lunes, 29 de diciembre de 2014

El año que no fue Por Eduardo Aliverti

Cuando se trazan balances políticos anuales, puede ocurrir que lo primordial sea remitirse a uno o varios episodios de lo acontecido en el período. Hechos temporalmente alejados que, incluso, hasta parecen de otro año. Pero también puede suceder que lo más significativo consista en la foto del momento, de este final de diciembre, porque la desembocadura y los grandes contrastes sirven para entender al conjunto sin mayor necesidad de ir mes por mes, hecho por hecho, protagonista por protagonista. A juicio personal, para juzgar 2014 sirve más lo segundo.

Fue el 23 de enero cuando la devaluación oficial de la moneda provocó un cimbronazo. Más que por su impacto de coyuntura, esa sacudida condujo a pronósticos terroríficos de los economistas del establishment. Fueron potenciados por su coro mediático, o, en rigor, al revés: los medios crean un clima al que los gurúes se suman. El resto lo hizo la atadura social al dólar. Una conexión cultural, histórica, por cierto que también económica, en tanto el país no logra superar su dependencia de insumos importados cada vez que alcanza picos de crecimiento por cuenta propia. Aun los partícipes y simpatizantes técnicamente más sólidos del kirchnerismo reconocieron que el mercado le torció el brazo al Gobierno, en ese fin de enero. Cualquiera que se tome el trabajo de repasar las predicciones del elenco estable de las patrullas opositoras, para la economía 2014, se encontrará con un blue cercano a 20 pesos y una caída fenomenal de las reservas monetarias, que habrían de hundirse hacia el límite crítico de 20 mil millones de dólares. El primero se desplomó en alrededor de 13, y las segundas sobrepasan los 30 mil millones. El horizonte de catástrofe cambiaria habría de reincendiarse cuando el fallo judicial adverso a la Argentina en la Corte Suprema de los EE.UU., por el caso buitres, que provocó una satisfacción indisimulable en la oposición más bruta. Sin embargo, sólo terminó constatada la corrida que, a comienzos de octubre, desalojó a Juan Carlos Fábrega del Banco Central. Cristina le endilgó, en público, no controlar el mercado cambiario y permitir maniobras financieras. Asumió Alejandro Vanoli, hubo una ofensiva macro y micro sobre los operadores de las cuevas –esto quiere decir sobre la operatoria de los grandes bancos, que son los que las proveen– y el partido del año, o uno de ellos y no precisamente el menor, terminó con el precio del dólar ilegal en tendencia bajista. Lo concreto es que el año arrancó y se retroalimentó con las profecías de un desmadre cambiario, un país acorralado por la Justicia norteamericana y una cantidad de reservas, líquidas, incapaces de aguantar la tormenta perfecta. Junto con eso, o a propósito de especular con eso desde la prédica de sus medios de comunicación asociados, el dichoso sector agropecuario encanutó, literalmente, la mitad de sus granos. Se guardaron liquidar la cosecha en espera de la devaluación autoprofética prometida por sus voceros, y así siguieron esperando mientras se derrumbaba el precio internacional de las materias primas. Entre las frases más sintomáticas del año debería contarse la del tránsfuga Eduardo Buzzi, ahora ex titular de la Federación Agraria, cuando admitió que se habían equivocado en especular. Esos son los muchachos que después se alarman ante el déficit fiscal, los problemas de la balanza comercial y sus sucedáneos. El aspecto indesmentible es que empezaron y anduvieron, buen rato, por esos lares de terremoto cambiario. Y acaban el año hablando de un hotel de Cristina en Santa Cruz. Si despegaron en 2014 con el augurio de un dólar a 20 y terminan centrados en Lázaro Báez, Amado Boudou o el nombramiento de un juez electoral bonaerense, no quepan dudas de que tuvieron, para decirlo suavemente, ciertas equivocaciones espectaculares. U operativos que jamás anclaron en la realidad.

Lo político siguió a pie juntillas esos choques entre lo que es y lo que se inventa que sea. En orden de expectativas publicitarias, éste debió haber sido el año en que Sergio Massa terminaría de comerse crudos a los chicos indecisos del kirchnerismo resentido, ambivalente, calculador. No pasó, ni por asomo. No hubo fuga masiva hacia ¿el massismo? de los alcaldes y gobernadores preocupados por el fin de ciclo kirchnerista. Massa, tal vez, comprobó que seguir disparando frases huecas a favor de la felicidad puede ayudar a conseguir entradas, pero no para asegurar el éxito de la obra. Asumirse como menemista sería su techo. Entró en lo que sus propios encuestadores amigos llaman amesatamiento, y continúa ausente de candidatos en todos los distritos que definen unas elecciones generales como las que se aproximan. Los radicales y socialistas santafesinos, que es lo que quedó de Fauna, sufrieron implosión. Los segundos son un registro meramente distrital. Y los radicales ya se resignaron a ser una murga tricolor, sin ninguna ambición de poder presidencial: se dividieron entre a) negociar rincones con Macri; b) colgarse de lo que fuere, al estilo del senador jujeño Gerardo Morales, y c) mantener algún grado de identidad propia. Carrió les marcó la cancha, simplemente desde su capacidad de influencia mediática escandalosa. Mueve a los radicales como a peleles, gracias al influjo de su carisma rimbombante y a la impunidad que le brinda, por una parte, su juego a favor de la tilingocracia antipolítica. Y además, debido a la inexistencia no ya de líderes o referentes, sino de simples figuritas mediáticas, en la zona que dice querer representar. Lilita tampoco construye nada, pero el año volvió a demostrar que es notable en su volumen destructivo de la organización política del gorilaje. Ahora está de amores con el alcalde porteño, pero quienes votarán a éste no necesitaban, ni necesitan, del dedo indicardor de la chaqueña. Carrió sirve para que la derecha se confirme a sí misma, no para que se suicide votándola. Es un personaje, no una personalidad.

Mauricio Macri y Daniel Scioli son casos aparte. El intendente porteño dispone de toda la artillería de prensa opositora a su favor, con excelentes perspectivas en la Capital más atendibles atracciones en Santa Fe y Córdoba. Pero no tiene con quién afrontar el desafío clave de la provincia de Buenos Aires. Allí, por ahora, no cuenta con nadie capaz de sacar la cabeza de debajo del agua, del mismo modo en que el gobernador tampoco puede desarrollar mayor potencial sin que Cristina lo habilite. Debe volverse al tan cansador como estimulante recordatorio de que todo sigue en disputa. La semblanza no es obvia si se toma nota de que a comienzos de 2014 –según aquellos pronósticos casi unánimes de colegas, prestidigitadores y operadores del flanco brutamente antigubernamental– todo estaba por caerse. Cristina no terminaba su mandato y surgiría vaya a saber qué, a erigir por nunca supieron decir quién. Respecto de la creación de ese clima que se reveló falso, agrandado, ilusorio, cierto grueso de la sociedad, de los llamados medios hegemónicos y de sus comunicadores, también deben hacer su balance. ¿Les interesa reparar en sus errores, o sólo les importa continuar descargándose a la bartola desde un resentimiento de clase más mierda que media? El 2014 no fue un año original en esa materia del catastrofismo. Viene de bastante atrás que ella no podría sin Néstor, que sucumbiría frente a los caudillos distritales del PJ, que terminaría refugiada en sus chicos de La Cámpora, que tarde o temprano el mercado le daría una lección inolvidable, que el mundo se vendría encima para demostrarnos que ya no hay lugar para experimentos populistas, los cacerolazos estarían a la orden del día y que a “la gente” le importará sobremanera si es una corrupta testaferreada. ¿Da la sensación de que haya sido así, o de que vaya a serlo? Hay el desafío de que lo K no cuenta con candidato alguno que asegure ganar las elecciones para mantener el rumbo, pero tiene un piso popular que difícilmente aceptaría desandar el camino. La prueba es que los demás no pueden sincerar su propuesta de retroceso.

A las grandes cosas políticas hay que medirlas en tiempos históricos. Sería una chicana fácil concluir sencillamente en que el año termina con Cristina en altos índices de aceptación popular, que el incendio social de los diciembres argentinos no se dio, que el consumo comercial estuvo a la mejor altura de los grandes momentos clasemedieros. No es esencialmente por eso que esta foto calma del fin de 2014 es lo más representativo. Es porque lo prometido por los conocidos de siempre sería peor que esto, aun en términos de proyecto o pretensiones de una sociedad conservadora. El año que viene, a esta altura, Cristina no estará en Casa Rosada. Pero quien ocupe el puesto de Presidente deberá tomar nota de que hay logros que no tienen vuelta, so pena de grandes conflictos sociales. Ya que estamos: en el Luna, en Ferro, en Argentinos, en Atlanta, el kirchnerismo demostró que es absolutamente la única fuerza con capacidad de movilización.

Por último, vale detenerse un párrafo en la noticia política más popular del año. La más entrañable. La que más y mejor aglutinó a la inmensa mayoría de los argentinos. Estela recuperó al nieto que le faltaba. O el nieto a ella, no entremos en esas disquisiciones. La observación más valiosa es que hay asuntos capaces de juntarnos. Y la percepción, ante 2015, según lo que volvió a explicar 2014, es que también podría juntarnos el imperativo de que es de acá para adelante, nunca para atrás. No es ni romanticismo ni frase hecha. Es dialéctica. Resolución de las contradicciones. Debería bastar con ver a quiénes contradicen lo que hay.

29/12/14 Página|12

A LOS 87 AñOS, MURIO AYER EL MUSICO LEOPOLDO FEDERICO El tango perdió a su mejor trabajador

Bandoneonista, compositor, arreglador, director de orquesta, presidente por años de la asociación que defiende los derechos de los intérpretes, fue uno de los grandes de la historia del género. Con humildad, Federico atribuía su enorme carrera a “la suerte”.

Por Karina Micheletto

Murió Leopoldo Federico, uno de los músicos más importantes de la historia del tango. Murió el músico que hizo el tango en la Argentina, junto a prácticamente todos los grandes que hicieron el tango, en un sorprendente hacer que lo colocó al lado de Troilo, Piazzolla, Grela, Julio Sosa, Mores, Salgán, Stampone, Maderna, Balcarce, Gobbi, Di Sarli, entre una lista que lo hacía definirse con su eterna sonrisa como un tipo de suerte, y un agradecido a la vida. Murió el hombre que logró sostener en alto su orquesta durante 55 años, el que hasta el final de sus 87 se transformaba, literal, físicamente, cuando subía al escenario y abrazaba su bandoneón. El que dedicó gran parte de su vida a defender los derechos de los músicos, el que hablaba ante todo de trabajo cuando se refería al arte que desarrollaba. Lo sobrevive, como suele decirse, una obra, propia y compartida, y en su caso no sólo eso: también sólidas y emprendedoras nuevas generaciones de tangueros, que formó a su manera y con quienes se dejó formar, en esa experiencia única que fue su orquesta: la familia, decía él.

Bandoneonista, compositor, arreglador, director de orquesta, presidente por años de la asociación que defiende los derechos de los intérpretes (AADI), tan fanático del tango como de Racing, al que después de tanto sufrimiento llegó a ver otra vez campeón, Federico tuvo la doble virtud de ser un gran músico y una gran persona, querida y respetada unánimemente por sus colegas. Charlar con él era un placer casi tan grande como escucharlo tocar; era emprender un viaje por la historia y el presente del tango, en el que se acumulaban anécdotas con datos precisos de hitos fundadores del género, narrados con la sencillez que le otorgaba el convencimiento de haber hecho lo que había que hacer, que era básicamente trabajar, y defender lo que quería, que era básicamente el tango, siempre agradecido porque consideraba que todo eso, que era mucho, se lo había regalado la vida. Desde ese convencimiento, Federico podía estar contando sobre la emblemática orquesta de Piazzolla del ’46, o sobre el éxito arrasador que vivió con Julio Sosa, o sobre aquellas giras por Japón, o alguna anécdota con Troilo, para concluir, preocupado: Y vos, nena, ¿cómo hacés con el trabajo y los chicos?

El bandoneón de Federico atravesó prácticamente todos los hitos del género, desde la orquesta típica hasta la vanguardia del Octeto de Piazzolla, pasando por el descomunal éxito de Julio Sosa, en tiempos de declive para el tango, o aquel Cuarteto San Telmo que formó con Roberto Grela. Tocó con aquella orquesta del ’46 de Astor Piazzolla, con Miguel Caló, y antes con Osmar Maderna, con Emilio Balcarce, Alfredo Gobbi, Héctor “Chupita” Stamponi, y con la orquesta de Mariano Mores, y la de Carlos Di Sarli, entre otras. Esas pertenencias lo hacían repetir que se consideraba “un predestinado”, “un tipo de suerte”, y explicar por qué era un agradecido a la vida: “Parecía que cada orquesta que me gustaba, cada una con la que yo decía: ¡cómo me gustaría tocar ahí!, me terminaba llamando”, decía a esta cronista. “Mi carrera es un cartón de lotería donde hice bingo: llené todo lo que me gustaba”, concluía.

A fines de 1948, Horacio Salgán también lo convocó para integrar su orquesta, aquella en la que fueron “descubiertos” dos cantores: Edmundo Rivero, reclutado a pesar de no encajar en el canon de “galán” que debía cumplir este puesto, y ese otro que dejaría su trabajo de colectivero para tomar esa responsabilidad, Roberto Goyeneche. La de Salgán fue la orquesta en la que Federico pasó más tiempo como primer bandoneón de una formación “ajena”. Tras dejarla, el bandoneonista fundó en 1952 su propia orquesta, junto con Atilio Stampone, para pasar a hacer su música, hasta el final de sus días, en ese espacio consolidado y definido como una familia, además de encarar con entusiasmo otros múltiples proyectos. “Mi destino se empecinó en no dejarme parar”, decía él sobre esta actividad constante, a la que se sumaba la de su diario trabajo en AADI. “Siempre aparece algo nuevo para comprometerme, y siempre está mi orquesta, once compañeros que son tan amigos que no quieren que de-saparezca como institución. Y así van apareciendo compromisos de grabación, proyectos que me tientan. Me engolosino, y a pesar de mis problemas físicos no quiero dejar de hacer algunas cosas. Seguiré hasta que sienta que puedo empezar a pasar papelones.”

Entre esos compañeros que lo “tentaban” para seguir tocando se encuentran el pianista Nicolás Ledesma, el contrabajista Horacio Cabarcos, los violinistas Damián Bolotín, Brigitta Danko o Miguel Angel Bertero, los bandoneonistas Horacio Romo, Carlos Corrales o Federico Pereiro, el cantante Carlos Gari, todos integrantes de la familia de su orquesta. O el guitarrista Hugo Rivas, con quien grabó Sentido único, un disco que remite a aquella experiencia del Cuarteto San Telmo. O Susana Rinaldi, quien fuera su compañera al frente de AADI, y con quien registró Vos y yo (2011, Epsa). Otros discos imprescindibles que protagonizó Federico en sus últimos años: Mi fueye querido, un disco sólo con bandoneón, promovido por la asociación TangoVía (Epsa, 2007), De antología, un registro de su orquesta del año 2000 (Emi), A Piazzolla, en trío con Horacio Malvicino y Adalberto Cevasco, Raras Partituras 6, junto a la orquesta El Arranque (2010), surgido de un proyecto de la Biblioteca Nacional, que rescata obras poco conocidas y composiciones de folklore como “Zamba de la extranjera”, en coautoría con Julio Fontana (el autor de “Zamba para no morir”).

En su estilo compositivo aparecía la vena romántica y el gran melodista: “Cabulero”, “Sentimental y canyengue”, “Capricho otoñal”, “Preludio nocturno”, “Mi fueye querido”, son algunas de sus obras. Más allá de los numerosos discos que grabó y de los cerca de cincuenta temas que compuso, lo que lo “engolosinó” a Leopoldo Federico, y lo que siguió haciendo con felicidad casi hasta el final, fue tocar en vivo, casi siempre con su orquesta. Algo de otro orden –vaya una a saber cuál– operaba cuando Federico, ya achacado por problemas de salud en sus últimos años, con el cuerpo encorvado y ayudando el paso con un bastón, llegaba a un escenario, acomodaba entre sus rodillas su bandoneón, cerraba los ojos y finalmente se lanzaba con su música. Podría decirse que ese hombre renacía, y renacía con él una genealogía tanguera que supo extender hasta el presente, nunca como un mero recuerdo de tiempos que fueron, siempre como una apuesta creativa y colectiva.

Por si todo esto fuera poco, el incansable Federico se preocupaba por defender los derechos de sus colegas, en un trabajo al que se dedicaba tiempo diariamente en AADI. Puso el cuerpo también en reclamos puntuales, se movilizó, por ejemplo, junto a muchos otros colegas para pedir frente a la jefatura porteña, dos años atrás, que Mauricio Macri diera marcha atrás al menos con uno de sus 107 vetos a leyes, el de la ley de Reconocimiento para la Actividad Musical, que otorgaba un subsidio a músicos mayores de 65 años. Le explicó entonces a Hernán Lombardi, que terminó aceptando recibirlo junto a Teresa Parodi y algunos otros artistas, que no estaba pidiendo un beneficio para él, sino para muchos colegas que estaban en situaciones acuciantes. Recibió el no rotundo y descortés del ministro de Cultura, en un episodio que recordaba con tristeza.

Jorge Dimov y Esther Echenbaum escribieron una minuciosa biografía de Federico en la que lo definen con justicia desde el título como El inefable bandoneón del tango (Gourmet Musical Ediciones). “El máximo músico de tango vivo”, “un puente virtuoso entre dos siglos”, “el que tocó con todos y marcó un estilo único”, y también “un ser tan honesto en el plano personal como en el profesional”, se lo definió también en la presentación de ese libro, un festivo encuentro tras el que por supuesto tocó con su orquesta. “Hubiese sido mucho más simple enumerar las orquestas en las que no tocó, pero afortunadamente para nosotros no elegimos ese atajo, y así pasamos tres años disfrutando de sus anécdotas. Vamos a extrañar esos encuentros en AADI”, decía Echenbaum en la presentación de su obra. Algo similar podría decir esta cronista para cerrar la nota que nunca hubiera querido escribir, en el repaso de tantas notas publicadas en este diario, con las que tuvo la fortuna de asomarse a su universo, y segura de que la semblanza final no alcanza a definir a un hombre excepcional. Hasta siempre, y gracias, querido Leopoldo Federico.


El portador de saberes
Por Santiago Giordano

Piazzolla nunca pudo entender por qué Leopoldo Federico no ponía su inmenso talento al servicio de las vanguardias que buscaban sacudirle el entumecimiento al tango. “Nunca olvidaré la orquesta del ’46 y el Octeto, lo que pasa es que si yo tocara así sería uno más (...). Te quiero y admiro y seguí con lo tuyo y si lo amás mejor (...). Que Dios te bendiga y tus manos también. Ya di mi trompada, ahora me largo a llorar”, le escribía Piazzolla en una de las cartas con las que polemizaron durante la década del ’80. Es que para Leopoldo Federico el tango no se dividía entre la vanguardia y el resto. La cosa pasaba por tocar o no.

Para Federico la sublevación fue tocar como tocaba, aunque a menudo apelaba al menos romántico “trabajar” para decirlo, como un sinónimo que resume mejor la mezcla de inspiración y transpiración que ponía sobre el escenario.

Así se formó uno de los grandes bandoneonistas de todas las épocas, seguramente el más solvente, y un director y arreglador que sabía que los pies pueden escuchar y los oídos bailar. En su musicalidad inmensa y en su sonido capaz de dulzuras y reciedumbres retumba el más selecto linaje del género.

Su escuela, que es su nombre, se hizo en el vértigo de los trabajos con las figuras y las agrupaciones más importantes del tango: Juan Carlos Cobián, Alfredo Gobbi, Osmar Maderna, Mariano Mores, Héctor Stamponi, Carlos Di Sarli, Osvaldo Manzi, Lucio Demare, Horacio Salgán, Astor Piazzolla, Atilio Stampone, antes de ponerle con su propia orquesta un traje a medida a la voz y al carisma de Julio Sosa. Después supo tocar con Roberto Grela, hacer un disco de solos de bandoneón del tamaño moral de una enciclopedia y sostener un dúo estremecedor con Susana Rinaldi, entre muchas otras cosas. Y siempre su orquesta, el juego que más le gustaba, lo que lo justificaba como músico íntegro.

Nunca dejó de tocar y dirigir, de trabajar. Era el portador, de primera mano, de muchos de los saberes fundamentales del tango, con los que hizo su síntesis personal. Su legado es el de un clásico, en el sentido más costoso del término.


Una condición natural
Por Atilio Stampone *

Conocí a Leopoldo cuando yo tenía quince años. El era un año menor que yo. Desde ese momento estuvimos tocando juntos, encontrándonos y separándonos, él como bandoneonista y yo como pianista. Lo que nunca perdimos fue nuestra gran amistad. Comenzamos juntos, cuando armamos la Orquesta Stampone-Federico, y luego él pasó a dirigir la Orquesta Estable de Radio Belgrano. Leopoldo tenía una condición natural para el instrumento, lo comprendía a la perfección. El fuerte de Leopoldo no era la composición, él estaba hecho para convertirse en el mejor bandoneonista argentino de todos los tiempos.

* Pianista, arreglador, director y compositor.


Todos fuimos sus alumnos
Por Horacio Cabarcos *

Leopoldo fue el número uno en toda la historia del bandoneón argentino. El más completo. Adentro suyo se reunían Maffia, Troilo y Piazzolla. El se convirtió en un maestro sin dar clases, porque todos fuimos sus alumnos: pianistas, guitarristas, violinistas, contrabajistas, todos aprendimos escuchándolo. Recuerdo una ocasión en la que Piazzolla debía tocar junto a la Filarmónica de Buenos Aires y no podía hacerlo porque estaba en Francia. Desde allá se comunicó para avisar que el único autorizado para reemplazarlo era Leopoldo Federico. A ese nivel estaba. A veces Piazzolla lo llamaba y le decía: “Mirá, Gordo, te paso estos tangos porque el único que puede tocarlos sos vos”. Yo toqué con Leopoldo durante treinta y cinco años y, a pesar su increíble capacidad técnica, lo que me dejó excede lo musical. Nosotros salíamos de gira con él a la cabeza, pero nunca se puso en el rol del tipo que da órdenes. No éramos “sus” músicos, sino que nos hacía sentir como compañeros. La orquesta la manejábamos entre todos. Elegíamos los trabajos. Luego salíamos a comer, recorríamos las ciudades juntos. Una gran felicidad, sentarme junto al mejor de todos los tiempos y que me trate como su par. Leopoldo siempre intentó mantener la orquesta típica de doce miembros. A veces nos salían trabajos como trío, en los que podíamos sacar más dinero, pero él ponía como condición que luego tocase la orquesta entera, porque no quería dejar a ninguno de sus compañeros sin trabajo. Esa manera de entender la vida le permitió seguir tocando hasta sus ochenta y seis años y subirse a un escenario, en el anteúltimo Festival de Tango, junto a jóvenes que recién se estaban iniciando. Esa fue su gran enseñanza, poner su pasión por encima de todo.

* Contrabajista, fue integrante de la orquesta de Leopoldo Federico.

29/12/14 Página|12


La importancia de Cuba en la geopolítica de Estados Unidos

Norberto Emmerich reflexiona sobre la reapertura de relaciones diplomáticas entre los países americanos, luego de medio siglo. ¿Por qué ahora?
Por Norberto Emmerich, Instituto de Altos Estudios Nacionales, Ecuador
Durante el siglo XIX la geopolítica del Atlántico fue un problema para Estados Unidos. Muchos imperios europeos estaban firmemente atrincherados cerca de las costas estadounidenses. Los británicos tenían bases marítimas en Canadá y las Bahamas. Varias potencias europeas tenían colonias en el Caribe, las que mantuvieron un fuerte intercambio comercial con la Confederación durante la Guerra Civil. Aunque expulsados de la península, los españoles seguían firmes en Cuba, Puerto Rico y la mitad oriental de isla La Española (República Dominicana).
Todos ellos significaron un desafío para Estados Unidos, pero Cuba fue el tema más molesto. Si Nueva Orleans es fundamental, porque es el eje de toda la cuenca del Mississippi, Cuba lo es porque supervisa el acceso de Nueva Orleans al resto del mundo desde su posición en el canal de Yucatán y el Estrecho de la Florida. Por supuesto que no es lo suficientemente fuerte como para amenazar a Estados Unidos directamente, pero Cuba podría ser la cabecera de playa de cualquier expedición extra-continental.
En su momento de mayor poderío España controlaba Florida, la península de Yucatán y Cuba, los territorios necesarios para neutralizar a Nueva Orleans. A finales del siglo 19 solo quedaba Cuba. En ese momento España había sido aplastada en las guerras europeas, reducida a una potencia regional de segunda categoría al suroeste de Europa. Fue cuando Washington decidió abordar la cuestión de Cuba.
En 1898 Estados Unidos lanzó su primera guerra expedicionaria, con asaltos anfibios, largas filas de suministro y apoyo naval, un modelo de combate que luego será famoso. En una guerra breve, Estados Unidos capturó todos los territorios insulares extranjeros de España, incluyendo a Cuba. Había varias potencias europeas con bases en el hemisferio occidental que podrían amenazar el territorio continental de Estados Unidos, pero con Cuba en manos de los americanos no era fácil asaltar Nueva Orleans, el sitio que podría hacer peligrar la posición de Estados Unidos. Cuba siguió siendo un territorio de facto de Estados Unidos hasta la Revolución Cubana de 1959. Allí Cuba volvió a ser una base para una potencia extra-continental, la Unión Soviética. En 1963 Estados Unidos estuvo a punto de entrar en una guerra nuclear, con esa gravedad manejó Washington la cuestión cubana. En la postguerra fría Cuba ya no tenía un patrocinador externo y ya no fue un riesgo de seguridad. ¿Este es el motivo por el que Estados Unidos rehace relaciones con Cuba?
El valor estratégico de Cuba
En 1803 el presidente Thomas Jefferson compra Louisiana. Española durante la mayor parte de su historia, Louisiana había sido cedida a Francia hasta que Napoleón la vendió a Estados Unidos para financiar sus guerras europeas. Con lucidez Jefferson vio que Louisiana era esencial para la seguridad nacional de Estados Unidos por dos motivos.
En primer lugar porque la población de Estados Unidos se asienta principalmente al este de los Apalaches en una larga franja que va desde Nueva Inglaterra hasta el límite entre Georgia y Florida. Como lo demostró la guerra de 1812 es una geografía muy vulnerable a una invasión con poco espacio para retirarse. En segundo lugar, Jefferson entendía que la prosperidad estadounidense debía basarse en agricultores dueños de su tierra, que fueran empresarios y no campesinos. Las ricas tierras de Luisiana, en manos de inmigrantes propietarios, podrían generar suficiente capital como para construir el país y además proporcionar la profundidad estratégica necesaria para tornarlo seguro. Allí en Louisiana, en ese momento y con esas decisiones Jefferson creó Estados Unidos.
Louisiana era valiosa por su estructura fluvial, que permitía a los agricultores del Medio Oeste transportar sus productos en barcazas hasta el río Mississippi y luego a Nueva Orleans, donde se embarcaba a Europa. Esta estructura de tráfico comercial hizo posible la Revolución Industrial en Gran Bretaña, porque la importación masiva de alimentos convertía a los agricultores británicos en trabajadores libres, listos para convertirse en obreros de las industrias urbanas.
Estados Unidos necesitaba controlar el complejo fluvial Ohio-Missouri-Mississippi, la desembocadura del Mississippi, el Golfo de México y las salidas al Atlántico que transcurrían entre Cuba y Florida y entre Cuba y México. Una ruptura en esta cadena de suministro tendría consecuencias –globales y nacionales- sustantivas. Aún hoy Nueva Orleans sigue siendo el mayor puerto agrícola de Estados Unidos, por donde salen los cereales a Europa y por donde entra el acero para la industria estadounidense.
Con Louisiana, España frenaba las incursiones de Estados Unidos en México y en sus minas de plata, parte sustancial de la riqueza española, amenazadas cuando Louisiana pasó a manos estadounidenses. Para Estados Unidos, España era una interferencia comercial. Si Florida, Cuba y la península de Yucatán permanecían en manos españolas, el tránsito por el Mississippi estaba en discusión.
El rol del ex presidente Andrew Jackson fue clave en la estrategia jeffersoniana. Había guerreado contra los Seminole en Florida y le arrebató el territorio a los españoles y a los indios, por supuesto. En 1814 defendió Nueva Orleans del ataque británico. Siendo presidente vio que México independiente era la principal amenaza para las pretensiones americanas. La frontera de México con Texas era el río Sabine, a sólo 193 kilómetros (120 millas) del río Mississippi. Jackson alentó la aversión de Texas contra los mexicanos y preparó el escenario para la anexión.
Pero la española isla de Cuba seguía siendo la gran molestia de Estados Unidos. Los pasos de Florida y Yucatán eran muy estrechos y os españoles, incluso debilitados, podrían bloquear las rutas comerciales, aunque los británicos eran la principal preocupación. Con su base en las Bahamas podrían tomar Cuba e imponer un bloqueo perdurable, paralizando la economía de Estados Unidos. Ya que los ingleses dependían del grano estadounidense buscarían controlar las exportaciones de la región central para garantizar su propia seguridad económica. Ese temor al poder británico definió la Guerra Civil y los sucesos de las décadas posteriores.
En manos de una potencia enemiga Cuba era tanto un tapón para el Mississippi como un punto de lanzamiento para la toma de Nueva Orleans. La extrema debilidad de los españoles preocupó a los americanos. Cualquier potencia europea -los británicos o los alemanes después de la guerra franco-prusiana- podría golpear fácilmente a los españoles en la isla y Estados Unidos no podría resolver la situación, en virtud de carecer de una armada poderosa. Allí Cuba se convirtió en un imperativo estratégico para Estados Unidos. Theodore Roosevelt se encargó de convertir a Estados Unidos en una potencia naval importante. Dentro de esa estrategia se aseguró la construcción del Canal de Panamá, como instrumento de una marina de guerra bioceánica y fue el símbolo de la conquista estadounidense de Cuba en la guerra de 1898-1900.
Con la incautación de la isla quedó asegurado el tránsito atlántico de Nueva Orleans.  El control efectivo se mantuvo hasta la revolución de 1959, aunque siguió manifestando una preocupación de seguridad por la isla. Cuba no ponía en peligro las líneas de suministro, pero en manos de un enemigo significativo podría convertirse en una avanzada para hostilizar a Estados Unidos.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, ante rumores de una probable influencia alemana en Cuba, Estados Unidos alentó el ascenso de Fulgencio Batista. Siempre que una potencia extranjera mostró interés en Cuba, Estados Unidos reaccionó, hasta que Castro tomó el poder en 1959.
La Cuba postsoviética
Con la disolución de la Unión Soviética, Cuba perdió su garante estratégico y dejó de estar amenazada por Estados Unidos. De allí surgió un compromiso implícito: dado que Cuba ya no era una amenaza para Estados Unidos, Washington no ponía fin a las hostilidades pero no alentaría el derrocamiento del régimen. El gobierno cubano se comprometía a no convertirse en una amenaza estratégica para Estados Unidos. Seguía siendo una molestia pero ya no sería una cabecera de playa.
En un momento en que ninguna potencia puede aprovechar la ubicación geográfica de la isla, Cuba necesita mejores relaciones con Estados Unidos, sobre todo si la situación en Venezuela produjera un corte en la cadena de aprovisionamiento de petróleo. Estados Unidos insiste en un cambio de régimen, lo cual no implica necesariamente un cambio de gobierno ni implica tampoco una crisis política. Los hermanos Castro están viejos y no han logrado armar liderazgos alternativos. La construcción de un sistema de partidos, la convocatoria a elecciones generales y la legitimación liberal de la conducción comunista, sería un formato de cambio de régimen que dejaría satisfecho a ambas partes.

Arabia Saudita y su petróleo, contra todos

El reino saudí inició una jugada mundial totalmente opuesta a la empleada durante la crisis del petróleo de 1973 y cuyo objetivo desestabilizante son tres potencias: Irán, Rusia y Estados Unidos.
alt
Por Ezequiel Kopel
La “culpa” fue de China aunque el mundo miró rápidamente a Estados Unidos. Pero en la actualidad el tablero de ajedrez de la economía mundial lo maneja más el país oriental que el “Tío Sam”. Todo empezó con la desaceleración de la economía de la República Popular China, a lo que se sumó que Estados Unidos redujo drásticamente su dependencia en el petróleo extranjero por su creciente uso de energías alternativas y la expansión de su industria de petróleo no convencional, también llamado shale. Y ahí vio su oportunidad  el mayor especulador de los precios del petróleo en las últimas décadas: Arabia Saudita. Los exportadores de la ideología pan-islámica salafista, que el mundo occidental comenzó a descubrir con las tristemente célebres acciones del Estado Islámico, fijaron sus intentos desestabilizantes en tres países: Irán, Rusia y en menor medida Estados Unidos, en ese orden de importancia e intención.
Aprovechando que a principios de diciembre el gobierno de Irak firmó un acuerdo con el Gobierno Regional Kurdo (KRP) por el cual se compromete a enviar 300 mil barriles de petróleo por día a Irak, mientras que se le permite vender independientemente en el mercado internacional 250 mil barriles a través de un oleoducto dirigido a Turquía, Arabia Saudita decidió mantener su sostenida e inmensa producción que, junto a la entrada del barato petróleo kurdo, saturó un mercado ya colmado de ofertas. Asimismo, la entrada de un nuevo actor provocó el interés de numerosas compañías petroleras occidentales de explotar las zonas kurdas, sobrecargando la oferta en un mercado no aliviado por la demanda, lo que ocasionó que el precio del petróleo se sitúe por debajo de los 60 dólares el barril. Luego vino la reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) donde naciones como Venezuela e Irán trataron de convencer a Arabia Saudita de que se pusiera un coto a la producción de petróleo (que se encuentra en 30 millones de barriles por día), disminuir el mercado y provocar un alza en el precio. Pero la intransigencia del reino saudí fue terminante y el petróleo bajó aún más. Sus aliados en la jugada fueron Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos, quienes totalizan más de 1,5 trillones de dólares en reservas financieras y le permiten paliar los menores ingresos.
La jugada fue a contraposición de lo hecho hace más de 40 años, cuando durante la crisis de 1973, Arabia Saudita decidió aumentar el precio cuatro veces su valor; aunque la jugada le resultó fallida: los mayores beneficiarios fueron las empresas petroleras privadas (controladoras por ese tiempo del 85% de las reservas del mundo) a las que la movida de la OPEP pretendía perjudicar, permitiéndoles tener un superflujo de dinero para invertir en pozos no convencionales como las costas de Gran Bretaña o África y aumentar sus polos de extracción.
Irán puede sobrevivir con un barril a 40 dólares, según declaraciones de su propio vicepresidente Eshag Jahangiri; sin embargo, el presupuesto que cerraron a fines de este 2014 contempla un precio mínimo de 72 dólares, por lo que cifras por debajo de 60 dólares le exigirán un recorte sin precedentes en ministerios cuasi autónomos que dependen directamente de los ayatolá y que les han permitido posicionamientos geoestratégicos alrededor de Medio Oriente (Siria, Irak, Líbano y Yemen) con millonarias sumas de dinero, producto de los excedentes de petróleo y que, en mayor medida, sostienen a los regímenes que allí reportan . Su mercado interno también ha sido afectado drásticamente como queda en evidencia con, por ejemplo, la decisión del gobierno iraní de aumentar los precios del pan en un 30 por ciento. Por lo tanto, su salvación residiría en un acuerdo sobre su programa nuclear que suprimiría las sanciones internacionales en su contra y que  han disminuido las exportaciones de dos millones de barriles de petróleo a un millón durante este año. La contención y el control internacional de su programa nuclear tranquilizaría los temores de Arabia Saudita de que Irán con una bomba nuclear sería incontenible en sus ambiciones internacionalistas y en la constante guerra sunita- chiíta, donde Arabia Saudita e Irán llevan la voz cantante de sus respectivas denominaciones religiosas, y donde escenarios externos como Irak son los campos de batalla.
Rusia, que produce el 20 por ciento del petróleo de Europa, es otro de los objetivos de la movida, pues el debilitamiento de su economía también es un duro golpe a sus políticas en las regiones que están en clara contraposición a los intereses sauditas. Imitando las acciones del pasado que demostraban que la Unión Soviética trataba de influir en países cuando su petróleo estaba en alza, la aventura en Ucrania, su apoyo irrestricto al régimen de Basher Assad o el espaldarazo a los rebeldes contra el gobierno sunita de Yemen -todos apoyados por Arabia Saudita de una manera u otra- muestran que los sauditas están esperando desde hace tiempo la oportunidad de saldar las cuentas con sus viejos rivales rusos. Rusia tenía gran interés en mantener los precios altos del petróleo ya que ningún país es más dependiente de éstos como factor de recuperación de su economía, mientras intentaba disuadir a los principales países productores de energía de poner en peligro su cuota de mercado en Europa, que ahora con Rusia en retroceso buscará nuevos horizontes. Otra clara consecuencia ha sido la cancelación de la construcción de un gaseoducto que intentaba circunvalar  a Ucrania.
La movida pretende afectar también a un antiguo aliado, pero actual competidor económico, de Arabia Saudita como Estados Unidos.  Mientras numerosos medios periodísticos del mundo intentan describir la baja de los precios en el petróleo con un hecho fait-accompli producido por los norteamericanos, lo cierto es que los mismos, y especialmente sus poderosas petroleras privadas, tienen mucho que perder. Recordando la máxima que dice “nunca confíes demasiado en tus amigos”, las firmas estadounidenses que utilizan la técnica de extracción “fracking” serán extremadamente dañadas si los precios bajos del petróleo se prolongan por un largo periodo de tiempo.  El golpe financiero pondría a estas empresas fuera del mercado pues su negocio actual se basa en una balanza comercial donde el precio del barril supere ampliamente los 100 dólares para financiar una extracción muchísimo más cara que la del petróleo convencional (a Arabia Saudita sólo le cuesta 5 dólares la producción de cada barril).  Sin grandes márgenes acumulados, esas empresas -así como algunos influyentes estados petroleros estadounidenses, particularmente dependientes de la ese tipo de extracción como Wyoming, Oklahoma, Dakota del Norte, Alaska y Texas- estarían en graves problemas. Mientras los precios bajos del petróleo ayudan en el corto plazo al bolsillo de los consumidores estadounidenses (el 70 por ciento del petróleo mundial se usa para automóviles), a la larga esos mismos valores perjudicarán a los productores de energía que dependen exclusivamente la producción y que les ha ayudado a aumentar el empleo y mantener sus presupuestos durante la crisis financiera.  Por ejemplo, la producción de pozo petrolero “shale” de Bakken en Dakota del Norte había incrementado en un 15 por ciento la producción total de Estados Unidos, dándole un superávit presupuestario de más de un billón de dólares sólo a ese estado.  Por lo tanto, la cancelación de pozos “shales” a través del país no es una aventura que Estados Unidos puede permitirse por mucho tiempo.
Con una baja en los precios del petróleo que puede ser a la vez una bendición y un castigo para Estados Unidos, con Rusia e Irán intentando mantener sus intereses internacionales mientras compiten mutuamente por influir en Asia Central -como queda de manifiesto en la puja por la demarcación del Mar Caspio (en efecto el lago más grande del mundo-), sólo  China con un posible aumento de su demanda de petróleo mundial y Arabia Saudita, con una menor producción, tienen la llave para pacificar un mercado de extremo peligro colateral.  Un mercado que contiene a países que pueden actuar en cualquier momento como un perro acorralado: cuanto más amenazado se vea, mayor será el peligro de un ataque inesperado.

Pagni, al servicio de Tata Yofre

Una causa judicial investiga a diferentes periodistas por espiar a políticos y famosos. Los diálogos entre Yofre y Pagni que figuran en la Justicia.
Por Nicolás Adet Larcher
Carlos Pagni es en la actualidad – como lo define Horacio González – “la pluma sutil de la derecha moderna”. Desde La Nación, el columnista se ocupa cada semana de los hechos políticos más trascendentes. No son pocas las veces que sorprende gracias a la información vertida en los textos. Ahora se sospecha que esa data en realidad fue obtenida de manera poco clara. O ilegal, para no usar eufemismos.
Desde 2006, la Justicia investiga una posible asociación ilícita que se ocupaba de espiar a políticos, jueces y personajes del espectáculo con la finalidad de obtener información confidencial para diversos fines. En 2008 se efectuaron allanamientos simultáneos en las viviendas de varios sospechosos.
En 2012, la jueza Sandra Arroyo Salgado emitió un fallo en donde se procesaba a nueve personas por este delito y por el de encubrimiento. Entre los imputados, Carlos Pagni figura junto a otros periodistas como Roberto García de Perfil, Edgard Mainhard de Urgente 24 y Héctor Alderete del portal SEPRIN. Además de ellos, también se procesó al empresario santiagueño Néstor Ick, al ex jefe de la SIDE menemista, Juan Bautista Yofre, al ex militar Daniel Manuel Raimundes y a dos ex agentes de inteligencia: Iván Velázquez y Pablo Carpintero. La semana pasada, la causa tuvo el pedido de elevación a juicio oral de parte del fiscal Fernando Domínguez
El fallo de Arroyo Salgado explica que para comunicarse con Yofre – cabeza de la banda – Pagni utilizaban términos en italiano o sobrenombres como “Ronaldo” para referirse a una cuenta radicada en Brasil. Sobre esto, la jueza detalla: “El uso de estas claves acordadas entre ambos imputados, Yofre y Pagni, sin otro justificativo más que simular su quehacer, denota no sólo la ilegalidad que rodeó al tráfico de la información sino lo que es más importante, la plena conciencia de ambos en punto al origen espurio e indebido de la misma.”
Hola Pagni, te estamos llamando
Un llamado telefónico de Yofre a Pagni se transcribe en medio del abultado fallo. “Tenés que hablar con Antoniaci que te va a caer un fangote que a vos te va a interesar”, exclama el ex titular de la SIDE.
En otra comunicación, Yofre lo pone al tanto de “mails interceptados que cargará en la cuenta receptáculo radicada en Brasil”. Ante esto, en su declaración indagatoria, Pagni trató de aclarar que no tenía interés por la información que Yofre le enviaba, que “no le resultaba relevante y que sólo tomaba conocimiento de que se trataba de mails una vez que abría los archivos”.
En cambio, para la jueza Arroyo Salgado lo aclarado por Pagni resulta “claramente refutable si se pasa lectura de las transcripciones de las llamadas producidas entre Yofre y el nombrado”. Se destaca en particular una llamada en la cual Pagni “refiere que se acercaría a la casa de Yofre a fin de que le diera dicho material”.
Si algo más se podía agregar es el conocimiento del periodista de La Nación respecto al origen ilícito del material que obtenía. Según la jueza, en base a líneas interceptadas de los imputados, Pagni declaró en un momento “no quiero quedar pegado bajando los sobres de acá, ¿me entendés? … bajar solo de casa”.
El fiscal Sebastián Basso se expidió sobre la situación de Pagni en términos similares. “El imputado Pagni realiza varios llamados al imputado Yofre –contestando los realizados por éste último-, al no poder descargar los archivos en cuestión y expresa: ‘cuando fui a limpiar… y encontré varios en la papelera… ¿debe ser de lo mismo, no? A ver si era algo más que dejaste ahí y me lo estoy perdiendo… ya borré todo”.
Buena data
El 12 de diciembre de 2007, Pagni publicó una nota titulada “Viajes, inauguraciones, discursos” en donde se detallaba la agenda presidencial de Cristina de los próximos 30 días. Algunos de los datos allí publicados eran desconocidos, como cuando expresa que “Cristina Kirchner podría participar en el Foro Económico de Davos”.
A propósito de esta publicación sobre la agenda, el fallo transcribe lo dialogado entre Yofre y Pagni.
Yofre: ‘Necesitas algo especial?’
Pagni: ‘Si tenés algo que te resultaría agradable leer… Dale. Estoy con las versiones alrededor de las valijas’
Yofre: ‘Ronaldo (por la cuenta perteneciente a Brasil) te espera con Cristal. Contame que te parece’
Alberto Fernández, Héctor Timerman, Nilda Garré y Jorge Arguello, fueron quienes – en el marco de la causa – afirmaron que en varias oportunidades pudieron observar en medios como La Nación, Urgente24, SEPRIN y Ámbito Financiero, información relativa a las funciones que ocupaban dentro del gobierno nacional.
El fallo, para no dejar dudas, determina que la supuesta banda delictiva se dedicaba “a la procuración, búsqueda, sustracción, revelación y comercialización ilegal de datos, archivos e información” política, social, económica y militar, datos sustraídos mediante “piratería informática”.
Un CD secuestrado de la casa de Héctor Alderete durante uno de los allanamientos, evidencia que la asociación funcionaba también por dinero. El disco contiene los servicios y su tarifa respectiva. Para información de coyuntura política y económica, el monto era de 12 mil pesos; en caso de tratarse de informes clasificados, la suma ascendía a unos 15 mil pesos; si hablamos de espionaje de correo electrónico, el monto era de 3500 pesos por cada objetivo. Todo un negocio.

Aquí llegó Ramal...lamentable....el PRO DIGO RAMAL NOOOO

El PRO le hizo una canción a Ramal tras el escándalo en la Legislatura

El PRO se burló de Marcelo Ramal, luego de la escandalosa sesión en la que el legislador de izquierda denunció que fue amenazado por su par del PRO, Roberto Quattromano.
Cuando Marcelo Ramal pidió la palabra para cuestionar el proyecto, el diputado macrista Roberto Quattromano, del riñón de Ritondo, se acercó a la banca del legislador del FIT.
En la madrugada del 12 de diciembre pasado, cuando la Legislatura ya había votado el Presupuesto y se disponía a tratar la extensión de un club de golf de Lugano, Quattromano acercó a la banca de Ramal y se puso a hablar con su teléfono celular.
Ramal denunció que en realidad, el macrista le estaba susurrando amenazas de muerte al oído y le advertía que le mandaría la barrabrava a pegarle. Las denuncias de Ramal generaron un escándalo y el griterío de los legisladores y el público.
Quattromano negó las amenazas y pidió disculpas por haberse acercado a la banca de Ramal, pero el legislador de izquieda siguió acusándolo en los canales de televisión.
Ahora, en el macrismo difundieron un video en las redes sociales titulado “Aquí llegó Ramal”, en la que se lo ve al legislador cantando en un acto del Partido Obrero.
“Aquí llegó Ramal, el show va a comenzar, denunciando pactos PRO-K, con todos los troskos, como le gusta hablar. Y en la televisión, desde La Paternal, te miente a vos”, dice la letra del video.
Aquí llegó ramal, todo es pura ilusión, nada te va a votar, con todos los troskos, las rutas va a cortar, casas va a ocupar. Él vive como un rey, como todo trosko. Marcelo te super queremos, feliz 2015”, concluye el video.
Por otro lado, Ramal fue uno de los dos legisladores junto con Pablo Bergel que no recibió la canasta navideña que cada año envía el vicepresidente primero de la Legislatura, Cristian Ritondo.
N