domingo, 29 de diciembre de 2013

El Gran Inquisidor Por Fiódor Dostoievski (1821-1881)

Han pasado ya quince siglos desde que Cristo dijo: “No tardaré en volver. El día y la hora, nadie, ni el propio Hijo, las sabe”. Tales fueron sus palabras al desparecer, y la Humanidad le espera siempre con la misma fe, o acaso con fe más ardiente aún que hace quince siglos. Pero el Diablo no duerme; la duda comienza a corromper a la Humanidad, a deslizarse en la tradición de los milagros. En el Norte de Germania ha nacido una herejía terrible, que, precisamente, niega los milagros. Los fieles, sin embargo, creen con más fe en ellos. Se espera a Cristo, se quiere sufrir y morir como Él... Y he aquí que la Humanidad ha rogado tanto por espacio de tantos siglos, ha gritado tanto “¡Señor, dignáos, aparecérosnos!”, que Él ha querido, en su misericordia inagotable, bajar a la tierra. Y he aquí que ha querido mostrarse, al menos un instante, a la multitud desgraciada, al pueblo sumido en el pecado, pero que le ama con amor de niño. El lugar de la acción es Sevilla; la época, la de la Inquisición, la de los cotidianos soberbios autos de fe, de terribles heresiarcas, ad majorem Dei gloriam. No se trata de la venida prometida para la consumación de los siglos, de la aparición súbita de Cristo en todo el brillo de su gloria y su divinidad, “como un relámpago que brilla del Ocaso al Oriente”. No, hoy sólo ha querido hacerles a sus hijos una visita, y ha escogido el lugar y la hora en que llamean las hogueras. Ha vuelto a tomar la forma humana que revistió, hace quince siglos, por espacio de treinta años. Aparece entre las cenizas de las hogueras, donde la víspera, el cardenal gran inquisidor, en presencia del rey, los magnates, los caballeros, los altos dignatarios de la Iglesia, las más encantadoras damas de la corte, el pueblo en masa, quemó a cien herejes. Cristo avanza hacia la multitud, callado, modesto, sin tratar de llamar la atención, pero todos le reconocen. El pueblo, impelido por un irresistible impulso, se agolpa a su paso y le sigue. Él, lento, una sonrisa de piedad en los labios, continúa avanzando. El amor abrasa su alma; de sus ojos fluyen la Luz, la Ciencia, la Fuerza, en rayos ardientes, que inflaman de amor a los hombres. Él les tiende los brazos, les bendice. De Él, de sus ropas, emana una virtud curativa. Un viejo, ciego de nacimiento, sale a su encuentro y grita: “¡Señor, cúrame para que pueda verte!” Una escama se desprende de sus ojos, y ve. El pueblo derrama lágrimas de alegría y besa la tierra que Él pisa. Los niños tiran flores a sus pies y cantan Hosanna, y el pueblo exclama: “¡Es Él! ¡Tiene que ser Él! ¡No puede ser otro que Él!” Cristo se detiene en el atrio de la catedral. Se oyen lamentos; unos jóvenes llevan en hombros a un pequeño ataúd blanco, abierto, en el que reposa, sobre flores, el cuerpo de una niña de diecisiete años, hija de un personaje de la ciudad. —¡Él resucitará a tu hija! —le grita el pueblo a la desconsolada madre. El sacerdote que ha salido a recibir el ataúd mira, con asombro, al desconocido y frunce el ceño. Pero la madre profiere: —¡Si eres Tú, resucita a mi hija! Y se posterna ante Él. Se detiene el cortejo, los jóvenes dejan el ataúd sobre las losas. Él lo contempla, compasivo, y de nuevo pronuncia el Talipha kumi (Levántate, muchacha). La muerta se incorpora, abre los ojos, se sonríe, mira sorprendida en torno suyo, sin soltar el ramo de rosas blancas que su madre había colocado entre sus manos. El pueblo, lleno de estupor, clama, llora. En el mismo momento en que se detiene el cortejo, aparece en la plaza el cardenal gran inquisidor. Es un viejo de noventa años, alto, erguido, de una ascética delgadez. En sus ojos hundidos fulgura una llama que los años no han apagado. Ahora no luce los aparatosos ropajes de la víspera; el magnífico traje con que asistió a la cremación de los enemigos de la Iglesia ha sido reemplazado por un tosco hábito de fraile. Sus siniestros colaboradores y los esbirros del Santo Oficio le siguen a respetuosa distancia. El cortejo fúnebre detenido, la muchedumbre agolpada ante la catedral le inquietan, y espía desde lejos. Lo ve todo: el ataúd a los pies del desconocido, la resurrección de la muerta... Sus espesas cejas blancas se fruncen, se aviva, fatídico, el brillo de sus ojos. —¡Prendedle!— les ordena a sus esbirros, señalando a Cristo. Y es tal su poder, tal la medrosa sumisión del pueblo ante él, que la multitud se aparta, al punto, silenciosa, y los esbirros prenden a Cristo y se lo llevan. Como un solo hombre, el pueblo se inclina al paso del anciano y recibe su bendición. Los esbirros conducen al preso a la cárcel del Santo Oficio y le encierran en una angosta y oscura celda. Muere el día, y una noche de luna una noche española, cálida y olorosa a limoneros y laureles, le sucede. De pronto, en las tinieblas se abr la férrea puerta del calabozo y penetra el gran inquisidor en persona solo, alumbrándose con una linterna. La puerta se cierra tras él. E anciano se detiene a pocos pasos de umbral y, sin hablar palabra, con templa, durante cerca de dos minutos, al preso. Luego, avanza lenta mente, deja la linterna sobre la mesa y pregunta: —¿Eres Tú, en efecto? Pero, sin esperar la respuesta prosigue —No hables, calla. ¿Qué podías decirme? Demasiado lo sé. No tienes derecho a añadir ni una sola palabra a lo que ya dijiste. ¿Porqué has venido a molestarnos?… Bien sabes que tu venida es inoportuna. Mas yo te aseguro que mañana mismo... No quiero saber si eres Él o sólo su apariencia; sea quien seas, mañana te condenaré; perecerás en la hoguera como el peor de los herejes. Verás cómo ese mismo pueblo que esta tarde te besaba los pies, se apresura, a una señal mía, a echar leña al fuego. Quizá nada de esto te sorprenda... Y el anciano, mudo y pensativo sigue mirando al preso, acechando la expresión de su rostro, serena y suave. —El Espíritu terrible e inteligente — añade, tras una larga pausa —, el Espíritu de la negación y de la nada, te habló en el desierto, y la Escrituras atestiguan que te “tentó”. No puede concebirse nada más profundo que lo que se te dijo e aquellas tres preguntas o, para emplear el lenguaje de la Escritura, en aquellas tres “tentaciones”. ¡Si ha habido algún milagro auténtico, evidente, ha sido el de las tres tentaciones! ¡El hecho de que tales preguntas hayan podido brotar de unos labios, es ya, por sí solo, un milagro! Supongamos que hubieran sido borradas del libro, que hubiera que inventarlas, que forjárselas de nuevo. Supongamos que, con ese objeto, se reuniesen todos los sabios de la tierra, los hombres de Estado, los príncipes de la Iglesia, los filósofos, los poetas, y que se les dijese: “Inventad tres preguntas que no sólo correspondan a la grandeza del momento, sino que contengan, en su triple interrogación, toda la historia de la Humanidad futura”, ¿crees que esa asamblea de todas las grandes inteligencias terrestres podría forjarse algo tan alto, tan formidable como las tres preguntas del inteligente y poderoso Espíritu? Esas tres preguntas, por sí solas, demuestran que quien te habló aquel día no era un espíritu humano, contingente, sino el Espíritu Eterno, Absoluto. Toda la historia ulterior de la Humanidad está predicha y condensada en ellas; son las tres formas en que se concretan todas las contradicciones de la historia de nuestra especie. Esto, entonces, aún no era evidente, el porvenir era aún desconocido; pero han pasado quince siglos y vemos que todo estaba previsto en la Triple Interrogación, que es nuestra historia.¿Quién tenía razón, di? ¿Tú o quien te interrogó?... Si no el texto, el sentido de la primera pregunta es el siguiente: “Quieres presentarte al mundo con las manos vacías, anunciándoles a los hombres una libertad que su tontería y su maldad naturales no lo permiten comprender, una liberad espantosa, ¡pues para el hombre y para la sociedad no ha habido nunca nada tan espantoso como la libertad!, cuando, si convirtieses en panes todas esas piedras peladas esparcidas ante tu vista, verías a la Humanidad correr, en pos de ti, como un rebaño, agradecida, sumisa, temerosa tan sólo de que tu mano depusiera su ademán taumatúrgico y los panes se tornasen piedras.” Pero tú no quisiste privar al hombre de su libertad y repeliste la tentación; te horrorizaba la idea de comprar con panes la obediencia de la Humanidad, y contestaste que “no so1o de pan vive el hombre”, sin saber que el espíritu de la tierra, reclamando el pan de la tierra, había de alzarse contra ti, combatirte y vencerte, y que todos le seguirían, gritando: “¡Nos ha dado el fuego del cielo!” Pasarán siglos y la Humanidad proclamará, por boca de sus sabios, que no hay crímenes y, por consiguiente, no hay pecado; que so1o hay hambrientos. “Dales pan si quieres que sean virtuosos.” Esa será la divisa de los que se alzarán contra ti, el lema que inscribirán en su bandera; y tu templo será derribado y, en su lugar, se erigirá una nueva Torre de Babel, no más firme que la primera, el esfuerzo de cuya erección y mil años de sufrimientos podías haberles ahorrado a los hombres. Pues volverán a nosotros, al cabo de mil años de trabajo y dolor, y nos buscarán en los subterráneos, en las catacumbas donde estaremos escondidos — huyendo aún de la persecución, del martirio —, para gritarnos: “¡Pan! ¡Los que nos habían prometido el fuego del cielo no nos lo han dado!” Y nosotros acabaremos su Babel, dándoles pan, lo único de que tendrán necesidad. Y se lo daremos en tu nombre. Sabemos mentir. Sin nosotros, se morirían de hambre. Su ciencia no les mantendría. Mientras gocen de libertad les faltará el pan; pero acabarán por poner su libertad a nuestros pies, clamando: “¡Cadenas y pan!” Comprenderán que la libertad no es compatible con una justa repartición del pan terrestre entre todos los hombres, dado que nunca — ¡nunca! — sabrán repartírselo. Se convencerán también de que son indignos de la libertad; débiles, viciosos, necios, indómitos. Tú les prometiste el pan del cielo. ¿Crees que puede ofrecerse ese pan, en vez del de la tierra, siendo la raza humana lo vil, lo incorregiblemente vil que es? Con tu pan del cielo podrás atraer y seducir a miles de almas, a docenas de miles, pero ¿y los millones y las decenas de millones no bastante fuertes para preferir el pan del cielo al pan de la tierra? ¿Acaso eres tan sólo el Dios de los grandes? Los demás, esos granos de arena del mar; los demás, que son débiles, pero que te aman, ¿no son a tus ojos sino viles instrumentos en manos de los grandes?... Nosotros amamos a esos pobres seres, que acabarán, a pesar de su condición viciosa y rebelde, por dejarse dominar. Nos admirarán, seremos sus dioses, una vez sobre nuestros hombros la carga de su libertad, una vez que hayamos aceptado el cetro que — ¡tanto será el miedo que la libertad acabará por inspirarles! — nos ofrecerán. Y reinaremos en tu nombre, sin dejarte acercar a nosotros. Esta impostura, esta necesaria mentira, constituirá nuestra cruz. Como ves, la primera de la tres preguntas encerraba el secreto del mundo. ¡Y tú la desdeñaste! Ponías la libertad por encima de todo, cuando, si hubieras consentido en tornar panes las piedras del desierto, hubieras satisfecho el eterno y unánime deseo de la Humanidad; le hubieras dado un amo. El más vivo afán del hombre libre es encontrar un ser ante quien inclinarse. Pero quiere inclinarse ante una fuerza incontestable, que pueda reunir a todos los hombres en una comunión de respeto; quiere que el objeto de su culto lo sea de un culto universal; quiere una religión común. Y esa necesidad de la comunidad en la adoración es, desde el principio de los siglos, el mayor tormento individual y colectivo del género humano. Por realizar esa quimera, los hombres se exterminan. Cada pueblo se ha creado un dios y le ha dicho a su vecino: “¡Adora a mi dios o te mato!” Y así ocurrirá hasta el fin del mundo; los dioses podrán desaparecer de la tierra, mas la Humanidad hará de nuevo por los ídolos lo que ha hecho por los dioses. Tú no ignorabas ese secreto fundamental de la naturaleza humana y, no obstante, rechazaste la única bandera que te hubiera asegurado la sumisión de todos los hombres: la bandera del pan terrestre; la rechazaste en nombre del pan celestial y de la libertad, y en nombre de la libertad seguiste obrando hasta tu muerte. No hay, te repito, un afán más vivo en el hombre que encontrar en quien delegar la libertad de que nace dotada tan miserable criatura. Sin embargo, para obtener la ofrenda de la libertad de los hombres, hay que darles la paz de la conciencia. El hombre se hubiera inclinado ante ti si le hubieras dado pan, porque el pan es una cosa incontestable; pero si, al mismo tiempo, otro se hubiera adueñado de la conciencia humana, el hombre hubiera dejado tu pan para seguirle. En eso, tenías razón; el secreto de la existencia humana consiste en la razón, en el motivo de la vida. Si el hombre no acierta a explicarse por qué debe vivir preferirá morir a continuar esta existencia sin objeto conocido, aunque disponga de una inmensa provisión de pan. Pero ¿de qué te sirvió el conocer esa verdad? En vez de coartar la libertad humana, le quitaste diques, olvidando, sin duda, que a la libertad de elegir entre el bien y el mal el hombre prefiere la paz, aunque sea la de la muerte. Nada tan caro para el hombre como el libre albedrío, y nada, también, que le haga sufrir tanto. Y, en vez de formar tu doctrina de principios sólidos que pudieran pacificar definitivamente la conciencia humana, la formaste de cuanto hay de extraordinario, vago, conjetural, de cuanto traspasa los límites de las fuerzas del hombre, a quien, ¡tú que diste la vida por él!, diríase que no amabas. Al quitarle diques a su libertad, introdujiste en el alma humana nuevos elementos de dolor. Querías ser amado con un libre amor, libremente seguido. Abolida la dura ley antigua, el hombre debía, sin trabas, sin más guía que tu ejemplo, elegir entre el bien y el mal. ¿,No se te alcanzaba que acabarías por desacatar incluso tu ejemplo y tu verdad, abrumado bajo la terrible carga de la libre elección, y que gritaría: “Si Él hubiera poseído la verdad, no hubiera dejado a sus hijos sumidos en una perplejidad tan horrible, envueltos en tales tinieblas?” Tú mismo preparaste tu ruina: no culpes a nadie. Si hubieras escuchado lo que se te proponía... Hay sobre la tierra tres únicas fuerzas capaces de someter para siempre la conciencia de esos seres débiles e indómitos — haciéndoles felices — : el milagro, el misterio y la autoridad. Y tú no quisiste valerte de ninguna. El Espíritu terrible te llevó a la almena del templo y te dijo: “¿Quieres saber si eres el Hijo de Dios? Déjate caer abajo, porque escrito está que los ángeles tomarte han en las manos.” Tú rechazaste la proposición, no te dejaste caer. Demostraste con ello el sublime orgullo de un dios; ¡pero los hombres, esos seres débiles, impotentes, no son dioses! Sabías que, sólo con intentar precipitarte, hubieras perdido la fe en tu Padre, y el gran Tentador hubiera visto, regocijadísimo, estrellarse tu cuerpo en la tierra que habías venido a salvar. Mas, dime, ¿hay muchos seres semejantes a ti? ¿Pudiste pensar un solo instante que los hombres serían capaces de comprender tu resistencia a aquella tentación? La naturaleza humana no es bastante fuerte para prescindir del milagro y contentarse con la libre elección del corazón, en esos instantes terribles en que las preguntas vitales exigen una respuesta. Sabías que tu heroico silencio sería perpetuado en los libros y resonaría en lo más remoto de los tiempos, en los más apartados rincones del mundo. Y esperabas que el hombre te imitaría y prescindiría de los milagros, como un dios, siendo así que, en su necesidad de milagros, los inventa y se inclina ante los prodigios de los magos y los encantamientos de los hechiceros, aunque sea hereje o ateo. Cuando te dijeron, por mofa: “¡Baja de la cruz y creeremos en ti!”, no bajaste. Entonces, tampoco quisiste someter al hombre con el milagro, porque lo que deseaba de él era una creencia libre, no violentada por el prestigio de lo maravilloso; un amor espontáneo, no los transportes serviles de un esclavo aterrorizado. En esta ocasión, como en todas, obraste inspirándote en una idea del hombre demasiado elevada: ¡es esclavo, aunque haya sido creado rebelde! Han pasado quince siglos: ve y juzga. ¿A quién has elevado hasta ti? El hombre, créeme, es más débil y más vil de lo que tú pensabas. ¿Puede, acaso, hacer lo que tú hiciste? Le estimas demasiado y sientes por él demasiado poca piedad; le has exigido demasiado, tú que le amas más que a ti mismo. Debías estimarle menos y exigirle menos. Es débil y cobarde. El que hoy se subleve en todas partes contra nuestra autoridad y se enorgullezca de ello, no significa nada. Sus bravatas son hijas de una vanidad de escolar. Los hombres son siempre unos chiquillos: se sublevan contra el profesor y le echan del aula; pero la revuelta tendrá un término y les costará cara a los revoltosos. No importa que derriben templos y ensangrienten la tierra: tarde o temprano, comprenderán la inutilidad de una rebelión que no son capaces de sostener. Verterán estúpidas lágrimas; pero, al cabo, comprenderán que el que les ha creado rebeldes les ha hecho objeto de una burla y lo gritarán, desesperados. Y esta blasfemia acrecerá su miseria, pues la naturaleza humana, demasiado mezquina para soportar la blasfemia, se encarga ella misma de castigarla. La inquietud, la duda, la desgracia: he aquí el lote de los hombres por quienes diste tu sangre. Tu profeta dice que, en su visión simbólica, vio a todos los partícipes de la primera resurrección y que eran doce mil por cada generación. Su número no es corto, si se considera que supone una naturaleza más que humana el llevar tu cruz, el vivir largos años en el desierto, alimentándose de raíces y langostas; y puedes, en verdad, enorgullecerte de esos hijos de la libertad, del libre amor, estar satisfechos del voluntario y magnífico sacrificio de sí mismos, hecho en tu nombre. Pero no olvides que se trata só1o de algunos miles y, más que de hombres, de dioses. ¿Y el resto de la Humanidad? ¿Qué culpa tienen los demás, los débiles humanos, de no poseer la fuerza sobrenatural de los fuertes? ¿Qué culpa tiene el alma feble de no poder soportar el peso de algunos dones terribles? ¿Acaso viniste tan sólo por los elegidos? Si es así, lo importante no es la libertad ni el amor, sino el misterio, el impenetrable misterio. Y nosotros tenemos derecho a predicarles a los hombres que deben someterse a él sin razonar, aun contra los dictados de su conciencia. Y eso es lo que hemos hecho. Hemos corregido tu obra; la hemos basado en el “milagro”, el “misterio” y la “autoridad”. Y los hombres se han congratulado de verse de nuevo conducidos como un rebaño y libres, por fin, del don funesto que tantos sufrimientos les ha causado. Di, ¿hemos hecho bien? ¿Se nos puede acusar de no amar a la Humanidad? ¿No somos nosotros los únicos que tenemos conciencia de su flaqueza; nosotros que, en atención a su fragilidad, la hemos autorizado hasta para pecar, con tal que nos pida permiso? ¿Por qué callas? ¿Por qué te limitas a mirarme con tus dulces y penetrantes ojos? ¡No te amo y no quiero tu amor; prefiero tu cólera! ¿Y para qué ocultarte nada? Sé a quién le hablo. Conoces lo que voy a decirte, lo leo en tus ojos... Quizá quieras oír precisamente de mi boca nuestro secreto. Oye, pues: no estamos contigo, estamos con Él... ; nuestro secreto es ése. Hace mucho tiempo — ¡ocho siglos! — que no estamos contigo, sino con Él. Hace ocho siglos que recibimos de Él el don que tú, cuando te tentó por tercera vez mostrándote todos los reinos de la tierra, rechazaste indignado; nosotros aceptamos y, dueños de Roma y la espada de César, nos declaramos los amos del mundo. Sin embargo, nuestra conquista no ha acabado aún, está todavía en su etapa inicial, falta mucho para verla concluida; la tierra ha de sufrir aún durante mucho tiempo; pero nosotros conseguiremos nuestro objeto, seremos el César y, entonces, nos preocuparemos de la felicidad universal. Tú también pudiste haber tomado la espada de César; ¿por qué rechazaste tal don? Aceptándole, hubieras satisfecho todos los anhelos de los hombres sobre la tierra, les hubieras dado un amo, un depositario de su conciencia y, a la vez, un ser en torno a quien unirse, formando un inmenso hormiguero, ya que la necesidad de la unión universal es otro de los tres supremos tormentos de la Humanidad. La Humanidad siempre ha tendido a la unidad mundial. Cuanto más grandes y gloriosos, más sienten los pueblos ese anhelo. Los grandes conquistadores, los Tamerlan, los Gengis Kan que recorren la tierra como un huracán devastador, obedecen, de un modo inconsciente, a esa necesidad. Tomando la púrpura de César, hubieras fundado el imperio universal, que hubiera sido la paz del mundo. Pues, ¿quién debe reinar sobre los hombres sino el que es dueño de sus conciencias y tiene su pan en las manos? Tomamos la espada de César y, al hacerlo, rompimos contigo y nos unimos a Él. Aún habrá siglos de libertinaje intelectual, de pedantería y de antropofagia —los hombres, luego de erigir, sin nosotros, su Torre de Babel, se entregarán a la antropofagia—; pero la bestia acabará por arrastrarse hasta nuestros pies, los lamerá y los regará con lágrimas de sangre. Y nosotros nos sentaremos sobre la bestia y levantaremos una copa en la que se leerá la palabra “Misterio”. Y entonces, sólo entonces, empezará para los hombres el reinado de la paz y de la dicha. Tú te de tus elegidos, pero son una mi noria: nosotros les daremos el re y la calma a todos. Y aun de esa minoría, aun de entre esos “fuertes” llamados a ser de los elegidos, ¡cuántos han acabado y acabarán por cansarse de esperar, cuán tos han empleado y emplearán contra ti las fuerzas de su espíritu y el ardor de su corazón en uso de la libertad de que te son deudores! Nosotros les daremos a todos la felicidad, concluiremos con las re vueltas y matanzas originadas por la libertad. Les convenceremos de que no serán verdaderamente libres, sino cuando nos hayan confiado su libertad. ¿Mentiremos? ¡No! Y bien sabrán ellos que no les engañamos, cansados de las dudas y de los terrores que la libertad lleva consigo. La independencia, el libre pensamiento y la ciencia llegarán a sumirles en tales tinieblas, a espantarlos con tales prodigios, a causar los con tales exigencias, que los menos suaves y dóciles se suicidarán; otros, también indóciles, pero débiles y violentos, se asesinarán, y otros —los más—, rebaño de cobardes y de miserables, gritarán a nuestros pies: “¡Sí, tenéis razón! Sólo vosotros poseéis su secreto y volvemos a vosotros! ¡Salvadnos de nosotros mismos!” No se les ocultará que el pan —obtenido con su propio trabajo, sin milagro alguno— que reciben de nosotros se lo tomamos antes nosotros a ellos para repartírselo, y que no convertimos las piedras en panes. Pero, en verdad, más que el pan en sí, lo que les satisfará es que nosotros se lo demos. Pues verán que, si no convertimos las piedras en partes, tampoco los panes se convierten, vuelto el hombre a nosotros, en piedras. ¡Comprenderán, al cabo, el valor de la sumisión! Y mientras no lo comprendan, padecerán. ¿Quién, dime, quién ha puesto más de su parte para que dejen de padecer? ¿Quién ha dividido el rebaño y le ha dispersado por extraviados andurriales? Las ovejas se reunirán de nuevo, el rebaño volverá a la obediencia y ya nada le dividirá ni lo dispersará. Nosotros, entonces, les daremos a los hombres una felicidad en armonía con su débil naturaleza, una felicidad compuesta de pan y humildad. Sí, les predicaremos la humildad — no, como Tú, el orgullo . Les probaremos que son débiles niños, pero que la felicidad de los niños tiene particulares encantos. Se tornarán tímidos, no nos perderán nunca de vista y se estrecharán contra nosotros como polluelos que buscan el abrigo del ala materna. Nos temerán y nos admirarán. Les enorgullecerá el pensar la energía y el genio que habremos necesitado para domar a tanto rebelde. Les asustará nuestra cólera, y sus ojos, como los de los niños y los de las mujeres, serán fuentes de lágrimas. ¡Pero con que facilidad, a un gesto nuestro, pasarán del llanto a la risa, a la suave alegría de los niños! Les obligaremos, ¿qué duda cabe?, a trabajar; pero los organizaremos, para sus horas de ocio, una vida semejante a los juegos de los niños, mezcla de canciones, coros inocentes y danzas. Hasta les permitiremos pecar — ¡su naturaleza es tan flaca!—. Y, como les permitiremos pecar, nos amarán con un amor sencillo, infantil. Les diremos que todo pecado cometido con nuestro permiso será perdonado, y lo haremos por amor, pues, de sus pecados, el castigo será para nosotros y el placer para ellos. Y nos adorarán como a bienhechores. Nos lo dirán todo y, según su grado de obediencia, les permitiremos o les prohibiremos vivir con sus mujeres o sus amantes y les consentiremos o no les consentiremos tener hijos. Y nos obedecerán, muy contentos. Nos someterán los más penosos secretos de su conciencia, y nosotros decidiremos en todo y por todo; y ellos acatarán, alegres, nuestras sentencias, pues les ahorrarán el cruel trabajo de elegir y de determinarse libremente. Todos los millones de seres humanos serán así, felices, salvo unos cien mil, salvo nosotros, los depositarios del secreto. Porque nosotros seremos desgraciados. Los felices se contarán por miles de millones, y habrá cien mil mártires del conocimiento, exclusivo y maldito, del bien y del mal. Morirán en paz. pronunciando tu nombre, y, más allá de la tumba, sólo verán la oscuridad de la muerte. Sin embargo, nos lo callaremos; embaucaremos a los hombres, por su bien, con la promesa de una eterna recompensa en el cielo, a sabiendas de que, si hay otro mundo, no ha sido, de seguro, creado para ellos. Se vaticina que volverás, rodeado de tus elegidos, y que vencerás; tus héroes sólo podrán envanecerse de haberse salvado a sí mismos, mientras que nosotros habremos salvado al mundo entero. Se dice que la fornicadora, sentada sobre la bestia y con la “copa del misterio” en las manos, será afrentada y que los débiles se sublevarán por vez postrera, desgarrarán su púrpura y desnudarán su cuerpo impuro. Pero yo me levantaré entonces y te mostraré los miles de millones de seres felices que no han conocido el pecado. Y nosotros que, por su bien, habremos asumido el peso de sus culpas, nos alzaremos ante ti, diciendo: “¡Júzganos, si puedes y te atreves!” No te temo. Yo también he estado en el desierto; yo también me he alimentado de langostas y raíces; yo también he bendecido la libertad que les diste a los hombres y he soñado con ser del número de los fuertes. Pero he renunciado a ese sueño, he renunciado a tu locura para sumarme al grupo de los que corrigen tu obra. He dejado a los orgullosos para acudir en socorro de los humildes. Lo que te digo se realizará; nuestro imperio será un hecho. Y te repito que mañana, a una señal mía, verás a un rebaño sumiso echar leña a la hoguera donde te haré morir, por haber venido a perturbarnos. ¿Quién más digno que Tú de la hoguera? Mañana te quemaré. Dixi. El inquisidor calla. Espera unos instantes la respuesta del preso. Aquel silencio le turba. El preso le ha oído, sin dejar de mirarle a los ojos, con una mirada fija y dulce, decidido evidentemente a no contestar nada. El anciano hubiera querido oír de sus labios una palabra, aunque hubiera sido la más amarga, la más terrible. Y he aquí que el preso se le acerca en silencio y da un beso en sus labios exangües de nonagenario. ¡A eso se reduce su respuesta! El anciano se estremece, sus labios tiemblan; se dirige a la puerta, la abre y dice: “¡Vete y no vuelvas nunca... , nunca! Y le deja salir a las tinieblas de la ciudad”. El preso se aleja.

La clase obrera y el cura José Matías Delgado Por Roque Dalton (1935-1975)

El 5 de noviembre de 1821, el cura José Matías Delgado pegó un grito y se puso a sonar campanazón en la Iglesia de la Merced, en la ciudad de San Salvador. Todas gentes de la cuidad que valían la pena dijeron que era un loco a quien había que ponerlo en su lugar, para que no siguiera con sus bullas; lo único que estaba consiguiendo era desprestigiar al país ante nuestro meros amos del Noroeste y el resto del mundo civilizado, que qué iban a pensar de nosotros en Madrid, con esas calumnias que regaba el mentado cura, diciendo que había injusticias y subyugación en toda la provincia. Las viejas ricas cloquearon entre sus collares y sus bigotes. “Cura narizón que lo que debiera es limitarse a enseñar el Rosario y dar sus misas cantadas y preparar a los niños y a los criados en la Doctrina y predicar sobre el Santo Matrimonio —dijeron— no andar ahí de candil de la calle metido a Redentor Puñetero.” Pero el Padre José Matías le siguió dando. La verdad es que los primeros peninsulares que supieron escoger la libertad y mandaron al diablo a España y al Rey, sí ganaron (y estuvieron listos para coger parte del nuevo mango de la nueva sartén). Habría hoy un lugar para cosas así ? Habría dar ese lugar ? El cherito José Matías Delgado, como cura principal que era de San Salvador y como dueño de una hacienda añilera de mil 440 manzanas, pertenecía, o bien a la clase alta o bien a un sector equidistante entre los sectores más altos de la clase media y la clase alta. Era criollo hijo de criollos y poseía ilustración. Ello quiere decir que el padre José Matías no era lo que se llamaba entonces un hombre del pueblo y más bien pertenecía a lo que hoy llamaríamos las clases explotadoras o por lo menos las clases que, teniendo las condiciones para ser plenamente explotadoras, eran sin embargo explotadoras por España y necesitaban sacudirse a la Madre Patria del lomo para explotarnos mejor. Por qué, entonces, venimos tratando tan bien, tan simpáticamente ,al cura Delgado, desde el inicio de este poema ? Hay una (única ) razón: lo que no se puede negar es que el chero José Matías era hijo de la nación que pugnaba por nacer. Y por su ubicación social y sus características personales, por el tipo de la sociedad colonial en que surgió, estuvo en capacidad de tener conciencia de ello, aún al nivel de identificar los intereses de la naciente nación con los de la clase a que pertenecía. El enemigo principal de aquel feto de nación era entonces el colonialismo español. Al luchar contra él, aunque no fuera del todo bien, José Matías Delgado defendía los intereses de todos los centroamericanos, desde el más encopetado hasta el más pelado. José Matías y sus camaradas de procerato, junto con la gran mayoría de la capa inferior de los criollos y la superior y media de los mestizos, lograron la independencia política formal de nuestro país. Y eso fue bueno de por sí, independientemente de si lo hicieran por favorecer al pueblo ( que en verdad estaba formado por las clases llamadas entonces bajas y por las capas bajas de la clase media), o de si lo hicieran por vender a mejor precio su añil y su cacao, fuera del monopolio comercial de España. No nos oponemos pues, a considerar al Curita, como Padre de la Patria (hay que decir también que la hija no está como para andar presumiendo). Además hay que considerar también que la historia posterior del desarrollo de lo que entonces eran las clases dominantes de El salvador, no hay que ser tan del al tiro mecánicos. Pues no es verdad que los próceres hayan sido tan sólo las semillas de las catorce grandes familias, de los barones del café. Unos próceres sí, pero otros no. Los próceres lucharon contra España para explotar (objetivamente) al país en nombre propio. Y desde aquel hoyo que fue entre nosotros el principio del siglo pasado, nos dan todo el aspecto de que querían ser la burguesía nacional. Se amolaron. Porque en su interior, las contradicciones políticas a nivel centroamericano retardaron demasiado el proceso y, por otra parte, porque ¿con qué telas (si no hay arañas) iban a dar el salto desde la gleba políticamente independiente que nos dejara España hasta la pujante etapa del capitalismo cipotón? ¿Dónde burguesía nacional seria, sin industrialización, sin creación de tecnología, sin clase obrera?. La burguesía nacional no puede existir sin su contrario interno, sin su sepulturero, para no plantear más que este problema. De ahí que aquellas clases dominantes que encabezaron la movida de la independencia se fragmentaran en pedazos antagónicos (pedazos alemanes, franceses, ingleses, norteamericanos) | y entre peleas que se llamaron liberal-conservadoras, chapino-guanacas, catracho-pinoleras, etc., fueran perdiendo su primitiva cara progresista y se dedicaran a consolidar la gleba, con las materias agrícolas y el corazón puestos en el Mercado Internacional. Vivir para el Mercado Internacional significaba vivir para el dueño del Mercado Internacional (que después de algunos forcejeos vino a ser el imperialismo norteamericano, si me perdonan la expresión, sobre todo en poesía, vaso santo). Entonces aquellas clases dominantes que se habían dormido en la corriente (aunque no sin antes concentrar en sus manos toda la tierra del país y matar de hambre a medio mundo), vinieron a ser de nuevo las hijas-socias del patrón, las únicas intérpretes de la voz del amo, como el chucho careto de la RCA Victor. Si la clase obrera salvadoreña hubiera existido en 1821, talvez podría haberse unido con la amplia cherada político-social del padre José Matías Delgado y talvez habría habido burguesía nacional salvadoreña, es decir, burguesía anticolonialista, anti-imperialista, aunque fuera por una vez en la vida. Pero nuestra clase obrera, y quizás habría que dar gracias a dios, ha venido naciendo ya demasiado tarde para meterse en todo eso. Aunque dichas así suenen las cosas como tema de corrido chapín. La oligarquía del imperialismo vende hoy al padre Delgado con los labios pintados, en fotos donde se le mira repartiendo hostias de pasta de Incaparina y haciendo con las dos manitas, a cada rato, el gesto de la Alianza para el Progreso, de la Pacona y de la mismísima Mano Murder Inc. de Arana Osorio y de Fidel Sanchéz. Pero la clase obrera salvadoreña nunca será ya el contrario dinamizador de la burguesía nacional, que tuvo su único chance de vivir a partir de 1821. La situación de hoy es muy distinta a la de la época de aquella independencia política. Al revés y al derecho, por dentro y por afuera. El imperialismo desea que la Nación Salvadoreña S.A., Made in USA. Lo cual quiere decir que la nación de los salvadoreños sólo será salvadoreña si es anti-imperialista. No hay de otras. No hay de piña, entradores. Para esos afanes nacionales la clase obrera puede ganar para sí al Padre Delgado, padre de la Patria. Ayudándole a tocar bien duro las campanas de 1821, ya no sólo con la música de la Marsellesa y las canciones antimonárquicas, sino también con la melodía y los coros de la internacional. Así vamos a ir aprendiendo a saludar a la verdadera patria, la patria de los pobres, hijos suyos, orgullosos. Porque la nación que comenzó a ser nación al dejar de ser yanqui y marchar poco a poco, pujante de soberanía, hacia la gran nación internacional, a la gran comunidad liberada por la revolución mundial. Lograr eso será nuestra gloria mayor. Todas las naciones liberadas vendrán entonces a nuestro encuentro, con sus propias campanas. Fin.

Otro verano caliente y una teoría sobre el calor Por Mempo Giardinelli

En estos días pareciera que no hay más tema que el calor, que todo lo quema y especialmente el humor de los porteños. La política, el dólar, las acusaciones mediáticas y las amenazas de estatización de los servicios eléctricos son, por decirlo así, meras expresiones de lo mismo: el calor abrumador, que como en El extranjero de Albert Camus todo lo determina y condiciona, y en particular las más reprochables conductas humanas. A mí esta semana me tocó viajar por dos provincias argentinas –Santa Fe y Córdoba– en automóvil y con un promedio de 40 grados centígrados, lo que no significó, ni mucho menos, el cruce del Aqueronte pero sí una incursión en realidades paradójicas. La primera y más grande es la riqueza y abundancia que todavía se aprecia no sólo en los campos sino también en pueblos y ciudades. Están a la vista los inmensos campos sembrados de girasoles, maíz y soja, sobre todo soja, a lo largo de cientos, miles de kilómetros. Eso es lo que se ve desde todas las carreteras, principales o secundarias. La segunda observación es la casi desaparición de bosques, que en el caso de Córdoba es además una burla porque cada tanto se ven gigantografías que hablan de la preservación de bosques nativos por parte del gobierno provincial, en un contexto de evidente inexistencia de tales bosques. Y la tercera, dolorosa comprobación, es la casi total desaparición de ganado vacuno, que antes –hago estos viajes dos o tres veces por año, desde hace décadas y entrando a muchos poblados– era el protagonista principal del paisaje. Ya casi no se ven vacas en esas pampas, y desde luego, no son creíbles las argumentaciones acerca del ganado en feedlots ni la que supone perversas políticas gubernamentales dirigidas a liquidar los stocks ganaderos. Más bien parece evidente que los productores se pasaron a la soja por cuestiones de bolsillo. Lo que es lamentable pero también lógico al no haber una clara política agrícola-ganadera nacional que equilibre lo desequilibrado. Como sea, no sólo es otra geografía la que se observa en las provincias, sino que también en términos sociales el cambio es apreciable. Innumerables pueblos y ciudades de menos de 20 mil habitantes siguen viviendo como hace años, cordiales y amistosos, sumidos en lo que el poeta Alfredo Veiravé llamó “siestas sacramentales”. Las ciudades emergentes, de entre 20 y 100 mil almas, como Reconquista, Arroyito, Rafaela o San Francisco, son hoy centros industriales a la vez que agrícolas, y parecen mostrar pleno empleo junto con los naturales conflictos entre las tradiciones y la siempre agresiva “modernidad”. Son las grandes ciudades las que reproducen, del peor modo, la crisis que la Argentina ha vivido desde la dictadura –alfonsinato y menemato incluidos– y con el coronamiento del bestializado ingreso al tercer milenio: pobreza e indigencia extremas, villas miseria ofensivas para la dignidad humana, dormideros abominables y todo con visible carencia de agua potable y los servicios más elementales. Son núcleos aquí más grandes, allá más pequeños, que rodean a las grandes capitales: Santa Fe, Rosario, Córdoba, cada una de las cuales reproduce en escala los horrores de los más horrorosos puntos del conurbano bonaerense. No sólo son productores de las peores conductas sociales, sino también acusaciones rotundas a las pésimas políticas llevadas a cabo desde los poderes locales. En ese contexto, las policías camineras salen a las rutas casi exclusivamente para coimear. Sea cual fuere la infracción que se cometa, grande o pequeña, e incluso si no se comete ninguna, cada control o retén (me tocaron ocho en cuatro días) desencadena una cuasi graciosa –sí que vergonzosa y lamentable– esgrima verbal entre el uniformado que busca modos de que el supuesto infractor acepte “arreglar” y el conductor en muchos casos ofendido y frustrado. Y es que no todos los que van al volante practican la única respuesta recomendable: o me deja seguir o me hace una boleta, pero dinero no le doy. En Buenos Aires, en cambio, todo esto puede parecer exótico, quizá porque allí la furia siempre tiene directores, como tiene prensa y tiene fogoneros al servicio de los más cretinos intereses. Allí, a diferencia de las provincias, hay un enorme esfuerzo en marcha para desestabilizar. Como en los avisperos, se trabaja arduamente para que los gobiernos no terminen y para ello siempre son propicios los veranos calientes. Antiguamente muchos golpes de Estado se hicieron en marzo o después. Y fue al final de un verano que cayó Alfonsín, como fue en verano que Menem terminó su deshilachado mandato y fue en otro caliente verano que le estallaron el gobierno y la sociedad a De la Rúa. Al menos por lo que se vio en la tele estos días y el clima pre bélico que estimulan ciertos medios, es evidente que una vez más hay quienes hacen esas tareas, como bien lo delatan los grandes diarios. Y así, más que nunca, hoy este país es dos países. Ha de ser, como diría Camus, por obra del calor. 29/12/13 Página|12

El infierno de Kaláshnikov Por Robert Fisk *

Siempre he tenido una debilidad por el viejo Mikhaíl Kaláshnikov Timoféyevich, que murió poco antes de Navidad. Cuando me encontré con él, sus ojos siberianos estaban tan alertas como los de un lobo. Era impetuoso, duro, desvergonzado. Supongo que tenía que ser así. Por haber dado su nombre al más famoso rifle en el mundo –que yo mismo había visto en el Líbano, Siria, Irak, Egipto, Palestina, Libia, Argelia, Armenia, Azerbaiyán, Bosnia, Serbia, Yemen– debía tener la respuesta a la pregunta obvia. ¿Cómo podría Kaláshnikov justificar toda esta sangre que brota de los seres humanos, cortesía de su diabólica invención? “Ves”, dijo el anciano lobo, “todos estos sentimientos se producen porque una parte de nosotros quiere liberarse con las armas, pero en mi opinión sería bueno que la otra parte prevalezca. Será después de mi muerte, pero llegará el momento en que mis armas no serán más utilizadas o necesarias”. Ahora, aquel hombre –una pequeña figura encorvada con el pelo canoso y peinado y unos cuantos dientes de oro, cuando lo conocí hace doce años– se ha ido al cielo de los armeros, después de haber pasado algunos de sus últimos días en la fábrica de armas en la que aún trabajaba –a la increíble edad de 94– en la ciudad rusa de Izhevsk. Y al día siguiente, estaban los rebeldes de la República Centroafricana en nuestras pantallas de televisión, blandiendo, bueno, sus rifles automáticos Kaláshnikov AK- 47. “AK” por Automat Kaláshnikova, “47” por 1947, la fecha en que se fabricó por primera vez. La historia de Kaláshnikov es bien conocida. Herido en la batalla de Bryansk en 1941 –un proyectil alemán impactó contra su tanque y parte del blindaje del vehículo se clavó en su cuerpo–, reflexionó en su cama de hospital sobre una pregunta que le formuló un compañero. “Un soldado en la cama de al lado me preguntó: ‘¿Por qué nuestros soldados tienen sólo un rifle para dos o tres hombres cuando los alemanes tienen automáticos?, Así que diseñé uno. Yo era un soldado y creé una ametralladora para un soldado.” Mikhaíl Kaláshnikov era muy consciente de la condición mítica de su arma. “Cuando me reuní con el ministro de Defensa de Mozambique”, me contó, “él me recibió con la bandera nacional de su país que lleva la imagen de una Kaláshnikov. Y me dijo que cuando los soldados que luchaban por la liberación volvieron a sus pueblos, llamaron ‘Kalash’ a sus hijos. Creo que esto es un honor, no sólo un éxito militar. Es un éxito en la vida cuando las personas llevan mi nombre, Mikhaíl Kaláshnikov”. No mencioné que Hezbolá también incorporó esta miserable arma en su insignia, y que el rifle forma la “l” de “Alá” en el alfabeto árabe en su bandera amarilla y verde. No tuvo mucho sentido, recordé en ese momento preguntar a sus hijos qué pensaban de él. Su hijo Viktor era un diseñador de armas pequeñas. Viktor había traído a su papá a la feria de armas de Abu Dhabi, donde me encontré con él, un triste accesorio de moda para la campaña de exportación de la antigua Unión Soviética. Sin embargo, Mikhaíl Kaláshnikov, obviamente había pensado mucho acerca de su papel en el mundo –y sobre la muerte– y él quería, pensé, una especie de absolución. “No es mi culpa que el Kaláshnikov se volviera tan conocido en el mundo”, dijo, “que se utilizara en muchos lugares conflictivos. Pienso que las políticas de estos países tienen la culpa, no los diseñadores de armas. El hombre nace para proteger a su familia, a sus hijos, a su mujer. Pero quiero que sepan que, aparte de las armas, he escrito tres libros en los que trato de educar a nuestros jóvenes para que respeten a sus familias, a las personas mayores, a la historia...” El viejo muchacho produjo una edición en inglés de su libro, una lectura bastante buena, con un montón de patriotismo autocrítico –y lo firmó con un crayón azul–. “Yo vivía en una época en que todos queríamos ser útiles para nuestro Estado (soviético)”, dijo. “Hasta cierto punto, el Estado se hizo cargo de sus héroes y sus diseñadores. En el pueblo donde nací, de acuerdo con un decreto especial, se erigió un monumento en mi honor, dos veces más alto que mi estatura. En la ciudad de Izhevsk, donde vivo, hay ahora un museo Kaláshnikov con una parte dedicada a mi vida. ¡Y esto fue hecho mientras estoy con vida!” El no era rico, tenía poco dinero, o al menos eso me dijo. “Yo habría hecho un buen uso de ese dinero si lo tuviera. Pero hay algunas cuestiones que pueden ser más importantes. El presidente Putin me llamó por mi cumpleaños el otro día. Ningún otro presidente llamaría por teléfono a un diseñador de armas. Y estas cosas son muy importantes para mí.” Pero ¿qué pasa con Dios?, le pregunté. Kaláshnikov, que todavía llevaba sus dos medallas de Héroe del Trabajo Socialista, me contó una historia extraña. Un mayor del ejército saudí, una vez le había preguntado, según contó, si se le había ocurrido cambiar su fe. “Para los estándares cristianos, usted es un gran pecador. Usted es responsable de miles, incluso decenas de miles, de muertes en todo el mundo. Ellos le han preparado un lugar en el infierno.” Pero Kaláshnikov fue un verdadero musulmán, insistió, no obstante, el militar saudí. Cuando el tiempo de su existencia terrenal termine, Alá le dará la bienvenida como a un héroe, porque “la misericordia de Dios es infinita”. ¿Entonces, está Mikhaíl Kaláshnikov ahora en el cielo o en el infierno? Por supuesto, le pregunté en ese entonces lo que Dios diría realmente de él cuando muriera. “Nosotros fuimos educados de una manera tal que probablemente yo sea un ateo”, respondió. “Pero existe algo...” * De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Patricio Porta.

A 40 AñOS DEL GOLPE DE ESTADO DE PINOCHET EN CHILE, LA TRANSICION NO TERMINA Tareas pendientes en materia de DD.HH.

La tenacidad de quienes han sido parte de las demandas de las agrupaciones de derechos humanos tuvo grandes logros en avanzar para crear conciencia. Pero falta conocer el presunto rol de civiles en los crímenes de la dictadura. (imagen bachelet-marcha-chile) Bachelet entre una multitud durante un acto en el ex centro de tortura Villa Grimaldi, en septiembre de este año. Por Christian Palma Desde Santiago A la hora de los balances de cierre de año, sin duda, el tema de los derechos humanos es una temática que en Chile seguirá presente mientras las víctimas de los atropellos ocurridos durante la dictadura que encabezó Augusto Pinochet (1973-1990) no sientan de verdad que llegaron la verdad y la justicia. En septiembre pasado, mes en que se conmemoraron 40 años desde que los militares tomaran el poder por la fuerza, el país se polarizó una vez más entre los cada vez menos visibles pinochetistas y quienes rechazan el horror vivido en el país, sector al cual se han sumado las nuevas camadas de la derecha chilena, que arrinconada bajo ese manto de desprestigio perdió por paliza las elecciones presidenciales y quedó en minoría en el Congreso. En este escenario, la presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), Lorena Pizarro, al comentar a los medios su análisis de este 2013, advirtió que “es el tiempo” de comenzar a responder frente a las demandas de verdad y justicia, tras largos años de transición. De esta forma, afirmó que este año en particular la conmemoración de los 40 años del golpe de Estado significó una gran remezón en la conciencia nacional. Pizarro, quien vivió el horror en carne propia, aseguró que la tenacidad de quienes han sido parte de las demandas de las agrupaciones de derechos humanos tuvo grandes logros en avanzar para crear conciencia respecto de lo que significó la vulneración de derechos durante la dictadura. Sin embargo, señaló tajantemente que entre las tareas pendientes está conocer el presunto el rol de civiles en las violaciones a los DD. HH. “Son muchas las tareas pendientes, porque un país que vive 23 años de transición, con 20 años de ellos por una coalición (Concertación) y luego con la Alianza (de derecha), creemos que ya es tiempo de empezar a vivir en una democracia verdadera, y eso significa que la deuda es enorme, porque durante estos largos años, al no tener en el centro los derechos de las personas, se acrecienta la injusticia, la deuda ha crecido demasiado, por lo tanto ya es tiempo de resolverlo”, sostuvo. Junto a ello, la histórica dirigente afirmó que la consigna del “nunca más” es más fundamental que nunca. “Tenemos una tarea gigante, los violadores de los derechos humanos han envejecido, la demanda de verdad y justicia se tiene que materializar ahora, porque si no se nos va a pasar el tiempo y ellos van a morir de viejos, como lo hizo el dictador (Augusto Pinochet) en la absoluta impunidad.” Volviendo al balance, Lorena Pizarro dijo que “el principal avance para la causa de la verdad, la justicia y la lucha contra la impunidad fue el remezón nacional este año en el contexto de la conmemoración de los 40 años del golpe. Esto no se dio en forma mágica, esto tiene que ver con el entendimiento, nivel de conciencia y de conocimiento que tuvo la inmensa mayoría de la población de lo que fue el golpe, tiene que ver con que se ha avanzado y se ha materializado una lucha demasiado larga, con poca voluntad política por parte de las autoridades para enfrentar el tema”. En relación con los logros que esperan obtener el año que viene, con Michelle Bachelet a la cabeza de La Moneda, Pizarro aseguró que “esperamos que las voluntades políticas materialicen aquel derecho que está escrito y que Chile ha firmado en reiteradas ocasiones, sin duda que debiera ser distinto si no tenemos a la derecha en el poder, sin duda hoy hay que hacer lo que no se hizo en estos 23 años, tenemos toda la fuerza para demandar verdad y justicia”. Agregó que “hoy resulta injustificable no avanzar en el enjuiciamiento de civiles y militares que están impunes, en terminar con el penal Punta Peuco, en terminar con la aplicación de la Ley Antiterrorista, en terminar con los presos políticos mapuches, tenemos toda la fuerza para demandar el respeto a los derechos humanos”. Finalmente señaló que “todo lo que fue la planificación, la colusión genocida, toda esa desestabilización que se estableció en el gobierno de Salvador Allende para justificar el golpe, tuvo participación además de civiles chilenos y extranjeros, de destacados sujetos que han participado de la política y será el Poder Judicial el que tiene que investigar y desenmascarar aquella parte de la impunidad que hoy está presente en el país”. A pesar de la lentitud de los juicios, la Justicia avanza. Esta semana, por ejemplo, ocho ex miembros del Ejército de Chile fueron condenados en primera instancia por los homicidios calificados de 14 personas en el llamado caso Caravana de la Muerte. El juez Leopoldo Llanos impuso penas que van desde 3 a 15 años de cárcel a los ex militares, según su grado de responsabilidad en los asesinatos perpetrados el 19 de octubre de 1973 en Antofagasta. Los sentenciados a 15 años y un día son Sergio Arredondo González, Marcelo Moren Brito, Juan Chiminelli Fullerton y Patricio Ferrer Ducaud. Pablo Martínez Latorre fue condenado a cinco años y Pedro Espinoza Bravo, Luis Felipe Planco Gallardo y Emilio de la Mahotiere González a tres años. Gonzalo Santelices Cuevas fue absuelto por falta de participación en los hechos. La Caravana de la Muerte, uno de los casos de violaciones de los derechos humanos más emblemáticos en Chile, fue una comitiva militar dirigida principalmente por el entonces general Sergio Arellano Stark, que recorrió el país después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, ejecutando prisioneros políticos. El fallo del juez Llanos determinó que el 19 de octubre, cuando la delegación de militares que se trasladaba en helicópteros llegó a la norteña ciudad de Antofagasta, el “oficial delegado (...) dispuso que 14 prisioneros políticos debían ser retirados de la Cárcel Pública (...) y trasladados a la Quebrada El Way”. Agregó que una vez que se produjo el traslado, “los prisioneros fueron separados en grupos de tres o cuatro y llevados frente a un paredón (...) y ejecutados por miembros de la comitiva del oficial delegado y personal militar de la zona, mediante diferentes ráfagas de fuego, provenientes de las armas que portaban”. Las personas fusiladas se encontraban procesadas por la Fiscalía Militar, sin que aún se hubiese dictado sentencia en contra de ellas. Llanos ordenó que el Estado y los condenados deberán pagar indemnizaciones a los familiares de las víctimas por concepto de daño moral. 29/12/13 Página|12

Pronósticos de fin de año

Llega fin de año. Días de balances y perspectivas para el nuevo año que comenzará en una semana. Y también tiempos de pronósticos, entre ellos los referidos a la evolución de la economía. Por Francisco Balázs En días como estos, abundan las encuestas sobre la percepción de los supuestos expertos respecto a la evolución de las diferentes variables económicas en 2014: inflación, crecimiento del PBI, paritarias, reservas del Banco Central, tipo de cambio, inversiones etc. Expectativas, refieren los gurúes, los dueños de las consultoras que diariamente marcan la agenda de lo que está bien o mal, lo que debería hacerse y lo que no debería hacerse en materia económica. Estos hombres y mujeres, consultores, opinólogos, hombres de la City, y personajes menores que intentan congraciarse con el sistema financiero son, en materia de análisis y pronósticos económicos, abrumadora mayoría: 9 de cada 10 opiniones que se escuchan y leen diariamente en los medios opositores, desde hace décadas les pertenece a ellos. La opinión restante es casi inaudible e inhallable en el maremágnum de noticias de todos los días. Bajo esta desproporción de opiniones a favor del supuesto correcto funcionamiento de la economía, resta preguntarse cuán a resguardo quedan los hombres y mujeres de a pie para primero descifrar esos ampulosos lenguajes y luego comprender a qué deben atenerse. La batalla discursiva es notablemente desigual. Es entonces comprensible que el peso de estos discursos sea incorporado con naturalidad y que sus axiomas y recetas sean repetidas cual mantras por amplias mayorías, incluyendo los supuestos heterodoxos, y atravesando todos los niveles socio económicos. Uno de los caballitos de batalla exitosamente instalado durante la dictadura de 1976 y en especial a partir del gobierno de Carlos Menem, indicaba que el mal de todos los problemas de la Argentina era el elevado peso de sus empresas públicas, que recaía sobre los ciudadanos. Pero además, y con mayor fuerza, se imponía la certeza de la inoperancia del Estado y de la dirigencia política para llevar adelante su correcta administración. El vendaval neoliberal se llevó puesto todo los que era del Estado. La eficiencia estaría garantizada, la calidad del servicio también. Los cortes de energía que fueron el epílogo del gobierno de Raúl Alfonsín serían parte de un pasado decadente. Desde hace más de 20 años las empresas públicas están en manos privadas. La calidad en la prestación de sus servicios a cargo no resolvió ninguna de las ecuaciones que justificaron el remate de las empresas públicas. Vale recordar que el festival de privatizaciones que eliminaba al demoníaco Estado implicó que, en medio de la alegría privatista, la Argentina entregara la jurisdicción de litigio con las empresas y consorcios privados al Banco Mundial (Ciadi) que, desde de la caída del experimento neoliberal de la convertibilidad, todavía siguen litigando contra la Argentina. El otro dislate que vale recordar de aquel período privatizador incluía que las empresas de energía estaban habilitadas a aumentar sus tarifas en forma anual tomando como referencia el nivel de inflación de los Estados Unidos de Norteamérica. Pero algo volvió a ser exitosamente instalado: la responsabilidad no la tienen las empresas privadas, en este caso las transportadoras y distribuidoras de energía, sino, nuevamente, el Estado por no exigirles el cumplimiento de sus responsabilidades. El Estado y los políticos para el discurso de la derecha son la misma cosa a combatir. En consecuencia, otra vez, las empresas privadas son víctimas de un Estado ineficiente que no las controla como debiera y que, al mismo tiempo, no les permite elevar sus tarifas para producir las inversiones que mejoren la calidad del servicio. Otra vez, el discurso imperante es en defensa del interés privado en desmedro del Estado, y más aún de los propios usuarios que están dispuestos a que les aumenten las tarifas de los servicios. El impacto inflacionario de un aumento de tarifas, o quita de subsidios es ninguneado por todos los cruzados en la lucha contra la inflación. QUIÉN LE PONE EL CASCABEL AL INFLACIÓN. Volviendo a los pronosticadores del porvenir de la economía para el año entrante, uno de los ejes divulgados durante los últimos días por los medios opositores está centrado en calcular el nivel de inflación anual que tendrá el país en el año 2014. A tal efecto, el batallón de gurúes la estima entre el 25 y 30% anual. Centrada como la mayor preocupación por su impacto en el poder adquisitivo de la población, en especial en los sectores de menores recursos, lo que no surge con claridad por parte de todos los pronosticadores opositores a la política económica del gobierno es de qué manera se puede combatir la inflación sin afectar los ingresos ni el crecimiento del mercado interno. Las respuestas, en todos los casos,(iguales a las ya experimentadas durante décadas cada vez que se ejecutaron políticas antiinflacionarias por todos los gobiernos anteriores), afectó los ingresos, debilitó el mercado interno y el consumo, recortó presupuestos a la salud, la educación y jubilaciones. Quien recuerde políticas exitosas en esta materia, bienvenido será que se las recuerde. El otro argumento que está repiqueteando en estos días, tras la asunción de Axel Kicillof al frente del ministerio de Economía, y de Jorge Capitanich como jefe de Gabinete, remite al discursete de la vieja tradición neoliberal que se basa en que los cambios ministeriales no fueron seguidos de un “paquete de medidas”. Así, o con otros eufemismos, se denominaba en el pasado "el modelo económico", o "Plan integral", que generara un "shock de confianza" que enviara "claras señales a los mercados". Los paquetes económicos terminaban empaquetando a toda la sociedad. No será este gobierno quien produzca este tipo de prácticas según los manuales del buen funcionamiento de la economía. Las medidas que se anuncian son las que se llevan adelante, más allá de si resultan total o parcialmente efectivas, o incluso si no prosperan. La pregunta queda abierta para quienes puedan afirmar, con honestidad, cuál fue el plan antiinflacionario implementado en las últimas décadas que no haya generado mayor desocupación, pérdida del poder adquisitivo (aun mayor que la inflación), desindutrialización y endeudamiento. Desde el año 2003, la economía argentina, con todas sus dificultades y desafíos pendientes, nada tiene que ver en lo estructural de sus variables y funcionamiento con las que culminaron tras varias décadas en diciembre del año 2001. Creer que diez años son suficientes para revertir 50 años previos de fracasos, es reducir la historia y el fenomenal peso del poder económico concentrado durante décadas. Vale recordar que la respuesta del electorado en las elecciones de octubre fue corriendo por derecha. No se irá por mas progresismo votando a Sergio Massa, Gabriela Michetti, Elisa Carrió. Claro, queda que la abrumadora desigualdad de voces mencionadas al comienzo de esta nota, en favor de las prácticas y políticas económicas que se llevaron adelante durante más de cincuenta años, continúan disponiendo de una vigencia enorme. A pesar de sus indisimulables fracasos. Infonews

El silencio presidencial amenaza la paz Por Osvaldo Drozd. Sur en América latina internacional@miradasalsur.com

Mientras que el presidente Santos no hiciera ninguna declaración acerca de las revelaciones de The Washington Post, acerca del accionar de la CIA en Colombia, ese diario asegura que durante un reciente viaje a Washington, ante la consulta que ese medio le hiciera al mandatario, éste no quiso hablar sobre ello en detalle, teniendo en cuenta las sensibilidades implicadas. “Ha sido de ayuda”, dijo Santos. “Parte de la experiencia y la eficiencia de nuestras operaciones y nuestras operaciones especiales han sido el producto de una mejor formación y conocimiento que hemos adquirido de muchos países, entre ellos Estados Unidos”, en tanto que las negociaciones con las FARC, le dijo el mandatario a The Post, son el resultado de la campaña militar exitosa, “la guinda del pastel”. El silencio de Santos hoy es sintomático, ya que las revelaciones del matutino estadounidense podrían afectar el proceso de paz en La Habana. Que la guerrilla acepte negociar a sabiendas de que existe un plan sistemático de su país junto a la CIA empleando bombas inteligentes que pueden descabezar a sus principales jefes, coloca al grupo insurgente en una real situación de debilidad, para poder establecer ciertos requisitos programáticos en beneficio de las mayorías populares colombianas. Por otra parte, el presidente Santos tampoco tomó una posición contundente contra otro aspecto que va en detrimento de la paz en su país, y es ante la resolución del procurador general Alejandro Ordóñez de destituir de su mandato al alcalde de Bogotá Gustavo Petro (foto) e inhabilitarlo para ejercer sus derechos políticos por quince años. Recientemente, Petro viajó a Washington para elevar su caso ante la Comisión Interamericana por los Derechos Humanos (CIDH), considerando que la maniobra del procurador es sencillamente un “golpe de Estado”, ya que se puede o no estar de acuerdo con las políticas que lleva a cabo, pero lo que no se puede es desplazarlo ilegalmente de su cargo, para cambiar o torcer el rumbo actual. Según el artículo 23 inciso 2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, ratificada por Colombia en 1973, un Estado Parte solamente puede suspender o privar a una persona de sus derechos políticos después de que ésta haya sido sentenciada, como producto de un proceso judicial ajustado a las garantías del debido proceso penal. La Convención establece la “condena, por juez competente, en proceso penal” como garantía contra la suspensión o privación arbitraria de los derechos políticos de las personas, que incluyen los derechos a elegir, a ser elegido y a ejercer cargos públicos de elección popular. Para Petro el único que podría destituirlo es el presidente Santos, revisando el dictamen del procurador, ya que así estaría establecido por la CIDH. Pero esa controversia parece que al gobierno no le interesó resolverla, ya que según el mandatario “tratar de meter el gobierno, o al Presidente, en favor de una y otra posición es contraproducente”, dijo, agregando que “no podemos controvertir las decisiones de los órganos de control”. “No voy a tomar partido a favor de nadie. Los que quieren eso tacan burro. Yo tomo partido a favor de la institucionalidad. No voy a intervenir en nada”, insistió Santos. Ante esta posición, el senador Luis Carlos Avellaneda, del Movimiento Progresistas, le dijo en entrevista al noticiero de La FM Radio que “el presidente debería ser un poco más cuidadoso en este tema, porque si bien ha dicho que quiere respaldar la institucionalidad, justamente por la institucionalidad es que debe ser más responsable. Debe entender que hay jurisprudencia de la CIDH que plantea que un alcalde o un gobernante elegido popularmente no pueden ser despojados de sus derechos políticos sino por autoridad judicial. Y entonces el presidente debe mirar que esa convención se respetará.” 29/12/13 Miradas al Sur

Cuando la CIA pone toda la carne en el asador inteligente Por Osvaldo Drozd. Sur en América latina internacional@miradasalsur.com

Revelar en dos páginas y media, el accionar de la CIA en Colombia, como lo hiciera The Washington Post el pasado domingo –un día en que el diario tiene muchos más lectores que una jornada normal–, sin dudas no es un hecho aislado ni carente de significación. Si bien la Agencia Central de Inteligencia estadounidense siempre mantuvo operaciones en diversos lugares del planeta, actualmente no tiene permitido por el Congreso de su país el intervenir en Colombia, por ejemplo, y mucho menos ser –según decía el matutino–, la causante de la muerte de una cantidad importante de líderes de la guerrilla de las FARC, entre ellos Raúl Reyes, quien cayera asesinado el 1º de marzo de 2008 en tierras ecuatorianas. Pero la lectura de la nota, además, deja la impresión de que la CIA es capaz de actuar impunemente no sólo en Colombia sino en el resto del planeta con una sofistificación que hubiera sorprendido a cualquier escritor de ciencia ficción hace 50 años atrás, y que a cualquier ciudadano de a pie lo deja situado en el más crudo desamparo, ante la omnipotencia del accionar de la central de Inteligencia estadounidense. El Washington Post, si bien enfoca el accionar de la CIA en Colombia no deja de advertir su accionar en cualquier sitio en donde haya “terroristas” a batir, o narcotraficantes, y por eso especifica que también actúa en México contra los carteles de la droga, en donde la asistencia de inteligencia de Estados Unidos es mayor que en cualquier lugar del mundo por fuera de Afganistán. También incluye a América Central y África Occidental, en donde precisa el Post que las rutas de tráfico se han movido en respuesta a la presión de Estados Unidos contra los carteles en otros lugares. Según cuenta el matutino estadounidense, la ayuda secreta de Washington al país suramericano se da casi en forma simultánea a la implementación del denominado Plan Colombia, que comenzara en el 2000, tras las fallidas negociaciones entre el gobierno del por entonces presidente de Colombia Andrés Pastrana y las FARC, cuando para ello se había desmilitarizado la región del Caguán, una zona equivalente en extensión “al territorio de Suiza” dice el Post, asegurando que lejos de asegurar el objetivo pacificador, todo ello envalentonó a la guerrilla que por ese entonces contaba con una fuerza de 18 mil hombres, haciéndola pasar a la ofensiva dando de baja a líderes políticos colombianos. “Fueron asesinados funcionarios electos locales. Se secuestró a un candidato presidencial (Ingrid Betancourt) y se intentó matar a un presidenciable favorito, de línea dura, Álvaro Uribe, a cuyo padre las FARC habían asesinado en 1983”, dice el informe periodístico. Si bien se consigna que la ayuda estadounidense se incrementó a partir del 11 de septiembre de 2001, a partir de contar como justificativo la guerra contra el terrorismo; el Post señala que ésta consistía principalmente en un puñado de iniciativas de inteligencia, a partir de pequeños pero eficaces programas de acción que además tenían lugar en todos aquellos países en los cuales los carteles del narcotráfico generaban inestabilidad política. La intervención concreta y encubierta de la CIA en Colombia, si bien se inició en 2000, se reinició con mayor fuerza en 2003 como una decisión del por entonces presidente George W. Bush. Cuando éste último llegó a la presidencia había dos conclusiones presidenciales que permitían el accionar encubierto por fuera de las fronteras estadounidenses: uno era la lucha contra cualquier foco terrorista, y otra, convalidada en los ochenta por el presidente Ronald Reagan, autorizando el combate contra los narcotraficantes internacionales. Todos los datos e información que brinda el diario, dicen partir de múltiples entrevistas realizadas con funcionarios que se mantuvieron en el anonimato, ya que el programa aún sigue vigente, y el actual presidente Barack Obama le dio continuidad desde su asunción en 2009. La asistencia secreta consiste además en servicios de espionaje a través de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) y es financiada a partir de un presupuesto negro consistente en 9 billones de dólares, que no son parte de ninguna información pública y que se acreditan en forma separada al dinero que insume sostener el Plan Colombia. Desde que la guerrilla de las FARC fue clasificada como “terrorista”, le dijo un funcionario de alto rango al diario que, financiar un presupuesto negro resulta mucho más fácil, ya que “recibimos dinero de muchas y diferentes ollas”. Para el año 2003, la participación de los Estados Unidos en Colombia implicaba tener allí 40 agencias que contenían a 4.500 empleados sin contar a los contratistas, todos ellos por fuera de la Embajada que por ese entonces era la más grande que el país del norte tenía en el mundo, siendo superada en 2004 por la Embajada estadounidense en Afganistán. Citado por el Post, William Wood, embajador estadounidense en Colombia entre 2003 y 2007, dijo que “salvo Afganistán, no había ningún otro país en el mundo en donde tuvieran más tareas por hacer”. El 13 de febrero de 2003, un avión Cessna 208 se estrello en la selva por acción de las FARC, y de los cinco tripulantes, dice The Post, fueron ejecutados el oficial colombiano que piloteaba la nave y uno de los 4 contratistas norteamericanos, mientras que los otros tres fueron retenidos por la guerrilla. Vale recordar que éstos fueron liberados por el ejército colombiano en la Operación Jaque realizada en julio de 2008, junto a la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, y otros 12 rehenes. Según dice en el extenso informe, a partir de ese momento el presidente Bush, apoyándose en el director de la CIA George Telnet, se decidió a dar inicio en Colombia a la búsqueda de los tres contratistas. A pesar de que la CIA concentraba en ese momento todo su accionar en Irak y Afganistán se decidió conformar un especial y sofisticado bunker en Colombia, equivalente al que se utilizaba para el combate contra Al-Qaeda, le dijo al Post un ex alto funcionario de inteligencia que había estado involucrado en las discusiones. El propósito de la acción encubierta de la CIA en Colombia, según afirman, proporciona dos servicios esenciales al combate que ese país lleva adelante contra las FARC y al pequeño grupo insurgente Ejército de Liberación Nacional (ELN): “Inteligencia en tiempo real que permite a las fuerzas colombianas dar individualmente caza a los líderes de las FARC y, a partir de 2006, una herramienta particularmente eficaz con la cual matarlos”, asegura el informe. Lethal weapon. Según consigna el informe del matutino, el arma utilizada para dar de baja a los líderes de la guerrilla es un Kit de orientación por sistema de posicionamiento global GPS que transforma una bomba de poca gravedad, en una bomba inteligente de alta precisión. Estas municiones o PGMs guiadas de precisión construidas por Triple Canopy son capaces de matar a una persona en la selva si su ubicación exacta se puede determinar a través de geocoordenadas que se programan en el pequeño cerebro de la computadora de la bomba, mientras que otra de las utilizadas Raytheon Paveway II mejorada es una bomba guiada por láser con una capacidad de guiado también por GPS, que funciona mejor contra objetivos en la espesa selva. Una clave de cifrado que se inserta en el sistema de orientación permite que la computadora de la bomba pueda recibir datos del GPS de uso militar que son los que se utilizan para guiar a una bomba a su objetivo. Pero aunque parezca, esto no es un videojuego ya que las víctimas fueron muy concretas. Eso sí, la Oficina de Asesoría Legal de la Casa Blanca había determinado que matar a los líderes de las FARC no serían considerados como asesinatos, y se los enmarcaría en el mismo análisis jurídico que los Estados Unidos aplicaba para con Al-Qaeda. Matar a un líder de las FARC no sería un asesinato, “porque la organización plantea una amenaza constante para Colombia, como tampoco podría esperarse que ninguno de los comandantes de las FARC se rindieran” razonan desde el diario, agregando “y, como además está considerada una organización de tráfico de drogas, resulta una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos y eso ya se había resuelto años atrás con la lucha contra el narcotráfico, que fuera un hallazgo de Reagan”. El 1º de marzo de 2008 las fuerzas armadas de Colombia dieron de baja a dos decenas de guerrilleros y estudiantes de la UNAM, en un campamento que estaba ubicado en la localidad ecuatoriana de Sucumbíos, en la zona fronteriza. Entre los caídos se encontraba el 2 de las FARC Luis Edgar Devia, más conocido como “Raúl Reyes”. La denominada Operación Fénix nunca fue bien aclarada por el gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe, ya que según los cálculos los aviones que habrían bombardeado el campamento inevitablemente tendrían que haber violado el espacio aéreo ecuatoriano. De hecho, esta acción trajo consecuencias, ya que tanto Ecuador como Venezuela rompieron de inmediato relaciones diplomáticas con Colombia. Según el informe esbozado por The Washington Post, la operación fue desarrollada desde territorio colombiano con el envío de bombas inteligentes, tras descubrir con precisión las coordenadas en donde se encontraba el campamento. Según también señala el diario estadounidense, el por entonces Ministro de Defensa y actual mandatario Juan Manuel Santos estaba al tanto de todo, y aún prosigue su combate contra la guerrilla con la ayuda de la CIA, aunque desde hace poco más de un año se haya sentado su gobierno a conversar con las FARC en La Habana para encontrar la paz. De hecho, afirma The Post que, durante el gobierno de Santos, cayeron 47 jefes guerrilleros, mientras que durante el de su predecesor Uribe sólo 16. Repercusiones. El ministro de Defensa de Colombia, Juan Carlos Pinzón, dijo “todo el mundo sabe, aquí no hay nada nuevo, que tenemos una cooperación muy fuerte con Estados Unidos, que esa cooperación es en materia de inteligencia, en operaciones especiales y que la tenemos con otras naciones para que eso sí, sean los soldados (colombianos) los que las realicen “asegurando que dicha cooperación se hizo de forma secreta en un plan diferente al Plan Colombia, que fue diseñado para combatir el narcotráfico”, y recalcó que aunque la CIA sí colaboró en la inteligencia de estas operaciones, fueron las Fuerzas Armadas colombianas quienes las planearon y ejecutaron con total independencia. Por su parte, el ex presidente Uribe escribió el 25 por la noche en su cuenta de Twitter que “bajo mi responsabilidad fueron (los) operativos militares. Con hombres y equipos nuestros. USA ayudó para detectar ubicación de narcosecuestradores”, agregando luego “Operativos militares bajo Mi Responsabilidad permitieron liberar a: Ingrid, Gral. Mendieta, 3 norteamericanos. Muchos colombianos”. El mandatario ecuatoriano Rafael Correa, también a través de Twitter, pero antes de la Nochebuena, expresó en relación a lo dicho en The Washington Post: “¡Gravísimo! Pero, ¿serán casualidad estas ‘revelaciones’?, ¿O se busca afectar...las relaciones con USA, con Colombia y, sobre todo, el proceso de paz? A estas alturas, ya no creo en ‘casualidades’”, dijo, aseverando que “la extrema derecha colombiana e internacional es capaz de todo. Feliz Navidad, con la paz de las conciencias tranquilas. ¡Los buenos somos más!”. También se expresó el canciller ecuatoriano Ricardo Patiño: “Hay que andar con pies de plomo frente a estas revelaciones”, dijo, aseverando que su país siempre sospechó que la CIA apoyó a Colombia en el ataque en el que fue abatido el jefe guerrillero Raúl Reyes, por lo que actuará con cautela ante los informes de la prensa estadounidense. No podemos “dejarnos llevar adonde posiblemente nos quieren llevar: a afectar las relaciones con Colombia, incluso con Estados Unidos”, agregó Patiño, y subrayó que ese tipo de revelaciones también podrían ir en la búsqueda de alterar el proceso de paz que lleva a cabo el gobierno colombiano con la guerrilla de las FARC.

Retorno al “eje del mal” Por Noam Chomsky. La Jornada, de México mundo@miradasalsur.com

Rohani. El nuevo presidente iraní se ha mostrado partidario de un diálogo con EE.UU. El 24 de noviembre se anunció un acuerdo provisional sobre la política nuclear de Irán, que fija un plazo de seis meses para realizar negociaciones sustantivas. Michael Gordon, reportero de The New York Times, escribió: “Fue la primera vez en casi una década, según funcionarios estadounidenses, en que se logra un acuerdo internacional para detener gran parte del programa nuclear iraní y revertir algunos de sus elementos”. Estados Unidos no tardó en imponer severos castigos a una empresa suiza que había violado las sanciones por él impuestas. El momento del anuncio parecía llevar en parte la intención de enviar una señal de que el gobierno de Barack Obama aún considera que Irán está sujeto a aislamiento económico, explicó Rick Gladstone en The Times. El acuerdo sin precedente contiene significativas concesiones iraníes, aunque nada comparable por parte de Estados Unidos, que se limitó a restringir por un tiempo su castigo a Irán. Es fácil imaginar posibles concesiones de Washington. Para mencionar sólo una: Estados Unidos es el único país que viola directamente el Tratado de No Proliferación Nuclear (y lo que es más grave, la Carta de Naciones Unidas) al mantener su amenaza de usar la fuerza contra Irán. También podría insistir en que su cliente Israel se abstenga de esa misma severa violación al derecho internacional, que es sólo una de muchas. En el discurso dominante se considera natural que sólo Irán haga concesiones. Después de todo, Estados Unidos es el Caballero Blanco que encabeza a la comunidad internacional en sus esfuerzos por contener a Irán –al que se considera la más grave amenaza a la paz mundial– y obligarlo a desistir de sus agresiones, terrorismo y otros crímenes. Existe una perspectiva diferente, poco oída, que aun así merecería al menos una mención. Comienza por rechazar la afirmación estadounidense de que el acuerdo pone fin a 10 años de falta de voluntad iraní para atender esta supuesta amenaza nuclear. Hace 10 años Irán ofreció resolver sus diferencias con Washington en torno del programa nuclear, junto con otros asuntos. El gobierno de George Bush rechazó airadamente la oferta y reprimió al diplomático suizo que la transmitió. Luego la Unión Europea e Irán buscaron un acuerdo según el cual Irán suspendería el enriquecimiento de uranio y la UE ofrecería seguridades de que Estados Unidos no atacaría. Como reportó Selig Harrison en el Financial Times, la Unión, apoyada por Washington, se negó a discutir asuntos de seguridad, y el esfuerzo murió. En 2010 Irán aceptó la propuesta de Turquía y Brasil de enviar su uranio enriquecido para almacenamiento en Turquía. A cambio, Occidente proporcionaría isótopos para los reactores iraníes de investigación médica. Con furia, el presidente Obama acusó a Brasil y Turquía de romper filas y se apresuró a imponer sanciones más severas. Irritado, Brasil dio a conocer una carta de Obama en la que éste proponía ese arreglo, presumiblemente dando por sentado que Irán lo rechazaría. También en 2010, los países miembros del TNP convocaron a una conferencia mundial para poner en marcha una antigua iniciativa árabe destinada a establecer una zona libre de armas de destrucción masiva en la región, que se realizaría en diciembre de 2012. Israel se negó a asistir, Irán aceptó sin condiciones. Después, Washington anunció la cancelación de la conferencia, reiterando las objeciones israelíes. Los Estados árabes, el Parlamento Europeo y Rusia llamaron a una rápida reanudación de la conferencia, mientras la Asamblea General de la ONU votó por 174-6 instar a Israel a unirse al TNP y abrir sus instalaciones a inspección. Por el No votaron Estados Unidos, Israel, Canadá, Islas Marshall, Micronesia y Palau, resultado que sugiere otra posible concesión estadounidense hoy día.Tal aislamiento de Estados Unidos de la arena internacional es bastante normal, en una amplia gama de asuntos. En contraste, el Movimiento No Alineado (la mayoría de países), en su reunión del año pasado en Teherán, volvió a respaldar con vigor el derecho de Irán, como firmante del TNP, a enriquecer uranio. Estados Unidos rechaza ese argumento, asegurando que el derecho está condicionado a recibir un certificado de limpieza emitido por inspectores, pero tal condición no está escrita en el tratado. Una gran mayoría de árabes apoya el derecho de Irán a llevar adelante su programa nuclear. Los árabes son hostiles a Irán, pero por abrumadora mayoría consideran que Estados Unidos e Israel son las principales amenazas que enfrentan, de lo cual Shibley Telhami volvió a dar cuenta en su reciente revisión integral de la opinión árabe. Los funcionarios estadounidenses parecen desconcertados por la negativa iraní a renunciar al derecho de enriquecer uranio, observa Frank Rose en The New York Times, y ofrece una explicación psicológica. Otras vienen a la mente si nos salimos un poco del redil. Sólo se puede hablar de liderazgo estadounidense en la comunidad internacional si ésta es definida como Estados Unidos y quien esté dispuesto a subordinarse, con frecuencia mediante la intimidación, como a veces se reconoce tácitamente. Críticos del nuevo acuerdo, como informan David E. Sanger y Jodi Rudoren en The New York Times, advierten que intermediarios tramposos, la urgencia china de fuentes de energía y los europeos que buscan un retorno a los viejos tiempos, cuando Irán era una fuente importante de comercio, verán su oportunidad de brincarse las barreras. En suma, si aceptan por ahora las órdenes estadunidenses es sólo por miedo. Y de hecho China, India y muchos otros han buscado formas propias de evadir las sanciones de Washington a Irán. La perspectiva alternativa pone en duda el resto de la versión estadounidense. No pasa por alto que durante 60 años ininterrumpidos Estados Unidos ha torturado iraníes. Ese castigo comenzó en 1953, con un golpe orquestado por la CIA que derrocó al gobierno parlamentario iraní e instaló al sha, un tirano que con regularidad figuraba entre los peores registros de derechos humanos en el mundo como aliado de Washington. Cuando el sha fue a su vez derrocado, en 1979, Estados Unidos volcó de inmediato su apoyo a la criminal invasión de Irán encabezada por Saddam Hussein, y al final se unió directamente cambiando la bandera a barcos de Kuwait, aliado iraquí, para que pudieran romper un bloqueo iraní. En 1988, un navío de guerra estadounidense derribó un avión comercial iraní en espacio internacional y dio muerte a 290 personas, tras de lo cual recibió honores presidenciales al volver a su país. Después de que Irán fue obligado a capitular, Washington renovó su apoyo a su amigo Saddam e incluso invitó a ingenieros nucleares iraquíes a Estados Unidos para darles capacitación avanzada en producción de armas. Luego el gobierno de William Clinton impuso sanciones a Irán, que se han endurecido mucho más en años recientes. Es cierto que Irán ha cometido un acto de agresión: conquistar tres islas árabes en tiempos del sha apoyado por Washington. Pero cualquier acto terrorista que se atribuya de manera verificable a Irán palidece en comparación con los de EE.UU. e Israel. Es comprensible que esos Estados se opongan con vigor a un factor de contención en la región, y mantengan por ello una campaña para librarse de restricciones. ¿Hasta dónde llegará el menor de los Estados rufianes para eliminar ese temido factor de contención, con el pretexto de una amenaza a su existencia? Algunos temen que irá muy lejos. Micah Zenko, del Consejo de Relaciones Exteriores, advierte en la revista Foreign Policy que Israel podría recurrir a la guerra nuclear. El analista de política exterior Zbigniew Brzezinski apremia a Washington a dejar en claro que la fuerza aérea estadounidense detendrá a Israel si intenta usar la bomba. ¿Cuál de estas perspectivas en conflicto es más cercana a la realidad? La cuestión es más que un útil ejercicio. La respuesta desencadena significativas consecuencias mundiales. 29/12/13 Miradas al Sur

Pretenden achicar el estado y bajar los salarios

El "nuevo" consenso menemista El establishment lleva a cabo una constante prédica catastrófica y pide por cambios que implicarían un notable retroceso. Por Juan Carlos Junio Las térmicas de la Ciudad se recalentaron en las últimas semanas con el incremento de las temperaturas, pero también con el incesante cabalgar de los tradicionales economistas y opinadores del establishment, quienes desde los medios de comunicación dominantes llevan a cabo una constante prédica catastrofista. Pero, aunque esta sea repetida y monótona, persiste en su vano intento por rechazar y revertir el rumbo político de la última década, y, consecuentemente, las principales conquistas conseguidas en estos años. Sus argumentos son recurrentes, no proponen nuevos caminos alternativos que puedan ser valederos, y con el paso del tiempo se les deshilacha el disfraz "del cambio", asumiendo crudamente las perimidas ideas de los noventa, cada vez en forma más abierta y vehemente. Según estos voceros, presentados como "gente seria y sabia", todo puede ser explicado a partir de la supuesta ineficiencia y sobredimensión del aparato estatal, que con sus altos impuestos ahogaría las energías del sector privado, a la vez que con sus elevados gastos –y la consiguiente emisión de dinero– contribuiría decisivamente a incrementar la inflación. Una suerte de Estado "hipertrófico", según las palabras que utilizó hace unas semanas Paolo Rocca, mandamás de Techint, quien, como era de esperar, no recaló en las mejoras sociales conseguidas, y mucho menos en las grandísimas ganancias de su holding empresario, que a esta altura ya tiene su sede legal en paraísos ultramarinos. En esta línea, aunque con aire más académico, Fernando Navajas, de FIEL, sostuvo que tanto oficialistas como opositores "se niegan a aceptar en público que el despliegue descontrolado de gasto público ha sido un error que llevó a un despilfarro de recursos insostenible", y que "los argentinos estamos pagando y vamos a pagar consecuencias terribles si no se establece un nuevo consenso social, que incluya una discusión abierta del tamaño y la eficiencia del Estado". Sus conceptos son elocuentes, y nos afirman en lo ya señalado: son las mismas frases que decían a fines de los '70, en los '80 y desde los '90 y hasta el 2001. Los argentinos sabemos que el extraordinario proceso de crecimiento con inclusión de la última década no hubiera sido posible si se hubiera descansado en los preceptos de la "mano invisible del mercado" y el Estado "mínimo" al que algunos desean volver, aunque utilicen eufemismos y volteretas diversas. Nuestra propia experiencia, y la de casi todo el planeta, con esta línea neoliberal nos obliga a rechazarla en todos sus términos, ya que implicaría un severo y doloroso retroceso para nuestro pueblo. Estas visiones desconocen el rotundo fracaso de la lógica privatista y antiestatista del menemismo, amigable para las empresas con tarifas "dolarizadas", pero que chocó con los severos límites del nuevo modelo económico fundado en el 2003. Este encuadre podría servir de base para rediscutir de una manera amplia y democrática, ya no sólo el cuadro tarifario, sino la necesidad de que el Estado sea el proveedor de los servicios públicos y no los privados, sobre la base de un paradigma social basado en que los servicios deben ser provistos con regularidad y eficiencia. La vida ha demostrado palmariamente que la noción de servicio público a la comunidad colisiona con el objetivo excluyente de lucro del sector empresario, y más cuando los actores son corporaciones de origen transnacional que demandan divisas para girar a sus casas matrices en el exterior. Por su parte, hay que subrayar que el fenómeno de los cortes de luz es un escenario ideal, para quienes se montan en la irritación que generan, para afirmar la necesidad de recortar subsidios para aliviar las presiones inflacionarias. Este razonamiento pone el foco deliberadamente en el accionar estatal y no en las responsabilidades de los grandes empresarios, a quienes se contrató para que brinden el servicio pero siempre terminan anteponiendo el desprecio a los usuarios para incrementar sus márgenes de ganancia. La idea luce peligrosa, ya que hoy es el tema de los subsidios, pero mañana irán por la Asignación Universal por Hijo, o por los beneficios previsionales logrados en estos años. De forma sintética, la lógica que se trata de instalar queda reflejada en la frase del economista Hernán Lacunza, quien señaló que "no habría emisión espuria para financiar al Tesoro (y presión sobre el mercado cambiario formal e informal) sin déficit fiscal, y no habría déficit sin subsidios a la energía y al transporte". Otra vez se observa el mismo y remanido discurso. Lógicamente, en esa línea tampoco proponen diferenciar tarifas, subsidiando a los núcleos sociales más vulnerables y retirar los mismos a los más ricos que no lo necesitan. Otro elemento importante a tener en cuenta es el plano de las expectativas, sin descuidar el sentido de oportunidad de quienes deliberadamente tratan de instalar la idea del descontrol inflacionario, ya no como problema económico y social, sino como fantasma para chantajear a la sociedad, justo en los momentos previos a que comience a negociarse la mayoría de las paritarias. Una vez más, el inoxidable Carlos Melconian fue uno de los que sostuvo que el año "termina con una suba que no era la esperada y ya pone al primer cuatrimestre de 2014, con un alza anual de 30%", parecido a lo que opina Martín Redrado. Todos "consultores estrella" con miles de segundos de televisión y kilómetros de centimetraje en los medios gráficos. Cuando se apagan los fuegos artificiales de estas "estrellas", aparece nítidamente el objetivo buscado por el establishment: devaluación y ancla salarial, como forma de asegurar las ganancias de los exportadores. Su excusa más usada para reclamar la caída de los salarios es la competitividad. Esta es la categoría que utilizan para evitar hablar de su verdadero Dios: la tasa de ganancia, a la que todos deberían sacrificarse. En el fondo, no dejan de ser reacciones ante un gobierno que ha dado nuevamente muestras de firmeza resistiendo a los cantos de sirena del ajuste, y que ha optado por profundizar las políticas que viene implementando. Siempre hay margen para mejorar; en cuanto a lo otro, ya sabemos cómo termina. Infonews

EL TERRIBLE TESTIMONIO DE SYRA VILLALAIN EN LA CAUSA ESMA Una pasión argentina

los 87 años Syra Villalain contó en detalle, con perfecta ilación y fechas exactas, la destrucción de su familia. Dos violentos allanamientos y dos secuestros, un padre que escucha cómo torturan a su hijo, el exilio de los sobrevivientes. Por Alejandra Dandan Syra Villalain tiene 87 años. Hace rato ya que enumera con toda precisión una serie de fechas ante los jueces del tribunal de la causa ESMA. Son tantas que parecen dar cuenta de un enorme clan de familia, pero en este caso no hay aniversarios festivos, sino una cadena interminable de días, meses y hasta años que enumeran los efectos de la dictadura sobre su familia. Una de las primeras fechas que aparece es la madrugada del 17 de febrero de 1977, en la casa de Floresta. Una patota revisa los doce ambientes de las dos plantas, revuelve todo, da vuelta todo y se lleva a la fuerza a Eduardo Alvaro, el hijo más chico de los siete que tienen Syra y su marido, el médico del barrio Eduardo Manuel Franconetti. Unico varón, de la familia, tenía 18 años, había militado en la UES, pero a esa altura ya no lo hacía. “Yo quiero destacar entre las secuelas de la represión del terrorismo de Estado la destrucción de tantas familias como la mía”, dijo la mujer al Tribunal Oral Federal 5. “Nosotros, yo, tenía siete hijos. Mi marido era médico, médico de gente pobre, médico de barrio como los que había antes. Eramos una familia con dificultades y con problemas, como ocurre en tantísimos hogares, pero mi esposo tenía derecho a conocer a sus nietos y mi hija y su marido (también desaparecidos más tarde) tenían derecho a ver crecer a sus hijas. Lo que pasó con mi familia no fue solamente con una o dos familias, sino con treinta mil que sufrieron lo más terrible que le puede pasar a un adulto, que es vivir la muerte de un hijo.” Syra habló sin pedir recesos. Sólo alguna vez les pidió a los jueces “un segundito”. Tomó agua como quien aprendió a darse fuerza con lo que tiene a mano y siguió. El grupo armado que entró a la casa hizo una revisión minuciosa. “Los doce ambientes quedaron totalmente desordenados, con los pisos cubiertos por las cosas que fueron sacando de los placards y muebles.” Además de llevarse a su hijo Eduardo, se llevaron por unas horas a su esposo Eduardo Manuel, al que liberaron a la mañana siguiente. Eduardo padre estuvo alojado en una celda de un sótano, desde donde pudo sentir lo peor. “Pudo llegar a oír –dijo Syra– los gritos de mi hijo, que estaba siendo torturado.” Ese mismo 17 de febrero, otra patota entraba a una casa de Sarandí donde vivía la segunda hija de Syra, Ana María, poco más grande que Eduardo, también antigua militante de la UES y para ese momento artesana en Plaza Francia. Ana María vivía con su compañero y el padre de su compañero, ambos uruguayos. Esa noche, su compañero no estaba. La patota entró, ató al hombre mayor, a una pareja que estaba de visita y se llevó a la chica. Con el tiempo, lo único que supo la familia de los dos hijos más chicos es que fueron vistos en el centro clandestino del Atlético. “Fue un día terrible porque ese día entraron al centro clandestino del Club Atlético 19 pibes de la UES, muchos del Nacional Rivadavia y de los cuales sólo hay dos sobrevivientes.” Las fechas de las que Syra habló en la audiencia continuaron. Un 29 de marzo de ese mismo año, 1977, no hubo patotas, ni secuestros pero Eduardo padre murió de algo que su familia menciona como tristeza. “Los secuestros, de sus hijos no sólo lo afectaron afectivamente, sino que –agregó su mujer– lo sacudió enormemente en la visión que tenía de la sociedad. No pudo resistir. Era un hombre joven. En el momento en que murió tenía 64 años. Y se murió de pena, de dolor, como murieron tantos padres y madres ante semejante situaciones.” Syra fue convocada en la audiencia de la ESMA para dar cuenta de lo que en realidad siguió a partir de ese momento. El 11 de septiembre de 1977 una patota secuestraba a Adriana María, su hija más grande, y a su compañero, Jorge Donato Calvo. Ellos hacían la cola en el cine Ritz de Cabildo y Olleros para ver una película de Buñuel, Los olvidados, apuntó Syra en unas notas. Se llevaron a los dos. Tenían dos hijas, una había cumplido un año y “no caminaba”, escribió su abuela alguna vez. La otra tenía casi tres años. Esa tarde las habían dejado con los padres de Jorge. Ellos fueron los primeros que se dieron cuenta de que no volvían. Adriana estudiaba antropología, era empleada administrativa en Obras Sanitarias. Jorge era médico residente en el Hospital Ramos Mejía. Los dos militaban en Montoneros zona norte, él en el área de Sanidad. “En el primero de los homenajes que se hizo en el Ramos Mejía por sus desaparecidos, creo que son nueve –dijo Syra a los jueces–, tuve la suerte de encontrar a un compañero de Jorge que todavía está en el hospital y que había guardado dos cuadernos de anotaciones que habían quedado en el armario donde mi yerno guardaba sus cosas. Me los entregó y ahora los atesoran mis nietas.” Adriana y Jorge se habían conocido en el Nacional de Buenos Aires. “Los dos fueron excelentes alumnos, fueron alumnos brillantes, eran personas inteligentes, preocupadas por la realidad y deseosos de promover una igualdad de oportunidades para todos. Era un momento en que en toda América latina despertaban movimientos populares. Y ellos estaban inmersos en ese deseo colectivo de transformación de la sociedad.” Desde Montoneros trabajaron en una serie de barrios populares, desde San Fernando hasta Carupá, que hoy ya no existen, dijo. “Todo eso fue loteado y urbanizado, ayudaron a los que allí vivían a organizarse para pedir la luz, el asfalto, las cloacas, el agua corriente, una guardería, una salita de primeros auxilios. Al mismo tiempo se dedicó mi hija a hacer trabajos de alfabetización y de ayuda escolar y Jorge trabajó en el área de Sanidad.” Syra supo que no estaban cuando la llamaron al trabajo. Al otro día presentaron un hábeas corpus y al otro publicaron una nota con la denuncia en el diario Buenos Aires Herald. Gracias a la nota, dijo la mujer, supieron con los años que Adriana y Jorge habían estado en la ESMA. Un grupo de detenidos desaparecidos obligados a realizar trabajo esclavo leyeron la noticia y la relacionaron con la llegada a Capucha de una pareja que aparentaba ser muy joven. “En verdad, tanto mi hija como mi yerno tenían 27 años, pero aparentaban muchísimo menos –dijo ella–; de hecho, en algunos cines les pedían documentos para entrar porque pensaban que eran pibes.” En la ESMA los vieron varios sobrevivientes. Syra fue conociendo distintos relatos. Alguna vez los situaron en momentos distintos al operativo y para certificarlo todo de nuevo ella fue al Herald a revisar toda la edición 1977. Buscó operativos en cines. Vio uno en el Splendid de la avenida Santa Fe, otro enfrente, pero sólo uno en Belgrano, el de su hija. Lila Pastoriza los mencionó en el Juicio a las Juntas y Alicia Milia de Pirles dijo que lo vio a Jorge desde su cucha, “y que la sorprendió porque tenía un aspecto muy, muy joven y le llamó la atención porque estaba bien vestido y limpio, no como los que estaban en el campo”. Ese dato es importante para la familia, pero también para los fiscales por ejemplo. Aunque parezca pequeño, la idea del estar bien vestidos puede asociarse a la ida al cine. Adriana al parecer estuvo sólo unos días en la ESMA y Jorge unas semanas. Ambos están de-saparecidos. También lo están los dos hijos más chicos de la familia, Eduardo y Ana María. Cuando terminó de contar todo esto, Pablo Llonto, abogado de la querella, le preguntó si podía explicar qué pasó con el resto de los hijas. “Yo, después de que sucedió todo esto, tenía cuatro hijas que habían salvado sus vidas. Tres de ellas viajaron a México, donde estuvieron exiliadas. México realmente fue un país que acogió a los exiliados argentinos, los ayudó, pero el exilio siempre fue duro. Una de mis hijas hizo estudios universitarios, estudió psicología y allí estuvieron. Una volvió junto con la democracia, vino con Alfonsín. Y las otras dos volvieron más tarde. Y aquí quedó una sola, que no viajó porque en ese momento estaba casada con un chico que a los 23 años murió de cáncer.” En México vivieron María Teresa, María Mercedes y María Gloria. María Victoria fue la que quedó viviendo en Buenos Aires. “Yo quiero simplemente expresar mi satisfacción por la concreción de estos juicios que, la verdad, llegan un poco tarde, pero están funcionando”, dijo Syra. Y agradeció a los que sobrevivieron a los campos. “Ellos, después de vivir las atrocidades por las que tuvieron que pasar, tuvieron el coraje de dar sus testimonios y en gran parte muchos dieron sus testimonios antes de llegar la democracia. Eran noticias terribles, pero paradójicamente nos dieron seguridad porque uno ahí supo dónde estábamos parados y qué es lo que teníamos que hacer.” 29/12/13 Página|12

Cuba y el precio de la independencia Por Ángel Guerra Cabrera

Cuba concluye 2013 con una mortalidad infantil de 4.2 por cada mil nacidos vivos, índice que no alcanza ningún otro país de América Latina y el Caribe y ni siquiera muchos países desarrollados. Esa cifra la coloca en el selecto grupo de diez países con menor muerte infantil en el mundo precisamente en el momento en que en muchas otras naciones se reduce sustancialmente –como en la rica Europa– el gasto público destinado a educación, salud y al bienestar de la población. Lo que quiere decir este dato es que en el año 55 del triunfo de su revolución Cuba continúa abrazada a la utopía. En un mundo donde es tan frecuente inclinarse ante Estados Unidos la isla no cede un milímetro ante sus enormes presiones y amenazas. Nada de políticas de ajuste, nada de apertura indiscriminada al mercado, nada de privatizaciones, nada de ceder un ápice de soberanía sobre sus recursos naturales. Cuando podría suponerse que décadas de lucha merman sus fuerzas, se empeña en identificar sus propios yerros e insuficiencias, que en algunos casos hunden sus raíces en los vicios generados por siglos de dominación colonial y neocolonial o se deben a la copia de esquemas del llamado socialismo real. Lo hace con el objetivo de "cambiar todo lo que deba ser cambiado" para hacer sostenible y próspero el socialismo cubano. Pese a los enormes obstáculos y eventuales retrocesos, en el saldo general avanza, aunque a veces no lo parezca y los problemas a enfrentar se antojen insuperables. Todo esto en situación de permanente hostilidad y tenaz bloqueo económico, comercial y financiero de su poderoso vecino del norte, castigo no impuesto con ese rigir a ningún otro Estado en la época contemporánea. Es el precio que Washington le hace pagar por atreverse a ser independiente y trazar su propio camino al futuro. Quién lo hubiera imaginado en aquella América Latina de 1959, en plena guerra fría y delirante fobia anticomunista. Que un país de poco más de seis millones de habitantes, carente de recursos naturales estratégicos, un poco mayor en extensión territorial al estado mexicano de Durango y ubicado en las fauces del imperio más poderoso de la historia pudiera conquistar y mantener tanto tiempo su independencia ante aquel y desarrollar un proyecto de trasformación social de tal magnitud, que ha sido estímulo y ejemplo para todos los pueblos de la Tierra. Para entender el conflicto entre Cuba y Estados Unidos es necesario estudiar la historia latinoamericana. Ella demuestra que la superpotencia no ha tolerado nunca a nuestros países desarrollar una política interior o exterior que se aparte de sus dictados. Acaban de cumplirse cuarenta años del sangriento golpe de Estado ordenado por la Casa Blanca contra el gobierno constitucional de Salvador Allende y en la última década hemos visto el montaje de una contraofensiva estadunidense para arrasar con la revolución bolivariana y con todos los demás gobiernos independientes y fuerzas populares de nuestra región. Poco importa que esos gobiernos hayan sido electos según las normas más estrictas de la democracia representativa. Si a Washington le preocupara la democracia como afirma no habría auspiciado tantas dictaduras militares ni sería tan íntimo de los petrorreyezuelos del golfo Pérsico. En el caso de Cuba, su vecino del norte la ha sometido a un virtual estado de guerra no declarada desde 1959 que dura hasta hoy. De modo que es en esas circunstancias que ha conseguido las extraordinarias conquistas en salud, educación y desarrollo humano en general, que la colocan en esos campos a la cabeza de América Latina y el Caribe. Y es también en ellas que se enfrenta a sus deficiencias. Cuba está saliendo del gran cataclismo social originado por el derrumbe de la URSS, que hizo colapsar gran parte de su infraestructura económica. Pero además, afectó severamente la disciplina laboral y social, efectos que aún se hacen sentir y constituyen una traba fundamental al desarrollo económico y social y a la satisfacción de las necesidades del pueblo, como se evidenció en las intervenciones de los funcionarios y diputados en la sesión de la Asamblea Nacional de diciembre de este año. Allí Raúl Castro hizo esta puntualización al vecino del norte: Si realmente deseamos avanzar en las relaciones bilaterales, tendremos que aprender a respetar mutuamente nuestras diferencias y acostumbrarnos a convivir pacíficamente con ellas… de lo contrario estamos dispuestos a soportar otros 55 años en la misma situación. Twitter: @aguerraguerra La Jornada, México