DECLARACION DE LOS OBISPOS SOBRE EL PAPEL DE LA IGLESIA DURANTE LA DICTADURA
Con la misma escuela de Poncio Pilato
El cardenal Jorge Bergoglio y el obispo José María Arancedo.
Imagen: Télam
El Episcopado rechazó toda acusación de “complicidad” con los militares. Dijo que los obispos de entonces “intentaron hacer cuanto estaba a su alcance para el bien de todos”.
Por Washington Uranga
Mediante una “carta al pueblo de Dios” emitida al término de su asamblea plenaria celebrada durante toda la semana en Pilar, los obispos católicos argentinos retomaron ayer el tema de las violaciones a los derechos humanos durante la pasada dictadura militar y las complicidades entre la jerarquía católica y el régimen militar, puestas nuevamente sobre el tapete a raíz de las declaraciones del dictador Rafael Videla (a quien mencionan como “ex presidente ‘de facto’”) aparecidas en un libro. Aunque no se menciona en el texto de la declaración, en esta ocasión los obispos reaccionaron ante el pedido que un importante grupo de laicos les formuló de manera directa semanas atrás y después de conocidas las afirmaciones públicas del dictador condenado por delitos de lesa humanidad.
En el documento, si bien se reitera que los obispos de entonces “intentaron hacer cuanto estaba a su alcance para el bien de todos, de acuerdo con su conciencia y juicio prudencial”, rechazan toda acusación de “complicidad” con la dictadura, vuelven a pedir perdón “por acciones u omisiones” y admiten que “no todos los miembros de la Iglesia pensaron y actuaron con idénticos criterios”. El documento recoge declaraciones periodísticas del presidente de la Conferencia, José María Arancedo, en las que señaló que “una suerte de connivencia es totalmente alejado de la verdad de lo que hicieron los obispos involucrados en ese momento”.
Respecto de los obispos que actuaron durante la dictadura evitan todo juicio categórico. “De nuestros hermanos mayores, los obispos que nos precedieron, hemos reconocido su palabra y testimonio” y “sobre su modo de actuar, volvemos con respeto, sin poder conocer a fondo cuánto supieron personalmente de lo que estaba sucediendo”.
Una carta con más de 350 firmas de un grupo de cristianos encabezados por el escribano Hernán Patiño Meyer había sido entregada a las autoridades del Episcopado el 20 de septiembre pasado, exigiendo a los obispos un pronunciamiento a raíz de las declaraciones de Videla que involucraron de manera directa, entre otros, al fallecido cardenal Raúl Francisco Primatesta, quien fuera titular de la Conferencia Episcopal.
Ahora los obispos que se autodenominan “servidores de la reconciliación” dicen que “queremos estar cerca de cuantos sufren todavía por hechos no esclarecidos ni reparados” porque “cuando la justicia es demasiado largamente esperada deja de ser justicia, y agrega dolor y escepticismo”. Señala también el documento que “sabemos que en miles de familias hay heridas abiertas y angustiosas, por lo acontecido después del secuestro, detención o desaparición de un ser querido”. Subrayan en consecuencia que “compartimos el dolor de todos ellos y reiteramos el pedido de perdón a quienes hayamos defraudado o no acompañado como debimos”.
Patiño Meyer reconoció “la actitud de los obispos en tomar en cuenta el documento que le entregamos” y celebró que la cuestión haya sido retomada cuando aparentemente parecía clausurada para la Iglesia institucional. Sin embargo, adelantó que “a título personal puedo decir que no es lo que esperábamos” porque “no se da respuesta ni satisfacción a los reclamos”. El dirigente adelantó que los cristianos firmantes de la carta enviada a Arancedo se reunirán en los próximos días para analizar una respuesta formal al texto de los obispos.
Otro aspecto del documento eclesiástico tiene que ver con el apoyo a las investigaciones sobre violaciones a los derechos humanos. “Nos sentimos comprometidos a promover un estudio más completo de esos acontecimientos a fin de seguir buscando la verdad.” Agregan que “por ello nos estamos abocando a revisar todos los antecedentes a nuestro alcance” y alientan “a otros interesados e investigadores a realizarlos en los ámbitos que correspondan”. Y piden “a quienes tengan datos sobre el paradero de los niños robados o que conozcan lugares de sepultura clandestina, que se reconozcan moralmente obligados a acudir a las autoridades pertinentes”.
Los obispos se muestran “comprometidos y empeñados en promover la fraternidad y la amistad social en el pueblo argentino”, señalando que “la reconciliación no es ‘borrón y cuenta nueva’ y menos impunidad”.
El tema de las violaciones a los derechos humanos y la actuación de la jerarquía frente a esos hechos fue el único abordado por los obispos al final de su asamblea plenaria. No hubo pronunciamiento ni declaraciones públicas sobre otras cuestiones, como las reformas al Código Civil, que también estuvieron presentes en los cinco días que duró la asamblea plenaria en Pilar.
10/11/12 Página|12
GB
sábado, 10 de noviembre de 2012
LA SEGURIDAD-INSEGURA., OPINION
La arraigada tradición de torear a la justicia
Por Ricardo Ragendorfer
La democratización de las fuerzas de seguridad es una deuda que el país mantiene desde el fin de la dictadura militar.
El comisario general de la Policía de Santa Fe, Hugo Tognoli, tiene el dudoso mérito de ser el primer jefe en funciones de una fuerza de seguridad que termina con sus huesos tras las rejas. Nunca, en toda la república, ningún otro uniformado de su rango padeció semejante contratiempo.
En una ocasión, al cruzarse con un periodista que solía escribir sobre sus trapisondas, el célebre comisario Mario Naldi le soltó: “Me sobreseyeron en todas las causas, querido.” Su entusiasmo parecía el de un colegial que acaba de aprobar las materias que se llevó a marzo.
En otra ocasión, el no menos famoso comisario Pedro Klodczyk, ya aquejado de una enfermedad pulmonar, agonizaría en los brazos del abogado Alejandro Casal, y sus últimas palabras fueron: “Viste, al final estos hijos de puta no pudieron meterme en cana.” Luego, cayó en el sopor eterno.
Lo cierto es que los altos dignatarios de la Maldita Policía supieron concluir sus carreras toreando con destreza la acción de la justicia. Y con patrimonios personales atribuidos socarronamente a una provechosa actividad comercial de índole privada. A tres lustros del hundimiento de esa cúpula, sus integrantes se reciclaron con éxito en la vida civil: ahora encabezan agencias de seguridad, asesoran a intendentes, van en calidad de expertos a programas de televisión o, sencillamente, disfrutan su fortuna en silencio. Ya se sabe que son muy pocos los uniformados que tuvieron la mala suerte de terminar en una celda. Se trata por lo general de efectivos de bajo rango que incurrieron en el imperdonable pecado de robar a espaldas de la Corporación o que cayeron estrepitosamente en desgracia. Aún en la policía, la impunidad es una cuestión de clases.
¿Qué fue, entonces, lo que llevó a Tognoli hacia el otro lado del mostrador? El tipo era investigado por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) por su vínculo con una red de protección a narcos y proxenetas. Sobre él había una serie de pruebas abrumadoras; entre ellas, una escucha telefónica en la cual un alto oficial le indicaba a la madama de un lupanar de Villa Cañás que para vender cocaína allí debía abonar “30 mil pesos a Tognoli”. Tampoco le favoreció la comprobación de haber usado su propia clave para identificar en el Registro de Propiedad Automotor los vehículos de la Policía de PSA que seguían a un traficante al que Tognoli encubría. Pero el juez Marcelo Bailaque, se obstinaba en rechazar los pedidos de captura para Tognoli y sus secuaces. Finalmente fue la filtración periodística del expediente –y no una decisión de la justicia– lo que precipitó su destino. A esa altura, la causa había quedado en manos del juez Carlos Vera Barros, quien ahora dejó a Tognoli en libertad. La impunidad volvió a funcionar.
Esta historia es parecida a otras.
En 1998, la jueza de Lomas de Zamora, Silvia González, empezó a instruir una megacausa que se conoció como la de “los 33 orientales”. Los procesados: esa misma cantidad de comisarios de la Bonaerense, encabezados nada menos que por Klodczyk. En la lista también descollaba el ex subjefe de la fuerza, Norberto Padilla; su jefe de Investigaciones, Armando Calabró, y el director de Finanzas, José Ojeda, entre otros. El origen de tal investigación fueron las escuchas telefónicas al comisario Juan José Ribelli, antes de ser detenido por el atentado a la AMIA. Sólo en esas cintas a él se le detectaron 94 delitos. Las ramificaciones de la pesquisa no tardaron en extenderse como una enorme mancha venenosa hacia toda la estructura de la Bonaerense. En ese expediente estaba el ADN de la corrupción policial en la provincia gobernada entonces por Eduardo Duhalde. Y describía como sus jefes gerenciaban cada una de las actividades tipificadas por el Código Penal; desde el tráfico de drogas a la venta ilegal de autopartes, pasando por la piratería del asfalto, la prostitución, el secuestro extorsivo y los asaltos a mano armada. La profundización de la causa auguraba imprevisibles consecuencias políticas e institucionales. Pero la cuestión no pasó a mayores. En ello hubo un motivo de peso: la eficacia de los operadores judiciales del duhaldismo hizo que la doctora González –una de las magistradas más respetables de Lomas– se declarara incompetente. La causa entonces pasó a la órbita del juez Emilio Villamayor, cuya gran afinidad con el Poder Ejecutivo provincial era notoria. En resumidas cuentas, éste no tardó en archivar el expediente.
“Al final no pudieron meterme en cana”, diría Klodczyk un año después, ya a punto de tomar sus primeras lecciones de arpa.
Un río de tinta ha corrido en los estos días sobre el caso Tognoli. Un caso que –con justa razón– ha dejado al gobernador socialista Antonio Bonfatti entre la debacle y el ridículo. Sin embargo, lo de su jefe policial sólo es la expresión más reciente de una siniestra generalidad. Ya se sabe que la democratización de las fuerzas de seguridad es una deuda que el país mantiene desde el fin de la dictadura militar. Ello, en gran medida, explica el autoritarismo existente en las agencias policiales que actúan a lo largo y ancho del territorio nacional, junto al elevado índice de corrupción que subyace en ellas. Y si bien la Bonaerense encabeza la lista de abusos y negocios policiales, lo cierto es que ninguna otra fuerza federal o provincial es ajena a tales prácticas. Eso ahora los santafesinos bien lo saben.
10/11/12 InfoNews
Por Ricardo Ragendorfer
La democratización de las fuerzas de seguridad es una deuda que el país mantiene desde el fin de la dictadura militar.
El comisario general de la Policía de Santa Fe, Hugo Tognoli, tiene el dudoso mérito de ser el primer jefe en funciones de una fuerza de seguridad que termina con sus huesos tras las rejas. Nunca, en toda la república, ningún otro uniformado de su rango padeció semejante contratiempo.
En una ocasión, al cruzarse con un periodista que solía escribir sobre sus trapisondas, el célebre comisario Mario Naldi le soltó: “Me sobreseyeron en todas las causas, querido.” Su entusiasmo parecía el de un colegial que acaba de aprobar las materias que se llevó a marzo.
En otra ocasión, el no menos famoso comisario Pedro Klodczyk, ya aquejado de una enfermedad pulmonar, agonizaría en los brazos del abogado Alejandro Casal, y sus últimas palabras fueron: “Viste, al final estos hijos de puta no pudieron meterme en cana.” Luego, cayó en el sopor eterno.
Lo cierto es que los altos dignatarios de la Maldita Policía supieron concluir sus carreras toreando con destreza la acción de la justicia. Y con patrimonios personales atribuidos socarronamente a una provechosa actividad comercial de índole privada. A tres lustros del hundimiento de esa cúpula, sus integrantes se reciclaron con éxito en la vida civil: ahora encabezan agencias de seguridad, asesoran a intendentes, van en calidad de expertos a programas de televisión o, sencillamente, disfrutan su fortuna en silencio. Ya se sabe que son muy pocos los uniformados que tuvieron la mala suerte de terminar en una celda. Se trata por lo general de efectivos de bajo rango que incurrieron en el imperdonable pecado de robar a espaldas de la Corporación o que cayeron estrepitosamente en desgracia. Aún en la policía, la impunidad es una cuestión de clases.
¿Qué fue, entonces, lo que llevó a Tognoli hacia el otro lado del mostrador? El tipo era investigado por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) por su vínculo con una red de protección a narcos y proxenetas. Sobre él había una serie de pruebas abrumadoras; entre ellas, una escucha telefónica en la cual un alto oficial le indicaba a la madama de un lupanar de Villa Cañás que para vender cocaína allí debía abonar “30 mil pesos a Tognoli”. Tampoco le favoreció la comprobación de haber usado su propia clave para identificar en el Registro de Propiedad Automotor los vehículos de la Policía de PSA que seguían a un traficante al que Tognoli encubría. Pero el juez Marcelo Bailaque, se obstinaba en rechazar los pedidos de captura para Tognoli y sus secuaces. Finalmente fue la filtración periodística del expediente –y no una decisión de la justicia– lo que precipitó su destino. A esa altura, la causa había quedado en manos del juez Carlos Vera Barros, quien ahora dejó a Tognoli en libertad. La impunidad volvió a funcionar.
Esta historia es parecida a otras.
En 1998, la jueza de Lomas de Zamora, Silvia González, empezó a instruir una megacausa que se conoció como la de “los 33 orientales”. Los procesados: esa misma cantidad de comisarios de la Bonaerense, encabezados nada menos que por Klodczyk. En la lista también descollaba el ex subjefe de la fuerza, Norberto Padilla; su jefe de Investigaciones, Armando Calabró, y el director de Finanzas, José Ojeda, entre otros. El origen de tal investigación fueron las escuchas telefónicas al comisario Juan José Ribelli, antes de ser detenido por el atentado a la AMIA. Sólo en esas cintas a él se le detectaron 94 delitos. Las ramificaciones de la pesquisa no tardaron en extenderse como una enorme mancha venenosa hacia toda la estructura de la Bonaerense. En ese expediente estaba el ADN de la corrupción policial en la provincia gobernada entonces por Eduardo Duhalde. Y describía como sus jefes gerenciaban cada una de las actividades tipificadas por el Código Penal; desde el tráfico de drogas a la venta ilegal de autopartes, pasando por la piratería del asfalto, la prostitución, el secuestro extorsivo y los asaltos a mano armada. La profundización de la causa auguraba imprevisibles consecuencias políticas e institucionales. Pero la cuestión no pasó a mayores. En ello hubo un motivo de peso: la eficacia de los operadores judiciales del duhaldismo hizo que la doctora González –una de las magistradas más respetables de Lomas– se declarara incompetente. La causa entonces pasó a la órbita del juez Emilio Villamayor, cuya gran afinidad con el Poder Ejecutivo provincial era notoria. En resumidas cuentas, éste no tardó en archivar el expediente.
“Al final no pudieron meterme en cana”, diría Klodczyk un año después, ya a punto de tomar sus primeras lecciones de arpa.
Un río de tinta ha corrido en los estos días sobre el caso Tognoli. Un caso que –con justa razón– ha dejado al gobernador socialista Antonio Bonfatti entre la debacle y el ridículo. Sin embargo, lo de su jefe policial sólo es la expresión más reciente de una siniestra generalidad. Ya se sabe que la democratización de las fuerzas de seguridad es una deuda que el país mantiene desde el fin de la dictadura militar. Ello, en gran medida, explica el autoritarismo existente en las agencias policiales que actúan a lo largo y ancho del territorio nacional, junto al elevado índice de corrupción que subyace en ellas. Y si bien la Bonaerense encabeza la lista de abusos y negocios policiales, lo cierto es que ninguna otra fuerza federal o provincial es ajena a tales prácticas. Eso ahora los santafesinos bien lo saben.
10/11/12 InfoNews
INUNDACIONES, BASURA, MACRI, MAS BASURA
Buenos Aires ya es una ciudad anfibia
En apenas una hora, las calles de Belgrano se transformaron en ríos. Hubo anegamientos en Palermo, Colegiales y Villa Crespo. Influyó la gran cantidad de basura sin recolectar, aunque el gobierno porteño dice que hizo un operativo especial.
Cada día, Buenos Aires acentúa un poco más su perfil como ciudad inundable. El entubamiento de los arroyos de llanura cuyos cauces no pueden contenerse enteramente, la construcción de torres siguiendo la costa del Río de la Plata y otras, las sucesivas renovaciones de capas asfálticas que elevan el nivel de la calzada hasta el de la vereda son sólo algunos de los rasgos que parecen asegurar un horizonte de inundaciones recurrentes. Las soluciones técnicas que prometen los canales aliviadores y el boom indiscriminado de la construcción también, según señalaron a este diario los arquitectos Osvaldo Guerrica Echevarría y Rodolfo Livingston, quienes coincidieron en el diagnóstico: la única manera de evitar las inundaciones es rever el modo en que se construye cada día la ciudad.
“La única solución es terminar de construir. Y sin embargo no paran”, evaluó Guerrica Echevarría, de la Asociación Amigos del Lago de Palermo. “Todo lo que se hace es para acentuar el problema”, razonó. En la ciudad de Buenos Aires, “los arroyos son de llanura, por lo que hay muy poca diferencia de nivel entre el arroyo y el terreno. Todo río, todo cauce de agua, necesita un desnivel pronunciado para acelerar la salida del agua. Cuanta menos diferencia hay, más lento es el desagote”. Entubados, los arroyos porteños dependen de “aliviadores que van a mucha profundidad y tienen que levantar el nivel del agua para que salga al río”, que, por otra parte, cada vez queda más lejos: con el terreno ganado al río, la ciudad vuelve cada vez más distantes las desembocaduras.
“Negar los arroyos, negar los ríos” es uno de los problemas “históricos” de la ciudad, señaló el arquitecto Rodolfo Livingston, quien recuerda que “el Maldonado fue un río que ha tenido márgenes verdes, que atraviesa la ciudad como el Támesis atraviesa Londres y el Sena, París”. “Una visión de que la naturaleza está para ser dominada llevó a meter el agua en un caño. A los ríos no les gusta que los metan en caño. Y no tienen cauces uniformes. Tienen un cauce. Ese error cometido con el arroyo Maldonado se repite con el arroyo Vega y todos los otros de la ciudad”. Se trata de “cuencas hídricas sometidas”.
Pero prever el crecimiento de los cauces y la posibilidad de respetarlos, o evaluar el modo de aprovecharlos en lugar de pretender domesticarlos, coincidieron Guerrica Echevarría y Livingston, no es el único impedimento para restar factores a la posibilidad de inundación. Guerrica Echevarría señala que existe una lista de “impedimientos al escurrimiento” de agua caída, en la cual la profusión permanente de construcciones juega un rol fundamental. “Se impermeabiliza, se construye y todo a niveles más altos que las calles”, señala al explicar que el pozo necesario para la construcción de una torre usualmente se impermeabiliza, lo que evita el escurrimiento.
“De algún modo, todas las bases de las torres se convierten en impedimentos para que escurran las aguas. Son 20, 30, 40 metros impermeabilizados hacia abajo. Cuanto más alta la torre, más profundo el pozo donde está metido. Sobre la costa, hay toda una barrera de torres, empezando por Puerto Madero, el microcentro, Retiro, Recoleta, Belgrano. Ese cordón de torres, subterráneamente, constituye el dique al escurrimiento subterráneo de las aguas”, explicó Guerrica Echevarría.
Por otra parte, Livingston acotó que “la ciudad tiene una capa impermeabilizadora, que es el cemento”. “El hecho de que todo el piso urbano sea impermeable” facilita las inundaciones. “Se puede inventar un pavimento que sea resistente y duro y, a la vez, permita escurrir parte del agua. Los adoquines hacían eso. No se pueden proponer ahora, porque los automovilistas se quejarían, y además los adoquines, como se entierran sobre arena, no soportarían los pesos de los camiones”, explica. Sin embargo, sí “se podría inventar un piso” capaz de resistir y a la vez absorber parte del agua, “o que todas las calles tengan los bordes del pavimento de adoquines” y allí pueda derivar el agua. Entretanto, las sucesivas capas asfálticas, aplicadas una sobre otra, con un fresado previo que quita lo más superficial de la capa previa, “hicieron que las calles asfaltadas estén muy por sobre el nivel de las veredas”, observó Guerrica Echevarría. “Las bocas de tormenta siempre quedan por debajo del nivel, se las ve en las esquinas. En los últimos veinte, treinta años, las calzadas subieron de nivel y eso favorece que, cuando llueve mucho, el agua entre en las casas.”
Hoy día, “sobre el cauce de los arroyos está edificada parte de la ciudad, aun en las zonas que naturalmente son más bajas. Todo lo edificado a los costados de la avenida Juan B. Justo, que es el Maldonado entubado, está construido en zona baja. Tiende a inundarse porque hacia allí van las aguas de los lados más altos”. En los alrededores, para remediar eso, hay zonas que “podrían ser absorbentes, como la playa ferroviaria de Palermo, que podría convertirse enteramente en terreno para eso si también se eliminaran los paredones a los costados”.
Sin embargo, allí “se está haciendo lo contrario. Hay playas de estacionamiento y están empezando a construir, hay también hectáreas concesionadas para hacer una canchita de fútbol con césped artificial”. Un viejo proyecto vecinal, que alguna vez ingresó en la Legislatura porteña acompañado “con más de cinco mil firmas”, proponía “hacer un parque en la playa ferroviaria de Palermo, el proyecto ‘Lago Pacífico’”, pero nunca avanzó. “El mayor problema era que resultaba muy barato”, aventuró Guerrica Echevarría.
EL CONFLICTO POR LA BASURA YA ES UN PROBLEMA POLITICO
Toneladas sin destino
Ayer la Presidenta confirmó que no se usarán los terrenos de Campo de Mayo para ampliar los rellenos de la Ceamse, cuya vida útil termina en abril. Macri culpó a la Nación por el conflicto.
El cierre inminente del relleno sanitario Norte III, de la Ceamse, en José León Suárez, puso sobre la mesa la discusión sobre qué hacer con las 14 mil toneladas de basura que se generan a diario en el Area Metropolitana. Por lo pronto, la posibilidad de ampliar ese predio sobre 140 hectáreas en el predio de Campo de Mayo quedó descartado de plano: ayer, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner aseguró que “no se va a tirar más basura en ese pulmón”. Pese a que la Ciudad no cumple con la Ley de Basura Cero, el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, responsabilizó al gobierno nacional por el conflicto y apoyó la medida de fuerza de los trabajadores que hace una semana provocaron el retraso de la recolección y disposición de la basura.
“Tenemos montañas de basura al lado de chicos en el Gran Buenos Aires, es una tremenda afrenta al medio ambiente”, sostuvo la Presidenta ante intendentes bonaerenses, en el Salón de las Mujeres en la Casa Rosada. Allí dio a conocer la decisión de no extender la vida del relleno de José León Suárez, en General San Martín, cuyo cierre está previsto para abril o mayo del próximo año. La idea de ampliar el terreno tampoco había sido aceptada por los intendentes de ese municipio, de San Fernando, Tigre y San Miguel.
En el Area Metropolitana se generan 14.250 toneladas diarias de residuos que son dispuestas en rellenos sanitarios de Ensenada, González Catán y San Martín, que están colapsados y tienen fecha de cierre. Además, no existen nuevos sitios alternativos. La Presidenta también criticó que se siga “enterrando basura sin un procesamiento adecuado y moderno”.
“Es tiempo de que tomemos medidas con soluciones regionales de fondo, para que podamos cumplir con metas ciertas de reducción de residuos y que cada municipio se haga cargo de su basura”, apuntó a Página/12 el intendente de San Martín, Gabriel Katopodis. Así, se cumpliría con la ley provincial 13.592, que establece que cada municipio debe concretar el tratamiento de sus residuos.
Para aplacar el nivel de conflicto, el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, propuso buscar una salida en conjunto a través de la creación de una nueva institución que estaría conformada entre el Organismo Provincial de Desarrollo Sustentable (OPDS), la Ceamse (creada en 1978) y la Ciudad de Buenos Aires.
Voceros de la OPDS informaron a este diario que aún no está determinado si cada organismo continuará trabajando de manera independiente. Sin embargo, desde el despacho de una de las intendencias apuntaron que la Ceamse “ya no sirve” y que la intención es lograr delinear planes conjuntos de reducción de la basura. En caso de que la Ceamse desaparezca, una posibilidad para los trabajadores sería trabajar en las nuevas plantas de tratamiento. En San Martín, por ejemplo, el próximo año se implementaría un plan de separación de residuos en origen –en oficinas oficiales y en instituciones educativas– que conllevaría la recoleccción diferenciada. Entre ese municipio, San Miguel y Tigre generan entre 300 y 400 toneladas de basura por día, mientras que la ciudad de Buenos Aires produce seis mil.
El ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, también opinó sobre la polémica que se generó en torno de la basura y advirtió a los intendentes que Macri busca “tapar de basura” sus distritos. Señaló que la Ciudad “es el distrito mayor productor de residuos urbanos sólidos”.
Respecto de los dichos de la Presidenta, el delegado moyanista de la Asociación Gremial de Obreros y Empleados de la Ceamse (Agoec), Jorge Mancini, reiteró que esperarán una respuesta hasta la próxima semana para decidir si llevan a cabo medidas de fuerza para reclamar la estabilidad laboral de 1500 trabajadores del relleno Norte III.
Pese a que la medida de fuerza que paralizó (y podría volver a paralizar) la recolección en la Ciudad perjudica a los porteños, Macri dio el visto bueno a la protesta en declaraciones radiales: “La forma que tienen de reclamar que se extienda la tierra es no dejando entrar los camiones y la basura que se entierra no tiene dónde ir”.
Informe: Carla Perelló.
10/11/12 Página|12
En apenas una hora, las calles de Belgrano se transformaron en ríos. Hubo anegamientos en Palermo, Colegiales y Villa Crespo. Influyó la gran cantidad de basura sin recolectar, aunque el gobierno porteño dice que hizo un operativo especial.
Por Emilio Ruchansky
Bastó una hora ayer, entre las 12 y las 13, para que la lluvia inundara y anegase varios puntos de la ciudad de Buenos Aires, que aún siguen recuperándose del último temporal, el 29 de octubre pasado. Como aquel día, varios autos volvieron a ser removidos en la caudalosa calle Blanco Encalada, en el barrio porteño de Belgrano. “¡Historia repetida! Pasados por agua. Liquidación. Todo a 35 pesos”, decía una cartulina pegada en el escaparate de una tienda de ropa, sobre la avenida Cabildo. Allí, comerciantes y vecinos salieron a parar el tránsito, hasta que acudieron las policías Federal y Metropolitana. En otros barrios, como Palermo, Villa Ortúzar y Retiro, flotaban y se deshacían en el agua las bolsas de basura, que anoche se apilaban en varios barrios. Entre las 11 y las 16 cayeron, en total, 73,7 milímetros.
La tormenta sobre el área metropolitana causó ayer dificultades de tránsito en avenidas como General Paz, Libertador o Hipólito Yrigoyen, en Avellaneda, donde se circuló a baja velocidad con las banquinas llenas de agua. En algunos tramos de estas avenidas se transitaba por uno o dos carriles. En Libertador, cerca de la calle Virrey del Pino, había decenas de bolsas de basura sobre el boulevard. Varias escuadras de limpieza trabajaron sobre los sumideros, como parte de un despliegue de seiscientos operarios, según el gobierno porteño, que cubrieron la emergencia.
Blanco Encalada volvió a ser zona crítica por el arroyo Vega, cuyo aliviador está inconcluso: Macri acaba de recibir autorización de la Legislatura para endeudarse por 250 millones de dólares, con aval del gobierno nacional, para una obra que demandará al menos tres años. Sobre esa calle, en el tramo comprendido entre las avenidas Crámer y Cabildo, un vecino con una maza en la mano salió a detener el tránsito para evitar las olas y esperar que el agua drene después de alcanzar su punto máximo, que ayer sobrepasó el metro. Como en el temporal pasado, el agua entró en las verdulerías y los comercios de ropa, música y cotillón sobre esas cuadras, donde muchos locales tienen compuertas.
“Esta vez llamamos a la comisaría y vinieron a desviar el tránsito en Cabildo y Monroe y Cabildo y Mendoza. El gran problema son las olas, si no hay tránsito entra mucha menos agua”, dijo a este diario José Luis, de la zapatería Oggi. El temporal pasado, afirmó, lo dejó sin cien pares de zapatos de 350 pesos. “No pido indemnización al gobierno porteño, ni me gasto”, agregó. En otro negocio del rubro, Marta Sixto, todavía están con el papeleo de la inundación anterior. “Y tengo pendiente un pago de febrero, ni siquiera sé cuánto me van a dar”, afirmó Gonzalo, el encargado.
Marta Sixto se sumó ayer a esta segunda rueda de liquidaciones de los negocios cercanos a Cabildo y Blanco Encalada en menos de dos semanas. “Por suerte no llegamos a poner el piso nuevo de madera flotante. No lo hacemos de cerámica porque tardaría tres días y es mucho tiempo en momentos como éste”, agregó el encargado de esta zapatería. Muy cerca se ofrecían carteras con cincuenta por ciento de descuento en Bendito Glam, aunque no abundaba el público. En otras tiendas de ropa, las vendedoras salieron de short y ojotas a sacar el agua con secadores y trapos. Además de los camiones cisterna que llegaron a Belgrano para bombear agua, también acudieron a la zona un carro de bomberos de la Policía Federal con un gomón, una ambulancia, una cuadrilla de Edenor y varios móviles de la Defensa Civil porteña. “En toda la zona del arroyo Vega no hay un solo contenedor y las bolsas quedan en las calles y veredas tapando los sumideros. No es justo que los vecinos tengan que arriesgarse a sacar ellos mismos las bolsas de las bocas de tormenta”, denunció ayer el legislador porteño Adrián Camps, del Partido Socialista Auténtico.
Desde el gobierno porteño, desmintieron que la presencia de basura haya influido en la inundación de un sector de Belgrano. “El servicio de recolección se encontraba totalmente normalizado antes de la tormenta. La recolección se completó en toda la ciudad y en las esquinas críticas en zonas inundables se realizó un operativo especial de refuerzo”, afirmó el ministro de Espacio Público, Diego Santilli. Según los datos enviados desde esa cartera, desde el jueves pasado a las 13, hasta la misma hora de ayer, recolectaron 5386 toneladas de residuos.
En las paradas de colectivos que preceden a la estación de tren de Belgrano, una docena de palomas perforaban las bolsas negras y metían la cabeza hasta encontrar restos de comida y extraerlos con su pico. Al pie de varios eucaliptos de la avenida Santa Fe, entre el Jardín Botánico y Coronel Díaz, se veían muchas bolsas apiladas, al igual que en un acceso cerrado de la estación Juramento, de subte. Este servicio, informó Metrovías, estuvo totalmente interrumpido al mediodía en la línea C, mientras que las formaciones de la línea D no se detuvieron en la estación Scalabrini Ortiz, en el momento de lluvia más intensa, entre las 12 y las 13, cuando cayeron 31,7 milímetros.
Además de Belgrano, hubo anegamientos en Colegiales y en lugares puntuales, como la esquina de Juan B. Justo y avenida Corrientes, en Villa Crespo, y Crisólogo Larralde y Triunvirato, en Villa Ortúzar. También en la Villa 21-24, en el sur de la ciudad, por la subida de las napas, que provocó el ingreso de aguas servidas en las viviendas.
La fuerte tormenta, producto del arribo de un frente frío proveniente del sur, comenzó con ráfagas y chaparrones antes del mediodía en las localidades de Luján, Cañuelas, Moreno, Ituzaingó, General Pacheco y Pilar. Luego se extendió al sudeste, centro y noreste de la provincia de Buenos Aires y Santa Fe, donde se registraron fuertes vientos y caída de granizo. Según informó el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), también llovió mucho en el centro y norte de Córdoba, Entre Ríos, sur de Santiago del Estero, Tucumán, sobre el Río de la Plata y el área marítima adyacente. La buena noticia es la baja considerable en las temperaturas, que se extenderá al menos hasta el domingo, con máximas de 22 grados y mínimas de 15.
ENTUBAMIENTO DE ARROYOS, ASFALTO MASIVO, TORRES EN LA RIBERA
Cómo construir una ciudad inundableBastó una hora ayer, entre las 12 y las 13, para que la lluvia inundara y anegase varios puntos de la ciudad de Buenos Aires, que aún siguen recuperándose del último temporal, el 29 de octubre pasado. Como aquel día, varios autos volvieron a ser removidos en la caudalosa calle Blanco Encalada, en el barrio porteño de Belgrano. “¡Historia repetida! Pasados por agua. Liquidación. Todo a 35 pesos”, decía una cartulina pegada en el escaparate de una tienda de ropa, sobre la avenida Cabildo. Allí, comerciantes y vecinos salieron a parar el tránsito, hasta que acudieron las policías Federal y Metropolitana. En otros barrios, como Palermo, Villa Ortúzar y Retiro, flotaban y se deshacían en el agua las bolsas de basura, que anoche se apilaban en varios barrios. Entre las 11 y las 16 cayeron, en total, 73,7 milímetros.
La tormenta sobre el área metropolitana causó ayer dificultades de tránsito en avenidas como General Paz, Libertador o Hipólito Yrigoyen, en Avellaneda, donde se circuló a baja velocidad con las banquinas llenas de agua. En algunos tramos de estas avenidas se transitaba por uno o dos carriles. En Libertador, cerca de la calle Virrey del Pino, había decenas de bolsas de basura sobre el boulevard. Varias escuadras de limpieza trabajaron sobre los sumideros, como parte de un despliegue de seiscientos operarios, según el gobierno porteño, que cubrieron la emergencia.
Blanco Encalada volvió a ser zona crítica por el arroyo Vega, cuyo aliviador está inconcluso: Macri acaba de recibir autorización de la Legislatura para endeudarse por 250 millones de dólares, con aval del gobierno nacional, para una obra que demandará al menos tres años. Sobre esa calle, en el tramo comprendido entre las avenidas Crámer y Cabildo, un vecino con una maza en la mano salió a detener el tránsito para evitar las olas y esperar que el agua drene después de alcanzar su punto máximo, que ayer sobrepasó el metro. Como en el temporal pasado, el agua entró en las verdulerías y los comercios de ropa, música y cotillón sobre esas cuadras, donde muchos locales tienen compuertas.
“Esta vez llamamos a la comisaría y vinieron a desviar el tránsito en Cabildo y Monroe y Cabildo y Mendoza. El gran problema son las olas, si no hay tránsito entra mucha menos agua”, dijo a este diario José Luis, de la zapatería Oggi. El temporal pasado, afirmó, lo dejó sin cien pares de zapatos de 350 pesos. “No pido indemnización al gobierno porteño, ni me gasto”, agregó. En otro negocio del rubro, Marta Sixto, todavía están con el papeleo de la inundación anterior. “Y tengo pendiente un pago de febrero, ni siquiera sé cuánto me van a dar”, afirmó Gonzalo, el encargado.
Marta Sixto se sumó ayer a esta segunda rueda de liquidaciones de los negocios cercanos a Cabildo y Blanco Encalada en menos de dos semanas. “Por suerte no llegamos a poner el piso nuevo de madera flotante. No lo hacemos de cerámica porque tardaría tres días y es mucho tiempo en momentos como éste”, agregó el encargado de esta zapatería. Muy cerca se ofrecían carteras con cincuenta por ciento de descuento en Bendito Glam, aunque no abundaba el público. En otras tiendas de ropa, las vendedoras salieron de short y ojotas a sacar el agua con secadores y trapos. Además de los camiones cisterna que llegaron a Belgrano para bombear agua, también acudieron a la zona un carro de bomberos de la Policía Federal con un gomón, una ambulancia, una cuadrilla de Edenor y varios móviles de la Defensa Civil porteña. “En toda la zona del arroyo Vega no hay un solo contenedor y las bolsas quedan en las calles y veredas tapando los sumideros. No es justo que los vecinos tengan que arriesgarse a sacar ellos mismos las bolsas de las bocas de tormenta”, denunció ayer el legislador porteño Adrián Camps, del Partido Socialista Auténtico.
Desde el gobierno porteño, desmintieron que la presencia de basura haya influido en la inundación de un sector de Belgrano. “El servicio de recolección se encontraba totalmente normalizado antes de la tormenta. La recolección se completó en toda la ciudad y en las esquinas críticas en zonas inundables se realizó un operativo especial de refuerzo”, afirmó el ministro de Espacio Público, Diego Santilli. Según los datos enviados desde esa cartera, desde el jueves pasado a las 13, hasta la misma hora de ayer, recolectaron 5386 toneladas de residuos.
En las paradas de colectivos que preceden a la estación de tren de Belgrano, una docena de palomas perforaban las bolsas negras y metían la cabeza hasta encontrar restos de comida y extraerlos con su pico. Al pie de varios eucaliptos de la avenida Santa Fe, entre el Jardín Botánico y Coronel Díaz, se veían muchas bolsas apiladas, al igual que en un acceso cerrado de la estación Juramento, de subte. Este servicio, informó Metrovías, estuvo totalmente interrumpido al mediodía en la línea C, mientras que las formaciones de la línea D no se detuvieron en la estación Scalabrini Ortiz, en el momento de lluvia más intensa, entre las 12 y las 13, cuando cayeron 31,7 milímetros.
Además de Belgrano, hubo anegamientos en Colegiales y en lugares puntuales, como la esquina de Juan B. Justo y avenida Corrientes, en Villa Crespo, y Crisólogo Larralde y Triunvirato, en Villa Ortúzar. También en la Villa 21-24, en el sur de la ciudad, por la subida de las napas, que provocó el ingreso de aguas servidas en las viviendas.
La fuerte tormenta, producto del arribo de un frente frío proveniente del sur, comenzó con ráfagas y chaparrones antes del mediodía en las localidades de Luján, Cañuelas, Moreno, Ituzaingó, General Pacheco y Pilar. Luego se extendió al sudeste, centro y noreste de la provincia de Buenos Aires y Santa Fe, donde se registraron fuertes vientos y caída de granizo. Según informó el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), también llovió mucho en el centro y norte de Córdoba, Entre Ríos, sur de Santiago del Estero, Tucumán, sobre el Río de la Plata y el área marítima adyacente. La buena noticia es la baja considerable en las temperaturas, que se extenderá al menos hasta el domingo, con máximas de 22 grados y mínimas de 15.
ENTUBAMIENTO DE ARROYOS, ASFALTO MASIVO, TORRES EN LA RIBERA
Cada día, Buenos Aires acentúa un poco más su perfil como ciudad inundable. El entubamiento de los arroyos de llanura cuyos cauces no pueden contenerse enteramente, la construcción de torres siguiendo la costa del Río de la Plata y otras, las sucesivas renovaciones de capas asfálticas que elevan el nivel de la calzada hasta el de la vereda son sólo algunos de los rasgos que parecen asegurar un horizonte de inundaciones recurrentes. Las soluciones técnicas que prometen los canales aliviadores y el boom indiscriminado de la construcción también, según señalaron a este diario los arquitectos Osvaldo Guerrica Echevarría y Rodolfo Livingston, quienes coincidieron en el diagnóstico: la única manera de evitar las inundaciones es rever el modo en que se construye cada día la ciudad.
“La única solución es terminar de construir. Y sin embargo no paran”, evaluó Guerrica Echevarría, de la Asociación Amigos del Lago de Palermo. “Todo lo que se hace es para acentuar el problema”, razonó. En la ciudad de Buenos Aires, “los arroyos son de llanura, por lo que hay muy poca diferencia de nivel entre el arroyo y el terreno. Todo río, todo cauce de agua, necesita un desnivel pronunciado para acelerar la salida del agua. Cuanta menos diferencia hay, más lento es el desagote”. Entubados, los arroyos porteños dependen de “aliviadores que van a mucha profundidad y tienen que levantar el nivel del agua para que salga al río”, que, por otra parte, cada vez queda más lejos: con el terreno ganado al río, la ciudad vuelve cada vez más distantes las desembocaduras.
“Negar los arroyos, negar los ríos” es uno de los problemas “históricos” de la ciudad, señaló el arquitecto Rodolfo Livingston, quien recuerda que “el Maldonado fue un río que ha tenido márgenes verdes, que atraviesa la ciudad como el Támesis atraviesa Londres y el Sena, París”. “Una visión de que la naturaleza está para ser dominada llevó a meter el agua en un caño. A los ríos no les gusta que los metan en caño. Y no tienen cauces uniformes. Tienen un cauce. Ese error cometido con el arroyo Maldonado se repite con el arroyo Vega y todos los otros de la ciudad”. Se trata de “cuencas hídricas sometidas”.
Pero prever el crecimiento de los cauces y la posibilidad de respetarlos, o evaluar el modo de aprovecharlos en lugar de pretender domesticarlos, coincidieron Guerrica Echevarría y Livingston, no es el único impedimento para restar factores a la posibilidad de inundación. Guerrica Echevarría señala que existe una lista de “impedimientos al escurrimiento” de agua caída, en la cual la profusión permanente de construcciones juega un rol fundamental. “Se impermeabiliza, se construye y todo a niveles más altos que las calles”, señala al explicar que el pozo necesario para la construcción de una torre usualmente se impermeabiliza, lo que evita el escurrimiento.
“De algún modo, todas las bases de las torres se convierten en impedimentos para que escurran las aguas. Son 20, 30, 40 metros impermeabilizados hacia abajo. Cuanto más alta la torre, más profundo el pozo donde está metido. Sobre la costa, hay toda una barrera de torres, empezando por Puerto Madero, el microcentro, Retiro, Recoleta, Belgrano. Ese cordón de torres, subterráneamente, constituye el dique al escurrimiento subterráneo de las aguas”, explicó Guerrica Echevarría.
Por otra parte, Livingston acotó que “la ciudad tiene una capa impermeabilizadora, que es el cemento”. “El hecho de que todo el piso urbano sea impermeable” facilita las inundaciones. “Se puede inventar un pavimento que sea resistente y duro y, a la vez, permita escurrir parte del agua. Los adoquines hacían eso. No se pueden proponer ahora, porque los automovilistas se quejarían, y además los adoquines, como se entierran sobre arena, no soportarían los pesos de los camiones”, explica. Sin embargo, sí “se podría inventar un piso” capaz de resistir y a la vez absorber parte del agua, “o que todas las calles tengan los bordes del pavimento de adoquines” y allí pueda derivar el agua. Entretanto, las sucesivas capas asfálticas, aplicadas una sobre otra, con un fresado previo que quita lo más superficial de la capa previa, “hicieron que las calles asfaltadas estén muy por sobre el nivel de las veredas”, observó Guerrica Echevarría. “Las bocas de tormenta siempre quedan por debajo del nivel, se las ve en las esquinas. En los últimos veinte, treinta años, las calzadas subieron de nivel y eso favorece que, cuando llueve mucho, el agua entre en las casas.”
Hoy día, “sobre el cauce de los arroyos está edificada parte de la ciudad, aun en las zonas que naturalmente son más bajas. Todo lo edificado a los costados de la avenida Juan B. Justo, que es el Maldonado entubado, está construido en zona baja. Tiende a inundarse porque hacia allí van las aguas de los lados más altos”. En los alrededores, para remediar eso, hay zonas que “podrían ser absorbentes, como la playa ferroviaria de Palermo, que podría convertirse enteramente en terreno para eso si también se eliminaran los paredones a los costados”.
Sin embargo, allí “se está haciendo lo contrario. Hay playas de estacionamiento y están empezando a construir, hay también hectáreas concesionadas para hacer una canchita de fútbol con césped artificial”. Un viejo proyecto vecinal, que alguna vez ingresó en la Legislatura porteña acompañado “con más de cinco mil firmas”, proponía “hacer un parque en la playa ferroviaria de Palermo, el proyecto ‘Lago Pacífico’”, pero nunca avanzó. “El mayor problema era que resultaba muy barato”, aventuró Guerrica Echevarría.
EL CONFLICTO POR LA BASURA YA ES UN PROBLEMA POLITICO
Toneladas sin destino
Ayer la Presidenta confirmó que no se usarán los terrenos de Campo de Mayo para ampliar los rellenos de la Ceamse, cuya vida útil termina en abril. Macri culpó a la Nación por el conflicto.
El cierre inminente del relleno sanitario Norte III, de la Ceamse, en José León Suárez, puso sobre la mesa la discusión sobre qué hacer con las 14 mil toneladas de basura que se generan a diario en el Area Metropolitana. Por lo pronto, la posibilidad de ampliar ese predio sobre 140 hectáreas en el predio de Campo de Mayo quedó descartado de plano: ayer, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner aseguró que “no se va a tirar más basura en ese pulmón”. Pese a que la Ciudad no cumple con la Ley de Basura Cero, el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, responsabilizó al gobierno nacional por el conflicto y apoyó la medida de fuerza de los trabajadores que hace una semana provocaron el retraso de la recolección y disposición de la basura.
“Tenemos montañas de basura al lado de chicos en el Gran Buenos Aires, es una tremenda afrenta al medio ambiente”, sostuvo la Presidenta ante intendentes bonaerenses, en el Salón de las Mujeres en la Casa Rosada. Allí dio a conocer la decisión de no extender la vida del relleno de José León Suárez, en General San Martín, cuyo cierre está previsto para abril o mayo del próximo año. La idea de ampliar el terreno tampoco había sido aceptada por los intendentes de ese municipio, de San Fernando, Tigre y San Miguel.
En el Area Metropolitana se generan 14.250 toneladas diarias de residuos que son dispuestas en rellenos sanitarios de Ensenada, González Catán y San Martín, que están colapsados y tienen fecha de cierre. Además, no existen nuevos sitios alternativos. La Presidenta también criticó que se siga “enterrando basura sin un procesamiento adecuado y moderno”.
“Es tiempo de que tomemos medidas con soluciones regionales de fondo, para que podamos cumplir con metas ciertas de reducción de residuos y que cada municipio se haga cargo de su basura”, apuntó a Página/12 el intendente de San Martín, Gabriel Katopodis. Así, se cumpliría con la ley provincial 13.592, que establece que cada municipio debe concretar el tratamiento de sus residuos.
Para aplacar el nivel de conflicto, el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, propuso buscar una salida en conjunto a través de la creación de una nueva institución que estaría conformada entre el Organismo Provincial de Desarrollo Sustentable (OPDS), la Ceamse (creada en 1978) y la Ciudad de Buenos Aires.
Voceros de la OPDS informaron a este diario que aún no está determinado si cada organismo continuará trabajando de manera independiente. Sin embargo, desde el despacho de una de las intendencias apuntaron que la Ceamse “ya no sirve” y que la intención es lograr delinear planes conjuntos de reducción de la basura. En caso de que la Ceamse desaparezca, una posibilidad para los trabajadores sería trabajar en las nuevas plantas de tratamiento. En San Martín, por ejemplo, el próximo año se implementaría un plan de separación de residuos en origen –en oficinas oficiales y en instituciones educativas– que conllevaría la recoleccción diferenciada. Entre ese municipio, San Miguel y Tigre generan entre 300 y 400 toneladas de basura por día, mientras que la ciudad de Buenos Aires produce seis mil.
El ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, también opinó sobre la polémica que se generó en torno de la basura y advirtió a los intendentes que Macri busca “tapar de basura” sus distritos. Señaló que la Ciudad “es el distrito mayor productor de residuos urbanos sólidos”.
Respecto de los dichos de la Presidenta, el delegado moyanista de la Asociación Gremial de Obreros y Empleados de la Ceamse (Agoec), Jorge Mancini, reiteró que esperarán una respuesta hasta la próxima semana para decidir si llevan a cabo medidas de fuerza para reclamar la estabilidad laboral de 1500 trabajadores del relleno Norte III.
Pese a que la medida de fuerza que paralizó (y podría volver a paralizar) la recolección en la Ciudad perjudica a los porteños, Macri dio el visto bueno a la protesta en declaraciones radiales: “La forma que tienen de reclamar que se extienda la tierra es no dejando entrar los camiones y la basura que se entierra no tiene dónde ir”.
Informe: Carla Perelló.
10/11/12 Página|12
GB
Sin cambios, el Modelo sigue Igual.
"NO TODOS TIENEN QUE PENSAR IGUAL"
CFK: "Mi compromiso con este proyecto de país es inquebrantable"
Durante una reunión con intendentes, la mandataria admitió que su "sueño" es "seguir reproduciendo la amplitud del peronismo, aunque no vengamos todos de la misma historia. Porque lo que más enriguece es convivir y compartir entre aquellos que venimos de historias diferentes".
La presidenta Cristina Kirchner destacó "el carácter inclusivo" de las políticas que pone en marcha el gobierno nacional y criticó a "aquellos que se quejan de la inclusión de otros pero no de las rentabilidades propias". Aseguró que su gestión continuará con su política de desendeudamiento externo y con la Asignación Universal por Hijo, por más que les moleste a aquellos que "antes podían contratar a una persona por chauchas y palitos, y que ahora, en cambio, no consiguen explotar" porque están obligadas a pagarles ese beneficio. “Este proyecto incluye hasta a aquellos que no están de acuerdo”, subrayó sin referirse a ningún tema puntual y pidió a los dirigentes de la oposición "que no creen en nuestro modelo, que se encarguen de generar uno que conforme a la sociedad".
Al finalizar una reunión con intendentes del conurbano bonaerense, la primera mandataria presentó el Plan Más Cerca que lleva adelante el Ministerio de Planificación Federal para realizar obras públicas en esos distritos, y criticó a los dirigentes "que no se hacen cargo" de su propia gestión y, sin nombrarlo se dirigió al jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, quien había responsabilizado al Ejecutivo nacional del problema por la falta de recolección de residuos que desde hace casi una semana vive la Capital Federal.
"No me puedo encargar de la recolección de residuos de la ciudad", sostuvo la Presidenta y aseguró que "no se va a enterrar más basura" en el predio de Campo de Mayo, en referencia a los rellenos sanitarios del Ceamse que se encuentran prontos a colmar su capacidad.
El Gobierno, agregó, "no es responsable porque eso le corresponda a cada municipio. Yo no le pido a ninguno de ustedes que administren" el Estado nacional, dijo a los intendentes presentes, "ni quiero que otros hagan la tarea que me compete, pero sí que generen ideas (...), que me ayuden a hacer una Argentina mejor. Y no me victimizo. Nadie me obligó a estar aquí. Cada uno está donde está porque quiere, así que hay que hacerse cargo", sentenció.
"El problema que existe hoy en la sociedad argentina -añadió- es la falta de una dirigencia política que nos presente un modelo alternativo. Y no nos podemos hacer cargo nosotros de esa falta, nosotros creemos en nuestro proyecto político, (los otros) que se encarguen de generar un proyecto en base a lo que quiera la sociedad."
No obstante, admitió que su "sueño" es "seguir reproduciendo la amplitud (de un espacio político) dentro del peronismo, aunque no vengamos todos de la misma historia. Porque lo que más enriguece es convivir y compartir entre aquellos que venimos de historias diferentes" para construir un proyecto común.
Por otra parte, Cristina Kirchner volvió a defender el tipo de cambio y la política de desendeudamiento con reservas producto de la balanza comercial superavitaria, así como también reiteró sus cuestionamientos a los fondos buitres por retener la Fragata Libertad en Ghana "en clara violación al derecho internacional". Reclaman una deuda que "es absurda" porque "cuando ellos pudieron (participar de la reestructuración de la deuda), no lo hicieron", afirmó.
No obstante, reconoció que "lo que duele es que hayan argentinos que se pongan del lado de los fondos buitres", porque lo hacen para perjudicar a "mi gobierno que es temporal, mientras que lo que no es temporal es la patria en donde ellos viven y van a vivir", y aseguró que al buque escuela "lo vamos a recuperar".
CFK: "Mi compromiso con este proyecto de país es inquebrantable"
Durante una reunión con intendentes, la mandataria admitió que su "sueño" es "seguir reproduciendo la amplitud del peronismo, aunque no vengamos todos de la misma historia. Porque lo que más enriguece es convivir y compartir entre aquellos que venimos de historias diferentes".
La presidenta Cristina Kirchner destacó "el carácter inclusivo" de las políticas que pone en marcha el gobierno nacional y criticó a "aquellos que se quejan de la inclusión de otros pero no de las rentabilidades propias". Aseguró que su gestión continuará con su política de desendeudamiento externo y con la Asignación Universal por Hijo, por más que les moleste a aquellos que "antes podían contratar a una persona por chauchas y palitos, y que ahora, en cambio, no consiguen explotar" porque están obligadas a pagarles ese beneficio. “Este proyecto incluye hasta a aquellos que no están de acuerdo”, subrayó sin referirse a ningún tema puntual y pidió a los dirigentes de la oposición "que no creen en nuestro modelo, que se encarguen de generar uno que conforme a la sociedad".
Al finalizar una reunión con intendentes del conurbano bonaerense, la primera mandataria presentó el Plan Más Cerca que lleva adelante el Ministerio de Planificación Federal para realizar obras públicas en esos distritos, y criticó a los dirigentes "que no se hacen cargo" de su propia gestión y, sin nombrarlo se dirigió al jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, quien había responsabilizado al Ejecutivo nacional del problema por la falta de recolección de residuos que desde hace casi una semana vive la Capital Federal.
"No me puedo encargar de la recolección de residuos de la ciudad", sostuvo la Presidenta y aseguró que "no se va a enterrar más basura" en el predio de Campo de Mayo, en referencia a los rellenos sanitarios del Ceamse que se encuentran prontos a colmar su capacidad.
El Gobierno, agregó, "no es responsable porque eso le corresponda a cada municipio. Yo no le pido a ninguno de ustedes que administren" el Estado nacional, dijo a los intendentes presentes, "ni quiero que otros hagan la tarea que me compete, pero sí que generen ideas (...), que me ayuden a hacer una Argentina mejor. Y no me victimizo. Nadie me obligó a estar aquí. Cada uno está donde está porque quiere, así que hay que hacerse cargo", sentenció.
"El problema que existe hoy en la sociedad argentina -añadió- es la falta de una dirigencia política que nos presente un modelo alternativo. Y no nos podemos hacer cargo nosotros de esa falta, nosotros creemos en nuestro proyecto político, (los otros) que se encarguen de generar un proyecto en base a lo que quiera la sociedad."
No obstante, admitió que su "sueño" es "seguir reproduciendo la amplitud (de un espacio político) dentro del peronismo, aunque no vengamos todos de la misma historia. Porque lo que más enriguece es convivir y compartir entre aquellos que venimos de historias diferentes" para construir un proyecto común.
Por otra parte, Cristina Kirchner volvió a defender el tipo de cambio y la política de desendeudamiento con reservas producto de la balanza comercial superavitaria, así como también reiteró sus cuestionamientos a los fondos buitres por retener la Fragata Libertad en Ghana "en clara violación al derecho internacional". Reclaman una deuda que "es absurda" porque "cuando ellos pudieron (participar de la reestructuración de la deuda), no lo hicieron", afirmó.
No obstante, reconoció que "lo que duele es que hayan argentinos que se pongan del lado de los fondos buitres", porque lo hacen para perjudicar a "mi gobierno que es temporal, mientras que lo que no es temporal es la patria en donde ellos viven y van a vivir", y aseguró que al buque escuela "lo vamos a recuperar".
09/11/12
gb
gb
viernes, 9 de noviembre de 2012
LA TORMENTA DE OBAMA
La tormenta de Obama
Por Ariel Dorfman *
Son muchos los comentaristas que aseguran que la reelección de Barack Obama se debió a la Frankenstorm, el huracán que azotó la Costa Este de los Estados Unidos una semana antes de los comicios. Y es cierto que la megatormenta atormentó a Romney a la vez que infligía dolor a millones de norteamericanos: el tema político del día dejó de ser la débil recuperación económica norteamericana y pasó a centrarse en el rol que el gobierno debe y puede tener ante una crisis gigantesca (lo opuesto a la tesis de los republicanos, que quieren privatizar todo, incluida la ayuda ante las catástrofes), y permitió al presidente mostrar su liderazgo.
Pero la verdadera tormenta que salvó a Obama fue otra. A riesgo de parecer lírico y hasta utópico, me permito declarar que fue la gente, una tempestad humana, una hojarasca de millones de activistas, lo que permitió la victoria del presidente afroamericano.
Mi propia limitada experiencia lo comprueba.
Durante interminables horas del día de la votación, mi mujer Angélica y yo hicimos un modesto trabajo electoral en Durham, Carolina del Norte, la ciudad donde vivimos. Nos tocaba recorrer, con un viento polar en contra y una incesante amenaza de llovizna, unos cuarenta apartamentos de bajos ingresos, esparcidos a lo largo de varias hectáreas, tratando de asegurar que sus habitantes –que ya habían sido previamente contactados dos veces– acudieran ese día a las urnas. Comprobamos quiénes habían sufragado (la mayoría), dejamos material electoral en las viviendas donde nadie respondía y, en un caso, conseguimos transporte para una mujer negra que no iba a votar y que finalmente lo hizo por Obama.
Podría pensarse que tal resultado, un solitario voto nuevo después de horas de impenitente trabajo, no valió la pena. Pero de no haber hecho nosotros esa peregrinación, se hubiera perdido aquel voto, aquella voz de apoyo a Obama, aquel repudio de las mentiras y arrogancia de Romney. Una situación similar a la nuestra, el rescate de un elector y otro y otro más, se estaba reiterando en miles de miles de sitios en Ohio, Virginia, Nevada, Colorado, Iowa, Wisconsin, New Hampshire, los estados que Obama ganó pese a una propaganda millonaria y una situación económica precaria. Fueron pequeños esfuerzos como el nuestro, multiplicados y repetidos y machacados en una réplica casi infinita, lo que aseguró la victoria.
Mientras íbamos con Angélica de una puerta a otra, subiendo y bajando escaleras y cruzando desolados parajes entre los edificios de apartamentos, recordábamos otros “puerta a puerta” en que habíamos participado, en las campañas de Salvador Allende entre 1958 y 1973, la lucha contra el miedo durante la dictadura de Pinochet que culminó en el plebiscito de 1988, el penoso restablecimiento de la democracia en Chile en 1990. Sobre todo, nos pusimos a rememorar –una buena manera de combatir el frío de Carolina del Norte– una noche en agosto de 1964 que pasamos en la casa de Allende mismo, convidados por sus hijas, Taty e Isabel, para armar listas de votantes que había que trasladar desde localidades del sur a sus lugares de sufragio en el norte (y viceversa), identificando a quienes necesitaban ayuda para poder votar. A la madrugada, entró Allende y saludó al grupo de jóvenes, desparramados con apuntes y papeles en la alfombra debajo de cuadros de Matta y Guayasamín y un grabado de Miró.
–Hola, muchachos –nos dijo–. Veo que están ocupados, así que no los molesto.
Venía de recorrer poblaciones y campos, con el polvo de Chile en sus zapatos y fatiga en los ojos, una fatiga que sin embargo relucía de alegría, sabiendo que tantos jóvenes como nosotros nos desvivíamos por su victoria. Ese año, no ganó. Pero no fue un trabajo en vano: seis años más tarde, en 1970, conquistó la Presidencia.
Y ahora estábamos Angélica y yo nuevamente dando lo que podíamos en un mundo donde Allende estaba muerto y Barack Obama, con todos sus errores e imperfecciones, representaba la mínima esperanza de un mundo mejor. Asegurando, como tantas décadas atrás, que un voto más siempre importa, siempre importa la pequeña voz de cada pequeño ser humano.
Si en algo falló Obama en su primer período, fue olvidar en demasía esas voces, confiar en que era posible hacer cambios significativos en un país regido por una plutocracia y paralizado por un sistema político disfuncional sin acudir al poder persuasivo del pueblo.
Ojalá en los cuatro años venideros, Obama retenga la lección que aprendió durante su última campaña electoral. Ojalá que cada día, antes de comenzar su ardua jornada en la Casa Blanca, se ponga a recorrer, por lo menos en su mente y quizás en su corazón, los millones de puertas que están esperándolo, que se abrieron como una dulce tormenta durante estas elecciones y que volverán a abrirse una y otra y otra vez para darle una bienvenida de viento y sol si está dispuesto a viajar con sus conciudadanos hacia un mundo más justo y bello.
* Escritor chileno. Su último libro es Entre sueños y traidores: Un striptease del exilio.
08/11/12 Página|12
GB
Por Ariel Dorfman *
Son muchos los comentaristas que aseguran que la reelección de Barack Obama se debió a la Frankenstorm, el huracán que azotó la Costa Este de los Estados Unidos una semana antes de los comicios. Y es cierto que la megatormenta atormentó a Romney a la vez que infligía dolor a millones de norteamericanos: el tema político del día dejó de ser la débil recuperación económica norteamericana y pasó a centrarse en el rol que el gobierno debe y puede tener ante una crisis gigantesca (lo opuesto a la tesis de los republicanos, que quieren privatizar todo, incluida la ayuda ante las catástrofes), y permitió al presidente mostrar su liderazgo.
Pero la verdadera tormenta que salvó a Obama fue otra. A riesgo de parecer lírico y hasta utópico, me permito declarar que fue la gente, una tempestad humana, una hojarasca de millones de activistas, lo que permitió la victoria del presidente afroamericano.
Mi propia limitada experiencia lo comprueba.
Durante interminables horas del día de la votación, mi mujer Angélica y yo hicimos un modesto trabajo electoral en Durham, Carolina del Norte, la ciudad donde vivimos. Nos tocaba recorrer, con un viento polar en contra y una incesante amenaza de llovizna, unos cuarenta apartamentos de bajos ingresos, esparcidos a lo largo de varias hectáreas, tratando de asegurar que sus habitantes –que ya habían sido previamente contactados dos veces– acudieran ese día a las urnas. Comprobamos quiénes habían sufragado (la mayoría), dejamos material electoral en las viviendas donde nadie respondía y, en un caso, conseguimos transporte para una mujer negra que no iba a votar y que finalmente lo hizo por Obama.
Podría pensarse que tal resultado, un solitario voto nuevo después de horas de impenitente trabajo, no valió la pena. Pero de no haber hecho nosotros esa peregrinación, se hubiera perdido aquel voto, aquella voz de apoyo a Obama, aquel repudio de las mentiras y arrogancia de Romney. Una situación similar a la nuestra, el rescate de un elector y otro y otro más, se estaba reiterando en miles de miles de sitios en Ohio, Virginia, Nevada, Colorado, Iowa, Wisconsin, New Hampshire, los estados que Obama ganó pese a una propaganda millonaria y una situación económica precaria. Fueron pequeños esfuerzos como el nuestro, multiplicados y repetidos y machacados en una réplica casi infinita, lo que aseguró la victoria.
Mientras íbamos con Angélica de una puerta a otra, subiendo y bajando escaleras y cruzando desolados parajes entre los edificios de apartamentos, recordábamos otros “puerta a puerta” en que habíamos participado, en las campañas de Salvador Allende entre 1958 y 1973, la lucha contra el miedo durante la dictadura de Pinochet que culminó en el plebiscito de 1988, el penoso restablecimiento de la democracia en Chile en 1990. Sobre todo, nos pusimos a rememorar –una buena manera de combatir el frío de Carolina del Norte– una noche en agosto de 1964 que pasamos en la casa de Allende mismo, convidados por sus hijas, Taty e Isabel, para armar listas de votantes que había que trasladar desde localidades del sur a sus lugares de sufragio en el norte (y viceversa), identificando a quienes necesitaban ayuda para poder votar. A la madrugada, entró Allende y saludó al grupo de jóvenes, desparramados con apuntes y papeles en la alfombra debajo de cuadros de Matta y Guayasamín y un grabado de Miró.
–Hola, muchachos –nos dijo–. Veo que están ocupados, así que no los molesto.
Venía de recorrer poblaciones y campos, con el polvo de Chile en sus zapatos y fatiga en los ojos, una fatiga que sin embargo relucía de alegría, sabiendo que tantos jóvenes como nosotros nos desvivíamos por su victoria. Ese año, no ganó. Pero no fue un trabajo en vano: seis años más tarde, en 1970, conquistó la Presidencia.
Y ahora estábamos Angélica y yo nuevamente dando lo que podíamos en un mundo donde Allende estaba muerto y Barack Obama, con todos sus errores e imperfecciones, representaba la mínima esperanza de un mundo mejor. Asegurando, como tantas décadas atrás, que un voto más siempre importa, siempre importa la pequeña voz de cada pequeño ser humano.
Si en algo falló Obama en su primer período, fue olvidar en demasía esas voces, confiar en que era posible hacer cambios significativos en un país regido por una plutocracia y paralizado por un sistema político disfuncional sin acudir al poder persuasivo del pueblo.
Ojalá en los cuatro años venideros, Obama retenga la lección que aprendió durante su última campaña electoral. Ojalá que cada día, antes de comenzar su ardua jornada en la Casa Blanca, se ponga a recorrer, por lo menos en su mente y quizás en su corazón, los millones de puertas que están esperándolo, que se abrieron como una dulce tormenta durante estas elecciones y que volverán a abrirse una y otra y otra vez para darle una bienvenida de viento y sol si está dispuesto a viajar con sus conciudadanos hacia un mundo más justo y bello.
* Escritor chileno. Su último libro es Entre sueños y traidores: Un striptease del exilio.
08/11/12 Página|12
GB
EL PRO VINO
Opositores en su marcha
Funcionarios y legisladores macristas se concentraron en Belgrano y 9 de Julio. Patricia Bullrich estuvo en Avenida de Mayo. Dirigentes de la CC y del PJ disidente se mostraron en el Obelisco.
Por Werner Pertot
El correo electrónico llegó a las diversas áreas de Desarrollo Social. Lo reenviaba la número dos del ministerio porteño, Guadalupe Tagliaferri.
“Me pidió Caro que mañana salgamos y lleguemos todos juntos como Ministerio a Belgrano y Bernardo de Irigoyen a las 18, que es la hora de encuentro con el PRO”, decía. “Caro” es Carolina Stanley, una de las ministras de Mauricio Macri y en esa esquina Página/12 encontró a funcionarios macristas con un grupo que marchó hacia el Obelisco. Si bien continuaron con un perfil discreto, los políticos se mostraron en la concentración de ayer. El PRO fue el espacio que más impulsó la movilización y el que más se imagina que puede capitalizarla.
Con el asueto por el Día del Municipal, los empleados públicos quedaron libres, por ejemplo, para poder manifestarse contra el gobierno nacional. Un correo electrónico con el asunto “8N” llegó a la casilla de la subsecretaria de Promoción Social, Guadalupe Tagliaferri, con copia a la ministra Stanley. Lo enviaba Damasia Pavlovsky (hermana del vocero de Mauricio Macri). “Si les parece bien salimos 17.45 caminando desde el Ministerio”, indicaba. “Sin banderas políticas ni sociales. Solamente con nuestra Bandera Argentina (allá nos van a dar). Por un país mejor para todos”, decía. Tagliaferri se la reenvió a los coordinadores de áreas, como Beatriz Vitas, que proviene del espacio de Sergio Bergman.
Efectivamente, apenas este diario llegó a Belgrano y la 9 de Julio le dieron una banderita argentina. Allí estaba el ministro de Desarrollo Urbano, Daniel Chain. “Somos ciudadanos también. Esto no es otra cosa que una movilización política y la consigna es no venir con otra bandera que la argentina”, planteó el funcionario. “El problema sería que creamos que toda esta gente es nuestra. No lo es”, se sumó Alvaro González, subsecretario de Asuntos Públicos porteño. Los dos cuestionaron la idea de que el PRO pudiera “organizar” el cacerolazo. “Qué bueno sería si fuéramos capaces de armar una movida así”, dijo Chain. Con diversos legisladores macristas, marcharon hacia el Obelisco.
En Avenida de Mayo se concentró el sector de Patricia Bullrich. Allí, una camioneta pasaba sin parar la canción de Jairo “No tenemos miedo”. “La gente viene a pedir que no se reforme la Constitución y que no haya control de los medios”, dijo Bullrich a este diario. ¿Quién capitalizará la movilización? “Paso a paso. En las elecciones se verá. Nosotros sentimos que los estamos representando hace tiempo”, aseguró Bullrich. Como para probar su punto, dos chicas la pararon para decirle: “¿Saben que cortaron la línea D? ¡Para que la gente no venga! ¿Cómo puede ser?”.
–Ah, vamos a ver...
–Un gusto. Se la ve bárbara. Ojalá que gane –le dijo una de ellas.
–¡El país tiene que ganar! –la corrigió otra.
Apenas se alejaron las groupies, a Bullrich la abrazó otra mujer toda de blanco. Era Paula Bertol, diputada del PRO. “Las demandas de la marcha son generalizables y sensatas. El Gobierno insiste con demonizarlas. La forma de capitalizar la marcha es escuchar a la gente. Los políticos solemos quedarnos lejos de la calle”, afirmó Bertol.
–Macri no vino –le recordó este diario.
–Hay distintas visibilidades. En mi caso particular, vine a nutrirme de lo que pasa.
En 9 de Julio y Córdoba, María Eugenia Estenssoro caminaba entre las cacerolas que rechinaban. Explicaba que había ido como “ciudadana” cuando una señora con una pancarta rosa enrollada la abordó:
–¿Por qué reformaron la Constitución? –le espetó.
–No, pero... Si no la reformamos.
–¡La del ’94! Hay que volver a la anterior –le reclamó.
–Bueno, tratemos de que no reformen ésta.
Sobre el Obelisco, sonreían Héctor “Toty” Flores, Juan Carlos Morán y el ruralista Mario Llambías. Entre los volantes del MST, Sergio Bergman no andaba muy lejos de Eduardo Amadeo. “Ahora la pelota está del lado de la Presidenta”, sostuvo el diputado del Peronismo Federal. El titular de Uatre, Gerónimo “Momo” Venegas, afirmó que fue a “acompañar a esta gente que se manifiesta por las necesidades insatisfechas del país”.
Otros políticos se mantuvieron lejos de la marcha, pero opinaron, desde Victoria Donda a Ricardo Gil Lavedra. “Ha sido una manifestación popular de un alcance extraordinario. Ha sido espontánea y de enorme magnitud”, opinó el radical, para quien la movilización fue “contra la falsedad y el totalitarismo de este gobierno”.
GB
Funcionarios y legisladores macristas se concentraron en Belgrano y 9 de Julio. Patricia Bullrich estuvo en Avenida de Mayo. Dirigentes de la CC y del PJ disidente se mostraron en el Obelisco.
Por Werner Pertot
El correo electrónico llegó a las diversas áreas de Desarrollo Social. Lo reenviaba la número dos del ministerio porteño, Guadalupe Tagliaferri.
“Me pidió Caro que mañana salgamos y lleguemos todos juntos como Ministerio a Belgrano y Bernardo de Irigoyen a las 18, que es la hora de encuentro con el PRO”, decía. “Caro” es Carolina Stanley, una de las ministras de Mauricio Macri y en esa esquina Página/12 encontró a funcionarios macristas con un grupo que marchó hacia el Obelisco. Si bien continuaron con un perfil discreto, los políticos se mostraron en la concentración de ayer. El PRO fue el espacio que más impulsó la movilización y el que más se imagina que puede capitalizarla.
Con el asueto por el Día del Municipal, los empleados públicos quedaron libres, por ejemplo, para poder manifestarse contra el gobierno nacional. Un correo electrónico con el asunto “8N” llegó a la casilla de la subsecretaria de Promoción Social, Guadalupe Tagliaferri, con copia a la ministra Stanley. Lo enviaba Damasia Pavlovsky (hermana del vocero de Mauricio Macri). “Si les parece bien salimos 17.45 caminando desde el Ministerio”, indicaba. “Sin banderas políticas ni sociales. Solamente con nuestra Bandera Argentina (allá nos van a dar). Por un país mejor para todos”, decía. Tagliaferri se la reenvió a los coordinadores de áreas, como Beatriz Vitas, que proviene del espacio de Sergio Bergman.
Efectivamente, apenas este diario llegó a Belgrano y la 9 de Julio le dieron una banderita argentina. Allí estaba el ministro de Desarrollo Urbano, Daniel Chain. “Somos ciudadanos también. Esto no es otra cosa que una movilización política y la consigna es no venir con otra bandera que la argentina”, planteó el funcionario. “El problema sería que creamos que toda esta gente es nuestra. No lo es”, se sumó Alvaro González, subsecretario de Asuntos Públicos porteño. Los dos cuestionaron la idea de que el PRO pudiera “organizar” el cacerolazo. “Qué bueno sería si fuéramos capaces de armar una movida así”, dijo Chain. Con diversos legisladores macristas, marcharon hacia el Obelisco.
En Avenida de Mayo se concentró el sector de Patricia Bullrich. Allí, una camioneta pasaba sin parar la canción de Jairo “No tenemos miedo”. “La gente viene a pedir que no se reforme la Constitución y que no haya control de los medios”, dijo Bullrich a este diario. ¿Quién capitalizará la movilización? “Paso a paso. En las elecciones se verá. Nosotros sentimos que los estamos representando hace tiempo”, aseguró Bullrich. Como para probar su punto, dos chicas la pararon para decirle: “¿Saben que cortaron la línea D? ¡Para que la gente no venga! ¿Cómo puede ser?”.
–Ah, vamos a ver...
–Un gusto. Se la ve bárbara. Ojalá que gane –le dijo una de ellas.
–¡El país tiene que ganar! –la corrigió otra.
Apenas se alejaron las groupies, a Bullrich la abrazó otra mujer toda de blanco. Era Paula Bertol, diputada del PRO. “Las demandas de la marcha son generalizables y sensatas. El Gobierno insiste con demonizarlas. La forma de capitalizar la marcha es escuchar a la gente. Los políticos solemos quedarnos lejos de la calle”, afirmó Bertol.
–Macri no vino –le recordó este diario.
–Hay distintas visibilidades. En mi caso particular, vine a nutrirme de lo que pasa.
En 9 de Julio y Córdoba, María Eugenia Estenssoro caminaba entre las cacerolas que rechinaban. Explicaba que había ido como “ciudadana” cuando una señora con una pancarta rosa enrollada la abordó:
–¿Por qué reformaron la Constitución? –le espetó.
–No, pero... Si no la reformamos.
–¡La del ’94! Hay que volver a la anterior –le reclamó.
–Bueno, tratemos de que no reformen ésta.
Sobre el Obelisco, sonreían Héctor “Toty” Flores, Juan Carlos Morán y el ruralista Mario Llambías. Entre los volantes del MST, Sergio Bergman no andaba muy lejos de Eduardo Amadeo. “Ahora la pelota está del lado de la Presidenta”, sostuvo el diputado del Peronismo Federal. El titular de Uatre, Gerónimo “Momo” Venegas, afirmó que fue a “acompañar a esta gente que se manifiesta por las necesidades insatisfechas del país”.
Otros políticos se mantuvieron lejos de la marcha, pero opinaron, desde Victoria Donda a Ricardo Gil Lavedra. “Ha sido una manifestación popular de un alcance extraordinario. Ha sido espontánea y de enorme magnitud”, opinó el radical, para quien la movilización fue “contra la falsedad y el totalitarismo de este gobierno”.
GB
Suscribirse a:
Entradas (Atom)