sábado, 18 de mayo de 2013
LANATTA BUSCA UN FINAL ABRUPTO....
UNANIME APOYO A SUSANA TRIMARCO TRAS LAS ACUSACIONES DE JORGE LANATA
Una luchadora con gran respaldo
El periodista del Grupo Clarín había puesto en duda los manejos de dinero de la fundación que preside la madre de Marita Verón. Numerosas personalidades y miles de usuarios de Twitter se solidarizaron con la dirigente social.
Las Madres del Dolor, el Consejo Nacional de las Mujeres, Pablo Ferreyra (hermano del militantes asesinado en Avellaneda) y miles de usuarios de las redes sociales, entre otros, respaldaron a Susana Trimarco y a su fundación contra la trata de personas, luego de que el periodista Jorge Lanata pusiera en duda la honestidad de la dirigente social. “Hablan mal de Susana Trimarco, pero no la dañan a ella, me dañan a mí”, escribió Micaela Verón, la hija de Marita, en su cuenta de Twitter. Anoche, la propia Trimarco salió también a responder. “Me da pena el odio de Jorge Lanata”, aseguró.
Las acusaciones del periodista surgieron tras los dichos de Trimarco en el debate por la Democratización de la Justicia del martes pasado, cuando aseguró que “Jorge Lanata y el Grupo Clarín tienen actitudes golpistas” y los acusó de ser “mala gente que quiere que el país retroceda”. Lanata entonces entrevistó al corresponsal del diario La Nación en Tucumán, José Sbrocco, quien detalló los subsidios que la Fundación María de los Angeles Verón recibe del gobierno nacional y de algunas provincias, aunque no se ocupó de explicar qué destino reciben finalmente esos fondos. “No sé en qué gasta esos millones, a lo mejor tiene gente trabajando”, apuntó irónicamente Lanata.
Ayer, Lilia Saavedra, una de las integrantes de Madres del Dolor, destacó el trabajo “impecable” de Trimarco y dijo que las declaraciones del conductor “ponen en duda su lucha honesta” y también “la de todas las madres”. “La señora Trimarco tiene un trabajo impecable, yo no sé qué le molesta tanto al señor Lanata”, agregó Saavedra.
También se solidarizó con Trimarco Pablo Ferreyra, hermano de Mariano, el militante del Partido Obrero asesinado por una patota sindical, quien llamó a “no caer en provocaciones”. Ferreyra destacó la “inmensa obra de rescate” de Trimarco y sostuvo que “es una figura difícil de cuestionar y mucho más en los términos en los que lo hizo Lanata, intentando instalar una sospecha buscando un vínculo que una política, dinero y corrupción”. “Me solidarizo con ella, tengo por ella una profunda admiración. Todos la acompañamos en su lucha y confiamos en su fe por encontrar a Marita”, destacó Ferreyra.
El Consejo Nacional de las Mujeres repudió las declaraciones del conductor, que “a través de una absoluta falta de integridad moral, humana y periodística, atacó brutalmente a Susana Trimarco”.
También ayer, en la red social Twitter, el hashtag #SusanaTrimarcoTeBancamos se convirtió en la principal tendencia de los usuarios en Argentina.
Por la labor de la Fundación María de los Angeles, hasta ahora fueron rescatadas de las redes de trata 1280 mujeres en todo el país. La lucha de Trimarco puso en la agenda pública el tema de la trata de personas y fue una de las personalidades que más impulsó la sanción de la Ley 26.364, gracias a la cual se registran ya 40 condenas. La fundación, creada en 2007, brinda apoyo legal, psicológico y social a víctimas de trata y sus familias. También capacita a miembros del Poder Judicial, fuerzas de seguridad y comunicadores en la temática para poder combatir la trata más eficientemente.
En julio de 2008 se inauguró el primer refugio especializado del país en la provincia de Tucumán. En 2012, la Defensoría del Pueblo de Tucumán le transfirió a la fundación otro refugio para víctimas de trata. También se están construyendo sendos refugios en las provincias de Córdoba y Buenos Aires. El mes pasado, Trimarco inauguró el primer jardín maternal orientado a hijos de mujeres víctimas de trata en Tucumán.
Anoche, Trimarco declaró en el programa 6,7,8: “Lanata tiene el delirio de la plata, no tengo problema que venga a Tucumán, hable con el contador y le muestre en qué la gastamos, pero yo rindo cuentas al Estado, mes a mes, cada boleto de las chicas que rescatamos de las redes de trata”.
Respecto de la denuncia de que el gobernador José Alperovich le compró una casa, dijo que es “una mentira total, es patético lo que dice este señor, esta agrediendo a una pobre madre. ¿Por qué no me ayuda a encontrar a mi hija? Porque el problema de la trata de personas es el problema de todos los argentinos. ¿Qué está haciendo él por los argentinos?”, agregó. “Este señor está como loquito, hablando mal de todo el mundo”, dijo. “Nosotros estamos en cosas más grandes, no en este conventillerío político de hablar sin pruebas”, afirmó e insistió en que el periodista no la ayuda en su lucha contra la trata de personas. “La presidenta Cristina me dijo que pida ayuda a todos porque es un problema de todos”, destacó.
La nieta de Susana Trimarco, Micaela Verón, hija de Marita, secuestrada por un red de trata de personas en 2002, sumó su respuesta a Lanata en Twitter: “Salió criticando nuestra lucha, cuando él lo único que hace es ocuparse de lavar cerebros y hablar mal de cada gobierno que pasa”.
17/05/13 Página|12
Trimarco sobre Lanata: "Lo que dice este señor es patético"
La madre de Marita Verón debió salir a defenderse de los ataques del periodista insigna del grupo Clarín y se refirió a la Fundación con la que ayuda a mujeres rescatadas de las redes de trata. "Me da pena que tenga tanto odio", señaló. En Twitter hubo una fuerte defensa a Susana.
Susana Trimarco defendió su trabajo al frente de la Fundación María de los Angeles, la cual fundó para ayudar a mujeres que fueron rescatadas de la trata de personas. Lo hizo al responder al feroz ataque a la que la sometió el periodista del grupo Clarín Jorge Lanata, quien se preguntó en su programa de radio "en qué gasta los millones".
"Este señor está como loquito hablando mal de todo el mundo. yo no tengo ningún problema en que venga a Tucumán y vea cómo trabajamos", afirmó Trimarco, que además rechazó de plano que el gobernador provincial, Jorge Alperovch, le hubiera "regalado una casa", como lanzó el buque insignia de Héctor Magnetto.
"No me regaló ninguna casa", debió aclarar en comunicación telefónica con el programa 678 la madre de Marita Verón y agregó: "Que venga y me diga donde está la casa que me regaló Alperovich".
En otro orden, Susana resaltó la ayuda que recibió del entonces presidente Néstor Kirchner. "A Néstor le preparé una carta y a la semana fui a la casa de gobierno y puso a mi disposición la fuerza nacional", destacó y remarcó que también recibe ayuda de otros sectores políticos. "El señor Mauricio Macri me ayudó´con los muebles (para la fundación), Binner me manda bolsones de mercadería para las víctimas", puntualizó y resumió: "Las chicas necesitan ayuda, son chicas que han sido violadas, maltratadas".
"Yo le rindo cuentas al Estado porque me da los fondos necesarios y nosotros hacemos obras. Atendemos a las víctimas. chicas que estaban indocumentadas, que no tienen donde vivir", dijo.
Volviendo a Lanata, Trimarco se refirió al lugar que el periodista ocupa hoy en la agenda mediática. "Últimamente me da pena. Habla de la plata, parece que tiene delirio de la plata".
"Es patético lo que dice este señor, me da pena que tenga tanto odio", resumió y lo desafió. "¿Por qué no me ayuda a buscar a mi hija? El problema de la trata es de todos los argentinos. ¿Qué hace el por los argentinos? Nada".
17/05/13 Tiempo Argentino
DNU MACRISTA
Ley de Medios
Necesidades y urgencias
Por Federico Vázquez
El Decreto de Necesidad y Urgencia de Mauricio Macri para "defender la libertad de prensa" no es más que un mecanismo que pretende no solo salvaguardar los intereses del Grupo Clarín sino, fundamentalmente, debilitar al Estado frente al poder de las grandes corporaciones multimediales.
Desde hace tiempo ya que en Argentina (como en otros países de la región) los medios de comunicación concentrados comenzaron a reemplazar a los partidos y dirigentes políticos en el rol de opositores a los gobiernos nacionales.
El año 2008, con el conflicto por las retenciones a la soja, este reemplazo tomó un carácter insoslayable y, podríamos decir, sistemático. Sin embargo, ya desde el mismo inicio del gobierno de Néstor Kirchner la oposición mediática tomó un protagonismo que eclipsó a la partidaria: allí está la célebre editorial de José Escribano en La Nación, con su traducción televisiva en los dichos de Mirtha Legrand, cuando sintetizó al nuevo gobierno con la frase "se vino el zurdaje". Dicho rápidamente, desde ese momento hasta nuestros días, o sea, durante una década ya, vivimos un proceso de creciente dependencia ideológica de los líderes y partidos opositores frente a periodistas y dueños de medios de comunicación. Ya se dijo esto hasta el cansancio.
Lo impactante, la novedad, es que desde el martes, esta saga incluye ahora una dependencia ya no en el discurso, sino en la acción concreta de un gobierno. El Decreto de Necesidad y Urgencia de Mauricio Macri lleva hasta el ridículo la situación de dominación de la que es presa la oposición política desde hace años. Concretamente, el artículo 16 de ese DNU es una capitulación sin matices en favor de los intereses del grupo Clarín que encontró en su radicación territorial en la Ciudad de Buenos Aires, una nueva forma de evadir el cumplimiento de la Ley de Medios: “estarán protegidas (las empresas periodísticas) inclusive frente a expropiaciones por motivos de interés o utilidad pública, decomisos, confiscaciones, secuestros y ejecuciones administrativas”.
La brutalidad del DNU tiene, por lo menos, la virtud de terminar con un discurso que había sido el refugio opositor desde la sanción de la Ley de Medios Audiovisuales. Muchos dirigentes políticos que no habían votado la ley sostenían que no estaban en contra de su espíritu, ni de que se discuta una norma sobre el tema, pero que en manos del oficialismo, la legislación se convertía en peligrosa, porque favorecía las pretensiones hegemónicas del kirchnerismo. Ahora, de forma explícita, se deja en claro que el rechazo a la ley supera cualquier diferencia por su reglamentación o intencionalidad del gobierno de turno, en tanto el DNU de Macri pretende negar el derecho del Estado a regular en alguna medida el entramado empresario de los medios.
Repasemos la escena: apenas 48 hs. después de que desde un programa de televisión del Grupo Clarín, sin ninguna prueba más que trascendidos no confirmados, se dijera que el gobierno nacional preparaba un desembarco en los contenidos periodísticos del Grupo Clarín (tal la tautología de la “denuncia”), un gobierno elegido mediante el voto popular firmó un Decreto de Necesidad y Urgencia, es decir, de cumplimiento inmediato y sin ningún tipo de discusión de los demás poderes republicanos, que protege al grupo. Para despejar cualquier duda, el propio Jefe de Gobierno explicitó que la denuncia mediática había sido el disparador de su decisión, cuando aclaró que “El TSJ (Tribunal Supremo de Justicia de la Ciudad) deberá decidir qué es de mayor envergadura, si la libertad de expresión o una ley de la CNV (Comisión Nacional de Valores)”, dando como un hecho una intervención que nunca ocurrió, ni fue siquiera admitida como posibilidad desde el gobierno nacional.
Pero lo más extraño es la creación de un fuero especial en el Poder Judicial de la Ciudad para atender las causas que las empresas mediáticas entiendan como un ataque a la libertad de expresión. Extraño, porque una de las críticas más escuchadas en boca de los opositores (y especialmente por parte de los legisladores de Pro) en los últimos tiempos, había sido el tratamiento exprés en el Congreso Nacional de los proyectos de democratización judicial. En este caso, ni eso: por simple decreto el Jefe de Gobierno resuelve que ante cualquier disposición gubernamental por la que una empresa de medios se sienta perjudicada, la justicia porteña podrá frenarla, sin importar el carácter nacional de la legislación en cuestión.
Pero más allá de este desliz jurídico, la cuestión de fondo es la exposición de una escena políticamente pornográfica: un gobierno elegido mediante el voto popular decide asumir como propias las necesidades de un grupo empresario. Se trata de una síntesis posible para llenar de contenido palabras que a veces se vuelven huecas como “neoliberalismo”, o yendo más al hueso, la ahora reflotada “corrupción”. ¿Existe acaso un acto más corrupto que el de entregar el mandato popular a los intereses concretos y coyunturales de un grupo empresario? Porque, en definitiva, detrás de esa palabra existe siempre una relación entre negocios y política. La honorabilidad individual de cualquier funcionario público es una forma de pensar este problema, pero la cuestión estructural implica necesariamente tomar posición sobre el grado de dependencia entre los gobiernos y las empresas. El DNU macrista ejemplifica una forma de saldar este asunto.
A diferencia de lo que reza el principio liberal, el achicamiento del Estado contribuye a la debilidad de éste frente a los negocios y, por lo tanto, aumenta la posibilidad de que los privados logren corromper el mandato social y político que los votantes entregaron a sus representantes. Por el contrario, un Estado más fuerte, que mira desde arriba el poder de cualquier grupo empresario por más grande que sea, es la base para construir una ética política, que si no puede funcionar como garante del comportamiento individual de sus miembros, permite al menos aumentar las chances de que el mandato social de las urnas no sea entregado como prenda de negociación ante un grupo privado. Sacando la maleza de los debates cotidianos, esa es la matriz de la discusión política de la última década. El accionar del Gobierno de la Ciudad demuestra que no se trata de una cuestión saldada y que aún existen fuerzas políticas dispuestas a cargar en sus hombros la defensa de los intereses corporativos. La novedad es que esta vez le pusieron la firma.
Télam
LULA DIXIT.
EXCLUSIVO: REPORTAJE A LULA, QUE HOY RECIBIRA SIETE DOCTORADOS HONORIS CAUSA EN ARGENTINA
“Yo era un indeseable que llegué a una fiesta a la que nadie me había invitado”
Luiz Inácio Lula da Silva, la cabeza visible del actual proceso de cambio en Brasil, repasa los diez años de gobierno del Partido de los Trabajadores en diálogo con el actual secretario del Centro Latinoamericano de Ciencias Sociales, Pablo Gentili, y su antecesor, Emir Sader, que lo entrevistaron como parte de un libro sobre esa experiencia.
Por Emir Sader y Pablo Gentili
Emir Sader y Pablo Gentili durante la entrevista con Lula da Silva.
Imagen: Ricardo Stuckert/Instituto Lula.
Luiz Inácio Lula da Silva es un ser práctico, intuitivo, que busca la resolución concreta de los problemas. Fue en buena medida por eso que se desarrolló en Brasil un complejo proceso de articulación política que tornó posible la prioridad de lo social y la promoción de políticas igualitarias, la soberanía externa y la recuperación del papel activo del Estado en la construcción de los derechos ciudadanos.
–¿Cuál es su balance de los diez años de gobierno del Partido de los Trabajadores?
–Creo que estos últimos diez años forman parte del mejor período que vivió Brasil en muchas décadas. Si analizamos las carencias que todavía existen, podemos reconocer que aún queda mucho por hacer para garantizarle a nuestro pueblo la conquista plena de ciudadanía. Pero si analizamos lo que hicimos, observaremos que otros países no consiguieron, en treinta años, hacer lo que nosotros conseguimos hacer en una década. Quebramos tabúes y prejuicios establecidos. Y algunas verdades se esfumaron. Primero probamos que era plenamente posible crecer distribuyendo riqueza, que no era necesario esperar el crecimiento para distribuir. Segundo, que era posible aumentar los salarios sin inflación. Durante los últimos diez años, los trabajadores tuvieron un aumento real en sus ingresos, el salario mínimo creció casi 74 por ciento y la inflación estuvo controlada. Tercero, durante esa década aumentamos nuestro comercio exterior y aumentamos nuestro mercado interno sin que eso entrase en conflicto. Antes decían que no era posible que crecieran al mismo tiempo el mercado externo y el mercado interno. Esos fueron algunos tabúes que rompimos. Y, al mismo tiempo, hicimos una cosa que yo considero extremadamente importante: probamos que poco dinero en mano de muchos es distribución de la riqueza y que mucho dinero en mano de pocos es la puerta para todo tipo de injusticias.
–¿La ruptura de esos tabúes fue percibida por la sociedad?
–Creo que mucha gente de clase media y rica terminó entendiéndolo. Quienes ironizaban sobre el Programa Beca Familia, el aumento del crédito para la agricultura familiar, el programa Luz para Todos y otras políticas sociales que desarrollamos, aquellos que los despreciaban diciendo que eran limosna, que eran mero asistencialismo, percibieron que fueron esos millones de personas, cada quien con un poquito de dinero en la mano, los que comenzaron a dar estabilidad a la economía brasileña. Hicieron que creciese, que generase empleo y más riqueza. Es una lógica que todo el mundo debería conocer. ¿Qué país del mundo va a crecer si su pueblo no tiene poder de compra? Desde el punto de vista económico, creo que nosotros marcamos una nueva trayectoria en la vida brasileña.
–¿Cuál es el gran legado de estos diez años de gobierno?
–Recuperamos el orgullo personal, el orgullo propio, la autoestima. Conquistamos cosas que antes parecían imposibles. Pasamos a ser más respetados en el mundo: la gente mira hoy a Brasil y no ve sólo chicos de la calle, Pelé o el Carnaval. Sabe que Brasil tiene gobierno, que este país tiene política, que este país pasó a ser tratado como referencia para muchas cosas que fueron decisivas en el mundo. Llegaremos al 2016 como la quinta economía del mundo. Pero lo más importante es tener en claro que el mayor objetivo de Brasil no es ser la quinta o la cuarta economía mundial. Es importante mejorar día a día la calidad de vida del pueblo brasileño, desde el punto de vista del salario, de la vivienda, del saneamiento básico o de la educación. Ya no nos tratan más como ciudadanos de segunda clase. Recuperamos el placer y el gusto de ser brasileños. El gusto de amar a nuestro país.
–¿Qué es lo que le produce más orgullo de todo lo que hizo en su gobierno?
–Siento mucho orgullo, en este caso es un orgullo muy personal, hasta un poco de vanidad, por pasar a la historia como el único presidente que no tuvo diploma universitario, pero creó más universidades en este país. Creamos 14 universidades nacionales nuevas, 126 nuevos campus universitarios y 214 escuelas técnicas superiores. Esto entre 2003 y 2010. Ayer recibí la carta de un señor que agradece la formación de su hijo, en Biomedicina. Es un chofer de ómnibus y también él está estudiando Derecho. Los dos pudieron cursar estudios universitarios gracias al Programa Universidad para Todos (Prouni). Pienso que esas cosas pasaron porque, en su sabiduría, el pueblo consiguió después de tanto tiempo, de tantos prejuicos, probar que uno del pueblo podía gobernar este país. Pudimos concretar aquellas tres promesas de mi discurso de asunción: “Primero voy a hacer lo necesario, después voy a hacer lo posible y, cuando menos lo imagine, estaré haciendo lo imposible”. Lo sagrado es no tener miedo de conversar con el pueblo. Cuando tenés un 92 por ciento de aprobación en las encuestas de opinión pública, quizá no necesitás conversar con el pueblo. Necesitás conversar con el pueblo cuando las papas queman, cuando estás siendo acusado, acorralado. Lo necesitás porque cuando conversás con el pueblo y lo hacés mirando a cada uno a los ojos, ellos saben distinguir qué es mentira y qué es verdad. Y quién está de qué lado en toda esta historia.
–¿La reacción de la oposición y de ciertos sectores de la prensa a los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) son desproporcionadas frente a esos resultados?
–En 1979, cuando surgió la bandera de la lucha por la libertad de organización política, posiblemente yo era la única referencia nacional unánime del movimiento sindical. Recuerdo que por primera vez hablé de la necesidad de creación del Partido de los Trabajadores en un encuentro en Sao Bernardo do Campo. Cuando finalmente lo fundamos, dijeron que no sería posible tener un partido con las características del PT, creado y dirigido por trabajadores. Después dijeron que no pasaríamos de una cosa pequeñita, linda y radical. Y nosotros no nacimos para ser bonitos ni radicales. Nacimos para tomar el poder.
–Pero también el PT nació para ser radical...
–El PT era muy rígido, y fue esa rigidez la que le permitió llegar donde llegó. Sólo que, cuando un partido crece mucho, entra gente de todas las especies. O sea: cuando uno define que va a crear un partido democrático de masas, al partido puede ingresar un cordero y puede ingresar un jaguar. Pero el partido llega al poder. Nuestra llegada al poder no fue vista por la actual oposición como una alternancia beneficiosa para la democracia. Ellos no lo vieron así. Yo era un indeseable que llegué a una fiesta a la que nadie me había invitado. Lo cierto es que entramos a la fiesta. Y lo peor para ellos: gobernamos bien. Así fue que intentaron usar el episodio del mensalao para acabar con el PT y, obviamente, terminar con mi gobierno. En esa época, había gente que decía: “El PT murió, el PT se terminó”. Pasaron seis años y quienes se acabaron fueron muchos de los partidos de oposición. El DEM ni sé si existe más. Creo que no. El Partido de la Socialdemocaracia Brasileña está intentando resucitar al “joven” Fernando Henrique Cardoso porque no creó liderazgos y no promovió nuevos cuadros. Estas cosas supongo que aumentan el resentimiento contra nosotros. Sin embargo, las elites nunca ganaron tanto dinero como durante mi gobierno. Ni las emisoras de televisión, que estaban casi todas quebradas. Ni los periódicos, que también estaban casi todos quebrados cuando asumí. Las empresas y los bancos nunca ganaron tanto. Pero los trabajadores también ganaron. El trabajador sólo puede ganar si a la empresa le va bien. No conozco, en la historia de la humanidad, un momento en que a una empresa le vaya mal y sus trabajadores consigan conquistar alguna otra cosa que no sea el desempleo.
–¿Por qué esto no se traduce en un análisis favorable de los gobiernos de Lula y Dilma por parte de la prensa brasileña?
–Este país está andando bien, pero es verdad que eso no se ve en la prensa. Es increíble. Una vez el ex presidente de Portugal Mário Soares vino a Brasil a hacerme una entrevista. Cuando llegó traía Le Monde, Der Spiegel, el Financial Times y muchas otras revistas y periódicos internacionales. Me dijo: “Lula, estoy enloquecido. Vengo de un continente en que todos sólo hablan bien de Brasil. Pero cuando llego aquí leo la prensa brasileña y dice que en este país nada anda bien”. Una parte de la prensa nacional parece querer sustituir a los partidos políticos. O sea, el debate que debería hacerse en el Parlamento, entre los partidos y por la sociedad, está siendo monopolizado por la prensa. Es realizado solamente por algunas redacciones y, dentro de ellas, por algunos pocos columnistas que intentan fingir que no son políticos, que son imparciales. Creo que eso es malo, muy malo. Intentar negar la política es un desastre. Es un error que puede ser cometido tanto por la derecha como por la izquierda. No sirvió en ningún lugar del mundo porque lo que vino después fue peor. Feliz la nación que tiene como interlocutores instituciones fuertes, sean ellas partidos, sindicatos, iglesias o movimientos sociales. Cuanto más fuertes sean las instituciones y los movimientos sociales, más fuerte será la democracia y más garantías tendrá. Y es esto lo que los sectores conservadores no comprenden.
–Lula, Brasil cambió en estos diez años y cambió para mejor. Y usted, ¿en qué cambió?
–Una de las cosas buenas de la vejez es sacar provecho de lo que te enseña la vida. La vida me enseñó mucho. Fundar un partido en las condiciones en las que lo hicimos fue muy difícil. Ahora que es un partido grande, todo es más fácil, pero yo viajaba de Norte a Sur de Brasil para hacer asambleas con tres o cuatro personas. Salía de San Pablo para Acre, en el extremo Norte, para hacer una reunión con diez personas o para convencer a Chico Mendes de que entrara en el PT. Era muy difícil hacer caravanas, viajar para el Nordeste, tomar un ómnibus, estar una semana caminando, haciendo reuniones al mediodía, con un sol terrible, explicando lo que era el PT para que la gente se afiliara. Yo cambié. Cambié porque aprendí mucho, pero continúo con los mismos ideales. Creo que sólo tiene sentido gobernar si uno consigue hacer que las personas más pobres tengan más oportunidades. Las personas necesitan solamente de oportunidades. Teniendo oportunidad, todo el mundo puede ser igual. La gente sólo necesita una chance. Creo que empezamos a hacer esto en mi gobierno. Pero la tarea no está terminada. Uno no cambia generaciones de equívocos en pocos años. Necesita tiempo para poder hacerlo. Creo que el camino que elegimos es el correcto.
–Y el PT, ¿cambió?
–Existen dos partidos de los Trabajadores. Uno es el PT del Congreso, de los parlamentarios, el PT de los dirigentes. Otra cosa es el PT de la base. Yo diría que el 90 por ciento de la base del PT continúa igual a lo que era en 1980. Sigue queriendo un partido que no haga alianzas políticas, pero al mismo tiempo sabe que, para ganar, tiene que hacer acuerdos. Es una base muy exigente, muy solidaria y todavía desconocida por parte de la elite brasileña que conoce el PT sólo superficialmente. El PT es muy fuerte en los movimientos sociales y en el interior del país. Esa fortaleza no siempre se expresa en la cantidad de votos. Pero también está el PT de las elecciones. En Brasil, o hacemos una reforma política o la política va a tornarse más perversa de lo que ya fue en cualquier otro momento. Es necesario que las personas entiendan que no solamente deberíamos tener financiamiento público de la campaña, como también debería ser un delito el uso de dinero privado. Que es necesario hacer el voto por lista, para que la pelea se dé internamente en los partidos. Podríamos tener un modelo mixto (un voto puede ser para la lista, el otro para el candidato). Lo que no se puede es continuar como está actualmente. El PT necesita reaccionar e intentar poner la reforma política en la agenda pública. Algunas veces tengo la impresión de que los partidos políticos son un negocio, cuando, en rigor, deberían ser una institución extraordinariamente importante para la sociedad. La sociedad tendría que creer en los partidos y participar en ellos.
–¿Entonces el PT no necesariamente cambió para mejor?
–Cambió porque aprendió la convivencia democrática en la diversidad. Pero también creo que, en muchos momentos, el PT cometió las mismas desviaciones que criticaba en los otros partidos políticos. Ese es el juego electoral que está en danza: si el político no tiene dinero, no puede ser candidato y no tiene cómo ser elegido. Si no tiene dinero para pagar la televisión, no hace campaña. El PT tiene que aprender que, cuanto más fuerte sea, debe tornarse más serio y riguroso. El PT necesita volver a creer en los valores en que creíamos y que fueron banalizados por la disputa electoral. Yo, sinceramente, creo que éste es el tipo de legado que tenemos que dejarles a nuestros hijos y a nuestros nietos. Probar que es posible hacer política con seriedad. Uno puede jugar el juego político, puede hacer alianzas, puede hacer coaliciones, pero para hacer política no necesita establecer una relación promiscua con nadie. El PT necesita volver urgentemente a tener esto como un horizonte propio, como un ejercicio práctico de la democracia.
–¿Qué lamenta de esta última década?
–Si hay un ciudadano que no puede quejarse por estos últimos diez años, soy yo.
17/05/13 Página|12
Los diez años que cambiaron Brasil
Por Eric Nepomuceno
Desde Río de Janeiro
El Bolsa Familia, de lejos el más amplio programa de transferencia de renta de la historia brasileña, cumple diez años. Instalado formalmente en octubre de 2003, a diez meses de la llegada de Lula da Silva a la presidencia, benefició hasta ahora a poco más de 50 millones de personas y ayudó a cambiar el rostro del país. Son dos los requisitos básicos para que se requiera el beneficio: tener una renta familiar inferior a 35 dólares por integrante de la familia y que los niños frecuenten una escuela al menos hasta completar el primer ciclo.
Si en el primer año el programa llegó a tres millones 600 mil domicilios brasileños, faltando poco para cumplir una década alcanza a 13 millones novecientos mil a lo largo y a lo ancho de todo el país. Considerándose la media de cuatro integrantes por familia, se llega a 52 millones de personas, una población superior a la de Argentina. Casi medio México.
El presupuesto destinado al Bolsa Familia en 2013 es de doce mil 500 millones de dólares, con un valor promedio de 35 dólares por miembro de familia beneficiada. Es poco, por cierto. Pero para los que se benefician, es muchísimo. Es la salvación.
Actualmente siguen beneficiándose del Bolsa Familia un 45 por ciento de los inscriptos originalmente en 2003. Son 522 mil familias que jamás dejaron de recibir la ayuda del gobierno. No hay datos oficiales sobre los demás 55 por ciento que inauguraron el programa, pero se considera que la mayor parte de ellos alcanzó otras fuentes de renta que, sumadas, superan el mínimo determinado para que recibiesen el subsidio.
Hay registros que muestran que, en diez años, un millón y 700 mil familias –12 por ciento del total que recibieron beneficios en ese tiempo– de-sistieron voluntariamente del beneficio, por haber obtenido ingresos superiores a los 35 dólares por cada uno de sus integrantes, el piso mínimo permitido para que se requiera el Bolsa Familia.
Por cierto, vale reiterar: el valor destinado a cada familia puede parecer poco. En realidad, es poco. Pero para los que vivirían eternamente condenados a un estado de pobreza aguda y absoluta de no ser por el programa, es la salvación.
Las conclusiones de todos los estudios dedicados a analizar los efectos del Bolsa Familia son unánimes en asegurar que ha contribuido de manera decisiva para reducir las inmensas brechas y desigualdades sociales que siempre han sido una de las llagas más visibles del país.
Cuando se implantó, el programa fue blanco de críticas furibundas de la oposición y de los grandes conglomerados de medios de comunicación, que lo reducían a un mero asistencialismo sin mayores efectos. Hoy admiten, a regañadientes, el papel esencial del Bolsa Familia, el más visible de todos los programas sociales de los gobiernos de Lula da Silva y ahora de Dilma Rousseff, para aliviar las agruras de familias vulnerables, asegurando que al menos sus hijos tengan acceso mínimo a servicios de educación y salud.
Contrariando la tesis que decía que la transferencia de renta a través de programas del Estado iría a perpetuar la miseria (la crítica más sonada hace diez años era la siguiente: si reciben dinero del gobierno, ¿para qué trabajar?), el resultado obtenido hasta ahora indica lo contrario.
Para recibir el beneficio, los niños tienen que frecuentar la escuela, donde reciben atención de la salud pública. Deficiente, insuficiente, por cierto. Pero mejor que nada. Pasados diez años, muchos de los hijos de las familias amparadas por el programa ahora viven por su propia cuenta, escolarizados y con chances concretas en el mercado de trabajo.
Las estadísticas indican que 70 por ciento de los beneficiados con más de dieciséis años de edad lograron trabajo, contribuyendo para aumentar la renta familiar.
Las familias más numerosas, y que viven en condiciones de miseria, reciben beneficios superiores a la media, que es de unos 300 dólares mensuales. La propuesta es complementar la renta familiar hasta alcanzar niveles mínimos. Los que tienen hijos en edad escolar tienen que comprobar que los niños van a la escuela. Algunas familias llegan a recibir 650 dólares al mes, dependiendo del número de hijos menores. Suele ser normal, en áreas de miseria extrema, que una pareja tenga ocho, nueve, diez hijos. En tales casos, la supervivencia de todos depende directamente de lo que reciben del Bolsa Familia.
Pasados esos diez años no hay lugar a ninguna duda: el perfil de la pobreza cambió radicalmente en el país. Muchas casas de pobres han sido ampliadas, recibieron tejados nuevos, pasaron a tener pisos de cemento o cerámica. Son casas muy humildes pero que cuentan con refrigerador, lavadora, televisores y, en muchos casos, con una computadora con conexión a la Internet popular (a precios muy bajos, subsidiados).
Y saltan a la vista, entonces, algunas de las incongruencias típicas, quizá inevitables, de esta etapa de transición entre miseria y pobreza, o entre distintos perfiles de pobreza. Hay casas de barro, sin desagüe y en condiciones sanitarias muy precarias, ostentando antenas parabólicas de televisión. Otras cuentan con luz eléctrica muy precaria, pero hay teléfono celular. Funciona mal, es verdad. Pero a veces funciona.
Hay casas con piso de tierra, sin agua potable ni canillas, con el baño afuera como hace medio siglo, pero con televisión. En algunos estados brasileños, el analfabetismo es de tal manera crónico que impide hasta la instalación de industrias que generarían empleo y esperanza de futuro.
Sí, es verdad, la miseria y la humillación persisten, pero ahora persisten de manera menos contundente, menos permanente. Ya no es como una sentencia eterna, un destino de por vida.
Por mucho tiempo politólogos, sociólogos, antropólogos y un montón más de ólogos seguirán discutiendo las bondades y las fallas de un programa destinado a redistribuir renta, a través del Estado, a los desamparados de siempre. Se seguirá debatiendo los pro y los contra del asistencialismo de Estado. Y, mientras tanto, 52 millones de brasileños habrán eludido un futuro cruel y pasando de la humillación de la miseria a la pobreza digna.
17/05/13 Página|12
LULA Y CFK
Cristina y el ex mandatario brasileño coincidieron en el análisis sobre el rol de los medios hegemónicos frente a los gobierno post neoliberales
Lula: "Parece que la prensa estuviera exiliada dentro del propio país"
Por Martín Piqué
Los unió el lanzamiento de la primera universidad creada por un sindicato, la UMET, del gremio de los encargados de edificios. Elogios del ex presidente de Brasil a la gestión de los Kirchner y un inevitable comentario futbolero.
La inauguración de la primera universidad creada por un sindicato en América Latina reunió anoche a la jefa de Estado y al ex presidente brasileño, Luiz Inácio Lula Da Silva, en un acto muy emotivo, cargado de elogios y guiños cómplices, y que se caracterizó por las coincidencias profundas en temas de estricta actualidad, como la relación entre los gobiernos post neoliberales y los medios hegemónicos. Fueron tantos los puntos de contacto que la propia Cristina Fernández descartó de plano las "casualidades" y atribuyó la sintonía –que iba más allá de lo personal, al dejar en evidencia similitudes en la última década de ambos países– a una meditada "causalidad". El brasileño, que volvió a cautivar con su humor y su estilo simple y didáctico, utilizó términos muy duros para criticar el tratamiento que reciben los gobiernos de Brasil y la Argentina de ciertos medios de comunicación. "La prensa sigue hablando mal de mí y de Dilma (Rousseff). Es increíble, parece que estuviera exiliada adentro del propio país", cuestionó. Con otras palabras pero en el mismo sentido, la presidenta aludió a la línea editorial del Grupo Clarín y sus medios satélites. "Podrán tener 10 mil titulares y zócalos, pero nunca podrán borrar las vivencias que los argentinos han tenido en esta década. Eso es imborrable", subrayó.
Las semejanzas en ambos discursos tenían su lógica en el recrudecimiento del conflicto por la plena aplicación de la Ley de Medios, que en octubre cumplirá cuatro años judicializada en los tribunales. "Yo acompaño mucho lo que acontece en Argentina", comentó Lula para dejar en claro que sigue con atención el escenario político del principal socio en el Mercosur. El ex presidente de Brasil, que ahora sólo luce un bigote y no lleva barba, dedicó varios párrafos a trazar un paralelo entre el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) y la administración kirchnerista. Habló sobre todo de la acción de los medios tradicionalesde ambos países. "Cuando los criticamos, dicen que los estamos atacando; cuando ellos nos atacan, eso es democracia", criticó. Con esa definición, probablemente sin saberlo, Lula parafraseó una famosa frase del dirigente radical César Jaroslavsky sobre el diario Clarín. "Hay que cuidarse de ese diario. Ataca como partido político y, si uno le contesta, se defiende con la libertad de prensa", solía advertir el entrerriano, fallecido en 2002.
La inauguración de la primera universidad fundada por un sindicato –la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), una iniciativa del gremio de los encargados de edificios (SUTERH)– había reunido desde el mediodía a funcionarios, dirigentes políticos, gremialistas e intelectuales. El acto central fue en la sede de la Universidad, en la calle Sarmiento al 2000, un moderno edificio de siete plantas que ayer lucía como una muestra a pequeña escala de lo que fue el Bicentenario: luces de colores, una pareja bailando tango electrónico mientras colgaba de arneses, pantallas gigantes y, en la calle, bombos y murgas desfilando. A las 19:20, tras las palabras de la locutora presidencial, en el auditorio de la planta baja aparecieron Lula, Cristina y el secretario general del Suterh, Víctor Santa María. Junto a ellos se sentaron Bernardo Kliksberg (doctor en Ciencias Económicas a cargo del Consejo Académico de la universidad); el ministro de Educación, Alberto Sileoni; el vice Amado Boudou y el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina.
El auditorio se completaba, en el palco y las primeras filas, con todo el equipo de gobierno de la presidenta –ministros y secretarios de Estado–, el vicegobernador Gabriel Mariotto (a Daniel Scioli no se lo vio), legisladores nacionales y de la ciudad más una nutrida representación del movimiento obrero cercano al oficialismo. Estuvieron Antonio Caló, Hugo Yasky, Horacio Ghillini, Gerardo Martínez, Omar Viviani y el padre de Santa María, José, a quien todo el ambiente de la política llama por su sobrenombre: "Pepe". Sin ocultar las lágrimas, el actual dirigente del Suterh reconoció que la idea de crear una universidad desde el sindicato surgió de su padre. "Esta iniciativa es posible porque en la Argentina vivimos un momento histórico. Gracias Néstor porque sin vos, sin tu esfuerzo y tu trabajo esto no hubiera sido posible", fue el otro reconocimiento de Santa María, dirigido inequívocamente a Néstor Kirchner.
Lula comenzó su discurso con una alusión futbolera. Dijo que la derrota de Corinthians, club del cual es hincha, lo había dejado muy nervioso. "El Boca (sic) tuvo la ayuda de un árbitro paraguayo", se quejó mientras Carlos Tomada, conocido por su pasión xeneize, hacía gestos con las manos.
Pasado el momento de las bromas, el ex mandatario de Brasil hizo un balance de las políticas educativas del PT en el gobierno. Luego giró su mirada hacia la Argentina, exhortó a la presidenta a que recopile los diez años de kirchnerismo en un libro propio (ayer circulaba un ensayo compilado por el intelectual brasileño Emir Sader, titulado "Lula e Dilma. Diez años de gobiernos posneoliberales") y elogió las políticas llevadas adelante en la Argentina. "Podrán venir todos los medios de comunicación, pero no podrán negar el apoyo que tiene este gobierno en los pobres", zanjó.
Cristina, que se abrazó dos veces con Lula, cerró el acto con una exposición que se fue encendiendo a medida que hablaba. Hizo un balance de su gestión; mencionó a Tomada, a su hijo Máximo y a los dirigentes camporistas Andrés Larroque y Juan Cabandié, presentes en la sala, para terminar con un llamado a crear un “botón anti-zonzo” que prevenga a los argentinos de las zonceras sobre las que alertaba Arturo Jauretche. "Tenemos errores, seguramente, porque no somos perfectos. Pero en la balanza de la historia estoy segura que tendremos un lugarcito en la memoria de nuestro pueblo", remarcó entre aplausos y un clima casi de campaña.
17/05/13 Tiempo Argentino
Nada menos
Por Martín Granovsky
No viajó cualquiera a inaugurar la universidad fundada por un sindicato. Llegó a la Argentina nada menos que Lula, el nordestino que venció al hambre y la sed cuando su mamá emigró a San Pablo, el tornero, el secretario general de los metalúrgicos, el cofundador del Partido de los Trabajadores, el presidente de Brasil durante ocho años desde el 1º de enero de 2003 y el líder sudamericano de mayor proyección mundial.
La visita comenzó a gestarse cuando Pablo Gentili, el secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, participó en enero de un encuentro de intelectuales convocado por el ex presidente en el Instituto Lula. Gentili es argentino y a la vez tiene el reconocimiento del PT, a tal punto que es uno de los expertos consultados para cuestiones educativas. El puente lo completó muy pronto el ex ministro de Educación Daniel Filmus, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado y uno de los dirigentes políticos argentinos que respeta más la amplia construcción de alianzas por parte del PT y las reformas encaradas por Lula y Dilma Rousseff. Filmus es, a su vez, miembro del Consejo Académico de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo que fundó el gremio de encargados de edificios (SUTERH) y que Lula y Cristina Fernández de Kirchner inauguraron ayer. Hoy Filmus y Gentili abrirán la ceremonia de entrega de siete doctorados honoris causa a Lula: de las universidades de La Plata, Córdoba, Cuyo, Tres de Febrero, San Martín, Lanús y de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
Elegir a Lula, y que Lula aceptara el convite, significa el comienzo de un nivel de relación que no existía entre el PT y la dirigencia sindical peronista, encabezada ayer por Antonio Caló, secretario de la CGT más cercana al Gobierno. La relación originaria, que de todos modos no se rompió porque Lula suma sin romper, era la que en los ’80 tejieron el secretario del PT y el secretario de la Central de Trabajadores Argentinos Víctor De Gennaro.
Tender lazos entre sindicalistas de la región es uno de los objetivos que Lula se propuso cuando se acercaba al final de su último mandato y ya había decidido que no buscaría una reforma constitucional para habilitar la rereelección.
Sus preocupaciones de estos días apuntan a fortalecer la coalición que encabeza el PT antes de las elecciones del 2014 y, afuera, que disminuyan las fricciones con los vecinos. “Entre Dilma y yo no hay diferencias”, dijo ayer antes del acto, en una reunión previa con invitados especiales celebrada en el octavo piso de la UMET. “Y no podrá haberlas, porque si existieran yo me pondría al costado.” En cuanto a la Argentina, comentó: “Les dije a Dilma y a Cristina que no deben tener ni una pelea”. También analizó que si Michelle Bachelet gana las presidenciales de este año habrá tres mujeres gobernando al mismo tiempo.
Otro tema recurrente de Lula últimamente, que ayer repitió, es su idea de que no existe el político perfecto. “Les digo a los jóvenes que cuando se sientan desalentados por la política no desistan, porque el político perfecto que buscan y que algunos periodistas imaginan no existe: el político puede estar dentro de cada joven.”
martin.granovsky@gmail.com
17/05/13 Página|12
CFK Y EL EX PRESIDENTE DE BRASIL HABLARON DE LOS MEDIOS Y DESTACARON SUS COINCIDENCIAS
“Hemos derribado el mito de la rivalidad”
La Presidenta y Lula da Silva reivindicaron el proceso de integración regional y coincidieron en cuestionar el rol conservador de los grandes medios de comunicación. También destacaron la educación como factor de justicia social.
Por Nicolás Lantos
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el ex mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva coincidieron ayer en criticar el rol de los medios de prensa como un factor de poder conservador en el proceso que se vive en Sudamérica desde hace una década. “Es increíble: cuando uno los critica, dicen que los estamos atacando. Pero cuando los medios nos atacan, dicen que es democracia. Eso no puede ser”, aseguró el dirigente del Partido de los Trabajadores (PT), mientras que la jefa de Estado insistió: “Podrán tener diez mil titulares y editar 25 mil frases, pero nunca podrán borrar la vivencia de los argentinos sobre lo que pasó esta década”. Los dos compartieron el acto por la inauguración de la Universidad Metropolitana por la Educación y el Trabajo (UMET), donde también reivindicaron el proceso de integración regional que, en palabras de Lula, “está en el mejor momento que nunca”.
Durante la ceremonia, el tema excluyente fue la importancia de hacer llegar la educación a toda la población como herramienta para reducir la desigualdad, pero terminó derivando, una y otra vez, en el rol de los sectores conservadores y de los grandes conglomerados comunicacionales a la hora de oponerse a esos avances. En ese sentido, el brasileño destacó que “dar una oportunidad a los que nunca tuvieron oportunidades” es la única forma de empoderarse ante los embates de quienes históricamente ejercieron la toma de decisiones.
“Ampliar y multiplicar derechos otorga una legitimidad extraordinaria a cualquier gobierno”, porque “cuando se construye justicia social, pueden venir todos los diarios y los canales de televisión a decir lo contrario, pero la gente no se olvida” de los beneficios a los que accedió, aseguró el ex mandatario. “Venga quien venga después, nadie podrá negar el apoyo que dio el gobierno de los Kirchner a los pobres”, agregó, antes de comparar el proceso que encabezó y que ahora lleva adelante la presidenta Dilma Rousseff con los ciclos peronistas en la Argentina: “Los sectores conservadores de Brasil no entienden lo que pasó en esta década. Como no entienden lo que pasó acá en los años ’40 y lo que pasa ahora”, concluyó.
“Vos no te imaginás las cosas que dijeron del gobierno peronista, no sabés las cosas que dijeron de Eva y de Perón”, replicó CFK. “Pero no pudieron con ellos porque habían ampliado derechos. Ahora podrán tener diez mil titulares y editar 25 mil frases, pero nunca podrán borrar la vivencia de cada argentino de lo que pasó en esta década, los derechos, las obras, las escuelas, los millones de trabajadores que hoy tienen trabajo.” La Presidenta también se permitió una ironía: “Cada vez que nos quieren criticar nos dicen que no somos como Brasil. Pero la verdad es que por suerte sí somos. Somos como Lula, somos como Dilma”, celebró, levantando aplausos en la platea.
“Que cada uno elija”
CFK y Lula también coincidieron en hacer énfasis en la importancia de la educación como factor clave para la inclusión y la justicia social. “Algunos hablan de gobiernos populistas, yo prefiero decirles gobiernos que creen en la igualdad de oportunidades para que cada uno pueda elegir qué vida quiere tener”, señaló Fernández de Kirchner. Lula, por su parte, enumeró los ejes que sostienen una política inclusiva en este sentido: acceso de más jóvenes a la educación universitaria, valorización del trabajo docente, reducción de la brecha digital y una mayor interrelación entre el sistema educativo y el sistema productivo.
“No hacemos milagros, no hay milagros en política. La educación cumple una función fundamental en la tarea de hacer más justa a la sociedad –agregó Lula–. En Brasil luchamos contra todos los monopolios y eso incluye también al monopolio de la educación” por parte de las clases más altas, agregó, porque “eso no es otra cosa que el monopolio del poder”. En ese sentido, destacó la importancia de “beneficiar a todos, pero especialmente a aquellos a los que la educación les fue históricamente negada”.
La Presidenta marcó un contrapunto al recordar que en la Argentina “después del 2001 la clase media estuvo al borde de la extinción” y gran parte de la tarea acometida por el kirchnerismo en esta década pasó por recuperar ese sector, que siempre fue muy fuerte en este país, a diferencia de lo que sucedía en Brasil, donde las desigualdades eran más notorias. “Quiero recordarles a las clases medias que golpeaban con martillos las puertas de los bancos que, aunque a veces se olviden, fue este gobierno el que les devolvió los ahorros”, concluyó la Presidenta, destacando que “éste fue el gobierno en el que los trabajadores, los sindicatos y los organismos de derechos humanos volvieron a entrar en la Casa Rosada”.
Por último, ambos coincidieron en la necesidad de seguir alentando la integración regional que comenzaron, hace ya una década, Lula, Néstor Kirchner y Hugo Chávez. “Hemos derribado el mito de la rivalidad brasileño-argentina que impedía que creciéramos juntos y servía a intereses que estaban en contra de los nuestros. Los poderosos necesitan la división para seguir siendo poderosos, y ustedes quebraron esa pretendida desunión”, sostuvo Fernández de Kirchner. El brasileño, por su parte, remató: “Tenemos el derecho y la obligación de luchar por un mundo más justo. Será más justo cuando los derechos no sean patrimonio de aquellos que tengan dinero para comprarlos”.
LULA Y LOS CRITICOS AL KIRCHNERISMO
“Deberían recordar”
Por Nicolás Lantos
- Críticas: Aunque ambos mandatarios criticaron durante el acto el rol de los medios de comunicación como cabeza de la ofensiva conservadora en la región, durante un encuentro que Lula mantuvo con unos cincuenta dirigentes argentinos antes de la ceremonia oficial, el brasileño fue todavía más duro, acusando a estos canales de “fomentar la antipolítica”, algo que, advirtió, puede resultar peligroso. “Los que critican a Néstor y a Cristina, antes de criticar deberían recordar qué había antes de eso. No hay salida sin la política. A mí me causa miedo cuando veo a algunos medios de prensa crear una imagen negativa de los partidos políticos, de los sindicatos. Eso es peligroso. Puede no gustarte cómo gobierna Dilma, puede no gustarte cómo gobierna Cristina, okey. Pero hacé política”, fue lo que sostuvo el ex mandatario al final del encuentro. También sostuvo que los procesos políticos que se dan en Sudamérica “son resultado de la madurez política de los pueblos, por eso no se puede fallar, porque fallar sería lo peor que podría pasarles a los pueblos sudamericanos”.
- Fútbol: Antes de comenzar su discurso, Lula hizo un breve comentario del partido en que el equipo del que es hincha fanático, el Corinthians, resultó eliminado de la Copa Libertadores ante Boca, quejándose del arbitraje que los perjudicó. CFK recogió el guante y le advirtió: “Tuviste suerte de que yo no soy futbolera, si hubiera estado Néstor te hubiera gastado todo el día, aunque él no era de Boca, era de Racing, te hubiera gastado igual”.
- Show: El auditorio donde se llevó a cabo el acto era tan pequeño que algunas figuras importantes tuvieron que permanecer de pie (como el intendente de Quilmes, Francisco “Barba” Gutiérrez) mientras que otras, cuyas identidades no serán delatadas, directamente abandonaron el lugar antes de que concluyera la ceremonia. Afuera, en la calle, mientras tanto, un millar de militantes resistía el frío para seguir por pantalla gigante los discursos. Para amenizar la espera, se organizó sobre la fachada del edificio un show de música, luces y acrobacia.
- Presencias: Uno de los datos llamativos del acto fue la cantidad de presencias sobre el escenario. Estuvo casi todo el gabinete nacional, junto a representantes de organismos de derechos humanos como la titular de Abuelas, Estela Carlotto. Del campo gremial se destacaban el secretario general de la CGT, Antonio Caló; junto al de la CTA, Hugo Yasky, además del estatal Andrés Rodríguez, el taxista Omar Viviani, el anfitrión y titular del Suterh, Víctor Santa María, Gerardo Martínez, de la UOCRA, y José Luis Lingieri de Obras Sanitarias.
- Santoro: Como parte de la ceremonia se descubrió un díptico del artista plástico Daniel Santoro que representa la unión entre el trabajo y la educación a partir de retratar a un obrero regresando al hogar, donde su mujer está con una niña de edad escolar. Uno de los dos cuadros que conforman la obra viajará a Brasil junto con Lula mientras que el otro permanecerá en Buenos Aires, donde será exhibido en un salón de la Casa Rosada. Así, explicaron fuentes del gobierno argentino, “se simboliza la unión y el compromiso común de ambos países por profundizar la justicia social y la educación de los sectores postergados, en el marco de una alianza estratégica única en la historia de la región”.
LA PRESIDENTA RECIBIO A LULA EN LA CASA DE GOBIERNO
Una cena en la Rosada para terminar el día
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner cerró anoche su jornada junto al ex mandatario del Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en la Casa de Gobierno. Luego de compartir el acto de inauguración de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo en el barrio de Congreso, ambos se trasladaron a la Rosada. Allí la Presidenta recibió a Lula en audiencia y luego compartieron una cena.
Cristina Fernández de Kirchner y Lula sentaron a apenas un puñado de colaboradores a su mesa. Según informaron fuentes oficiales, de la “cena privada” participaron junto a CFK el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini. Con Lula estuvieron su asesor Luiz Dulci y el embajador brasileño en Argentina, Enio Cordeiro.
La cena se realizó en el Salón Comedor Presidencial. Antes de cenar, la Presidenta y el ex mandatario brasileño realizaron una recorrida por las instalaciones de la Casa Rosada. Ya en el salón comedor, CFK le obsequió a su visitante un dibujo enmarcado en el que aparecen juntos el ex presidente Néstor Kirchner y Lula. A los dos ex presidentes se los ve con un atuendo en el que se puede leer “América latina + Unida”.
Un día de distinciones
La actividad del ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva en la Argentina se reanudará hoy en el Congreso de la Nación, donde será declarado Doctor Honoris Causa por las universidades nacionales de Córdoba, Cuyo, Lanús, La Plata, San Martín, Tres de Febrero, San Juan y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Las casas de altos estudios fundamentaron el reconocimiento al mandatario brasileño en “su gran aporte al desarrollo del pensamiento social y político dirigido a la erradicación de la pobreza y la inclusión social de las poblaciones que se encuentran en condiciones de desigualdad, creando mejores oportunidades en los ámbitos de la educación, la salud y el trabajo”. Además, en la ceremonia que tendrá lugar en el Salón Azul del Palacio Legislativo, también será distinguido con la mención de honor “Senador Domingo Faustino Sarmiento”. La iniciativa fue del senador del Frente para la Victoria Daniel Filmus, quien recordó que “ese doctorado constituye un título honorífico que concede una universidad a una persona que ha realizado una contribución social o científica particularmente relevante”.
17/05/13 Página|12
VIDELA II
Las últimas confesiones del dictador
Videla en su cuarto en el penal de Marcos Paz donde cumplía condena por crímenes de lesa humanidad.
En febrero del año pasado, la revista española Cambio16 publicó un reportaje a Jorge Rafael Videla hecho por el sociólogo Ricardo Angoso. En una nota posterior, el periodista Horacio Verbitsky destacó el "enorme valor histórico" de esa entrevista en la que el dictador reivindicó el accionar de las Fuerzas Armadas, habló del apoyo al golpe de algunos partidos políticos y la Iglesia Católica, y consideró que los indultos de Carlos Menem corrigieron el "error" de condenar la represión de Estado.
- Las Fuerzas Armadas ofrecieron cuatro cursos de acción y el gobierno justicialista eligió el más drástico y rápido. El presidente interino Italo Luder les dio “licencia para matar”.
- Con tan amplios poderes “casi no hubiera sido necesario dar el golpe de Estado”, que se debió a “otras razones”. Así alude al “peor crimen de la dictadura, la miseria planificada de millones”, como escribió Walsh.
- El líder de la oposición, Ricardo Balbín, le preguntó si estaban “dispuestos a dar el golpe”. Videla lo interpreta como otra licencia. “Los radicales apoyaban el golpe, estaban con nosotros”.
“Los empresarios también colaboraron”, por medio del ministro de Economía Martínez de la Hoz.
- “Mi relación con la Iglesia Católica fue excelente, muy cordial, sincera y abierta”, porque “fue prudente”, no le creó problemas ni siguió la “tendencia izquierdista y tercermundista” de “otras iglesias del continente”. Condenaba “algunos excesos”, pero “sin romper relaciones”. Con el presidente de la Conferencia Episcopal, Cardenal Raúl Primatesta, hasta “llegamos a ser amigos”. Sobre el conflicto interno, que Videla llama guerra, “también tuvimos grandes coincidencias”.
- Además “teníamos a los capellanes castrenses asistiéndonos y nunca se rompió esta relación de colaboración y amistad”.
- Por primera vez, Videla admitió el método del secuestro de personas y su posterior asesinato. El vocablo desaparecido, que usaron por comodidad, para no dar explicaciones, fue “encubridor de otras realidades”. Dijo que los asesinados así habían sido 7.000, el mismo número que reconoció Díaz Bessone. Añadió que “sabemos quiénes murieron y en qué circunstancias”.
- Consideró “correcto” el enfoque de los tres niveles de responsabilidad de Alfonsín, quien “se ciñó al derecho”, actuó “con decoro” y en “forma prudente”. Además dictó las leyes de punto final y obediencia debida. “Aunque cometió errores, la Justicia funcionaba”.
- Menem enmendó esos errores y “cumplió a través de los indultos”.
- El peor momento para los militares ocurre “con la llegada de los Kirchner al gobierno. Ha habido una asimetría total en el tratamiento a las dos partes enfrentadas en el conflicto”.
- Hoy “la República está desaparecida”, porque no hay justicia sino venganza.
Texto completo de la entrevista
El genocida Jorge Rafael Videla dijo sentirse orgulloso de haber sido una de las cabezas visibles del periodo histórico más deleznable de la historia reciente de Argentina, con miles de desaparecidos y asesinados por la Junta Militar. Eso sí, agradeció los servicios prestados a la Iglesia católica.
ENTREVISTA EXCLUSIVA EN CAMBIO16 / Jorge Rafael Videla, dictador argentino (1976-1981)
LA CRISIS ARGENTINA DE LA DÉCADA DE LOS SETENTA
Ricardo Angoso:¿Cómo estaba viviendo Argentina en el año 1976, qué estaba pasando en ese momento?
Jorge Rafael Videla: Mi impresión sobre ese período es fácil de definir. Ubiquémonos en el año 1973, para comenzar. Se cerró un ciclo militar, tras un gobierno de esas características, y llegó el doctor Héctor Cámpora, que era un hombre de poco carácter, manejable e incluso peligroso, en un momento en que el peronismo se estaba redefiniendo y también radicalizando. Cámpora representaba, siguiendo la moda del momento, una tendencia de izquierdas, progresista podemos decir dentro del movimiento, frente al conservadurismo. Sin ser una persona de izquierdas era más afín a esa tendencia, plegándose a los intereses y deseos de los más jóvenes dentro del peronismo. Cámpora se hace con el gobierno, tras haber ganado las elecciones, el 25 de mayo de 1973, y una de las primeras medidas que toma, sino la primera, es el decreto por el que se pone en libertad a todos los terroristas detenidos y condenados por un tribunal que había sido creado por el general Alejandro Danusse. Este tribunal era una Cámara Federal en lo Penal (Cafepena) creada específicamente para investigar y condenar actos de terrorismo cometidos en todo el ámbito nacional y era específica para dichos actos. Como consecuencia del trabajo llevado a cabo por las autoridades anteriores a Cámpora había más de un millar de terroristas detenidos por delitos probados. Cámpora firma el decreto de indulto por el cual se liberan a todos estos presos que provienen de los sectores jóvenes y radicales del peronismo; salen victoriosos de las cárceles y cuando salen, a la media noche, les esperan sus seguidores y compañeros. Comienza el caos y el terror se adueña, de nuevo, de las calles de Argentina.
Los jóvenes peronistas más radicales le llaman al presidente el "tío Cámpora", lo cual revela la afinidad entre este sector del movimiento con el presidente. Esta gente, desde luego, no salen arrepentidos ni con deseos de integrarse en el sistema democrático, sino directamente con la idea de continuar con la revolución y seguir por la vía violenta, incluso matando. Simultáneamente a estos hechos, el Congreso refrenda ese indulto y queda, digamos, legalizado de facto. Ni que decir tiene que estos jóvenes estaban armados e iban a continuar por la vía violenta su objetivo de hacer la revolución. Amnistía y olvido quedaban así refrendados. Ese fue el comienzo de los hechos que vinieron después; Perón no estaba en el país y, cuando tuvo conocimiento de los hechos, parece que no le agradaron. Estos jóvenes no actuaban de acuerdo con los principios que tenía Perón, que pasaban más por un reencuentro, un acuerdo entre todos los argentinos para solucionar los problemas, y tampoco estaban en la línea de su pensamiento.
Este desacuerdo se confirma cuando llega Perón a Argentina y no puede aterrizar donde estaba previsto, debido a que se había desatado una batalla campal donde estaba programado aterrizar y porque los propios peronistas se habían enfrentado entre ellos por el liderazgo del movimiento; se habla de que hubo entre un centenar y dos centenares de muertos. La recepción a Perón degeneró en un enfrentamiento entre la derecha y la izquierda del peronismo por monopolizar la figura del líder y controlarlo durante su llegada. Y el liderazgo, siguiendo sus patrones, tenía que dirimirse por la fuerza de las armas. El avión de Perón tiene que aterrizar en un aeropuerto militar por razones de seguridad y le recibe el vicepresidente que estaba en Buenos Aires. Perón toma conciencia de que las cosas no le van a resultar tan fáciles como él pensaba y que está juventud maravillosa de antes le iba a traer problemas; tendría que tomar medidas para evitar que la situación se desbordase y ya toma posiciones, considerando que estos jóvenes no eran tan idealistas sino revolucionarios, claramente. Tiempo después, consciente de la situación tan adversa que asume, provoca la renuncia de Cámpora y se hace un llamado a elecciones, en donde Perón sale elegido mayoritariamente con su esposa como vicepresidente. Perón, en esas elecciones, sale elegido con un alto porcentaje de votos, más del 62% del censo, y decide poner orden en un estado de cosas y en un movimiento que ya no compartía sus ideas.
Hay un episodio que lo conmueve a Perón, que es el atentado contra el dirigente gremial José Ignacio Rucci, que es asesinado y ahí, el presidente dice: "Me cortaron las piernas". Fue un acto doloroso y mostraba que Perón no dominaba todavía la situación, mostrando a las claras que el oponente ya no tenía miramientos y estaba dispuesto a llegar hasta el final. Perón, entonces, en una reunión secreta con los dirigentes peronistas, en Los Olivos, da a entender a través de una directiva que se acabaron los miramientos hacia estos actos y que había acabar de una vez, incluso por la violencia, respondiendo a este tipo de acciones violentas y terroristas. Esta decisión dio lugar a que se produjeran una serie de acciones encubiertas. Y lamentablemente la mano ejecutora de este grupo que operaba bajo las órdenes y el consentimiento de Perón era el ministro de Bienestar Social, José López Rega, que organiza la Triple A, las famosas tres A -Alianza Anticomunista Argentina-, un hombre de confianza del presidente que se dedica a ejecutar las órdenes que le da el viejo general y que no siempre se atienen a la legalidad. De esta manera, se van dando los primeros pasos y pone orden en el país, pero, sin embargo, el líder ya no es el de antes y tiene la salud muy desgastada. Hasta el último aliento da todos sus esfuerzos por normalizar y por trabajar en su proyecto, que desde luego no era el de los jóvenes "idealistas", sino el de normalizar el país de una vez por todas tras los excesos cometidos.
MARÍA ESTELA MARTÍNEZ DE PERÓN, PRESIDENTA DE ARGENTINA
Perón muere y le sucede automáticamente su mujer, María Estela Martínez de Perón, tal como se preveía legalmente. La mujer de Perón, desde luego, no estaba preparada para ser presidente y mucho menos en las circunstancias en las que estaba viviendo el país. Para afrontar la situación que vivíamos, se necesitaba carácter, conocimiento, capacidad para tomar decisiones y prestigio, rasgos de los que carecía totalmente esta señora. El gobierno de María Estela va perdiendo fuerza. Era una buena alumna de Perón, eso sí, ya que desde el punto de vista ideológico se situaba en la extrema derecha del peronismo y el marxismo le provoca un rechazo total. En un almuerzo con varios generales, una treintena si mal no recuerdo, llegó a ser muy dura con el marxismo, en ese sentido no quedaban dudas de que la dirección ideológica estaba encaminada, pero le faltaban fuerzas y conocimientos para llevar a cabo el combate, la lucha, y poner orden. Incluso para poner coto a las actividades de López Rega, que mataba por razones ideológicas pero que también lo hacía por otras razones para cobrarse algunas cuentas pendientes. La situación, como ya he dicho antes, era muy difícil, reinaba un gran desorden. A Isabel se le hizo saber este estado de cosas y destituye finalmente a López Rega, que lo envía de embajador itinerante al exterior. Así se cumplía el deseo de muchos, entre los que me encontraba, que no queríamos que este hombre siguiera al frente de sus responsabilidades.
La acción del terrorismo sigue por su cuenta. Aquel calificativo de que eran "jóvenes idealistas" por pensar distinto hasta el extremo de masacrarlos quedo en evidencia, era una vulgar patraña. Esta gente estaba entrenada en el exterior, principalmente en Cuba, Siria, Libia y otros países, y luego dentro del país con instructores foráneos; además tenían armamentos y equipos de alto nivel ofensivo, incluso de tecnologías avanzadas. Todo ello reforzado con fábricas de armas y explosivos que llegaron a operar y tener dentro del territorio argentino. Tenían capacidad para matar y hacer daño a la sociedad argentina. Como remate a toda esta estructura, estaba la crueldad que les distinguía, no eran ángeles sino terroristas. Incluso la revista Time, en un artículo de la época, establecía que si comparábamos a terroristas argentinos, alemanes e italianos, en términos de crueldad, los europeos eran infinitamente más humanos que los de nuestro país. Huelgan más comentarios. Con esos "jóvenes idealistas" y sus crueles métodos nos teníamos que enfrentar entonces.
Así llegamos a finales de agosto de 1975, en que soy nombrado Comandante en Jefe del ejército argentino, y en los primeros días del mes de octubre, a principios, somos invitados los comandantes de los tres ejércitos a una reunión de gobierno presidida por Italo Luder, que ejercía como presidente por enfermedad de María Estela, en las que se nos pide nuestra opinión y qué hacer frente a la desmesura que había tomado el curso del país frente a estas acciones terroristas.
Vivíamos unos tiempos turbulentos y había que dar una respuesta. Muestra de la debilidad del momento era la enfermedad de la presidenta, que ni siquiera podía ejercer su mandato en esa difícil situación. Y con el acuerdo de las otras dos fuerzas militares, la armada y la aérea, yo expuse algunos lineamientos para hacer frente a la amenaza terrorista que padecíamos. De acuerdo con el gobierno de entonces se realzaban algunas medidas acordadas entre las partes para hacer frente al terrorismo y que un periodo de año y medio estaba amenaza fuera conjurada de una forma eficiente. Italo Luder llegó a firmar los decretos para que las Fuerzas Armadas del país pudieran actuar efectivamente en la lucha contra los "subversivos" y el terrorismo. También se decidió que las fuerzas de seguridad del Estado, conjuramente con las Fuerzas Armadas, se coordinasen en estas acciones antiterroristas. Se había logrado un acuerdo entre el poder político y los militares para luchar conjuntamente contra el terrorismo.
Con acuerdo de las otras dos fuerzas, yo hube de exponer cuatro cursos de acción, que no viene al caso detallar ahora, que culminó con la selección de parte del doctor Luder del cuarto curso de acción, que era el más riesgoso, en cuanto que confería más libertad de acción, pero que garantizaba en no más de un año y medio que el terrorismo sería derrotado. Los cursos de acción del 1 al 3 eran más contemplativos, pautados con el fin de evitar errores, pero – de ser seguidos – irían a dilatar sin término el caos en el que se vivía.
El acuerdo se firmaba, bajo estos decretos, para combatir el terrorismo en todas sus formas y hasta el aniquilamiento definitivo; por otras razones, más tarde, cuando fuimos juzgados, se le preguntó a Luder por el término aniquilar e hizo un excelente exposición en términos semánticos sobre la cuestión, que se resume en reducir a la nada; no tiene otra interpretación. A partir de ese momento, de hecho y de derecho, el país entra en una guerra, pues no salimos como Fuerzas Armadas a cazar pajaritos, sino a combatir al terrorismo y a los subversivos. Estamos preparados, como militares, para matar o morir, estábamos en una guerra ante un enemigo implacable, aunque no mediara una agresión formal, estábamos en una lucha. Así, a principios de octubre de ese año, entramos en una guerra de una forma clara. Desde el punto de vista del planeamiento no fue sorpresa porque el ejército ya jugaba con hipótesis de conflicto, una de las cuales era un desborde sorpresivo terrorista que sobrepasara a las fuerzas de seguridad y que se tuvieran que emplear a las Fuerzas Armadas para detener la amenaza. Teníamos esa contingencia prevista y, ante tal eventualidad, lo único que teníamos que hacer era salir a luchar con los planes previstos.
LA LUCHA CONTRA EL TERRORISMO
Llegamos así, ya en plena lucha contra el terrorismo, al mes de marzo de 1976, en donde padecemos una situación alarmante desde el punto de vista social, político y económico. Yo diría que en ineficacia la presidenta había llegado al límite. Sumando a esto la ineficiencia general se había llegado a un claro vacío de poder, una auténtica parálisis institucional, estábamos en un claro riesgo de entrar en una anarquía inmediata. El máximo líder del radicalismo, Ricardo Balbín, que era un hombre de bien, 42 días antes del pronunciamiento militar del 24 de marzo, se me acercó a mí para preguntarme si estábamos dispuestos a dar el golpe, ya que consideraba que la situación no daba para más y el momento era de un deterioro total en todos los ámbitos de la vida. "¿Van a dar el golpe o no?", me preguntaba Balbín, lo cual para un jefe del ejército resultaba toda una invitación a llevar a cabo la acción que suponía un quiebre en el orden institucional. Se trataba de una reunión privada y donde se podía dar tal licencia; una vez utilice este argumento en un juicio y me valió la dura crítica de algunos por haber incluido a Balbín como golpista. Los radicales apoyaron el golpe, estaban con nosotros, como casi todo el país. Luego algunos dirigentes radicales, como Alfonsín, lo han negado.
El hecho efectivo es que el 24 de marzo se produce el levantamiento militar. Y conforme a los estatutos fijados para reorganizar el Estado, el nuevo orden conducción jefatura iba a ser la Junta de Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, de la cual dependía el presidente con las facultades propias que le otorgaba la Constitución y con algunas limitaciones, entre otras que el Comando Supremo de las Fuerzas Armadas que yo retenía otorgaba autonomía a cada uno de los componentes del ejército en su zona operacional. Los tres cuerpos de las Fuerzas Armadas se integraban en el cuerpo institucional, comenzaba una nueva era.
LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA INTERVENCIÓN MILITAR
R.A.: ¿Cómo reaccionó la sociedad civil ante la intervención militar del 24 de marzo de 1976 y después de la misma?
J.R.V.: Padecíamos vacío de poder, parálisis institucional y riesgo de una anarquía, y frente a este estado de cosas el clamor ciudadano, con sus dirigentes a la cabeza, pidiendo la intervención de las Fuerzas Armadas. Había un sentir general, que representaba Ricardo Balbín y otros dirigentes, en favor del cambio, de la intervención. La gente nos demandaba que interviniéramos e incluso Balbín llegó a decir en esos momentos que tenía las manos vacías de soluciones, que la clase política no podía hacer más.
R.A.:¿Sin esa intervención militar qué habría pasado en el país?
J.R.V.: En general, el consenso era que había que hacerlo, quizá porque en Argentina de una forma natural siempre se ha creído que las soluciones políticas cuando los gobiernos fracasaban se arreglaban con golpes de Estado. Y esta ocasión, además, se veía la intervención de una forma justificada ante los extremos a los que habíamos llegado. Hacía falta una medida de fuerza y la gente compartía esa visión. Si nosotros no lo hacíamos, el vacío de poder iba a ser aprovechado por la subversión para llegar al poder y ocupar todo el espacio dejado por otros. Así de sencillo. O tomábamos el poder o la subversión se hacía por la vía de las armas con las instituciones. Teníamos planes, métodos para el combate al terrorismo, podíamos hacerles frente y así lo hicimos. Pero, además, el gobierno que teníamos, que actuaba de una forma pusilánime y anarquizante, no estaba en condiciones de hacer frente a la amenaza que vivíamos en esos momentos, en que cada día el deterioro era mayor.
R.A.:¿Había unidad en las Fuerzas Armadas con respecto a esta acción?
J.R.V.: Había unidad total, sin ningún género de dudas. Así como la hubo en lo que fue la lucha contra la subversión, también la hubo en lo que fue la necesidad de llevar a cabo la intervención militar para poner orden en el país. Después hubo divisiones, por otras razones, porque la política obra siempre con matices, hubo algunas diferencias, pero en ese momento hubo total unanimidad en lo que respecta a llevar a cabo la intervención militar.
EL PROCESO DE REORGANIZACIÓN NACIONAL
R.A.:¿Cómo podría definir lo que se denominó entonces como el Proceso de Reorganización Nacional (1976-1982)?
J.R.V.: El 24 de marzo se produce el pronunciamiento militar, que no fue una sorpresa para la mayoría de los argentinos porque era evidente que tarde o temprano se iba a producir y ocurrir. Estaba previsto en el guión y todos los sectores políticos y sociales habían sido consultados para confluir en ese resultado esperado. Nosotros éramos conscientes de la situación que se vivía, no podíamos dejar que el país siguiera inmerso en esa crisis y teníamos que actuar. Nuestra intención era ayudar a enderezar el rumbo y teníamos previsto que es lo que había que hacer con urgencia. Salimos a hacer lo que creíamos que había que hacer y estaba en nuestros planes.
El Proceso de Reorganización Nacional preveía que Junta era el máximo órgano del Estado y que debajo de esta entidad política estaba un presidente con las mismas funciones que le daba la Constitución, salvo algunas como los poderes que le daba a cada comandante de la Junta en el manejo de sus fuerzas. Luego, por acuerdo dentro de la Junta, se me nombró presidente de la misma reteniendo la jefatura del ejército. Vivíamos en una situación de excepción que implicaba medidas excepcionales, valga la redundancia. Después, cuando llegamos al año 1978, en que la situación ha mejorado notablemente en términos de seguridad pública, yo abandonó ese esquema y dejó uno de los dos cargos; pasó a retiro de jefe del ejército y asumo la presidencia con las limitaciones que le he explicado antes.
R.A.:¿Cuál fue la reacción de la comunidad internacional en esos momentos?
J.R.V.: Favorable, totalmente favorable. Así como después la comunidad internacional mostró desconocer la realidad argentina y hacer una asociación errónea de los hechos, especialmente lo que fue la comunidad de países europeos, que veía en la dictadura argentina, o en su forma de autoritarismo, una suerte de conexión con que fue el fascismo y el nazismo. Nos querían medir con esa vara y nosotros no teníamos nada que ver con todo eso, por supuesto. Nos costó mucho tener que mejorar esa imagen errónea que tenían de nosotros y dedicar mucho trabajo a ese esfuerzo.
R.A.:¿Qué logró, en definitiva, el Proceso de Reorganización Nacional?
J.R.V.:Estábamos en el año 1978 y el Proceso había cumplido plenamente con sus objetivos, entre los que destacaba el fundamental, que era poner orden frente a la anarquía y el caos que amenazaba y enfrentaba el país el 24 de marzo de 1976. Y porque digo que había cumplido con sus objetivos, simplemente porque no había ni asomo ya de la amenaza terrorista y mucho menos de la delincuencia común. Eramos uno de los países más seguros del mundo, caminábamos en la mejor de las direcciones.
En lo económico, también se había mejorado, aunque teníamos riesgos inflacionarios que no voy a ocultar ni minimizar. Pero sí se había logrado la confianza del exterior, sobre todo a través de créditos para la Argentina para remozar el aparato productivo del país que estaba seriamente desatendido. Había, además, una gran paz social y se aceptó, mediante un acuerdo con los gremios, que los salarios estuvieran sujetos a la productividad y no a otros elementos; el que más trabaja más ganaba, simplemente. Teníamos un desempleo peligroso, podemos decir, pero no alto, del 2,5%. Digo peligroso porque no permitía flexibilidad en el mercado de trabajo. Y la clase política no daba muestras ni ansiedad de que el periodo se agotase y se iniciase una nueva etapa política; nos seguían con atención y desconocían cómo había sido la guerra, que parecía haber ocurrido en una nebulosa. Los políticos no querían meterse mucho en estos asuntos y los dejaban para aquellos que manejaban la seguridad del país, responsabilidad que recaía en nosotros en aquellos momentos.
EL MUNDIAL DE FÚTBOL DE 1978
R.A.: Así llegamos al Mundial de Fútbol de 1978, ¿cómo lo vivió?
J.R.V.:Tuvimos la suerte de organizar este evento en un momento en que la amenaza terrorista había sido doblegada. Además, para congratularnos más, Argentina ganó ese campeonato mundial y al margen de que habíamos ganado, el país mostró su capacidad de organización en un corto tiempo. Mostramos al mundo que podíamos y sabíamos organizar una actividad internacional de estas características; fue un gran avance y en apenas unos meses, pues antes no se habían comenzado los trabajos, desarrollamos todas las capacidades para este Mundial. Los anteriores gobiernos que nos antecedieron no habían hecho nada y recayó en nosotros la responsabilidad de poner en marcha aquellos trabajos que se desarrollaron satisfactoriamente. Es decir, se sabía del mundial desde hacia cuatro años y en los dos años en que estuvieron los peronistas no se hizo nada para el desarrollo de la actividad; el trabajo lo hicimos nosotros en solo dos años en los que trabajamos mucho en infraestructuras e instalaciones. Incluso desarrollamos la televisión en color, que hasta en ese momento no la teníamos en Argentina. Pudimos exhibir al exterior nuestra capacidad de organización y trabajo junto con un país en paz frente a las maledicencias de algunos sectores interesados. Le Monde llegó a reproducir un reportaje de un periodista que se imaginaba que unos disparos que sonaban en los alrededores del estadio, procedentes del Tiro Federal Argentino cercano, eran las balas dirigidas a un pelotón de personas fusiladas. El estadio estaba a dos cuadras del polígono de tiro y el periodista, obviamente, quería denigrarnos al precio que fuera. Se nos atacaba injustamente, estábamos en una guerra por explicar qué es lo que pasaba en el país frente datos y noticias calumniosas, claramente. Eran informaciones aberrantes, tendenciosas, tendentes a denigrar a Argentina como fuera.
R.A.:¿La Iglesia católica qué actitud tomó en aquellos momentos?
J.R.V.:La Iglesia cumplió con su deber, fue prudente, de tal suerte que dijo lo que le correspondía decir sin que nos creara a nosotros problemas inesperados. En más de una oportunidad se hicieron públicos documentos episcopales en donde, a juicio de la Iglesia, se condenaban algunos excesos que se podían estar cometiendo en la guerra contra la subversión, advirtiendo de que se corrigieran y se pusiera fin a esos supuestos hechos. Se puso en evidencia de que se debía concluir con esos excesos y punto, pero sin romper relaciones y sin exhibir un carácter violento, sino todo lo contrario. No rompió relaciones, sino que nos emplazó a concluir con esos hechos. Expresó lo que consideraba que no se estaba haciendo bien, porque podía corresponder a su terreno, pero no fue a más. Mi relación con la Iglesia fue excelente, mantuvimos una relación muy cordial, sincera y abierta. No olvide que incluso teníamos a los capellanes castrenses asistiéndonos y nunca se rompió esta relación de colaboración y amistad. El presidente de la Conferencia Episcopal, Cardenal Primatesta, a quien yo había conocido tiempo atrás en Córdoba, tenía fama de progresista, o sea proclive a la izquierda de entonces, pero cuando ocupó su cargo y yo era presidente del país teníamos una relación impecable. Y debe reconocer que llegamos a ser amigos y en el problema del conflicto, de la guerra, también tuvimos grandes coincidencias. La Iglesia argentina en general, y por suerte, no se dejó llevar por esa tendencia izquierdista y tercermundista, politizada claramente a favor de un bando, de otras iglesias del continente, que sí cayeron en ese juego. No faltó que algún miembro de esa Iglesia argentina entrara en ese juego pero eran una minoría no representativa con respecto al resto.
R.A.:¿Y con los empresarios cómo fue esa relación?
J.R.V.: Los empresarios también colaboraron y cooperaron con nosotros. Incluso nuestro ministro de Economía de entonces, Alfredo Martínez de la Hoz, era un hombre conocido de la comunidad de empresarios de Argentina y había un buen entendimiento y contacto. Hubo algún roce, claro, como suele suceder, porque cada uno defiende sus intereses siempre. Pero, en general, fue una buena relación.
R.A.:Entonces, y volviendo a sus objetivos iniciales, ¿el Proceso había cumplido sus objetivos y por qué no abandonaron el poder?
J.R.V.:El Proceso había cumplido sus objetivos a mediados del año 1978, este es un punto crucial que quiero destacar. La pregunta era:¿Si el Proceso había cumplido sus objetivos porque no darlo por terminado? No había otra razón de ser, las cosas ya se habían hecho. O había que darle otro sentido. Y si así era, el Proceso iba a languidecer porque no tenía otra razón de ser en aquellos momentos. Nunca se planteó oficialmente esta cuestión que era crucial y fundamental. Había un sector perfeccionista de las Fuerzas Armadas que decía que ahora las cosas están bien y vamos a embarcarnos en otros problemas, a seguir trabajando hasta que las cosas sean perfectas, pero no era así, creo yo, porque los hombres no llegan nunca a la perfección absoluta. Los hombres no son perfectos, solo Dios lo es. Era tan sólo una forma de justificar el quedarse en el poder por quedarse. Y había un sector que decía que a este Proceso que habíamos comenzado había que darle otra razón de ser.
R.A.:¿Hablamos, entonces, de que las Fuerzas Armadas estaban divididas en ese momento?
J.R.V.: Este asunto sobre la naturaleza del Proceso no fue tratado oficialmente, pero el debate estaba ahí, subyacía esa división acerca de que dirección se quería tomar y había sus matices sobre cómo afrontar el futuro. Había que dar otra naturaleza, otro contenido al Proceso, pero también estaba la posibilidad de abandonarlo de una forma definitiva. Luego estaba el conflicto con Chile por las islas del Canal de Beagle y tenga en cuenta que estuvimos a punto, en diciembre de 1978, de llegar a una guerra. También quedaba el camino de una salida política ordenada de un Proceso que se había mostrado exitoso en el desempeño de sus funciones; en ese momento se podía negociar desde una posición óptima. Yo mantenía que el Proceso, en esos momentos, tenía que ser capaz de dejar su descendencia, es decir, hacer política de una forma que las Fuerzas Armadas transcendieran más allá del periodo histórico que ya habíamos superado.
¿Cómo? Dejando la herencia de un Proceso exitoso a los políticos que eran nuestros aliados y amigos, ese era el camino de entonces que yo defendí. Pero hay hubo otros problemas, ya que la política se hace con ideas y con hombres; las ideas eran las del Proceso, que llevamos adelante, y luego estaban los hombres, que tienen nombre y apellidos. Si en aquellos momentos se hubieran antepuesto los nombres y apellidos de algunos que estaban participando en el proceso, se hubiera roto la cohesión de las Fuerzas Armadas y este era un valor que no podíamos poner en juego y arriesgar. No podíamos darnos el lujo de romper la cohesión de las Fuerzas Armadas, estaban todavía en juego muchas cosas. Lamentablemente, en ese dejar pasar el tiempo el Proceso en sí languideció y llegó muy desgastado, sin presión externa, hasta fines del año 1979, en que la Junta hizo públicas las Bases políticas del Proceso y las sometía a la opinión de toda la comunidad argentina a cuyo frente se situaría el ministro del Interior de entonces para escuchar a todas las voces cualificadas de la sociedad argentina para consultarlos sobre esas bases o modificarlas. O, en su defecto, después de escuchar a todas las partes, enriquecerlas con nuevos aportes. Se trataba de establecer un diálogo productivo entre las autoridades y la sociedad argentina sobre estas Bases Políticas, pero había dos preguntas ineludibles: 1) ¿Si era conveniente la revisión del acuerdo en la guerra que habíamos librado contra la subversión?; y 2) ¿si estuvo justificado el levantamiento militar del 24 de marzo de 1976? La respuesta a la primera llegó al 70% y A la segunda, al 80% del acuerdo nacional, respectivamente.
LAS VÍCTIMAS DEL CONFLICTO: DISPARIDAD DE CIFRAS
R.A.:Hay una gran disparidad en las víctimas que se ofrecen desde la izquierda, desde las Madres de Mayo, y desde otros colectivos, ¿cuántas víctimas o desaparecidos hubo en Argentina entre 1976 y 1982?
J.R.V.: Hay una gran disparidad en las cifras que se ofrecen, como usted dice, lo cual le resta credibilidad a lo que se presenta o se intenta hacernos creer. No se puede pasar de un extremo a otro, es decir, de 32.000 que presentan algunos a a 7.000 cifrado por otras comisiones. Creo que este asunto tiene mucho que ver con las compensaciones o el resarcimiento económico que se le dio a las víctimas, o a los supuestos desaparecidos, y en este caso sólo se presentaron 7.000 personas para reclamar lo que les correspondía. Y esa indemnización era de 240.00 dólares por cada caso probado, una cifra nada despreciable, desde luego. Esa es la cifra real porque estamos hablando de la época del presidente Menem y la gente no tenía miedo ya de presentarse abiertamente para hacer sus reclamos. Los militares habíamos desaparecido ya de la escena política. Esa es la realidad, 7.000, frente a los 30.000 que reclaman las Madres de Mayo. ¿Cómo es posible que 23.000 personas renunciaran a esa ayuda?
Este dato demuestra que asistimos a una clara manipulación en el asunto de los desaparecidos, se trataba de alterar las cifras con un sentido político o con el interés de conseguir fraudulentamente una indemnización del Estado argentino. Fue un error de nuestra parte aceptar y mantener en el tiempo el término de desaparecido digamos como algo así nebuloso; en toda guerra hay muertos, heridos, lisiados y desaparecidos, es decir, gente que no se sabe donde está. Esto es así en toda guerra. En cualquier circunstancia del combate, abierto o cerrado, se producen víctimas. A nosotros nos resultó cómodo entonces aceptar el término de desaparecido, encubridor de otras realidades, pero fue un error que todavía estamos pagando y padeciendo muchos. Es un problema que nos pesa y no podemos quitárnoslo de encima. Ahora ya es tarde para cambiar esa realidad. El tema es que el desaparecido no sabe donde está, no tenemos respuesta a esta cuestión. Sin embargo, ya sabemos quienes murieron y en qué circunstancias. También más o menos cuántos murieron, luego cada cual que invente sus cifras.
R.A.:¿Por qué ustedes no le dieron un reconocimiento a las víctimas del terrorismo en Argentina, cuando es un asunto importante y todavía no resuelto en su país?
J.R.V.: Tiene usted razón, tenía que haberse abordado este asunto. El término víctima del terrorismo no fue tenido en cuenta, se veían muertos y víctimas por atentados, pero los consideramos víctimas como tales de estas acciones subversivas. Hubo también secuestros y asesinados, pero nunca se les vio como víctimas del terrorismo. En este momento, y visto con esta perspectiva, es algo que no se hizo. Se reivindicó a los combatientes, también se trabajó en la reivindicación de los presos políticos, que somos nosotros, y ahora se trabaja en esta última reivindicación, en la de las víctimas del terrorismo. Al margen de los combatientes y muertos, y de los presos políticos que estamos pagando un servicio a la patria, faltaban las víctimas del terrorismo y hay ya gente que está trabajando en este asunto, en la búsqueda de esa reivindicación, aunque si bien es cierto que todavía no se ha tenido éxito en lograr ese justo y merecido reconocimiento a ese colectivo por el que usted pregunta. Es un trabajo en él que se lleva trabajando desde hace años, pero este gobierno se niega a reconocer sistemáticamente que existieran víctimas del otro lado, ya que sí lo hiciera tendría que juzgar a los terroristas que produjeron aquellos hechos y actos que provocaron la existencia de víctimas. Fíjese que hasta en el gobierno de Menem había paridad y cierto respeto a las fuerzas de las dos partes que lucharon o se enfrentaron en aquellos años, incluso emite varios decretos que tienen una dirección simétrica hacia las dos partes. Reconoce con exactos argumentos a las dos partes.
Pero el gobierno actual se ha caracterizado por la asimetría y nos ha considerado solo a nosotros como la parte beligerante, como el Demonio que tiene que ser condenado y encarcelado. El otro Demonio, los terroristas o los guerrilleros, no existen, eran simplemente "jóvenes idealistas". Y los esfuerzos que se han hecho en presentar casos de víctimas con nombres y apellidos siguen abiertos esperando el sueño de los justos; la justicia, en un caso, llegó hasta la segunda instancia, pero ahí se extinguió la acción y la lucha sigue. El gobierno sólo reconoce a las víctimas de una de las partes, pero les niega todos los derechos a la otra.
R.A.:Hay un tema importante:¿Es cierto que se intentó recrear la Cámara Federal en lo penal y que no se encontraron jueces voluntarios?
J.R.V.: Fue real, fue tal como dice. La comunidad judicial de entonces estaba amedrentada. A partir de la amnistía de Cámpora, que terminó con todos los condenados por actos violentos en la calle, los jueces, por el contrario, fueron asesinados, cesanteados y tiroteados. Esa era la realidad de entonces, de antes de que llegáramos al gobierno. Este asunto no se llegó a tratar oficialmente, pero quiero señalarle que tampoco se encontraban los jueces que quisieran trabajar en el desarrollo del proyecto. No se pudo hacer, simplemente. Aunque quiero decirle algo, los decretos de Luder nos dieron todo el poder y competencias para desarrollar nuestro trabajo e incluso excedían lo que habíamos pedido; Luder, prácticamente, nos había dado una licencia para matar, y se lo digo claramente. La realidad es que los decretos de octubre de 1975 nos dan esa licencia para matar que ya he dicho y casi no hubiera sido necesario dar el golpe de Estado. El golpe de Estado viene dado por otras razones que ya explique antes, como el desgobierno y la anarquía a que habíamos llegado. Podía desaparecer la nación argentina, estábamos en un peligro real. No es que los militares nos levantáramos un día de la cama y nos hubiéramos dicho: ¡vamos a ir de cacería o a matar "jóvenes idealistas"! Nada de eso, había otras razones de otra índole. Pero realmente Luder nos había dado para la guerra todas las formas y medios que necesitábamos, en nosotros estaba el ser prudentes o no, queriendo reconocer que en algunos casos hubo excesos.
R.A.:¿Por qué la Junta no dio instrucciones más precisas, incluso por escrito, de lo que estaba haciendo y de las órdenes que impartía?
J.R.V.: Creo que órdenes existieron y fueron precisas, no puedo entrar en detalle ahora en todas ellas. Las órdenes estaban y los que las impartieron, que fueron asumidas por cada uno de los miembros de la cadena de la mando que las dieron. Creo, sinceramente, que fue así.
EL PRIMER JUICIO A LAS JUNTAS
R.A.:¿Usted cree que fue necesario que el presidente Raúl Alfonsín juzgara a las Juntas Militares en su momento?
J.R.V.: Alfonsín era un político claramente comprometido, no olvidemos que había sido abogado del grupo terrorista Ejército Revolucionario del Pueblo, el ERP. Luego estaba comprometido con la socialdemocracia europea, que fue la que le ayudó para llegar a la presidencia, tenía que tomar una medida punitiva para juzgar unos supuestos excesos que se habían cometido ante la sociedad y ante algunas críticas que se habían producido; entonces, para calmar esas críticas, toma esa medida. Pero creo que lo hizo con un poco de decoro y puntualizó que solo debían ser sancionados, detenidos, juzgados y condenados aquellos que hubieran cometido hechos aberrantes. No debían ser sancionados aquellos que se limitaron a cumplir las órdenes, en principio de lo que se llama la obediencia debida, dando lugar, más tarde, a la Ley de Obediencia Debida, que legislaba dicho concepto. Quien cumplía una orden sin rechistar ni preguntar no podía ser sancionado y la responsabilidad final debía de caer sobre el superior que daba la orden.
En definitiva, el planteamiento de Alfonsín era prudente y también consideraba la posibilidad de que fueran juzgados quienes se excedían en el cumplimiento de una orden e iban más allá. Acepto que este enfoque puede ser correcto. Alfonsín, además, cuando estalla el movimiento de los "carapintadas" (una asonada militar que tiene lugar en el año 1987), se da cuenta que las cosas pueden desbordarse y que los juicios no cesan nunca. Así establece la Ley de Punto Final, por la cual los jueces tienen un plazo de treinta días para procesar aquellos militares que consideren que tienen delitos pendientes. Entonces, hubo una carrera de muchos jueces por procesar en ese plazo a quienes consideraban culpables de algunos delitos y aquello se convirtió, todo hay que decirlo, en una caza de brujas, generando una gran inquietud en la sociedad y ello provoca que Alfonsín promulgue la Ley de Obediencia Debida. Se trataba de que las responsabilidades no se extendieran a todo el ejército y que sólo hubiera procesos para aquellos que tuvieron alguna importancia o jerarquía en la cadena de mando. Pese a todo, el juicio a las Juntas creo que fue un error y concluyo ya: nunca debió realizarse. Menem luego desenredó ese error, en cierta medida, y nuestro momento peor, hablo para los militares, es con la llegada de los Kirchner al gobierno. Ha habido una asimetría total en el tratamiento a las dos partes enfrentadas en el conflicto. Fuimos señalados como los responsables, ni más ni menos, de unos acontecimientos que no desencadenamos.
R.A.: ¿Cómo juzga al almirante Massera, tuvo diferencias con él?
J.R.V.:Hubo diferencias, claro, él era esencialmente un hombre político, algo que yo no era. Era un hombre muy político, quizá se equivocó eligiendo la profesión de militar y se dedicó a la profesión equivocada.
R.A.: ¿Por qué le juzgan en este momento?
J.R.V.:Como le había dicho al principio, Alfonsín se ciño al derecho con sus más y sus menos; la justicia funcionaba, a pesar de que se cometieron numerosos errores jurídicos durante nuestro proceso, como por ejemplo el principio de la no retroactividad, el principio del juez natural que fue vulnerado y otros errores de orden penal, por citar tan solo algunas deficiencias. Todo ello para llevarnos ante ese "teatro" que tuvo difusión mundial, pero así todo Alfonsín cumplió a su manera. Menem llegó después a la presidencia y también, a su forma, cumplió a través de los indultos y los perdones. Así llegamos al matrimonio Kirchner, que vuelve a retrotraer todo este asunto a la década de los setenta, y vienen a cobrarse lo que no pudieron cobrarse en esa década y lo hacen con un espíritu de absoluta revancha, con el complejo, y esta es una opinión personal, y con el agravante de quien pudiendo hacerlo no lo hizo en su momento. Estos señores eran burócratas que repartían panfletos y no mataron ni una mosca entonces. Y eso les da vergüenza, claro, y quisieron exagerar la nota de la persecución para sacar patente de corso, de malos de una película en la que no estaban. No, no, es la vendetta para una satisfacción personal sin razones, totalmente asimétrica, fuera de medida. Aquí no hay justicia, sino venganza, que es otra cosa bien distinta.
R.A.:¿¿No es sorprendente también que se hayan juzgados a oficiales y suboficiales que aquellos días tenían apenas una veintena de años o algo más?
J.R.V.: Mire, yo digo que si el juzgado en este caso, independientemente de su edad, lo es en función de haberse excedido en el cumplimiento de una orden está bien juzgado. Los demás, le aseguro, son todos juicios políticos, como parte de esa venganza, de esa revancha, como parte de ese castigo colectivo con que se quiere castigar a todas las Fuerzas Armadas. Este plan sigue una política gramsciana que esta gente cumple de punta a punta, disuadiendo a unas instituciones que han tomado como rehenes, creando desaparecidos que nunca existieron y vaciando de contenidos a la Justicia. Hoy la República está desaparecida, no tiene Justicia porque la que tiene es un esqueleto sin relleno jurídico; el mismo parlamento no tiene contenidos, está compuesto por ganapanes que temen que les vayan a quitar el puesto y se venden al mejor postor. No hay nadie en la escena política con lucidez capaz de hacerles frente. El país tampoco tiene empresarios porque están vendidos al poder. Hoy las instituciones están muertas, paralizadas, mucho peor que en la época de María Estela Martínez de Perón. Lo que me permite decir que no tenemos República porque no tenemos a las grandes instituciones del Estado funcionando. La Justicia, el Congreso y las demás instituciones, por no hablar de otros aspectos, no existen; las realidades no son así.
LA AUSENCIA DE UN JUICIO A LOS MONTONEROS
R.A.:¿Cómo es que los antiguos terroristas, los Montoneros, no hayan sido juzgados y condenados por los muchos crímenes cometidos?
J.R.V.: Alfonsín y Menem hicieron un acuerdo que era mitad y mitad, en el tema de los indultos me refiero. Los Kirchner son los que dijeron que no habría simetría en el asunto de la guerra que vivimos y nos señalaron a los militares como los malos, los responsables de crímenes de lesa humanidad, y a los terroristas como los buenos, como las víctimas de aquellos años terribles.
"Nuestro peor momento llegó con los Kirchner"
Durante una entrevista con una revista española, el máximo responsable de la última dictadura militar no solo dijo que recibió la colaboración de la Iglesia y el empresariado sino que justificó el golpe, la represión y se consideró víctima de “la venganza” de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner*.
Desde su celda en el penal de Campo de Mayo, Jorge Rafael Videla dio un largo reportaje a la revista española Cambio 16, a la que dijo que durante la dictadura tuvo “una relación excelente” con la Iglesia, que los empresarios “también colaboraron”, que días antes de tomar el poder Ricardo Balbín les preguntaba, ansioso, cuándo se iban a decidir, que los decretos de Italo Argentino Luder les habían dado “licencia para matar”, y que, a fin de cuentas, si hoy en la Argentina hay militares presos por los crímenes cometidos en aquellos años es porque el matrimonio Kirchner, por “un espíritu de absoluta revancha”, impulsó la reapertura de los juicios. Tras su reivindicación de la dictadura, Videla denunció que el problema que tiene hoy el país es que falta República: “Las instituciones están muertas, paralizadas, mucho peor que en la época de María Estela Martínez de Perón”.
El represor está desde octubre de 2008 en la Unidad 34 del Servicio Penitenciario Federal, la antigua cárcel militar ahora a cargo del Ministerio de Justicia y destinada a los procesados y condenados por crímenes de lesa humanidad. En aquella fecha, hace ya más de tres años, Videla perdió el beneficio de la prisión domiciliaria a raíz de un pedido que hizo un grupo de querellantes –Abuelas de Plaza de Mayo– en la causa por el plan sistemático de robo de bebés. Hasta entonces había logrado cumplir sus detenciones en dependencias militares o en su casa.
En la entrevista publicada por Cambio 16 se ocupó de remarcar que el golpe del 24 de marzo de 1976 tuvo apoyos civiles. “Había ‘vacío de poder, parálisis institucional y riesgo de una anarquía’, y frente a este estado de cosas el clamor ciudadano, con sus dirigentes a la cabeza, pidiendo la intervención de las Fuerzas Armadas”.
El dictador aseguró que mientras fue presidente de facto tuvo una buena relación con el empresariado y la Iglesia Católica. “Los empresarios colaboraron y cooperaron con nosotros. Nuestro ministro de Economía de entonces, Alfredo Martínez de Hoz, era un hombre conocido de la comunidad de empresarios de Argentina y había un buen entendimiento y contacto”, definió. En cuanto a la Iglesia, sostuvo que tuvo una relación “excelente, muy cordial, sincera y abierta”.
“No olvide que incluso teníamos a los capellanes castrenses asistiéndonos y nunca se rompió esta relación de colaboración y amistad. El presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal (Raúl) Primatesta, a quien yo había conocido tiempo atrás en Córdoba, tenía fama de progresista, o sea proclive a la izquierda de entonces, pero cuando ocupó su cargo y yo era presidente del país teníamos una relación impecable.”
De Perón a Balbín
A las figuras políticas de la época, Juan Domingo Perón y Ricardo Balbín, les dedicó frases mordaces. Así, definió a Isabelita como “una buena alumna de Perón, ya que desde el punto de vista ideológico se situaba en la extrema derecha del peronismo”. Y de Balbín repitió que fue uno de los que golpearon las puertas de los cuarteles.
En ese contexto, Videla agregó que el terrorismo de Estado no fue una decisión tomada por las Fuerzas Armadas a espaldas de la dirigencia política, sino que tuvo el aval tácito de los radicales y el apoyo explícito del peronismo en el poder, ya que –prosiguió– el entonces presidente provisional Italo Argentino Luder convocó a los jefes de las Fuerzas Armadas (él lo era del Ejército), les pidió un plan a seguir “frente a las acciones terroristas”, aprobó la más dura de sus propuestas y luego firmó el decretos para “aniquilarlas”.
“Los decretos de Luder nos dieron todo el poder y competencias para desarrollar nuestro trabajo e incluso excedían lo que habíamos pedido; Luder, prácticamente, nos había dado una licencia para matar, y se lo digo claramente. La realidad es que los decretos de octubre de 1975 nos dan esa licencia para matar que ya he dicho y casi no hubiera sido necesario dar el golpe de Estado. El golpe de Estado viene dado por otras razones que ya expliqué antes, como el desgobierno y la anarquía.”
El dictador sostuvo que él y otros represores están presos, entonces, por puro “espíritu de venganza” del kirchnerismo. “Alfonsín cumplió a su manera (...) Menem también, a su forma, cumplió con los indultos. Así llegamos al matrimonio Kirchner, que vuelve a retrotraer todo este asunto a la década de los setenta, y vienen a cobrarse lo que no pudieron cobrarse en esa década”.
“Lo hacen con un espíritu de absoluta revancha, con el complejo, y ésta es una opinión personal, y con el agravante de quien pudiendo hacerlo no lo hizo en su momento. Estos señores eran burócratas que repartían panfletos y no mataron ni una mosca entonces. Y eso les da vergüenza, claro, y quisieron exagerar la nota de persecusión para sacar patente de corso, de malos de una película en la que no estaban.”
La conclusión de Videla, que en un tramo de la entrevista blanqueó que él hubiera querido que “el Proceso dejara su descendencia”, es de antología. “Hoy la República está desaparecida”, declaró el dictador, porque “no tiene Justicia”. “Las instituciones están muertas, paralizadas, mucho peor que en la época de María Estela Martínez de Perón.”
*Nota publicada por Página/12 el 16 de febrero de 2012
Puede descargar las entrevistas en pdf en el sitio web de Ricardo Angoso
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