domingo, 25 de mayo de 2014

La Revolución con las patas en la fuente

Opinión.
Hoy volverá a llenarse de pueblo la histórica Plaza de Mayo. Serán decenas de miles los que participen del cocido de esta historia que empieza a transitar un tramo muy apasionante. Es un día patrio y de tedéum religioso y es la Revolución de Mayo y el kirchnerismo, entonces, junta todos estos elementos para volver a mostrar su capacidad de movilización y de compromiso con la defensa del proyecto nacional, popular y democrático como lo hizo en todos estos años. En términos históricos es una situación novedosa la que estamos viviendo. Veamos. La política se muestra en toda su belleza y en toda su fealdad al mismo tiempo. Podríamos decir en favor del primer concepto, que la política volvió a recuperar su bello sentido constructivo, propositivo y hacedor de obras que impactan positivamente sobre el bolsillo y el corazón del pueblo. Cada una de las medidas que decide o alienta el gobierno que preside Cristina Fernández de Kirchner tiene que ver con esto, con la necesidad y la convicción puesta en que la rueda de la historia se afirma en el camino de una sola manera: andando. Habría que tomarse el tiempo necesario para repasar las pequeñas y las grandes cosas que nos vienen sucediendo, corroborando esta idea. Cuando Néstor Kirchner habló en su asunción presidencial ante la Asamblea Legislativa, aquel histórico 25 de Mayo de 2003, no existían ni el ministerio de Ciencia y Tecnología ni el ministerio de Cultura, por ejemplo; pero sí existían 2.000 científicos afuera del país, corridos por la más grande crisis social, política y económica que nos tocó sufrir y más de 5 millones de trabajadores desempleados por igual causa. De eso estamos hablando en este día, de la vuelta de más de mil científicos y la recuperación de 5 millones de empleos. ¿Cómo se llegó a producir semejante transformación, tanto del Estado como de la sociedad?
Suena lindo decir que “lo hicimos entre todos”; y estaríamos en lo cierto. Pero sería una verdad incompleta si no agregamos que nada de lo hecho en estos últimos años hubiese acontecido sin la voluntad de un gobierno que no dudó a la hora de sacar a los más poderosos, parte de sus altos ingresos, para dárselos a los que menos tienen en la sociedad. Estamos pensando en el Plan Progresar para los jóvenes, en el Procrear para las viviendas, en la Asignación Universal por Hijo, en las 9 Universidades nacionales creadas durante este gobierno, en el No al ALCA y el desendeudamiento con el FMI, en la Ley de Medios, en las Convenciones Colectivas de trabajo, en la movilidad jubilatoria, en la constitución de la Unasur y la Celac, entre otros bellos pensamientos. ¡Y por supuesto que esa conducta “políticamente incorrecta” para las clases dominantes genera amor por un lado y odios por el otro! Pero sólo así se construyen la historia y la política, que es el instrumento que hace posible las transformaciones. ¿A dónde queremos llegar con estos comentarios en este día patrio? A definir al kirchnerismo ya no como el emergente político del país que fuimos, sino como el primer eslabón en la construcción de una nueva sociedad y una nueva nación. La condición para llegar a merecer esta categoría es la de ser un proyecto de país. Y el kirchnerismo expresa un proyecto de país con una organización de masas que lo corporiza y con un liderazgo absolutamente claro, como es el de Cristina. “Pase usted y vea”, podría rezar algún cartel esta tarde en las cercanías de la Plaza. Y no dirigido sólo para los que creen en el proyecto nacional, sino principalmente para los que dudan y descreen en sus propias fuerzas. El kirchnerismo vuelve a la Plaza a sabiendas que está en el centro del cuadrilátero de este tramo histórico. Porque nada de lo que aprendimos antes de la gran crisis del 2001 y 2002 nos sirve hoy para trazar un cuadro de situación veraz. Las coordenadas entonces eran las trazadas por los viejos y los nuevos partidos políticos enfrentándose por el maquillaje que les permitía usar el poder dominante y el Clarín y La Nación como sus naves insignias. Y hoy el gobierno democrático es de veras democrático, porque su única consulta es con los intereses de la nación y el pueblo. Por eso le pegan por los cuatro costados. Por eso andan anunciando nuevamente otra corrida cambiaria para los próximos días o meses. Por eso disciplinan a la mediocridad reinante en la mayoría de los sectores de la vieja política marcándoles la cancha de la agenda antikirchnerista. ¿Qué tienen para festejar en ese lado oscuro de la vida? Por ahora nada. Pero si tuvieran la oportunidad, claro que festejarían el eufemismo de “bajar el gasto público” porque eso conllevaría al desbarranque de todas las conquistas sociales alcanzadas en estos años, algunas de las cuales las enunciamos antes. ¿Y cómo anda el mundo a esta hora en que la Plaza se llena de banderas y sonrisas? El mundo sigue con pronóstico reservado. Allí está la vieja Europa eligiendo entre seguir estando mal o empezar a estar peor. El neoliberalismo es un camino de ida y no lo quieren ni lo pueden entender. La hermana República de Colombia empieza a decidir por llegar de una buena vez a su paz interna o continuar alimentando una violencia que les come las entrañas a su pueblo. El presidente Santos busca lo primero y el delfín de Uribe, lo segundo. Venezuela sigue dando un ejemplo en la defensa inclaudicable del modelo democrático inclusivo que inauguró Hugo Chávez. Pero la reacción no da ninguna tregua en su intento golpista. Volvamos a la Plaza. El kirchnerismo alentó y logró esta semana reunir en una sola mesa a diversas juventudes políticas. Como un signo de estos tiempos, nuevamente son los jóvenes los que marcan el camino. Esa semilla deberá germinar fuerte y perenne porque por esa unidad pasa la vida de nuestra democracia. No pasa por el odio recalcitrante de aquellos reaccionarios que se creen dueños del país y la verdad absoluta. Por eso hoy se llenará la Plaza y la Revolución de Mayo volverá a mojarse las patas en la fuente, como si fuera Octubre.

Del éxito del keynesianismo a las dificultades del desarrollo

Opinión.
El crecimiento económico es algo visible y deseado. Se puede crecer, sin embargo, con aumento de la marginación y la pobreza. De hecho fue lo que ocurrió durante la década de los noventa, con la aquiescencia o la resignación de gran parte de las clases medias, la dirigencia gremial y una disminuida clase política. No ha sido el caso de los últimos años. Se ha crecido con un aumento sostenido del empleo y recuperación del salario real. El mérito de esta política keynesiana ha sido crecer reduciendo los enormes niveles de pobreza dejados por la experiencia neoliberal. Según el último informe de Cifra de mayo de este año, entre 2003 y 2013 la pobreza se redujo del 49,7% al 17,8% y la indigencia del 22,8% al 4,2%.
Ahora bien, a la hora de analizar esta política no hay que perder de vista que su punto de partida fue el aumento exponencial de la rentabilidad empresaria derivado de la megadevaluación de 2002. Si esta devaluación se consideró exitosa fue porque, a causa de los niveles de desempleo y pobreza vigentes, los salarios reales se vieron reducidos en forma directa. En efecto, entre fines de 2001 y comienzos de 2003, el salario real cayó un 19%. Y sólo a lo largo de once años se recupera hasta alcanzar un aumento del 25,1% en 2013, es decir, 6,1% más que en 2001 (promedio entre el sector privado registrado y el sector no registrado, según datos de Cifra). En este sentido, cabe desmitificar el crecimiento a tasas chinas de 2003 a 2007.
A pesar de las innumerables falencias acumuladas durante los últimos diez años en materia de energía, transporte, tributación, sustitución de insumos importados y control estatal, las tasas de crecimiento de 2010 a 2013, aun siendo más modestas si se las compara con la de los primeros años, y costosas en términos de reservas (se redujeron de 52.365 mil millones de dólares a 29.508 entre octubre de 2011 y diciembre de 2013), representaron un desafío mayor de gobierno, con alto nivel de empleo, puja salarial y la necesidad de encarar la agenda atrasada en materia de energía, transporte y control de fuga de capitales.
Resulta esencial, por lo tanto, dejar de lado la añoranza por las altas tasas de crecimiento, en base a un modelo de rentabilidad comparable a los ingresos extraordinarios del sector agroexportador, para comenzar a valorar un crecimiento sostenido, con una intervención estratégica en materia de energía y transporte (de una negligencia insoslayable durante 2003-2011), basado en un plan sistemático y progresivo de sustitución de importaciones que estimule una distribución progresiva del ingreso.
Desde esta perspectiva, es difícil entender la omisión de una reforma del sistema tributario heredado de la gestión neoliberal. En la actualidad, el impuesto al consumo constituye casi un 30% de la recaudación, frente a cifras inferiores del impuesto a las ganancias y a los bienes personales (21,14% combinados, frente al 28,67% que representó el IVA durante 2013, según datos de la AFIP). En un país que entre 2004 y 2013 ha crecido un 59,3% (según datos del Indec actualizados en mayo de este año), en el que persiste un núcleo de pobreza que alcanza a más de siete millones de personas, la tan mentada reforma hacia un sistema tributario progresivo, ampliamente propuesta por propios y ajenos, ofrecería criterios mínimos de equidad fiscal y permitiría mitigar la desigual distribución de la riqueza a mediano y largo plazo. Luego del fracaso de la iniciativa por establecer retenciones móviles a la exportación de soja, que habría significado un importante mecanismo de control de los precios locales de alimentos, desestimulando al menos parcialmente la tendencia al monocultivo, e incrementando la disponibilidad de recursos para la inversión pública, una reforma tributaria podría contar con el apoyo de gran parte de la sociedad, sin la resistencia sectorial que sufrió aquella iniciativa.
Más allá de las medidas puntuales, la necesidad de una gestión planificada, con objetivos, plazos, controles y sanciones previamente estipuladas, resulta en este momento insoslayable, en especial para un gobierno que ha tenido, como pocos, una perspectiva histórica de sí mismo. Los logros políticos en la adversidad, no sólo en 2003 sino también en 2009, dan cuenta de la capacidad de llevar adelante la agenda social, la cual encuentra aún núcleos duros de marginalidad que requieren del ímpetu de la primera hora. Claramente, por mérito propio no nos encontramos en la situación de 2003. Desde una perspectiva histórica, sin embargo, este gobierno se debe la impronta de gestión de 2009, año en que, a pesar de la derrota electoral legislativa, se reestatizó el sistema previsional y se conquistó la asignación universal por hijo. De otro modo, este año será recordado por su ortodoxia económica, lo cual no haría más que legitimar la idea de la plena vigencia de las leyes universales de la economía, cuando se trata de un momento de notable trascendencia, en el que se evidencian los límites, temporalmente previsibles, como el propio Keynes reconocía, de una política de estímulo a la demanda de consumo, y se vuelve imperiosa la necesidad de pensar en términos de desarrollo.
Este gobierno tiene no sólo la misión histórica que les cabe a todos, sino también la responsabilidad de haber despertado expectativas enormes en grandes sectores de la población. No de otro modo obtuvo poco más del 54% de los votos en la última elección presidencial. Esa mitad más uno del país espera lo mismo que a fines de 2011. Sería en este sentido imperdonable, con uno de los poderes ejecutivos más legítimos de nuestra historia, con mayoría parlamentaria casi automática, rendirse ante las encuestas tendenciosas y extemporáneas que se han dado por reinar en los últimos meses. Pocos gobiernos han asumido como éste el rol activo de la representación política, sin resignarse a hacerse eco de los mandatos públicos de las consultoras privadas. Me temo que no habría peor final que el de entregarse a su lógica.

Para la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación

Don Arturo Jauretche decía que la economía es sencilla, que la vuelven compleja oscuros intereses que se defienden a costa de la población. Esto es, en nuestro país, y lo demuestran los gobiernos populares de Yrigoyen, Perón, Illia, el primer año del gobierno de Alfonsín, y ahora los Kirchner, la economía crece si crece el consumo. Y el consumo se incrementa si se incrementan los salarios, y esto se debe a que en torno del 75% de lo que producimos va al mercado interno, por lo que es el mercado interno el primer y principal estímulo de la producción, que se producen y se ofrecen bienes y servicios para satisfacer las necesidades de nuestra población.
Esta tautología tiene un filtro que es la dependencia de insumos (bienes), de máquinas y equipos, tecnología, y energía del exterior, de manera tal que cuando crece el producto, más crecen las importaciones. Si tomamos un período largo, con distintos gobiernos, por ejemplo de 1980 hasta el año 2013 inclusive, en promedio, por cada punto en que logró acrecentarse la cantidad de bienes y servicios finales que elaboramos (PIB), las importaciones se incrementaron en tres puntos. Cuando crecimos más del 8% anual, por ejemplo los años 1920, 1921, 1946, 1947, 1964, 1965, 1973, 2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2010, 2011, las importaciones crecieron en más de un 25%.
Esa dependencia económica del extranjero limita nuestro desarrollo, dado que las exportaciones no fueron ni son suficientes para poder pagar las crecientes importaciones, de allí que se procedía a reducir los salarios, con ello el consumo, y de esa forma se frenaba la economía y con ello se reducen las compras al exterior, a la par que aumentaban los saldos exportables, porque consumimos alimentos que son a la vez nuestro principal producto de exportación(1).
El problema se hizo cada vez más complejo, cuando al quererse pegar un salto en lo productivo y lo técnico se permitió el ingreso de importantes empresas extranjeras, primero en la industria extractiva (minería y petróleo) y automotriz en el gobierno de Frondizi(2) , luego afianzado con el Plan Krieger Vasena en la dictadura de Onganía, para perpetuarse con la dictadura de Videla, el Plan Austral y la Convertibilidad, todos ellos garantizaron el libre ingreso y salida de capitales, sin plantear el desarrollo de tecnología propia, y sin generar un sistema de abastecimiento en el país, el resultado no podía ser otro que acrecentar la dependencia externa, que a su vez obligó a endeudarse para financiar el permanente déficit en la cuenta corriente, integrando al país al mercado internacional de la peor manera, y a costa de desintegrar el mercado interno.
La implosión del plan de convertibilidad como último cerrojo de esa nefasta política permitió su reemplazo por un modelo productivo que volvió a mirar para adentro, a defender nuestro trabajo y nuestra producción, pero que no tuvo la misma fuerza para sustituir importaciones, más allá de las desesperadas acciones de un valiente secretario de Comercio que trató por todos los medios de frenar lo inevitable.
Y en efecto, no es posible crecer en forma sostenida si los empresarios que están en nuestro país no invierten y amplían la capacidad productiva. Esto es, se creció fuertemente en el período 2003-2007 porque se amalgamó los trabajadores desocupados, las instalaciones cerradas y las máquinas paradas, pero cuando su empleo (capacidad instalada) se hizo cercano al máximo, sobre todo las grandes empresas, en lugar de apuntalar la actividad, ante la persistente demanda, prefirieron aumentar los precios (que es la causa y origen de la inflación).
Nuestros empresarios y sobre todo los más grandes, que están fuertemente internacionalizados, si por tal entendemos la dependencia y la interrelación que tienen con el exterior, prefirieron fugar capitales (por ejemplo, en el año 2011 se fueron del país unos US$ 21.000 millones, todo el superávit comercial de ese año, unos US$ 10.500 millones, y otros US$ 10.500 millones de las reservas internacionales del BCRA).
En lugar de apostar al país, prefieren apropiarse de la ganancia segura (generada en la Argentina) y fugarla, por lo que no es la creciente demanda la causante de los desequilibrios de precios, comerciales y fiscales, sino la falta de inversión y la fuga de capitales las que limitan severamente la oferta.
Esto explica el derrocamiento de Illia, el fin del Plan Gelbard, el reemplazo de Grinspun por Sourrouille, y todas las medidas que adoptaron para legitimar la superganancia de los grandes aglomerados económicos que operan en nuestro país, que implican siempre y en todos los casos el derrape de la economía, la brutal transferencia de recursos de la población a favor de esos sectores, y la exclusión y marginación social.
Es más, cada vuelta de tuerca es más grave, y más torpe. Al gobierno de Illia lo reemplaza Onganía con un plan de integración al mercado internacional que excluía a una amplia franja de la población (por ejemplo, la economía azucarera), pero fomentaba la inversión industrial y se basaba en la calidad y disciplina de nuestra mano de obra industrial.
James Petras cuenta que vino por primera vez a la Argentina en 1969 y se maravilló de la capacidad real y potencial de nuestra industria. Vio, por ejemplo, que la división electrónica de FATE (fabricante de neumáticos, empresa argentina liderada por los Madanes y en donde participaba como accionista José Ber Gelbard) producía máquinas de calcular (recordemos que en esa época Corea del Sur elaboraba cestitas para turistas como máxima expresión de su manufactura). Se entrevista con el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Elbio Cohelo, y le dice, ustedes tienen una mano de obra instruida, que se puede capacitar más, por qué no se largan a ser un país industrial en serio, y la respuesta fue, por eso, porque los trabajadores son numerosos, instruidos y con amplias facultades, pero si no administramos la situación, nos pueden dar la pelea y nos pueden vencer. Recordemos que el 29 de mayo de 1969 se produce el “Córdobazo”.
Entonces dejaron que llegara el peronismo, o mejor dicho no pudieron evitar que volviera el general Perón al gobierno, pero ante la crisis energética mundial, donde por ejemplo se triplicó el precio del barril de petróleo crudo, sufrida a comienzos de la década de 1970, se reconvirtieron y dejaron la industrialización de lado en países como el nuestro. Y nuestra clase dominante aceptó mansamente su rol de proveedor de alimentos y materias primas, y de endeudarse para sustituir la producción local con importaciones (el “deme dos”) desindustrializando y condenando a la marginalidad y a la miseria a los trabajadores. Al Plan Gelbard lo cambiaron por el “Rodrigazo” y el Plan de Martínez de Hoz.
Al patriótico y aislado intento del equipo económico de Grinspun le sucedió el Plan Austral, a éste la Convertibilidad, hasta que el nivel de endeudamiento y exclusión social dijo basta y asumió Néstor Carlos Kirchner: “El PBI se conforma de consumo, inversión y comercio exterior. En los noventa, se probó la teoría del derrame y no funcionó. Ahora lo armamos como se arman los buenos equipos de fútbol: de abajo para arriba. Tenemos que lograr que los cuarenta millones de argentinos sean consumidores plenos. El crecimiento del consumo demanda una mayor inversión. Estos dos ítems, consumo e inversión, impulsan las exportaciones: el consumo te da mayor escala de producción y la inversión, mayor eficiencia. Ambos bajan los costos y permiten competir a nivel internacional. Así crecen consumo, inversión y exportaciones y la economía vuela.”
Y la economía, como el “ave fénix” resurgió de las cenizas, y se más que duplicó la cantidad de bienes y servicios elaborados en la Argentina, y se crearon más de 5.000.000 de puestos de trabajo registrado (que aportan todos los meses al sistema previsional). Y en ello jugó y juega un rol fundamental, decisivo, el Estado, máxime ante una burguesía como la nuestra que es débil y se sabe incapaz de generar un modelo independiente.
No hay en la historia ningún ejemplo de crecimiento sostenido sin una clase dirigente capaz de liderarlo; como ese sector pujante, inteligente y decidido no lo tenemos, o si lo hay es muy pequeño, debe ser el Estado quien conduzca y diga cuál es el camino.
Cómo se debe seguir. Nicolás Maquiavelo sostenía que la Historia es una gran maestra, que debemos aprender de ella, que de otra forma estamos condenados a repetir viejos errores, que debe saber extraerse de ella los que nos sirve y desechar, dejar de lado lo que nos ocasiona derrotas y frustraciones, y si bien la “fortuna” es el árbitro de la mitad de nuestras acciones, también es cierto que nos deja administrar la otra mitad a nosotros”(3).
Por ende sabemos cómo llegar al crecimiento y cómo incurrir en el fracaso, conocemos las dos vías. Para adoptar la primera, nos enseña la experiencia a la cual Leonardo Da Vinci denominaba como la “rama más efectiva de la sabiduría”, y recorrerla cuidando de no cometer los viejos errores y de apuntalar los aciertos.
La ruta y el norte es que deben aumentar los salarios en términos reales, acrecentar el número de trabajadores, controlar los precios, controlar el comercio exterior y el tipo de cambio(4), controlar las tarifas, y contener la tasa de interés, con lo que se frena el deterioro del poder adquisitivo de la población y sustenta la recuperación del consumo (que es el principal motivo de nuestro crecimiento económico), pero cuidando las importaciones, por eso de todas las medidas a adoptar, la principal es el control cambiario.
Este gobierno regular o bien instrumentó, y persiste y debe persistir, el mal llamado “cepo cambiario”, que en esencia consiste en no dejarles a las empresas pasar sus utilidades (que son en pesos porque venden en la Argentina, y aun exportando están obligados a convertir las divisas en pesos –merito de este gobierno, para Domingo Cavallo los dólares le pertenecían al exportador o a quienes los traían–) se pasen a dólares y se fuguen. Esto es, el problema no es quién quiere comprar 10.000 dólares como ahorro, el problema son las grandes empresas que ganan en pesos, y si venden al exterior están obligadas a convertir sus divisas en pesos, a que no lo hagan (se queden con los dólares y no los cambien por pesos) y /o compren libremente dólares para fugarlos.
Que el recorrido no es fácil, que está plagado de dificultades, que las grandes corporaciones son poderosas y que los esbirros de adentro juegan a favor de ellas, todo es cierto, pero más cierto es aún que se debe seguir el camino correcto porque el objetivo sigue siendo la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación.
(1) Consumimos mínimamente soja, pero su cultivo sustituyó física y geográficamente otros cultivos y la cría de animales. Actualmente de 32 millones de hectáreas cultivables con que cuenta nuestro país, en 19 millones se cultiva soja. En Balcarce se cultiva más soja que papa, en Tucumán más soja que caña de azúcar, en el Chaco más que el algodón, etc., etc.
(2) Con un plan sistemático de destrucción de la red ferroviaria (Plan Larkin por el general Thomas Larkin de los EEUU que asesoró al gobierno de Frondizi garantizando de es amanera la sustitución por el transporte automotor.
(3) Capítulo XXV "El Príncipe" Nicolás Maquiavelo.
(4) No es un tema menor que el gobierno logre estabilizar el tipo de cambio, haciendo que los exportadores (que es el principal ingreso de divisas) cambien los dólares de la venta de granos de soja a $ 5,30 ($ 8,10 menos el 35% de las retenciones), que grandes comercializadores de granos como Bunge Cerval, Louis Dreyfus, Cargill, Nidera, Noble grains, etc., acepten un dólar de $5,30, "ningunea" al negocio del "blue" donde se paga el doble de ese valor.

miradas al sur

Las reformas que cuestionan la educación pinochetista

La sociedad chilena atraviesa un momento de incertidumbre. Los años del boom económico de los ’90, signados por el crecimiento sin distribución y que insuflaban un sentido de seguridad y confianza en el progreso del país, han dado paso a un escenario de indecisiones, ambigüedades y vacilaciones. Frente a la estabilidad institucional, acecha el descontento y la necesidad de reformar el sistema político anclado en el binominalismo pinochetista, necesidad reconocida incluso por la derecha. En igual medida, la “paz social” pareciera amenazada por grupos de ciudadanos cada vez más politizados y conscientes de que sin protesta y organización popular, los políticos y los poderosos no son capaces (o no les interesa) cambiar la situación social del país. En el corazón de este descontento está el sistema educacional, convertido en máximo símbolo de la desigualdad imperante en materia socioeconómica.
Según la Fundación Sol, el 1% más rico de los chilenos controla un poco más del 30% del producto interno bruto de la nación. Y con el reconocimiento por parte de las nuevas autoridades gubernamentales de que este 2014 el crecimiento será menor del proyectado por la administración anterior, se vislumbran nubes negras sobre el actual escenario macroeconómico. La previsión a la baja hecha en días pasados por el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, de que el crecimiento no será superior al 3,4% y de que se contaría con US$ 2.000 millones menos, genera un escenario de incertidumbre sobre la real capacidad del gobierno de cumplir con las promesas de campaña y, por qué no, de contener al movimiento social.
En medio de este clima de descontento se dio inicio a la cuenta pública del 21 de mayo, máximo discurso de la nación, en el que el Presidente, como representante del poder político, da cuenta del estado del país. En poco más de dos horas, Michelle Bachelet habló de energía, desarrollo, comercio, transporte, minería, agricultura y salud. Hizo repaso de temas sensibles para el movimiento social, como la necesidad de gestar una nueva constitución política para el Estado sin mencionar una de las principales demandas de “los de abajo”, como es la instauración de la nueva Constitución mediante Asamblea Constituyente. En cuanto a política indígena, propuso la creación de un ministerio específico para estos asuntos, dejando de lado el grave problema de militarización que han debido sobrellevar muchas de estas comunidades. Repasó problemas relativos a la descentralización del Estado para el mejoramiento de las regiones, así como el asunto del mar para Bolivia, enmarcado en cuestiones de defensa. Igualmente, prometió avanzar en el fin del multirut, uno de los asuntos más candentes para las organizaciones gremiales, pues dicho aparato legal permitiría a las grandes empresas fraccionar a los sindicatos, debilitando a organizaciones como la CUT.
Sin embargo, fueron dos los aspectos más sensibles y destacados que repasó la presidenta en su discurso. El primero fue el asunto de la reforma educacional. Lo principal dijo es acabar con el lucro, el copago y la selección, destacando que “una educación de calidad es el mecanismo más eficaz para reducir la desigualdad”. Para ello, propuso la inmediata mejora del sistema público, partiendo por la educación parvularia. Además, destacó la necesidad de generar una nueva carrera docente, la creación de cinco centros de educación técnica en regiones, así como la instauración de una Superintendencia de Educación y la fundación de universidades en las regiones de Aysén y O’Higgins. A continuación, Bachelet se refirió a la reforma tributaria, pata imprescindible para financiar la reforma educacional y punto en extremo sensible para las clases dominantes. Con frases como “quienes más tienen más deben contribuir al bien común” y “gastos permanentes requieren de ingresos permanentes”, la presidenta enfatizó el hecho ineludible que se ha convertido en el ojo de la tormenta: la reforma educacional cuesta al menos US$ 8.000 millones y alguien debe financiarla.
Eso sí, el clima del discurso no fue refundacional. Claramente en el gobierno saben que navegan por aguas tumultuosas, aunque no de tormenta. Como buen capitán, Michelle Bachelet envió señales a derecha e izquierda intentando apagar todas las llamas o, al menos, contenerlas. Por ejemplo, se anunció la instauración del pase escolar para el sistema de transporte durante los 12 meses de año, desactivando una de las principales demandas del movimiento estudiantil.
Y con respecto a este sector, el más activo y luchador en el Chile del último tiempo, las cosas han seguido el rumbo que la “gran política” le dicta al movimiento social.
Días antes del discurso presidencial, Naschla Aburman, presidenta de la FEUC y vocera de la Confech, fue objeto de un exabrupto que no pasó desapercibido ni en la prensa ni en los medios políticos locales. La dirigente del NAU, sector de centroizquierda que preside la confederación de estudiantes de la Universidad Católica, se vio apretada en una importante reunión de la máxima mesa estudiantil, donde su sector se encuentra en minoría frente al llamado “bloque de conducción”. La gota que rebasó el vaso estuvo dada por la negativa de condenar “la violencia” en todas sus formas por parte de la Confesh, demanda que Aburman habría levantado después de recibir un panfleto bajo la puerta de su casa donde al lado de una A anarquista, se habría leído una leyenda que explicitaba “Melissa es del pueblo, tú no. Se va a acabar el imperio del NAU”.
Ciertamente, en el movimiento estudiantil saben de amenazas. Camila Vallejo, por ejemplo, cuando presidió la Confech, estuvo por largo tiempo viviendo en casas ajenas, debido a la cantidad de amenazas recibidas. Por otro lado, la infiltración de grupos de derecha y de la policía de investigaciones (y otras herencias de la dictadura) es asunto conocido por los dirigentes estudiantiles. Sin embargo, en este momento el NAU, que cuenta con cercanos en el gobierno, es visto como un “vocero” de Bachelet al interior de la Confech.
De esta manera, el “bloque de conducción” integrado por el frente de estudiantes libertarios, la Unión Estudiantil, la Izquierda Autónoma y el propio NAU de Aburman endureció sus propuestas ante los planteamientos del gobierno. Fundamentalmente reclaman que la reforma se ha realizado “entre cuatro paredes” y “de espalda al movimiento estudiantil”. “Frente a eso la única respuesta que podemos tener es la movilización, frente a una reforma que no satisface lo principal, que es la eliminación del lucro en la educación y la eliminación del mercado educativo”, declaró Melissa Sepúlveda.
De esta forma, la cuestión del lucro sigue manteniéndose como el principal escollo a la hora de generar mayores condiciones de igualdad. Ciertamente la incertidumbre en la mayoría de la población se vuelve compresible, en la constatación de que tanto en el movimiento estudiantil como en el gobierno hablan de suprimir el lucro. Sólo las realizaciones concretas dirimirán el actual gatillo que el bacheletismo mantiene con la Confech y que de fondo conllevan profundas demandas de justicia social e igualdad.

miradas al sur.

Prólogo a la traducción de El contrato social

La gloriosa instalación del gobierno provisorio de Buenos Aires ha producido tan feliz revolución en las ideas, que agitados los ánimos de un entusiasmo capaz de las mayores empresas, aspiran a una constitución juiciosa y duradera que restituya al pueblo sus derechos, poniéndolos al abrigo de nuevas usurpaciones. Los efectos de esta favorable disposición serían muy pasajeros, si los sublimes principios del derecho público continuasen misteriosamente reservados a diez o doce literatos, que sin riesgo de su vida no han podido hacerlos salir de sus estudios privados. Los deseos más fervorosos se desvanecen, si una mano maestra no va progresivamente encadenando los sucesos, y preparando, por la particular reforma de cada ramo, la consolidación de un bien general, que haga palpables a cada ciudadano las ventajas de la constitución y lo interese en su defensa como en la de un bien propio y personal. Esta obra es absolutamente imposible en pueblos que han nacido en la esclavitud, mientras no se les saque de la ignorancia de sus propios derechos que han vivido. El peso de las cadenas extinguía hasta el deseo de sacudirlas; y el término de las revoluciones entre hombres sin ilustración suele ser que, cansados de desgracias, horrores y desórdenes, se acomodan por fin a un estado tan malo o peor que el primero a cambio de que los dejen tranquilos y sosegados. 

La España nos provee un ejemplo muy reciente de esta verdad: cuanto presenta admirable el heroísmo de los pueblos antiguos se ha repetido gloriosamente por los españoles en su presente revolución. Una pronta disposición a cuantos sacrificios han exigido, un odio irreconciliable al usurpador, una firmeza sin igual en los infortunios, una energía infatigable entre los cadáveres y sangre de sus mismos hermanos; todo género de prodigios se repetía diariamente por todas partes; pero como el pueblo era ignorante, obraba sin discernimiento; y en tres años de guerra y de entusiasmo continuado no han podido los españoles erigir un gobierno que merezca su confianza, ni formar una constitución que los saque de la anarquía. 

Tan reciente desengaño debe llenar de un terror religioso, a los que promuevan la gran causa de estas provincias. En vano sus intenciones serán rectas, en vano harán grandes esfuerzos por el bien público, en vano provocarán congresos, promoverán arreglos y atacarán las reliquias del despotismo; si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos, sin destruir la tiranía. 

En tan críticas circunstancias todo ciudadano está obligado a comunicar sus luces y sus conocimientos; y el soldado que opone su pecho a las balas de los enemigos exteriores, no hace mayor servicio que el sabio que abandona su retiro y ataca con frente serena la ambición, la ignorancia, el egoísmo y demás pasiones, enemigos interiores del Estado, y tanto más terribles, cuanto ejercen una guerra oculta y logran frecuentemente de sus rivales una venganza segura. Me lisonjeo de no haber mirado con indiferencia una obligación tan sagrada, de que ningún ciudadano está exceptuado, y en esta materia creo haber merecido más bien la censura de temerario, que la de insensible o indiferente: pero el fruto de mis tareas es muy pequeño, para que pueda llenar la grandeza de mis deseos; y siendo mis conocimientos muy inferiores a mi celo, no he encontrado otro medio de satisfacer éste, que reimprimir aquellos libros de política que se han mirado siempre como el catecismo de los pueblos libres, y que por su rareza en estos países son acreedores a igual consideración que los pensamientos nuevos y originales. 

Entre varias obras que deben formar este precioso presente, que ofrezco a mis conciudadanos, he dado el primer lugar al Contrato Social, escrito por el ciudadano de Ginebra, Juan Jacobo Rousseau. Este hombre inmortal, que formó la admiración de su siglo, y será el asombro de todas las edades, fue, quizá, el primero que disipando completamente las tinieblas con que el despotismo envolvía sus usurpaciones, puso en clara luz los derechos de los pueblos, y enseñándoles el verdadero origen de sus obligaciones, demostró las que correlativamente contraían los depositarios del gobierno. 

Los tiranos habían procurado prevenir diestramente este golpe, atribuyendo un origen divino a su autoridad; pero la impetuosa elocuencia de Rousseau, la profundidad de sus discursos, la naturalidad de sus demostraciones disiparon aquellos prestigios; y los pueblos aprendieron a buscar en el pacto social la raíz y único origen de la obediencia, no reconociendo a sus jefes como emisarios de la divinidad, mientras no mostrasen las patentes del cielo en que se les destinaba para imperar entre sus semejantes; pero estas patentes no se han manifestado hasta ahora, ni es posible combinarlas con los medios que frecuentemente conducen al trono y a los gobiernos. 

Es fácil calcular las proscripciones que fulminarían los tiranos contra una obra capaz por sí sola de producir la ilustración de todos los pueblos; pero si sus esfuerzos lograron substraerla a la vista de la muchedumbre, los hombres de letras formaron de ella el primer libro de sus estudios; el triunfo de los talentos del autor no fue menos glorioso por ser oculto y en secreto. Desde que apareció este precioso monumento del ingenio, se corrigieron las ideas sobre los principios de los estados, y se generalizó un nuevo lenguaje entre los sabios, que, aunque expresado con misteriosa reserva, causaba zozobra al despotismo y anunciaba su ruina. 

El estudio de esta obra debe producir ventajosos resultados en toda clase de lectores; en ella se descubre la más viva y fecunda imaginación; un espíritu flexible para tomar todas sus ideas; un corazón endurecido en la libertad republicana y excesivamente sensible; una memoria enriquecida de cuanto ofrece de más reflexivo y extendido la lectura de los filósofos griegos y latinos; en fin, una fuerza de pensamientos, una viveza de coloridos, una profundidad de moral, una riqueza de expresiones, una abundancia, una rapidez de estilo y sobre todo una misantropía que se puede mirar en el autor como el muelle principal que hace jugar sus sentimientos y sus ideas . Los que deseen ilustrarse encontrarán modelos para encender su imaginación, y rectificar su juicio; los que quieran contraerse al arreglo de nuestra sociedad, hallarán analizados con sencillez sus verdaderos principios; el ciudadano conocerá lo que debe al magistrado, quien aprenderá igualmente lo que puede exigirse de él; todas las clases, todas las edades, todas las condiciones participarán del gran beneficio que trajo a la tierra este libro inmortal, que ha debido producir a su autor el justo título de legislador de las naciones. Las que lo consulten y estudien no serán despojadas fácilmente de sus derechos; y el aprecio que nosotros le tributemos será la mejor medida para conocer si nos hallamos en estado de recibir la libertad que tanto nos lisonjea. 

Como el autor tuvo la desgracia de delirar en materias religiosas, suprimo el capítulo y principales pasajes donde ha tratado de ellas. He anticipado la publicación de la mitad del libro, porque precisando la escasez de la imprenta a una lentitud irremediable, podrá instruirse el pueblo en los preceptos de la parte publicada, entre tanto que se trabaja la impresión de lo que resta. ¡Feliz la patria si sus hijos saben aprovecharse de tan importantes lecciones!

El 25 de Mayo - La formación del primer gobierno patrio

El 25 de mayo de 1810 -a poco de llegar a Buenos Aires la noticia de que Sevilla había caído en manos de las tropas de Napoleón- se constituyó en Buenos Aires el primer gobierno patrio. Reunido en la Plaza de la Victoria, hoy Plaza de Mayo, el pueblo de Buenos Aires impuso su voluntad al Cabildo y creó la Junta Provisoria Gubernativa del Río de la Plata, conocida como Primera Junta. Se iniciaba así el proceso revolucionario que desembocaría en la declaración de la Independencia el 9 de julio de 1816.
Reproducimos a continuación algunos fragmentos del libro de Felipe Pigna, 1810, donde se relatan no sólo las encendidas jornadas de 1810, sino también sus múltiples causas, como la larga tradición de resistencia a la dominación española de los pueblos originarios, las luchas de los esclavos para obtener la libertad, la influencia de las revoluciones francesa y norteamericana, el fortalecimiento del poder criollo tras las Invasiones Inglesas, la invasión a España de Napoleón Bonaparte y otros sucesos que resultaron esenciales para la formación del primer gobierno patrio.
Fuente: Pigna, Felipe, 1810, Editorial Planeta, Buenos Aires, 2010.
Todo parece indicar que contradiciendo a la famosa canción que hablaba del sol del 25 que venía asomando, aquel día de mayo de 1810 amaneció lluvioso y frío, aunque claro, la “sensación térmica” de la gente era otra. Grupos de vecinos y milicianos encabezados por Domingo French y Antonio Beruti se fueron juntando frente al Cabildo a la espera de definiciones. Y para terminar definitivamente con la duda metódica, sí, había algunos paraguas, no muchos porque aquellos artefactos conocidos en Europa por los menos desde el siglo XVIII, eran bastante caros en Buenos Aires; así que los que podían se cubrían con capotes y los que no, como siempre, se arreglaban como podían.
Cuando los hombres de la Legión Infernal se percataron de que agentes de Cisneros se estaban infiltrando en la muchedumbre 1, French y Beruti pidieron a su gente que llevaran en los pechos distintivos. Cuenta un testigo anónimo:“En dicho día se vio que en lugar de las cintas blancas del primer día, y ramo de olivo del segundo que se pusieron los de la turba en el sombrero, gastaron cintas encarnadas”. 2 Es decir: cintas hubo, pero ni celestes ni blancas, y si las queremos comparar con algo actual, no pensemos en los actos escolares, sino más bien en los brazaletes de quienes se encargan de evitar colados indeseables en una marcha de protesta o un piquete.
En una de sus piezas teatrales, Juan Bautista Alberdi imaginará la siguiente escena:
“French: ¡A ver, a ver: que vengan esos negros, que se incorporen a nosotros, que se mezclen con el pueblo! Ellos también son nuestros hermanos. Hijos de la libertad y de la Patria, ellos también están en el deber de pelear por la conquista de sus santos derechos. Que vengan, sí, son nuestros hermanos. No hay colores, ni ante Dios, ni ante la Patria. Uno solo es el linaje de los hombres; la palabra negro no está escrita en el Evangelio. También para ellos se ha levantado el Sol de Mayo: a su fecunda luz de hoy más adelante, o todos los hombres seremos iguales y hermanos, o todos dormiremos hermanos en un común sepulcro.” 3
El cuartel general de los patriotas se estableció en la casa de Azcuénaga, situada en la esquina de las actuales Hipólito Yrigoyen y Defensa, con excelente vista a la propia Plaza Mayor.
Siempre se quiso envolver en misterio lo que pasó aquel histórico 25 de mayo, pero vamos a recordarlo paso a paso.
El Cabildo se reunió a las 9 y trató en primer lugar la renuncia de Cisneros. Los recalcitrantes que todavía dominaban la institución intentaron resistir y, a través de Leiva, argumentaron que el Cabildo no estaba en condiciones para delegar la autoridad. Con su habitual espíritu “democrático”, opinaron que el petitorio presentado por el pueblo no debía influir en las decisiones. Seguidamente, aunque usted no lo crea, propusieron que la finada junta trucha presidida por Cisneros reasumiera sus funciones y que los comandantes se dispusieran a reprimir el descontado desborde popular a sangre y fuego y a fusilar a algunos cabecillas como escarmiento.4
Los muchachos reunidos en lo de Azcuénaga tenían sus informantes, que comunicaron las barbaridades que se estaban planteando en el Cabildo. Esto inmediatamente provocó una especie de avalancha sobre el edificio y un grupo compacto y bien pertrechado, encabezado por Chiclana y French, logró copar la galería de la planta alta. Leiva seguía perdiendo tiempo, en su papel de conquistador indignado con los sudacas que osaban rebelarse contra trescientos años de “maravillosa administración española”, y lanzaba frases típicas de quien sabe que está en el horno: “¡Qué atrevimientos son éstos! ¡Qué insolencia!”. Dice el acta del Cabildo: “Estando en esa sesión la gente que cubría los corredores dieron golpes por varias ocasiones a la puerta de la sala capitular, oyéndose las voces de que querían saber lo que se trataba” 5.  Hasta que se abrió una ventana y el síndico procurador se encontró con la cara de pocos amigos y los insultos de los “irreverentes” muchachos de la Legión Infernal –esos a los que quería fusilar-, a los que se atrevió a preguntarles: “¿Qué pretenden?” La respuesta fue contundente: “la renuncia efectiva de Cisneros”.
En esos momentos entraron a la sala capitular Saavedra y Beruti. El jefe de los Patricios aclaró que sus tropas no moverían un dedo para reprimir al pueblo. Sí accedieron a que se retirase parte de la gente. Cuando la plaza se fue vaciando, el desubicado de Leiva no tuvo mejor idea que asomarse otra vez al balcón de sus desgracias y preguntar: “¿Dónde está el pueblo?”. Le contestó Antonio Luis Beruti, escoltado por algunos “infernales”:
“Señores del Cabildo: esto ya pasa de juguete; no estamos en circunstancias de que ustedes se burlen de nosotros con sandeces. Si hasta ahora hemos procedido con prudencia, ha sido para evitar desastres y efusión de sangre. El pueblo, en cuyo nombre hablamos, está armado en los cuarteles y una gran parte del vecindario espera en otras partes la voz para venir aquí. ¿Quieren ustedes verlo? Toque la campana y si es que no tiene badajo nosotros tocaremos generala y verán ustedes la cara de ese pueblo, cuya presencia echan de menos. ¡Sí o no! Pronto, señores, decirlo ahora mismo, porque no estamos dispuestos a sufrir demoras y engaños; pero, si volvemos con las armas en la mano, no responderemos de nada.”
Ahora sí, el actuario del Cabildo se decidió a leer el petitorio presentado la noche del 24 y los integrantes del cuerpo aprobaron su contenido. El virrey quedaba finalmente destituido de todo tipo de mando y se nombraba a una nueva Junta de Gobierno que asumiría a las tres de la tarde de aquel mismo día 25.
Alberdi concluiría así su “crónica dramática”:
“French: Demos gracias a los franceses que, en el otro continente, han probado la impotencia de nuestros tiranos, y a los ingleses que en el nuestro han probado el poder de los americanos; la conquista en ambos mundos ha ocasionado nuestra libertad; de la injusticia ha nacido la independencia: los tiranos han creado las libertades de la tierra. Pretendieron ser nuestros amos: hoy somos sus iguales. En recompensa de sus balas les brindamos nuestra hospitalidad.
”Beruti: Compatriotas: En nombre del entusiasmo que abrasa mis entrañas, y del calor de los valientes que he tenido el honor de presidir en esta jornada inmortal, yo me tomo la misión de decretar que nadie pegue sus ojos en esta noche de gloria: el pueblo que duerme impasible el día que ha roto sus cadenas y no se enloquece, y no se embriaga, y no se enajena y perece de gusto, es un pueblo indigno y frío, que no tardará en volver a ser esclavo. Yo decreto, señores, a nombre del honor de ustedes mismos, que durante las horas memorables de toda esta noche, resuene un cántico continuo y universal al Dios que ha roto nuestras cadenas.
”Todos: ¡Cúmplase! ¡Viva el denodado Beruti!
”Una voz: ¡Señores: comienza a llover ya, y no podrá tener lugar ese decreto!
”French: Si la lluvia, en vez de ser agua fuese plomo, más alto cantaríamos todavía. Esta lluvia es un regalo oportuno del cielo, para aplacar el incendio voraz que nos abrasa. Si no lloviese, arderíamos.
”Vieytes: ¡Tiranos: vosotros que no podéis contemplar la faz del pueblo sino con los ojos de la sospecha y del encono; vosotros que no conocéis el dulce imperio de una sonrisa ingenua de sus labios, comeos de envidia y de desesperación al contemplar el cuadro inefable de un gobierno que se confunde con familiaridad y con amor en los rangos del pueblo que le idolatra y que sabrá perecer por mantenerle!”6
(…)
…aquel 25 de mayo de 1810, Mariano Moreno, a quien ya al asumir empezaba a asfixiarlo la máscara de aquel rey infame y traidor a su pueblo, mirando al futuro, necesitó decir en el momento en que juraba como secretario de Guerra y Gobierno:
“La variación presente no debe limitarse a suplantar los funcionarios públicos, e imitar su corrupción y su indolencia. Es necesario destruir los abusos de la administración; desplegar una actividad que hasta ahora no se ha conocido; promover el remedio de los males que afligen el Estado; excitar y dirigir el espíritu público; educar al Pueblo; destruir sus enemigos y dar una nueva vida a las provincias. Si el gobierno huye al trabajo, si sigue las huellas de sus predecesores conservando alianzas con la corrupción y el desorden, hace traición a las justas esperanzas del pueblo, y llega a ser indigno de los altos deberes que se le han encomendado. Es preciso pues emprender un nuevo sendero en que lejos de hallarse alguna salida, será necesario practicarla por entre los obstáculos que el despotismo, la venalidad y las preocupaciones han amontonado después de siglos ante los progresos de la felicidad de este continente. Después que la nueva autoridad haya escapado los ataques a que se verá expuesta por sólo la calidad de ser nuevo, tendrá que sufrir los de las pasiones, intereses e inconstancia de los mismos que ahora fomentan la reforma.”7

1 Cisneros hacía el papel de renunciado resignado, pero como veremos, desde la misma noche del 24 comenzó, confiando en la colaboración ofrecida por Liniers, Elío y el virrey del Perú, a preparar la contrarrevolución.
2 Anónimo, “Relato de la Revolución de Mayo (Según un manuscrito de la época, de la colección Carranza)”, en 25 de Mayo: testimonios, juicios, documentos cit., pág. 16.
3 Juan Bautista Alberdi, La Revolución de Mayo. Crónica dramática, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1960. Alberdi aclaraba: “Se puede hacer caricaturas de Mayo sin ofensa, como se puede parodiar el cielo sin suceso. […] No se puede decir que esta crónica sea toda verdadera, ni toda falsa. A ser pura realidad, no se habría apellidado dramática; y si hubiese sido enteramente fantástica, no se habría titulado crónica. […] Se ha convenido en que era la mejor forma para iniciar en las cosas serias, a las inteligencias ligeras y poco capaces de atención intensa. […] La parte histórica se ha tomado casi literalmente de las actas y de las memorias; la parte fantástica, de la tradición popular”.
4 Estos recalcitrantes serán los mismos que poco tiempo después acusarán a la Junta de sanguinaria cuando fusile a Liniers y sus cómplices.
5 Actas del Cabildo, op. cit.
6 Alberdi, op. cit.
7 En Orlando M. Punzi, “Moreno, periodista”, Todo es Historia, Nº 157, 1980.

Acta final de la sesión del 25 de mayo de 1810

Fuente: Celso Ramón Lorenzo, Manual de historia constitucional argentina, Colección Manuales de derecho - Manual de historia constitucional argentina, Editorial Juris, 1994.
Actas Capitulares del Extinguido Cabildo de Buenos Aires, años 1810-1811
Reglamento del 25 de mayo de 1810
En la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de la Santísima Trinidad Puerto de Santa Maria de Buenos Ayres 25 de Mayo de 1810. Los Señores del Excmo. Cabildo, Justicia y Regimiento, a saber:
D. Juan José de Lezica y D. Martín Gregorio Yañiz, Alcaldes Ordinarios de 19 y 29 voto, Regidor D. Manuel Mansilla, Alguacil Mayor, D. Manuel José de Ocampo, D. Juan de Llano, D. Jayme Nadal y Guarda, D. Andrés Domínguez, Dr. D. Tomás Manuel de Anchorena, D. Santiago Gutiérrez, y el Dr. D. Julián de Leyva, Síndico Procurador General, se enteraron de una representación que han hecho a este Excmo. Cabildo un considerable número de vecinos, los Comandantes y varios Oficiales de los Cuerpos voluntarios de esta Capital, por sí y a nombre del Pueblo, en que indicando haber llegado a entender que la voluntad de éste resiste la Junta y Vocales que este Excmo. Ayuntamiento se sirvió erigir y publicar a consecuencia de las facultades que se le confirieron en el Cabildo abierto de 22 del corriente; y porque puede habiendo reasumido la autoridad y facultades que confió, y mediante la renuncia que han hecho, el Sr. Presidente nombrado y demás Vocales, revocar y dar por de ningún valor la Junta erigida y anunciada en el Bando de ayer 24 del corriente la revoca y anula, y quiere que este Excmo. Cabildo proceda a hacer nueva elección de los Vocales que' hayan de constituir la Junta de Gobierno, y han de ser los señores D. Cornelio de Saavedra, Presidente de dicha Junta y Comandante General de armas, el Dr. D. Juan José Castelli, el Dr. D. Manuel Belgrano, D. Miguel Azcuénaga, Dr. D. Manuel Alberti, D. Domingo Matheu, y D. Juan Larrea, y Secretarios de ella los Doctores D. Juan José Paso y D. Mariano Moreno; cuya elección se deberá manifestar al Pueblo por medio de otro Bando público; entendiéndose ella bajo la expresa y precisa condición de que instalada la Junta se ha de publicar en el término de 15 días una expedición de 500 hombres para auxiliar las provincias interiores del Reino, la cual haya de marchar a la mayor brevedad; costeándose ésta con los sueldos del Excmo. Sr. D. Baltasar Hidalgo do Cisneros, Tribunales de la Real Audiencia Pretorial y de Cuentas, de la Renta de Tabacos, con lo demás que la Junta tenga por conveniente cercenar; en inteligencia que los individuos rentados no han de quedar absolutamente incongruos: porque esta es la manifiesta voluntad del pueblo. Y los S.S. habiendo salido al Balcón de estas Casas Capitulares, y oído que el Pueblo ratificó por aclamación el contexto de dicho pedimento o representación, después de haberse leído por mí en altas e inteligibles voces, acordaron que debían mandar, y mandaban se erigiese una nueva Junta de Gobierno compuesta de los S.S. expresados, en la representación de que se ha hecho referencia, y en los mismos términos, que de ella aparece mientras se erige la Junta general del Virreinato.
Lo IIque los S.S. que forman la precedente corporación comparezcan sin pérdida de momentos en esta Sala Capitular a prestar el juramento de usar bien y fielmente sus cargos, conservar la integridad de esta parte de los dominios de América a nuestro Amado Soberano el Sr. D. Fernando VII y sus legítimos sucesores, y observar puntualmente las L. L. del Reino.
Lo IIIque luego que los referidos S.S. presten el juramento, sean reconocidos por depositarios de la Autoridad Superior del Virreinato por todas las corporaciones de esta Capital y su vecindario, respetando y obedeciendo todas sus disposiciones hasta la congregación de la Junta General del Virreinato bajo las penas que imponen las L. L. a los contraventores.
Lo IV:que la Junta ha de nombrar quien deba ocupar cualquier vacante por renuncia, muerte, ausencia, enfermedad o remoción.
Lo V:que aunque se halla plenísimamente satisfecho de la honrosa conducta y buen procedimiento de los S.S. mencionados, sin embargo, para satisfacción del Pueblo se reserva también estar muy a la mira de sus operaciones, y caso no esperado que faltasen a sus deberes, proceder a la deposición con causa bastante y justificada, reasumiendo el Excmo. Cabildo para este solo caso la Autoridad que le ha conferido el Pueblo.
Lo VI:que la nueva Junta ha de celar sobre el orden y la tranquilidad pública, y seguridad individual de todos los vecinos, haciéndosele como desde luego se le hace responsable de lo contrario.
Lo VII:que los referidos S.S. que componen la Junta Provisoria queden excluidos de ejercer el Poder Judiciario, el cual se refundirá en la Real Audiencia, a quien se pasarán todas las causas contenciosas que no sean de Gobierno.
Lo VIII:que esta misma Junta ha de publicar todos los días primeros del mes un estado en que se dé razón de la administración de Real Hacienda.
Lo IX:que no puede imponer contribuciones ni gravámenes al Pueblo o a sus vecinos, sin previa consulta y conformidad de este Excmo. Cabildo.
Lo X: que los referidos S.S. despachen sin pérdida de tiempo órdenes circulares a los Jefes de lo interior, y demás a quienes corresponde, encargándoles muy estrechamente y bajo de responsabilidad, hagan que los respectivos Cabildos de cada uno convoquen por medio de esquelas la parte principal y más sana del vecindario, para que formado un congreso de solos los que en aquella forma hubiesen sido llamados, elijan sus representantes, y estos hayan de reunirse a la mayor brevedad en esta Capital; para establecer la forma de gobierno que se considere más conveniente.
Lo XI:que elegido así el representante de cada Ciudad o Villa tanto los electores como los Individuos Capitulares le otorguen poder en pública forma que deberá manifestar cuando concurran a esta Capital, a fin de que se verifique su constancia jurando en dicho poder no reconocer a otro Soberano que al Sr. D. Fernando VII y sus legítimos sucesores según el orden establecido por las Leyes, y estar subordinado al Gobierno que legítimamente les represente. Cuyos capítulos mandan se guarden y cumplan precisa y puntualmente, reservando a la prudencia y discreción de la misma Junta el que tome las medidas más adecuadas, para que tenga debido efecto, lo determinado en el articulo X, como también el que designe el tratamiento, honores y distinciones del cuerpo y sus individuos; y para que llegue a noticia de todos se publique esta acta por Bando inmediatamente, fijándose en los lugares acostumbrados.