domingo, 29 de junio de 2014

TE BESO



Te extraño, te deseo, te abrazo en sueños.
De rabona, de cabeza, de picardía eterna
te quiero llevar atada a mis pies, por cuatro años mas.
Te hago el novio, el amante, el Don Juan, el marido fiel.
Todo a cambio de tu amor por cuatro años mas.
Dorada, dulce, de un mundo de poetas, magos,
dioses, príncipes y manjares venís hasta mí.
Te quiero.
Te quiero, como te quise siempre, o como en aquél junio azteca.
Cuando te robé de piratas y nibelungos.
Y te traje hasta aquí.
A mi tierra, a mi Pueblo.
A mí o a nosotros, a todos y a todas.
GB

Los jugadores son como los poetas Por Ricardo Piglia

Por Ricardo Piglia

Estoy siempre más atento a los jugadores que a los equipos, a las individualidades más que a la disposición táctica. En el fútbol, como en la literatura, lo que interesa es la creatividad y el estilo.

Empecé a ir a la cancha en 1954 (ese año con mi padre seguimos toda la campaña de Boca Juniors, donde jugaba de enganche –o número 10– el uruguayo Roselló y en el medio de la cancha –con el número 5– el gran Eliseo Mouriño) y en estos sesenta años he visto muchísimos jugadores y muchísimos cambios en el modo de defender o de atacar y de parar a un equipo, pero si tuviera que sintetizar la tradición del fútbol argentino nombraría tres jugadores: Enrique Omar Sívori, Diego Maradona y Lionel Messi.

Son muy parecidos, jugaban igual, entendían el fútbol del mismo modo; son chiquitos nada atléticos, muy individualistas y realizan de memoria y al toque todas las figuras poéticas del fútbol: el arranque, el amague, la apilada, el cambio de ritmo, el chanfle, la gambeta corta, la pisadita, (“la llevan atada”, dicen los muchachos en la popular); no corren, son rápidos, muy inteligentes, están siempre una milésima de segundo adelante, como si jugaran en el futuro del partido. Aprenden a jugar a la pelota en el potrero, el campito de tierra con el pasto al ras. Juegan con las medias caídas, debutan en Primera a los dieciséis años pero la gente madruga para verlos jugar en la Tercera y se pasan el dato en secreto, como cuando uno lee el primer libro de un joven destinado a cambiar el lenguaje de la poesía.

Vamo vamo los pibes, vamo vamo los pibes es el grito de guerra en las tribunas argentinas pero también es el pedido desesperado para que vuelva a aparecer uno de esos jugadores que justifican ir a la cancha. Como si un día los lectores se juntaran –en la Ferias del Libro de Madrid o de Guadalajara o de Buenos Aires o en el exclusivo Salón du Livre de Paris– y gritaran ¡Queremos un Rimbaud! ¡Queremos un Rimbaud!

Esos jugadores vienen así, no necesitan aprender nada, se parecen entre ellos, inventan cada vez el fútbol argentino. Mi padre, que vio jugar a Di Stefano, a Pelé y a Maradona, dijo que nunca había visto un jugador como Adolfo Pedernera, un nueve tirado atrás que jugaba en River; y mi amigo Jorge Herralde, que sabe tanto de libros como de fútbol, todavía se acuerda con admiración de Farro, Pontoni y Martino, los tres delanteros del San Lorenzo que anduvo de gira por España a fines de los años ‘40; y un tío mío decía que Maradona no le ataba los botines a Capote De la Mata, un entreala de Independiente que hizo un gol después de hacer un túnel, una rabona, dos sombreritos y gambetear a media defensa de River. No los vi jugar pero igual los considero parte del estilo histórico del fútbol argentino.

Los jugadores brasileños –Pelé, Didi, Zico. Nilton Santos, Sócrates– son extraordinarios, únicos, pero son distintos –gambeta larga, grandes zancadas, pases al vacío, bola seca–, tienen otro estilo –se parecen más a T. S. Eliot que a Rimbaud y por eso ganan siempre el Premio Nobel–; el resto –los alemanes, los ingleses, los italianos, los holandeses, los españoles– nos gustan, pero nos parecen rústicos, un poco mecánicos, (onda la poesía de Günter Grass), triangulan, corren, todos defienden y hasta ¡se tiran al piso!

“Aspiro al público deportivo” decía Bertolt Brecht y tenía razón: los hinchas argentinos son apasionados pero muy críticos, los murmullos y los comentarios que se escuchan en la cancha son siempre juicios de expertos. Les basta ver cómo un jugador baja un pase alto o cómo amansa una pelota que viene cuadrada (“le tiró un ladrillo y la devolvió redonda” dicen) para evaluar a un futbolista.

En este Mundial los argentinos iremos a ver a Messi (y al Kun Agüero). ¿Qué va a pasar? Difícil saberlo. El fútbol es como la vida –decía mi padre—, nunca gana el mejor.

29/06/14 Página|12
 

ARGENTINA GIRO LOS DOLARES DEL VENCIMIENTO DE DEUDA DE MAÑANA Y EL JUEZ THOMAS GRIESA IMPIDE QUE LOS ACREEDORES COBREN Default Griesa

El deudor (Argentina) paga en tiempo y forma, pero los acreedores (del canje) no pueden recibir los dólares por un fallo judicial a favor de fondos buitre. Es un acontecimiento inédito en ocho siglos de historia financiera mundial. Esta extravagancia es provocada por el juez Thomas Griesa por su militante parcialidad a favor del fondo buitre Elliott, de Paul Singer.

Por Alfredo Zaiat

Si continúa en su abierta parcialidad a favor del fondo buitre Elliott, del financista republicano Paul Singer, como manifiesta en cada una de las audiencias convocadas en su juzgado, Thomas Griesa puede convertir el caso contra Argentina en único en la historia financiera mundial: sería la primera vez en ocho siglos que por una orden judicial los acreedores no pueden cobrar pese al pago efectuado por el país deudor. Sería el default Griesa, categoría hasta ahora desconocida en los mercados internacionales. El deudor paga en tiempo y forma, pero los acreedores no pueden recibir los dólares por un fallo judicial. Este inédito acontecimiento financiero puede ser provocado por el juez de primera instancia del distrito sur de Nueva York, área donde opera Wall Street.

En el período 1800-1945 se registraron 127 episodios de países que declararon el default con una duración promedio de seis años. En los años que van de 1946 a 2006, la interrupción en el pago de deudas se repitió 169 veces de lapso medio de tres años. El inventario también abarca de 1300 a 1799, cuando países europeos considerados hoy muy ricos (Alemania, Francia) contabilizaron varias cesaciones de pago, al igual que Austria, España y Portugal. Estados Unidos no declaró formalmente un default, pero alteró en dos oportunidades la paridad del dólar con el oro (1933 y 1971), lo que implicó pagar su deuda con una moneda depreciada, que en los hechos significó una quita de capital a los acreedores. Este recorrido histórico por 66 países de los cinco continentes forma parte de una investigación apabullante en cifras e indicadores de los economistas Kenneth Rogoff (ex economista jefe del FMI) y Carmen Reinhart en Ocho siglos de crisis financieras. Historia mundial de los defaults.

Todos esos defaults fueron decididos por el país deudor; nunca por un juez que impide a los acreedores cobrar el pago del deudor, como lo dispuso Griesa el viernes pasado.

La extravagante interpretación del pari passu (igual trato) a los acreedores para favorecer a fondos buitres del juez Thomas Griesa y de tres jueces de la Corte de Apelaciones de Nueva York incorpora ese factor adicional para hacer del recorrido reciente de la deuda argentina un caso único. Además del riesgo del default Griesa, esa historia comenzó con la cesación de pagos de 2001 que involucró el monto de deuda más elevado hasta la debacle griega. Esa deuda fue reestructurada en los canjes 2005 y 2010. Fue inédita la magnitud de la quita de capital de la deuda, la mayor de la historia financiera moderna, que incluyó una fuerte baja de la tasa de interés y extensión de los plazos de pagos. Fue la primera vez en el sistema financiero internacional conformado desde los años setenta que el diseño y gestión de la reestructuración se desarrollaron sin la participación del FMI, que ni siquiera auditó las proyecciones financieras que fundamentaban la propuesta oficial.

Otra cuestión poco mencionada es que Estados Unidos tuvo una posición favorable a la estrategia argentina en relación con el proceso de reestructuración de la deuda en default, que hoy un juez pone en riesgo. Manifestaciones públicas de la administración de George W. Bush, y especialmente a través de su influencia en el FMI, facilitó el plan del gobierno de Néstor Kirchner con los acreedores. La posición de Estados Unidos era que las crisis y los defaults son consecuencias de endeudamientos excesivos, y esa responsabilidad no era sola del país emisor de bonos, sino también de conductas imprudentes de los acreedores que le prestaron. En esa línea, la magnitud de la quita de capital sobre los títulos de deuda en default definida en el canje 2005 no fue cuestionada por el gobierno estadounidense, sino que la evaluó satisfactoria. Es lo que explican Mario Damill, Roberto Frenkel y Martín Rapetti en La deuda Argentina: historia, default y reestructuración, al señalar que las condiciones del canje de deuda “no resultaron muy incómodas para el gobierno de Estados Unidos”, debido a que en esa visión la elevada magnitud de la quita fue “proporcional a una gran irresponsabilidad del mercado”. Ahora un juez estadounidense puede anular este exitoso proceso de reestructuración respaldado en su momento por su país.

Pese a este desarrollo histórico, y por más que un país soberano haya depositado los dólares para pagar a los acreedores, calificadoras de riesgo, analistas financieros y el elenco estable de economistas del turno mañana, tarde y noche que recorren los medios locales hablan de un eventual default. El detalle que ocultan es que para que haya cesación de pagos la tiene que declarar el país deudor; no un juez estadounidense de primera instancia. Este puede impedir la efectivización del pago abrazado a los intereses de fondos buitre, pero es una cuestión judicial que se seguirá dirimiendo en tribunales estadounidenses, además de nacionales e internacionales, de acuerdo con la posición informada por el Gobierno. Argentina pagó el vencimiento de deuda en tiempo y forma, y giró el dinero a quien correspondía: a la entidad contratada para distribuirlo entre acreedores, el Bank of New York Mellon.

En la última audiencia de partes convocada por la sociedad Griesa-Singer, ese banco adelantó que hará lo que el juez ordene, con lo que incumpliría el contrato de agente fiduciario de la deuda argentina. Tiene desde el jueves pasado los dólares en su cuenta del Banco Central para distribuirlo en Nueva York entre acreedores de deuda regular. Si no concretara la tarea por la que fue contratado y cobra, se abriría un litigio de Argentina contra ese banco, pero también de los bonistas, por no girarles esos dólares que les pertenece. Griesa ordenó al banco devolverlos sin decidir el embargo de esos dólares, medida que refleja su vocación de gobernar desde su rancho de Montana un país sudamericano denominado Argentina. El juez puede ordenar devolver los dólares, el banco querer hacerlo, pero nada obliga a la Argentina a recibirlos. Por el contrario, si lo hace estaría infringiendo leyes locales, y quien lo hiciera estaría incumpliendo los deberes de funcionario público.

Quienes tienen rodilleras bien mullidas siguen alimentando la confusión sobre el objetivo de los fondos buitre cuando analizan sus estrategias con criterio financiero. Son buitres porque compran bonos de deuda colapsados para luego reclamar por vía judicial el valor total más los intereses devengados. No son lo mismo que los holdouts, acreedores con títulos en default que por distintas razones no aceptaron la reestructuración sin especular con acciones legales. Aunque les cueste decirlo a endeudores seriales por la seducción atrapante del poder de las finanzas (el gobierno de Mauricio Macri aumentó en 300 por ciento la deuda en dólares durante su gestión), los buitres no son acreedores de buena voluntad ni actores interesados en participar del juego del mercado financiero, espacio donde se gana y se pierde con apuestas más o menos arriesgadas con el subibaja de las cotizaciones. No les interesa ser parte de las reglas del negocio de bonos soberanos, donde interviene la oferta y la demanda, sino que el camino para contabilizar ganancias fabulosas es hacer juicios a acreedores vulnerables. Los buitres no pretenden cobrar por mecanismos del mercado de deuda, sino por vía judicial. La rentabilidad la obtienen recurriendo a tribunales que les aseguran la desaparición de ese riesgo. Esto es posible por la existencia de un sistema poco regulado y por un poder judicial y político estadounidense que legitima estas conductas.

No deja de asombrar cómo especialistas en rodillas al piso analizan cada frase de Griesa y los buitres como si fueran sentencias absolutas a cumplir, cuestionando con más o menos énfasis, dependiendo el grado de inhibición, cada paso legal que realiza Argentina para defender su soberanía y finanzas. Quedaron descolocados con su última jugada que desarticuló la estrategia Griesa-Singer, dupla que no dispuso el embargo de los dólares girados al Banco of New York Mellon ni pudo dictar el desacato al fallo.

El documento leído por el ministro Axel Kicillof el jueves pasado, acompañado por el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, y el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, ofrece suficiente información para que dejen de tirar fruta empleados de la verdulería de la city.

La posición argentina definida en ese documento histórico es la siguiente:

- Acepta el fallo que ordena pagar a los fondos buitre pero demanda una negociación “de buena fe en condiciones equitativas, justas y legales”, reafirmando el compromiso “de honrar sus deudas con el 100 por ciento de los acreedores”.

- Esa instancia de negociación no debería impedir pagar a los bonistas que ingresaron en el canje de deuda en default, porque “no pagar teniendo los recursos y forzando un default voluntario es algo que no está contemplado en la ley argentina, sería contrario al orden público argentino y una clara violación a los prospectos de deuda”.

- Este es un punto importante: Griesa no sólo estrujó la interpretación del pari passu a favor de los buitres, sino que avanzó sobre el canje de deuda limitando el derecho del resto de los acreedores a cobrar en tiempo y forma, impidiendo “ejercer un derecho en forma voluntaria” que es “depositar los fondos cumpliendo con las obligaciones establecidas en el prospecto de emisión de los títulos de deuda”.

- Por ese motivo, Argentina rechaza la posibilidad de considerar que ingresó en un default ni que sea denominado “técnico”, puesto que “se pretende asociar el impedimento antojadizo de un pago por orden judicial sin considerar la voluntad del deudor de cumplir con sus obligaciones”.

- Si la sociedad Griesa-Singer impiden pagar a los bonistas, atropellando una decisión soberana, Argentina adelanta que avanzará en eventuales acciones judiciales para “hacer valer legítimamente nuestros derechos como miembro de la comunidad internacional” hasta en “el Tribunal Internacional de La Haya como sujetos de derecho internacional y ante tribunales ordinarios de la República Argentina”.

- En esa línea, advierte “respecto de las consecuencias de sus actos a los Estados Unidos por la responsabilidad internacional que le cabe por las decisiones de su Poder Judicial, al agente fiduciario, a las entidades financieras involucradas, a los litigantes y al mismo juez Thomas Griesa”.

Estos criterios que son manifestaciones de soberanía en las decisiones financieras de un país son cuestionados en el ámbito doméstico por quienes estuvieron en uno u otro lado de la mesa de negociación de la deuda desde mediados de la década del setenta hasta el colapso de 2011. Son los mismos que proponían pagar para levantar el insólito embargo de la Fragata Libertad en un puerto de Ghana. Es notable esa comunión de intereses dedicada a confundir cuando avalan la falsa actitud de negociación de los buitres y su juez amigo.

Argentina adelantó que no declarará el default y no convalidará la definición de “default técnico”. Si los dólares girados de las reservas del Banco Central y depositados en el Bank of New York no llegan a las cuentas de los bonistas del canje, mañana o hasta el 30 de julio, la historia mundial de las crisis financieras incorporará una nueva e insólita categoría: default Griesa.

azaiat@pagina12.com.ar

29/06/14 Página|12
 

REVELACIONES DEL ESPIONAJE DE ESTADOS UNIDOS Miles de “objetivos”

Estados Unidos reveló ayer que espió a 89 mil “objetivos” extranjeros en 2013 como parte de su campaña para recolectar información de Inteligencia internacional, según el Informe de Transparencia de la Oficina del director nacional de Inteligencia. Es la primera vez que el gobierno estadounidense publica información sobre el alcance de su cuestionado programa de Inteligencia, que fue revelado el año pasado por el ex espía de la CIA Edward Snowden. Si bien Washington intenta poner un manto de transparencia sobre sus programas, los datos revelados corresponden sólo a 2013 y no contienen detalles.
El informe habla de “objetivo”, pero no precisa si hace referencia a individuos, organizaciones, grupos o a un gobierno extranjero, según explica el propio documento. Según la legislación estadounidense, la Agencia Nacional de Inteligencia puede interceptar sin una orden judicial las comunicaciones de extranjeros que vivan fuera de Estados Unidos para obtener información de inteligencia.
Un tribunal secreto creado tras los atentados del 11-S, conocido como FISA, dio luz verde a la recolección diaria de prácticamente todas las llamadas de teléfono realizadas dentro de EE.UU. La Cámara de Representantes estadounidense dio en mayo un primer paso para limitar esos poderes, al aprobar el fin del almacenamiento masivo de datos telefónicos por parte de la agencia.
El proyecto de ley, que está pendiente de aprobación en el Senado, prohíbe a la NSA almacenar por su cuenta miles de millones de “metadatos telefónicos”, incluidos los de la totalidad de las conexiones telefónicas de los estadounidenses. Ahora deberán ser las compañías telefónicas estadounidenses las que mantengan esa información, que se limitan a número de teléfono, duración de la llamada o localización, por 18 meses. La NSA tendrá acceso a éstos sólo mediante una autorización judicial en la que provea detalles de la razón específica por la que se desea rastrear comunicaciones y para investigar “planes terroristas” orquestados desde el extranjero. El programa de espionaje masivo fue revelado en junio del año pasado por el ex espía Snowden, quien actualmente se encuentra asilado en Rusia y es perseguido por la Justicia estadounidense.
En marzo, Snowden afirmó que la tecnología con que cuenta la NSA le permite grabar el cien por ciento de las llamadas telefónicas de cualquier país y revisar la totalidad de las comunicaciones en un plazo máximo de 30 días. El programa de interceptaciones de voz está activo desde 2009 y la capacidad de “recuperación retrospectiva” (que tiene como nombre clave Retro) tiene plena operatividad desde 2011, dijo el entonces el ex contratista a The Washington Post.
Hace un año, Snowden –actualmente refugiado en Rusia– reveló centenares de miles de documentos que constataron el programa de rastreo de las comunicaciones telefónicas y digitales, nacionales y de gobernantes, empresas y ciudadanos de 35 países por parte de Washington. El escándalo puso en aprietos a la administración de Barack Obama, que debió justificar sus prácticas intrusivas contra aliados como Alemania, Francia, Brasil y México, entre otros.

BOTELLA AL MAR

Por Gustavo López
Leopoldo Marechal escribió que “el pueblo recoge todas las botellas que tiran al agua con mensajes de naufragio, el pueblo es la gran memoria que recuerda todo lo que aparezca muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria”. Arturo Jauretche fue pueblo, buscó las botellas en un momento crucial de la vida política argentina en 1935, cuando la vieja UCR había dejado en el olvido las luchas yrigoyenistas y junto a Manzi, Del Mazo, Dellepiane, Scalabrini Ortiz, y tantos otros, fundó F.O.R.J.A., la voz de los náufragos, de los olvidados y abandonados de la Década Infame.
Aquella F.O.R.J.A. representaba el único camino conocido hasta ese momento por los sectores populares, pero quería más. Pretendía darle continuidad al yrigoyenismo, sinónimo en aquel entonces de defensa de los intereses populares, pero resultó mucho más que eso.
No sólo fue el puente de plata que unió a los dos grandes movimientos populares del siglo XX, radicalismo yrigoyenista y peronismo, sino que fundó las bases de lo que después se denominó “el pensamiento nacional”: el aporte de sus pensadores e impulsores a través de los Cuadernos implicó repensar la política desde una mirada latinoamericanista, pero también marcar las contradicciones fundamentales entre pueblo y antipueblo, que luego sería entre liberación o dependencia, y que hoy denominamos democracia o corporaciones. Supieron diferenciar entre coyuntura e intereses permanentes y señalaron al Estado como el gran motor de los cambios estructurales cuando la política se hace junto al pueblo.
Si uno toma el manifiesto de F.O.R.J.A. del 29 de junio de 1935, reconoce la actualidad brutal de aquel pensamiento que el año próximo cumple 80 años.
En la introducción señalaba: “Somos una Argentina colonial, queremos ser una Argentina libre”.
1. “Que el proceso histórico argentino en particular y de Latinoamérica en general, revelan la existencia de una lucha permanente del pueblo en procura de su Soberanía Popular para la realización de los fines emancipadores de la Revolución Americana, contra las oligarquías como agentes de los imperialismos en su penetración económica, política y cultural, que se oponen al total cumplimiento de los destinos de América.”
2. “Que el actual recrudecimiento de los obstáculos supuestos al ejercicio de la voluntad popular corresponde a una mayor agudización de la realidad colonial, económica y cultural del país.”
Cuando analizamos los sucesivos golpes de Estado entre 1930 y 1976 que derrocaron a los gobiernos populares para imponer modelos económicos que implicaron transferencias de riquezas de los sectores menos favorecidos a los sectores concentrados y los golpes de mercado de la era neoliberal, que sirvieron además de disciplinamiento social para cometer esos atropellos, vemos la vigencia de Jauretche en el análisis histórico.
Norberto Galasso conoció a Jauretche en los ‘60 y lo recuerda como quien “le cambió la cabeza... Nos enseñó a ver el mundo desde aquí, cambiándonos el planisferio oficial”. Ese don Arturo está más vigente que nunca en la actual batalla cultural. La perdimos en los ‘90, con el posibilismo, el individualismo y el sálvese quien pueda, que sólo sirvió para que se salvaran algunos vivos en desmedro de las mayorías.
Pero el pensamiento profundo de F.O.R.J.A. se renovó a partir de mayo de 2003, cuando empezamos a dar pelea por la construcción de sentidos. Al volver a hablar de derechos, de dignidad creando trabajo, de justicia respecto de las violaciones a los derechos humanos, cuando se renegoció y redujo la deuda externa, se ampliaron derechos y se volvió a la economía de la producción frente a la especulación parasitaria.
Los jóvenes de hoy recogieron las nuevas botellas tiradas al mar por el neoliberalismo, que fue un viaje con más náufragos que navegantes. Fueron más los que quedaron en el camino que los que llegaron a la otra orilla.
Hoy, el pensamiento jauretcheano volvió a ser un puente, pero esta vez unió a todos los sectores del campo nacional y popular, respetando sus historias pasadas pero forjando juntos un presente y un futuro en común.
Don Arturo renace en cada marcha, en cada militante, en cada acción, y ese es su mayor legado, estar tan presente hoy.

libros DOMINGO, 29 DE JUNIO DE 2014 EL FACTOR “DESDE”

 Por Juan Carlos Kreimer
Un alumno de una escuela nocturna, interpretado por Carlos Carella, le pregunta a la maestra: “Si la Tierra es redonda y gira permanentemente... ¿por qué no nos paramos nosotros arriba y obligamos a los europeos y norteamericanos a caminar cabeza abajo?”. Norberto Galasso recordó esta escena de la película El rigor del destino, de Gerardo Vallejo, cuando le pedimos con Nerio Tello que nos supervisara el original de Pensamiento nacional para principiantes. La cosmovisión de Jauretche hace pie en esa imagen, siguió Galasso. Lo nacional es simplemente lo universal visto por nosotros, abordar los problemas viendo el mundo desde aquí, desde nuestras propias especificidades.
Nunca había evaluado hasta qué niveles el “desde” qué lugar observamos, es capaz de determinar el destino de ese lugar y el de su gente. Algo similar pasa con las palabras que usamos para nombrar determinados hechos. El uso de la palabra “descubrimiento” referido al desembarco europeo del 12 de octubre de 1492, implica aceptar el punto de vista de los descubridores. Del mismo modo, tendemos a ver el planeta desde una convención creada en un observatorio británico que hace pasar el meridiano cero por un suburbio londinense. Desde esa óptica, hacia un lado es Oriente, hacia el otro, Occidente; y allá abajo, los suburbios del mundo. Nosotros, los países soberanos; ustedes los países sin historia (o ignorada por nosotros), nuestras colonias.
Esa perspectiva imperial –el pensamiento colonial ocupando el lugar del pensamiento nacional– coloniza la mente de los colonizados –económica, política y culturalmente–, y nos hace ver la globalidad con los ojos de los así llamados países centrales, no desde el lugar donde apoyamos los pies. Independientemente de los usos, abusos y desusos que se puedan hacer de estas ideas originadas en el sentido común, las formulaciones de Jauretche, sus lecturas de la realidad y, en especial sus pedidos de que nos “avivemos” de una vez por todas, constituyen la base más sólida sobre la que se puede empezar (o volver, si tomamos algunos contados ejemplos de nuestra historia) a “pensar en nacional”.
Quizá, para algunos, como perspectiva puedan parecer anticuadas e insistan en que es imposible vivir aislados, nos quedaríamos muy atrás (Jauretche agregaría este argumento a su lista de zonceras criollas). No “pensar en nacional” nos ha colocado en una condición de inferioridad y, al mismo tiempo, afianzó nuestra dependencia. Dependencia al modelo que nos tiene a su servicio, cabeza abajo y en el mejor de los escenarios nos tira algunos huesitos electrónicos para hacernos creer que formamos parte de esa globalidad. A la fórmula materias primas + mano de obra barata ahora le han sumado otro término: carne de mercado, y por no quedar afuera más que por necesidad, compramos sin parpadear.
Hoy, que el mundo se cae a pedazos, las zonceras argentinas que con tanta sensatez contabilizó Jauretche deberían devolvernos a las reflexiones más básicas. A las que a lo largo de la historia de la humanidad hombres y mujeres nos hicimos cada vez que pudimos sacar la mirada de lo inmediato: el sentido de la vida, el amor, el odio... Para qué hacemos lo que hacemos, qué estamos sembrando, ¿un crecimiento basado en el consumo? ¿Consumir para que se pueda seguir produciendo?
En lo colectivo, salirnos de esa rueda para hamsters produce temores similares a los que percibe cualquier empleado que abandona (o quiere abandonar) la dependencia: fin de la sensación de protección que da estar bajo el ala de quien da trabajo y asegura la paga mensual. Los que atravesamos esa barrera y pasamos a ser autónomos sabemos que la realidad se ve distinta de un lado y del otro. Y que exige, primero, un reajuste mental: olvidarse de la seguridad (relativa) del salario y aprender a contar y arreglártelas solo con esto: lo que hago, lo que obtengo, lo que doy...
Sustraernos por un instante del concepto de crecimiento económico, considerado la madre de todos los crecimientos, y volver a la idea del trabajo como un don hace que la relación misma con el trabajo sea lo que modifique las reglas. Dejar de pedirle al trabajo que nos dé y darle lo mejor de nosotros. Esto crea una energía imparable, que unifica a quienes lo practican e imprime a lo que se haga un sentido mayor que el meramente productivo.
Tal vez lo que Jauretche, Scalabrini Ortiz, Hernández Arregui y tantos que les pusieron (y ponen) el cuerpo a estas ideas quieren decirnos es que sólo “desde” esta actitud de servicio podemos recuperar la fuerza –la dignidad– necesaria para descolonizarnos mentalmente, construir la unidad que nunca logramos como país (salvo en los mundiales de fútbol) y abandonar la zoncera-paradigma: que “lo nacional” de los países dominantes “es” lo universal. No. Pensar en nacional significa ver a los demás países y relacionarnos con ellos, desde nuestra perspectiva, nuestras necesidades, nuestros potenciales.
No llegar a ser como ellos por parecernos sino por animarnos a explorar, desarrollar y ser felices llevando adelante lo que nos ha sido dado. En un mundo patas para arriba, quién no te dice que desde esa posición podamos volver a levantar la mirada más allá de una buena cosecha.
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OPINION Negociar con firmeza

Por Cátedra Abierta Plan Fénix *
El actual diferendo con los fondos buitre y el reciente fallo de un juez norteamericano prolonga una situación planteada desde la reestructuración de la deuda argentina. Esto ha provocado 900 demandas de embargo sobre activos de Argentina en el exterior, incluyendo la Fragata Libertad. Estas acciones no impidieron la recuperación de la economía argentina y la capacidad decisoria del Estado de un país soberano.
La economía argentina se financia con recursos propios. El Estado está en condiciones de cumplir con los servicios de la deuda reestructurada y el sistema financiero se muestra sólido y rentable, al estar fondeado en pesos y sin burbujas especulativas en moneda extranjera.
Estas son las bases para negociar con firmeza el diferendo planteado, para lograr un arreglo consistente con el interés nacional y consolidar la exitosa reestructuración de la deuda. La postura adoptada por el Estado argentino, a través del pago del próximo vencimiento y la declaración que fija la posición del país, implica negociar sin miedo y asumir la posibilidad de que no haya acuerdo, si se pretenden concesiones inaceptables. Desde esta postura, el peor de los escenarios posibles es el de la prolongación de un conflicto que lleva ya una década y que no ha impedido la normalidad de las transacciones internacionales, la radicación de inversiones productivas desde el exterior ni la plena participación del país en todos los foros del mundo global.
Desde su misma fundación, a fines del 2000, cuando se avecinaba la debacle de la estrategia neoliberal, desde el Plan Fénix enfatizamos que la deuda era impagable en sus términos originales. A partir de allí, propusimos la reestructuración de la deuda para recuperar la soberanía perdida y la viabilidad de la economía argentina. La recuperación era plenamente posible sobre la base de los recursos propios.
El grupo Fénix ha seguido analizando el curso de la economía y la política económica, compartiendo o disintiendo, con decisiones oficiales, en el pleno ejercicio de la libertad de opinión.
En esta instancia, afirmamos nuestra total adhesión a la estrategia de negociar sin miedo y con firmeza defendiendo la soberanía nacional y el derecho a trazar el sendero de nuestro desarrollo dentro del orden mundial.
La solidaridad internacional lograda debe ser acompañada sin especulaciones por todo el país; es el deber de todos defender con dignidad la soberanía y los logros alcanzados en materia de derechos integrales tanto individuales como colectivos.
* Facultad de Ciencias Económicas, UBA.