lunes, 30 de marzo de 2015

MACRI AUTORIZO PAGOS POR SEIS MILLONES DE PESOS POR EL RECITAL Mirar a Violetta costó lo suyo

Mauricio Macri disfrutó su encuentro con Violetta en el backstage del recital.
Imagen: Dyn

Las contrataciones para el show de Martina Stoessel, que cobró unos 400 mil pesos, se hicieron en forma directa y con un mecanismo previsto para emergencias. Las empresas contratadas comparten accionistas, gerentes y, en algunos casos, el mismo domicilio.

Por Werner Pertot

Cuando fue el recital, la polémica giró en torno de una foto que mostraba a Mauricio Macri con una mirada indiscreta hacia las curvas de la adolescente Martina Stoessel, que sobre el escenario también es conocida con el nombre artístico de Violetta. Luego se supo que el jefe de Gobierno porteño le había pagado a la cantante de 18 años un cachet de aproximadamente 400 mil pesos. Pero lo que no se supo es que la gestión PRO autorizó un gasto por seis millones de pesos para el despliegue del espectáculo. Las contrataciones se hicieron sin licitación y con un mecanismo reservado a casos de emergencia. Las empresas contratadas comparten accionistas, gerentes y tres de ellas tienen el mismo domicilio.

“La gestión macrista descubrió que era posible contratar en forma directa una productora artística por montos millonarios, amparándose en un decreto reservado para casos de urgencia e imprescindible necesidad y disfrazándolo de solidaridad social”, cuestionó el legislador ibarrista Fernando Muñoz.

El evento se lanzó en mayo del año pasado como un recital solidario para miles de personas, con Stoessel como figura estelar. La consigna era: “Doná un juguete para que los niños que menos tienen puedan disfrutar de la Navidad”. También se planteaba tener más conciencia ambiental. “Quedé embelesado. Martina tiene una magia especial”, dijo Macri, quien apareció junto con la cantante y luego fue cuestionado por la dirección descendente de su mirada. Detrás de ese episodio de vodevil estuvo el gasto millonario que hizo el gobierno porteño para esa puesta de escena. Estos montos recién se conocieron en diciembre del año pasado, cuando se publicaron en el Boletín Oficial porteño.
Cuatro piolas

Se trata de una batería de resoluciones de los ministerios de Cultura y de Hacienda que habilita los gastos en función del decreto 556/10 firmado por Macri, que plantea la posibilidad de obviar las licitaciones en casos de urgencia. Para Muñoz, éste no es el caso de un recital previsto desde hacía meses. Mediante estos decretos, sin pasar por una licitación ni ninguna otra compulsa, el gobierno porteño pagó a una serie de empresas que tienen evidentes lazos entre sí:

- A BDA Producciones SRL el gobierno porteño le pagó 900 mil pesos para el transporte de equipamiento y personal de producción, logística, grúas y limpieza. En la página web de esta firma figuran otras dos de las contratadas para el evento como “empresas asociadas”: Nuevos Aires y 4 Piolas. De hecho, las tres comparten el mismo domicilio: José Antonio Cabrera 5722, departamento 2.

- A Nuevos Aires Producciones SRL le pagó un millón 600 mil pesos por la preproducción y producción en general en escenarios y pasarelas.

- A la firma 4 Piolas SRL otros 800 mil pesos por la instalación eléctrica y el alquiler de un grupo electrógeno. El gerente de esa firma es José Luis López, a quien el Banco Comafi caratuló como deudor irrecuperable con un monto de dinero muy bajo. Otro de los socios de 4 Piolas es Marcos Costa, quien también es director de Oymyakon SA, otra de las empresas contratadas sin licitación.

- La compañía Oymyakon SA recibió otro millón y medio de pesos por la ambientación de interiores y exteriores, el control de los ingresos de personas y vehículos y “el alquiler de utilería y mobiliario para distintas actividades”. Su presidente es Roberto Costa y uno de sus socios es Christian Eduardo Romanello, quien es director suplente de otra de las empresa contratadas: Matusik SA.

- A la empresa Matusik SA el gobierno porteño le pagó medio millón de pesos por el alquiler de pantallas LED gigantes. “El ministerio (de Cultura) cuenta con compromisos asumidos desde el mes de diciembre”, es el único argumento que se da, además del decreto, en todos los casos.

- Finalmente, la empresa Fa Sostenido SA recibió otros 700 mil pesos. En este caso, por el montaje y desmontaje de los camarines, la ambientación, la decoración, el catering y el servicio de Internet para la prensa e invitados.

En todos los casos se puso el pretexto de la “imprescindible necesidad” para no pasar por ningún tipo de compulsa o licitación a la hora de contratar estos servicios que, sumados al cachet de Stoessel (que nunca se informó oficialmente), superaron los seis millones de pesos. Las relaciones entre las empresas deja la sospecha de que el dinero fue todo a parar a las mismas manos.

El legislador Muñoz advirtió que las empresas contratadas, además de tener lazos entre sí, tienen algo en común: “Todas participaron en contrataciones previas en realización de eventos. Siempre se les adjudicó contratos con este mecanismo, reservado para casos de urgencia”.

“Más de seis millones de pesos para infraestructura, producción y cachet se pagaron en el recital de Martina Stoessel –advirtió Muñoz–. Entre las razones que se esgrimieron está ‘la promoción de la concientización del cuidado del medio ambiente, como también que el que asistiera pudiera donar un juguete’. Disfrazado de acto solidario, la gestión macrista contrató a una productora por montos millonarios. Está claro dónde están las urgencias y cuáles son las prioridades del gobierno macrista.”

30/03/15 Página|12

Umberto Eco: “Internet puede tomar el puesto del periodismo malo”

El filólogo italiano apunta al periodismo en su nueva novela, ‘Número Cero’. En ella habla de cómo se trata hoy la política, a base de sospechas y cotilleos.

Una táctica que no es nueva, pero que Internet ha convertido en más creíble. Eco traza la historia de un editor que monta un periódico con el que chantajea a sus adversarios.

Por Juan Cruz
Fotos: Roberto Magliozzi

Umberto Eco tiene a la entrada de su casa de Milán, antes de su desfiladero de libros, el periódico de su pueblo (Alessandria, en el Piamonte), que recibe diariamente. Cuando le pedimos fotos de su juventud se fue a un ordenador, que es el centro borgiano de su aleph particular, su despacho, y encontró las fotos que lo llevan al principio mismo de su vida, cuando era un crío de pañales. Todo lo hace con eficacia y buen humor, y rápidamente; lleva en la boca, casi siempre, el tabaco apagado con el que seguramente huye del tabaco. Tiene una inteligencia directa, no rehúye nada, ni hace circunloquios. Acostumbrado a pesar las palabras, las dice como si le vinieran dadas por un ejercicio intelectual que tiene su reflejo en los pasillos superpoblados de esta casa que se parece al paraíso de los libros.

Ya tiene 83 años; ha adelgazado, pues lleva una dieta que lo alejó del whisky (con el que a veces almorzaba) y de otros excesos, así que muestra el estómago achatado como una gloria conquistada en una batalla sin sangre. Es uno de los grandes filólogos del mundo; desde muy joven ganó notoriedad como tal, pero un día quiso demostrar que el movimiento narrativo se demuestra andando y publicó, con un éxito planetario, la novela El nombre de la rosa (1980), cuyo misterio, cultura e ironía asombraron al mundo.

Paseamos junto al escritor. Física y metafóricamente. Recorremos junto a él la imponente librería de su casa en Milán, donde también reposan algunos de sus libros más exitosos, como El péndulo de Foucault y Apocalípticos e integrados. En las mismas baldas también está su nueva novela, Número Cero, que Lumen publica el 9 de abril, una ficción sobre el periodismo inspirada en la realidad. Una mirada a la información en el siglo XXI y a Internet, campo de batalla de las ideas, las noticias y las falsedades. Controlar la veracidad de lo que aparece en la Red es, para Eco, imprescindible. Una tarea a la que deberían dedicarse los periódicos tradicionales, para que estos sigan siendo, en el futuro, garantes de la democracia, la libertad y la pluralidad.

Desde ese éxito que hubiera envanecido a cualquiera no ha dejado de trabajar, como filólogo y como novelista, y desde entonces el profesor Eco es también el novelista Eco; ahora aparece (en numerosos países del mundo, y en este momento en España) con una nueva novela que le nace desde el centro mismo de sus intereses ciudadanos: él se siente un periodista cuyo compromiso civil le ha llevado durante décadas a hacer autocrítica del oficio; su novela Número Cero (traducción de Helena Lozano) pinta a un editor que monta un periódico que no saldrá, pero cuya presencia le sirve al magnate para intimidar y chantajear a sus adversarios. ¿Puede pensarse legítimamente en que en ese editor está la metáfora de Berlusconi, el gran magnate de los medios en Italia?, le pregunté a Eco. El profesor dijo: “Si quiere ver en Vimecarte un Berlusconi, adelante, pero hay muchos Vimecarte en Italia”.

Una novela sobre el periodismo. ¿Por qué? Llevo escribiendo críticas del oficio desde los años sesenta, además de tener en el bolsillo el carné de periodista. Con Piero Ottone mantuve un buen debate polémico sobre la diferencia entre noticia y comentario. Escribir sobre cierto tipo de periodismo era una idea que me rondaba en la cabeza desde siempre. Hay lectores que han encontrado en Número Cero el eco de muchos artículos míos, cuya sustancia he utilizado porque ya se sabe que la gente se olvida mañana de lo que leyó hoy. De hecho, algunos me han alabado. Por ejemplo, hay quienes han aplaudido lo que escribo del desmentido en prensa, ¡y de eso escribí lo mismo hace quince años! Así que abordé el tema porque lo llevo conmigo. Hasta el principio del libro es muy mío, pues ese episodio en que el agua no sale del grifo era también el principio de El péndulo de Foucault. Por aquel entonces alguien me dijo que no era una buena metáfora, y la quité; pero, para Número Cero, me gustó esa idea, el agua que se retiene en el grifo y no sale, y tú esperas que al menos salga una gota. Me gustó esa idea, bajé al sótano, encontré aquel primer manuscrito y la volví a usar. Todo es así: en la discusión que hay con Bragadoccio [un periodista clave en la trama de Número Cero] sobre qué coche comprar, lo que escribo es un listado que hice en los años noventa cuando yo mismo no sabía qué automóvil quería…

La novela está llena de referencias al cinismo del editor que pone en marcha un periódico para extorsionar… Para chantajear… Tenía en mi mente a un personaje de la historia de Italia, Pecorelli, un señor que hacía una especie de boletín de agencia que jamás acababa en los quioscos. Pero sus noticias terminaban en la mesa de un ministro y se transformaban enseguida en chantaje. Hasta que un día fue asesinado. Se dijo que fue por orden de Andreotti, o de otros… Era un periodista que hacía chantajes y no precisaba llegar a los quioscos: bastaba con que amenazara con difundir una noticia que podría ser grave para los intereses de otro… Al escribir el libro pensaba en ese periodismo que existió siempre y que en Italia recibió recientemente el nombre de “máquina del fango”.

¿En qué consiste? En que para deslegitimar al adversario no hace falta que lo acuses de matar a su abuela o de que es un pedófilo: es suficiente con difundir sospecha sobre sus actitudes cotidianas. En la novela aparece un magistrado (que existió en realidad) sobre el que se lanzan sospechas, pero no se lo descalifica directamente, se dice simplemente que es estrafalario, que usa calcetines de colores… Es un hecho verdadero, consecuencia de la máquina del fango.

El editor, el director del periódico que no llega a salir, dice a través de su testaferro: “Es que la noticia no existe, es el periodista el que la crea”. Sí, naturalmente. Mi novela no es solo un acto de pesimismo sobre el periodismo de fango; acaba con un programa de la BBC, que es un ejemplo de buen hacer. Porque hay periodismo y periodismos. Lo llamativo es que cuando se habla del malo, todos los periódicos tratan de hacer creer que se está hablando de otros… Muchos diarios se han reconocido en Número Cero, pero han hecho como que estaba hablando de otro.

El periodista en concreto está retratado también como un paranoico en busca de historia cueste lo que cueste, y babea cuando cree encontrarla… Ocurre cuando Bragadoccio encuentra la autopsia de Mussolini… Siempre he dicho, también cuando escribía novelas históricas, que la realidad es más novelesca que la ficción. En La isla del día antes describo a un personaje haciendo un extraño experimento para descubrir las longitudes; es muy cómico, y la gente dijo: “Mira qué bonita la invención de Eco”. Pues era de Galileo, que también tenía ideas locas de vez en cuando y había inventado esta máquina para vendérsela a los holandeses. Si buceas en la historia puedes hallar episodios más dramáticos, más cómicos, y también más verdaderos, que los que puede inventar cualquier novelista. Por ejemplo, mientras busqué material para Número Cero hallé la autopsia entera de Mussolini. Ningún narrador de la pesadilla y del horror ha conseguido jamás imaginarse una historia como esta, y es verdadera. Y se la serví al personaje Bragadoccio, periodista de investigación, que babeaba mientras la iba utilizando para su crónica sobre la conspiración que se inventó.

Y usted no la inventó, claro. Está en Internet, es así. Luego es muy fácil imaginar que un personaje tan paranoico y tan obsesivo como ese periodista empiece a gozar tanto de la autopsia como de las calaveras que encuentra en la iglesia de Milán por donde pasa su historia. También en este caso de la iglesia todo es verdadero: he intentado dibujar una Milán secreta, con esas calles, esas iglesias, que albergan realidades que parecerían fantasías…

“Los cambios son irreversibles porque la historia es indetenible, y no se tapa con papel de diario”

Máximo Kirchner difundió un comunicado de prensa en el que responde a las afirmaciones que se hacen en dos notas publicadas recientemente, una en la revista brasileña Veja y otra en el diario Clarín. "No solo son falsas sino que también son ridículas y lo que es peor, absolutamente previsibles", afirmó. Cristina replicó la nota en redes sociales.

Máximo Kirchner desmintió la información de la revista brasileña Veja y de Clarín sobre la supuesta existencia de cuentas bancarias secretas en Estados Unidos y las Islas Caimán a su nombre y de Nilda Garré, al catalogar el embate de esos medios como "más de lo mismo", y dejó en claro que "podrán mentir, difamar y calumniar", pero "no le van alcanzar los diarios, ni los canales, ni la colección de periodistas que poseen para apropiarse de la palabra y menos de las ideas".

“Mas de lo mismo. Eso sí, cada vez más ridículo y absurdo. Pero siempre previsibles”, es el título del comunicado que el hijo de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner difundió desde Río Gallegos, Santa Cruz y en el que califica como de “mentiras planificadas” las aseveraciones publicadas por Veja y Clarín.

“Las publicaciones de la revista Veja (de Brasil) y de Clarín (autóctona), dos monstruos, y no solo por el tamaño de sus empresas, no sólo son falsas sino que también son ridículas y lo que es peor, absolutamente previsibles”, sostiene el principal referente de la agrupación La Cámpora.

Y agrega “Todo lo vertido en esas publicaciones son mentiras planificadas. No hay 'errores'. Tampoco 'fuentes no chequeadas'. Todo es una mentira cuidadosamente planificada y dirigida, en donde no sólo intervienen grupos mediáticos”.

“Ellos son parte del dispositivo de operaciones políticas que ahora ya exceden el ámbito nacional. Y las pueden llevar a cabo amparados en los derechos internacionales que protegen al noble oficio del periodista”, afirma Máximo.

“Allí se esconden una vez producido el daño mediante la reproducción y los títulos catástrofe en donde aseguran que quien escribe posee una o más cuentas en Bancos y ciudades que en mi vida he conocido, pese a lo que 'aseguran sus fuentes', subraya.

En ese sentido, remarca: “La indefensión que uno siente ante tamaña fabula urdida por quienes tienen licencia para mentir, no hace mas que alimentar la voluntad de no dejarse domesticar por empresarios que transforman a periodistas en meros taquígrafos de un guión pensado para dañar e intentar quebrar el ánimo de quienes pensamos diferente, actuamos diferente y, sobre todo, vivimos bajo principios diferentes”.

“Fui tapa de una revista que aseguraba que yo no era yo. Y lo dejé pasar. Como dejé pasar tantas mentiras. Ví y escuché a una señora decir que lloré delante de un ataúd donde no estaba mi padre”, afirma.

“En aquel acto de Argentinos Juniors aseguré que, a partir de ese día, iban a decir cualquier cosa. No lo dije por que sea vidente. Fue simplemente por que los conozco. Hasta aquel acto era un 'avezado jugador de play'. Luego me transformé en otra persona. Su relato dio un giro brusco”.

Y en ese sentido, remarca: “Así fue que un día me encontré acusado de quemar un hipermercado de materiales. Días más tarde, un “periodista estrella” de Clarín, ese que Videla considerara un “joven brillante”, aseguró que los fondos buitres habían encontrado una cuenta en el exterior. Luego vino la denuncia por Hotesur”.

Todas estas operaciones berretas pueden tener el nivel de repercusión que tienen sólo por el desmedido tamaño de quien las pronuncia. Le podrán temer los candidatos a presidente, los sindicalistas 'más pesados', que por un exhorto convocaron a un paro nacional. Podrán temerle a los jueces y fiscales 'independientes'”, fustiga Máximo.

“Yo no les temo. Usen todos sus canales, medios y periodistas. No tengo ni tuve ninguna cuenta, ni individual ni conjunta con nadie, en el exterior”, asegura.

“No es una actitud heroica ni mucho menos. Es un simple acto de libertad. Destrozan vidas. Aun que no dejo de reconocer mi suerte, cuando comparo las atrocidades cometidas contra seres humanos que callaron durante la última dictadura para hacerse de Papel Prensa. Es así, no es que quieren, sino que tienen la chancha, los veinte y en este caso la maquina de fabricar papel”, enfatiza.

Por último, puntualiza: “Podrán decir lo que quieran, mentir, difamar y calumniar. Pero no le van alcanzar los diarios, ni los canales, ni la colección de periodistas que poseen para apropiarse de la palabra y menos de las ideas. Los cambios producidos son irreversibles porque la historia es indetenible, y no se tapa con papel de diario”.

Télam

Entrevista. Naomi Klein. Escritora y ensayista canadiense “El capitalismo depredador ha causado el cambio climático” Por Klaus Brinkbäumer. Sin Permiso

Podemos detener el calentamiento global? Sólo si cambiamos de modo radical nuestro sistema capitalista, sostiene la ensayista Naomi Klein. En una entrevista con el semanario alemán Der Spiegel, realizada por Klaus Brinkbäumer, Klein explica por qué ha llegado el momento de abandonar los pequeños pasos en favor de un enfoque radicalmente nuevo, tal como detalla en su libro de reciente aparición en castellano, Esto lo cambia todo, el capitalismo contra el clima (Paidós, Barcelona, 2015).

–¿Por qué no consigue la gente detener el cambio climático?
Klein: –Mala suerte. Mal momento. Muchas coincidencias lamentables. 







–¿La catástrofe equivocada en el momento equivocado?
–El peor momento posible. La conexión entre gases de invernadero y calentamiento global viene siendo una cuestión política central para la humanidad desde 1988. Fue precisamente la época en que cayó el Muro de Berlín y Francis Fukuyama certificó “el fin de la Historia”, la victoria del capitalismo occidental. Canadá y los EE.UU. firmaron el primer acuerdo de libre comercio, que sirvió de prototipo para el resto del mundo.

–¿De modo que lo que dice usted es que empezó una nueva era de consumo y energía precisamente en el momento en que la sostenibilidad y contención habrían sido más adecuadas?
–Exacto. Y fue, precisamente, en ese momento cuando nos dijeron que ya no había nada parecido a la responsabilidad social y la acción colectiva, que deberíamos dejarlo todo al mercado. Privatizamos nuestros ferrocarriles y la red energética, la OMC (Organización Mundial del Comercio) y el FMI se comprometieron con un capitalismo desregulado. Por desgracia, esto condujo a una explosión de las emisiones.

–Usted es activista y lleva culpando al capitalismo de toda clase de cosas a lo largo de los años. ¿Le echa la culpa ahora también del cambio climático?
–No hay razón para ser irónicos. Las cifras cuentan cuál es la historia entera. Durante los años ’90, las emisiones se elevaron un 1% anual. Desde el año 2000 han ido subiendo una media del 3,4%. Se exportó globalmente el sueño americano y se expandieron rápidamente bienes de consumo que creíamos esenciales para satisfacer nuestras necesidades. Empezamos a vernos exclusivamente como consumidores. Cuando el comprar como forma de vida se exporta a todos los rincones del globo, eso exige energía. Mucha energía.

–Volvamos a nuestra primera pregunta, ¿por qué no ha podido la gente detener este cambio?
–Hemos desechado sistemáticamente las herramientas. Los gobiernos ya no aplican reglas severas que pongan límites a las compañías petrolíferas y demás empresas. Estas crisis se nos vinieron encima en el peor momento posible. Ya no nos queda tiempo. Estamos en un momento de ahora o nunca. Si no actuamos como especie, nuestro futuro está en peligro. Tenemos que reducir emisiones de modo radical.

–Volvamos a otra pregunta: ¿no está usted apropiándose indebidamente del cambio climático para utilizarlo en su crítica del capitalismo?
–No. El sistema económico que hemos creado ha creado también el cambio climático. No me lo he inventado. El sistema es inservible, la desigualdad económica es demasiado grande y la falta de contención por parte de las compañías energéticas es desastrosa.

–Su hijo Toma tiene dos años y medio. ¿En qué clase de mundo vivirá cuando salga del instituto en 2030?
–Eso es lo que está decidiéndose ahora mismo. Veo señales de que podría haber un mundo radicalmente distinto del que tenemos hoy en día, y de que el cambio podría ser bien bastante positivo o extremadamente negativo. Ya es seguro que al menos en parte será un mundo peor. Vamos a experimentar el cambio climático y bastantes más desastres naturales, eso es seguro. Pero tenemos tiempo todavía para impedir un calentamiento verdaderamente catastrófico. Tenemos tiempo asimismo de cambiar nuestro sistema económico para que no se vuelva más brutal y despiadado al enfrentarse al cambio climático.

–¿Qué puede hacerse para mejorar la situación?
–Tenemos hoy que tomar algunas decisiones acerca de qué valores son importantes para nosotros y cómo queremos de verdad vivir. Y, por supuesto, hay una diferencia entre que la temperatura se eleve sólo 2 grados o lo haga 4 o 5 o más. Todavía nos es posible a los seres humanos tomar las decisiones correctas.

–Han pasado 26 años desde que se fundó el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático en 1988. Sabemos, como mínimo desde entonces, que las emisiones de CO2 causadas por quemar petróleo y carbón son responsables del cambio climático. Pero poco se ha hecho por encarar el problema. ¿No hemos fracasado ya?
–Yo veo la situación de modo diferente, dado el enorme precio que tendremos que pagar. Mientras tengamos la menor oportunidad de éxito o de minimizar el daño, tenemos que seguir luchando.

–Hace varios años, la comunidad internacional estableció un objetivo para limitar el calentamiento global a dos grados centígrados. ¿Lo considera todavía alcanzable?
–Bueno, todavía es una posibilidad física. Tendríamos que reducir inmediatamente las emisiones globales en un 6% anual. Los países más ricos tendrían que sobrellevar un peso mayor, lo que significa que los EE.UU. y Europa tendrían que recortar emisiones entre un 8% y un 10% anual. Inmediatamente. No es imposible, sólo que es profundamente irreal políticamente con nuestro actual sistema.

–¿Está usted diciendo que nuestras sociedades no son capaces de hacerlo?
–Sí. Necesitamos un cambio espectacular, tanto en la política como en la ideología, porque hay una diferencia fundamental entre lo que los científicos nos dicen que tenemos que hacer y nuestra actual realidad política. No podemos cambiar la realidad física, así que tenemos que cambiar la realidad política.

–¿Puede una sociedad que se centra en el crecimiento combatir de verdad con éxito el cambio climático?
–No. Un modelo económico basado en un crecimiento indiscriminado lleva inevitablemente a un mayor consumo y a mayores emisiones de CO2. Puede y debe haber crecimiento en el futuro en muchos sectores independientes de la economía de carbón: en tecnologías verdes, en transporte público, en todas las profesiones que proporcionan cuidados, en las artes y, por supuesto, en educación. Ahora mismo, el núcleo de nuestro producto interior bruto comprende sólo el consumo, las importaciones y exportaciones. Ahí tiene que haber recortes. Cualquier otra cosa sería engañarse.

–El Fondo Monetario Internacional afirma lo contrario. Dice que el crecimiento económico y la protección del clima no se excluyen mutuamente.
–No analizan las mismas cifras que yo. El primer problema es que en todas estas conferencias sobre el clima todo el mundo actúa como si fuéramos a llegar a nuestra meta por medio de un compromiso propio y de obligaciones voluntariamente aceptadas. Nadie le dice a las empresas petrolíferas que van a tener que ceder. El segundo problema es que estas empresas van a luchar como fieras para proteger lo que no quieren perder.

–¿En serio quiere eliminar el libre mercado con el fin de salvar el clima?
–No hablo de eliminar mercados, pero nos hace falta mucha más estrategia, dirección y planificación, y un equilibrio muy diferente. El sistema en el que vivimos está abiertamente obsesionado con el crecimiento, considera bueno todo crecimiento. Pero hay formas de crecimiento que está claro que no son buenas. Está para mí claro que mi posición entra en conflicto directo con el neoliberalismo. ¿Es verdad que en Alemania, aunque han acelerado ustedes el cambio a las energías renovables, el consumo de carbón está en realidad aumentando?

–Eso era cierto entre 2009 y 2013.
–Para mí eso es expresión de su renuencia a tomar decisiones sobre lo que hace falta llevar a cabo. Alemania tampoco va a cumplir su objetivo de emisiones en años venideros.

–¿Es la presidencia de Obama lo peor que podía haberle pasado al clima?
–En cierto modo. No porque Obama sea peor que un republicano, que no lo es, sino porque estos ocho años fueron la mayor oportunidad desperdiciada de nuestras vidas. Se daban los factores justos para una convergencia realmente histórica: conciencia, valentía, ánimo, su mayoría política, el fracaso de los tres grandes fabricantes de automóviles norteamericanos y hasta la posibilidad de encarar a la vez el cambio climático y el fallido mundo financiero sin regular. Pero cuando accedió al cargo no tuvo el valor de hacerlo. No venceremos en esta batalla a menos que estemos dispuestos a hablar de por qué Obama consideró que el hecho de tener control sobre bancos y compañías de automóviles era más una carga que como una oportunidad. Estaba prisionero del sistema. No quiso cambiarlo.

–Los EE.UU. y China llegaron finalmente a un acuerdo inicial sobre el clima en 2014.
–Lo cual, por supuesto, es algo bueno. Pero todo lo que puede resultar penoso en el acuerdo no entrará en vigor hasta que Obama concluya su cargo. Con todo, lo que ha cambiado es que Obama dijo: “Nuestros ciudadanos se están manifestando, no podemos ignorarlo”. Los movimientos de masas son importantes, tienen repercusiones. Pero para empujar a nuestros líderes hasta donde tienen que llegar, los movimientos tienen que hacerse aún más fuertes.

–¿Cuál debería ser su meta?
-En los últimos 20 años, la extrema derecha, la absoluta libertad de las empresas petrolíferas y la libertad del 1% de los súper-ricos de la sociedad se han convertido en norma política. Tenemos que desplazar de nuevo el centro político norteamericano de la franja derechista a su lugar natural, el verdadero centro.

–Señora Klein, eso no tiene sentido, porque es una ilusión. Piensa usted en abarcar demasiado. Si quiere usted eliminar el capitalismo antes de pergeñar un plan para salvar el clima, sabe usted que esto no va a suceder.
–Mire, si quiere usted deprimirse, hay muchas razones para ello. Pero seguirá usted equivocándose, porque el hecho es que centrarse en cambios graduales, como el comercio de emisiones y el cambio de bombillas, ha fracasado miserablemente. En parte eso se debe a que en la mayoría de los países, el movimiento ambiental ha seguido elitista, tecnocrático y supuestamente neutral en lo político durante dos décadas y media. Ya vemos hoy cuáles son los resultados: nos ha llevado por el camino equivocado. Las emisiones están aumentando y aquí está el cambio climático. En segundo lugar, en los EE.UU. todas las transformaciones importantes legales y sociales de los últimos 150 años han sido resultado de movimientos sociales masivos, ya estuviesen a favor de las mujeres, contra la esclavitud o en pro de los derechos civiles. Necesitamos de nuevo esta fortaleza, y bien rápido, porque la causa del cambio climático es el sistema político y económico mismo. Su enfoque es demasiado tecnocrático y estrecho.

–Si intenta usted solucionar un problema específico dándole la vuelta a todo el orden social, no lo va a resolver. Eso es una fantasía utópica.
–Si el orden social es la raíz del problema, no. Visto desde otra perspectiva, nadamos literalmente en ejemplos de pequeñas soluciones: hay tecnologías verdes, leyes locales, tratados bilaterales e impuestos al CO2. ¿Por qué no tenemos todo eso a escala global?

–¿Está usted diciendo que todos esos pequeños pasos –tecnologías verdes e impuestos al CO2 y un comportamiento ecológico individual– no tienen sentido?
–No. Todos deberíamos hacer lo que podamos, por supuesto. Pero no podemos engañarnos con que eso sea suficiente. Lo que digo es que esos pequeños pasos seguirán siendo demasiado pequeños si no se convierten en un movimiento de masas. Necesitamos una transformación económica y política, que se base en comunidades más fuertes, empleos sostenibles, mayor regulación y un alejamiento de esta obsesión del crecimiento. Esas son las buenas noticias. Tenemos de verdad la oportunidad de resolver muchos problemas de inmediato.

–No parece contar con la razón colectiva de políticos y empresarios.
–Porque el sistema no puede pensar. El sistema recompensa la ganancia a corto plazo, lo que quiere decir beneficios rápidos. Fíjese en Michael Bloomberg, por ejemplo.

–Empresario y antiguo alcalde de la ciudad de Nueva York.
–Que entiende la gravedad de la crisis del clima como político. Como empresario, prefiere invertir en un fondo que se especializa en activos de petróleo y gas. Si una persona como Bloomberg no puede resistirse a la tentación, se puede asumir en ese caso que no es tan grande la capacidad de autoconservación del sistema.

--Un capítulo especialmente inquietante de su libro es el de Richard Branson, presidente del Grupo Virgin.
–Sí, no me lo habría esperado.

–Branson ha tratado de presentarse como un hombre que quiere salvar el clima. Todo empezó en un encuentro con Al Gore.
–Y en 2006 se comprometió en un acto que acogía la Clinton Global Initiative a que invertiría tres mil millones de dólares en investigación en tecnologías verdes. En aquella época yo pensaba que sería una aportación realmente fantástica. Lo que no se me ocurrió pensar es “qué cínico eres”.

–Pero Branson no estaba más que simulando y sólo invirtió una parte de ese dinero.
–Puede que fuera sincero en ese momento, pero sí, se invirtió una parte.

-Desde 2006, Branson ha añadido 160 nuevos aviones a sus numerosas líneas aéreas y ha incrementado sus emisiones en un 40 por ciento.
–Sí.

–¿Qué se puede aprender de esta historia?
–Que tenemos que poner en tela de juicio el simbolismo y los gestos que hacen las estrellas de Hollywood y los súperricos. No podemos confundirlos con un plan científicamente serio para reducir emisiones.

–En Norteamérica y Australia, se gasta mucho dinero intentando negar el cambio climático. ¿Por qué?
–Es distinto de Europa. Se trata de una indignación semejante a la de quienes se oponen al aborto y el control de armas. No se trata sólo de que estén protegiendo un modo de vida que no quieren cambiar. Es que han entendido que el cambio climático pone en tela de juicio el núcleo de su sistema de creencias contrario al gobierno y en pro del libre mercado. De modo que tienen que negarlo para proteger su propia identidad. Por eso, por lo que existe esta diferencia de intensidad: los liberales quieren actuar un poquito en la protección del clima. Pero, al mismo tiempo, estos liberales tienen una serie de cuestiones aparte que figuran de modo más destacada en su agenda. Pero tenemos que entender que los más duros de quienes niegan el cambio climático entre los conservadores harán todo lo que esté en su mano para impedir que se actúe.

–¿Con estudios pseudocientíficos y desinformación?
–Con todo eso, por supuesto.

–¿Explica eso por qué relaciona todas esas cuestiones –cuestiones de medio ambiente, igualdad, salud pública y trabajo– que son populares entre la izquierda? ¿Por razones puramente estratégicas?
–Esas cuestiones guardan relación y nos hace falta asimismo relacionarlas en el debate. Sólo hay un modo de vencer en una batalla contra un pequeño grupo de personas que se te enfrentan porque tienen mucho que perder: hay que iniciar un movimiento masivo que abarque a toda aquella gente que tiene mucho que ganar. A quienes lo niegan sólo se les puede derrotar si te muestras igual de apasionado que ellos, pero también cuando eres superior en número. Porque la verdad es que son realmente muy pocos.

–¿Por qué no cree usted que la tecnología tenga potencial para salvarnos?
–Se ha producido un progreso tremendo en el almacenamiento de energías renovables, por ejemplo, y en la eficiencia solar. Pero, ¿en el cambio climático? Yo, en cualquier caso, no tengo bastante fe como para decir:
“Como ya nos inventaremos algo en un momento dado, dejemos de lado todos los demás esfuerzos”. Eso sería una insensatez.
–Gente como Bill Gates ve las cosas de modo diferente.

–Y yo encuentro ingenuo su fetichismo tecnológico. En años recientes hemos sido testigos de ciertos fracasos verdaderamente resonantes en los que algunos de los hombres más listos metieron la pata hasta el fondo a una escala grandiosa, ya fuera con los derivados que desencadenaron la crisis o la catástrofe petrolífera de la costa de Nueva Orleans. En una gran mayoría, la gente, nosotros, destrozamos las cosas y no sabemos luego cómo arreglarlas. Y, ahora mismo, lo que estamos destrozando es nuestro planeta.

–Oyéndola, se podría tener la impresión de que la crisis del clima es una cuestión de género.
–¿Por qué dice usted eso?

–Bill Gates dice que tenemos que avanzar e idear nuevas invenciones para poner bajo control el problema y, en última instancia, esta Tierra nuestra tan complicada. Por otro lado, dice usted: paren, no, tenemos que adaptarnos a este planeta y volvernos más livianos. Las compañías petrolíferas norteamericanas están dirigidas por hombres. Y a usted, una mujer crítica, la describen como una histérica. No resulta absurdo pensarlo, ¿verdad?
–No. La industrialización en su conjunto estaba emparentada con el poder, con ver si sería el hombre o la naturaleza la que dominara la Tierra. A algunos hombres les resulta difícil reconocer que no lo tenemos todo bajo control; que hemos acumulado todo este CO2 a lo largo de los siglos y que la Tierra hoy nos dice: mira, no eres más que un invitado en mi casa.

–¿Invitado de la Madre Tierra?
–Eso suena demasiado cursi. Pero, con todo, tiene usted razón. La industria petrolífera es un mundo dominado por los hombres, muy semejante en eso a las altas finanzas. Es algo muy de machos. La idea norteamericana y australiana de “descubrir” un país infinito y de que se puedan extraer inacabables recursos entraña un relato de dominación, que representa tradicionalmente a la naturaleza como una mujer débil y torpe. Y la idea de estar en relación de interdependencia con el resto del mundo natural se considera una debilidad. Por eso es por lo que les resulta doblemente difícil a los machos alfa reconocer que se han equivocado.

–Hay en su libro una cuestión de la que parece querer desviarse. Aunque denigra usted a las empresas, no dice usted nunca que sus lectores, que son clientes de estas empresas, son asimismo culpables. Tampoco dice usted nada del precio que tendrá que pagar cada uno de sus lectores por la protección del clima.
-Oh, yo creo que la mayoría de la gente estaría encantada de pagar por ello. Saben que la protección del clima exige un comportamiento razonable: conducir menos, volar menos y consumir menos. Estarían encantados de utilizar energías renovables si se les ofreciera.

–Pero la idea no es lo bastante grande, ¿verdad?
–(ríe) Exacto. El movimiento verde pasó décadas instruyendo a la gente para que utilizara su basura como abono, para que reciclara y montase en bicicleta. Pero fíjese en lo que ha sucedido con el clima durante estas décadas.

–¿Es su manera de vivir beneficiosa para el clima?
–No, lo bastante. Voy en bicicleta, utilizo el transporte público, trato de dar charlas por Skype, comparto un coche híbrido y he recortado mis vuelos hasta una décima parte de lo que eran antes de empezar este proyecto. Mi pecado está en tomar taxis y, desde que salió el libro, en volar demasiado. Pero no creo tampoco que tenga que ser la gente perfectamente verde y que vive sin emitir CO2 la única que deba hablar sobre esta cuestión. Si así fuera, entonces nadie podría decir una palabra en absoluto.

29/03/15 Miradas al Sur


Imperialismo y dependencia en el pensamiento de Roberto Carri Por Juan Godoy*

“El sistema imperialista produce una oposición radical a su dominio que se expresa en las revoluciones anti-imperialistas y en los movimientos de liberación nacional. Los movimientos de liberación encarnan concretamente, prácticamente, la negación a la opresión del sistema sobre el conjunto vivo de la nacionalidad: el pueblo (…) El pueblo es la unidad política concreta que enfrenta al imperialismo” (Carri, A 3er. Mundo, Nº 4: 13)

Roberto Carri (1) analiza profundamente el desarrollo del capitalismo, haciendo énfasis en la etapa imperialista, que Lenin expresó como la etapa superior del capitalismo. En palabras del argentino “el capitalismo necesariamente produce imperialismo como su forma superior” (Carri, 1973: 73). Recorreremos sus ideas en torno al imperialismo y la dependencia, en tanto consideramos la actualidad de su pensamiento. 

Considera Carri que el imperialismo incorpora las áreas coloniales y semi-coloniales a su sistema, de modo de poder continuar reproduciéndose en base al saqueo, y la expoliación de estos territorios dominados formalmente, o bien informalmente. Así, los sistemas económicos feudales, esclavistas, economías de subsistencia no son “cosa del pasado”, sino más bien una parte de la etapa imperialista que se manifiesta plenamente en el presente. Es mediante la expansión monopolista que los países centrales profundizan la presencia en las áreas coloniales o semi-coloniales.

Resalta asimismo el pasaje de una forma de dependencia a otra a principios de siglo XIX. En este sentido, luego de los procesos emancipatorios de Nuestra América, y en especial en el caso de la Argentina, se pasa del dominio formal como colonia con respecto a España, al dominio “invisible” de Gran Bretaña a través, fundamentalmente, de la penetración económica.

A lo largo de nuestra historia existió una lucha entre los sectores cómplices y beneficiarios de la situación de expoliación, y los sectores sociales opuestos, que se levantaron una y otra vez contra la dominación colonial. 
Es decir, como sabemos, existen fuerzas que luchan por un desarrollo independiente, y por las cambiar la estructura dependiente, y las que pugnan por un modelo vinculado a la dependencia y al mantenimiento del orden social desigual. Los países latinoamericanos, como “patrias chicas”, se fueron conformando a partir de determinadas dominaciones coloniales e imperiales. Se fueron conformando como “economías dependientes”. 
Siempre que se quiso romper con el sistema de dominación imperial se encontró con la oposición de quienes incorporaron a la Argentina al sistema mundial a partir de la idea del librecambio y de “las ventajas comparativas”, es decir con la resistencia de las oligarquías locales. De esta forma, “el subcontinente se divide en tantas naciones como puertos de exportación capaces de organizar el comercio exterior existían” (Carri, 1971: 26)

Los atisbos de desarrollo capitalista, en tanto producción artesanal que existían en la región fueron eliminados al ingreso de la manufactura extranjera. Pero Carri piensa que lo fundamental, en la perspectiva imperial no es la producción de materias primas por parte de los países dependientes, sino más bien el consumo de éstos de dos tipos de excedentes: el excedente de productos manufacturados, y del excedente financiero.

Piensa Carri que desde que la burguesía comercial porteña, a principios del siglo XIX, con Rivadavia a la cabeza estableció una alianza con el librecambismo inglés, se desarrollo (más-menos) un modelo agroexportador (Rivadavia destruyó la manufactura local y se posicionó a favor de la manufactura británica – Concesiones de recursos naturales, empréstitos, etc.), que recién se logró cambiar (temporariamente), durante los años del peronismo, en que se apunta a la primacía del desarrollo industrial. Pero esa experiencia dura poco, 10 años, y el breve interregno de los 70’s, pero antes, en 1955 se restablece un régimen neocolonial. Tanto Rivadavia, como Mitre, Sarmiento, la Unión democrática, el gorilismo, etc. son representantes de un régimen colonialista o neocolonialista. Rosas aparece aquí como un interregno, como un freno a la penetración imperial y como el intento de una nación autosuficiente. Rosas es apoyado por las masas populares. Pueblo-Nación se oponen a la penetración extranjera. Los caudillos populares, y el yrigoyenismo (aunque se mueve dentro de la lógica del país semi-colonial agroexportador), también aparecen como un freno al avance del imperialismo. Pero lo que resalta Carri, que nos interesa hacer énfasis aquí también es que siempre la resistencia al neocolonialismo parte de las masas populares, al mismo tiempo que destaca que solo la ruptura de la estructura imperial es la que asegura el desarrollo de una política realmente independiente.

Las inversiones del imperialismo no son aisladas o casuales, invierten allí donde se fortalece la dependencia, e impiden todo otro tipo de desarrollo. La fábula de las inversiones extranjeras que traen el progreso no hace mella en Carri. El desarrollo y el subdesarrollo para él son dos caras de la misma moneda, es primordial dar cuenta de esto. Pues, el subdesarrollo es producto del desarrollo de otros pueblos vía la expoliación de parte de los países colonialistas sobre los subdesarrollados. Estamos ante la presencia de un pensador que propugna la industrialización del país, necesaria para la independencia económica. Así la oposición es subdesarrollo-dependencia vs. desarrollo-independencia. En este sentido, “las naciones dominadas por el sistema imperialista no pueden acceder al polo hegemónico debido al carácter estructural de la dependencia, ni tampoco pueden cortar esos lazos sin romper de raíz con las relaciones de producción que los reproducen” (Carri, 1973b: 13)

La integración económica de los países coloniales y/o semi-coloniales al imperialismo generan un sector social con niveles de ingresos que se asemejan a los de los centros metropolitanos, al mismo tiempo que el conjunto de la población de los primeros tiende a empobrecerse, no solo con respecto a los sectores dominantes internos, sino también en relación a la población de la metrópoli. 

La oposición principal en Carri es Nación o dependencia, Patria o colonia, Pueblo vs. Oligarquía e imperialismo. La contradicción ciudad puerto-interior es derivada de otra central que es imperialismo-nación, en tanto las oligarquías o burguesía comerciales portuarias usan su poder al servicio del interés extranjero, agrega el autor que “el problema de la dependencia es la constitución de estados jurídicamente libres pero realmente subordinados al sistema mundial de dominación” (Carri, A 3er. Mundo, Nº 6: 105) 

La lucha contra el imperialismo y la oligarquía se manifiesta entonces como nacionalismo de masas. Este nacionalismo existe por la presencia del imperialismo, es la respuesta al mismo. De esta forma, los “movimientos populares son aquellos movimientos de masas que, no obstante su mayor o menor consecuencia, ponían en el centro de la lucha y la discusión la disyuntiva de la independencia nacional frente al proyecto liberal imperialista” (Carri, 1973b: 233)

Los movimientos nacionales son la oposición básica al imperialismo, superan la determinación económica y se identifican con la nación. Lo primordial entonces en Carri es la política, o la unidad entre la política y la economía. Se hace necesaria la revisión de la historia, pero no como mera actividad intelectual, sino como política viva, no como historia de muertos. Hay que recuperar el pasado revolucionario del pueblo argentino para orientar una política nacional. Afirma el sociólogo, gran lector de Frantz Fanon, que “la recuperación crítica de la historia de los pueblos por el imperialismo, se integra en la lucha liberadora, y en esa lucha la “tradición” deja de ser una imposición del pasado sino un instrumento dinámico en la lucha por la liberación” (Carri, 1973: 67)

La lucha anti-imperialista en la Argentina es contra el imperialismo y al mismo tiempo contra sus opresores internos. Si bien en los países coloniales la lucha por la liberación nacional asume muchas veces la forma de un gran frente nacional en el que están integrados al mismo diferentes sectores sociales, esto no suprime las contradicciones internas. Así, la garantía de la liberación nacional es de la mano de los trabajadores. No se puede confiar en la burguesía nacional. No asume la burguesía nacional la crítica a fondo del imperialismo, es una cuestión coyuntural en tanto su interés. Si bien el frente es policlasista, la ideología solo puede ser a partir de los sectores trabajadores. Afirma el sociólogo que “reivindicar una Argentina independiente significa concretamente oponerse a todas aquellas clases sociales que hicieron del país un apéndice neocolonial. 
Significa liquidar internamente y no sólo internacionalmente, los vínculos con el sistema imperialista. Es decir, liquidar a las clases sociales que hacen posible la continuidad y reproducción del imperialismo. Esto es abolirlas, suprimirlas económica y políticamente, destruir las relaciones de producción que hacen posible la supervivencia del régimen” (Carri, 1973b: 219)

Para Carri solo los trabajadores pueden llevar hasta sus últimas consecuencias el proceso de liberación nacional. Las masas populares son las verdaderas protagonistas de la historia. Es por ello que hay que dejar de lado toda concepción iluminista y/o vanguardista, esto es una concepción aristocratizante del conocimiento y la política. No hay conocimiento que no deba partir de la capacidad creadora de las masas. Hay que vincular el conocimiento con la práctica colectiva de los pueblos, pues “la cultura popular, las tradiciones históricas son patrimonio de los pueblos, porque desde que ellas van desarrollando nuevas formas sociales, política, económicas y culturales, así como van perfeccionando y profundizando la lucha contra el imperialismo y las clases dominantes” (Carri, 1973: 64)


(1) Roberto Carri (foto) nació el 8 de julio de 1940 en la Ciudad de Buenos Aires. Sociólogo, docente y periodista. Miembro de las cátedras nacionales, escribe entre otros títulos: Isidro Velázquez. Formas prerrevolucionarias de la violencia, Poder imperialista y liberación nacional. Las luchas de peronismo contra la dependencia, Sindicatos y poder en la Argentina, asimismo en revistas como Antropología Tercer Mundo, Envido y Marcha (Montevideo). Militante en el Peronismo de Base, y luego en la organización Montoneros. Finalmente será detenido-desaparecido (junto a su esposa Ana María Caruso) por la última dictadura cívico-militar en febrero de 1977. Galasso, N. (Comp.). Los Malditos. Hombres y mujeres excluidos de la historia oficial de los argentinos. Buenos Aires: Ediciones Madres de Plaza de Mayo.


Bibliografía

Carri, R. (1973b). Poder imperialista y liberación nacional. Las luchas del peronismo contra la dependencia. Buenos Aires: Efece. 
Carri, R. (S.f.). Poder y dependencia. Parte 2. En Antropología 3er. Mundo. (2009). Año 2, Nº 6. Re-edición facsimilar. Buenos Aires: EFFL.
Carri, R. (Sept. 1970). Poder y dependencia. Parte 1. En Antropología 3er. Mundo. (2009). Año 2, Nº 4. Re-edición facsimilar. Buenos Aires: EFFL.
Carri, R., et al. (1973). Análisis económico y político de la dependencia. Buenos Aires: Guadalupe. 
Carri, Roberto. (1970). Pensamiento nacional y sociología anti-nacional. En Touraine, A., Nikolaus, M., Novikov, N. V., Fals Borda, O., Marsal, J. F., Menéndez, E. L., Cárdenas, G. H., Carri, R., Verón, E. Delich, F.. Ciencias sociales: Ideología y realidad nacional (pp. 143-165). Buenos Aires: Tiempo Contemporáneo.
Carri, Roberto. (1971). Imperialismo y Coloniaje. En Revista Envido. Año 1, Nº 3. Re-edición facsimilar (2011). Buenos Aires: Biblioteca Nacional.
Carri, Roberto. (2001). Isidro Velázquez. Formas pre-revolucionarias de la violencia. Buenos Aires: Colihue.
Galasso, Norberto (Comp.). Los Malditos. Hombres y mujeres excluidos de la historia oficial de los argentinos. Buenos Aires: Ediciones Madres de Plaza de Mayo.

* Sociólogo (UBA). 

Cristina en la plaza Por Carlos Barragán

No nos engañemos. Todos estamos un poco inquietos porque Cristina se va. Y este 24 de marzo sabíamos que era el último con ella como presidenta. Y es que sabemos exactamente lo que quieren los candidatos opositores pero no sabemos exactamente lo que quieren los nuestros. Sólo en algunos casos estamos tranquilos. Y además entre lo que quieran y lo que puedan habrá también una diferencia. Por eso la inquietud es lógica. Porque sospechamos que la capacidad de Cristina está lejos de otras. Pero la plaza estuvo más linda que nunca también, con más gente, con más nenes, con más viejos, con más militancia, con más alegría y sobre todo con más convicción que nunca en que este es el camino por el cual queremos seguir. Muchas personas, pero muchas en esa plaza donde no sólo había juventud militante sino nenes y nenas de 10 años que ya comprenden de qué se trata vivir en un país con justicia.

El 24 de marzo es la fecha más significativa del calendario, porque simboliza de la manera más cabal a qué jugamos en nuestra sociedad. El juego está cada vez más claro y hasta los peones del partido judicial salieron a la luz y ya no disimulan su ideología. Tampoco la disimulan más los periodistas independientes, no la disimulan los sindicalistas que hacen paro porque consiguieron sueldos lo suficientemente altos como para pagar ganancias, no la disimula el empresariado que va a cenar con Macri y le pone plata para la campaña, no la disimula Macri cuando promete devaluar el peso y destruir los salarios, no disimula Massa cuando convoca a los economistas del ajuste, no disimula la UCR cuando se regala para un armado berreta de una nueva Unión Democrática. Y nosotros nunca disimulamos, por eso no nos aguantan.

El 24 de marzo es el aleph de todo esto que nos rodea. Porque ese día se intentó refundar un país que debía estar controlado para siempre por las fuerzas que hoy siguen fugando dinero al exterior, y que para fugarlo no dudaron en asesinar a miles de personas. Hoy pareciera que ya no están dispuestos a matar, o no tienen espacio real para dedicarse a esos menesteres, y deben inventarse partidos y medios de comunicación que los lleven a la casa de gobierno sin sangre, o con muy poca.

Y lo mejor es que después de estos años ya somos muchos los que comprendimos de qué se trata. Porque el kirchnerismo –aunque la derecha opositora crea lo contrario- no es un fanatismo, sino una manera de entender el mundo. El kirchnerismo nos ha dado muchas cosas materiales en estos años, pero sobre todo nos dio herramientas para comprender cuál es la manera de avanzar en las mejoras materiales. Y cuál es la manera para que esas cosas materiales se conviertan en mejoras de nuestra calidad de vida –que suena medio yanqui- y que habría que llamar sencillamente dignidad humana, o como decía Perón: felicidad.

Cristina no sólo gobernó para mejorar los números de la economía, también gobernó para explicarnos cómo funciona la economía, cómo la política es la herramienta para manejar la economía, y como la política debe enfrentarse todos los días con los que no quieren ceder nada de sus privilegios históricos. Guita y poder históricos. Entonces, sé que somos muchos los que estamos preparados para seguir en este camino. Nosotros, igual que nuestros candidatos sabemos que no se avanza por el lado fácil y cómodo. Sabemos que después de las elecciones –después de ganarlas, es optimismo y realismo también- tendremos que seguir como si no hubiésemos ganado. Soportando el hostigamiento de los hijos del golpe del 76 que no saben hacer otra cosa que buscar la manera de reeditar su país para pocos. Pero además tengo una noticia muy linda, el año que viene llegará nuevamente el 24 de marzo, y ahí sí podremos ir a buscar a Cristina para marchar junto con ella en la plaza, y junto con las madres y las abuelas que seguirán siendo la imparable locomotora de estos tiempos de cambio. Todas mujeres, fijesé usted señor. Que parece que para que este país se hiciera grande tuvimos que ponernos las polleras.

Diario Registrado

La afirmación Por Eduardo Aliverti

Por Eduardo Aliverti

El caso que conmovió al país a comienzos de año sigue sin resolución de su porqué, pero la semana pasada se ratificó que es inadmisible la parte usada por prensa y oposición para obtener réditos políticos. Quedó atrás, prácticamente, el ardid de criminalizar al Gobierno. Y de paso, se marcó la diferencia entre provocar o movilizar mediante consignas de aliento corto y hacerlo desde convicciones mucho más sólidas.

El fallo de Cámara desechó la denuncia por encubrimiento que alegremente alcanzaba a la propia Presidenta, como cómplice de los iraníes con pedido de captura por el atentado a la AMIA. Lo hizo en un fallo dividido, del que los medios opositores –no todos– prefirieron rescatar la argumentación favorable a las acusaciones de Alberto Nisman. Clarín, por caso, tituló en portada que la Cámara resolvió no investigar a Cristina, lo cual supone una carga semántica envenenada que exime de mayores comentarios. El fiscal Germán Moldes, un antikirchnerista furioso que promovió la marcha del 18F, anunció que apelará ante Casación pero, con dos sentencias adversas del volumen de ésta y de lo dictaminado en primera instancia por Daniel Rafecas, su suerte está echada. Si no es así, será una sorpresa descomunal, que no entra en los cálculos de nadie. Es el mismo Moldes quien declaró que ya hizo todo lo que pudo, pero en particular el fallo del camarista Jorge Ballestero le advirtió que tanto esfuerzo, integrado al ventilador de basura que prendieron sus compañeros de andanzas, no alcanza ni siquiera para un atisbo de perpetración de ilícito. Como ya no se escucha una sola voz ni se publica una única versión de la realidad, los señalamientos de Ballestero tuvieron buena difusión, pero no está de más reiterar algunos. Por ejemplo, que “(...) los estrados penales no son las tablas de un teatro ni sus expedientes el celuloide de una película”, y que una persona no puede “(...) quedar sometida a los influjos de un proceso criminal sin otra razón que la publicidad de su figura”. El fallo –seguramente por razones de respeto hacia el muerto– se priva hasta donde puede de usar términos que dejarían más en evidencia la ridiculez del planteo de Nisman, basado en escuchas de protagonistas irrelevantes de una presunta diplomacia paralela y en especulaciones que contradicen lo que el propio Nisman había sostenido acerca del apoyo que siempre le brindó el Gobierno para sus tareas investigativas. Sin embargo, no faltan menciones como “pase de ilusionista”, “zigzag argumentativo” y otras varias que contribuyen a desmitificar el disfraz de superhéroe institucional que le calzaron al fiscal fallecido. Su vida privada, ya se dijo, es otra cosa, excepto por la mezcla entre manejos turbios y los generosos fondos que le proporcionaba el Estado. Es esta última una historia que continuará junto con otros aditamentos, a no dudarlo, y bien lo saben los medios que alentaron o se prendieron a estimular la imagen angelical de Nisman. Por eso algunos de ellos comenzaron a desandar el camino espurio que eligieron para corroer al oficialismo, a través de inventar su complicidad en la muerte del funcionario.

En la economía institucional hubo una nueva ronda de la danza con buitres, sin grandes efectos sobre “la plaza”, pero sí la sobresaliencia de haber suspendido al Citibank para operar en el mercado de capitales. Más un episodio que, como corresponde, casi no encontró cabida en la prensa hegemónica: se constituyó la comisión investigadora bicameral sobre la fuga de capitales, a través de una sucursal suiza del HSBC. Primero comparecerán el director de la AFIP y los principales funcionarios del banco, pero después deberán hacerlo los titulares de cuentas que fugaron una cifra estimada en 3500 millones de dólares. Se denuncia que las divisas provenían de la evasión tributaria, a través de la banca que nació en 1865 para administrar las ganancias generadas por el tráfico de opio hacia China. El HSBC es la punta más gruesa del asunto, no la exclusiva. Entre los titulares de cuentas sospechadas hay directivos del Grupo Clarín, claro. La comisión tendrá que emitir dictamen en seis meses y en el mejor de los casos culminará su trabajo proponiendo modificar la Ley de Entidades Financieras, heredada de la dictadura e intocada desde entonces. Pero aunque eso no suceda, se habrá dado otro paso en el debate y descubrimiento sobre estrellas del gran capital que muy raramente sufren mella pública. Los avances en este tipo de revelaciones no suelen ser en línea recta, pero el primer requisito para progresar es que haya la decisión política y eso es lo que empezó a concretarse.

Ajena a estos avatares, una mayoría de la sociedad otea la repercusión del paro lanzado para pasado mañana. Será masivo, al parecer, porque afectará los colectivos urbanos y ómnibus de larga distancia, trenes, vuelos de cabotaje e internacionales, bancos, recolección de residuos, estaciones de servicio y dependencias estatales. Con la mirada de alguien extraviado respecto del escenario general argentino, podría decirse, con razón, que el país atraviesa un enfrentamiento grave, con un panorama social espantoso y una oposición sindical unida. Pero justamente hace falta vivir en un frasco muy chico para pensar eso. El reclamo de modificar el mínimo no imponible para los trabajadores es justo, aunque deba precisárselo con la progresión por escalas. Y, además de alcanzar al Gobierno en cuanto a los sectores que deberían afectarse para compensar la pérdida de ingresos del fisco, tendría que abarcar a una dirigencia opositora que no dice mu sobre el tema. Los alcanzados por el impuesto son alrededor de un 11 por ciento de la masa trabajadora en blanco. Ese número no implica cuestionar la justeza del pedido, pero explica que tendrán muy poco que ver la impresión de un paro general y los laburantes realmente comprometidos en la exigencia. Será ante todo una huelga de dirigentes gremiales en actividades que son las más beneficiadas por este modelo, y que deja afuera a los trabajadores más postergados. Sólo hay lo pragmático de hacer frente al oficialismo en un asunto puntual, del que no puede evitarse la comparación con el incendio que se vivía a comienzos de siglo. Discutir sobre salarios nada más que en este plano llama la atención. ¿Unicamente les interesa el mínimo no imponible?

Mientras tanto, el martes hubo realmente un suceso por el aniversario del golpe. La cuantía numérica que tuvo la marcha es uno de sus aspectos. Fue notable, desde ya, y más al tenerse en cuenta que no se esperaba semejante cantidad de gente debido a dos factores. La convocatoria no había sido especialmente vigorosa y se venía de otra manifestación estupenda, el 1º de marzo, conformada en su mayor parte por los mismos sectores orgánicos. También, la misma muchedumbre suelta y politizada. Haber vuelto a la calle con esa energía, a tan pocos días de distancia, revela una impactante disposición a movilizarse en defensa de valores concretos y fundamentales, que no son arrebatos destemplados contra una corrupción citada a la bartola y a favor de una necesidad de justicia exigida por los que deben proveerla. Esos valores reivindicados el 24 de marzo exceden al mero ejercicio de la memoria y condena por la masacre desatada hace 39 años. O mejor dicho: precisamente porque rige una ofensiva de los facciosos del privilegio, que en 1976 lanzaron el genocidio en defensa de sus intereses, es que los reflejos se mostraron tan activos. Extinto el brazo militar que en nuestra historia sirvió para proteger a las clases dominantes, un conjunto de potentes fuerzas mediáticas y judiciales, más porciones del agro, la industria y las finanzas, vuelven hoy por sus fueros de desgaste a la espera de alguna representación política que los contenga. Les es muy difícil, porque carecen de una figura que los sintetice con liderazgo y que sincere por completo la propuesta de volver a los ’90. Están en eso, de todos modos. En principio, acaba de favorecerlos la formalización hacia derecha de una parte del radicalismo, cuya medición es complicada. Sólo en principio. ¿A quién representa Ernesto Sanz, que además es desconocido por amplias franjas sociales, como no sea a un pensamiento conservador que Mauricio Macri encarna de manera largamente más eficaz? ¿Los radicales derrotados en Gualeguaychú se resignarán en manada a correr detrás del alcalde porteño, o en las primarias harán huelga de brazos caídos y en octubre fugarán a otro lado que tampoco se sabe cuál es (pero que nunca sería Macri)? El colega Ignacio Zuleta, en Ambito Financiero del jueves pasado, se hacía una pregunta más osada que original: ¿quieren ganar los radicales? Y los que todavía acompañan a Sergio Massa, vista su desvalorización salvo para esas encuestas que dan el resultado querido por quienes las pagan, ¿seguirán en ese barco o se irán a dónde?

Esas son algunas de las incógnitas –no las menores– que envuelven a una oposición con problemas severos de identidad. En el kirchnerismo, en cambio, hechos como la marcha del martes pasado volvieron a demostrar que sus dificultades no están ahí ni mucho menos. Pasan, entre otras, por acertar con el candidato y compañía que mejor sirvan para afirmar lo que ya tiene.

30/03/15 Página|12