domingo, 22 de marzo de 2015

› ECONOMIA El Citi anunció que Griesa le permitirá pagar

"Ayer (viernes) la Corte del Distrito Sur de Nueva York emitió una estipulación y orden por la que, entre otras cosas, no impedirá a Citi que su sucursal de Argentina cumpla con sus obligaciones de procesamiento de pago en relación a los intereses de los bonos en dólares bajo ley argentina", explicó el banco a través de un comunicado enviado anoche. Una orden del juez Griesa del 12 de marzo impedía a la entidad bancaria pagar los títulos que vencen a fin de mes.
Citigroup aclaró que podrá realizar el pago del 31 de marzo y también los que vencen el 30 de junio "bajo determinadas condiciones". El comunicado añade que el juez no impedirá que la entidad "ejecute su salida del negocio de custodia de títulos en Argentina".
En su discurso del viernes, la presidenta Cristina Kirchner había advertido al banco que "en la Argentina se cumple con las leyes de la Argentina", luego de que se designara un veedor de la Comisión Nacional de Valores (CNV) para controlar que la entidad canalizara el dinero hacia los bonistas.
"Vamos a hacer que los bancos argentinos cumplan con la legislación argentina, porque así es en todos los países del mundo", aseveró la jefa de Estado y agregó que "en Argentina se cumple la ley de los argentinos, sean quien sea".

SAN NISMAN MARTIR

› LA TEMIBLE PROPUESTA CAMBIARIA DE MACRI El ajuste amarillo

Por Raúl Dellatorre
Los dichos de Mauricio Macri del último martes, prometiendo dejar librado a un mercado sin restricciones tanto el valor como la compra y venta de dólares, provocó críticas de sus oponentes e incómodos intentos de justificación de sus seguidores. Pero, más allá de esa puja, es interesante revisar la propuesta a la luz de los dos modelos que se enfrentarán, según se prevé, en las elecciones presidenciales de octubre. La manifestación del candidato del PRO a favor de eliminar todas las restricciones existentes en el mercado cambiario –a las que los alineados con su posición denominan genéricamente “cepo”– deja entrever el contenido de una propuesta que, aunque no se formule abiertamente, empieza a quedar delineada. En el contexto de disputa económica actual en el mundo, y dado el lugar que ocupa Argentina, manifestaciones como “yo dejo flotar libremente el dólar” o que “hay que cumplir con el fallo de Griesa (el pago a los fondos buitre) y no dar más vueltas” deben interpretarse como la definición de todo un modelo de gestión: la subordinación de las políticas públicas a las decisiones del “mercado”, y una renuncia al control soberano de la política monetaria y cambiaria a manos de los gobiernos centrales que pueden incidir sobre el flujo internacional de capitales.
Diversos estudios han analizado, en un sistema capitalista globalizado como el actual, cómo inciden en las políticas públicas la inestabilidad financiera y la volatilidad de las corrientes de inversión especulativa. Uno de los autores de mayor repercusión en esta materia es Joseph Stiglitz (Premio Nobel de Economía y ex economista jefe del Banco Mundial), quien vinculó con precisión académica las dificultades que se presentan, en contextos de apertura plena a los movimientos de entrada y salida de capitales, para la aplicación de instrumentos de políticas monetarias anticíclicas. Esto es, la incapacidad que se autoimpone un gobierno que renuncia a controlar el mercado cambiario (la puerta de entrada y salida de los capitales) para enfrentar o, al menos, morigerar la volatilidad de las divisas. Según apunta el propio Stiglitz, y lo corroboran diversas experiencias en el mundo, el flujo dominante de capitales en el mundo se caracteriza, precisamente, por su cortoplacismo y su tendencia a “seguir la corriente”: si ven que otros salen de un país, tienden a salir por las dudas. Es lo que suele describirse como “movimiento en manada”, lo que los convierte en más peligrosos. Hasta el propio FMI, que hasta no hace tanto condenaba sin reparos cualquier forma de intervención estatal, pasó a admitir la “conveniencia de regulaciones prudenciales” ante estas circunstancias.
Los especialistas que le acercan argumentos de campaña a Mauricio Macri parecieran no haber tomado nota de la novedad.
Quienes apoyan la idea de liberalización plena de los mercados de capitales “son los que, en general, realzan el predominio del mercado por sobre los estados y el destino inexorable hacia una globalización irrestricta”, advirtió, en un minucioso estudio, Mariano Borzel hace ya unos años (“El Manejo de la Cuenta Capital, enseñanzas recientes y desafíos para Argentina”, Cefid.Ar, diciembre de 2005). El “predominio del mercado” alude a que se pone en manos de la especulación la definición de un valor tan fundamental para la política económica como el tipo de cambio. Lo de la “globalización irrestricta” refiere a que, en un esquema sin regulación estatal, la oferta estará dada por los dólares que provengan del exterior: vía inversiones (directas, las menos, o especulativas, predominantes) o por préstamos externos (endeudamiento del gobierno o del sector financiero para atender la demanda de divisas).
Lo que postuló Macri en sus declaraciones radiales es que sería tanta la confianza en el país, que las inversiones externas superarían la demanda interna de dólares. Pero aun este ilusorio escenario no eludiría el riesgo de volatilidad de corto plazo. A cualquier grupo de poder con apetencia de devaluación, le bastaría con incorporar demanda excedente de dólares durante unos pocos días para hacer escalar su valor; el resto lo acompañará cuando lo vea trepar, por el comportamiento en manada que describiera Stiglitz. ¿Hasta qué nivel? Al valor que más le convenga a la rentabilidad de esos sectores dominantes, que pocas veces coincide –si alguna– con los intereses de la mayoría. El aumento de precios internos (que se ajustarán en función del dólar “libre”) y la concentración económica serían, en ese esquema, los mecanismos de transferencia de ingresos desde las mayorías hacia esos grupos dominantes.
Bajo este mismo esquema, no es difícil imaginar cómo se piensa pagar la deuda con los fondos buitre conforme a las condiciones fijadas por el juez Griesa: los dólares se conseguirán vía endeudamiento o en “el mercado”, donde siempre es posible obtenerlos pagando un precio más alto. ¿Quién paga el costo? El mismo mecanismo de transferencia intersectorial ya descripto, controlado por los grupos dominantes, dará la respuesta.
Pero la propuesta económica de Macri no se explicita de ese modo. El candidato del PRO, en la misma entrevista, explicó que la liberalización cambiaria trae inversiones, las inversiones traen fábricas y éstas generan empleo y la solución a la pobreza. Sencillo. Directo. Las experiencias recientes de bancos y sociedades de Bolsa apostando a la especulación y a la fuga, entidades sojeras justificando el ocultamiento de cosechas y liquidación de exportaciones, empresas petroleras fraguando operaciones de cambio para “marcar” un valor más alto para el dólar y así provocar una devaluación no están incorporados a esa proyección. Como si no constituyeran conductas típicas de ese sector dominante al que se le va a confiar el control del mercado cambiario.

DEFINICIONES DEL EQUIPO ECONOMICO SOBRE LAS PRINCIPALES VARIABLES. DOLAR, BUITRES, BRASIL, INFLACION, SALARIOS Y NIVEL DE ACTIVIDAD Claves de la economía 2015

Por Alfredo Zaiat
Una devaluación brusca no ayuda a mejorar la competitividad. La política ortodoxa de Brasil es un problema. El contexto económico internacional no es favorable. El dólar no está atrasado. La inflación está bajando. Es muy difícil el trato con los buitres porque son inflexibles. El año financiero está cerrado en cuanto a las necesidades de dólares para pagar vencimientos de la deuda. Sólo se emitirán bonos de deuda en el mercado como parte de una estrategia en el manejo de las expectativas no porque se requieran esos dólares. Hubo un punto de inflexión en el nivel de actividad económica a partir de diciembre. La economía crecerá este año y los salarios subirán en términos reales. Pese a ser un año electoral, las variables financieras estarán bajo control. Estas son las principales definiciones que los integrantes del equipo económico tienen como guía para intervenir en la hoja de ruta en este año de elecciones presidenciales. En un diálogo informal con Página/12, uno de los colaboradores del ministro desarrolló cada uno de esos capítulos de la agenda económica.
Dólar. El tipo de cambio no está atrasado. Una devaluación brusca provoca un shock inflacionario que en poco tiempo termina por absorber esa variación del tipo de cambio, y en ese trayecto hay costos sociales a reparar en un contexto de expectativas negativas. Es una medida que no sirve. Por el contrario, la tranquilidad cambiaria disminuye las tensiones inflacionarias. Una nominalidad más baja en el movimiento del tipo de cambio es menos costosa y más eficiente que una brusca devaluación.
Competitividad. Este año será uno de los de menor crecimiento de la demanda externa de nuestros productos por parte de nuestros principales socios comerciales. El peor desde 2009. Ponderado por el peso de cada uno en la canasta de exportación, esa demanda externa crecerá apenas el 1,5 por ciento, cuando en 2014 había aumentado el 3,0. En 2009 había descendido 1,5 por ciento. Es un mundo que nos va a demandar poco. Una devaluación no cambia esa situación. Por las políticas aplicadas durante todos estos años, nuestra economía está configurada bajo el dinamismo del mercado interno. Esto nos brinda mejor margen de acción para enfrentar ese contexto internacional desfavorable, donde además se está librando una guerra de monedas.
Brasil y Rusia. El problema puntual es Brasil y Rusia. Con Brasil se puede manejar la situación a partir del comercio administrado, con tres cuartas partes correspondiendo al complejo automotor. Aquí no es tan importante el nivel del tipo de cambio. Con Rusia es diferente porque devaluó 70 por ciento su moneda y está afectando la economía regional exportadora de peras y manzanas.
Economías regionales. Las economías regionales sí están con un problema de competitividad. Pero no se lo tiene que atender con una devaluación. ¿Cuánto se tiene que devaluar para compensar la devaluación rusa? Es insostenible esa medida. La cuestión se tiene que atacar por el lado de los costos, y uno de los principales es el transporte y la logística, que lo estamos encarando con las inversiones en el Belgrano Cargas. A más de 200 kilómetros de distancia del puerto, es más eficiente el tren. Estamos invirtiendo 2000 millones de dólares en ese ramal que beneficiará a 17 economías regionales. El transporte por tren triplica la velocidad y duplica la carga que el realizado por camiones. Es una apuesta estructural al desafío de la competitividad. Este año el Belgrano Cargas estará funcionando casi en un 50 por ciento, y en el 2016, a pleno.
Brasil II. Es lo que más nos preocupa, más que la competitividad del tipo de cambio. Están lanzados a una política económica ultraortodoxa. Antes tenían una política monetaria ortodoxa y una fiscal navegando en el medio. Hoy, en cambio, tienen ajuste fiscal, devaluación y reducción de líneas de financiamiento del Banco de Desarrollo. Esto afecta mucho a la economía argentina. Por cada punto que Brasil desacelera su PBI, impacta negativamente en 0,7 por ciento en el PBI de Argentina. Además, si hacemos keynesianismo, políticas expansivas, te ingresan más importaciones del país que está ajustando, como Brasil. Es más complejo hacer keynesianismo en un solo país; necesitamos que Brasil no sea ultraortodoxo. Están muy jugados con el ajuste, la devaluación para recuperar competitividad y bajar el gasto público. Pero la inflación subió fuerte por la devaluación, pero ellos culpan al déficit fiscal por el alza de precios.
Respuesta a la ortodoxia brasileña. Administrar el comercio, en especial el automotriz. El 70 por ciento de la producción va a Brasil. Vamos a hablar con las terminales para que cuiden el empleo. La economía brasileña estará estancada en 2015. Además negociaremos con Brasil para que no reemplacen autos argentinos por asiáticos. El año pasado, hubo un momento donde la pérdida de mercado fue de 2 a 3 puntos, y ahora es de 1,0 a 1,5 por ciento. Hay que tener en cuenta que para la industria automotriz local un punto de la demanda brasileña es mucho.
Divisas. El año financiero ya está cerrado. No tenemos problemas de divisas para pagar los vencimientos de deuda. Con el swap de China, las liquidaciones de exportaciones previstas más otros ingresos de dólares, ese frente no presenta dificultades. Es probable que además lancemos un nuevo canje de Boden 2015 por Bonar 2024, operación que actores del mercado nos están pidiendo y que ahora, a diferencia del anterior, los precios de esos bonos están más alineados. De todos modos, sin el canje igual no existe problema para hacer el pago del Boden en octubre.
Emisión de deuda. La colocación de deuda dependerá de la tasa de interés. Ha bajado fuerte, y estamos esperando que baje un poco más. De 7,5 a 8,5 es un rango a evaluar. Tenemos varias ofertas, pero sólo aceptaremos la que sea conveniente por el nivel de la tasa de interés, y no porque necesitemos esos dólares. Si hacemos la emisión será sólo para brindar una señal al mercado en el manejo de expectativas, más que por una necesidad financiera.
Buitres. El problema con los buitres es que los economistas de los principales candidatos a presidente les están haciendo ofertas muy favorables. Entonces se hace muy difícil para el Gobierno los términos de la negociación. Los buitres no tienen ningún incentivo a negociar con nosotros, entonces se dedican a campañas de desprestigio y de tergiversación. Los buitres están muy inflexibles esperando el próximo gobierno. Por eso seguimos administrando ese frente, porque no hay otra alternativa viable sin costos elevados. Los buitres no se bajan de los 1600 millones de dólares, que hoy ya es un monto más elevado por la indexación de los últimos meses.
El plan opositor. Unos y otros plantean un esquema básico: devaluación, acuerdo con los buitres y endeudamiento. Ese programa tiene fallas. Plantea un trilema. No se pueden hacer las tres cosas a la vez. Con devaluación, no podrán endeudarse; si no devalúan, tendrán que arreglar con los buitres para endeudarse. Pero si no devalúan, no te prestan porque esperan la devaluación. Es un plan que no van a poder hacerlo sin un elevado costo social, además lo proponen sin tener en cuenta el contexto internacional de suba de la tasa internacional (de la FED) previsto a partir de 2016.
Griesa. No nos preocupa lo que pueda hacer Griesa, ni que nos declare en desacato ni que sus movidas a favor de los buitres afecten las expectativas. El mercado ya no les da importancia ni las convalida. No hay riesgo de corridas como en el segundo semestre del año pasado provocadas por el accionar de Griesa y los buitres.
Los me too y Singer. En los me too (los bonistas que se inscribieron en el juzgado de Griesa para recibir el mismo tratamiento de la sentencia a favor de los buitres) no están todos. Falta deuda en default. Griesa tiene que decir que los me too presentados son todos los que existen y que el resto no puede seguir reclamando. Pero no lo dice, dejando abierta la puerta para otras demandas. Y sabemos que Singer tiene más bonos que no presentó. Tiene de 800 a 1200 millones de dólares que no aparecieron en el listado de los me too. Los presentados suman 5400 millones de dólares que se suman a esos más de 1600 millones de dólares. Pero faltan; no están todos los bonos.
Negociación. Tenemos dos condiciones firmes para negociar: empezar con un monto menor a los 1600 millones de dólares que reclaman, y que se presenten todas las tenencias de bonos para cerrar esta historia, y evitar que se trabe toda la deuda por futuras demandas.
Nivel de actividad. Empezamos a despegar. El objetivo es crecer el 3,5 por ciento, que es complicado dado el actual contexto internacional, pero vamos a llegar al 2,5 por ciento, que es un resultado muy satisfactorio teniendo en cuenta el panorama local y externo. En diciembre hubo un punto de inflexión en el nivel de actividad. Subió el consumo, el turismo estuvo muy firme, la construcción está más sólida y empezaron a verse brotes verdes en la industria (petróleo y metalmecánica); en el sector automotor, no. El sendero estará más claro en el segundo trimestre.
Año electoral. Es un escenario más complejo para el manejo de las variables económicas, pero hay un mejor clima por la tranquilidad financiera.
2016. Será un año económico difícil. China crecerá a su menor tasa de los últimos 20 años, Brasil con ajuste y Estados Unidos crecerá fuerte y subirá la tasa de interés. Bajarán entonces los commodities por la fortaleza del dólar. Se consolidará un cambio de etapa del ciclo de la economía internacional.

› EL ESCRITOR JUAN VILLORO HABLA DE LOS 43 ESTUDIANTES DESAPARECIDOS EN MEXICO “Lo de Guerrero fue una guerra de exterminio”

Por Eduardo Febbro



Página/12 En México
Desde México DF
Un libro para jóvenes, una novela trepidante, artículos periodísticos de una gran calidad analítica, reflexiones sobre el fútbol dignas de una enciclopedia filosófica, textos sobre el rock o la dudosa cultura digital y un compromiso político con su país sin concesiones, el escritor mexicano Juan Villoro es una fuente narrativa de una exquisita fineza. Villoro es, también, uno de los intelectuales mexicanos que encabezan esa corriente moderna de crítica radical al estado que surgió en México a la par de las revelaciones sobre los asesinatos y desapariciones masivas de personas. Ganador de los premios Villaurrutia y, en 2004, Herralde por su novela El testigo, Juan Villoro tiene una obra copiosa tejida mediante una variedad de temas que, según explica, lo salvan de su eterno temor al aburrimiento y la repetición. No hay nada reiterativo en la obra y la narrativa verbal de este autor que combina una infinita fantasía con un rigor estricto atravesado siempre por un sentido del humor poco común en estos tiempos. Villoro es un autor de juegos y enigmas para renovar nuestra mirada de la realidad, un autor fronterizo cuya escritura lo lleva al lector a conquistar mundos. Habla con una puntualidad pedagógica y profunda sin que el tema, la política, el fútbol o la literatura, modifiquen su actitud. El guatemalteco Augusto Monterroso fue maestro de Villoro en un taller literario organizado por la Universidad de México (UNAM). Hay, entre ambas obras, lazos restauradores. Desde la primera novela publicada en 1991, El disparo del dragón, hasta la última aparecida el año pasado, Apocalipsis (todo incluido) Juan Villoro publicó seis novelas, seis libros de cuentos y varias recopilaciones de sus artículos periodísticos. Para este autor, la mejor novela de la historia es El Quijote, el mejor gol del mundo el que marcó Maradona en el Mundial de México, y la vida puede definirse exactamente como un partido de fútbol con sus 90 minutos de duración, sus escasos 10 minutos de sueño y la figura del árbitro como emblema del sistema de injusticias de la existencia. En esta entrevista a Página/12 realizada en la espléndida biblioteca del Colegio Nacional de México, Juan Villoro desmenuza este México de hoy, lo mejor de la literatura, la necesidad de salvar al lenguaje de las palabras y las conexiones secretas entre el fútbol y la vida misma.
–Usted dijo hace poco que si México no daba un paso atrás se caía al abismo. La imagen es densa y esboza una sociedad en un momento crítico.
–La sociedad entera da la impresión de estar al borde del abismo. Por un lado, el gobierno no tiene respuestas a los muchos problemas nacionales, por el otro, tampoco hay una oposición cívica, democrática, que haya encauzado una protesta de tal forma que podamos vislumbrar un horizonte de futuro. Estamos al borde del estallido o al filo del abismo.
–¿Para usted, lo que ocurrió en Iguala con los 43 estudiantes de Ayotzinapa asesinados y desaparecidos es el resultado o la convergencia de qué otros factores?
–Creo que en Ayotzinapa se cristalizaron tres factores de la historia reciente de México. Uno, es el desgaste acumulado de la violencia. El presidente Felipe Calderón estuvo como mandatario de 2006 a 2012 y salió del poder dejando atrás 80 mil muertos y 30 mil desaparecidos. Estas cifras han ido aumentando con el tiempo. En esta situación de desgaste terrible Ayotzinapa representó un basta ya, fue la gota que acabó derramando un vaso que se había colmado. Pero también está el tema de los 43 estudiantes desaparecidos, esos normalistas, es decir, futuros maestros. Entonces ¿qué sucede con un país que pierde lo mejor que puede tener, o sea, aquellas personas que enseñan a escribir y a leer? Yo creo que eso significa en el imaginario colectivo la derrota de la esperanza, la cercenación de un capital de futuro de la sociedad. Y por último –y quizá lo más determinante–, los muchachos fueron entregados al crimen organizado por la policía. Esto habla de la total connivencia de los supuestos representantes de la ley y los delincuentes. Estos tres factores son decisivos para entender el tema de la violencia y la indignación que produjo Ayotzinapa.
–En México desaparece hoy, por una u otra razón, una persona cada cuatro horas aproximadamente. México se ha vuelto hoy el país de los de- saparecidos. Paradójicamente, en los años ’70 y ’80, el país acogió de forma muy generosa a los refugiados políticos que huían de las dictaduras de América del Sur que hacían desaparecer a sus ciudadanos.
–México es un país esquizofrénico. En los años 70, el gobierno del presidente Luis Echeverría les daba asilo político a perseguidos de Argentina, Brasil y otros países. Al mismo tiempo, en esos mismos años, había una guerra sucia contra los guerrilleros y los militantes políticos en el Estado de Guerrero. Por un lado, el país tenía una política de refugio para los perseguidos políticos y, por el otro lado, era un país represor. Afuera de Acapulco había una base aérea de donde se sacaban a los disidentes para arrojarlos al mar con las mismas técnicas que se usaron en América del Sur. México es ese país extraño donde aparentemente hay una superficie progresista, una superficie de de-sarrollo, donde hay acuerdos colectivos, y, luego, hay un México soterrado, profundo, un México de injusticia, de desigualdad y de represión. Yo crecí en tiempos en que México daba asilo a los refugiados chilenos. La utopía mexicana era la de un país de asilo, pero hoy en día ese país de asilo se ha convertido en un país donde la gente desaparece. Es dramático que no haya mayor alarma al respecto. Estamos en un país donde la vida vale muy poco. La vida se ha depreciado totalmente en México y no hay ninguna responsabilidad social por parte del Estado de decir “basta ya”. A mí me sorprendió la respuesta del presidente francés François Hollande cuando, luego de los asesinatos en el semanario Charlie Hebdo, él encabezó una gran manifestación con millones de personas. Hollande hace suyo el dolor. Podemos pensar que es un gesto retórico, demagógico, pero, al final de cuentas, es poner en valor la pérdida de las vidas. Nosotros no hemos visto al presidente de México encabezar ninguna protesta ni salir a la calle. Cuando ocurrieron los asesinatos de los 43 estudiantes, el presidente no se trasladó a Iguala, no salió a las calles, no decretó tres días de luto nacional, ni siquiera interrumpió su viaje a China. Hay una total indiferencia ante lo que realmente pasa en la sociedad.
–¿Qué explica los recurrentes levantamientos y guerrillas que se dan en el Estado de Guerrero? ¿Por qué allí y no en otros lugares del país?
El Estado de Guerrero es emblemático. Es un estado muy rico, donde está el puerto de Acapulco, que ha sido un enclave turístico de fama mundial. Y al mismo tiempo, es uno de los estados más rezagados en educación, en situación de los campesinos. Es un estado de enorme contraste social y económico donde el poder político se ha ejercido a nivel de cacicazgos, con mandos verticales, autoritarios, que no se someten a ningún control alterno. Hay impunidad total. También ha sido un estado que ha conocido una gran resistencia social y política con organizaciones populares que lucharon por sus derechos. Muchas veces lo hicieron desde un punto de vista cívico, pero cuando no encontraron cauce para su descontento han optado por la guerrilla. Estas guerrillas han sido sucesivamente reprimidas pero no han dejado de aflorar. En Guerrero tenemos una situación de péndulo muy tensa. Por un lado, hay una economía exitosa en lo que se refiere a la alta burguesía relacionada con el turismo, muy vinculada con poderes autocráticos. Del otro lado, hay un pueblo que resiste y está, a todo momento, dispuesto a una posible insurgencia. Esa tensión ha dado lugar a un sistemático ajuste de cuentas por parte del poder. En otros lugares del país hay una violencia más selectiva, hay una violencia donde quienes cometen crímenes quieren que se vea para propagar el terror. Una banda que decapita personas será conocida como la decapitadora y ellos van a establecer una gramática del miedo, un lenguaje que permite identificarlos. Ellos buscan tener una resonancia a través de la violencia identificada. En el caso de Guerrero es distinto. Ha sido una guerra de exterminio, una guerra de desaparición del adversario. Esa es una especificidad regional terrible. Desde que se empezaron a buscar a los 43 muchachos desaparecidos se encontraron unas 40 fosas. Eso tiene que ver con una guerra de desaparición. El actual gobernador provisional del estado fue un desaparecido.
–¿Qué valor, qué articulación tiene aún la palabra para un intelectual en un país tan afectado por la violencia? ¿La palabra aún sirve, salva, alivia, abre un espacio para el sueño colectivo?
–La palabra está totalmente amenazada por una sencilla razón: todo el mundo puede usarla. A diferencia del músico que compone con notas, el escritor se sirve de las mismas palabras que envilecen los políticos y degradan los publicistas. Creo que el secreto de la cultura consiste en que ese lenguaje degradado puede volver a adquirir vitalidad y volver a decir cosas nuevas. El trabajo de los escritores es tratar de darles nueva vida a palabras que han sido mancilladas y abusadas. En México, el gobierno ha usado una frase para lo que sucedió en Ayotzinapa. Es la expresión “verdad histórica”. Ha habido un informe totalmente insuficiente, no comprobado, lleno de contradicciones y de lagunas sobre lo que pasó en Ayotzinapa. Y a esta muy precaria información se le llama “verdad histórica”. Eso es distorsionar y falsear las palabras creando una propaganda de algo que, finalmente, es un sinsentido. Lo que debemos hacer los periodistas y los escritores es tratar de demostrar que las palabras todavía sirven. Yo creo en eso. En 1994, cuando el Ejército Zapatista se levantó en armas, apareció un nuevo discurso en la escena. Era un nuevo discurso desde el punto de vista moral y del uso de las palabras, era un discurso que utilizaba el sentido del humor, elementos mágicos que parecían tomados de la literatura de Gabriel García Márquez, un sentido ético quizás derivado del Evangelio y la Biblia de los pobres. Había una renovación del discurso. El Subcomandante Marcos renovó el discurso en un momento en que las palabras habían agotado su sentido. Y no es casual que haya sido un poeta como Javier Sicilia quien encabezó el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, y quien haya dado también un nuevo valor a las palabras, incluyendo a expresiones tan populares como “estamos hasta la madre”. Esa expresión tan mexicana que podemos decir en cualquier cantina se convirtió en el emblema de un movimiento. Debemos luchar por eso. No podemos dejar que el lenguaje sea secuestrado por las palabras. Los escritores debemos ser críticos hacia la realidad, pero también mantener la esperanza, el juego, el sentido lúdico de la vida, el erotismo, el sentido del humor. Debemos demostrar que, incluso en los peores momentos, podemos convocar la felicidad. Ese es un acto de resistencia muy importante.
–México tiene una historia magnífica de movilizaciones cívicas y populares. Su historia está llena de millones de personas marchando por el país. ¿Qué viene después de Ayotzinapa? ¿Otro país?
–Creo que Ayotzinapa creó una suerte de república del sentimiento y eso llevó a muchas personas a unirse a la indignación. Ahora, la gran pregunta es ¿cómo convertimos eso en política? Esto ocurre en un momento en que los partidos políticos están totalmente degradados. Hay un enorme descrédito de la clase política y la gente no quiere hacer política. La gente quiere protestar, pero no sabe cómo encauzar la protesta. La gran es pregunta es saber si habrá un gran movimiento ciudadano que transforme el país. Hay atisbos importantes. Javier Sicilia y sectores progresistas de la Iglesia se han involucrado para una reforma de la Constitución. Otros grupos están buscando respuestas diferentes. Hay un gran tema hoy en México y es que el país está fuera de la legalidad. El propio gobierno está fuera de la legalidad. En este contexto de falta de legalidad, de falta de credibilidad, el gran desafío de la sociedad es lograr un movimiento cívico que transite hacia un horizonte de legalidad. Creo que antes de buscar una reformulación radical de nuestro país debemos cambiar las reglas del juego para llegar a esa transformación. Si en México hubiese un imperio de la ley, sería un cambio absolutamente decisivo.
–Imposible no abordar con usted la literatura y el fútbol. A ver... ¿el mejor libro de la historia?
–Inevitablemente uno acaba volviendo al Quijote. Creo que es un libro lleno de sentido del humor, es una lección de humanidad, de tolerancia por el prójimo. Es además una novela extremadamente moderna. Es una metanovela, o sea, una novela dentro de la novela que reflexiona sobre la forma en que una novela se está escribiendo a sí misma. Es también una gran novela de trayectos y en muchos sentidos es una novela fronteriza porque está entre la realidad y la fantasía. El protagonista no sabe muy bien cuándo está cuerdo y cuándo está loco. Es también una novela entre una mirada idealista y una mirada realista: Don Quijote y Sancho Panza. La novela se postula como la traducción de un libro árabe que azarosamente encontró Miguel de Cervantes Saavedra. Hay que recordar que en ese momento los árabes eran los enemigos. Es un gesto de tolerancia suprema.
–¿Su mejor libro?
–A mí me interesa mucho un libro que yo escribí para jóvenes: El libro salvaje. Es un libro sobre la lectura. Creo que todos los escritores somos básicamente lectores y uno puede estar más orgulloso de los libros que ha leído que de los libros que ha escrito. Ahí no está incorporada la vanidad o el orgullo. Uno aprecia simplemente las cosas que lee. El libro salvaje es un libro que nunca ha querido ser leído. Tengo la impresión de que los libros buscan a sus autores o huyen de ellos. Esta sensación de que los libros nos proponen sus lecturas, se mueven, se acercan a nosotros, me hizo pensar en un libro que nunca ha querido ser leído. La historia de El libro salvaje es la historia de un libro reacio, de un libro que no quiere ser atrapado.
–¿Y el gol más hermoso de la historia?
–El mejor gol que he visto y que tuve la suerte de ver por estar en el estadio es el mejor gol legal de la historia de los mundiales: el gol que Maradona le anotó a Inglaterra en 1986 sorteando prácticamente a media selección británica. En ese mismo partido anotó también el mejor gol ilegal, el famoso gol de la Mano de Dios. Destaco la capacidad de Maradona para darle una significación especial a su gol ilegal. Decir que alguien anota un gol con maña, sin que lo vea el árbitro, eso es una picardía, es robarle algo a la fortuna. Pero declarar después que fue la Mano de Dios es crear un mito.
–Osvaldo Soriano siempre establecía una relación muy estrecha entre el fútbol y la vida. ¿Usted también?
–Soriano, claro, extraordinario, escribió ese cuento maravilloso sobre el penal más largo del mundo. Una de las cosas más interesantes del fútbol es que corre a la par de la vida, y es tan injusto como la vida y tan grandioso como la vida. Básicamente, el fútbol es un deporte que dura 90 minutos en tiempo real. Y lo que ahí sucede, como en la vida, es bastante opaco y solamente hay unos cuantos segundos de relumbre que son los goles o las grandes jugadas. En un partido extraordinario, de los 90 minutos de juego únicamente cinco son fantásticos y todo lo demás es espera, especulación, anhelo, decepción... y así es la vida. También, la falibilidad del árbitro acerca mucho el fútbol a la vida. Porque en la vida te dicen que tienes un cálculo renal y no has hecho nada particularmente dañino desde el punto de vista moral para merecer un cálculo renal. Y luego al día siguiente te ganas la lotería y tampoco has hecho ningún mérito. La vida está llena de castigos y recompensas arbitrarias. Y la figura del árbitro representa ese factor humano dentro del fútbol. En un partido hay 22 hombres que tratan de ser semidioses, pero sólo hay uno que trata de ser hombre. Y ése es el árbitro. Y eso acerca mucho el fútbol a la vida.

EL PAIS › OPINION El peronismo realmente existente

Por Edgardo Mocca
La última Convención de la UCR ha depositado su impulso de supervivencia en la convergencia electoral con la derecha macrista. La apuesta se sostiene en la esperanza de que la candidatura de Macri se constituya en un paraguas eficaz, debajo del cual el radicalismo pudiera acceder a algunas gobernaciones provinciales y acaso a una defensa del volumen de su actual representación parlamentaria. Todo esto se hace en nombre de la reconstrucción de un sistema de partidos en el país, en el que la UCR estaría llamada, por su larga tradición histórica, a ser la fuerza que balancee la preeminencia peronista y pueda asegurar la famosa “alternancia”. Esta jerga politológica, sin embargo, no tiene casi ninguna vitalidad a poco que nos alejemos un poco de las aulas de alguna carrera de ciencia política. Fue Europa la cuna de esa visión institucionalista de la política, necesaria para construir una mecánica política moderada y orientada hacia el centro, capaz de exorcizar los fantasmas del totalitarismo de entreguerras y, al mismo tiempo, construir un cerco contra la participación del comunismo en los gobiernos de aquellos países en los que llegó a tener una importante fuerza de masas. Hoy Europa vive la crisis del centrismo político; los partidos que la representaron –particularmente quienes se situaron en el supuesto hemisferio izquierdo de la contienda– están atravesando una fuerte crisis y defendiendo su espacio ante la irrupción de nuevas fuerzas a las que la ortodoxia académica califica como “antisistema”. La alternancia inocua y plenamente respetuosa de las reglas de juego del capitalismo financiarizado solamente puede sobrevivir en la ausencia de reales alternativas políticas de poder, como la que acaba de triunfar en Grecia y la que disputa palmo a palmo en España con el bipartidismo conservador. En nuestro país hace doce años que ese esquema de moderación y alternancia no funciona; previamente lo había devorado el incendio social de la crisis de 2001.
Puede sospecharse que el paisaje de recuperación que pinta la cúpula radical impulsora del acuerdo con el macrismo es un síntoma de “optimismo burocrático” que intenta ocultar la gravedad de la crisis partidaria. Lo más grave, sin embargo, no sería que la táctica fracase sino que tenga éxito. Si fuera así, el radicalismo se convertiría en el gran partido de la derecha argentina, esa fuerza de la que históricamente carecieron las clases dominantes argentinas, a partir de 1916. El círculo abierto por el triunfo de Yrigoyen contra los conservadores se cerraría con la resurrección de los conservadores organizados bajo la bandera de quienes se postulan como herederos del gran caudillo radical. Lo más probable, claro, es que todo esto sea pura imaginación porque el partido competitivo de la derecha argentina ya existe, es el macrismo.
Lo más importante de todo esto no es la suerte de un viejo partido político, sino la función que la decisión radical tiene en la definición de lo que verdaderamente está en juego en estos meses, es decir la continuidad del rumbo político que tomó el país en 2003 o su reversión –drástica o gradual– a partir de diciembre. La poco disimulada alegría de los columnistas del establishment con los resultados de la convención revela la esencia de la función adoptada por el radicalismo; su cúpula le abrió paso al gran reclamo del capital concentrado, articulado por los grandes medios de comunicación, el de facilitar la concentración del voto opositor para evitar un eventual triunfo del Gobierno en primera vuelta. ¿Por qué no triunfó entonces la propuesta de abrir una negociación amplia que incluyera a Massa? En principio, porque era una falsa hipótesis que presuponía decisiones que el radicalismo no podía tomar; obligaba a dos candidatos presidenciales bien instalados a resolver sus disputas en las primarias y ninguno de esos candidatos obedece las resoluciones de la convención de la UCR. Para concentrar el voto, entonces, hay que aliarse con uno de esos dos candidatos y se elige a aquel que tiende a predominar. Y no es solamente una cuestión de predominio en las encuestas: es la política del macrismo la que claramente se impuso a la de Massa. Así lo refleja la decisión radical, en llamativa coincidencia con el “fallo” que ya venían pronunciando los grandes medios de comunicación.
El desdibujamiento de Massa tiene, seguramente, más de una causa. Pero hay una que es la más relevante políticamente. La gran promesa de Massa era en 2013 la de construir una fórmula política de dominio neoliberal que incluyera al peronismo del orden, una suerte de neomenemismo. La estrategia tenía el gran atractivo de constituir una derrota muy profunda para la experiencia kirchnerista que sería doblemente desarraigada, del gobierno y del peronismo. El contexto previsto para el ascenso de Massa era el de un gobierno en retirada desordenada, enmarcada en una crisis de gobernabilidad, generada en el descontrol económico y un alto nivel de desafío callejero de los sectores que más encarnizadamente lo vienen resistiendo. Esa escena, el más audaz sueño de la derecha argentina, no se ha producido. La expectativa de una estampida de recursos políticos desde el kirchnerismo al Frente Renovador terminó en un puñado de deserciones de segundo orden en el andamiaje del justicialismo. Lo que se preveía como una pelea de los candidatos justicialistas por despegarse de la experiencia kirchnerista se convirtió en su exacto contrario: la disputa entre ellos hoy es para mostrar quién es el mejor garante de la continuidad del rumbo. Más allá de tal o cual encuesta circunstancial, el proyecto de Massa ha sido derrotado. La Convención radical no hizo sino refrendarlo. Los esfuerzos para generar la tan ansiada escena apocalíptica no desaparecerán sino que se intensificarán durante estos meses.
Puestos a justificar la línea de exclusión que contiene su propuesta de acuerdo con el macrismo, sus impulsores radicales han incursionado en una argumentación fundada en el antiperonismo. Algo así como que al peronismo no lo quieren ni para derrotar al kirchnerismo. La sinceridad, en casos como éste, no interesa. Lo que sí es importante es el cuadro que la operación deja abierta: se trata de que el kirchnerismo es en esta campaña el peronismo realmente existente. Lejos de ver debilitada la construcción de una identidad propia, el kirchnerismo tiene en esa condición hegemónica dentro del peronismo un activo político de extraordinario valor que fortalece esa construcción. La hegemonía consiste en que hasta quienes se le oponen deben hablar en su nombre. Lo que queda de peronismo fuera de las internas del Frente para la Victoria es una candidatura en franco proceso de declinación, el gobernador de Córdoba, más un conjunto de nombres aislados que responden sistemáticamente al comando de los grandes medios de comunicación.
Por otra parte, para que la decisión de la UCR se concrete falta una compleja ingeniería que la haga operativa. Que se sepa, la gestación de una “alianza” nunca se concreta con la decisión de uno de sus socios. Por si esto no quedara claro, el propio Macri salió a primerear la interpretación de los hechos: no hay coalición, dijo, el que gane la interna será candidato y será quien gobierne si la alianza triunfa. Nadie duda de que así será y son muy pocos los que dudan de que será Macri el candidato: tendría que haber una revolución de las conciencias a favor del radicalismo para que se revierta una tendencia en la que Sanz ocupa un lugar absolutamente marginal en las expectativas de voto. Carrió, por su lado, ya cumplió con su misión, la de hacer estallar el FA-Unen y empujar al radicalismo a las filas de la derecha. El hecho es que se forma una alianza que dice a los cuatro vientos que no es una unidad programática ni un proyecto común de país sino una fórmula de transacción entre la mejor colocación de Macri para llegar al ballo-ttage y el correspondiente pago al radicalismo en forma de triunfo en alguna provincia. El “nuevo ciclo” que proclama la derecha es, por ahora, una promesa bastante pobre.
La cuestión ordenadora de la disputa de octubre sigue siendo la continuidad o no del rumbo de gobierno de estos años. Y se resolverá en dos planos que se cruzan entre sí: por un lado la disputa entre el kirchnerismo –como la suma del peronismo realmente existente y los nuevos afluentes políticos que se articularon en estos años con el proyecto de gobierno– frente a una propuesta situada sin disimulo en el cuadrante de la restauración neoconservadora; y por otro lado la tensión interna del kirchnerismo que se resolverá en las primarias abiertas. La incógnita no es solamente quién será el candidato oficialista en octubre, sino cómo se resolverá políticamente la cuestión y, particularmente, cuál será la actitud de Cristina Kirchner frente a este dilema. Visto desde cierta perspectiva, no hay posibilidad de no intervención para Cristina, porque no sería sino una forma de decisión a favor de quien se encuentre en mejor posición a la hora de las internas. Los indicios de los que hoy disponemos son un gobierno en pleno ejercicio de la iniciativa política, recuperado del terrible golpe político que fue la muerte de Nisman y su utilización como arma política por la oposición mediático-política, con una fuerte decisión en materia de medidas redistributivas y con un discurso imposible de emparentar con la actitud de retirada ordenada. Una vez más el Gobierno sale fortalecido de una situación de amenaza política extrema sin hacer concesiones a los artífices de esa amenaza. En un par de meses se sabrá cuál es el tipo de decisión presidencial que las condiciones políticas habilitan.
Lo que produjo esta deriva no fue la intervención feliz de un candidato o una táctica de oposición fallida. Fue una política y un liderazgo cuyo futuro es la principal incógnita que esta etapa política terminará por develar.