viernes, 26 de octubre de 2012

QUEDA CLARO QUE LA JUSTICIA ES UNA CORPORACION CON IDELOGIAS

Por Irina Hauser
El
EL PAIS › OCHO JUECES EXPLICARON ANTE EL CONSEJO DE LA MAGISTRATURA COMO SE ASIGNABAN JUZGADOS VACANTES

Quedó claro que el sorteo manual fue anormal

En el marco de la investigación de la conducta del camarista y consejero Ricardo Recondo, los jueces del fuero Civil y Comercial dejaron en evidencia que el nombramiento de un juez subrogante para definir la causa de la ley de medios no había sido habitual.
ex juez Tettamanti, quien había sido designado en forma anormal, no asistió ayer al Consejo.
Imagen: Rafael Yohai.


Los ocho jueces del fuero Civil y Comercial Federal que dieron testimonio en el Consejo de la Magistratura dejaron en evidencia que el sorteo manual que se utilizó para designar un subrogante fijo para dictar sentencias en el juzgado donde tramita el expediente de la ley de medios no se corresponde con el procedimiento habitual de sorteo informático, causa por causa, que se venía utilizando.

Los magistrados declararon en carácter de testigos como parte de la investigación con miras al juicio político del camarista y consejero Ricardo Recondo, que se extendió también al resto de la Cámara en lo Civil y Comercial, facultada para nombrar suplentes en los juzgados acéfalos. Por una selección manual y entre sólo dos nombres, se asignó el juzgado 1, que tiene el caso Clarín, al jubilado Raúl Tettamanti, mientras que el 7 le tocó a Francisco de Asís Soto. El Gobierno denunció que había sido una maniobra para poner un juez a dedo que pudiera beneficiar al multimedio y cuestionó el sistema implementado de subrogancias semanales en cinco despachos vacantes.

“Hasta donde yo sé, es un procedimiento extraordinario”, dijo el juez Soto, al declarar ayer cómo fueron designados él y Tettamanti para dictar sentencia en dos juzgados. ¿Qué se hacía antes? De su relato y de los de sus colegas ante la Comisión de Acusación y Disciplina quedó claro que para cubrir las cinco vacantes (de once cargos) que hay en el fuero se venía implementando un sistema “rotatorio” por el cual los juzgados iban cambiando de juez interino cada semana. Esa suplencia era ejercida por jueces titulares de otros juzgados y suplentes designados tiempo atrás (jubilados y secretarios).

 El trámite de las causas iba pasando de manos. Cuando un expediente estaba listo para dictar sentencia, se enviaba a la oficina de asignación de causas de la Cámara, que mediante un sorteo informático definía qué juez debería encargarse de esa etapa final. Esto fue lo que cambió a partir del acta firmada por Recondo y Martín Farrel: en lugar de esperar a que la causa Clarín estuviera lista para una resolución de fondo sobre la constitucionalidad del artículo que obliga a la empresa a desinvertir y recién ahí mandarla a sorteo, ya habría un juez esperando para fallar. Tettamanti, ante las denuncias y la amenaza de recusación, renunció a la subrogancia.

“Jamás se asignó manualmente una causa”, afirmó Horacio Alfonso, nombrado el año pasado al frente del Juzgado Civil y Comercial 2. Una semana atrás, cuando la Cámara –tras un tirón de orejas de la Corte Suprema– dejó sin efecto todos sus métodos cuestionados de subrogancia y empezó a aplicar la ley vigente, a Alfonso le tocó asumir de manera transitoria en el Juzgado 1, con chances de tener que resolver la validez del artículo de la ley de medios que obliga a desprenderse de señales de radio y televisión.

La norma dice que cuando hay un juzgado vacante tiene que subrogarlo el juez del mismo fuero que sigue en orden de prelación o, como segunda opción, convocar a un conjuez de una lista del Poder Ejecutivo con acuerdo del Senado, que recién ahora se aprobó. Al ser interrogado por los consejeros, Alfonso cuestionó las subrogancias semanales con el argumento de que “la permanencia de un criterio es muy breve y la cuestión planteada por un subrogante tiene que ser resuelta por otro; si bien la normativa a aplicar es la misma, cada juez tiene una visión sobre el expediente”. Es un mecanismo, dijo, que genera “inconvenientes y molestias a los litigantes y a los jueces”.

Tanto al comienzo como en medio de la sesión de la comisión, el bloque opositor planteó –fogoneado por el abogado Alejandro Fargosi– la nulidad de las declaraciones de los jueces con el argumento de que no se los puede poner en situación de cuestionar a sus superiores de la Cámara, responsables de los nombramientos transitorios. “No sé qué estamos haciendo”, refunfuñó el radical Oscar Aguad. “La superintendencia es sólo de la Corte”, acotó. “Esto es una especie de prueba informativa”, refutó Carlos Moreno, quien preside la Comisión de Disciplina y Acusación.

“Acá hemos investigado los sorteos del fuero Criminal y Correccional, y de la Casación. En ese caso porque las causas le tocaban a Oyarbide. Ahora, cuando le tocan a Tettamanti, resulta que no se puede”, ironizó Hernán Ordiales, representante del Poder Ejecutivo. El reclamo opositor no prosperó. Sentados frente a los consejeros, los jueces citados no ofrecieron resistencia ante las preguntas. El único ausente fue Tettamanti, quien avisó de antemano que tenía previsto un viaje.

Los jueces Raúl Torti, Alejandro Nóbili, Silvina Bracamonte, Alejandro Saint Genez, Patricia Barbado y Carlos Alvarez coincidieron en que la asignación de expedientes nunca fue manual sino por un sorteo informático y si lo fue no se enteraron. Todos se quejaron de los juzgados vacantes. Alvarez y Saint Genez reconocieron que, en alguna ocasión, plantearon subrogancias semanales porque les parecía una tarea pesada llevar adelante un juzgado extra íntegro. “Estos juzgados tienen la misma estructura que hace 35 años”, señaló Saint Genez. Ahora, no obstante, objetan el régimen rotatorio –Torti, por ejemplo, lo calificó de “agotador”– y alientan el nombramiento de subrogantes de la lista de conjueces del Gobierno. Como era previsible, nadie hizo alusiones a un posible “forum shopping” (artilugio para elegir el juez favorito para una causa).

Francisco de Asís Soto dijo que antes de que le encomendaran el Juzgado 7 le explicaron que habían analizado las estadísticas y tanto él como Tettamanti, asignado al 1, eran los que tenían menos demoras en sus juzgados. “Me consultaron si estaba disponible y me aclararon que era sólo para dictar sentencia y no para el procedimiento”, explicó. “Me llegó la comunicación de que el presidente de la Cámara, Martín Farrell, y el vicepresidente, Recondo, habían hecho un sorteo manual”, contó. El acta fue firmada por ambos camaristas el 5 de septiembre.

Seis días después, los tres jueces que cumplen tareas de superintendencia en la Cámara (Farrell, Ricardo Guarinoni y Guillermo Antelo) le pidieron a la Corte Suprema que respaldara esas designaciones en una resolución más extensa que decía que la nueva ingeniería para las subrogancias para dictar sentencia pretendía paliar problemas derivados de la modalidad de recambio semanal y de las demoras en la designación de titulares.

En simultáneo, Recondo y otros cuatro hombres afines al radicalismo en el Consejo, complicaban precisamente la aprobación de la lista de candidatos a jueces, conflicto que aún no se destrabó. El alto tribunal le contestó a la Cámara una formalidad que dejaba su decisión en firme: afirmó que está facultada para decidir sobre subrogancias.

Después, ante el escándalo, los jueces supremos mandaron decir a los camaristas que estaban cometiendo una ilegalidad. Ahora arrastran una denuncia penal y están en problemas en el Consejo.
Como próximo paso, fue citado el secretario Gustavo Bracamonte, que firmó ambas resoluciones de la Cámara. Luego, los jueces, con Recondo como principal implicado, tendrán que ir presentando sus explicaciones en las próximas tres semanas.
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GB

MACRI-MICHETTI-MOYANO: REPORTAJE.

Michetti: “Acercarse a Moyano me parece especulativo”
Criticó el acercamiento del PRO al líder sindical, evalúa presentarse como senadora en el 2013, pero adelanta que quiere ser la próxima jefa de Gobierno porteño a la revista Veintitrés.

Evalúa presentarse como senadora en el 2013, pero adelanta que quiere ser la próxima jefa de gobierno porteño.

Por Graciela Moreno

Pese a que casi toda la Ruta 2 está llena de carteles que dicen Macri-Michetti, para la diputada nacional del Pro y ex vicejefa de gobierno porteño Gabriela Michetti, eso es sólo parte del pasado. La sobrina nieta de Arturo Illia asegura que no se siente representante de la provincia de Buenos Aires, que prefiere cederle el lugar a otros. Está en plena época de definiciones, se acerca el 2013 y la candidatura a senadora nacional puede ser su próximo objetivo. Pero es necesario tejer alianzas. En una entrevista con Veintitrés, desde los pasillos de la 48º edición del Coloquio de IDEA en Mar del Plata, analizó su futuro, el del Pro y con quién podrían hacer alianzas y con quién mejor ni encontrarse.

–¿Los carteles de la Ruta 2 de Macri-Michetti forman parte del pasado?

–En realidad, quedaron. Se pusieron cuando había una posibilidad de que yo fuera candidata en la provincia, ya le adelante mi decisión a Mauricio Macri, no me siento representante de los habitantes de la provincia de Buenos Aires, sí de Capital, que es donde he trabajado. Estoy convencida de que al Pro le hace falta abrir el juego a otros dirigentes que están trabajando con nosotros, que son parte de nuestro gobierno y viven en la provincia. No podemos circular siempre los mismos dos o tres candidatos.

–¿Cómo se ve en el 2013?

–Todavía no tengo muy en claro si voy a ser candidata o no. Lo decidiré más adelante. Hay una posibilidad de que me presente como senadora por la ciudad. Me gustaría pero no lo tengo tan definido.

–¿Le gustaría suceder a Macri en la ciudad?

–Sí, la verdad, suceder a Mauricio en la jefatura me gustaría. Me parece que todo lo que hemos hecho es muy bueno y profundizar los cambios me resulta atractivo, pero no es lo que me mueve a hacer las cosas todos los días. Me parece que si te ponés un objetivo focal, podés cometer muchos errores. Corrés el riesgo de ejercer tu responsabilidad en el día a día, en pos de ese objetivo y todo lo medís si te sirve o no te sirve para llegar a ese lugar. No tomo la decisión y hago todo para llegar. Cuando estemos más cerca de la fecha, veo cómo viene el armado. Si viene bien y sirve para sostener nuestro lugar en la ciudad, me voy a candidatear. Si veo que hay otro lugar, como la Fundación Pensar y el armado de los equipos técnicos para la presidencia de 2015 de Mauricio o algún lugar en la gestión de la ciudad, también me encanta. No siento que cada vez que hay elecciones haya que presentarse a algo.

–¿Cómo se ve en una interna con Horacio Rodríguez Larreta?

–No tengo problema, no me genera nada. Me parece sano, si él quiere ser candidato y yo también, lo mejor que Mauricio puede hacer es definirlo en una interna. Cualquier otra definición de esa disputa que no sea a través de una interna va a generar confusión y lastimaduras al cohete.

–¿Con quién podría hacer alianzas y con quién no?

–Todo el mundo sabe que yo tengo una posición muy amplia de criterios. Mi criterio es un criterio de valores, más que de personas. Busco integridad, honestidad y transparencia. Dentro del radicalismo hay dirigentes con los que me llevo muy bien. Oscar Aguad, Ernesto Sanz, Silvana Giudici, Patricia Bullrich, Eduardo Amadeo, Gustavo Ferrari, Alfonso Prat Gay, Juan Manuel Urtubey, Mónica Fein o Miguel Lifschitz, entre otros.

–¿Con Francisco de Narváez?

–Siento que tenemos que resolver algo previamente, si bien tenemos muchos puntos en común. Hubo una ruptura, un problema entre su partido y el Pro en aquel acuerdo del 2009 que se rompió, y si solucionamos rispideces podemos volver a encontrarnos. Pero no podemos hacernos los tontos. Mauricio está con el dolor y la bronca de algo que se rompió y no tenía que haberse roto.

–¿Con Elisa Carrió?

–Lilita ha demostrado que es muy difícil el diálogo y la construcción con ella. Yo la sigo valorando, me parece una persona inteligente y valiosa desde el punto de vista de su integridad pero es imposible construir algo en conjunto. Lilita tiene una visión muy “yoísta” de la realidad. Yo siento que no escucha directamente, muchas cosas que dice son valiosas pero no hay lugar para otra cosa que no sea lo que piensa ella. Eso es terrible, en política no se puede construir nada así.

–¿Qué opina de Hugo Moyano?

–Me parece que Moyano es una persona que no le ha hecho mucho bien al país. Como líder sindical, creo que tiene una concepción muy autoritaria del poder. Ha sido un problema para el país en muchos momentos. No me parece verlo hoy con buena cara porque está coyunturalmente en la vereda de enfrente del Gobierno. Acercarse a Moyano hoy me parece especulativo, como mínimo. Si hasta hace dos años lo criticábamos en la oposición porque era amigo de Cristina, por qué ahora nos resulta tan interesante valorarlo como líder que puede llegar a ser el próximo dirigente opositor. Por más que hoy se haya peleado con el Gobierno o esté en la vereda de enfrente, no me parece el liderazgo sindical que me interesa que la Argentina tenga.

–¿Qué evaluación hace de los cacerolazos?

–Me parece que a todo lo que sale de la gente hay que ponerle una oreja, no se puede ningunear. La última manifestación de septiembre fue genuina, no había ni lugar para los opositores, cualquier opositor que aparecía ahí y lo hubieran maltratado. Es una manifestación de la clase media que está preocupada por algunas de las medidas que tomó el Gobierno y por los problemas de los que no se ocupa. Hay preocupaciones diferentes, algunos se mueven por temor por libertad de expresión, otros por la problemática de la propiedad privada que puede llegar a estar en jaque, otros sienten que no se puede ahorrar en dólares o no pueden viajar cómodamente. Otros por la seguridad, por la Justicia que no sienten que sea independiente, hay varios motivos.

–¿No cree que también es un mensaje para la oposición?

–Sí, creo que hay una disconformidad muy grande de la gente con la política en general.

–¿Está de acuerdo con la despenalización del aborto y del consumo de marihuana?

–No estoy a favor de la despenalización del aborto, el primer derecho humano es el derecho a la vida y no me parece una lógica correcta atentar contra ese derecho diciendo que defendés el derecho a no morir de mujeres que se hacen abortos. En el caso de las violaciones, está legislado el aborto no punible, creo que hay que cumplirlo y llevarlo adelante como está legislado (N. de R.: Macri vetó horas más tarde el aborto no punible.). En relación a las drogas, tengo la posición de los curas villeros que están preocupados con la despenalización. Puede ser en los países donde la clase media es extensiva a toda la población y no hay sectores vulnerables.

Revista Veintitrés

GB

 

MACRI-MOYANO Y LA ROSA BLANCA, OPINION.

El pacto de la rosa blanca
Por Laura Mendoza

Moyano y Macri habrían hecho un acuerdo para ganarle al kirchnerismo.

Es probable que ninguno de los dos haya leído a José Martí, político republicano cubano nacido a fines del siglo XIX, periodista, filósofo, poeta y fundador del Partido Revolucionario Cubano 80 años antes de la revolución castrista. De él se recuerdan muchas cosas, pero sobre todo por el breve poema: Cultivo una rosa blanca.

Que dice: "Cultivo una rosa blanca/ en junio como en enero/ para el amigo sincero/ que me da su mano franca. Y para el cruel que me arranca/ el corazón con que vivo/ ni cardo ni ortiga cultivo/ cultivo una rosa blanca".

Macri le ofrendó esa rosa blanca a Hugo Moyano en un acto organizado por el Momo Venegas en su gremio, Uatre (Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores), rosa que Moyano aceptó y dijo -medio en broma- "haríamos una gran pareja, somos la fórmula ideal". Tres días después de la foto -lograda a instancias del ex presidente Eduardo Duhalde, muy cercano a ambos- una catarata de especulaciones vuelca sus aguas sobre la política nacional. ¿Es posible una alianza anti-K? ¿Un frente electoral entre Macri y Moyano, quien apoyó a Boudou como posible candidato frente al líder del PRO?

Quienes trajinan la entretela sindical dan por descontada la formación de un frente con el que incluyen a Patricia Bullrich y Francisco de Narváez. La estrategia es simple: Moyano, los disidentes y los pequeños sellos provinciales anti-K y caceroleros, enfrentarían las elecciones de medio término con listas paralelas en cuya cabeza llevarían a los jefes de los mismos distritos, desde gobernadores hasta intendentes, que por otras listas podrían ser apoyados por amigos o dirigentes del FPV.

Dijo a Diario Z un sindicalista de diálogo con Moyano: "Les proponemos a los gobernadores que armen sus listas con La Cámpora si quieren, que nosotros pasamos con la ambulancia por los heridos y los apoyamos desde otras listas con candidatos propios. Tenemos la estructura del Peronismo Federal, la simpatía de radicales y la logística de la Corriente Sindical Peronista". La idea es ahuyentar un batacazo electoral cristinista que pueda habilitar la reforma electoral después de 2013.

La estrategia es corta. Se circunscribe a las elecciones de medio término. Y entre Moyano y Macri confían en que recursos y estructura desde la CGT no van a faltar. Y limpieza de imagen ante la clase media antisindical, Macri le puede aportar. Pero además hay una extraña convicción que Moyano expresa así: "No estaría mal que un representante de los trabajadores y un empresario fueran juntos en un fórmula, ¿no? Perón hubiera aplaudido". Días después del pacto, Macri incluyó en el Presupuesto 2013 un aumento del 52% de recursos para la recolección de residuos. ¿Tendrá algo que ver el nuevo entendimiento en esa decisión? Todavía retumban en el conurbano las denuncias de varios intendentes contra la empresa recolectora Covelia, cuya propiedad, es atribuida a la familia Moyano.

Diario Z

jueves, 25 de octubre de 2012

EL 7 D, OPINION, RICARDO FORSTER.PARTE I

El 7D y lo que está en disputa
Por Ricardo Forster

La matriz despolitizadora ampliamente desparramada en escala planetaria por la forma neoliberal del capitalismo no sólo capturó el imaginario de amplios sectores medios de la sociedad sino que, también, caló muy hondo en las tradiciones provenientes del progresismo e, incluso, en quienes se referenciaban en las matrices de la izquierda y de lo nacional popular. Uno de los rasgos sobresalientes, sobre el que todavía no se ha escrito demasiado, es la mutación que se operó, en el interior de esos círculos, en relación directa con la idea de “democracia”. Asfixiados por una atmósfera de época que parecía traer sólo aires viciados por el “triunfo” neoliberal, incapaces de digerir el bocado en mal estado del derrumbe de las ideas igualitaristas y profundamente desconcertados por la implosión, desde el propio interior, de las experiencias mal llamadas socialistas, una amplia generación de intelectuales, de hombres y mujeres provenientes de militancias antiburguesas pasaron, casi de la noche a la mañana, de ser críticos de la democracia formal a convertirse en sus adoradores más fervorosos, contribuyendo a lo que el filósofo francés Jacques Rancière llamaba la “democracia vivida como medio ambiente”.

Una naturalización acrítica que hizo oídos sordos a la escisión, cada día más honda, entre los engranajes democrático-republicanos y la cuestión social. Las dos últimas décadas del siglo veinte fueron la etapa más desigual, en cuanto a la distribución de la riqueza, de la historia de América latina mientras, por esas paradojas extrañas, la mayoría de los países regresaba al Estado de derecho y abandonaba la noche dictatorial. Muchos de los otrora defensores del estatalismo, los viejos cultores de concepciones intervencionistas e igualitaristas, se pasaron, sin escrúpulos, al bando de los ideólogos del fin de la historia, de la economía global de mercado y del consensualismo liberal republicano.


 El peronismo, en su versión menemista, constituyó el ejemplo acabado de esa mutación que sería acompañada por una parte sustancial del progresismo que apenas si movilizó sus recursos críticos para cuestionar, no el dominio neoliberal, sino las falencias republicanas del gobierno encabezado por el otrora émulo de Facundo Quiroga. Los medios de comunicación hegemónicos acompañaron estos travestismos y multiplicaron su capacidad de incidencia al mismo tiempo que avanzaron en el control monopólico de viejos y nuevos medios vinculados a las decisivas transformaciones tecnológicas que caracterizaron el fin de siglo pasado. La nueva ley de servicios audiovisuales buscó romper con esa hegemonía antidemocrática.

Pero el hueso sigue siendo duro de roer y los intereses que se defienden cuantiosos no sólo en su aspecto económico sino también en su dimensión político-cultural. Se trata de la disputa por el sentido común, la opinión pública y la producción de nuevas subjetividades.

Para muchos exponentes de esa generación, detrás de ellos quedaban el horror, la muerte y la derrota que fueron asociados al fracaso estrepitoso de una visión de la historia que ya no se correspondía con el mundo real afirmado, de un modo que asumía la perspectiva de la eternidad, en la estética de la sociedad de consumo y en la proliferación universal de una nueva forma de subjetividad autorreferencial y atravesada de lado a lado por la fascinación consumista.


Junto con la emergencia del individuo hedonista (al menos como experiencia real de quienes quedaban dentro del sistema y como deseo insatisfecho de aquellos otros que eran excluidos de los llamados mercantiles al goce) se pulverizaron las prácticas anticapitalistas y se expulsaron por anacrónicas y vetustas las ideas que siguieran insistiendo con proyectos alternativos al de un modelo de gestión de la sociedad que se ofrecía como triunfante y definitivo.

En todo caso, lo que quedaba para quienes no se resignaban a ser parte de la masa acrítica de consumistas alienados pero gozosos, era el distanciamiento crítico, la escritura testimonial y, claro, el más allá de la política. Nunca como en los noventa estuvieron más alejados los incontables de la historia, ampliamente marginados de la fiesta posmoderna, de los forjadores profesionales de ideas que, en su etapa anterior, habían contribuido con ahínco a reafirmar las virtudes míticas de aquellos mismos que, en el giro despiadado de la actualidad neoliberal, serían despojados incluso hasta de su memoria insurgente. La figura del intelectual, otrora imponente y desafiante, dilapidó sus herencias y sus virtudes al precio del acomodamiento académico o de la espectacularización mediática. Tiempo de ostracismo para aquellos otros que no se resignaban a convertirse en coreógrafos de la escenificación del fin de la historia.

Una de las consecuencias más significativas y difíciles de remover de la hegemonía neoliberal sobre la vida de nuestras sociedades fue la pérdida de espesor a la hora de intentar pensar críticamente el estado de las cosas diluyendo lo que, durante gran parte de la experiencia moderna, había sido el complejo entramado entre mundo de ideas, experiencia social y actuación política.


En el giro del capitalismo de la segunda mitad del siglo veinte hacia lo que el pensador francés Guy Debord denominó “la sociedad del espectáculo”, lo que se expandió de manera inconmensurable fue, precisamente, el poder de los lenguajes comunicacionales que fueron ocupando con sistemático empeño cada rincón de la trama cultural incidiendo, como nunca antes, en la construcción de las nuevas formas de subjetividad bajo la premisa, nunca explicitada, de darle sustento discursivo y relato legitimador al sistema económico dominante.

23/10/12 Tiempo Argentino


(CONTINUA)
GB

CULTURA E IDENTIDAD, EDUARDO PERSICO, OPINION.

LO SAGRADO, PARA TODOS O “PA’ MI”
Hay gestos y modales para oponerse a todo
Por Eduardo Pérsico
Imagen: La oligarquía sale de paseo (1910)

Entre los argentinos, la siempre activa clase alta suele suscribir el rugido izquierdista o seudo revolucionario de sus jóvenes, en tanto estimen lo dicho como un gesto más bien ‘decorativo’. Y en cuanto tampoco vale exagerar, al aparecer el Ernesto Che Guevara, un clase media alta que sin quedarse en el discurso se tomara La Revolución en serio, desde su misma clase hoy forcejean para ungirlo en un ícono de la publicidad y ‘al diablo’ con su histórica convicción. Porque léase bien claro, cierta aparente elegancia en alguna actitud es perdonable, pero cuestionar el Poder y la injusta propiedad de la tierra es más que inadecuado ‘un gesto de muy mala educación’; supo bromear cierta vez la aristocrática Victoria Ocampo.

Así y un pasito más adelante, hablar de latifundios y cuentas bancarias ocultas está prohibido en toda conversación entre personas de cierto nivel, y esa internalizada convicción clasista que también establece y organiza sus patrones de conducta, fija los límites que nunca se difuminan ni se tornan imprecisos entre sus miembros. La conducta de clase alta puede sostener perfiles propios de un individuo, pero si este se vuelve ambivalente al interés grupal la compulsión del grupo no demora en aplicarse críticamente en su contra, que el ‘desclasado’ no tardará en percibirlo.

 No pocas veces ocurriría que dentro de la clase alta argentina hubiera algún tipo de crisis por la interpretación o conveniencia de seguir algún devenir histórico; y desde el enfrentamiento entre Carlos Tejedor y los Alsina por 1870 la otra seria disidencia de 1916 se produjo cuando asumiera la presidencia Hipólito Irigoyen por sobre el interés de la entonces clase mandante. Y bien cerca de nuestros días, quiérase o no, hubo notorias broncas internas de clase alta al verse compelidas a no interferir el retorno de Juan Domingo Perón a Buenos Aires luego de su permanencia durante años en España. .

Acaso más bien por estilo pero sin cambios, esta demorada clase social en Argentina ejerce su intemperancia ante cualquier expresión política popular seria. A ellos los inquieta toda multitud no adicta a su proyecto, y aún los sigue irritando el peronismo al exhibir su atributo coreográfico al reunir muchedumbres en la calle.

Esa realidad más que preocuparlos los enfurece como un desafío a la ‘autoridad’ de ellos dentro del tejido social, y por cuanto en Argentina y toda América Latina esto pareciera una comedia o fábula repetida, la creciente y masiva participación política popular más que originarle a los personeros del Poder una adecuación o reelaboración conceptual ante un escenario novedoso y molesto, sus miembros optan por la reacción violenta que su libreto de clase mantiene siempre en vigencia.

La matanza de la Patagonia Trágica por los años veinte y el bombardeo sobre Plaza de Mayo en 1955 no difieren y exhibieron ácidamente ese espíritu, y a pesar que semejante reacción se simula a veces ser una reacción individual, íntegramente los expresa a quienes rechazan el mínimo desvío o interferencia en su voluntad de mando. Ellos disponen sin que ello les demande mayores explicaciones por quienes actuaron por su encargo o les interese mayormente la secuela de lo actuado, y así veamos a los militares y demás sirvientes sin uniforme que en la Argentina produjeron treinta mil desaparecidos en los años del setenta, y hoy encarcelados o vagar de paseo de un juzgado a otro.

 Esos mismos ejecutores que luego de cumplir según mandaderos subalternos el ‘trabajo sucio’ de torturar y asesinar personas, ni se enteraron que actuaban exclusivamente para reencauzar la historia según la necesidad de un privilegiado Poder oligárquico.

Pero bué, son esas cosas; y en Argentina esa constante se demostró nítida en las presidencias de Carlos Saúl Menem de 1989 a 1999, quien absoluto obediente de los dictados económicos de privatizaciones, reducción del gasto público asistencial y cero control a los evasores y lavadores de dinero, recibiera el favor y apoyo de las clases altas que sonrisa mediante, halagarían hasta su aspecto de ´peronista moderno’. Que en su caso consistió en aplicar las órdenes del liberalismo económico financiero, cuyo estallido en Argentina se diera durante el año 2001, y hoy agobian a los ciudadanos de una Europa que en ciertas regiones pareciera desmembrarse.

Y que sugestivamente, es una instancia que permite unir esos dos episodios por su resultado similar: en ambas crisis las clases privilegiadas salieron del asunto sin sufrir daños materiales, que prolijamente y de manera equitativa debieron ser repartidos entre los más bajo de la escala. Porque si hablamos de igualdades jurídicas y democráticas, - y esta última calamidad europea bien lo dice- en todo el mundo y cuando lo necesitan, las clases altas conocen todas las recetas y respuestas para separarse de cualquier igualdad. (oct.012).


Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.
www.eduardopersico.blogspot.com
 

ERNESTO LACLAU Y LOS MONOPOLIOS, OPINION.

“Es necesario quebrar la concentración monopólica”
Entrevista al filósofo Ernesto Laclau por Franco Mizrahi

El reconocido intelectual resalta el valor de la Ley de Medios, advierte sobre el peligro de que la oposición interrumpa el juego democrático y analiza el triunfo de Chávez. El día en que su amigo Eric Hobsbawm se preocupó por la Presidenta.

El filósofo Ernesto Laclau está sonriente, sentado en el bar del hotel Claridge, en el microcentro porteño, donde nos dio cita. Radicado en Inglaterra, el intelectual está de visita en el país y se quedará dos meses como lo hace todos los años. Profundo analista de la coyuntura latinoamericana, a Laclau se lo nota muy entusiasmado con el devenir de la Argentina: “Creo que, desde mi juventud, este es el mejor momento que me ha tocado vivir”, le dijo a este cronista. Esta es una de las razones por las que planea, a largo plazo, volver a instalarse aquí con su esposa, la intelectual Chantal Mouffe.

A pesar de estar jubilado como docente universitario en Gran Bretaña, uno de los referentes de la corriente posmarxista no abandonó su afán de transmitir sus conocimientos: viaja a Estados Unidos y a Brasil a dar cursos mientras sus libros son de lectura obligatoria en diversas universidades nacionales. Para no perder el ritmo analítico, el 12 de octubre fue uno de los principales oradores del ciclo “Debates y combates” que fue organizado por la Secretaría de Cultura de la Nación y se realizó en Tecnópolis.

Bajo la luz tenue del lobby del Claridge, el autor de La razón populista aseguró: “La reelección de Chávez ha sido un triunfo para toda América latina porque con esto se consolida el Mercosur. Venezuela va a transformarlo en una de las grandes fuerzas económicas a nivel internacional. Y también fue importante porque se consolida la orientación nacional y popular que muchos regímenes latinoamericanos están tomando. Es un enorme avance para los procesos democráticos de la región”.

–Parte de la oposición política argentina apostó por Henrique Capriles. ¿Qué consecuencias tuvo el triunfo del bolivariano para la Argentina en particular?

–La oposición quería capitalizar una derrota de Chávez para presentarla como una derrota de todo el movimiento nacional y popular en América latina. Desde este punto de vista, la política de la oposición se ha visto seriamente confrontada. El resultado positivo destraba el proceso político argentino e impide que haya una contraofensiva. A corto plazo hubieran podido ejercer cierta influencia.

–¿Qué opina del debate sobre la reforma de la Constitución en la Argentina y qué vinculaciones tiene con lo que usted define como “institucionalismo”?

–El institucionalismo no significa las instituciones sino que consiste en tratar de desgajar el contexto institucional de sus raíces sociales y presentarlo como un fetiche, como una panacea universal. Hay muchos discursos que no se plantean cuál es el objetivo de las instituciones sino la defensa de las instituciones porque son instituciones. Si usted lee La Nación o Clarín, el institucionalismo es una tendencia dominante. Si estoy abocando una reforma de la Constitución no es porque piense que las constituciones son prescindibles. Pero sí el institucionalismo extremo conduce a ciertas perversiones políticas. Las instituciones no son nunca neutrales: son una cristalización de la relación de fuerzas entre grupos. Por consiguiente, si hay un proyecto de cambio profundo de la sociedad, necesariamente va a tener que chocar con las instituciones tal como existen. No en el sentido de derogarlas sino de transformarlas de una manera que sea acorde con los proyectos sociales que están madurando. Es necesario hacer una Constitución mucho más acorde con el proyecto nacional y popular que la Constitución del ’94 que está totalmente dominada por la lógica del neoliberalismo. En muchos aspectos habría que volver a la Constitución de 1949.

–¿Cuál es su postura sobre la reelección indefinida?

–Creo que es antidemocrático que si la gente quiere votar por un cierto candidato no pueda hacerlo porque hay una cláusula constitucional que se lo impide. Es usar las instituciones para coartar la voluntad popular. Hay que verlo también en perspectiva histórica. Hay que ver cómo fue la relación entre el liberalismo y la democracia en América latina. Yo he citado varias veces una famosa conferencia de C.B. Macpherson, el teórico político canadiense, en la que decía que a principios del siglo XIX en Europa el liberalismo era un régimen político generalmente aceptado mientras que la democracia era un término peyorativo porque se pensaba que era el gobierno de la turba. Lo mismo que con el populismo hoy día. La tesis de Macpherson era que en Europa se requirió el largo proceso de revoluciones y reacciones del siglo XIX para llegar a un equilibrio precario pero estable entre liberalismo y democracia. En América latina ese hiato nunca se llenó del todo. Nosotros tuvimos regímenes liberales que se formaron en la segunda mitad del siglo XIX pero eran las formas políticas que adoptó la oligarquía para organizar su dominio y establecer máquinas clientelísticas en relación con las bases sociales del sistema. De modo que cuando a principio del siglo XX, el movimiento de masas comienza a afirmarse con nuevos sectores emergentes, se expresa a través de formas políticas que fueron antiliberales, en muchos casos fueron dictaduras militares de carácter nacionalista. Hoy día hemos llegado a una situación en la cual la afirmación de la voluntad nacional popular no requiere necesariamente chocar con los principios formales del Estado liberal. En ninguno de los nuevos regímenes latinoamericanos la división de poderes o las elecciones regulares están puestas en cuestión. Pero van a ser democracias de un tipo distinto de las europeas. Las democracias europeas han sido fundamentalmente parlamentarias mientras que las latinoamericanas van a ser presidencialistas. Vamos a tener regímenes democráticos con diferentes matices.

–¿Esto se comprende desde Europa?

–Se empieza a comprender ahora. Por mucho tiempo hubo un repudio general a los regímenes nacional-populares latinoamericanos. Los consideraban demagógicos, populistas. Con la falta de perspectiva que la alianza conservadora-socialdemócrata presenta al tratar esta crisis económica se empieza a pensar en formas políticas alternativas. Con (Jean-Luc) Mélenchon decíamos que de lo que se trata ahora es de latinoamericanizar a Europa (ver recuadro).

–Según Chantal Mouffe, la confrontación es inherente a la sociedad democrática, ¿usted coincide?

–Sí, si no tendríamos sociedades de pensamiento único. Lo que es necesario para la democracia es la confrontación entre distintas opiniones. Es a través de las confrontaciones que la gente empieza a percibir que hay opciones reales en el campo político y puede a volver a interesarse por la política. Si hay un consenso y un pensamiento único, la gente empieza a desinteresarse del proceso político.

–En el marco de la confrontación, ¿cuáles son los riesgos de que acontezca lo que usted definió –junto a Mouffe– como “antagonismo”?

–Lo que tiene que haber es un antagonismo regulado. Nosotros tenemos dos jugadores de ajedrez, ellos están en una situación de confrontación pero hay reglas que están dadas por el juego de ajedrez. Si viene alguien de afuera y patea el tablero, ahí todo el sistema de reglas se rompe. Es necesario buscar un punto de equilibrio entre el momento antagónico y el momento en el cual las reglas pasan a ser aceptadas por todas las partes intermedias. El peligro que yo veo en la Argentina es que la oposición esté pasando de una actitud de antagonismo tan radical que pueda interrumpir el libre juego de las instituciones democráticas. Las líneas de confrontación se dan entre una orientación nacional y popular que corta transversalmente grupos sociales muy distintos y una actitud que se funda en el neoliberalismo, en el predominio de los grandes grupos monopólicos. La oposición real la representan los grandes medios.

–En este contexto, ¿la Ley de Medios juega un rol determinante?

–La Ley de Medios tiene que interrumpir una situación que es absolutamente aberrante: la concentración monopólica del poder informativo que es necesario quebrar como condición de un intercambio democrático.

–Por último, ¿cómo era su vínculo con el destacado historiador –recientemente fallecido– Eric Hobsbawm?

–Lo conocí en 1966. Yo era un profesor contratado por la Universidad de Tucumán y perdí mi cargo como resultado del golpe de Onganía. Entonces fui a trabajar a Buenos Aires, a un instituto privado de investigación. El asesor del proyecto para el cual yo trabajaba era Hobsbawm. A él le gustó mi trabajo y me consiguió una beca para ir a hacer un doctorado a Oxford. Así fue que me fui a Inglaterra. A lo largo de los años mantuvimos una relación frecuente y sumamente cordial. La última vez que lo vi fue hace algunos meses en una cena en casa de un ex estudiante de él que ahora es profesor en Londres. En un momento me llevó aparte y me preguntó si Cristina iba a poder desenvolverse bien después de la muerte de Néstor. Le di los reaseguros del caso. Y me dijo: “¿No van a ser un problema los intendentes del conurbano?”. Estaba absolutamente al tanto de los detalles de la situación argentina. Él tenía un gran afecto por Cristina. Aunque nunca se encontraron personalmente. La última vez que Cristina fue a Inglaterra iba a ir a visitarlo pero tuvo que cancelar la visita para volver por la muerte de Alfonsín. Él tenía una gran simpatía por todo lo que es el proyecto argentino actual.

–¿Cómo ve el futuro a corto plazo? ¿Cree que puede haber un impulso destituyente?

–Totalmente destituyentes hay pocos grupos, pero no dejan de tener una cierta influencia. Aunque hay distintas formas de destitución. Una se puede conseguir en la neutralización de una política de modo tal que distintos aparatos estatales impidan llevar el proceso hacia adelante. Ahora lo estamos viendo con los intentos de medidas cautelares que tratan de que el 7 de diciembre no pase nada. Ahí hay lo que Gramsci llamaba una guerra de posiciones. Esa guerra de posiciones hay que ganarla pero no está cantado que vaya a ser ganada. De todos modos soy, por primera vez en muchos años, absolutamente optimista respecto del futuro político de la Argentina.
GB

RICARDO PIGLIA, CACEROLAS Y MUCHO MAS, OPINION

“Necesitamos más debate intelectual”
Entrevistas / En una charla profunda, el escritor Ricardo Piglia reflexiona sobre la ley de medios, el cacerolazo, las redes sociales y cómo los argentinos interpretamos nuestra historia y nuestro presente.

Por Melisa Miranda Castro - Foto: Gustavo Pascaner.
Revista 7 Días.

Sobre el escritorio hay un bol con maníes, pistachos y otras frutas secas, además de una bebida que se sirve para él y para los invitados a su reducto, su lugar, su despacho. Afuera, la ciudad se ahoga en una lluvia torrencial que le agrega un toque más frenético al que ya tiene diariamente, con bocinazos y congestión. Pero al décimo piso de este edificio céntrico, no llegan secuelas de esta vorágine en hora pico, sólo se escuchan los golpes de las gotas en la ventana y el subir y bajar del ascensor. Adentro se vive la calma, que se adivina, cualquier escritor necesita para crear sus libros o concentrarse en su trabajo. Hay toda una pared convertida en biblioteca, una tele vieja y algunos sillones.

Hace ya casi un año y medio que Ricardo Piglia volvió al país; durante mucho tiempo estuvo dedicado a la docencia en Estados Unidos, hablando de la literatura latinoamericana, de las personalidades argentinas y su obra. La docencia es algo inherente a él. “Estuve 15 años enseñando, uno va envejeciendo y los alumnos siempre tienen la misma edad, eso es lo bueno”, reflexiona. Este año se animó a debutar como conductor de un ciclo para televisión, “Escenas de la novela argentina”, que se vio por Canal 7 y que tuvo sólo cuatro ediciones, en las que replicó el formato del aula en el estudio de TV. “Nos pareció que era bueno no ir a la televisión con el formato que la televisión te propone, sino ir con este formato que valoramos mucho, que tiene una larguísima tradición y que nos parecía muy dinámico. Por otro lado tengo la sensación de que la literatura o la cultura se puede discutir en cualquier espacio. Yo me opongo a la posición paternalista, del que se pone desde arriba para enseñar no sé qué”, confiesa mientras come un pistacho del bol y sigue hablando rápido y a velocidad constante, sin que por eso deba forzar una respiración artificial.

Piglia confirma que él sí mira televisión, y sobre todo deportes. “Me parece que la televisión tiene una virtud, como forma, que es la cualidad que tiene desde su nacimiento, que es captar algo en vivo. El deporte es uno de los lugares donde la televisión se mueve muy bien, por captar el momento.


A veces, eso se repite como una suerte de retórica, con el asunto de los movileros donde uno ve que se inventa un poco la situación, siempre llegan dos segundos tarde de que las cosas suceden. Todavía no han contratado a nadie para que haga algo en vivo, pero si seguimos con esa lógica de que siempre hay alguien corriendo detrás de la información corremos ese riesgo”, analiza el escritor y también periodista, pero propone discutir el tema de los medios actuales desde cuestiones más concretas y no desde generalidades.

Pone como ejemplos a Roberto Arlt y a Rodolfo Walsh, a quienes se los nombra como hitos del periodismo aunque ellos tuvieron sus fricciones con la profesión. “Tuvieron muchos problemas en los lugares donde trabajaban, dificultades para poner los textos como ellos los escribían, quejas grandes sobre cuánto les pagaban.


 Eso desmitifica la idea de que los grandes periodistas son siempre del pasado y acá tendríamos que empezar a discutir la situación real de los periodistas, no sólo las grandes discusiones abstractas, como quién está de un lado y del otro, sino ¿cuánto gana un periodista? ¿Cuánto gana un movilero? ¿Por qué no les mejoran las situaciones de trabajo? Eso sería un campo muy interesante de discusión actual”, concluye Piglia su reflexión.

–¿Qué está faltando en las discusiones de hoy?

–Especificidad. La sensación que tengo es que no estamos discutiendo cuestiones específicas, sino generalidades, morales o concepciones políticas abstractas. Básicamente, no llevar las discusiones políticas de una manera mecánica a la cultura, sino tratar de encontrar las diferencias internas del campo cultural. El debate de los medios y la cultura, en abstracto se puede discutir mucho pero si empezamos a ver cuáles son las discusiones o conexiones quizás avanzamos en un camino más concreto.

–Suele decirse que la Argentina es cíclica. ¿Actualmente se están repitiendo patrones del pasado?

–Se repiten interpretaciones. Una interpretación que ha sido muy definitiva es la de Civilización y barbarie, que ha sido una máquina interpretativa que funcionó muy bien. Fue lo suficientemente esquemática y atractiva como para permitirte hacer una identificación en momentos distintos de la historia, como si se repitiera siempre una lucha entre un sector ilustrado, que mira al mundo exterior con una mirada mucho más interesada, que sectores con una tradición propia, que trabajan con su propia cultura, sectores con una tradición llamada bárbara.


 Ese modo de entender te da la sensación de que la historia se repite, pero lo que se repite es el esquema de interpretación, porque en cada caso las cosas son muy distintas. Por eso cuando Borges o ciertos sectores decían “Perón es igual a Rosas” estamos saltando todas las diferencias infinitas para decir que son lo mismo. Muchas veces son las interpretaciones las que se repiten más que la historia misma que es mucho más compleja. Creo que la cultura es un ámbito para discutir esas cosas. Tengo la sensación de que necesitamos más debate intelectual y menos guerra de guerrillas, o guerra de trincheras, donde cada uno se tira su propia consigna.

–¿Siente que hay un clima de mucha agresión?

–El ejemplo es “este hijo de puta es muy agresivo” y ya lo estás llamando hijo de puta. Hay un movimiento donde la agresividad no se sabe muy bien dónde empezó. El cacerolazo del otro día fue una manifestación pacífica y no hubo represión. Eso es lo que nos parece bien.

 La gente fue a la plaza, hizo su circo, pero no estuvo la policía como pasó en el 2001, entonces estamos creando condiciones mejores pese a todo. Habría que conseguir espacios de discusión que fueran menos tensos y no obedecer a la lógica del escándalo, que es la lógica en la que se mueve la trampa de los medios. Tiene que ver con eso cómo hago para capturar a la gente. Bueno, le creo una situación que no pueda dejar de mirar. Es una mirada muy paternalista sobre la Argentina, porque a todos nos interesan los escándalos, pero tendría que haber otra manera de atraer esa discusión que no sea la sensación de que todo está ríspido y que va a terminar en un tipo de catástrofe.

–¿Piensa que puede terminar en catástrofe?

–No va a pasar eso porque éste es un país democrático, que hace muchos años que está en la democracia y, por lo tanto, los riesgos son más bien verbales por el momento. Las resoluciones de los conflictos se realizarán cuando haya elecciones y se sepa quién ganó. Lo demás, son retóricas políticas. Yo no podría saber dónde empiezan ese tipo de enfrentamientos pero me da la sensación de que todos le atribuyen al otro la responsabilidad de algo que en realidad es difícil encontrar un solo responsable.

–¿Aprendimos del pasado?

Creo que no percibimos el tipo de país en el que estamos viviendo. Estamos en un país que está funcionando, después de muchos años en los que eso estaba interrumpido, había censura. Ahora la gente dice por la televisión lo que se le da la gana. Hay una situación de mirada negativa de cualquier lugar en el que te pongas a ver.


 El clima de discusión, si bien temáticamente es un clima muy agresivo, en los hechos no pasan cosas. Antes si hacías una obra de teatro que no le gustaba a no sé a quién, te ponían una bomba, o te mandaban una carta que decía que te iban a matar. Eso fue lo que definió la actualidad cultural y política de los últimos 50 años. Yo me acuerdo de experiencia en el centro de estudiantes, hacíamos política universitaria pero siempre aparecía un policía que te llevaba a los golpes. Había un clima que me parece que ahora no existe. El movimiento estudiantil ahora está más tranquilo en ese sentido.

–Usted comenzó con la política a los 16, ¿qué posición tiene sobre el voto a partir de esa edad?

–Yo estoy de acuerdo porque me parece que un chico de 16 años, ni siquiera es lo que era un chico de 16 años en mi época. Los chicos hoy están mucho más conectados con el mundo, están más ligados a culturas propias, juveniles, por lo tanto, a formas de sociabilidad que antes eran menos fluidas. Si entendemos la política como un modo de intervención en sociabilidad, como una manera de negociar formas en que distintos grupos pueden convivir en un espacio; me parece que los chicos de 16 años merecen también la posibilidad de intervenir en esas decisiones y dejar de ser objeto de esa discusión. Los jóvenes son vistos por los viejos como algo inquietante, entonces es bueno que los chicos tengan la posibilidad de intervenir.

–¿Se acuerda la primera vez que votó?

–Sí. No alcancé a votar en la elección del ’58 que lo eligió a Frondizi, pero voté en la del ’59, que fue en la que Palacios fue elegido diputado por la ciudad de Buenos Aires y fue todo un acontecimiento. Poco tiempo después vino el microgolpe contra Frondizi y ya estuvimos alejados de la posibilidad de votar durante muchos años. Pero recuerdo, lo que era mi casa en esa época, porque mi padre estuvo preso en el ’55. No digo que haga falta una experiencia así de extrema, pero siempre hay una relación con la política que uno escucha discutir en su casa.

–¿Qué rol ocupan las redes sociales en la discusión política actual?

–Es muy importante. Me parece más importante la forma, más allá de lo que pasa en los contenidos que, a veces, son muy patéticos. También me parece que muchas cuestiones de las costumbres políticas y cuestiones de la apertura en los medios tienen que ver con que Internet está creando una dinámica nueva. A veces pienso, si hubieran existido estas cuestiones, no hubiera habido dictadura en la Argentina. No hubieran podido hacerlo porque nos hubiéramos enterado todos instantáneamente. Lo mismo pasa con los medios, hay un sistema de circulación de la información y de intervención social que los medios no han sabido cómo adaptarse.

–Surgen en las redes sociales movimientos sin bandera política y que rechazan a los partidos políticos, como pasó con los “Indignados” de España. ¿Cómo decantará esto?

–Yo tomo como ejemplo la situación en la Argentina. Si no hubiera habido las asambleas, las movilizaciones, no hubiera habido la experiencia de Kirchner. No sé qué influencia tuvieron sobre los partidos políticos, pero sobre Kirchner tuvieron influencia seguro. Yo no miro eso diciendo “a ver a dónde van políticamente”, yo creo que eso influye mucho en la discusión de la clase política. Si no hay movilización, es difícil que la democracia mejore y esas movilizaciones no tienen por qué ser movilizaciones partidarias.


Me parece que no hay que tener una mirada tan de ciencias políticas y ver a dónde se encuadran estos grupos, el futuro político se verá en el efecto que tienen en el desarrollo de las posiciones políticas de los que participan como objeto del repudio. Creo que las formas de renovación y las formas en la que la sociedad trata de modificar el statu quo, están tomando modos que no son los que, tradicionalmente, estudiaron las ciencias políticas.

22/10/12 Revista 7 Días
GB