva del neoliberalismo, tal como son los procesos de individualización de la sociedad, los cuales suponen la capacidad de cada individuo para enfrentarse a las transformaciones constantes y a la flexibilidad de sus vínculos. El sociólogo alemán (también fallecido hace no mucho tiempo) Ulrich Beck analizó hace varios años muy bien aquello que expuso Bullrich, y definió como “sociedades del riesgo” a este tipo de sociedades en las que los individuos se encuentran arrojados a la incertidumbre y deben resolver sus situaciones por fuera de las constricciones sociales. El argumento de Beck se sostiene sobre el fundamento de que el repliegue institucional conduce un pasaje de la socialización, una característica propia de las sociedades industriales que fundamentaba los principios de organización cultural, a la individualización, que es el fundamento de las denominadas sociedades postindustriales que sobrevinieron con las transformaciones del capitalismo hacia mediado de los años setenta y su consolidación en los años ochenta. La individualización que analiza Beck, significa ajustes subjetivos en los que ya no tienen preeminencia las instituciones, la clase social, etc. No es que desaparecen las clases sociales o las instituciones, pero sí tienen ahora un lugar secundario en la producción de individuos. Entonces, en las sociedades del riesgo, cada individuo está obligado a la autoproducción biográfica constante y el riesgo es enfrentarse todo el tiempo a la incertidumbre de una sociedad que ya no contiene. Es lo que otro sociólogo llamado Anthony Giddens, en su libro “Consecuencias de la modernidad”, comprendía como la inminencia del apocalipsis aunque éste nunca llegue: la incertidumbre es enfrentarse a ese riesgo permanente. De esta manera, se constituye una subjetividad neoliberal, es decir, a partir de principios de individualización que flexibilizan las relaciones identitarias; por eso cualquier individuo evalúa su ascenso económico como producto de un esfuerzo individual y no como un ascenso social, es decir, contenido en la estructura política de una comunidad.
El ministro Esteban Bullrich no es inocente en su declaración y, en realidad, está hablando de esas subjetividades, está hablando de la condición cultural del neoliberalismo: la incertidumbre no como problema, sino como proyecto de vida.
Además, como afirmaba Beck, este tipo de sociedades están fundamentadas y articuladas sobre un proyecto político policial y represivo, lo cual se comprueba observando la política exterior norteamericana y todavía más –con eje también en una política interior- con la incidencia de Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos; y asimismo con las políticas represivas y el avance de la derecha nacionalista en países de Europa. Es decir, en las sociedades del riesgo el modelo de desinstitucionalización y los procesos de individualización tienen como consecuencia hacer que la vida de las personas sea responsabilidad de cada individuo, mientras que el Estado solo debe ser garante de la seguridad, y entonces el efecto axiológico es que ese Estado ya no debe comprometerse a reducir las desigualdades, sino que está llamado a eliminar la inseguridad.
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs).

Ante un autoritarismo de tintes desconocidos

Por Mariano Molina l “Las responsabilidades de ampliar alianzas, sumar actores y combatir las operaciones de fragmentación recaen principalmente en el sector que –paradójicamente- contiene el apoyo más consolidado y tiene la líder política más importante de la democracia”.
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La posibilidad de diferenciar lo importante y lo secundario es una de las virtudes políticas más destacadas. En muchas ocasiones no alcanza solamente con la utilización de datos objetivos de la realidad (esa suerte de positivismo eterno y permanente en nuestra cotidianeidad) sino que hay que incorporar algo del arte de la política, esa sensibilidad que permite conocer el territorio dónde nos movemos, distinguir esencias, humores, aspiraciones colectivas y urgencias que muchas veces no se expresan en una simple encuesta de opinión o sondeo electoral.
Es necesario tratar de ejercer cotidianamente algo de esos sentidos, superando nuestras propias identificaciones políticas, sentimientos y aspiraciones. Es difícil entender con exactitud que dice la calle o que se siente en la diversidad de barriadas de nuestro país. La multiplicidad de historias, geografías, cosmovisiones y necesidades lo convierte en una tarea apasionante y a la vez casi siempre incompleta.
Vivimos un escenario político y social novedoso. La alianza gobernante expresa las tradiciones políticas conservadoras y extranjerizantes de nuestra historia pero contiene componentes nuevos que nos obliga a cierta reflexión y freno a los reflejos fáciles de comparación con otros sucesos cercanos o viejos del pasado. Es probable que estemos viviendo un autoritarismo de tintes desconocidos y con gran capacidad de generar infinidad de hechos de violencia política de baja intensidad. En el transcurso de 2016 se registra un hecho cada 10 días (o menos) entre represiones, agresiones a locales opositores, encarcelamiento y diversas acciones intimidatorias. No es poco para un país que no vivía estas condiciones desde la última dictadura. La cantidad de hechos nos hace preguntar si se deben simplemente a un puñado de trasnochados aislados o prácticas regulares que de llevan adelante desde espacios estatales o para estatales.
Pero a la vez que la afirmación sobre que Macri es la dictadura puede ser conceptualmente acertada, es limitada. No explica el arraigo que tiene la política gobernante y la llegada a actores sociales con diversas características, que no necesariamente son los viejos fachos o los indiferentes de nuestra sociedad. Tan cierto puede ser que el gobierno expresa el regreso al peor neroliberalismo y el régimen de los CEOS, cómo que mucho de sus seguidores o votantes tienen prácticas sociales que tiempo atrás podrían haber sido consideradas rebeldes o de tintes progresistas (defensores del cultivo de marihuana, el naturismo, la libertad sexual, el derecho al aborto o seguidores de bandas de rock contestatarias pueden ser votantes potenciales de la alianza gobernante, por poner ejemplos rápidos y al pasar). Estas circunstancias ponen sobre la mesa nuevas preguntas e incertidumbres, obligan a repensar estrategias y volver a observar el territorio.
Sin caer en dramatismos dicotómicos, porque la vida política tiene constantemente componentes que parecen trascendentales para el curso de la vida y luego los escenarios cambian y las perspectivas se modifican, lo que parece estar en juego en este 2017 es la posibilidad de torcer un rumbo negativo para las mayorías de este país, fundamentalmente de cara a la ratificación o no del modelo económico, social y cultural que propone el gobierno. Los sectores del poder real van a intentar lograr la mayor fragmentación posible con sus operaciones y campañas, pero eso no sorprende porque es su esencia. Lo preocupante es que muchos sectores políticos de acá y allá sean funcionales a esas estrategias.
Sobre finales de la campaña electoral del año 2015 se realizaron infinidad de iniciativas colectivas e individuales apoyando al entonces candidato oficialista, con el objetivo de frenar la posibilidad de un gobierno de derecha. Esta acción se observo conmovedoramente en las semanas previas al ballotage y -si bien el resultadista puede reforzar la idea de que no sirvió para nada- la realidad nos ha demostrado de manera dramática que los miedos estaban firmemente sustentados. Hay un aprendizaje importante de esas semanas: las movilizaciones populares pueden superar las miserias y rencillas de la politiquería e infinidad de sujetos lograron diferenciar lo importante de lo secundario.
Entonces, quizás este 2017 tenga –nuevamente- una disyuntiva que compromete en sus acciones no solamente a las organizaciones políticas, sindicales, sociales o culturales, sino a gran parte de la sociedad. Son necesarias actitudes maduras, porque son tiempos de necesidades y de recomposición, de cuidados y de contención, tratando de correrse de la chiquita del día a día y de cobrar cuentas con el pasado. Hay que poder levantar la vista y tratar de mirar un poco más lejos. Y me atrevo a afirmar que las responsabilidades de ampliar alianzas, sumar actores y combatir las operaciones de fragmentación recaen principalmente en el sector que –paradójicamente- contiene el apoyo más consolidado y tiene la líder política más importante de la democracia. Esta vez, el que más votos puede obtener no puede jugar el partido desde la lógica del poroteo permanente. Porque no se trata solamente de volver ni transitar la cotidianeidad añorando, se necesitan acciones que definan una actitud ético-político para el presente y el futuro, estableciendo el sentido claro que le damos a nuestra democracia y los límites que no vamos a cruzar.
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes 

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