El periodismo hace uso de un procedimiento que opera sobre la “negatividad” de un hecho o noticia cuando se trata de actividades oficiales o sobre temas que competen a una gestión de gobierno. Pero podría agregarse que, paradójicamente, casi nunca lo negativo es el hecho informado, que más bien se habla –se discurre, así sea en el espacio urgente de un título- acerca de la manera en como algo se hizo. O se dijo.
Desde hace algunos, todavía pocos años, toda noticia (local) sobre actividades oficiales o sobre temas que competen a una gestión de gobierno, tiende a salir en los medios con un componente de valoración que en algunos emplazamientos tiende a mostrarse (¿siempre?) como negativo. Pero podría agregarse que, paradójicamente, casi nunca lo negativo es el hecho informado, que más bien se habla –se discurre, así sea en el espacio urgente de un título- acerca de la manera en como algo se hizo. O se dijo. Cuando se trata de diarios impresos, el comentario puede proponer su sesgo a la lectura desde volantas, bajadas o copetes pero suele hacerlo ya desde el título mismo, después de la coma o el punto que habilitan una inmediata toma de la palabra. Pero en cualquier caso: aun cuando se trate de confrontaciones políticas o económicas del país, con organismos plurinacionales o con poderes externos políticos o económicos, el giro opinante o crítico tenderá a referirse a la instancia estrictamente operativa de la gestión o (o también) a su comunicación acompañante: los responsables de la acción comunicada estuvieron en el lugar o no, se procedió o no en tiempos considerados pertinentes, se formularon con precisión o no las declaraciones, las informaciones o las previsiones para el futuro inmediato. En relación con algo que sólo en otros tiempos o espacios, puede suponerse, podrá llegar a conocerse y valorarse en términos de sus sentidos, efectos y alcances específicos, y no solamente en relación con los modos de su procesamiento o su comunicación.
Y los modos de, digamos, esa tematización permanente de la instancia intermedia, son diversos. Porque está también el uso, en la titulación periodística, de una genérica tercera persona, asociada a esa tematización de una gestión separada de su objeto. Y esa elección de una versión narrativa en tercera persona se aparta, también, de usos periodísticos históricamente asentados, como el del modo impersonal. Por ejemplo: se informa que “El gobierno espera que…”, en lugar de comenzar directamente: “Se espera que…”. ¿No puede pensarse que hay algo de extraño en esa adjudicación de expectativas, adjudicación que sólo podría reconocerse como verosímil si existiera un dato sobre los indicadores de esa espera? Que en general no aparecen, o se remiten a fuentes naturalmente no identificadas. Y el tema es el de la acción o inacción, con su componente de acierto o desacierto, de una operatoria de gestión, y no de una decisión política que no se tematizará.
Un azar de los acontecimientos colocó inmediatamente antes (en principio, al mismo tiempo) que este momento de los motivos de primera página, al Mundial de Fútbol. Y los parecidos, en los discursos acompañantes, son sorprendentes. Podría decirse que cuando no se quiere compartir la suerte de los responsables del desempeño del equipo que está compitiendo en un campeonato mundial, se abandona la construcción de frases con sujeto país o nacionalidad y, más aún, se abandonan hasta en las columnas de comentarios, las apelaciones al nosotros inclusivo que, además de arriesgar la evidencia de la necesidad de pertenencias o de afectos, acercan la enunciación impresa a las cercanías y emotividades de la oralidad. Tal vez, puede pensarse también, no del todo conscientemente, para no compartir la posibilidad de eventuales traspiés. Pero cabría preguntarse por qué está pasando algo parecido cuando aquello de lo que se habla se relaciona con las confrontaciones políticas o económicas del país, con organismos internacionales o con poderes externos políticos o económicos
¿Podría decirse?: sobre el Mundial o los Buitres, se habla implicando la condición externa u oscura de las amenazas de la fatalidad: los riesgos tematizados son los de un procesamiento de efectos en la operatoria tratada como privada de la posibilidad de actuar sobre las causas. Llegándose a aclarar que no se habla de políticas, ni de saberes, ni de estrategias.
¡Crece! el efecto de centralidad adjudicado a “un operador de Wall Street”: “Yo no puedo creer que el gobierno argentino sea tan incompetente”.
Podría decirse que se ha elegido hablar de desempeños profesionales. En el sentido más general del término.
*Semiólogo y poeta.
Desde hace algunos, todavía pocos años, toda noticia (local) sobre actividades oficiales o sobre temas que competen a una gestión de gobierno, tiende a salir en los medios con un componente de valoración que en algunos emplazamientos tiende a mostrarse (¿siempre?) como negativo. Pero podría agregarse que, paradójicamente, casi nunca lo negativo es el hecho informado, que más bien se habla –se discurre, así sea en el espacio urgente de un título- acerca de la manera en como algo se hizo. O se dijo. Cuando se trata de diarios impresos, el comentario puede proponer su sesgo a la lectura desde volantas, bajadas o copetes pero suele hacerlo ya desde el título mismo, después de la coma o el punto que habilitan una inmediata toma de la palabra. Pero en cualquier caso: aun cuando se trate de confrontaciones políticas o económicas del país, con organismos plurinacionales o con poderes externos políticos o económicos, el giro opinante o crítico tenderá a referirse a la instancia estrictamente operativa de la gestión o (o también) a su comunicación acompañante: los responsables de la acción comunicada estuvieron en el lugar o no, se procedió o no en tiempos considerados pertinentes, se formularon con precisión o no las declaraciones, las informaciones o las previsiones para el futuro inmediato. En relación con algo que sólo en otros tiempos o espacios, puede suponerse, podrá llegar a conocerse y valorarse en términos de sus sentidos, efectos y alcances específicos, y no solamente en relación con los modos de su procesamiento o su comunicación.
Y los modos de, digamos, esa tematización permanente de la instancia intermedia, son diversos. Porque está también el uso, en la titulación periodística, de una genérica tercera persona, asociada a esa tematización de una gestión separada de su objeto. Y esa elección de una versión narrativa en tercera persona se aparta, también, de usos periodísticos históricamente asentados, como el del modo impersonal. Por ejemplo: se informa que “El gobierno espera que…”, en lugar de comenzar directamente: “Se espera que…”. ¿No puede pensarse que hay algo de extraño en esa adjudicación de expectativas, adjudicación que sólo podría reconocerse como verosímil si existiera un dato sobre los indicadores de esa espera? Que en general no aparecen, o se remiten a fuentes naturalmente no identificadas. Y el tema es el de la acción o inacción, con su componente de acierto o desacierto, de una operatoria de gestión, y no de una decisión política que no se tematizará.
Un azar de los acontecimientos colocó inmediatamente antes (en principio, al mismo tiempo) que este momento de los motivos de primera página, al Mundial de Fútbol. Y los parecidos, en los discursos acompañantes, son sorprendentes. Podría decirse que cuando no se quiere compartir la suerte de los responsables del desempeño del equipo que está compitiendo en un campeonato mundial, se abandona la construcción de frases con sujeto país o nacionalidad y, más aún, se abandonan hasta en las columnas de comentarios, las apelaciones al nosotros inclusivo que, además de arriesgar la evidencia de la necesidad de pertenencias o de afectos, acercan la enunciación impresa a las cercanías y emotividades de la oralidad. Tal vez, puede pensarse también, no del todo conscientemente, para no compartir la posibilidad de eventuales traspiés. Pero cabría preguntarse por qué está pasando algo parecido cuando aquello de lo que se habla se relaciona con las confrontaciones políticas o económicas del país, con organismos internacionales o con poderes externos políticos o económicos
¿Podría decirse?: sobre el Mundial o los Buitres, se habla implicando la condición externa u oscura de las amenazas de la fatalidad: los riesgos tematizados son los de un procesamiento de efectos en la operatoria tratada como privada de la posibilidad de actuar sobre las causas. Llegándose a aclarar que no se habla de políticas, ni de saberes, ni de estrategias.
¡Crece! el efecto de centralidad adjudicado a “un operador de Wall Street”: “Yo no puedo creer que el gobierno argentino sea tan incompetente”.
Podría decirse que se ha elegido hablar de desempeños profesionales. En el sentido más general del término.
*Semiólogo y poeta.
Fuente: La Tecl@ Eñe - Revista de Cultura y Política.
http://lateclaene6.wix.com/revistalateclaene
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