“Para el intelectual argentino la izquierda siempre fue mucho más cómoda que el peronismo”
Entrevistamos a Juan Diego Incardona, autor de “El campito”, tras su participación en la Feria del Libro de La Habana como representante argentino.
Por Luciana Sousa
APU: Contanos cómo fue que se concretó tu participación en la Feria del Libro de La Habana...
Juan Diego Incardona: Me llamaron de la Cancillería. Ellos ya me habían invitado a la Feria del Libro de Frankfurt en 2011, donde tuvimos una experiencia bárbara. Viajé a Cuba junto a Martín Rodríguez, Américo Cristofalo y Fernanda García Lao. Estuvimos de acuerdo en que fue como un viaje en el tiempo. No hay publicidad, ni contaminación visual, muchos objetos y construcciones son antiguas, como los autos, que en su mayoría son de la década del 50. Es un descanso absoluto.
APU: La Feria coincidió con las elecciones, ¿había clima de campaña?
JDI: No, no había clima. Los únicos murales políticos que veíamos, y no eran tantos, eran los homenajes a los héroes de la Revolución. No existe como acá la pintada o el afiche político.
APU: ¿En qué mesas participaste?
JDI: Estuvimos en cinco charlas, cuyas consignas fueron planificadas antes de viajar. La primera, muy interesante, generó una buena charla con el público. Fue “Violencia política en la literatura argentina”. Otra fue poesía argentina, también vinculada a lo político. Después pasamos por las previsibles mesas sobre editoriales e internet. La última mesa fue sobre los cruces entre literatura argentina y cubana. También fue una linda charla, surgieron cosas bastante piolas, como la relación entre Sarmiento y Martí. Siempre hay nombres que se repiten, donde sea que se planteen estas cuestiones, como si lo discutiéramos en un café. De la literatura argentina se repitieron una y otra vez: Lamborghini; Rodolfo Walsh, que vivió en Cuba y que es muy querido por haber descifrado un código que permitió anticipar la invasión a Bahía de los Cochinos (1961), como si se hubiera metido en uno de sus antiguos cuentos policiales; Ezequiel Martínez Estrada, escritor y ensayista argentino que vivió en Cuba bastante tiempo y que fue un ferviente admirador de Martí. También surgió el nombre de Sarmiento. Yo no sé si Sarmiento visitó alguna vez Cuba, creo que no. Y es extraño porque cuando se entera de la existencia de Martí, lo elogia en una nota sin estar muy seguro de su nacionalidad. Dice textual: “Creo que el cubano Martí”. Si uno piensa, en la historia política y literaria de Latinoamérica, Sarmiento y Martí son opuestos.
APU: El ensayo Nuestra América (1891), de Martí, tiene una voluntad de unión latinoamericana, mientras que Sarmiento tiene una visión europeísta. Hoy, que después de tantos años se fortaleció la unión latinoamericana, ¿te parece que existen esos diálogos como el de Martí y Sarmiento, que fueron tan interesantes?
JDI: Toda Latinoamérica, cada país, está en un estado de tensión constante porque justamente las políticas de varios de los estados de la región apuntan a la unidad y a la fuerza latinoamericana, pero los sectores conservadores, la derecha reacciona igual en todas partes.
APU: Volvamos a Martínez Estrada. Él se enamora de la revolución cubana, pero siempre fue un antiperonista fervoroso. De lo que vos pudiste charlar con los cubanos, ¿hay, sino una incomprensión, al menos un prejuicio negativo en relación al peronismo allá?
JDI: Creo que le pasó a muchos intelectuales argentinos, no solo a Martínez Estrada. Por ejemplo Cortázar, que no era peronista, fue leído como metáfora del antiperonismo. Y también se enamoró de Cuba. Para el intelectual argentino la izquierda siempre fue mucho más cómoda que el peronismo. El peronismo es el hecho maldito.
Allá hay muy buena onda con la Argentina. Las buenas relaciones entre los dos países, sumado a lo que implica históricamente la figura del Che, son cosas que suman. Los cubanos manifiestan mucho cariño por la Argentina. También tienen algunas ideas bastante fantasiosas, aunque estén formados con títulos universitarios, tienen unas teorías geniales, sobre complots.
APU: ¿Por ejemplo?
JDI: Como que Perón trajo a Hitler a la Argentina, y cuando murió lo mando a Rusia, y lo sepultaron entre él y Stalin. Desopilante. La experiencia cubana fue fantástica.
GB
lunes, 4 de marzo de 2013
Revolución iraní: "Foucault vio con beneplácito el hecho de una revuelta popular"
Revolución iraní: "Foucault vio con beneplácito el hecho de una revuelta popular"
AGENCIA PACO URONDO entrevistó por correo electrónico al investigador chileno Kamal Cumsille. Tema: el filósofo francés y su interpretación de la revolución iraní (1979). ¿Cuáles fueron sus opiniones al respecto? ¿Cómo se vinculan con el resto de su obra? ¿Por qué son tan ignorados esos textos?
APU: En primer lugar, ¿Podrías resumir cuál fue la opinión de Michel Foucault en torno a la revolución iraní? ¿Tuvo vínculo con el propio Ayotallah Komeini, no?
En primer lugar, habría que decir que la opinión de Foucault hacia este hecho, no es tanto sobre la revolución islámica que luego da lugar a la república islámica, y tampoco, por cierto tiene, vínculo alguno con el propio Khomeini. Foucault vio con mucho beneplácito el hecho de una revuelta popular, la sublevación de un pueblo en contra de un régimen de reglas para no seguir siendo gobernados por ellas. Eso es lo que Foucault ve en un principio y lo que le entusiasma. Hay otras cosas, él tendrá cerca de dos encuentros con un Ayatollah vinculado al movimiento revolucionario, de pensamiento diferente que Khomeini, el imam Shariat Madari, que de hecho, luego será encarcelado y marginado por Khomeini…. Pero sí hay algo que, de las conversaciones con este imam, llamó mucho la atención de nuestro filósofo. Y es que este clérigo le dijo a Foucault en reiteradas ocasiones que ellos no estaban luchando por un gobierno islámico, porque desde el punto de vista del shiísmo, todo gobierno terrenal es injusto. Y es aquí entonces que Foucault se interesa por la espiritualidad de esta vertiente del Islam y su rol en la revuelta. Y esto es muy interesante como actitud filosófica e intelectual para aproximarse a un hecho que ocurre en el extranjero, o incluso en un extranjero más lejano, que consideramos de otra cultura. Por ejemplo, si pensamos en el tratamiento de los medios occidentales y en la actitud de los intelectuales (en general, árabes y no árabes) hacia las revueltas de los países árabes, los análisis se centran más en lo que debería seguir, de acuerdo a lo que resulta deseable según las recetas o los paradigmas políticos ya conocidos. Foucault en cambio, entre sus escritos sobre el tema de Irán hay uno que titula precisamente “¿Con qué están soñando los iraníes?”. Lo importante para nuestro filósofo era el deseo de unos sujetos que se estaban rebelando en un lugar del mundo, no la expansión planetaria de cierta democracia.
APU: ¿Su apoyo a la revolución le generó mucha controversia con otros intelectuales de la época que le reprocharon su apoyo?
Sí, efectivamente, digamos, su opinión favorable, o más que opinión incluso, yo hablaría de una mirada entusiasta…. Bueno esta mirada sí le acarreó muchas críticas, esto tiene que ver con la predominante fe occidental en el progreso. Aquí hay que ser preciso y justo. Pues, se le atacó y criticó, en el momento, y se ha seguido haciendo, y desde varios flancos, por lo que hay que distinguir. Primero, está el flanco especialístico. Digamos, especialistas en el mundo islámico critican al filósofo por no ser “experto” en la cultura sobre cuyo fenómeno político está escribiendo, y por lo tanto desconoce la realidad de lo que escribe. A este respecto, la más paradigmática, es la polémica protagonizada con el famoso orientalista marxista francés Maxime Rodinson, quien dirá que Foucault está apoyando una forma de fascismo arcaico. Una lectora iraní lo acusará en una carta al periódico, de no saber que estaba apoyando la subyugación de las mujeres en Irán. Desde el flanco intelectual y político, se le acusa de haber traicionado los valores del laicismo, el progreso, incluso en uno de los artículos que por allí se escriben criticando los reportajes foucaultianos, se habla casi que en tono de burla sobre a qué se refiere con eso de la espiritualidad política. Por ejemplo, uno de los pocos libros que hay en inglés sobre el tema habla de una presunta “seducción del islamismo”.
Todas estas cosas deben ser puestas en su justa medida. Por ejemplo: lo de Rodinson, ya viene con un interesante contexto teórico detrás. La revuelta en Irán comienza en septiembre de 1978, y se convierte en la revolución islámica como tal, desde 1979, que es cuando se instalará la república dirigida por Khomeini. En 1978, E.W. Said había publicado Orientalismo, que por su inspiración foucaultiana podríamos decir que es realmente “una arqueología del saber de lo oriental”. Lo oriental no entendido como algo real y susceptible de circunscribir a un área geográfica y cultural, sino tal cual la entendió Foucault desde el prefacio a la primera edición de la Historia de la Locura: “como una partición de la razón occidental”. Al libro de Said, Rodinson reaccionó muy mal, escribió duras críticas al respecto, además de acusar también a Said de no ser especialista en el área, el orientalista francés tenía una mirada marxista, de aquellas que se reclamaban científicas, pensaban en términos de leyes de la historia y de progreso (Es algo que también está en Marx, si vamos a considerar los escritos periodísticos de Foucault sobre Irán, hay que considerar también los de Marx sobre la India). Para Foucault, como lo esboza en ese prefacio, así como para Said, como lo desarrolla profundamente en Orientalismo, oriente, lo oriental, son discursos culturales con pretensión de verdad y productores de una cierta subjetividad. Para Rodinson esto resultaba escandaloso. Los países orientales, en todas sus variedades (China, India, Persia, países árabes), existían en un nivel de realidad similar a lo occidental, y por lo mismo, el laicismo, el progreso técnico, eran pasos necesarios para su modernización, de la que el socialismo debía ser su culminación. Por sus críticas a Orientalismo, Said llegó a decir que Rodinson era un estalinista que nunca entendió el espíritu de la crítica. Foucault, contestaba a las críticas de Rodinson y otros diciendo que podía sentir las risas de los intelectuales laicistas, pero él decía saber que luego se darán cuenta que estaban equivocados. A la lectora iraní que lo critica por defender la posibilidad de la subyugación de la mujer, el filósofo responderá que, sin dudas, el islam como fuerza política sería un fenómeno político decisivo de nuestro tiempo (de hecho, lo es, en este sentido fue más intempestivo que cualquier especialista), y que una actitud inteligente, sería partir por comprenderlo, en lugar de aproximarnos a él con odio.
Ahora, también hay que medir la misma postura de Foucault. Él dice esto, no porque esté apoyando una “revolución islámica”, sino que, como ya dije, su mirada entusiasta se debía, en primer lugar, al hecho de la revuelta como tal, y en segundo, le llamaba mucho la atención el lugar que comenzó a tener la espiritualidad shiíta en el movimiento, no porque estuviera de acuerdo con la instalación de un régimen basado en la ley religiosa, sino justamente, por cómo la dimensión esotérica que históricamente esta vertiente del islam ha tenido, una vertiente cuyo ciclo histórico no está cerrado –por la creencia en un imam oculto-, por lo tanto su verdad tampoco. Bueno, el cómo esta visión de la historia dada por la religión toma forma en una cierta espiritualidad política, donde los signos políticos de esta espiritualidad, como el martirio y la negación hacia el gobierno, producen una ola de protestas que no se detiene, y donde esos motivos religiosos se van convirtiendo en los propios signos de la revuelta, llama mucho la atención de Foucault, y cómo estos se difunden en “cassettes”, esto también llama la atención del filósofo; era la primera revolución que se basaba en una masa inerme y en los instrumentos de la reproductibilidad técnica del arte, como diría Benjamin. Ahora, en un texto posterior a la revolución, ya instalada la república islámica, Foucault da a entender que es un hecho en la historia el que haya sublevaciones y que luego deriven en nuevos regímenes, igual o más crueles que contra el cual se rebelaron los pueblos. Sin embargo, esto no debe hacernos negar valor a una revuelta. Es por ello que plantea allí como una premisa, el ser respetuoso de toda singularidad cuando esta se manifiesta, pero ser implacable cuando el poder transgrede lo universal. Es su tentativa de respuesta a la pregunta ¿Es inútil sublevarse?, que es el título de ese pequeño texto.
APU: ¿Cómo se vinculan esas intervenciones con el resto de su obra? ¿Hay continuidades o rupturas con los trabajos suyos de esa época? Vos hablás de "un estilo tardío". ¿Qué significa eso?
El vínculo entre los reportajes sobre Irán y su obra es muy interesante. Habría que partir por el hecho de que siendo el mismo Foucault el que escribe sobre Irán, estos reportajes se enmarcan en el proyecto de los “Reportajes de ideas” planteado por el filósofo al Corriere della Sera y a le Nouvel Observateur, en el que también trabajaron varios filósofos y periodistas acerca de diversas problemáticas mundiales. Estos reportajes, trataban precisamente de estudiar los cruces entre ideas y prácticas, asumiendo que hay muchas más ideas en el mundo que las que los intelectuales podían suponer, como sostiene él mismo en la presentación de los reportajes. Bien, estos reportajes de ideas, son el fiel reflejo de esa tarea que Foucault asignará a la filosofía en tanto diagnóstico del presente.
Ahora, de manera más precisa, los reportajes sobre Irán escritos por Foucault, se ubican cronológicamente en un momento muy importante de la obra foucaultiana. Justamente donde hay un corte, entre 1976 que se publica el primer volumen de la “Historia de la sexualidad”, hasta 1984, que se publican los dos últimos, transcurren ocho años en que Foucault permanece en una especie de silencio editorial. No publica ningún libro, el proyecto de la Historia de la sexualidad se ve radicalmente modificado, como se evidenciará al momento de su publicación, y por otro lado, en sus cursos, particularmente desde la mitad del de 1978 en adelante, da cuenta de una mirada filosófica que a mi juicio tiene mucho que ver con lo que él vio en Irán, por eso es que Daniel Bensaïd habla de los reportajes como unos textos en los que se está poniendo a prueba una visión teórica en formación. Es en este mismo sentido que yo hablo de un “estilo tardío”. Esta noción que E.W. Said desarrolla a partir de Adorno, y que es el título de su último libro –“On Late Style”-, se refiere a las modificaciones que tienen lugar en las obras de madurez de muchos autores o artistas. Es por eso que es interesante establecer una relación entre lo que Foucault vio en Irán y su “estilo tardío”, es decir, sus obras de madurez, que como libros corresponden a los dos últimos volúmenes de la Historia de la sexualidad, y en otros formatos, a la diversidad de cursos, conferencias y artículos que se han editado últimamente. Ahora, la pregunta: ¿en qué se relacionan la sublevación de Irán a la que Foucault pone tanta atención con su obra tardía?
Aquí hay varias cosas. Primero, si somos específicos en centrarnos en lo que Foucault está trabajando por aquel entonces, y el corte que hay en medio del curso de 1978, que es manifiesto, tendremos algo que nos acerque a esa respuesta. Este curso, titulado “Seguridad, territorio y población”, se propone continuar el estudio del biopoder, en la línea que traía desde “Defender la sociedad” y la parte final de La voluntad de saber, primer volumen de la “Historia de la sexualidad”. Sin embargo, a medida que avanza el curso, Foucault va dando con los orígenes de lo que sería una tradición que contenga ideas sobre el gobierno de los hombres, no al modo soberano de la ley sobre un territorio, sino las nociones de un gobierno sobre la vida. Esto lo encuentra en el pastorado cristiano. La forma de contestar a esta forma de poder que Foucault va a encontrar en estos contextos, serán los desarrollos de sectas gnósticas, las prácticas ascéticas, monásticas, etc. Estos análisis que tienen lugar en el curso, son paralelos, tanto a los viajes de Foucault a Irán, como a los escritos sobre el levantamiento aquel, y me parece que, el hecho de estar presenciando el potencial político de resistencia al poder que tienen las prácticas religiosas y espirituales en vivo, debido al hecho de la revolución iraní, es muy importante para el vuelco teórico que hay desde ese momento en adelante, donde el análisis del gobierno sobre la vida se va a orientar hacia la constitución del sujeto y las prácticas de sí. Así lo describe el editor de los cursos en la “Situación”, en “Seguridad, territorio y población”. También da cuenta de las lecturas que hizo Foucault sobre Irán para comprender el movimiento que observaba, y señala como la más importante “L´islam iranien” de Henry Corbin, quien es también el primer traductor de Heidegger al francés; al respecto tampoco dejaría fuera el progresivo heideggerianismo de Foucault. Agreguemos a esto el hecho que, uno de los trabajos que abre más puertas teóricas para pensar la relación de la última obra foucaultiana con ciertas filosofías islámicas, es el de Christian Jambet –el principal y más conocido discípulo de Corbin- que está en el libro “Michel Foucault, filósofo”. En ese texto, Jambet establece las relaciones pertinentes entre los últimos volúmenes de la Historia de la sexualidad con el pensamiento shiíta iranio. Si según Foucault, la noción del cuidado de sí se pierde definitivamente en occidente con lo que él llama “el momento cartesiano”, cuyo precedente es la escolástica tomista, para Jambet, el cuidado de sí o trabajo sobre sí, “ishtighal fi nafsi-hi” en árabe, se mantiene en el pensamiento del islam shií, donde la constitución del sujeto a través de ciertas prácticas de sí los hace sentir estar expresando ciertas formas de libertad. En vistas de esto, yo no descartaría un vínculo teórico incluso, entre lo que Foucault vio en Irán y lo que posteriormente siguió pensando y escribiendo.
APU: ¿Por qué se le ha dado tan poca relevancia (hay un manto de silencio al respecto...) a esos textos sobre la revolución iraní? Muchos especialistas en la obra del filósofo suelen pasar por alto sus reflexiones sobre la revolución, como si esa intervención no existiese o fuese irrelevante. De hecho, no hay muchos trabajos que den cuenta de esos textos.
A ver…. Hay varias cosas interesantes aquí. Efectivamente, se les ha dado poca relevancia a esos textos, y se ha tendido a no considerarlos como parte de la obra filosófica del autor. Para esto hay muchos argumentos, que eran observaciones del momento, reflexiones aventuradas (cosa que él no hacía en sus libros, en este argumento se amparan en la clausula testamentaria de toda publicación póstuma, a la que se debe la permanencia en inédito del último volumen de la Historia de la sexualidad – “Las confesiones de la carne”-), reportajes de prensa en fin. Sean como sean de atendibles cualquiera de estos argumentos, todos discutibles por cierto, de todos modos podemos convenir en que estos textos son parte de la producción intelectual del autor, y en ese sentido, me parece que, sus opiniones o escritos sobre algo, por más contingentes que sean, no se pueden desvincular de su mirada filosófica.
Ahora, hay que tener ojo con este tipo de elecciones porque son muy antojadizas políticamente. Hay que partir por el hecho de –y esto es transversal a la orientación política o teórica- que cierto eurocentrismo u orientalismo (yo prefiero este último término) tiene un papel decisivo en la consideración de estos textos, en el sentido que lo que más caracteriza a la mirada orientalista, es el hecho de la negación de la posibilidad de alcance universal a toda producción no occidental. En segundo lugar, porqué digo que estas elecciones son antojadizas políticamente, porque por ejemplo: uno de los grandes textos de Kant, incluso uno al que Foucault dedicó mucha atención, el famoso “¿Qué es la Ilustración?”, es un artículo de periódico, y es para nosotros uno de los textos más importantes del filósofo alemán, entonces la pregunta es ¿por qué? Con Hannah Arendt también tenemos un claro ejemplo: todos sus textos de entre mediados de los 30s hasta fines de los 50s, artículos de revistas de prensa judía fundamentalmente (en The Jewish Partisan por ejemplo), que tratan sobre la cuestión judía, la segunda gran guerra, sus discusiones con el sionismo, la cuestión judeo-árabe en Palestina…. Bueno todos estos textos se han editado últimamente en libros, lo que significa que entran en el rango de la obra de la autora, y por lo demás (y lo digo por experiencia propia), esos textos son muy importantes para comprender Los orígenes del totalitarismo, son sus materiales preparatorios. En el caso de Marx, tenemos algo parecido a lo de Foucault, es decir, lo inverso de esta actitud antojadiza. Si pensamos en sus escritos sobre la India, y en que este filósofo corrió la suerte (no digamos mala ni buena) de convertirse en referente durante mucho tiempo para un sector político que es el que se reclama a favor de la liberación de los pueblos (digamos, las izquierdas), entonces claramente resulta más cómodo olvidar o no considerar lo que Marx haya dicho sobre la presencia inglesa en la India, ¿¡cómo podríamos estar recordando a un Marx pro-colonización mientras la izquierda planetaria está por la liberación de los pueblos!?
En este sentido, la poca consideración prestada a los reportajes de Foucault sobre Irán, es bastante antojadiza y me parece que en una dirección similar a esto que mencionaba con Marx. Es decir, Foucault, ha sido visto como un pensador “progresista” (sin saber bien qué es eso ni la aplicación de ello al filósofo, pero en fin…) y, tomado como bandera de lucha de diversos sectores, feministas, la famosa teoría queer, etc. Por lo que sería feo hacernos la imagen de un Foucault, un filósofo crítico europeo contemporáneo, pensando y escribiendo entusiastamente sobre la importancia de la espiritualidad política en la revuelta iraní de 1978-79, que luego desembocó en la República Islámica que hoy conocemos. Por eso mismo, resulta más cómodo obviar estos reportajes de prensa, verlos como un desliz, como algo muy específico y contingente. Ahora, Foucault mismo entendía a la filosofía como la reflexión histórica sobre el presente, por lo que, su periodismo, digamos, sus reflexiones sobre su presente vivido, no deben desvincularse, insisto, de su mirada filosófica.
Aunque también hay que ser cuidadosos, como lo era el mismo Foucault con respecto al tema. Y es que, efectivamente, Foucault se autoimpuso un cierto silencio en cuanto a la revolución iraní, no sé si por un gesto intelectual de observar más de lo que hablar y escribir, y de no ser tan aventurado en relaciones, o por todas las críticas que le acarrearon los reportajes. Pero, sí hay una especie de silencio autoimpuesto ¿por qué? Pienso en dos ejemplos concretos: el primero está en el curso del que venimos hablando, el de 1978. Una de las tesis centrales de este curso, es la aparición moderna del fenómeno de la población, el fenómeno de las grandes poblaciones. Es a este fenómeno, al que se debería la emergencia de este nuevo arte de gobernar que Foucault llama “la gubernamentalidad”, que se trata de un gobierno minucioso de las poblaciones y de la circulación de éstas, sus entornos, sus consumos, enfermedades, accidentes, diversión, en fin, todo, las obras públicas, la sanidad, el control de natalidad, control de las vías, de los automóviles, etc. Bueno, en el contexto en que Foucault describe esta nueva forma de poder que parece tan omnipresente y de la que es casi imposible salir en términos de comunidad, él mismo va a introducir una diferencia entre población y pueblo. La población es ese conjunto de hombres que vive bajo esta “gubernamentalidad”, que simplemente circula, obedece, incluso queriendo obedecer, pues como dirá Foucault, este es un poder benevolente, él también lo llama “gobierno frugal”. El pueblo en cambio, sería un sujeto político colectivo que se distingue de la población porque se rebela contra el régimen de reglas, emerge en un momento determinado y de manera intermitente. Con todo lo que hemos dicho antes sobre Foucault e Irán, y tomando en cuenta su propio interés y los reportajes, sería casi obvio pensar en que el ejemplo en el curso de este “pueblo” que emerge y se distingue de la población, se puede ver en la revuelta iraní, que está teniendo lugar en ese preciso momento. Y pues no lo es. No recuerdo ahora si hay de hecho un ejemplo o no, pero si lo hay, no es sobre Irán. El otro ejemplo en que pensaba, es en el curso “El coraje de la verdad”, que es la segunda parte de “El gobierno de sí y de los otros”, son de 1982-83 si no me equivoco. Bueno, en “El coraje de la verdad” hay toda una lección dedicada al modo de vida revolucionario como una de las formas de expresión del coraje de decir la verdad ante el poder. Y pues, nuevamente nos encontramos con la sorpresa de que, siendo la revolución iraní la única que el filósofo presenció, y a la que en cantidad de páginas escritas en específico sobre el tema dedicó más de treinta, sin embargo, ninguno los ejemplos de modo de vida revolucionario tienen que ver con Irán. Por lo tanto algo hay también de parte de él, cosa que, por cierto no debe hacernos tomar parte por la corriente que ha tendido a no considerar en absoluto estas intervenciones.
APU: ¿De sus reflexiones sobre la revolución iraní, cuáles te parecen relevantes para pensar problemas actuales del mundo islámico, de sus problemáticos vínculos con Occidente, etc.?
Esta pregunta es enorme, y da para mucho, pero intentaré centrarme en lo esencial. Hay que partir por lo más interesante, y es que más allá de los reportajes en específico, el legado filosófico de Foucault en términos de una mirada, nos lleva a pensar los problemas actuales de cualquier parte, independientemente de la cultura, en relación a cómo éstos puedan interpelarnos a nosotros mismos como sujetos. ¿Qué significa esto? Que puedan mostrarnos a nosotros mismos que, podemos ser de otro modo que como se nos ha hecho ser. Es, de hecho, lo que él trataba de hacer ver con sus reportajes sobre Irán, pero, me da la impresión que no fue bien comprendido.
Ahora, en cuanto a la pregunta en específico, me parece que lo más interesante y rescatable de los textos de los reportajes, para pensar los problemas actuales del mundo árabe e islámico, son estas ideas acerca del islam en cuanto fuerza política como fenómeno decisivo de la política de nuestro tiempo, y la referencia al caso palestino, de cómo ese reclamo sería mucho más potente con un modo de expresión política islámica, en lugar del movimiento secular laico que había venido siendo hasta los 80s. Habría que conectar estas reflexiones, con sus ideas acerca de: uno, la tarea de una historia del pensamiento como aquella que deba captar el punto en que un acontecimiento cultural pueda interpelarnos en tanto sujetos modernos –que se encuentra al comienzo del curso Hermenéutica del sujeto de 1982-, y dos, que es algo que dice en una entrevista, que occidente ya está demasiado preso de sus propios conceptos como para salir de la cultura capitalista, y que si ha de darse una cultura no capitalista, ésta ha de darse fuera de occidente y ser producida por no occidentales. Hay una última cosa que agregaría a esta pequeña relación de textos. Se trata de lo que Foucault llegó a constatar en el curso de 1978: que en las sociedades occidentales capitalistas, el mercado había devenido el lugar de veridicción, es decir, el lugar a través del cual se filtra lo verdadero y lo falso, y por lo tanto se van produciendo las reglas del modo de vida. Es por eso mismo también que, por ese mismo año le haya interesado tanto la “espiritualidad política” que tenía lugar en Irán, se trataba de una sublevación que reclamaba otras reglas de modo de vida, diversas de las del mercado.
Ahora, por ejemplo, si esta amalgama foucaultiana la usamos para pensar las actuales revueltas árabes, nos da mucho que estudiar y pensar sobre los árabes y nosotros mismos. El cómo se han levantado pueblos inermes para derrocar a sus gobiernos, sea bajo la consigna que sea, y pertenezcan a la cultura que sea, el propio hecho nos muestra a nosotros que algo es posible: el derrocamiento de cualquier gobierno, esto es ya un acontecimiento. El lugar que está teniendo la religión en las transformaciones políticas, al punto que llevan al cuestionamiento estructuras y conceptos que, aunque vienen de caída, son aún para nosotros casi incuestionables, como el Estado y la nación por ejemplo, nos hace pensar en la necesidad de estudiar su historia en estos países, y en la necesidad de sus existencia para nosotros mismos. Quizá las revueltas árabes son un acontecimiento cultural que nos interpela en tanto sujetos modernos, y puedan ser también ese lugar no occidental del que se pueda producir una cultura no capitalista… No sé, quién sabe… Hay que permanecer expectantes. Pero sí, claro que la mirada foucaultiana, y de pasada sus reportajes sobre Irán, son fundamentales para pensar, de un modo no orientalista, los problemas actuales del mundo árabe e islámico y su relación con occidente.
GB
AGENCIA PACO URONDO entrevistó por correo electrónico al investigador chileno Kamal Cumsille. Tema: el filósofo francés y su interpretación de la revolución iraní (1979). ¿Cuáles fueron sus opiniones al respecto? ¿Cómo se vinculan con el resto de su obra? ¿Por qué son tan ignorados esos textos?
APU: En primer lugar, ¿Podrías resumir cuál fue la opinión de Michel Foucault en torno a la revolución iraní? ¿Tuvo vínculo con el propio Ayotallah Komeini, no?
En primer lugar, habría que decir que la opinión de Foucault hacia este hecho, no es tanto sobre la revolución islámica que luego da lugar a la república islámica, y tampoco, por cierto tiene, vínculo alguno con el propio Khomeini. Foucault vio con mucho beneplácito el hecho de una revuelta popular, la sublevación de un pueblo en contra de un régimen de reglas para no seguir siendo gobernados por ellas. Eso es lo que Foucault ve en un principio y lo que le entusiasma. Hay otras cosas, él tendrá cerca de dos encuentros con un Ayatollah vinculado al movimiento revolucionario, de pensamiento diferente que Khomeini, el imam Shariat Madari, que de hecho, luego será encarcelado y marginado por Khomeini…. Pero sí hay algo que, de las conversaciones con este imam, llamó mucho la atención de nuestro filósofo. Y es que este clérigo le dijo a Foucault en reiteradas ocasiones que ellos no estaban luchando por un gobierno islámico, porque desde el punto de vista del shiísmo, todo gobierno terrenal es injusto. Y es aquí entonces que Foucault se interesa por la espiritualidad de esta vertiente del Islam y su rol en la revuelta. Y esto es muy interesante como actitud filosófica e intelectual para aproximarse a un hecho que ocurre en el extranjero, o incluso en un extranjero más lejano, que consideramos de otra cultura. Por ejemplo, si pensamos en el tratamiento de los medios occidentales y en la actitud de los intelectuales (en general, árabes y no árabes) hacia las revueltas de los países árabes, los análisis se centran más en lo que debería seguir, de acuerdo a lo que resulta deseable según las recetas o los paradigmas políticos ya conocidos. Foucault en cambio, entre sus escritos sobre el tema de Irán hay uno que titula precisamente “¿Con qué están soñando los iraníes?”. Lo importante para nuestro filósofo era el deseo de unos sujetos que se estaban rebelando en un lugar del mundo, no la expansión planetaria de cierta democracia.
APU: ¿Su apoyo a la revolución le generó mucha controversia con otros intelectuales de la época que le reprocharon su apoyo?
Sí, efectivamente, digamos, su opinión favorable, o más que opinión incluso, yo hablaría de una mirada entusiasta…. Bueno esta mirada sí le acarreó muchas críticas, esto tiene que ver con la predominante fe occidental en el progreso. Aquí hay que ser preciso y justo. Pues, se le atacó y criticó, en el momento, y se ha seguido haciendo, y desde varios flancos, por lo que hay que distinguir. Primero, está el flanco especialístico. Digamos, especialistas en el mundo islámico critican al filósofo por no ser “experto” en la cultura sobre cuyo fenómeno político está escribiendo, y por lo tanto desconoce la realidad de lo que escribe. A este respecto, la más paradigmática, es la polémica protagonizada con el famoso orientalista marxista francés Maxime Rodinson, quien dirá que Foucault está apoyando una forma de fascismo arcaico. Una lectora iraní lo acusará en una carta al periódico, de no saber que estaba apoyando la subyugación de las mujeres en Irán. Desde el flanco intelectual y político, se le acusa de haber traicionado los valores del laicismo, el progreso, incluso en uno de los artículos que por allí se escriben criticando los reportajes foucaultianos, se habla casi que en tono de burla sobre a qué se refiere con eso de la espiritualidad política. Por ejemplo, uno de los pocos libros que hay en inglés sobre el tema habla de una presunta “seducción del islamismo”.
Todas estas cosas deben ser puestas en su justa medida. Por ejemplo: lo de Rodinson, ya viene con un interesante contexto teórico detrás. La revuelta en Irán comienza en septiembre de 1978, y se convierte en la revolución islámica como tal, desde 1979, que es cuando se instalará la república dirigida por Khomeini. En 1978, E.W. Said había publicado Orientalismo, que por su inspiración foucaultiana podríamos decir que es realmente “una arqueología del saber de lo oriental”. Lo oriental no entendido como algo real y susceptible de circunscribir a un área geográfica y cultural, sino tal cual la entendió Foucault desde el prefacio a la primera edición de la Historia de la Locura: “como una partición de la razón occidental”. Al libro de Said, Rodinson reaccionó muy mal, escribió duras críticas al respecto, además de acusar también a Said de no ser especialista en el área, el orientalista francés tenía una mirada marxista, de aquellas que se reclamaban científicas, pensaban en términos de leyes de la historia y de progreso (Es algo que también está en Marx, si vamos a considerar los escritos periodísticos de Foucault sobre Irán, hay que considerar también los de Marx sobre la India). Para Foucault, como lo esboza en ese prefacio, así como para Said, como lo desarrolla profundamente en Orientalismo, oriente, lo oriental, son discursos culturales con pretensión de verdad y productores de una cierta subjetividad. Para Rodinson esto resultaba escandaloso. Los países orientales, en todas sus variedades (China, India, Persia, países árabes), existían en un nivel de realidad similar a lo occidental, y por lo mismo, el laicismo, el progreso técnico, eran pasos necesarios para su modernización, de la que el socialismo debía ser su culminación. Por sus críticas a Orientalismo, Said llegó a decir que Rodinson era un estalinista que nunca entendió el espíritu de la crítica. Foucault, contestaba a las críticas de Rodinson y otros diciendo que podía sentir las risas de los intelectuales laicistas, pero él decía saber que luego se darán cuenta que estaban equivocados. A la lectora iraní que lo critica por defender la posibilidad de la subyugación de la mujer, el filósofo responderá que, sin dudas, el islam como fuerza política sería un fenómeno político decisivo de nuestro tiempo (de hecho, lo es, en este sentido fue más intempestivo que cualquier especialista), y que una actitud inteligente, sería partir por comprenderlo, en lugar de aproximarnos a él con odio.
Ahora, también hay que medir la misma postura de Foucault. Él dice esto, no porque esté apoyando una “revolución islámica”, sino que, como ya dije, su mirada entusiasta se debía, en primer lugar, al hecho de la revuelta como tal, y en segundo, le llamaba mucho la atención el lugar que comenzó a tener la espiritualidad shiíta en el movimiento, no porque estuviera de acuerdo con la instalación de un régimen basado en la ley religiosa, sino justamente, por cómo la dimensión esotérica que históricamente esta vertiente del islam ha tenido, una vertiente cuyo ciclo histórico no está cerrado –por la creencia en un imam oculto-, por lo tanto su verdad tampoco. Bueno, el cómo esta visión de la historia dada por la religión toma forma en una cierta espiritualidad política, donde los signos políticos de esta espiritualidad, como el martirio y la negación hacia el gobierno, producen una ola de protestas que no se detiene, y donde esos motivos religiosos se van convirtiendo en los propios signos de la revuelta, llama mucho la atención de Foucault, y cómo estos se difunden en “cassettes”, esto también llama la atención del filósofo; era la primera revolución que se basaba en una masa inerme y en los instrumentos de la reproductibilidad técnica del arte, como diría Benjamin. Ahora, en un texto posterior a la revolución, ya instalada la república islámica, Foucault da a entender que es un hecho en la historia el que haya sublevaciones y que luego deriven en nuevos regímenes, igual o más crueles que contra el cual se rebelaron los pueblos. Sin embargo, esto no debe hacernos negar valor a una revuelta. Es por ello que plantea allí como una premisa, el ser respetuoso de toda singularidad cuando esta se manifiesta, pero ser implacable cuando el poder transgrede lo universal. Es su tentativa de respuesta a la pregunta ¿Es inútil sublevarse?, que es el título de ese pequeño texto.
APU: ¿Cómo se vinculan esas intervenciones con el resto de su obra? ¿Hay continuidades o rupturas con los trabajos suyos de esa época? Vos hablás de "un estilo tardío". ¿Qué significa eso?
El vínculo entre los reportajes sobre Irán y su obra es muy interesante. Habría que partir por el hecho de que siendo el mismo Foucault el que escribe sobre Irán, estos reportajes se enmarcan en el proyecto de los “Reportajes de ideas” planteado por el filósofo al Corriere della Sera y a le Nouvel Observateur, en el que también trabajaron varios filósofos y periodistas acerca de diversas problemáticas mundiales. Estos reportajes, trataban precisamente de estudiar los cruces entre ideas y prácticas, asumiendo que hay muchas más ideas en el mundo que las que los intelectuales podían suponer, como sostiene él mismo en la presentación de los reportajes. Bien, estos reportajes de ideas, son el fiel reflejo de esa tarea que Foucault asignará a la filosofía en tanto diagnóstico del presente.
Ahora, de manera más precisa, los reportajes sobre Irán escritos por Foucault, se ubican cronológicamente en un momento muy importante de la obra foucaultiana. Justamente donde hay un corte, entre 1976 que se publica el primer volumen de la “Historia de la sexualidad”, hasta 1984, que se publican los dos últimos, transcurren ocho años en que Foucault permanece en una especie de silencio editorial. No publica ningún libro, el proyecto de la Historia de la sexualidad se ve radicalmente modificado, como se evidenciará al momento de su publicación, y por otro lado, en sus cursos, particularmente desde la mitad del de 1978 en adelante, da cuenta de una mirada filosófica que a mi juicio tiene mucho que ver con lo que él vio en Irán, por eso es que Daniel Bensaïd habla de los reportajes como unos textos en los que se está poniendo a prueba una visión teórica en formación. Es en este mismo sentido que yo hablo de un “estilo tardío”. Esta noción que E.W. Said desarrolla a partir de Adorno, y que es el título de su último libro –“On Late Style”-, se refiere a las modificaciones que tienen lugar en las obras de madurez de muchos autores o artistas. Es por eso que es interesante establecer una relación entre lo que Foucault vio en Irán y su “estilo tardío”, es decir, sus obras de madurez, que como libros corresponden a los dos últimos volúmenes de la Historia de la sexualidad, y en otros formatos, a la diversidad de cursos, conferencias y artículos que se han editado últimamente. Ahora, la pregunta: ¿en qué se relacionan la sublevación de Irán a la que Foucault pone tanta atención con su obra tardía?
Aquí hay varias cosas. Primero, si somos específicos en centrarnos en lo que Foucault está trabajando por aquel entonces, y el corte que hay en medio del curso de 1978, que es manifiesto, tendremos algo que nos acerque a esa respuesta. Este curso, titulado “Seguridad, territorio y población”, se propone continuar el estudio del biopoder, en la línea que traía desde “Defender la sociedad” y la parte final de La voluntad de saber, primer volumen de la “Historia de la sexualidad”. Sin embargo, a medida que avanza el curso, Foucault va dando con los orígenes de lo que sería una tradición que contenga ideas sobre el gobierno de los hombres, no al modo soberano de la ley sobre un territorio, sino las nociones de un gobierno sobre la vida. Esto lo encuentra en el pastorado cristiano. La forma de contestar a esta forma de poder que Foucault va a encontrar en estos contextos, serán los desarrollos de sectas gnósticas, las prácticas ascéticas, monásticas, etc. Estos análisis que tienen lugar en el curso, son paralelos, tanto a los viajes de Foucault a Irán, como a los escritos sobre el levantamiento aquel, y me parece que, el hecho de estar presenciando el potencial político de resistencia al poder que tienen las prácticas religiosas y espirituales en vivo, debido al hecho de la revolución iraní, es muy importante para el vuelco teórico que hay desde ese momento en adelante, donde el análisis del gobierno sobre la vida se va a orientar hacia la constitución del sujeto y las prácticas de sí. Así lo describe el editor de los cursos en la “Situación”, en “Seguridad, territorio y población”. También da cuenta de las lecturas que hizo Foucault sobre Irán para comprender el movimiento que observaba, y señala como la más importante “L´islam iranien” de Henry Corbin, quien es también el primer traductor de Heidegger al francés; al respecto tampoco dejaría fuera el progresivo heideggerianismo de Foucault. Agreguemos a esto el hecho que, uno de los trabajos que abre más puertas teóricas para pensar la relación de la última obra foucaultiana con ciertas filosofías islámicas, es el de Christian Jambet –el principal y más conocido discípulo de Corbin- que está en el libro “Michel Foucault, filósofo”. En ese texto, Jambet establece las relaciones pertinentes entre los últimos volúmenes de la Historia de la sexualidad con el pensamiento shiíta iranio. Si según Foucault, la noción del cuidado de sí se pierde definitivamente en occidente con lo que él llama “el momento cartesiano”, cuyo precedente es la escolástica tomista, para Jambet, el cuidado de sí o trabajo sobre sí, “ishtighal fi nafsi-hi” en árabe, se mantiene en el pensamiento del islam shií, donde la constitución del sujeto a través de ciertas prácticas de sí los hace sentir estar expresando ciertas formas de libertad. En vistas de esto, yo no descartaría un vínculo teórico incluso, entre lo que Foucault vio en Irán y lo que posteriormente siguió pensando y escribiendo.
APU: ¿Por qué se le ha dado tan poca relevancia (hay un manto de silencio al respecto...) a esos textos sobre la revolución iraní? Muchos especialistas en la obra del filósofo suelen pasar por alto sus reflexiones sobre la revolución, como si esa intervención no existiese o fuese irrelevante. De hecho, no hay muchos trabajos que den cuenta de esos textos.
A ver…. Hay varias cosas interesantes aquí. Efectivamente, se les ha dado poca relevancia a esos textos, y se ha tendido a no considerarlos como parte de la obra filosófica del autor. Para esto hay muchos argumentos, que eran observaciones del momento, reflexiones aventuradas (cosa que él no hacía en sus libros, en este argumento se amparan en la clausula testamentaria de toda publicación póstuma, a la que se debe la permanencia en inédito del último volumen de la Historia de la sexualidad – “Las confesiones de la carne”-), reportajes de prensa en fin. Sean como sean de atendibles cualquiera de estos argumentos, todos discutibles por cierto, de todos modos podemos convenir en que estos textos son parte de la producción intelectual del autor, y en ese sentido, me parece que, sus opiniones o escritos sobre algo, por más contingentes que sean, no se pueden desvincular de su mirada filosófica.
Ahora, hay que tener ojo con este tipo de elecciones porque son muy antojadizas políticamente. Hay que partir por el hecho de –y esto es transversal a la orientación política o teórica- que cierto eurocentrismo u orientalismo (yo prefiero este último término) tiene un papel decisivo en la consideración de estos textos, en el sentido que lo que más caracteriza a la mirada orientalista, es el hecho de la negación de la posibilidad de alcance universal a toda producción no occidental. En segundo lugar, porqué digo que estas elecciones son antojadizas políticamente, porque por ejemplo: uno de los grandes textos de Kant, incluso uno al que Foucault dedicó mucha atención, el famoso “¿Qué es la Ilustración?”, es un artículo de periódico, y es para nosotros uno de los textos más importantes del filósofo alemán, entonces la pregunta es ¿por qué? Con Hannah Arendt también tenemos un claro ejemplo: todos sus textos de entre mediados de los 30s hasta fines de los 50s, artículos de revistas de prensa judía fundamentalmente (en The Jewish Partisan por ejemplo), que tratan sobre la cuestión judía, la segunda gran guerra, sus discusiones con el sionismo, la cuestión judeo-árabe en Palestina…. Bueno todos estos textos se han editado últimamente en libros, lo que significa que entran en el rango de la obra de la autora, y por lo demás (y lo digo por experiencia propia), esos textos son muy importantes para comprender Los orígenes del totalitarismo, son sus materiales preparatorios. En el caso de Marx, tenemos algo parecido a lo de Foucault, es decir, lo inverso de esta actitud antojadiza. Si pensamos en sus escritos sobre la India, y en que este filósofo corrió la suerte (no digamos mala ni buena) de convertirse en referente durante mucho tiempo para un sector político que es el que se reclama a favor de la liberación de los pueblos (digamos, las izquierdas), entonces claramente resulta más cómodo olvidar o no considerar lo que Marx haya dicho sobre la presencia inglesa en la India, ¿¡cómo podríamos estar recordando a un Marx pro-colonización mientras la izquierda planetaria está por la liberación de los pueblos!?
En este sentido, la poca consideración prestada a los reportajes de Foucault sobre Irán, es bastante antojadiza y me parece que en una dirección similar a esto que mencionaba con Marx. Es decir, Foucault, ha sido visto como un pensador “progresista” (sin saber bien qué es eso ni la aplicación de ello al filósofo, pero en fin…) y, tomado como bandera de lucha de diversos sectores, feministas, la famosa teoría queer, etc. Por lo que sería feo hacernos la imagen de un Foucault, un filósofo crítico europeo contemporáneo, pensando y escribiendo entusiastamente sobre la importancia de la espiritualidad política en la revuelta iraní de 1978-79, que luego desembocó en la República Islámica que hoy conocemos. Por eso mismo, resulta más cómodo obviar estos reportajes de prensa, verlos como un desliz, como algo muy específico y contingente. Ahora, Foucault mismo entendía a la filosofía como la reflexión histórica sobre el presente, por lo que, su periodismo, digamos, sus reflexiones sobre su presente vivido, no deben desvincularse, insisto, de su mirada filosófica.
Aunque también hay que ser cuidadosos, como lo era el mismo Foucault con respecto al tema. Y es que, efectivamente, Foucault se autoimpuso un cierto silencio en cuanto a la revolución iraní, no sé si por un gesto intelectual de observar más de lo que hablar y escribir, y de no ser tan aventurado en relaciones, o por todas las críticas que le acarrearon los reportajes. Pero, sí hay una especie de silencio autoimpuesto ¿por qué? Pienso en dos ejemplos concretos: el primero está en el curso del que venimos hablando, el de 1978. Una de las tesis centrales de este curso, es la aparición moderna del fenómeno de la población, el fenómeno de las grandes poblaciones. Es a este fenómeno, al que se debería la emergencia de este nuevo arte de gobernar que Foucault llama “la gubernamentalidad”, que se trata de un gobierno minucioso de las poblaciones y de la circulación de éstas, sus entornos, sus consumos, enfermedades, accidentes, diversión, en fin, todo, las obras públicas, la sanidad, el control de natalidad, control de las vías, de los automóviles, etc. Bueno, en el contexto en que Foucault describe esta nueva forma de poder que parece tan omnipresente y de la que es casi imposible salir en términos de comunidad, él mismo va a introducir una diferencia entre población y pueblo. La población es ese conjunto de hombres que vive bajo esta “gubernamentalidad”, que simplemente circula, obedece, incluso queriendo obedecer, pues como dirá Foucault, este es un poder benevolente, él también lo llama “gobierno frugal”. El pueblo en cambio, sería un sujeto político colectivo que se distingue de la población porque se rebela contra el régimen de reglas, emerge en un momento determinado y de manera intermitente. Con todo lo que hemos dicho antes sobre Foucault e Irán, y tomando en cuenta su propio interés y los reportajes, sería casi obvio pensar en que el ejemplo en el curso de este “pueblo” que emerge y se distingue de la población, se puede ver en la revuelta iraní, que está teniendo lugar en ese preciso momento. Y pues no lo es. No recuerdo ahora si hay de hecho un ejemplo o no, pero si lo hay, no es sobre Irán. El otro ejemplo en que pensaba, es en el curso “El coraje de la verdad”, que es la segunda parte de “El gobierno de sí y de los otros”, son de 1982-83 si no me equivoco. Bueno, en “El coraje de la verdad” hay toda una lección dedicada al modo de vida revolucionario como una de las formas de expresión del coraje de decir la verdad ante el poder. Y pues, nuevamente nos encontramos con la sorpresa de que, siendo la revolución iraní la única que el filósofo presenció, y a la que en cantidad de páginas escritas en específico sobre el tema dedicó más de treinta, sin embargo, ninguno los ejemplos de modo de vida revolucionario tienen que ver con Irán. Por lo tanto algo hay también de parte de él, cosa que, por cierto no debe hacernos tomar parte por la corriente que ha tendido a no considerar en absoluto estas intervenciones.
APU: ¿De sus reflexiones sobre la revolución iraní, cuáles te parecen relevantes para pensar problemas actuales del mundo islámico, de sus problemáticos vínculos con Occidente, etc.?
Esta pregunta es enorme, y da para mucho, pero intentaré centrarme en lo esencial. Hay que partir por lo más interesante, y es que más allá de los reportajes en específico, el legado filosófico de Foucault en términos de una mirada, nos lleva a pensar los problemas actuales de cualquier parte, independientemente de la cultura, en relación a cómo éstos puedan interpelarnos a nosotros mismos como sujetos. ¿Qué significa esto? Que puedan mostrarnos a nosotros mismos que, podemos ser de otro modo que como se nos ha hecho ser. Es, de hecho, lo que él trataba de hacer ver con sus reportajes sobre Irán, pero, me da la impresión que no fue bien comprendido.
Ahora, en cuanto a la pregunta en específico, me parece que lo más interesante y rescatable de los textos de los reportajes, para pensar los problemas actuales del mundo árabe e islámico, son estas ideas acerca del islam en cuanto fuerza política como fenómeno decisivo de la política de nuestro tiempo, y la referencia al caso palestino, de cómo ese reclamo sería mucho más potente con un modo de expresión política islámica, en lugar del movimiento secular laico que había venido siendo hasta los 80s. Habría que conectar estas reflexiones, con sus ideas acerca de: uno, la tarea de una historia del pensamiento como aquella que deba captar el punto en que un acontecimiento cultural pueda interpelarnos en tanto sujetos modernos –que se encuentra al comienzo del curso Hermenéutica del sujeto de 1982-, y dos, que es algo que dice en una entrevista, que occidente ya está demasiado preso de sus propios conceptos como para salir de la cultura capitalista, y que si ha de darse una cultura no capitalista, ésta ha de darse fuera de occidente y ser producida por no occidentales. Hay una última cosa que agregaría a esta pequeña relación de textos. Se trata de lo que Foucault llegó a constatar en el curso de 1978: que en las sociedades occidentales capitalistas, el mercado había devenido el lugar de veridicción, es decir, el lugar a través del cual se filtra lo verdadero y lo falso, y por lo tanto se van produciendo las reglas del modo de vida. Es por eso mismo también que, por ese mismo año le haya interesado tanto la “espiritualidad política” que tenía lugar en Irán, se trataba de una sublevación que reclamaba otras reglas de modo de vida, diversas de las del mercado.
Ahora, por ejemplo, si esta amalgama foucaultiana la usamos para pensar las actuales revueltas árabes, nos da mucho que estudiar y pensar sobre los árabes y nosotros mismos. El cómo se han levantado pueblos inermes para derrocar a sus gobiernos, sea bajo la consigna que sea, y pertenezcan a la cultura que sea, el propio hecho nos muestra a nosotros que algo es posible: el derrocamiento de cualquier gobierno, esto es ya un acontecimiento. El lugar que está teniendo la religión en las transformaciones políticas, al punto que llevan al cuestionamiento estructuras y conceptos que, aunque vienen de caída, son aún para nosotros casi incuestionables, como el Estado y la nación por ejemplo, nos hace pensar en la necesidad de estudiar su historia en estos países, y en la necesidad de sus existencia para nosotros mismos. Quizá las revueltas árabes son un acontecimiento cultural que nos interpela en tanto sujetos modernos, y puedan ser también ese lugar no occidental del que se pueda producir una cultura no capitalista… No sé, quién sabe… Hay que permanecer expectantes. Pero sí, claro que la mirada foucaultiana, y de pasada sus reportajes sobre Irán, son fundamentales para pensar, de un modo no orientalista, los problemas actuales del mundo árabe e islámico y su relación con occidente.
GB
UNASUR, METHOL FERRE, ULTIMA PARTE.
III - La lenta emergencia del estado continental federal metholiano
a) ¿Cambios en el sistema de poder en América?
Los pronunciamientos populares han producido, además de críticas al presente y decisiones acerca del futuro, algunos cambios perceptibles. Al menos parte del agotamiento del sistema nacido en las postrimerías de la segunda gran guerra europea del siglo pasado, y que tuvo su apogeo con la formulación del Consenso de Washington, puede atribuirse a ellos. El triunfo electoral de Obama en 2012 -impulsado por el fuerte y condicionante apoyo ‘hispano’-, la instalación de nuevos gobiernos en algunos países árabes -al gusto de los pueblos movilizados y disgusto de los ‘demócratas’ colonizados por el mercado- y particularmente algunos indicios de cambios en el sistema de poder en América, advierten sobre la capacidad de decidir acerca del futuro de la asamblea popular.
Entre esos indicios dos son particularmente significativos: el nuevo papel de los ‘hispanos’ en EEUU y la paulatina consolidación de una visión unificada de los asuntos continentales y mundiales en América del Sur y América Latina y el Caribe, simultáneamente con el desarrollo de sus procesos de integración política. El poder y la capacidad de decisión de la comunidad ‘hispana’ en los EEUU crecen de modo constante desde el masivo pronunciamiento popular del 1 de mayo de 2006. Las razones están en la demografía -expresión de la cultura latinoamericana y explicación de que la mitad de la juventud norteamericana sea hoy ‘hispana’- y particularmente en la conciencia de si misma adquirida en ese pronunciamiento. El notorio aumento de la capacidad de decisión latinoamericana en los organismos regionales que incluyen a Estados Unidos y Canadá y en la Asamblea General de Naciones Unidas, que hemos citado, anticipan un cambio significativo del sistema de poder en América.
b) La nueva situación de América del Sur y de América Latina y el Caribe
La originalidad y vigor del pensamiento y la acción políticas latinoamericanas, tal como señala Alberto Methol Ferré, han proyectado siempre un continente y un mundo diferentes, pero por primera vez buena parte de ese proyecto está en condiciones de realizarse. UNASUR y la CELAC están creando instituciones eficaces para pensar y decidir acerca del futuro y para proponerlo al debate global. El Consenso del Cusco es tal vez la primera manifestación de estados democráticos reunidos que recoge y propone al mundo las exigencias comunes de los movimientos populares del presente siglo. Lo ha hecho en franca oposición al Consenso de Washington y como alternativa al Consenso de Beijing, que expresa el camino por el que China ha logrado integrarse a la sociedad global del mercado sin ceder el control político pero simultáneamente sin atender los reclamos populares de justicia social y participación en el poder.
La singularidad de UNASUR no sólo reside en su propuesta de futuro sino en su propósito explícito de llevar a cabo los programas del movimiento independentista y en su carácter político y democrático, asimismo explícito. Es decir que, como ya hemos destacado, no se propone constituir un mercado común sino un estado confederal democrático de naciones soberanas. Por eso simultáneamente garantiza la democracia en sus estados miembros, fortalece su capacidad de decisión en el continente, comienza la unificación de sus fuerzas armadas, les asigna como misión la defensa de los recursos naturales del continente, propone un plan de grandes obras de infraestructura y comienza a ejecutarlas, da los primeros pasos para reunir sus políticas de educación, cultura, ciencia y tecnología y debate una política monetaria y una política financiera capaces de garantizar la subordinación de los actores del mercado al poder democrático.
Paralelamente a este proceso se han fundado diversas instituciones en el camino a constituir la autoridad monetaria y el sistema financiero público sudamericanos: el Sistema de Pagos en Moneda Local entre Brasil y Argentina, el SUCRE y el Banco del Sur.
El Sistema de Pagos en Moneda Local entre Argentina y Brasil (SML) fue creado por acuerdo entre los Bancos Centrales de ambos estados en 2008, conforme la Decisión del Consejo del Mercado Común 25/07, siguiendo el antecedente del sistema de compensación de pagos de la ALADI. Está en aplicación pero aún en bajos porcentajes respecto del total de las operaciones. El Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos (SUCRE) fue creado en 2009 por Bolivia, Ecuador, Cuba, Honduras, Nicaragua y Venezuela. Establece una moneda de cuenta común para los intercambios, el SUCRE. Su autoridad de aplicación y control es el Consejo Monetario Regional. Tiene dos organismos técnicos, la Cámara de Compensación y el Fondo Mixto de Estabilidad. También ha comenzado a aplicarse con mayor intensidad que el SML.
El Banco del Sur fue fundado como una institución de UNASUR por Argentina, Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela. Perú y Chile participan como observadores. Su finalidad es operar como fondo monetario, banco de desarrollo y organización financiera de América del Sur, con sede en Caracas y sub sedes en Buenos Aires y La Paz. Se propone ser un instrumento para alcanzar un desarrollo equitativo y con justicia social de América del Sur, siendo los países miembros socios igualitarios. Será quien financie el Plan de Obras de infraestructura para la integración física de América del Sur y las necesidades financieras de empresas públicas y privadas. A la fecha tiene su capital inicial de veinte mil millones de dólares integrado en un 66 %, con lo que es inminente el inicio formal de sus operaciones, mediante la constitución de un fideicomiso para la creación de una Laboratorio Sudamericano de Especialidades Medicinales genéricas.
c) El futuro: un estado continental confederal de naciones soberanas
Conforme la capacidad construida al presente para decidir con autonomía y las decisiones ya adoptadas respecto del futuro, pueden presentarse nuevas características de América Latina de aquí al fin de siglo.
La profundización de la democracia incluirá el remplazo del principio general del sistema político contemporáneo, que establece que el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes, reconociendo que debe ser el pueblo -y no sus representantes- quien delibera y gobierna por los medios que hagan posible la expresión ordenada, congruente y permanente de su voluntad. Los representantes serán sólo mandatarios obligados a cumplir las instrucciones de sus mandantes y a rendir cuentas de ese cumplimiento.
Las organizaciones supranacionales emergentes de los procesos de integración serán asimismo democráticas. En algún momento UNASUR deberá contar con un Presidente y un Parlamento elegidos democráticamente. El Presidente deberá ejercer las funciones delegadas por los estados miembros (fuerzas armadas, relaciones internacionales, banco central, educación, recursos naturales, etc.). El parlamento deberá contar con dos Cámaras: una que represente de modo directo a los pueblos y otra que represente a los Estados.
Este proceso incrementará la soberanía en sus dos vertientes: en tanto soberanía popular, haciendo a los pueblos efectivamente partícipes de las decisiones y en cuanto soberanía de los estados, garantizando que sus decisiones sean respetadas por las corporaciones globales, los demás estados y las organizaciones internacionales.
El Banco del Sur administrará las reservas de los Bancos Centrales de los países miembros y substituirá totalmente al FMI, al BID y al Banco Mundial en América del Sur y tal vez también en toda América Latina y el Caribe, dado el objetivo explícito de la CELAC establecido en la conferencia de Cancún de 2010 de incorporarse al Banco del Sur. En ese marco crecerá la democratización de la economía, orientándose el financiamiento al desarrollo de empresas plurinacionales sudamericanas, con sus cadenas de valor establecidas en los países miembros de acuerdo a las políticas de desarrollo concertadas en común, y con una fuerte participación de pequeñas y medianas empresas también plurinacionales.
La formación de estados continentales -como será, a mediano plazo, UNASUR- contribuirá a la formación de un mundo multipolar, en el que exista un razonable equilibrio entre los pueblos, los estados y las organizaciones internacionales.
Simultáneamente es probable que el presidente que suceda a Obama en EEUU sea un ‘hispano’ y que el castellano se convierta en la segunda mitad de este siglo en la lengua más hablada en EEUU, lo que seguramente provocará un incremento exponencial del castellano en la red. Esto contribuirá a la emergencia civilizatoria de América Latina en el mundo.
En cualquier caso, la breve etapa de la sociedad global del mercado concluirá este siglo, habiendo sido sólo una bisagra entre dos etapas de la historia humana, al haber desplazado el escenario de la competencia por el poder y los bienes del espacio al tiempo, provocado el crecimiento desmesurado de la pobreza y la desigualdad y privado de sentido a la vida humana personal y social. Si bien es posible que la nueva era en gestación sea aún peor que la anterior para el derecho de las personas a tener derechos, comenzando por el derecho a vivir, es también posible que la humanidad avance hacia una situación mejor. Y numerosos indicios del presente parecen constituir una plataforma desde la que es posible pensar en un mayor protagonismo de los pueblos y las personas en las decisiones acerca del futuro y que alguna parte de ese futuro sea como ellos quieren que sea.
La nueva fase de la historia de América que nos anunció Alberto Methol Ferré en 2002 ha comenzado: el estado continental industrial confederal de naciones soberanas de América del Sur está en proceso de construcción. El desarrollo de sus instituciones y las políticas públicas continentales que debe ejecutar exigen una Doctrina de la Integración, tal como lo reclama Marco Aurelio García, y ella requiere de toda la riqueza del pensamiento de Alberto Methol Ferré.
Humberto Podetti
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Abogado, egresado de la Universidad de Buenos Aires, especializado en Integración latinoamericana, Derecho de la Energía y Derecho Civil latinoamericano. Es miembro fundador del Instituto de Integración Latinoamericana de la Universidad Nacional de Cuyo, del Foro San Martín y del Foro Permanente de Juristas del MERCOSUR y miembro de la Asociación Argentina de Derecho Comparado, del Corredor de las Ideas del Cono Sur, del Instituto de Derecho Internacional Público, Relaciones Internacionales y de la Integración del Colegio Público de Abogados y Huésped de Honor y Coordinador Institucional en Buenos Aires de la Universidad Nacional de Cuyo. Ha sido Profesor de Grado y Director y Profesor de Postgrado en la Universidad de Buenos Aires. Ha dado conferencias sobre temas de su especialidad en Universidades argentinas y de América del Sur. Ha publicado libros y artículos sobre temas jurídicos y sobre integración latinoamericana.
La conferencia está publicada en http://forosanmartin2012.blogspot.com.ar/2012/09/de-los-estados-ciudad-al-estado.html.
Ibídem. Juan Domingo Perón, Los Estados Unidos de América del Sur, Corregidor, Buenos Aires, 1982, p. 45. Methol Ferré cita la conferencia pronunciada por Perón el 11 de noviembre de 1953 en la Escuela Nacional de Guerra que puede leerse en http://forosanmartin2012.blogspot.com.ar/2012/09/j-d-peron-sobre-una-nueva-politica.html. También puede verse en Juan Domingo Perón, América Latina, ahora o nunca, CS Ediciones, Buenos Aires, 2005, p. 75.
Podetti, Humberto, Crisis global, derecho e integración regional, en Bonneso de Araujo, Luiz y Podetti Humberto, Integración y Derecho, EDIAR, Buenos Aires, 2007, p. 223.
El eminente humanista sudamericano Andrés Bello, nacido en Venezuela y autor de los Códigos Civiles de Chile, Ecuador y Colombia, explicó la cláusula que lleva su nombre del siguiente modo: “En los tratados de comercio que esta República (en su formulación inicial la doctrina se refería a Chile y Lucas Alamán la extendió a toda América latina) se halla en el caso a celebrar con potencias extranjeras, me he propuesto reservarle el derecho de conceder favores especiales a las Repúblicas hermanas, esta será la sola excepción al principio de imparcialidad que deseamos observar con todos. Los adelantamientos de las potencias comerciales en la navegación, y en todas las ramas de la industria, ahogaría para siempre la nuestra y nos privarían de uno de los más necesarios medios de seguridad y defensa si no nos acordásemos mutuamente algunas ventajas de nuestras relaciones recíprocas.”
El Consenso del Cusco, cuyos principios han sido expresados también en los acuerdos y objetivos de la CELAC, está transcripto en el art. 3 de la Constitución de UNASUR, que entró en vigencia en 2011. Puede verse en http://www.unasursg.org/index.php?option=com_content&view=article&id=290&Itemid=339.
Pandra, Alejandro, Origen y destino de la Patria, p. 7. El libro puede bajarse gratuitamente en http://www.agendareflexion.com.ar/2012/09/04/838-origen-y-destino-de-la-patria; Hardoy, Ana (2004) Editorial en Herrera, Amílcar O. y otros (1977), ¿Catástrofe o Nueva Sociedad? Modelo Mundial Latinoamericano 30 años después, 2ª. Edición, Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo, 2004.
Béjar, María Dolores, Historia del Siglo XX, Siglo veintiuno, Buenos Aires, 2011, Capítulo 7.
Stglitz, Joseph E., El precio de la desigualdad. El 1% de la población tiene lo que el 99 % necesita, Taurus, Buenos Aires, 2012, p. 194.
Guillén, Rubén León, Integración suramericana: cara o ceca. [Base de un proyecto soberano o herramienta de sujeción a los intereses foráneos], Conferencia dictada en la sexta sesión del Seminario Anual 2012 del Foro San Martín, y publicada en la Agenda de Reflexión N° 841, 14/09/2012, http://www.agendadereflexion.com.ar/2012/09/14/841-integracion-suramericana-cara-o-ceca/
http://www.bcra.gov.ar/pdfs/sml/Convenio%20SML.pdf
Secretaría General del SELA, El sistema monetario de compensación regional SUCRE. Propósitos, antecedentes y condiciones necesarias para su avance, Caracas, 2009
http://www.sela.org/DB/ricsela/EDOCS/SRed/2009/05/T023600003469-0-Sistema_Unitario_de_Compensacion_Regional_(SUCRE).pdf
http://www.iade.org.ar/uploads/c87bbfe5-4cdd-276b.pdf
Pandra, Alejandro, Origen y destino de la Patria cit., p. 333.
Probst Salomón, Bárbara, El poder de la lengua española, El País, 21-10-2012, p. 23.
Laïdi, Zaki, Un mundo sin sentido, FCE, México, 1999, p. 15
Guillén, Rubén León, Integración suramericana: cara o ceca. [Base de un proyecto soberano o herramienta de sujeción a los intereses foráneos] cit.
Podetti, Humberto Crisis global, derecho e integración regional cit.
Jaguaribe,Helio Un estudio crítico de la historia cit., T. II, p. 695. Sostiene Jaguaribe que “una sociedad consumista totalmente intransitiva no es autosustentable y puede dar lugar a uno de dos resultados. Uno sería la formación de un mundo orwelliano en el que la élite del poder instituiría una dirección autoritaria tecnocrática, por medio de la cual el consumismo intransitivo se mantendría a cambio de proveer de apoyo a la élite en el poder”.
Reportaje a Marco Aurelio García, www.forosanmartin2012.blogspot.com.ar/2012/09/el-pensamiento-estratégico-de-brasil-hoy.html
UNASUR PARTE IV
En ejecución de esos objetivos se emitieron por unanimidad de todos los países de nuestra América diversas declaraciones sobre cuestiones trascendentes para el continente, expresando el pensamiento latinoamericano: Declaración sobre la Necesidad de poner fin al bloqueo comercial, económico y financiero de los Estados Unidos a Cuba, Declaración de Solidaridad con Ecuador, Declaración de Solidaridad con Haití, Declaración Especial sobre Guatemala, Declaración Especial sobre Explotación Hidrocarburífera en la Plataforma Continental, Declaración sobre la Cuestión de las Islas Malvinas, Declaración Especial sobre Cooperación en materia migratoria y Declaración de Apoyo a la Iniciativa Yasuni-ITT de Ecuador.
Y también en ejecución de estos objetivos América Latina obtuvo trascendentes votaciones siguiendo su propio pensamiento y sus intereses en la VI Cumbre de las Américas reunida en abril de 2012 en Cartagena de Indias, otra ciudad emblemática para la identidad latinoamericana, en la OEA, en los casos de la destitución ilegítima del presidente de Paraguay y Presidente de UNASUR Fernando Lugo y de amenaza de violación de la Embajada de Ecuador en Londres y en Naciones Unidas, en la elección de los países miembros del Comité de Derechos Humanos por América Latina, todos en 2012.
Queda aún mucho camino por recorrer, muchas dificultades que enfrentar y muchas amenazas por sortear. Pero la UNASUR y la CELAC han dado ya pasos firmes y esperemos irreversibles en el cumplimiento de sus objetivos, constituyendo un nuevo hito en el proceso de integración latinoamericana e iniciando definidamente una nueva fase de la historia de América del Sur, tal como anticipara Methol en su conferencia de 2002.
Desde otro punto de vista, UNASUR y CELAC tienen como marco un proceso global, de crisis y profundas transformaciones, que analizamos en el capítulo siguiente, y que si bien constituye una amenaza de tiempos peores para la humanidad, simultáneamente ofrece posibilidades concretas para nuestro continente de avanzar en la realización del proyecto del movimiento independentista.
II - Pasado y presente del mundo que pensó Alberto Methol Ferré
El siglo XX culminó como el siglo de la maldad insolente: a la mayor cantidad de riqueza y conocimiento acumulados en toda la historia de la humanidad se correspondió la situación de mayor injusticia en la distribución de los bienes y el conocimiento. Simultáneamente el siglo pasado fue también el de las mayores violaciones a los derechos de las personas y el de la mayor cantidad de declaraciones de esos derechos. La gravedad de esa situación puede advertirse en que por primera vez en la historia, una parte significativa de la población del mundo se encuentra excluida de su comunidad y es rechazada cuando intenta incorporarse a otra.
La respuesta de los pueblos, también por primera vez, es universal. El siglo XXI se inició como el de la movilización de multitudes en todas las naciones del mundo, alzándose contra la injusticia y la insolencia. Cualquiera fuere el régimen de gobierno, la cultura o la fe religiosa, no hubo pueblo de la tierra que en estos doce años del nuevo siglo no se manifestara en asamblea popular. Tal vez un hito anticipatorio del futuro haya sido el pronunciamiento popular del 1 de mayo de 2006 en EEUU, en el que millones de ‘hispanos’ proclamaron en asambleas multitudinarias llevadas a cabo en todas las ciudades norteamericanas, el derecho de toda persona a pertenecer a una comunidad organizada, es decir, el derecho a tener derechos.
A diferencia de las movilizaciones populares del último tercio del siglo XX -que iniciaron en Polonia el fin del comunismo soviético, en la Plaza Tian an men el inicio del capitalismo comunista chino o en Soweto la derrota política del racismo sudafricano-, las movilizaciones del siglo XXI tienen al menos cuatro exigencias comunes: pertenencia a una comunidad organizada, acceso universal a los bienes y al conocimiento, sujeción del mercado al poder democrático y participación de todos en la toma de decisiones, como medio y garantía de las tres primeras. La concreción de estos reclamos tienen en cada región del mundo caminos propios pero su construcción comparte el material principal: la participación de los pueblos de modo efectivo en el poder político y económico: elegir, controlar, decidir, cuestionar, condenar, garantizar.
La globalización del poder económico y financiero desplazó la capacidad de decisión de los estados a las grandes corporaciones globales, que establecen sus propias leyes, imponen sus jueces y deciden acerca del acceso a los bienes y al conocimiento de las personas y el destino de los recursos naturales, con la complicidad de los gobiernos de algunos grandes estados. Los pueblos han reaccionado en consecuencia: la exigencia que el mercado global debe subordinarse al poder democrático ha estado presente en las movilizaciones en cada rincón del mundo, pero principalmente en EEUU, la Unión Europea y Japón.
La asamblea popular global no solo ocupó las calles de ciudades de todo el mundo, sino también se convirtió en un presente continuo en la red informática, mostrando otra naturaleza de la globalización. Múltiple, diversa, desordenada, apasionada pero a un mismo tiempo reunida en la crítica y el rechazo a la situación del mundo, la asamblea virtual multiplica la participación en la asamblea real. De este modo y tal vez también por primera vez en la historia haya millones de personas proyectando y actuando simultáneamente para decidir acerca del futuro común.
Prof GB
UNASUR PARTE III
La Declaración fundacional de San Salvador de Bahía del 23 de julio de 2008, definió el programa: a) establecer compromisos efectivos de acción conjunta de todos los países de América Latina y el Caribe; b) Construir un espacio común donde el cumplimiento de esos compromisos fuese posible; c) Acordar posiciones comunes en los foros internacionales sobre los grandes temas de la agenda global; d) intensificar el diálogo, la interacción y la sinergia entre los procesos regionales y subregionales de integración de América Latina y el Caribe para profundizar la integración y establecer proyectos comunes y complementarios; e) Profundizar la cooperación sur-sur y triangular que potencien la cooperación técnica de los país de América Latina y el Caribe y f) profundizar la coordinación de posiciones para proyectar una visión común de América Latina y el Caribe en diálogos externos.
La Primera Cumbre debatió la adopción de posiciones comunes en cuatro grandes temas: la crisis financiera, la crisis energética, el cambio climático y la crisis alimentaria y varios temas conexos. Y se lograron acuerdos precisos en 12 áreas: 1) cooperación entre los mecanismos regionales y subregionales de integración; 2) crisis financiera internacional; 3) energía, 4) infraestructura física; 5) desarrollo social; 6) seguridad alimentaria y nutricional; 7 desarrollo sostenible; desastres naturales; 9) promoción de los derechos humanos y combate al racismo; 10) circulación de personas y migraciones; 11) cooperación sur-sur; 12) proyección internacional de América Latina y el Caribe y diálogo paritario con la Unión Africana, la Unión Europea, la ASEAN y la Liga Árabe.
El 6 de noviembre de 2009, en la Reunión de Montego Bay (Jamaica), las naciones de América Latina y el Caribe, luego de examinar los pasos dados desde la Cumbre de San Salvador de Bahía, acordaron un plan de acción para institucionalizar el diálogo entre los organismos de integración, avanzar en la propuesta de reforma del sistema financiero regional y global y de los organismos multinacionales y comenzar unificar las políticas comerciales de defensa de la producción y economía de América Latina y el Caribe.
El 23 de febrero de 2010, en Cancun o Caan Cun -lugar de la divinidad maya de la serpiente emplumada, nuevamente un escenario de profunda significación para nuestra historia americana-, a modo de culminación de una primera etapa del proceso iniciado en San Salvador de Bahía, nuestras naciones decidieron la fundación de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC). Y volvieron a definir los objetivos:
Traducir, a través de la concertación política los principios y valores de América Latina y el Caribe en el proceso regional y global, de modo sostener posiciones semejantes o únicas en reuniones, conferencias y organismos plurinacionales;
Fortalecer los procesos de integración en desarrollo;
Exigir que se respeten los derechos de los migrantes en las sociedades de destino como actores políticos, económicos, culturales y científicos, en clara reivindicación de los postulados del Pronunciamiento Popular del 1 de mayo de 2006 en los EEUU;
Propugnar una regulación global del sistema financiero, para transformarlo en equilibrado y sostenible y
Proponer al Banco del Sur como pilar del proceso de integración regional
Porf GB
UNASUR, PARTE II
En nuestro criterio, la formulación de una política sudamericana anticipaba y resolvía, además, un problema substancial de la crisis contemporánea, el de la pérdida general de sentido de la sociedad humana y, por consiguiente, de la vida personal y social, al reintegrarles una causa en el programa de constituir nuevos espacios y tiempos de sentido en el proceso de construcción de autonomía para las personas, las sociedades y las naciones, mediante la formación de un estado continental.
En esta perspectiva, Methol concluyó su conferencia asociando la predicción de Perón acerca del año 2.000 con su propia convicción de que “estamos asistiendo al comienzo de una nueva fase de la historia de América del Sur”, fase que implicaba el inicio de la formación del estado continental sudamericano. Es decir, que en un momento de fuerte crisis argentina, nuestro compatriota uruguayo nos decía que aquel mensaje prospectivo a la juventud del siglo XXI formulado por Perón estaba comenzando a realizarse en la reunificación de nuestro continente.
Por ese entonces, sin embargo, nada anticipaba claramente que ello fuera a ocurrir. Desde el abandono hacia 1830 de la Doctrina Bello, apoyada entusiastamente por Lucas Alamán y conforme a la cual la cláusula de “nación más favorecida” que exigían EEUU y Europa en sus Tratados de Libre Comercio era inaplicable a los acuerdos concertados entre estados de América Latina, nuestra América se había fracturado en muchos estados. Recién en la segunda mitad del siglo pasado, la América del Sur dio los primeros pasos para desandar la fractura y recuperar la unidad, al constituir la Comunidad Andina de Naciones (CAN) en el Pacífico en 1969 y el MERCOSUR en el Atlántico en 1991, pero aún lejos de proponerse una unión política.
Sin embargo, un año y medio después de la conferencia de Methol Ferré, en diciembre de 2004, en el Cusco -que había sido la capital de América del Sur entre 1438 y 1533- se fundó la Comunidad Sudamericana de Naciones integrada por todas las naciones de América del Sur, con el propósito expreso de formar una organización política y no meramente un mercado común o una unión aduanera. En la Cumbre de Brasilia, en mayo de 2008, la Comunidad cambió su nombre por el de Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y aprobó su Constitución, que entró en vigencia en marzo de 2011. La Constitución de UNASUR es notoriamente el primer paso hacia la creación de un estado confederal de naciones soberanas, tal vez siguiendo la larga tradición confederal de muchos estados mesoamericanos y andinos.
El art. 3 de la Constitución de UNASUR consagra como norma jurídica supranacional el Consenso del Cusco, cuyos principios constituyen una propuesta de sociedades justas y equilibradas, con capacidad de decisión en el marco de un mundo multipolar, y expresan cabalmente los valores y principios de una civilización emergente. Los diversos Consejos de UNASUR abarcan todas las áreas que deberían constituir en el futuro los ministerios de un estado confederal y trabajan desarrollando el tejido institucional de la reunificación de nuestra América.
Pero la nueva fase histórica anunciada por Methol Ferré en 2002 recordando el pensamiento de Perón para el cambio de siglo, no solo involucra a las naciones de sudamericanas. En julio de 2008, con el respaldo de México y de UNASUR, Brasil convocó a la celebración de la Primera Cumbre de países latinoamericanos y caribeños. Como destacó Lula al abrir la Cumbre, era la primera vez en doscientos años que todos los Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe se reunían con una agenda propia y sin la presencia de países extra regionales. La ciudad de San Salvador de Bahía, arquetipo de ciudad mestiza, cuna de cultura y de civilización emergente, fue el escenario de ese primer encuentro que abarcaba a todas las naciones al sur del Río Grande y a los 50 millones de latinoamericanos y caribeños (los ‘hispanos’ norteamericanos) que viven al norte de ese río.
La convocatoria respondía a una situación compleja pero promisoria de la América que habla mayoritariamente castellano y portugués. Y también al fuerte desafío que establecía la crisis global, en su doble cara de tragedia humanitaria y posibilidad de dar algunos pasos hacia un mundo más justo.
El fuerte desarrollo institucional de UNASUR creaba una asimetría con México, América Central y el Caribe, desde que estos países enfrentaban serias dificultades para participar activamente en los procesos de integración del sur en razón de su vecindad geográfica y sus acuerdos económicos con EEUU que, obviamente, no recogían la Doctrina Bello, e incluían la cláusula de “nación más favorecida” sin excepciones respecto de las demás naciones latinoamericanas y caribeñas. En consecuencia, la iniciativa de los países de América del Sur y México proponía a todos los países de América Latina y el Caribe la creación de un ámbito de diálogo institucional permanente para debatir y profundizar la integración en todo lo que fuese posible y alejar el riesgo de fracturas o impedimentos para la acción conjunta en la política global, en las negociaciones entre el sur y el norte del Río Grande o en los organismos internacionales. Y particularmente hiciera posible que en el mundo se oyera la voz de América Latina y el Caribe, el continente del humanismo popular, en el tránsito propuesto de un mundo unipolar a uno multipolar, más justo y equilibrado.
La Declaración fundacional de San Salvador de Bahía del 23 de julio de 2008, definió el programa: a) establecer compromisos efectivos de acción conjunta de todos los países de América Latina y el Caribe; b) Construir un espacio común donde el cumplimiento de esos compromisos fuese posible; c) Acordar posiciones comunes en los foros internacionales sobre los grandes temas de la agenda global; d) intensificar el diálogo, la interacción y la sinergia entre los procesos regionales y subregionales de integración de América Latina y el Caribe para profundizar la integración y establecer proyectos comunes y complementarios; e) Profundizar la cooperación sur-sur y triangular que potencien la cooperación técnica de los país de América Latina y el Caribe y f) profundizar la coordinación de posiciones para proyectar una visión común de América Latina y el Caribe en diálogos externos.
La Primera Cumbre debatió la adopción de posiciones comunes en cuatro grandes temas: la crisis financiera, la crisis energética, el cambio climático y la crisis alimentaria y varios temas conexos. Y se lograron acuerdos precisos en 12 áreas: 1) cooperación entre los mecanismos regionales y subregionales de integración; 2) crisis financiera internacional; 3) energía, 4) infraestructura física; 5) desarrollo social; 6) seguridad alimentaria y nutricional; 7 desarrollo sostenible; desastres naturales; 9) promoción de los derechos humanos y combate al racismo; 10) circulación de personas y migraciones; 11) cooperación sur-sur; 12) proyección internacional de América Latina y el Caribe y diálogo paritario con la Unión Africana, la Unión Europea, la ASEAN y la Liga Árabe.
Prof GB
Uno de los padres fundadores de la UNASUR Parte I
Por Humberto Podetti
I - El proyecto del estado continental industrial
En el mes de julio de 2002, invitado por el Foro San Martín, Alberto Methol Ferré dictó en Buenos Aires una conferencia memorable, a la que tituló América del Sur: de los estados-ciudad al Estado Continental Industrial. En ella, el insigne pensador sudamericano desarrolló tres cuestiones centrales de su pensamiento: a) la naturaleza y alcances del proyecto del movimiento independentista; b) la significación para América Latina y en particular para la juventud americana, del pensamiento de Rodó y del primer Congreso Estudiantil Latinoamericano convocado y realizado en aplicación de sus ideas y c) el pensamiento de Perón acerca de la crisis de los estados-nación, la formación de los estados continentales, el carácter imprescindible de la industrialización en el proceso de reunificación de América y las perspectivas de un estado mundial.
La secuencia de la etapa histórica nacida con el movimiento y el pensamiento independentista -sostuvo Methol-, renació casi un siglo después con José Enrique Rodó y su visión de la integración de América Latina, iniciando un proceso de intensa actividad del pensamiento latinoamericano y movilización política de la juventud. Ese proceso dio nacimiento a los grandes movimientos populares en nuestra América y culminó con la visión de Perón acerca de que el año 2.000 nos encontraría unidos o dominados. La convicción del estadista argentino -agregaba Methol Ferre- era que “aquellas naciones que no lograran conformar un ‘estado continental’ desaparecerían como centros de autonomía”, lo que determinó su proyecto de constituir los Estados Unidos Sudamericanos. De ese modo, a las causas históricas, culturales, geográficas, sociales y políticas para la reunificación de América, Perón incorporó la causa de la supervivencia como pueblos y naciones soberanas, con suficiente capacidad de decisión en el sistema mundial. Pero además, señala Methol Ferré, Perón incorporó los elementos decisivos para transformar el pensamiento latinoamericano en una política sudamericana, incluyendo como requisitos imprescindibles de la formación de un estado continental la democratización, la industrialización y la formación de un núcleo básico de aglutinación, que implicaba la unión de Argentina y Brasil y la construcción de un poder bioceánico. La democratización, independientemente de su significado y valor intrínsecos, porque la única fuerza comprometida verdaderamente con la unificación era el pueblo americano, la industrialización simultáneamente como elemento imprescindible para la democratización y para la autonomía en las relaciones con el mundo y el núcleo básico de aglutinación como eje y argamasa de la reconstrucción de la unidad americana.
PrOf GB
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