lunes, 5 de febrero de 2018
Revista y Editorial Sudestada
UN LABURANTE, UN HÉROE DE LOS NUESTROS
Se llama Miguel Ángel Giménez, le dicen “Ciruja”. No tiene laburo, o se la banca haciendo changas: trabaja cortando pasto, pintando casas, lo que se consiga en estos tiempos difíciles. Es hincha de San Martín de Tucumán. Iba a comprar juguetes para el cumple de su hijo. Sobre el puente a la altura de Lules, con el Río Colorado desbordado, escuchó os gritos de ayuda y vio la imagen de una familia atrapada por la crecida: cuatro pibes en problemas, llevados por la fuerte corriente: no dudó, se bajó y se puso de acuerdo con un par de conductores que pasaban por ahí. Armaron una soga de rescate atando varias lingas de los autos. El "Ciruja" se jugó entero y bajó al río. Con más aguante que cualquier funcionario público en su vida, rescató en un rato a los cuatro pibes, con la ayuda de los demás que bancaban arriba, haciendo fuerzas y tiraban para subir los rescatados.
No lo recibió ningún gobernante ni se habló de “heroísmo” en la Casa Rosada. Pero el Ciruja se la jugó por los pibes sin más estímulo que las ganas de ayudar. Un laburante, un changarín, uno de esos que sufren la crisis y cuentan las monedas para llegar a fin de mes, para viajar en bondi o tren. Uno de los que se la aguanta y se la juega. Uno de esos que toca el timbre para cortar el pasto o se ofrece para pintar tu casa. Uno de esos héroes reales, que no usa capa ni sabe volar. Este es de verdad: se juega la vida por los demás.
#RevistaSudestada
#16añosEnLaCalle
Seguinos en Instagram:https://www.instagram.com/sudestadarevista/
y en Twitter: @RevSudestada
Se llama Miguel Ángel Giménez, le dicen “Ciruja”. No tiene laburo, o se la banca haciendo changas: trabaja cortando pasto, pintando casas, lo que se consiga en estos tiempos difíciles. Es hincha de San Martín de Tucumán. Iba a comprar juguetes para el cumple de su hijo. Sobre el puente a la altura de Lules, con el Río Colorado desbordado, escuchó os gritos de ayuda y vio la imagen de una familia atrapada por la crecida: cuatro pibes en problemas, llevados por la fuerte corriente: no dudó, se bajó y se puso de acuerdo con un par de conductores que pasaban por ahí. Armaron una soga de rescate atando varias lingas de los autos. El "Ciruja" se jugó entero y bajó al río. Con más aguante que cualquier funcionario público en su vida, rescató en un rato a los cuatro pibes, con la ayuda de los demás que bancaban arriba, haciendo fuerzas y tiraban para subir los rescatados.
No lo recibió ningún gobernante ni se habló de “heroísmo” en la Casa Rosada. Pero el Ciruja se la jugó por los pibes sin más estímulo que las ganas de ayudar. Un laburante, un changarín, uno de esos que sufren la crisis y cuentan las monedas para llegar a fin de mes, para viajar en bondi o tren. Uno de los que se la aguanta y se la juega. Uno de esos que toca el timbre para cortar el pasto o se ofrece para pintar tu casa. Uno de esos héroes reales, que no usa capa ni sabe volar. Este es de verdad: se juega la vida por los demás.
#RevistaSudestada
#16añosEnLaCalle
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y en Twitter: @RevSudestada
Fuga.
Cruza la calle huyendo.
Deja sus pies marcados en el cemento fresco de la vereda.
Los ojos y las miradas de los vecinos
registran una película con sirenas que esta ciudad acostumbró.
Empañan la cuadra de tanto mirar sin ver con sus alientos perros.
Una palma de su mano queda en el paredón del baldío.
Mientras ella quema fotos (cumpleaños, abrazos, canchitas)
que revuelve con un fierrito para apurar las cenizas.
(Agendas, libros, cuadernos).
Y con ellos números de tías o primas, del colegio o
del club, prólogos, frases, dibujos con muy bien diez.
Quema ella ensimismada en el fuego inquisidor de
la parrilla del fondo.
Un Dios -perro gruñe y distrae a horribles sombras.
Salta ligustrinas, araña ramas de paraísos, pasó el eco del tiro
en el oído, la esquina ve jóvenes dando vuelta en círculos,
dónde, cómo, por qué?.
Nunca supimos todo lo que nos pasó.
GB
Deja sus pies marcados en el cemento fresco de la vereda.
Los ojos y las miradas de los vecinos
registran una película con sirenas que esta ciudad acostumbró.
Empañan la cuadra de tanto mirar sin ver con sus alientos perros.
Una palma de su mano queda en el paredón del baldío.
Mientras ella quema fotos (cumpleaños, abrazos, canchitas)
que revuelve con un fierrito para apurar las cenizas.
(Agendas, libros, cuadernos).
Y con ellos números de tías o primas, del colegio o
del club, prólogos, frases, dibujos con muy bien diez.
Quema ella ensimismada en el fuego inquisidor de
la parrilla del fondo.
Un Dios -perro gruñe y distrae a horribles sombras.
Salta ligustrinas, araña ramas de paraísos, pasó el eco del tiro
en el oído, la esquina ve jóvenes dando vuelta en círculos,
dónde, cómo, por qué?.
Nunca supimos todo lo que nos pasó.
GB
Verde y negro.
Las Tres Marías fingen quietud y Alfa Centauri,
hacia arriba, a la derecha , en diagonal,
finge ser el único brillo posible.
(Ninguna lo es en este largo bostezo de Dios que es la noche).
Apenas antorchitas en sus pupilas entre cerradas.
Las vacas junto al zanjón,
mugen salobres.
Los grillos en su monotonía cincelan violines de pasto.
Los árboles recortan siluetas en este rompecabezas.
La música de una orilla irrumpe vidas, oscurecidas, latidas,
todas son absorbidas por ella, la simple corchea del anochecer.
GB
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