domingo, 28 de junio de 2015

EE.UU., la peor amenaza latinoamericana Por Salvador González Briceño



*Luchar contra el colonialismo, la sumisión y la explotación

*Cuba, la tentativa por la desestabilización desde adentro

*Washington, la intentona golpista: Venezuela, Ecuador, Brasil

Un asunto de “estrategia” de un imperio decadente, el de Estados Unidos (EU), que da coletazos y aun así se resiste a morir. Sigue “trabajando” al modo como lo sabe hacer: imponiendo sus políticas por el mundo para conseguir sus fines, en un plazo de tiempo de unas pocas décadas, de unos cuantos años. Valga decir, con políticas redefinidas o rediseñadas desde los autoatentados del 11 de septiembre 2001 en las Torres Gemelas de Nueva York para acá.

Solo recuérdese que en América Latina a EU no le cuaja la idea del “terrorismo”, para con ese pretexto de “falsa bandera” atacar interviniendo a los países. Como le funcionó en Irak y en Afganistán, para apoderarse del control energético y las drogas. No. Pero le funciona a la perfección la “guerra contra las drogas”, en aras de la cual está controlando el negocio, a la vez que militarizar aquellos países como Colombia y México, sentando las bases para la desestabilización. Con ambos países, sobre todo con este último, le está funcionando muy bien la perversa “guerra antidrogas”, a la sombra de la “ayuda” del “Plan Mérida”.

Valgan algunos ejemplos de dicha estratagema:

1.- Los planes de defensa de los intereses de empresas estadounidenses generan situaciones de crisis desestabilizando a los gobiernos “no afines” en Latinoamérica, como sucede en los casos de: Venezuela, Ecuador, Brasil, Argentina, etcétera. Los países tienen, pueden y deben buscar sus propias vías para salir del atraso, hacer y aplicar sus mejores políticas económicas. Dar al traste con cientos de años de colonialismo, explotación y sumisión.

2.- Utilizando igualmente planes desestabilizadores, pero a un paso más lento (estilo “guerra de baja intensidad”, por otros medios), con aquellos gobiernos que son “aliados”, Estados Unidos los desestabiliza pero al mismo tiempo los utiliza como trampolín contra otros que intentan mantener una relativa “autonomía” o independencia en sus políticas internas. Países sometidos o controlados como México, Colombia y Perú, donde avanzan los planes de desestabilización imperial; otros como Honduras y también Colombia (ambos con bases militares), que le sirven a EU de plataforma contra otros, los del resto de Centroamérica y Sudamérica en este caso.

3.- Contra Cuba la táctica es otra, diferente a la de los últimos 50 años. Barack Obama, que resultó uno de los presidentes menos confiable para el mundo, porque sirve perfectamente a los intereses angloamericanos, ha vuelto a la vieja política de “la zanahoria y el garrote”. Con el garlito de “reconocer” que su política de bloqueo económico, comercial y financiero contra la isla no le ha funcionado —tampoco ve en ello su derrota—, ha comenzado a operar con otros medios para conseguir los mismos fines: desestabilizar al régimen cubano de los Castro desde adentro, al tiempo de romper el protocolo, el ejemplo de alta moral que ha significado la Cuba “digna” para Latinoamérica frente al imperio. De todas maneras, nada se logrará contra la enseñanza de los pueblos. Vietnam es el mejor ejemplo, le sigue Cuba.

4.- Las estrategias para lograr sus fines son orquestadas por las agencias de inteligencia y de espionaje con aprobación o dirigidas desde Washington, y por los centros de operación como las embajadas en todos los países, y otros organismos de “ayuda” como la USAID (por decir las menos), hasta las claramente desestabilizadoras como la CIA y DEA. Si en EU no hay golpe de Estado es porque no hay Embajada de EU, repite con frecuencia Evo Morales. Pero es realidad una vieja anécdota (años 60 y 70) del golpismo contra los gobiernos de América Latina. No obstante, ¿el asesinato de Kennedy no fue una suerte de golpe de Estado? Ciertamente, y orquestado por la propia CIA.

5.- Lo que sirve a las empresas multinacionales u oligopólicas de origen estadounidense, funciona también para los intereses imperiales de EU. Desde el punto de vista de la economía de “libre mercado”, ese discurso es uno de los mejores “artilugios” del capitalismo para controlar económicamente a los países a través de las empresas que generan “inversión” y “empleo” para el “desarrollo”. Son las directrices neoliberales que imponen las políticas macroeconómicas que conllevan la destrucción de las clases media y trabajadora, y atenta contra la población en general. Los tratados comerciales son una herramienta de control de los gobiernos y para fines externos y claramente perversos. Ambos procedimientos, los tratados comerciales y las políticas neoliberales, instrumentos de la susodicha globalización que, se presume, sacaría a los pueblos de la miseria.

Ninguna de las tácticas mencionadas resulta favorable a los Estados latinoamericanos. Todo lo contrario, son atentatorios de la organización estatal y nacional de los pueblos. La desestabilización gestada con la aplicación neoliberal rompe las estructuras de los estados nacionales que costaron décadas construir, y genera las bases para la incorporación de otros métodos, como son los violentos (los espacios ganados por las mafias, no pocas veces cubiertas desde los poderes políticos locales corruptos). Eso le pega directamente al corazón de las estructuras del Estado, a los gobiernos y a los mecanismos de control social para la consecución del equilibrio y el bienestar. Rompe con los sistemas de organización política y mete bulla a aspectos como las elecciones, la representatividad, la legitimidad y los fines nacionales de largo plazo.

No obstante ello, aun así las políticas de Washington siguen interponiendo sus ardides con la finalidad de derrocar aquellos gobiernos no alineados a sus intereses. Venezuela es un corazón batiente en Suramérica. Ecuador otro tanto. De Honduras, ni que decir que las declinaciones desde Micheletti (tras el derrocamiento por golpe de Estado contra Manuel Zelaya) a la fecha son de sometimiento.

No queda más que prevenir y actuar. La denuncia es crucial, puesto que las políticas de los EU son de aplicación constante; no le paran ni un momento. En México en particular, pero en Latinoamérica en general, desde los gobernantes hacia los demás círculos de la sociedad, incluyendo al sector académico y a los medios de comunicación, todos están acostumbrados a ver las cosas a toro pasado; es decir, analizar, revisar, concluir, planificar y reaccionar cuando los hechos han sido consumados.

En tanto la estrategia de los gringos es continua utilizando la prospectiva para analizar y la ofensiva para crear su propia realidad afín. Porque el gobierno trabaja permanentemente como Estado en guerra. Es violencia día tras día, porque aplica la estrategia del imperio romano: de vasallaje, sometimiento, violencia y guerras continuas. No queda más que la denuncia. Luego vienen la solidaridad, la organización y la reacción, individual y colectiva. El asunto no es solo Latinoamericano, sino mundial, porque en otras regiones también hace lo propio.

Correo: sgonzalez@reportemexico.com.mx

http://www.alainet.org/es/articulo/170527
 

uruguaycito, (con todo respeto)



Por Batista Benengeli
"No se imaginan lo que he rogado para que saliera bien esto y mataran al atorrante de Perón"

Hace un tiempo al pobre Pepe Mujica se le escapó una pequeña chanza sobre los Kirchner, pero fue sin querer, claro. Pepe es un viejito piola y humilde, cómo no le vamos a perdonar que dijera "Esta vieja (por Cristina) es peor que el tuerto (por Néstor)". También el presidente Batlle en la época de Duhalde se fue de boca y dijo, con todo respeto, claro, que los argentinos éramos todos, toditos, una manga de chorros, del primero al último, vea. A cualquiera le pasa, uno se calienta, y bueno, qué le vamos a hacer. Y el que también fuera presidente de Uruguay, el 16 de junio de 1955, Luis Batlle Berres, después de recibir como héroes a los valerosos aviadores que huyeron al paisito después de matar más de 350 civiles indefensos en Plaza de Mayo, dijo lo que está más arriba. Pero ojo que se le escapó, en el fondo los presidentes orientales aman a los argentinos.
 


Cuidado con los globitos Por Hernán Dearriba

El resultado definitivo en Santa Fe dejó un sabor amargo para el macrismo. Es que a principios de año pensaban en un derrotero electoral que comenzaba con un triunfo de Miguel del Sel, seguía con una victoria en Mendoza y se coronaba con las elecciones de Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires.

El problema es que no hay que comerse la cena en el almuerzo, como suele decir Hugo Moyano. El socialismo revalidó pergaminos y los sondeos ponen en duda la posibilidad de que Cambiemos se quede con la elección en Córdoba en la que corre con ventaja el candidato de José Manuel de la Sota, Juan Schiaretti. 

Cuando todavía no se cerró el impacto por el resultado santafesino, el debate televisivo de los candidatos porteños hizo transpirar a más de uno en el armado amarillo. Hoy todas las encuestas dan ganador a Horacio Rodríguez Larreta en la primera vuelta, pero con un escenario de balotaje. El panorama de la segunda vuelta es mucho más complicado para el PRO, porque si no consigue imponerse en el único territorio en el que gobierna la señal de cara a la candidatura de Mauricio Macri puede ser de alto impacto.

Son varios los radicales que se preguntan por estas horas sobre la utilidad del acuerdo con Macri. Al fin de cuentas, el triunfo en Mendoza fue sostenido por el radicalismo.

Para colmo, enfrentan un dilema. Si su candidato, Martín Lousteau, le gana en la Ciudad al PRO, afectará las chances de su candidato nacional, que es Macri ¿si hay segunda vuelta entre ambos, se animarán los radicales a pedirle al ex ministro de Economía que se baje de la contienda? Eso parece improbable pero hay quienes afirman que esa posibilidad ya está en la mente de algunos de los operadores PRO.

Ayer lo mentó la presidenta Cristina Fernández: "Casi nos hacen volcar por haber calculado mal los números", recordó la mandataria el paso de Lousteau por el Ministerio de Economía y la Resolución 125 de 2008.

Algo de esa tensión que se viven puertas adentro de la alianza entre el PRO y la Unión Cívica Radical dejó trascender ayer el precandidato presidencial por el radicalismo Ernesto Sanz, quien reconoció que no sabe si la alianza Podemos seguirá activa más allá del 11 de diciembre.

Va a tener que estar atento Macri, si no quiere que se le desinflen los globitos.

iNFO|news

Los pibes candidatos Luis Bruschtein

Con la instalación de la fórmula Daniel Scioli-Carlos Zannini como la única propuesta oficial del kirchnerismo, en las primarias de agosto y en las elecciones presidenciales de octubre, decenas de miles de jóvenes de entre 18 y 30 años votarán por primera vez en su vida a un candidato que no es Néstor o Cristina Kirchner. Es una masa juvenil que fue convocada a la política por esas dos figuras, y el tránsito de afrontar el acto de votar a alguien que no es ninguno de ellos dos y que no proviene de su misma experiencia implica un ejercicio que incluye a la sociedad en su conjunto.

No son mayoría en la sociedad, ni siquiera en el mosaico heterogéneo que conforma el kirchnerismo como una alianza con peronistas y no peronistas, movimientos sociales, gobernadores e intendentes. Pero como conjunto expresan un fenómeno que marca el proceso de aprendizaje y maduración de la democracia argentina.

La Jotapé, la Coordinadora y La Cámpora expresan momentos de incorporación masiva de tres generaciones a la política. Cada una de ellas ha sido la representación más genuina de la matriz de época que la formó. Aquello que las convocó a esa irrupción, el vacío que debía llenar, conforma algo así como su programa generacional. Esa es la marca que cada generación ha buscado dejar en la historia. Muchas de las metas de las dos primeras se lograron y otras no, no solamente por el protagonismo de ellas sino por la forma en que interactuaron con el contexto.

Son tres generaciones que conviven, lo que hace más difícil distinguir finalmente esos balances, las consecuencias de cada época, sus raíces. Pero en esa cuenta está gran parte del balance más global de la instalación, crecimiento y fortalecimiento de la democracia en Argentina. Son tres grandes convocatorias: la lucha contra las dictaduras militares y las proscripciones, que da lugar a la Jotapé y otras expresiones; la lucha por la sostenibilidad de la democracia, que da lugar a la Coordinadora y otros grupos juveniles similares: y la lucha porque la democracia incluya las tendencias de cambio social y ampliación de derechos, que ha dado lugar a La Cámpora y en general a los grupos que forman el movimiento social y juvenil del kirchnerismo.

En la formulación de sus objetivos y en sus discursos de época cada una de esas generaciones ha realizado propuestas mucho más amplias y complejas, con miles de variaciones, pero la lucha contra la dictadura o contra la ausencia de democracia, la sostenibilidad de la democracia y la inclusividad de la democracia conformaban los espacios que estaban en la sociedad, espacios que convocaron y legitimaron a esas tres generaciones en orden cronológico en la medida en que respondieran a ese requerimiento.

Cada una de las situaciones de cambio arranca de ese mismo escenario que se quiere transformar. No tiene la mirada ni las herramientas que se adquieren al final del camino. Y cuanto más dificultoso y sacrificado es alcanzar el objetivo, marca con más fuerza la respuesta, la parcializa y endurece, cerrando la posibilidad de aperturas. Es difícil atravesar esas experiencias sin perder vigencia para el próximo desafío. Néstor y Cristina Kirchner tuvieron esa cualidad, lo que les permitió participar como protagonistas principales en esta nueva convocatoria generacional

Ya no se trata sólo de poder votar porque para estas nuevas generaciones constituye un derecho ganado y consolidado. Tampoco quieren votar al menos malo para que no lo volteen, ahora se trata de elegir, de votar un liderazgo popular, una opción de justicia social, algo que el esfuerzo por darle permanencia a la democracia había ahogado hasta el 2003. Era una democracia que no había mostrado capacidad para soportar tensiones fuertes desde los sectores dominantes y era incompleta en ese aspecto. Los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner se sobrepusieron a la cultura hegemónica de los ’80 en adelante, de sacrificar todo en función de la gobernabilidad (“No voy a dejar los principios en la puerta de la Casa Rosada”.) Recuperaron una parte de las culturas rupturistas de los ’70, pero en un encuadre democrático y pudieron darle contención a este nuevo reclamo de época.

Durante estos doce años, para estos jóvenes votar fue elegir, encararon campañas electorales con la convicción de una cruzada por un país más justo y más democrático. Más que sentirse expresados por las candidaturas de Néstor y Cristina Kirchner, se construyeron liderazgos tan fuertes que tomaron la forma de guías excluyentes.

Las candidaturas de Scioli y Zannini tienen que transitar por esa difícil autopista donde todavía están profundamente marcadas las huellas que dejaron los dos presidentes anteriores. Los candidatos tienen conciencia de esa problemática. En su participación en 6,7,8, Scioli fue claro al señalar que es imposible tratar de repetir el mismo tipo de liderazgo que tuvieron Néstor y Cristina Kirchner.

Desde el otro lado, las conducciones del movimiento juvenil aceptaron la racionalidad del proceso que llevó a la oferta electoral del kirchnerismo. Pero hay un salto inocultable que tiene que producir algún efecto porque rompe la linealidad que tenía para ellos el proceso electoral cuando los candidatos eran Néstor o Cristina. “Yo no voy a hacer campaña con el mismo entusiasmo”, dice un militante de base. Otro se queja porque hubiera querido una interna para dejar sentado un condicionante para el candidato que ganara. Algunos querían votar a Florencio Randazzo aunque sabían que iba a perder, y recién después votar a Scioli. Muchos aceptaron con cierto desencanto la proclamación de Scioli, equilibrada después con el acompañamiento de Zannini.

En un ejército, el debate puede implicar debilidad. En una fuerza política es el síntoma de la fuerza. Es una generación convocada para un proceso de cambios, pero que al mismo tiempo fue formada con las herramientas políticas de la democracia. En esa discusión pesa el reconocimiento de la necesidad de acumular fuerza para preservar los logros y para profundizarlos. Son depositarios de otras experiencias populares y generacionales y en el debate hay una distancia muy grande con el voluntarismo de las sectas de izquierda. Saben que son el resultado de una experiencia generacional particular y que el PJ, sobre todo, es el resultante de un proceso de deterioro, primero por la represión de la dictadura y después por el menemismo, y que pocos candidatos mayores los hubieran entusiasmado. Es lo más parecido a la conciencia de que todavía no es su tiempo.

La proclamación de la fórmula Scioli-Zannini y su más que probable triunfo electoral implicará un salto en calidad en las organizaciones políticas del kirchnerismo, en los movimientos sociales y sobre todo en el movimiento juvenil porque tendrán que desarrollar nuevas formas de intervención política, seguramente muy cerca de Máximo o Cristina Kirchner.

Los medios opositores cuestionaron el lugar que obtuvieron las candidaturas juveniles para gobernadores, legisladores nacionales, provinciales, intendentes y concejales. En la Cámara de Diputados podrían formar un subloque con entre 21 y 25 diputados. No es una representación proporcional a los votos que encarnan por ahora. La crítica de los medios opositores que tratan de demonizar a las organizaciones juveniles, y sobre todo a La Cámpora, revela la importancia que tiene este fenómeno para el kirchnerismo. La Presidenta reconoce ese valor. Detrás de la cantidad y diversidad de candidaturas a los sectores juveniles hay una decisión política. No se trata sólo de fortalecer su posición parlamentaria, sino del impulso a un proceso de trasvasamiento generacional en el PJ y el kirchnerismo que ya tuvo efectos con el surgimiento de una nueva generación de intendentes, la mayoría del mismo PJ pero con una mochila más moderna que la de los viejos barones del conurbano.

En la medida en que esta generación acepta la complejidad del juego político en democracia al mismo tiempo que mantenga el impulso transformador que la convocó, se enriquece la democracia porque hasta ahora, las concesiones al juego político implicaban el abandono de esos principios.

27/06/15 Página|12

Kirchner a once mil metros Por Martín Granovsky

La pregunta puede ser sólo un juego de imaginación. ¿Qué habría hecho Néstor Kirchner para elegir la candidatura 2015 del Frente para la Victoria? Pero esa pregunta también puede ser contestada con la reconstrucción de un momento. A 11 mil metros. Sobre Sudamérica. Con algún whisky en la mano. Y en vuelo desde Nueva York a Buenos Aires.

Era septiembre de 2008 y Kirchner acompañaba la vuelta de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a Ezeiza. Viajaba en su condición de “primer damo”, como le gustaba decir. Cristina acababa de estrenarse como Presidenta en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

El 23 de septiembre la Presidenta se dirigió a la Asamblea con varios temas. Como siempre, elevó la exigencia de abrir las negociaciones sobre la soberanía en las Malvinas. Presentó la iniciativa latinoamericana para la identificación de desaparecidos, un trabajo conjunto entre el Equipo de Antropología Forense y sus organismos hermanos de Guatemala y Perú. Pidió, como lo había hecho Néstor en el 2007, que Irán cooperase extraditando a un grupo de sospechosos para que pudiesen ser interrogados por la Justicia argentina. Reclamó la reforma de la ONU y de los organismos de crédito, con el argumento de que un mundo multilateral es un mundo más seguro. Dijo que la nueva crisis mundial no debería ser llamada efecto caipirinha o efecto tequila sino efecto jazz, “el efecto que va desde el centro de la primera economía del mundo y se expande hacia todo el mundo”. Reivindicó el papel del Estado y criticó una “economía de casino” donde el dinero produce más dinero sin pasar por el circuito de la producción de bienes.

En ese septiembre de 2008 comenzó la gran crisis simbolizada en la caída de Lehman Brothers, una crisis que todavía no terminó e, incluso, se viralizó en el mundo de la peor manera, destruyendo empleos de a millones incluso en el sur de Europa. La delegación argentina pudo palpar los primeros signos del apocalipsis durante una visita a la sede de Nasdaq, la Bolsa de las acciones tecnológicas ubicada en plena Times Square. Mientras se sucedían los discursos, los tableros exhibían cómo las empresas se desplomaban. Colapso en tiempo real.

Para el Gobierno eran tiempos difíciles. Dos meses antes, la deserción de senadores oficialistas había llevado al desempate del presidente del Senado y vicepresidente, Julio Cobos. Fue el broche final de una derrota con epicentro en las retenciones móviles y un marco de pérdida de apoyo en grandes sectores medios de la Argentina.

En la visita a la ONU, Cristina no usó el Tango 01. Tampoco había inaugurado la era de los pequeños jets ejecutivos. La comitiva volvió de Nueva York, entonces, en un avión rentado a Aerolíneas Argentinas. A la noche, Néstor hizo lo de siempre. Primero jugó y condujo varios partidos de truco, que disfrutaba como una serie de avances y retrocesos de poder, punto por punto y tratando de consolidar a cara de perro cada paso al frente. Después se paró al lado de una fila de asientos y dejó que se arremolinaran alrededor suyo varios de los invitados. Algunos se acercaron tratando de aprovechar ese momento de intimidad en el Palacio y hacer preguntas sin perderse detalle de la conversación. Otros participaban arrodillados en los asientos. Nada más lejos de un quincho sindical: es difícil hacer una rueda en un avión. La mesa no existía, pero el centro era claramente Kirchner. Ya en ese momento, con una Presidenta que aún no había cumplido un año en la Casa Rosada, el Frente para la Victoria discutía el mandato siguiente, que comenzaría el 10 de diciembre de 2011. Hablaban y escuchaban el gobernador de Chaco, Jorge Capitanich; el diputado José María Díaz Bancalari, el intendente de Rafaela, Omar Perotti, el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini y el vocero Miguel Nuñez. Las especulaciones de cada uno fueron detalladas, desde el análisis de cómo había quedado el país tras la crisis de la 125 hasta cómo podía incidir la catástrofe mundial en construcción. Hasta que en un instante Kirchner miró a todos y lanzó su síntesis: “Miren, tenemos con qué seguir. Este es un espacio con muchos compañeros. Si esto anda bien, en el 2011 será Cristina o seré yo. Si hay que corregir algo, tenemos a Daniel. Y si no alcanza habrá otros compañeros. Serás vos, Omar. O vos, Coqui, no sé. Será el que mejor mida”.

martin.granovsky@gmail.com

26/06/15 Página|12

Avanzar unidos para no retroceder Por Juan Carlos Junio

El cierre de listas del sábado último ha constituido un punto de inflexión que trajo algunas sorpresas, confirmó diferentes pronósticos y puso blanco sobre negro tanto la contradicción central de esta etapa, como los desafíos del período que se abre a partir del 10 de diciembre de 2015.

En primer lugar, la consolidación de la fórmula Macri-Michetti como uno de los polos que disputan la carrera presidencial debe leerse descarnadamente como la expresión restauradora del neoliberal-conservadurismo en Argentina. La declaración de esta semana de la candidata Michetti sobre su voluntad de obedecer los designios del juez del distrito de Nueva York Thomas Griesa da cuenta de un posicionamiento inconfundible, profundamente subordinado y orientado a representar los intereses del capital especulativo más rapaz.

El otro elemento a considerar es el fracaso del plan maestro original con eje en el candidato Sergio Massa, que tuvo como objetivo vaciar al espacio kirchnerista de una parte de su base de sustentación: el PJ y sus diversas vertientes institucionales. El resto de la oposición aparece fragmentada, lo cual expresa la enorme dificultad de la derecha vernácula para construir el "Capriles argentino" que amenace la hegemonía política electoral de la fuerza transformadora que expresa en nuestro país el néstor-cristinismo.

En el otro polo surge la complejidad de la etapa que se refleja en la fórmula Scioli-Zannini. Esa postulación encierra la amplitud y heterogeneidad del espacio kirchnerista. En estos años, bajo la dirección de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, se aglutinó un espectro muy diverso que permitió avanzar en la sutura de un distanciamiento histórico entre el nacionalismo popular y la izquierda en sus distintas vertientes. Esta apuesta política y cultural está en un proceso germinal y promisorio, pero la amplitud de miras seguirá exigiendo una gran perseverancia pedagógica entre los distintos actores que comparten este proyecto en desarrollo. También hay tensiones en el interior de cada tradición. El nacionalismo popular –centralmente conformado por el peronismo- está atravesado por matices e incluso antagonismos. De hecho, parte del peronismo de derecha ya ha emigrado a otros campamentos políticos: Ritondo, De Narváez, Solá, Rodríguez Saá, el Peronismo Federal, De la Sota y, en el campo sindical, la familia Moyano, Momo Venegas o Barrionuevo abandonaron ese espacio político institucional del peronismo para aglutinarse en el polo conservador con el fin último de derrotar al kirchnerismo. También en la izquierda se ha producido una escisión a partir de la caracterización de la actual coyuntura nacional y continental, y los sujetos protagonistas de este momento histórico. Algunos referentes y muchos de quienes han tenido una actitud combativa en los años noventa pasaron a las filas de la oposición acérrima, convergiendo en el Congreso con los bloques conservadores en el rechazo a iniciativas que expresan ampliación de derechos o ponen límites al capital y regulan a las corporaciones monopólicas.

La fórmula Scioli-Zannini tiene posibilidades ciertas de triunfar en la elección aunque la continuidad del proyecto dependerá de múltiples factores. Si algo resulta evidente es que Scioli no es ni Néstor ni Cristina, pero Zannini sí expresa el núcleo intenso del actual proyecto, por su protagonismo durante estos años en las iniciativas más avanzadas y trascendentes y por su amalgama indisoluble -política y humana- con Néstor y Cristina.

El camino iniciado en 2003 ha plasmado rupturas con el neoliberalismo y evidenciado tangibles conquistas económicas, sociales y culturales para las mayorías populares. Pero ese proyecto –que se va transformando y genera nuevos desafíos- tiene a la vez importantes metas inconclusas.

En estos años se desplegaron intensos esfuerzos que deben ser sostenidos. Una consecuente política de integración americanista, la política de Memoria, Verdad y Justicia, las leyes sociales a favor de los sectores postergados y olvidados, y el estímulo a la producción nacional cambiaron radicalmente el escenario argentino. Sin embargo, debemos seguir avanzando para que se logren concretar los proyectos comunes como el del Banco del Sur. En lo económico-social hay que articular una reforma tributaria integral y progresiva para seguir distribuyendo la riqueza, rehacer un modelo productivo que revierta las tendencias a la extranjerización y la concentración; continuar hasta el fin los juicios por el genocidio; y seguir ampliando los derechos sociales, culturales y ciudadanos en la misma línea que viene ocurriendo.

Hay que agregar que el avance establece pisos cada vez más altos que generan renovadas demandas populares. Como es obvio, quien ayer no comía cada día o estaba desempleado y hoy ha resuelto esas carencias, reclama de la democracia la satisfacción de necesidades legítimas que, como enunció Eva Perón, son derechos que el Estado tiene la responsabilidad de efectivizar.

Los candidatos a integrar la conformación del nuevo Parlamento son un reaseguro por la relevancia de la tarea legislativa. Estas acciones político-institucionales son necesarias pero deben indefectiblemente complementarse con un fuerte y organizado protagonismo del pueblo, participando de la gestión y ganando la calle.

El kirchnerismo, nacido de las entrañas del nacionalismo popular, ha sabido expandirse e interpelar a múltiples identidades en una época histórica de emancipación del continente. Scioli deberá asumir que la Patria Grande supone encontrarse con Lula da Silva, Tabaré Vázquez y Michelle Bachelet, como señaló recientemente, pero debe incorporar a la enumeración y el compromiso de creciente integración a Rafael Correa, Nicolás Maduro, Evo Morales y Raúl Castro. También a los líderes de otros países con los que tenemos menos afinidad, ya que la soberanía de cada Nación depende de la unidad de la región, más allá de los matices y las diferencias.

Patria Grande y organización de la fuerza nacional potenciando la diversidad, la pluralidad y la democracia resultan dos claves fundamentales de la etapa que viene, caracterizada como "década en disputa".

En plena celebración del Bicentenario de la Independencia, con el nuevo gobierno no puede haber márgenes para trasnochados proyectos restauradores. Solo avanzando unidos evitaremos retroceder.

iNFO|news
 

La realidad es un potro encabritado Por Hugo Presman

La realidad es un paredón donde pueden estrellarse las mejores intenciones, los deseos más fervientes, las aspiraciones más vehementes, los análisis más medulosos y profundos. La realidad es un potro que hay que domar evitando que haga morder al jinete el fracaso de golpearse contra el suelo. O peor aún provocarle una caída definitiva.

La política es el arte de interpretar la realidad, encuadrarla dentro de una estrategia que permita dominarla seduciendo a los ciudadanos para los cuales se implementan las tácticas que permitan alcanzar el objetivo.

Cuando se cometen errores en la apreciación de la realidad y en consecuencia en las tácticas desarrolladas, la política obliga a consumir una abundante cantidad de batracios. El militante encuentra siempre justificativos ante situaciones que contradicen sus aspiraciones con frases como “Prefiero comer sapos y no masticar vidrios”.

Hace mucho que en el “Frente para la Victoria” se viene encubando una realidad que pronosticaba aceptar situaciones que antes de que se precipitaran definitivamente, llevaron a buscar placebos para ir soslayando una situación que para el kirchnerismo duro resultaba dolorosa: un proceso de 12 años con intensa politización y transformaciones importantes, desemboca en un sucesor poco confiable que levantó en su trayectoria un discurso insípido y descafeinado. Daniel Scioli es un fenómeno inédito en la política argentina: sin grandes virtudes destacables; sin estructura política que además hasta ahora no le ha interesado construir; sin figuras destacadas en su staff de colaboradores, ha sido diputado, ministro de varios gobiernos de diferentes signos ideológicos, vicepresidente, dos veces gobernador y es muy probable que en pocos meses llegue a convertirse en presidente de la Nación. Siempre ha manifestado una lealtad hacia los gobiernos de los que formó parte y soportó todo tipo de desaires del kirchnerismo que siempre lo consideró un mal necesario, un complemento imprescindible a la hora de las elecciones.

Sólo en una ocasión, por lo menos conocida, estuvo a punto de romper su lealtad hacia el partido que tiene un día que celebra y enaltece esa virtud pero que es pródigo en traiciones: fue en las elecciones del 2013, cuando estuvo a horas de romper con el kirchnerismo y conformar una alianza con Sergio Massa y Mauricio Macri. Pero cuando el salto al vacío parecía consumado, dio un paso atrás y decidió jugar definitivamente con el “Frente para la Victoria”.

Siendo el candidato oficialista con mayor atracción electoral, se alentó la candidatura de Florencio Randazzo para bajarle el precio al gobernador, proporcionándole al ministro una vidriera muy visible como fue la recuperación de los ferrocarriles, los que el gobierno había descuidado por la ineficiencia de un funcionario impresentable como Ricardo Jaime, y posiblemente por la alianza estratégica con Hugo Moyano. La ruptura con el dirigente sindical y la tragedia ferroviaria de Once le abrieron a Randazzo, a instancia de la Presidenta, un espacio que cubrió con eficacia, como ya lo había hecho con los DNI y los pasaportes.

Su principal propulsor fue Carlos Zannini. Ya como candidato a presidente de la Nación, Randazzo realizó una campaña de diferenciación con relación a Daniel Scioli, no a nivel de un adversario sino directamente como un enemigo. Posiblemente era necesaria la diferenciación clara para crecer en esa interna, pero el tono y la dimensión de las descalificaciones (“hombre de Clarín”, “representante de las corporaciones”, entre otras del mismo tenor) lo ayudaba en su afán de ser competitivo pero implicaba de alguna manera un avance que volvía muy dificultoso todo intento de retroceso. En términos de Alejandro Magno, Randazzo quemó las naves, al afirmar categóricamente algo que un político experimentado no suele decir: “La presidencia o nada”.

Las encuestas revelaban que la interna tenía un claro ganador y la campaña en esos términos ya no le bajaba el precio a Scioli sino que sólo deterioraba sus posibilidades de cara a octubre. Cristina Fernández, con una creciente y recuperada popularidad, contradiciendo todos los pronósticos apocalípticos y el vaticinio inexorable del pato rengo, decidió no jugar a los dados y le pidió a Randazzo que bajara su candidatura. Fue una decisión acertada. Además en la interna, al fragmentarse los votos y cuanto mejor fuera el desempeño electoral del ministro, podía dejar al ganador del Frente para la Victoria con menos votos que los obtenidos por el candidato triunfante del conglomerado “Cambiemos”. El originario de Chivilcoy pidió un tiempo, pero antes que terminara de meditarlo, la presidenta tomó la decisión de que su alter ego, Carlos Zannini, fuera el compañero de fórmula de Daniel Scioli. En términos concretos, la fórmula es lo más parecido a Scioli- Cristina Fernández. El ministro comprendió que su suerte estaba jugada y decidió bajar su postulación renunciando a la alternativa ofrecida de ser candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires, el segundo cargo en importancia del país.

La versión oficial fue que Daniel Scioli le propuso a la presidenta que su compañero de fórmula fuera Carlos Zannini. Aceptemos por un momento ésta poco probable alternativa. Revelaría a Daniel Scioli como un estratega astuto y audaz, lector y discípulo de Maquiavelo, quien como hábil ajedrecista, en una jugada extraordinaria, seduce a la dama y le canta jaque mate a su adversario.

LA FÓRMULA SCIOLI- ZANNINI

Carlos Zannini es una figura de nulo conocimiento en la ciudadanía y sólo reconocido en el estrecho ámbito de la política activa. Más que un colaborador estrecho de Néstor Kirchner y Cristina Fernández ha sido la extensión de ambos. La primera interpretación, cercana a la realidad, fue la de controlar al candidato y enviar un mensaje hacia la parte más dura de sus seguidores que Zannini es la garantía de la continuidad de los avances realizados. En ese sentido resulta precisa la apreciación de Dante Palma, profesor de filosofía y panelista de “6-7-8”, bajo el título “Zannini: un mensaje hacia adentro”: “Y lo cierto es que, desde mi perspectiva, tal designación fue pensada como un mensaje “hacia adentro” del kirchnerismo. Porque, claro está, Zannini no trae votos, no interpela a antikirchneristas indecisos ni tampoco seduce a moderados. Sin embargo disipa una enorme cantidad de dudas pues, por lo pronto, muestra que CFK ha decidido comprometerse de lleno con el próximo gobierno. En este sentido, algunos dirán que Zannini está allí para cercar y otros dirán que está para acompañar pero lo cierto es que la presidenta no se ha desentendido de la suerte de Scioli. Se sigue de esto, claro está, que la idea de una CFK que “jugaría” a perder refugiándose en los “puros” no era más que una zoncera. Pero, lo más importante, con Zannini acompañando a Scioli, el kirchnerismo logra plasmar una fórmula que sintetiza un tiempo histórico porque el actual gobernador de la provincia tenía el apoyo del PJ y los gobernadores, pero generaba desconfianza en una porción importante de la dirigencia y el electorado kirchnerista progresista que, por oposición, se identificaba con Randazzo.”

Desde otro ángulo, Lido Iacomini, integrante de Carta Abierta, escribió bajo el título de “Scioli – Zaninni: una alianza con dolor”: “Muy probablemente la fórmula Scioli – Zannini garantiza el triunfo en primera vuelta y quizás también un primer gabinete continuista, es decir con una presencia importante del kirchnerismo. Esto supone que este es un gobierno de alianza entre dos sectores, el sciolismo y el kirchnerismo, de fronteras difusas entre ellos. Lo que prefigura la perspectiva de un gobierno en disputa. Todos hacemos la cuenta: ellos tienen la presidencia en un país presidencialista por excelencia, nosotros (previsiblemente) la mayoría parlamentaria, la vicepresidencia (tradicionalmente pero no fatalmente) bastante inocua salvo en momentos críticos, y esperemos tener también la conducción de la Provincia de Buenos Aires. Scioli no era nuestro candidato porque lo sabemos sensible a las presiones del establishment y aunque ahora será inexorablemente nuestro ya que el enemigo N° 1 es el macrismo, la alianza conformada con esa conducción gubernamental no tiene la contextura que garantice la solidez y la unidad de gobierno necesaria frente al “pliego de Escribano”, en las formas que sean en que la derecha argentina e internacional lo presentará de inmediato al nuevo gobierno, en el palacio y en la calle, en los mercados financieros y en las góndolas, con el gorilaje y con el sindicalismo “pinochetista” de Barrionuevo y el “Momo” Venegas. Su objetivo será “pelar” de kirchnerismo al gobierno y pejotizar al máximo…. para imponer al más corto plazo posible un gabinete adicto suficientemente poroso ante los poderosos.”

No tengo al día de hoy una opinión definitiva sobre la fórmula concretada en cuanto a la incidencia electoral. Apenas algunas consideraciones: sin Zannini, la inmensa mayoría del kirchnerismo, con pequeñas deserciones, se hubiera alineado finalmente detrás del motonauta, a medida que la campaña electoral avance y quede exteriorizado en forma indubitable “el proyecto Macri”. En síntesis: tranquiliza a un espectro kirchnerista más amplio que el núcleo duro al que produce zozobra Daniel Scioli. Donde puede jugar en forma desfavorable es en el 30% del electorado que no es ni kirchnerista ni visceralmente antikichnerista y que es crítico fundamentalmente por aspectos formales y procedimientos autoritarios del oficialismo. Para esos sectores, Daniel Scioli garantizaba un mejoramiento en ese plano y una disminución del nivel de confrontación que ese sector de la ciudadanía vive dramáticamente como una grieta a reducir primero y a eliminar después. Más allá que está claro y debidamente probado, que para avanzar hay que romper los huevos, pisar callos y enfrentar a los intereses afectados.

Si uno sigue la siempre certera recomendación de Arturo Jauretche, que cuando no están claras las cosas hay que mirar lo que dice “La Nación” y posicionarse enfrente, bastaría leer entre otras muchas notas en el mismo sentido, la columna de Joaquín Morales Solá del 17 de junio que bajo el título de “Continuidad a secas”: “Zannini fue el cerebro de las peores políticas del gobierno cristinista. De su cabeza surgieron las iniciativas para destruir la independencia del Poder Judicial, las maniobras para perseguir a los jueces y los reiterados intentos de perpetrar un golpe de Estado a la Corte Suprema de Justicia. De su imaginación brotaron las líneas básicas para acosar y derribar al periodismo independiente. Fue él quien le llevó ideas a Cristina para terminar de una buena vez con los medios y los periodistas críticos. Desde ya, ésas eran las ideas que Cristina estaba esperando. La culpa es compartida entre ellos. El actual secretario legal y técnico de la Presidencia hizo en los últimos años las veces de comisario político de la Presidenta. Esa tarea la cumplió en el gabinete y en el Congreso. Fue una manifestación monumental de poder, que penetró en la histórica flexibilidad de la personalidad de Scioli. El gobernador pudo decir que no argumentando que la fórmula con Zannini pone en riesgo el triunfo del kirchnerismo en las elecciones presidenciales. Los ojos y los oídos de la Presidenta en otra persona y en la misma persona. Su devoción por la figura de Cristina está fuera de toda duda. Es el autor de la famosa frase que describe la relación de los funcionarios con Cristina: "A la Presidenta no se le habla; se la escucha". No hay error posible en esa mujer convertida en deidad por Zannini…. La designación de Zannini es la continuidad del poder por otros caminos.” A su vez, la columna empresarial del mismo diario a cargo del periodista Francisco Olivera escribió el 20 de junio: “Lo que para ellos ( los empresarios) era hasta el martes la esperanza resignada, pero esperanza al fin de que un triunfo de Scioli en las elecciones fuera coronado con una emancipación inmediata y definitiva del kirchnerismo en el día uno, llevará más tiempo del que se calculaba.”

Por otra parte, en la estructura del poder político en la Argentina, el vicepresidente es importante en la campaña electoral, relevancia que se reduce hasta casi la intrascendencia, cuando asume el presidente elegido. Vuelve a cobrar importancia cuando se vuelve un desleal a su compañero de fórmula. Lo que condiciona al gobernador bonaerense en el caso de llegar a presidente, es el dominio kirchnerista en las cámaras y la influencia social de Cristina Fernández.

CARLOS ZANNINI

El 26 de marzo del 2013 supe escribir una nota titulada “Oteando el horizonte”, cuando ya había quedado definitivamente cerrada la posibilidad de recurrir a alguna alternativa que habilitara a Cristina Fernández a una nueva reelección. En la misma hay un acierto y un error: el acierto, la posibilidad de Zannini candidato; y un error, el haber descartado a Daniel Scioli como sucesor de Cristina Fernández; decía entonces: “Sin posibilidades ciertas de reelección (salvo un acuerdo con la oposición que permitiera llamar a una Convención Constituyente) y descartando a Daniel Scioli como su continuador por fundadas razones de desconfianza política y descreimiento de su lealtad, a lo que se suma la generalizada precaución de la Presidenta hacia sus colaboradores, emerge como alternativa con probabilidades la jugada realizada por Lula en relación con Dilma Roussef. La misma se realizó con un Presidente que gozaba de un 70% de popularidad y una candidata sin conocimiento popular. Allí fue posible. ¿Podrá Cristina emprender exitosamente la gran Lula? Todo dependerá de su popularidad al iniciarse 2014. ¿Y quién podría ser la Dilma Roussef argentina? El único que tiene la confianza absoluta de la jefa de estado es el secretario legal y técnico de la Presidenta, Carlos Zannini. Sin ningún conocimiento público, más allá del círculo estrecho de los políticos, analistas políticos y periodistas, sostienen, los que lo conocen, que es un cuadro político. En su juventud militó en una agrupación marxista pro China: Vanguardia Comunista. De ahí su apodo de “el chino”. Nació en Córdoba en 1954, fue secretario de gobierno municipal cuando Néstor Kirchner fue intendente de Río Gallegos. Cuando su jefe llegó a gobernador, se desempeñó como Ministro de Gobierno de la Provincia. Fue luego legislador y se desempeñó como el jefe del bloque de diputados provinciales. Cuando Néstor Kirchner lo consideró necesario, fue Presidente de la Suprema Corte de Justicia de Santa Cruz. Lleva muchos años integrando la mesa cada vez más chica del kirchnerismo, con el cargo de Secretario Legal y Técnico de la Presidencia de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Tal vez sea sólo una conjetura que el tiempo disolverá y los avatares de la sorpresiva política argentina convertirá en una hipótesis desechada. En ese caso Samuel Goldwin volverá a tener razón y lamentaré no haberle hecho caso: “No conviene hacer pronósticos,sobre todo hacia el futuro.”

En los cables secretos de la embajada norteamericana en la Argentina hacia EE.UU desnudados por el Wikileaks y recopilados por el periodista Santiago O Donnell en uno de sus dos libros sobre el tema titulado “ArgenLeaks”, puede leerse: “Con la ida de Alberto Fernández, Zannini se ha convertido en el miembro más accesible de la minúscula “mesa chica” donde se toman las decisiones claves del gobierno de la Argentina. Su interés en las oportunidades sociales- originado en su historia por haber crecido en una familia de clase baja y haber recibido asistencia gubernamental para ir a la escuela- también es una parte clave de la mirada de CFK…… Y acota O Donnell: “En ocho cables filtrados por Wikileaks, Zannini aparece representando a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner en temas delicados como el caso de la valija de Antonini Wilson, la multimillonaria venta de la empresa de transmisión eléctrica Transener y la Ley de Medios Audiovisuales”

Para su único biógrafo Eduardo Zanini en el libro “El creador” “ (Zannini) fue el proveedor de ideas, el operador entre las sombras. Sin dudas, el creador del kirchnerismo. Es el hombre que el matrimonio necesitaba para que, con la paciencia de un ajedrecista, fuera estructurando uno a uno los planes para que el kirchnerismo resultase una fuerza blindada y de relato unificado”

FLORENCIO RANDAZZO

La decisión de Florencio Randazzo de no aceptar la propuesta de ser candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires ha desatado una discusión al interior del kirchnerismo. El núcleo duro militante lo considera un individualista que ha puesto sus intereses personales por sobre el proyecto. Desde otros sectores internos pero fundamentalmente externos, se considera como un gesto de dignidad haber respetado las promesas formuladas. Estos últimos (partidos opositores y medios hegemónicos) aprovecharán toda diferencia para alentar todo aquello que perjudique al gobierno. El periodista Hernán Brienza cuyas últimas participaciones en “6-7-8” ha dado lugar a debates muy interesantes, después de informar que si hubiera habido internas lo hubiera hecho por Randazzo, ha escrito bajo el título “Ser Peronista”: “Él se quejaba porque yo lo había comparado con Daniel Scioli y me replicó que yo no podía decir eso porque él no era un liberal. Le retruqué que yo lo iba a votar a él en las PASO y me contestó sonriendo: "Y, claro, porque sabés que soy el único candidato peronista." Nos reímos, hasta con cierta complicidad. Hoy me pregunto: ¿qué habremos entendido cada uno de nosotros por "ser peronista"? Porque yo entiendo por "peronista" no sólo una definición esencialista y doctrinaria sino también práctica. "Ser peronista", en la práctica, es ser leal a la conducción o irse. Pero no jugar en contra desde adentro en el momento más inoportuno. O al menos así se lo entiende desde el día que Perón dijo: "Primero la Patria, segundo el Movimiento y por último los hombres." Ayer celebraron la postura de Randazzo, desde Macri hasta Clarín y La Nación. Desde Menem que no ocurría ese milagro con un peronista.”

Y más adelante concluye: “Desde hace meses, pudo armar su campaña a instancias de la presidenta: fue a 6,7,8, sus spots aparecían en Fútbol para Todos, se metió al progresismo de Carta Abierta en el bolsillo. Ni así le alcanzó para empardar a Scioli en las encuestas. Y en su campaña desplegó una virulencia fenomenal destemplada, innecesaria y a destiempo contra el gobernador bonaerense. ¿Qué pretendía? ¿Dividir el voto kirchnerista para favorecer a Macri? ¿Llevar al FPV a la derrota? ¿A qué intereses está jugando?

Hace pocas horas decidió bajarse solo de la candidatura. Sin que nadie se lo pidiera. Dijo que si iba Zannini de vice de Scioli él no competía. Y tampoco aceptó ser candidato a la gobernación de Buenos Aires………¿Qué tiene de heroico renunciar a ser el gobernador de la provincia más poderosa? No resulta muy "peronista" la decisión. Lejos de ser un reproche este texto es más un pedido de explicación de quien hasta ahora pensaba votarlo y hoy ve con desconcierto cómo su candidato está siendo desleal con la presidenta.

"Peronista" es ser leal a la conducción de Cristina. Crearle un problema es jugar para otros intereses. Ojalá Randazzo demuestre con hechos que es un "peronista" en la práctica. Y, sobre todo, que no está jugando para otros intereses. Porque como dijo Perón en un polémico discurso: "No nos vamos a tirar la suerte entre gitanos, acá sabemos que se juegan otros intereses."

Me llama la atención que como analista lúcido, Brienza diga: “..bajarse solo de la candidatura. Sin que nadie se lo pidiera”. Nadie en el kirchnerismo hoy puede competir si Cristina va en la otra fórmula. En su carta de explicación enviada a la Presidenta, con demasiado autobombo, Randazzo sostiene claramente: “Llegué con vos y me iré con vos de la Casa Rosada. Sin dejar mis convicciones en la puerta de la misma. Y, vos sabés, eso no tiene precio. Así nos enseñó Néstor.”

Está claro que al día de hoy no está siguiendo el camino de Alberto Fernández o Sergio Massa.

Si lo hace, ese será el momento de las críticas.

Renunció no a ser candidato a gobernador sino directamente a gobernador conforme a los datos actuales, ya que como candidato a ese cargo era el que podía sacar un porcentaje de votos mayor.

Creo que un partido político no es un ejército ni tampoco una secta religiosa. No debe atribuirse al máximo dirigente de un partido político la pretendida y falsa infalibilidad papal. Máxime si en ese partido el debate escasea y las decisiones son tomadas exclusivamente desde arriba.

Ese verticalismo extremo llevó a que durante el menemismo se cambiaran los fundamentos y razón de ser del peronismo histórico con mínimas y honrosas fracturas. Es el mismo que fomenta que los que asciendan sean los más serviles y alcahuetes como lo comprobó el mismo Perón cuando la mano vino cambiada en 1954-1955. Dentro del predominio de un proyecto colectivo, debe haber espacio para las decisiones personales, que sin romper con el proyecto, no consideran en un determinado momento encarnarlo en determinadas condiciones. Las experiencias a nivel internacional del stalinismo y el maoísmo dan lugar para largas y lamentables consideraciones. Una cosa es desertar de un proyecto en el que se cree y dar un paso al costado, y otra muy distinta es desertar del mismo y posicionarse en la vereda de enfrente. Los ejemplos de Arturo Jauretche, Scalabrini Ortiz, Homero Manzi son claros ejemplos al respecto en el primer caso. Desde Alberto Tessaire a Julio Bárbaro en el segundo. Y menos, al día siguiente tirarle los perros al disidente, como ejemplo para el disciplinamiento de otros y abortar todo debate interno.

En otros términos, aunque tampoco coincido, se refiere el mesurado analista cercano al gobierno Mario Wainfeld: “A los ojos de este cronista, la renuncia de Randazzo expresa más una posición individualista de uno que milita en un colectivo. Trastrueca el tríptico: “la patria, el Movimiento, los hombres” “Si el candidato es el proyecto, los criterios personales de los candidatos quedan (deben quedar) en segundo término.” La pregunta que debería contestar el amigo Mario Wainfeld es si estaría dispuesto como periodista a firmar una nota contraria a lo que ha venido opinando sobre determinados déficits e insuficiencias del gobierno en función del proyecto Página 12.

Y estas consideraciones las formulo después de haber escrito hace pocas semanas una nota con el título “Batracios” en el que afirmaba: “Hacer política implica necesariamente aceptar una cierta dosis de anfibios en el menú. El problema empieza cuando deja de ser un bocado amargo y pasa a convertirse en rutina muy cercana a la gula. “Carta Abierta”, el grupo de intelectuales que apoya al gobierno, ha manifestado que su preferencia electoral es Florencio Randazzo. Seguramente ninguno de ellos se imaginó esta declaración hace tres años. Está claro que la realidad muchas veces se burla de los conocimientos acumulados con las lecturas de Marx, Sartre, Foucault o Jauretche, entre tantos otros. Ni toda la biblioteca voluminosa y leída puede impedir atosigarse con una porción doble de batracios. Más que las virtudes de Randazzo que las tiene efectivamente en la gestión, son los déficits y aprehensiones que despierta Daniel Scioli lo que lleva a Carta Abierta a proclamar que se deleita con un buen plato de sapos.”

LA REALIDAD ES UN POTRO ENCABRITADO (1)

La presente nota se escribe desde las dudas mucho más que desde las certezas. Si la historia es útil es para encontrar ejes para analizar el potro de la realidad. Y fundamentalmente para no repetir errores. Y hacer del debate de ideas, desde las convicciones propias que coinciden con los aspectos fundamentales de un proyecto político, el eje de la discusión. El ser agnóstico en materia religiosa me impide ser religioso en materia política.

Mantengo las múltiples dudas y diferentes críticas que a lo largo de los años he señalado sobre Daniel Scioli. Pero al mismo tiempo la continuidad de su alto reconocimiento popular me induce a pensar que millones de argentinos aprecian cualidades que yo no distingo. Posiblemente para que esto funcione en forma medianamente aceptable y exitosa, se debería partir de la consideración señalada por Lido Iacomini: “Esto supone que este es un gobierno de alianza entre dos sectores, el sciolismo y el kirchnerismo, de fronteras difusas entre ellos.”

La presencia de Daniel Scioli en 6-7-8 el domingo 21 de junio, lo mostró enarbolando un discurso de definiciones concretas, muy lejos de sus habituales ondas de amor y paz. Preguntas incisivas de parte de los panelistas, planteos bien realizados, que están ausentes cuando acuden funcionarios del gobierno nacional, fueron contestadas sin eufemismos, salvo una de ellas acerca de la situación de los presos en las cárceles de la Provincia de Buenos Aires.

Resulta llamativo ( o no) que en seis años del programa en el aire sea la primera vez que fuera invitado el dos veces gobernador de la Provincia de Buenos Aires, a lo que en forma indirecta Scioli hizo referencia aduciendo que tenía muchas ganas de venir a contestar muchas de las críticas que se le formulaban, de lo que deduce que no es que no quería ir sino que no era invitado.

Volviendo al principio: La realidad es un paredón donde pueden estrellarse las mejores intenciones, los deseos más fervientes, las aspiraciones más vehementes, los análisis más medulosos y profundos. La realidad es un potro que hay que domar evitando que haga morder al jinete el fracaso de golpearse contra el suelo.

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