domingo, 3 de agosto de 2014

OPINION Es la economía, sin embargo

Por Mario Wainfeld
Axel Kicillof dio su conferencia de prensa en el Consulado argentino en Nueva York. Habló largo, una regla tan propia de su estilo como el atuendo: atendió preguntas, pidió disculpas a los “trabajadores de prensa” por haberlos hecho esperar. Incurrió en un par de argentinismos coloquiales (“guita”, “timbear”), se refirió amigablemente al facilitador Pollack (llamándolo “Dan”) hasta que se enteró de sus vergonzosas y parciales declaraciones sobre el default. El modo en que iba presentando su discurso anunciaba que no había avances en las tratativas. “Las expectativas”, se supone, eran otras. Tal vez el Gobierno las alentó un poco con su despliegue mediático previo y por no contar de antemano que el ministro de Economía había viajado hasta NY para cumplir con un pedido del juzgado y el facilitador.
Un pequeño, sí que determinante, universo siguió en escala uno a uno las movidas de esos días. Se dio por cerrada una negociación con banqueros argentinos. Jamás se entendió del todo cómo era la movida (o una de ellas, porque los rumores transitaron entre dos). Los móviles de los altruistas financieros (oxímoron inviable, que los hay) jamás quedaban claros. Las operatorias, en particular la de la compra total del crédito judicial de los fondos buitre, no resistían dos repreguntas... que nadie formuló a los prohombres de la city.
Economistas de surtida reputación, académicos, dirigentes políticos, empresarios y periodistas seguían los sucesos como si fuera el Mundial. Los economistas tuitearon de lo lindo. Varios incurrieron en metáforas futboleras que, como pasa con las profecías, no son su especialidad.
Ese conjunto, una variación ampliada del consagrado “círculo rojo” no se debe desdeñar. No todo es democracia en el mundo, el poder real y la plata inciden lo suyo.
Finalmente, no hubo avances ni la banca cumplió el rol salvador de los aliados que desembarcaron en Normandía o, si usted prefiere, de las huestes indómitas de Martín Güemes.
El célebre 31 de julio llegó, apareado con el debate sobre el alcance de las medidas tomadas por el juez Thomas Griesa. “Default” claman los medios hegemónicos argentinos. “Default selectivo” comentan intérpretes más afinados y menos buitres-friendly. El oficialismo insiste en que no hay default sin insolvencia y mediando pagos realizados en lugar, tiempo y forma. Tiene una cuota enorme de razón al tipificar los hechos pero no deja de saber (no puede ni debe dejar de saber) que lo que ya está en puja es la realidad económica financiera hasta el fin del mandato presidencial y mucho más definidamente hasta el 1º de enero próximo. La fecha en que, otra vez, cambia el tablero endiablado del TEG o Monopoly financiero en que estamos metidos.
Sería necio negar gravitación a la saga que el aludido conjunto de pocos miles de personas sigue como si fuera El patrón del mal o Estación Brasil. Casi con certeza, las personas del común viven a mayor distancia tantas peripecias y tecnicismos legales. Podrán impactar en sus intereses, que sí los interpelan y son decisivos en la arena democrática. Por eso, precisamente, están y estarán más atentos a variables tangibles cercanas a su cotidianidad: el laburo, las fluctuaciones del valor adquisitivo de sus ingresos (lo que va a anteayer o ayer a hoy), la inflación, las vacaciones de invierno, las perspectivas de las estivales, el consumo familiar.
El descanso de mediados de año ocupó más las vidas que Wall Street. El día de la Pachamama se vivió con pasión y masividad en Salta y Jujuy. El cronista estuvo en la capital salteña, vio multitudes paseando, festejando, sahumando y copando las calles ya en la noche del jueves.
La gente real se desplaza, se entretiene o se informa en otros carriles, que atiende con preferencia. Las huelgas docentes en ciernes afectarán la cotidianidad de millones de familias. La provincia de Buenos Aires, una de las que tuvo más paros el año pasado, fue la que propinó el más serio revés electoral al kirchnerismo. No hay que ser (no se debe ser) monocausalista para leer fenómenos sociales o políticos, pero tampoco tan necio como para relegar algunas correlaciones sensatas, que deben ser mezcladas con otras variables.
Habrá paro general este mes convocado por las centrales sindicales opositoras, seguramente alterará menos las rutinas hogareñas que las medidas de fuerza de los docentes.
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Mil palos verdes, achalay: Griesa es parcial, capcioso: la Argentina exige que le hagan una auditoría legal. Sin mayor malicia podría añadir un examen psicofísico y un encefalograma. Pollack se va de boca. Pueden ser errores, producto de la sobrecarga de trabajo bien remunerado... eso sí, jamás hay incongruencia: siempre se caen para el mismo lado (ver asimismo recuadro aparte).
No analizamos un seminario jurídico, de poder duro y de plata se habla. Mil millones de razones pueden sumarse a esa argumentación desde anteayer: son los dólares de seguros contra default que se dispararon y que cobrarán los buitres u otras aves rapaces o como se los llame. Mil palos verdes que cifran las reglas de un juego denso. “Queremos cobrar” proclaman los acreedores “de buena fe” mientras pasan por otra ventanilla.
Los Estados y los gobiernos, empero, no son periodistas de investigación ni opinadores: deben actuar respecto (contra, mayormente) de las consecuencias de esas operaciones. El kirchnerismo debate el alcance de las sanciones de Griesa, como medio para minimizar las consecuencias y para deslindar responsabilidades. Es correcto y lo hace bien pero eso no lo dispensa de evitar las secuelas ni de replicar las movidas desestabilizadoras.
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A contrapelo: La sentencia definitiva y las cautelares absurdas interfirieron con la táctica económica oficial para este año. Esta abarcaba mejorar la relación con los acreedores externos (Club de París y Repsol, solo para empezar), atraer inversiones, acudir al financiamiento externo orientado a actividades productivas. También aminorar la inflación, con instrumentos surtidos que van desde los Precios Cuidados hasta la operatoria del Banco Central. Un gasto público ascendente, apuntando sobre todo “hacia abajo”, es otro núcleo: Progresar, aumento de la Asignación Universal por Hijo o de las jubilaciones mínimas, más combustible al Pro.Cre.Ar. El segundo semestre, tras dos recesivos, era un momentum central.
Ese combo, de mínima, es desfavorecido por el cambio de escenario. La magnitud del nuevo cuadro de situación depende de la destreza y decisión de los contendientes, lo ocurrido jamás será buena nueva.
Los objetivos básicos son los mismos: mantener los niveles de empleo, actividad y consumo. Reforzar los recursos de los sectores más desfavorecidos y las reservas del Banco Central. Todo indica que los instrumentos deben ser reformados al vaivén de la coyuntura.
Los cambios de elenco económico son consistentes con la adecuación del rumbo. Kicillof es el ministro de Economía de más piné y consistencia ideológica de los dos mandatos de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Nada le será sencillo, ya que atraviesa el período más difícil del ciclo kirchnerista.
Los “K” y la “opo” por ahí concuerdan en simplificar en exceso la larga etapa comenzada en 2003. Para unos es la (ya excedida) década ganada. Para otros, la perdida o depredada o lo que fuera. Un ángulo acaso más rico es diferenciar distintos tramos en ese prolongado período. El “modelo” no funcionó con igual eficacia en todo su recorrido, en los últimos años se amesetó y dio con cuellos de botella sensibles. La loable voluntad de mantener el rumbo forzó cambios de herramientas y hasta de funcionarios de fuste: jamás hay que “casarse” con ellos. La decisión, en sustancia, fue sensata, la contingencia la dificulta y posiblemente incidirá en revisiones de la agenda o de ejes de gestión.
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Simplismos y popularidades: Los simplismos afean el debate público, son una plaga que crece. Las acusaciones de “malvinización” se suman a la larga lista de expresiones dramáticas, tan funcionales para titular o “zocalear”. Ahí termina su efectividad: no pueden ser descriptas o explicadas con más largueza sino a costo de perder fuerza.
Las pujas territoriales (las de islas en particular) tienen una densidad histórica de la que carecen los laberintos financieros. El contexto de 1982 no tiene (por fortuna y mérito de los argentinos) nada que ver con el actual. Un sistema democrático estable es, en sustancia, más reformista y moderado. La población está mejor informada y organizada, orienta con más lucidez sus demandas. La cruel experiencia pasada también alecciona.
Por último, solo en la enunciación: el oficialismo jamás renuncia a teñir con épica sus acciones pero no busca ningún salto al vacío. Por el contrario, se empeña en pagar sus deudas, se defiende en los tribunales, no busca una revalidación mágica (como la dictadura) sino sostener los fundamentos que le posibilitaron mantener su legitimidad en las urnas.
Las encuestas revelan que es mayoritaria la aprobación al manejo oficial del conflicto. Los datos son consistentes con una tendencia mundial que es la caída de reputación global del mayor imperio de la historia humana. Por añadidura, las tradiciones políticas nacionales (peronismo y radicalismo y hasta ciertas variantes del conservadurismo) han sido antiyanquis o, cuanto menos, muy críticas. La defensa de la soberanía nacional es reconocida, entonces.
El kirchnerismo, que ha tenido una percepción fina de los humores ciudadanos, no debería engolosinarse con el veredicto ni pensar que se extrapolará a otras áreas de la realidad. Y ser especialmente cauto para imaginar que se proyectará al voto ciudadano, que combina muchos factores. Equiparar a “Griesa o Cristina” con “Braden o Perón” es un anacronismo, simplificador al mango, que mayormente interpela solo a justicialistas, sobre todo a aquellos de cierta edad. Cerrar el auditorio al que se convoca fue un error que algo influyó en las elecciones del año pasado, que registraron una sensible merma de votos. Reincidir en ese camino, agregar consignas a las muchas que ya existen es floja praxis de dirigentes que deberían esforzarse para generar propuestas que respondan a los desafíos concretos de los años recientes.
El aplanamiento de indicadores que fueron mejores en un pasado no tan remoto ya existía cuando la Corte Suprema norteamericana hizo su verónica y dejó firme el fallo de Griesa. Recuperar el crecimiento, bregar contra la desigualdad y el empleo informal, apuntalar a los más humildes fueron los pilares de la notable continuidad del kirchnerismo. Los vientos del norte seguramente los complican pero no cambian el eje de la política doméstica.
mwainfeld@pagina12.com.ar

OPINION Malvinas no es sinónimo de derrotas

Por Edgardo Mocca
El conflicto entre nuestro país y los fondos buitre ha ido alejándose progresivamente de su carácter judicial. La decisión de Griesa de bloquear el pago de los compromisos de Argentina con sus legítimos acreedores ha creado un laberinto jurídico de difícil solución. Nuevos actores involucrados, nuevas potenciales demandas de distintos grupos que se vieron perjudicados por la situación, una absoluta incertidumbre sobre cómo piensa el anciano juez continuar con esta saga, rechazos de influyentes liderazgos políticos y financieros globales, todo indica la creciente inviabilidad política del tipo de “solución” arbitrado por Griesa. De modo que la cuestión, de ahora en más, es absolutamente política.
Desde ese punto de vista, en el frente interno argentino hay una intensa puja que gira en torno de una sola cuestión: el endeudamiento externo argentino. La derecha mediático-política usa y abusa de diferentes argumentos jurídico-políticos: las deudas hay que pagarlas, el fallo judicial ya saldó la cuestión, el país debe ofrecer “seguridad jurídica” y otros de parecida consistencia. De lo que no se habla es de las consecuencias de la anhelada firma de las autoridades al pie del designio del juez neoyorquino. De modo más bien escaso y excepcional ha habido referencias a cómo podría el país encarar los efectos de un derrumbe de la renegociación de la deuda pública de 2005 y 2010: en tales casos aparece la idea de que nuestro país, ahora confiable para el mundo, se convertiría en una suerte de lugar privilegiado del planeta sobre el que lloverían dólares generosos del mundo para “invertir” en Argentina, modo eufemístico de aludir a un nuevo ciclo de megaendeudamiento externo y de sacrificio plenario de la soberanía estatal. De manera que sale a la luz, aunque sea con modesta intensidad y escasa claridad, el tipo de país que están pensando para el futuro: una nueva ola de neoliberalismo, seguramente ataviado con alguna ropa nueva. El endeudamiento gigantesco y la relación de subordinación a los organismos internacionales de crédito no son un factor secundario del proyecto neoliberal, son su núcleo esencial. Quien quiera saber las razones de nuestro desastre de 2001 haría bien en seguir esta pista.
Las cartas políticas están sobre la mesa, aunque uno de los dos polos que se enfrentan eluda sistemáticamente la discusión. El gobierno ha construido un inédito antecedente de claridad conceptual en un conflicto externo de alto riesgo, ha mostrado desde el principio los límites de la negociación: no se firmará nada que eche a perder el esfuerzo del país en los últimos años, es decir que vuelva la situación a un punto anterior al de la renegociación de la deuda, engrosada fundamentalmente entre los años 1976 y 2001, y que entró en default ese último año. Los cálculos sobre el monto por el cual podrían demandar en la Justicia los acreedores que entraron en los acuerdos, pero ninguno de ellos queda por debajo de los 200.000 millones de dólares. Hay quienes, en su argumentación sobre la conveniencia de pagar, relativizan las posibilidades de éxito de esas demandas, como si los fallos en Estados Unidos no estuvieran ilustrando de manera inmejorable el grado de imparcialidad y de equidad al que pueden llegar los estrados amigos de los especuladores.
El conflicto político se define dentro del país. Se va a volver a intentar llevarnos a la zona del rumor, de la maniobra financiera, de la siembra sistemática del terror sobre la población, de los aumentos preventivos de precio y toda la batería de estos años y de toda la historia argentina de las últimas ocho décadas. El conflicto con los fondos buitre no está cerrado. No podría cerrarse en las confusas condiciones creadas por el fallo. Existen muchos recursos posibles para salir de este original estado de cosas en que el Estado argentino paga y a los acreedores –que tienen todos los papeles en regla– no los deja cobrar el fallo de un juez. Desde las posibilidades de acuerdos entre privados o la negociación para encontrar un sitio de pago alternativo, fuera del alcance del juez Griesa (es decir de los buitres) pasando por las herramientas jurídicas de las que se dispone, componen un cuadro de fluidez y de complejidad, lejos del carácter definitivo que pretenden asignarle ciertos sectores del establishment. En el frente interno se disputa entre los temores y la incertidumbre que siembra intensamente la cadena mediática de la desestabilización y la comprensión de la situación a favor de una solución viable para nuestro país del conflicto.
Para que esa solución pueda encontrarse se necesita tiempo y también serenidad. A primera vista parece relativamente fácil la estrategia de la apuesta al “mal peor”, es decir la presión sobre el Gobierno a favor de la claudicación en la negociación y la promoción de un clima de ingobernabilidad. Sin embargo hay un problema en esa línea: es el costo de una sobreactuación del miedo y una radicalización del comportamiento antinacional, en el caso en que se encuentre un camino de solución para el país en el conflicto. Los voceros del establishment agitan el fantasma de la malvinización; se trata claramente de un intento por neutralizar el fuerte acompañamiento que hasta aquí ha tenido en la población el manejo del conflicto por parte del Gobierno, según encuestas “confiables” aún cuando sea justo el rechazo a la atribución de un rol de arbitraje en el conflicto social a las estadísticas circunstanciales difundidas por una consultora de opinión. ¿Qué quiere decir “malvinizar”? Está claro que la referencia es al uso político que hizo la dictadura de Galtieri del desembarco en Malvinas. Ahora bien, la palabra malvinizar tiene una potencia semántica irreductible a la evocación de la guerra provocada por una dictadura cívico-militar y por la decisión de los dos socios principales de la OTAN. La palabra Malvinas en la retórica de la derecha significa derrota. Y derrota acompañada de desinformación y de extorsión unanimista de la opinión pública con la utilización de slogans nacionalistas. Sin embargo la palabra Malvinas también puede tener otra interpretación dentro de otro contexto discursivo.
La demanda de los buitres convalidada por los jueces de Estados Unidos carece de toda razonabilidad: nadie puede reivindicar esa demanda y esa sentencia en términos de justicia. Acaso el fallo sea una muestra de los desvaríos a los que puede llevar la radicalización hasta las últimas consecuencias del culto liberal de los individuos y del contrato. Un fundamentalismo liberal que no se desarrolla en el siglo XVIII o XIX, en tiempos propicios a la utopía del comercio mundial libre como garante de la paz mundial, sino en el siglo XXI después de las masacres masivas de la última centuria y en medio de grandes interrogantes sobre la gobernabilidad mundial de la globalización capitalista. Para el juez no hay estados. No hay reestructuración de deuda. No hay compromisos legales asumidos por los países. Están los individuos, unos papelitos comprados a precio vil, después de un default y una renegociación abrumadoramente mayoritaria. Se falla a favor de esos individuos con bonos y en contra de un país entero y de una comunidad mundial que está expresando mayoritariamente la perplejidad.
Hasta aquí los buitres. No es tan sencilla la trama de la demanda argentina en el caso de Malvinas. Pero es igualmente evidente que el sostenimiento del statu quo en las islas no es un subproducto del derecho, de la moral o de la Justicia, sino que es la materialización de una relación de fuerzas, una pura y simple cuestión de poder. Así lo demuestra el comportamiento de británicos y estadounidenses en los foros que la ONU habilita para el tratamiento del conflicto: absoluta negación de las normas que emanan de un organismo cuyo control ejercen. Malvinas y los fondos buitres forman parte de un hilo de sentido, son dos signos diferentes que expresan el mundo en el que vivimos y nos interrogan sobre nuestro lugar en ese mundo. Esta vez, Argentina no ha invadido a nadie. No ha tratado de convencer a nadie de que “estamos ganando”, no ha inventado batallas favorables y, por sobre todo, no ha sostenido sus razones en la fuerza de las armas, sino en la de los argumentos. No hay nadie que pueda situarse en este conflicto de época sobre la base de condenar nuestro autoritarismo. Argentina no habla hoy el lenguaje irracional de las armas ni acude a misteriosos determinismos de un destino de grandeza. Habla un lenguaje mucho más simple. Dice que quiere pagar sus compromisos, aún cuando denuncia el origen espurio de gran parte de ellos. Quiere pagar y paga. Confía en el orden jurídico y en la política. Cuestiona el orden global sin dejar de cumplir sus reglas; tanto en el reclamo de Malvinas como en el litigio con los buitres y con la Justicia norteamericana.
No hay, por lo tanto, necesidad de desmalvinizar nada. Lo que hace falta es aceptar lo que es muy evidente: en el conflicto jurídico con los buitres y en el diferendo con el Reino Unido está en juego la manera de mirar el mundo. Por un lado está la mirada “pragmática” –más justo sería llamarla resignada y colonizada– que aspira a un lugar bajo el sol en el mundo de las guerras preventivas, el pensamiento único y la omnipotencia imperial, y por otro lado hay una nueva alianza entre la voluntad emancipadora y el sentido común. Ese sentido común –si se quiere moderno y capitalista– que dice que todos somos iguales ante la ley.
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EL "SPECIAL MASTER" QUE MOSTRO LAS PLUMAS Un planteo contra el mediador Pollack

"El próximo paso es pedir la remoción de Pollack", adelantó el viceministro y dijo que "vamos a hacer la presentación formal y veremos qué contesta el juez". "Más que mediador, Pollack se está poniendo la camiseta de los buitres porque realmente no está tomando en cuenta la posición argentina, no está le pidiendo nada a cambio a los fondos buitres, ni que bajen algunas de las condiciones absolutamente inaceptables para Argentina", consideró en declaraciones a FM Nacional Rock.
Consultado sobre si el juez Thomas Griesa no desechó ya la posibilidad de remover a Pollack, el funcionario explicó: "Lo ha dicho de manera oral porque nuestros abogados lo han pedido en una audiencia de manera oral" pero "nosotros ahora vamos a hacer la presentación formal y veremos que contesta".
El funcionario también minimizó el cobro de seguros contra defaults al asegurar que no tiene "ningún efecto concreto sobre la economía". "Este tipo de seguros de default que se disparan no tienen ningún efecto concreto sobre la economía argentina, porque ese es un mercado de apuesta, o sea Argentina no paga nada porque alguien declare que está en default selectivo, no selectivo, chiquitito, grande, esas son apuestas entre privados", afirmó Álvarez Agis.
En diálogo con el programa "El fin de la metáfora", opinó que la decisión de la Asociación Internacional de Seguros contra Default y Derivados (ISDA) de declarar el viernes a la Argentina en default, con lo que activó los pasos para abonar unos 1000 millones de dólares, "es una situación un tanto insólita". "Es como que la compañía aseguradora cobre seguro por el auto porque los fondos buitres están de los dos lados de la mesa, tienen seguros por default" pero "además integran el comité que vota para determinar si Argentina está o no en un default, con esos intereses cruzados es obvio para donde va a estar inclinada la votación", explicó.
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SARAWAK, MALASIA

El río es ancho, amarillento y turbio. Mas allá de la arenosa ribera crecen las casuarinas y cuando el viento agita sus hojas de encaje hacen un ruido como de voces humanas.
Los indígenas las llaman "el árbol que habla", y dicen que si se halla uno a medianoche debajo de uno de ellos se oyen voces de gente desconocida contando secretos de la tierra.

W.S.M.

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Pavadas al por mayor


Ya que se habla de si la Argentina está en default o no en default, ¿alguien le preguntó al que se toma el bondi o el tren qué corno es el default? En todas las veces que la Argentina quedó ahogada en sus pagos al exterior, ¿nadie tuvo un minuto para explicar, en español, en castellano, de qué estamos hablando? Tanta será la confusión, debemos pensar, que ni siquiera se nos ocurrió argentinizar una cíclica costumbre nacional. Los problemas semánticos del hombre común, el de Osvaldo Ardizzone, o el de que está solo y espera, de Raúl Scalabrini Ortiz, que ya no está en Corrientes y Esmeralda sino por todos los cordones y las márgenes de las ciudades argentinas parecen andar por otras latitudes. La verdad, o algo que pretende parecerse a la verdad, es que la gente común, lo que pide, a gritos y sin saber de qué se trata, es que se junten y que lo resuelvan. Sí, el juicio del siglo o como quieran llamarlo. Hubo una señal, pocas semanas atrás, cuando viajaban diputados y senadores de varios partidos. Hubo, incluso, alguna palabra presidencial de que éste es un tema de todos, que requiere participación de todos. Y, la verdad, nadie conoce a los que se sentaron con el special master. Sí, porque a Daniel Pollack hay que llamarlo special master. La hinchada lo quería a Mascherano ahí, trabando fuerte al special master. Ahora, suponiendo que el Barcelona no lo prestara al Masche así como los Spurs no dejan a Manu Ginóbili jugar con los colores albicelestes, ¿no se podía armar una delegación con algunos economistas notables más algún veterano de Malvinas, alguna madre de Plaza de Mayo y seis o siete cráneos de las mejores universidades argentinas? ¿No se podía darles oxígeno y hasta un poco de alegría a los que iban a hablar sobre el default con el special master?
Lo poco que va quedando claro es que por derecha no puede hacerse mucho. Es decir, si el Gobierno les llegara a pagar a los buitres, llega un tal Rufo y se pudre todo, porque hay que pagarles a todos. Ojo, no es el Rufo bueno, ése que era jefe tupamaro y que cuando lo rodearon los milicos les gritó: ¡Yo soy Rufo y no me rindo! Ese Rufo, póngase de pie, era Raúl Sendic y le metieron bala y después, como sobrevivió, lo tuvieron 13 años en cafúa. Claro, dejó ejemplos. Pila de ejemplos, como dicen los orientales. Fíjese que su hijo, también Raúl, ahora es candidato a vice en las elecciones presidenciales de Uruguay por el Frente Amplio. ¡No! Este Rufo es en inglés, Rights Upon Future Offers. Me entiende, ¿no? Qué cosa, a nadie se le ocurrió traducirlo para poder regalar un perro con un nombre criollo.
Vea, lo que se sabe, como le decía, es que por derecha se pudre todo. Entonces, ¡por zurda! Claro, como les gusta a muchos argentinos. Pero no con la zurda de Dios y, trágame tierra, mucho menos con la zurda de Rufo o de los que pelearon en otros tiempos. Porque esos, para lo único que sirven, es para espantar el capital. Y entonces, ¿quién lo hace por zurda? Los bancos, quiénes van a ser. Bueno, no cualquier banco. Porque los que mandó el tal Jorge Brito, con ese tal Sebastián Palla, van de la mano de la contra. Guarda, no sea gil, ¿dónde vio un banco que le cuide el bolsillo a la gente? Pero, ¿y entonces quién? Quizá sean los dueños, los del Citi o del Chase, alguno de esos. Esos son gringos, pero no son gringos malos. Porque, ojo, hay tenedores de títulos buenos, esos que se abuenaron y aceptaron reestructurarse. Están los tenedores malos, los retobados, que no aceptaron. Y están los dueños. Cuestión de jerarquía, cuestión de nivel, como decía Landrú. Y dale con los extranjeros, y encima asesino serial. ¡No! No es el psicópata francés. El Landrú argentino que, es cierto, se apropió del apellido del asesino para hacer chistes. Bueno, pero es cuestión de nivel. Si alguien les compra los títulos a los buitres, póngale la firma, va a ser algún banco groso, de los de allá. ¿Y después qué? ¿Para qué va a comprar esa papa caliente un banco norteamericano? Bueno, los bancos hablan de salvataje. Atajate cuando te hablan de salvataje. Si lo compran, es porque, en la Argentina, esta vez, la mano derecha no puede ver lo que hace la mano izquierda. ¿Y cuándo puede mirarse una mano y la otra, te preguntás? A ver, es como siempre, como Don Corleone: Padrino uno, Padrino dos y Padrino tres. Y, sin quererlo, llegamos a la repentina muerte de Julio Humberto Grondona, el hombre que visitando las pirámides egipcias descubrió la figura del faraón Ramsés. Le gustó la frase “todo pasa” y la hizo grabar en un anillo de sello. “Todo pasa.” Sí señor, tómeselo con calma, todo pasa. No, no es como Serrat, no es todo pasa y todo queda. El todo pasa es que nadie se acuerda de un carajo. Ramsés gobernó 66 años con esa fórmula. Y Don Julio estuvo 35 al frente de la AFA, ¿qué tal? Algo entendía el hombre. Otra que de Liniers a Estambul, como la piba Emilia Mazer, esa de la película de Jorge Coscia, ¿se acuerda de Jorge Coscia? No, Don Julio pasó de Sarandí a todo el planeta, estaba en la multinacional más grande del mundo. La hizo redonda como la pelota, estaba en la FIFA. Ojo, no es una mala palabra, no malinterprete. La FIFA, no le digo la fifa. ¿Usted vio la despedida en el predio de la AFA? Todos lo decían: el hombre tenía códigos. Eso, tenía códigos. Y, según dicen, tenía una libretita, que todos la están buscando. Porque, vio, los códigos son así. Hay que entenderlos sin preguntar mucho. El que tiene los códigos sabe a quién cuánto y a quién nada. Es así. Pocas palabras. Los que chamuyan mucho terminan en líos. Se terminan enredando con el fulbo en los pies, usted entiende, ¿no? Esto es la Argentina, bienvenido. Lo demás son pavadas atómicas.

Aerolíneas Argentinas llevó tropas españolas para la guerra del Golfo


Terror, muerte, espanto; son algunas de las palabras que invadieron nuestras mentes al conocer que el MH17 de Malaysia Airlines fue derribado por un misil.
Otro avión civil derribado como consecuencia de un conflicto armado y además por haber desoído las recomendaciones de no volar en ese espacio aéreo.
El lector se preguntará, ¿qué tendrá que ver este hecho con Aerolíneas Argentinas?
Lo que une lo vivido por Malaysia y los vuelos de AR a Kuwait bajo gestión de AirPlusComet –dueña de Aerolíneas desde octubre de 2001 hasta julio de 2008– es que los Jumbo 747 de la empresa española, en manos de Antonio Mata, Gerardo Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual, tuvieron riesgo de derribo. Fueron dos vuelos desde España hasta Kuwait. El Estado español recurrió a dos aviones de uso civil comercial, junto a la OTAN los utilizaron como escudo para, sin decirlo, ocultar en sus cabinas a unos 600 soldados y sus armas. Cabe aclarar que no se transportaban municiones y que las tripulaciones de éstos fueron mixtas: españolas y argentinas.
El despachante de vuelo Germán Iturre, trabajador de Aerolíneas, estuvo a bordo del primer viaje a Kuwait y luego de once años recordó lo vivido.
“Durante 2003 trabajé en España, en Mallorca, en el centro de operaciones que tenía AirPlusComet en la isla, para dar cursos a los técnicos, y un día me llaman mis jefes y me dicen… acaba de salir un contrato y vos te irías con el avión que lleva las tropas españolas a Irak, hay que aterrizar en Kuwait”, narra Germán Iturre.
–¿El contrato con quién era?
–AirPlusComet había ganado un contrato con el Estado, para transportar tropas que el ejército español tenía destinadas al conflicto. Así que se organizó todo. Fueron dos vuelos, con comandante español y copiloto argentino, azafatas españolas, más despachante de vuelo. Y en el primer viaje fui yo, me dieron la credencial de Airplus como si yo fuera personal de la empresa, cuando era personal de Aerolíneas en ese momento. La cosa era difusa... no importaba mucho si trabajabas para Aerolíneas o para AirPlusComet-Marsans. Despegamos de Barajas y fuimos al aeropuerto militar que está al lado, Torrejón de Ardoz, ahí nos esperaban las tropas, me puse en contacto con un capitán y le dije cómo íbamos a cargar las bodegas, allí se cargaban los fusiles sin municiones y, bueno, de ahí salimos hacia Kuwait, el vuelo full con soldados vestidos con ropa de combate.
–El comandante fue Antonio Bueno –español– y el copiloto Claudio Gerbais –argentino–. Este periodista consigna que para las sucesivas operaciones de transporte de tropas fueron afectados otros cuatro pilotos, uno de ellos con amenaza de despido por no querer volar en zonas de riesgo. También trabajaron azafatas de Aerolíneas.
–¿El interior del avión cómo era?
–Todo normal, en la joroba del Jumbo iban los generales y abajo todos los soldados, eso sí, no nos dejaban sacar fotos dentro de la nave. Yo hablaba con los soldados y era como que ellos iban de excusión y por el viático. Iban a estar en Basora pero, según ellos, no tendrían actividad en el frente de batalla. El vuelo duró unas 5 horas y media. Cruzamos todo el Mediterráneo hasta llegar a Israel y de ahí a Kuwait. Recuerdo que el aeropuerto de Kuwait tenía dos pistas paralelas y en el medio los edificios. Una de las pistas se usaba para operación comercial y la otra estaba afectada a las operaciones militares donde había cientos de aviones de guerra. ¡Jamás vi algo así!
–¿Y su sensación?
–Mire, soy una persona que me gusta salir de lo habitual, la rutina me aburre y este viaje salio así de un momento para el otro, cuando volví tuve dos sensaciones, en el momento nunca lo pensé porque era parte del laburo, y como me gusta el laburo que hago…, pero cuando volví llegué al hotel, prendí la televisión y vi un apagón muy grande en Nueva York, no me olvido más, la imagen del puente de Brooklyn lleno de gente evacuándose y asocié, dije chau... me pregunté si el apagón estaba relacionado con el conflicto en Irak y ahí la llamé a mi mujer y le dije… mirá te quiero contar una cosa… salió todo bien, quedate tranquila, pero pasó esto, esto y esto… le conté… ¡¡¡y todavía me está puteando!!!
–Si el avión intervino en un conflicto bélico era un posible blanco a derribar.
–Sí, sí, pasamos por Israel, la ruta que se había hecho fue complicada y resulta que a los tres días de haber regresado de allí agarro el diario y leo que habían atacado la base en Basora donde estaban los soldados que llevamos en el avión. Me dije: estoy totalmente loco.
Un ex trabajador de AirPlusComet –que solicitó reserva de identidad–, encargado de la parte legal de la compañía, confirmó que dichos vuelos se hicieron con un Boeing 747/200 -Jumbo- matrícula española EC - IPN, operado por AirPlusComet, bajo contrato del gobierno ibérico, era un vuelo para transporte de tropas al conflicto, tenía código de Estado.
Bastaba que la inteligencia iraquí supiera de la operación para activar el operativo derribo del Jumbo identificable con absoluta facilidad por el emblemático cóndor de Aerolíneas pintado en la cola del avión y en las turbinas. La joroba del 747 lucía el nombre de la empresa dueña de AR en ese tiempo: AirPlusComet. Es cierto también que el recurso de código compartido era absolutamente válido y legal dado que Aerolíneas era una empresa más del grupo Marsans, dueña de AirPlusComet, gracias a las gestiones durante el año 2001 de Domingo Cavallo, Patricia Bullrich y Fernando de la Rúa.
Esta historia, estos hechos que pudieron terminar en tragedia, fueron posibles gracias a un contrato que la empresa de Antonio Mata ganó durante esos años para transportar tropas durante el gobierno de Aznar y denunciados en la Argentina en el año 2004 por APLA, Asociación Pilotos Líneas Aéreas, que realizó el tramite ante la autoridad aeronáutica de la Nación y ante el canciller Rafael Bielsa, dada la gravedad del tema, ya que el Estado Nacional tenía acciones en Aerolíneas y que el cóndor identificatorio de AR también lo era y lo es de nuestro país.
Por estas horas el mundo lamenta la muerte de las 298 víctimas que volaban en el Malaysia MH17 así como se lamentaron en su momento otras víctimas civiles fallecidas en derribos similares.
Lo realizado por AirPlusComet con los aviones de Aerolíneas Argentinas pone en evidencia que cuando un Estado, como lo hizo España en 2003, utiliza aeronaves comerciales con fines militares pone en riesgo la vida de los trabajadores, usuarios y empresas de aviación comercial que nada tienen que ver con una guerra.
La historia que hoy sale a la luz también demuestra que al menos aquí hubo empresarios que sin disparar un tiro se involucraron directamente en un conflicto armado.
Dos de estos señores, Antonio Mata –ex socio de Jorge Lanata en el diario Crítica– y Gerardo Díaz Ferrán, fueron condenados a dos años de prisión por evasión fiscal en la compraventa de Aerolíneas Argentinas por parte de AriPlusComet en el año 2001. Gonzalo Pascual falleció a mediados de 2012.

Enemigos de la guerra





Con sólo 19 años, el ciudadano israelí Uriel Ferera se encuentra confinado en una prisión militar hebrea: su delito consiste en ser un objetor de conciencia, lo que lo ha llevado a negarse a vestir el uniforme militar y a empuñar las armas contra los palestinos de Gaza y Cisjordania. Nacido en Argentina, Uriel emigró a Israel a los seis años a raíz de la crisis económica del 2001. Aunque la madre de Uriel –Ruty Ferera– había militado en los grupos de ultraderecha judía liderados por el rabino Meir Kahane, el hecho que ambos salvaran su vida de manera fortuita en el atentado contra la Amia, los marcó a ambos –Uriel estaba en el vientre materno–, en el camino del pacifismo. “Uriel creció conociendo cuál es la realidad del pueblo palestino y esto lo llevo –cuando terminó la secundaria– a no enrolarse en el ejército para no ser parte de la opresión de los palestinos en Cisjordania y en Gaza”, cuenta desde la sureña ciudad de Bersheva, su madre, la fotógrafa Ruty Ferera.
–Estando embarazada de Uriel, se salvaron de casualidad de morir en el atentado contra la Amia.
–Así es. El día del atentado tenía que ir a una entrevista a la bolsa de trabajo porque estaba buscando dar clases en un colegio judío, pero tuve que llevar a mi hija mayor al pediatra y así fue como nos salvamos. El atentado fue una situación muy traumática para mí y me llevó a cambiar de pensamiento y de sentimiento. Me permitió entender que el camino de la violencia no es el correcto para solucionar el problema israelí-palestino.
–¿Cómo ha sobrellevado Uriel estos cinco encarcelamientos?
–El primer encarcelamiento fue muy duro. Sufrió muchas humillaciones por negarse a vestir el uniforme militar que usan dentro de la prisión, y eso llevó a que lo agredieran verbalmente, se burlaran de él y que lo mantuvieran incomunicado en una celda y luego en un pabellón de máxima seguridad. No teníamos contacto telefónico con él, solamente podíamos comunicarnos a través de su abogada para saber cómo estaba física y anímicamente. En el tercer encarcelamiento pasó varios días en que no podía conciliar el sueño y luego se fue acomodando a la situación para sobrellevarla mejor.
–Él está detenido desde el 20 de julio, pero usted me decía que desde hace dos días está incomunicado, sin poder contactar a la familia. ¿Cuáles son los motivos?
–Ellos tienen prohibido hablar en el comedor y él habló con otro muchacho. En la prisión no sólo hay objetores de conciencia, sino también soldados que han cometido actos de indisciplina. Por haber hablado en el comedor le quitaron el derecho a llamarnos durante dos días.
–¿Cuál es la postura de Uriel frente a la actual ofensiva israelí en Gaza?
–Él está totalmente en contra de que el medio para solucionar el problema del lanzamiento de cohetes sobre la población israelí, sea una incursión en Gaza. El diferencia lo que sería estar en guerra con una nación en paridad militar con Israel, y esta incursión militar sobre Gaza, él la entiende como una masacre desproporcionada sobre el pueblo palestino que esta encerrado en Gaza en una especie de cárcel gigante. Él se opone totalmente porque cree que la medida correcta sería un diálogo con la Autoridad Nacional Palestina debido a que Israel no reconoce a Hamas como un interlocutor válido de los palestinos. Cree que el diálogo tendría que ser con el presidente Abu Mazzen , llegar a un acuerdo de paz, retirar las colonias de Cisjordania y retornar a las fronteras de 1967.
–¿Cómo madre, y como madre judía, se arrepiente de haber educado a Uriel en el pacifismo y el respeto a los DD.HH.?
–No, para nada. Al contrario. Al ver esta semana la cantidad de soldados israelíes que han muerto junto a los más de 1.400 palestinos y los cientos y cientos de heridos, me doy cuenta que ha sido el camino correcto. Como mamá, por un lado me entristece que el Estado de Israel no reconozca la objeción de conciencia de mi hijo y que las autoridades no acepten que él haga servicio social en lugar de servicio militar y que hayan decidido encarcelarlo. Por otro lado, me alegra saber que Uriel tiene el valor y la valentía de enfrentarse a toda una sociedad.
Además de Uriel Ferera, otros 50 soldados y oficiales firmaron en estos días una carta abierta en la que se niegan “a formar parte de un ejército de ocupación”. A pesar de que Israel se jacta de ser la “única democracia del Medio Oriente”, sus autoridades rechazan y castigan severamente la objeción de conciencia que es un derecho reconocido por la Convención de DD.HH. de la ONU. Por eso, quienes no quieren empuñar las armas ni dar con sus huesos en una prisión militar, optan por abandonar el país, tal como ocurría en Estados Unidos durante la guerra de Vietnam.
Esta semana, el periodista Pierre Puchot publica en la revista francesa Mediapart el testimonio de un desertor israelí que huyó a Holanda cuando recibió la orden de reclutamiento.
Se llama Gilad, tiene 32 años, habita en Tel Aviv, es reservista del ejército de tierra y huyó a Holanda el martes 22, cinco días después de haber rechazado la convocatoria del ejército israelí para sumarse a las tropas que ahora mismo combaten en Gaza. A partir de esa fecha, forma parte de quienes son conocidos como “refuznik”, un movimiento que ha ido creciendo a lo largo de los últimos años. Gilad corre el riesgo de varios años de prisión cuando vuelva a Israel.
–¿Por qué desertar?
–Tomé la decisión de forma apresurada. Abandoné el país cinco días después de que me convocara el ejército. Cinco días en los que traté de explicar a mis superiores las razones de mi rechazo a implicarme en una campaña militar sanguinaria, que se podía haber evitado fácilmente y cuyas principales víctimas son civiles. Aunque sea sorprendente, estas explicaciones no les impresionaron. Ningún ejército permitiría la insubordinación. Estoy dispuesto a ir a prisión pero espero que, al final, el estar ausente durante el conflicto, el que sea juzgado una vez que el espíritu militarista actual se calme un poco, me será favorable. Aunque, a ciencia cierta, no sé nada; también podría ocurrir lo contrario y perjudicarme.
–¿Dónde y en qué tipo de unidad realizó usted el servicio militar (que en Israel dura tres años)? 
–Realicé el servicio militar en el seno de una división blindada situada en Cisjordania durante el apogeo de la II Intifada. Era joven y, en esa época, el análisis que hacía de la situación no era tan claro como el que hago ahora. Era consciente que Israel trataba de manera injusta e injustificable a las y los palestinos, pero creía –y seguí creyéndolo años después de concluir mi servicio militar– que se trataba de un “lapsus” en el proceso de paz. Pensaba que Israel estaba interesado en poner fin a este largo conflicto, y que una vez superados los riesgos para la seguridad israelí se le otorgaría la independencia y sus derechos al pueblo palestino. Los años transcurridos tras el fin de la segunda Intifada, caracterizados por una calma casi sin precedentes por parte palestina en Cisjordania a cambio de nada, me convencieron que el único interés de Israel era intensificar la colonización de los territorios palestinos, de aumentar la opresión del pueblo palestino y de suprimir de forma brutal todo tipo de resistencia.
–¿Qué piensa del conflicto actual? 
–El conflicto actual no es necesario en absoluto. El gobierno israelí tenía muchas formas de destensar el conflicto con Hamas, aún cuando a fecha de hoy no fuera posible un acuerdo definitivo. Tras la caída de los Hermanos Musulmanes en Egipto y la precaria situación de Bassar al-Assad en Siria –los principales sostenes de Hamas– este movimiento está muy debilitado. Tanto, que aceptó colaborar con Al Fatah en un gobierno de unidad nacional haciendo importantes concesiones (entre ellas, el otorgar a Mahmoud Abbas el mandato de continuar las conversaciones con Israel). En lugar de aprovechar esta oportunidad para moderar a Hamas y reforzar a los partidarios de la paz en la dirección palestina, Israel ha hecho lo contrario, desentendiéndose del proceso de paz. Y no es la primera vez que actúa de esta forma.
Pero, más globalmente, Hamas ha dado pruebas de ser un grupo fiable, que respetaba todos los cese el fuego anteriores. Se podía haber firmado un acuerdo parecido a los pocos días de estallar el conflicto, aunque sólo hubiera pervivido si hubiera estado acompañado de un proceso diplomático con Abbas, del que Netanyahu huye como de la peste. Aún cuando el régimen palestino no sea enteramente democrático, la continuidad del liderazgo palestino depende de la opinión pública: en el momento en el que el pueblo se dé cuenta que la apertura hacia Israel resulta rentable, dará la espalda a Hamas. Al contrario, en la medida que no exista ese horizonte, se alinea con Hamas. Es tan simple como eso. No soy pacifista, creo que a veces las guerras son necesarias. Pero las guerras que se realizan para compensar una política desastrosa en detrimento de gente inocente son inmorales.