lunes, 4 de marzo de 2013
UNASUR PARTE IV
En ejecución de esos objetivos se emitieron por unanimidad de todos los países de nuestra América diversas declaraciones sobre cuestiones trascendentes para el continente, expresando el pensamiento latinoamericano: Declaración sobre la Necesidad de poner fin al bloqueo comercial, económico y financiero de los Estados Unidos a Cuba, Declaración de Solidaridad con Ecuador, Declaración de Solidaridad con Haití, Declaración Especial sobre Guatemala, Declaración Especial sobre Explotación Hidrocarburífera en la Plataforma Continental, Declaración sobre la Cuestión de las Islas Malvinas, Declaración Especial sobre Cooperación en materia migratoria y Declaración de Apoyo a la Iniciativa Yasuni-ITT de Ecuador.
Y también en ejecución de estos objetivos América Latina obtuvo trascendentes votaciones siguiendo su propio pensamiento y sus intereses en la VI Cumbre de las Américas reunida en abril de 2012 en Cartagena de Indias, otra ciudad emblemática para la identidad latinoamericana, en la OEA, en los casos de la destitución ilegítima del presidente de Paraguay y Presidente de UNASUR Fernando Lugo y de amenaza de violación de la Embajada de Ecuador en Londres y en Naciones Unidas, en la elección de los países miembros del Comité de Derechos Humanos por América Latina, todos en 2012.
Queda aún mucho camino por recorrer, muchas dificultades que enfrentar y muchas amenazas por sortear. Pero la UNASUR y la CELAC han dado ya pasos firmes y esperemos irreversibles en el cumplimiento de sus objetivos, constituyendo un nuevo hito en el proceso de integración latinoamericana e iniciando definidamente una nueva fase de la historia de América del Sur, tal como anticipara Methol en su conferencia de 2002.
Desde otro punto de vista, UNASUR y CELAC tienen como marco un proceso global, de crisis y profundas transformaciones, que analizamos en el capítulo siguiente, y que si bien constituye una amenaza de tiempos peores para la humanidad, simultáneamente ofrece posibilidades concretas para nuestro continente de avanzar en la realización del proyecto del movimiento independentista.
II - Pasado y presente del mundo que pensó Alberto Methol Ferré
El siglo XX culminó como el siglo de la maldad insolente: a la mayor cantidad de riqueza y conocimiento acumulados en toda la historia de la humanidad se correspondió la situación de mayor injusticia en la distribución de los bienes y el conocimiento. Simultáneamente el siglo pasado fue también el de las mayores violaciones a los derechos de las personas y el de la mayor cantidad de declaraciones de esos derechos. La gravedad de esa situación puede advertirse en que por primera vez en la historia, una parte significativa de la población del mundo se encuentra excluida de su comunidad y es rechazada cuando intenta incorporarse a otra.
La respuesta de los pueblos, también por primera vez, es universal. El siglo XXI se inició como el de la movilización de multitudes en todas las naciones del mundo, alzándose contra la injusticia y la insolencia. Cualquiera fuere el régimen de gobierno, la cultura o la fe religiosa, no hubo pueblo de la tierra que en estos doce años del nuevo siglo no se manifestara en asamblea popular. Tal vez un hito anticipatorio del futuro haya sido el pronunciamiento popular del 1 de mayo de 2006 en EEUU, en el que millones de ‘hispanos’ proclamaron en asambleas multitudinarias llevadas a cabo en todas las ciudades norteamericanas, el derecho de toda persona a pertenecer a una comunidad organizada, es decir, el derecho a tener derechos.
A diferencia de las movilizaciones populares del último tercio del siglo XX -que iniciaron en Polonia el fin del comunismo soviético, en la Plaza Tian an men el inicio del capitalismo comunista chino o en Soweto la derrota política del racismo sudafricano-, las movilizaciones del siglo XXI tienen al menos cuatro exigencias comunes: pertenencia a una comunidad organizada, acceso universal a los bienes y al conocimiento, sujeción del mercado al poder democrático y participación de todos en la toma de decisiones, como medio y garantía de las tres primeras. La concreción de estos reclamos tienen en cada región del mundo caminos propios pero su construcción comparte el material principal: la participación de los pueblos de modo efectivo en el poder político y económico: elegir, controlar, decidir, cuestionar, condenar, garantizar.
La globalización del poder económico y financiero desplazó la capacidad de decisión de los estados a las grandes corporaciones globales, que establecen sus propias leyes, imponen sus jueces y deciden acerca del acceso a los bienes y al conocimiento de las personas y el destino de los recursos naturales, con la complicidad de los gobiernos de algunos grandes estados. Los pueblos han reaccionado en consecuencia: la exigencia que el mercado global debe subordinarse al poder democrático ha estado presente en las movilizaciones en cada rincón del mundo, pero principalmente en EEUU, la Unión Europea y Japón.
La asamblea popular global no solo ocupó las calles de ciudades de todo el mundo, sino también se convirtió en un presente continuo en la red informática, mostrando otra naturaleza de la globalización. Múltiple, diversa, desordenada, apasionada pero a un mismo tiempo reunida en la crítica y el rechazo a la situación del mundo, la asamblea virtual multiplica la participación en la asamblea real. De este modo y tal vez también por primera vez en la historia haya millones de personas proyectando y actuando simultáneamente para decidir acerca del futuro común.
Prof GB
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