lunes, 22 de octubre de 2012

INSEGURIDAD EN EL MUNDO


22 de octubre de 2012


La inseguridad en el Mundo.


"Invasión de Favelas" pintura de Eduardo Marinho.

FORO SAN MARTIN.BLOGSPOT.COM

 RANKING DE LAS 50 CIUDADES MÁS VIOLENTAS DEL MUNDO EN 2011
Posición
Ciudad
País
Homicidios
Habitantes
Tasa
1
San Pedro Sula
Honduras
1,143
719,447
158.87
2
Juárez
México
1,974
1,335,890
147.77
3
Maceió
Brasil
1,564
1,156,278
135.26
4
Acapulco
México
1,029
804,412
127.92
5
Distrito Central
Honduras
1,123
1,126,534
99.69
6
Caracas
Venezuela
3,164
3,205,463
98.71
7
Torreón (metropolitana)
México
990
1,128,152
87.75
8
Chihuahua
México
690
831,693
82.96
9
Durango
México
474
593,389
79.88
10
Belém
Brasil
1,639
2,100,319
78.04
11
Cali
Colombia
1,720
2,207,994
77.90
12
Guatemala
Guatemala
2,248
3,014,060
74.58
13
Culiacán
México
649
871,620
74.46
14
Medellín
Colombia
1,624
2,309,446
70.32
15
Mazatlán
México
307
445,343
68.94
16
Tepic (área metropolitana)
México
299
439,362
68.05
17
Vitoria
Brasil
1,143
1,685,384
67.82
18
Veracruz
México
418
697,414
59.94
19
Ciudad Guayana
Venezuela
554
940,477
58.91
20
San Salvador
El Salvador
1,343
2,290,790
58.63
21
New Orleans
Estados Unidos
199
343,829
57.88
22
Salvador (y RMS)
Brasil
2,037
3,574,804
56.98
23
Cúcuta
Colombia
335
597,385
56.08
24
Barquisimeto
Venezuela
621
1,120,718
55.41
25
San Juan
Puerto Rico
225
427,789
52.60
26
Manaus
Brasil
1,079
2,106,866
51.21
27
São Luís
Brasil
516
1,014,837
50.85
28
Nuevo Laredo
México
191
389,674
49.02
29
João Pessoa
Brasil
583
1,198,675
48.64
30
Detroit
Estados Unidos
346
713,777
48.47
31
Cuiabá
Brasil
403
834,060
48.32
32
Recife
Brasil
1,793
3,717,640
48.23
33
Kingston (metropolitana)
Jamaica
550
1,169,808
47.02
34
Cape Town
Sudáfrica
1,614
3,497,097
46.15
35
Pereira
Colombia
177
383,623
46.14
36
Macapá
Brasil
225
499,116
45.08
37
Fortaleza
Brasil
1,514
3,529,138
42.90
38
Monterrey (área metropolitana)
México
1,680
4,160,339
40.38
39
Curitiba
Brasil
720
1,890,272
38.09
40
Goiânia
Brasil
484
1,302,001
37.17
41
Nelson Mandela Bay Metropolitan Municipality (Port Elizabeth)
Sudáfrica
381
1,050,930
36.25
42
Barranquilla
Colombia
424
1,182,493
35.86
43
ST. Louis
Estados Unidos
113
319,294
35.39
44
Mosul
Iraq
636
1,800,000
35.33
45
Belo Horizonte
Brasil
1,680
4,883,721
34.40
46
Panamá
Panamá
543
1,713,070
31.70
47
Cuernavaca (zona metropolitana)
México
198
630,174
31.42
48
Baltimore
Estados Unidos
195
620,961
31.40
49
Durban
Sudáfrica
1,059
3,468,087
30.54
50
City of Johannesburg
Sudáfrica
1,186
3,888,180
30.50

FUENTE: Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal A.C., 2012.
 El Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal es una conocida entidad mexicana. Vinculada al oficialismo, sin embargo cuestiona las cifras oficiales que brinda el gobierno de México, a las que considera inferiores a las reales.

De acuerdo a los datos reunidas por ella, la ciudad más violenta del mundo es San Pedro Sula, en Honduras. Y de las 50 más violentas, 14 están en México, 12 en Brasil, 5 en Colombia, 4 en Sudáfrica y 4 en Estados Unidos.

GB

SE HIZO JUSTICIA PARA FACUNDO


Antededentes
El crimen de Facundo Quiroga en Barranca Yaco causó una conmoción el la Confederación. En principio los unitarios autores del atentado, intentaron disimular o tergiversar la realidad de los hechos, intrigando ante Ibarra, Aldao, Estanislao López y Rosas, para enfrentar y dividir el frente federal. Lejos de lograr su propósito, los caudillos federales se mantuvieron unidos, tal como muestran los documentos y correspondencia de la época, y desde un principio tuvieron la sospecha sobre los verdaderos instigadores del crimen.

El primero en salirle al cruce a las intrigas, fue el gobernador de Santiago del Estero, Felipe Ibarra, a quien se lo quiso involucrar acusándolo de no dar escolta suficiente a Quiroga, cosa que no es cierto. Otras intrigas se tejieron tirando versiones o trascendidos que variaban según a quienes fueran dirigidas; así se dijo por ejemplo que “se habrían descubierto huellas que se dirigían a Santa Fe”, para inculpar a López ante Rosas, o que “la desaparición de Quiroga le convenía a Rosas”, para inculparlo a Rosas, con un argumento que además de no ser cierto, de ninguna manera puede resultar un argumento para inculparlo. Nunca hubo documento o acusación seria contra López o Rosas.

Levantadas las sospechas contra los hermanos Reinafé, se intentó tergiversar los hechos, mandando a investigar comisiones que nada investigaron, fraguando fechas de correspondencia y documentos con la “delegación del mando” por razones de salud del gobernador Rainafé, antes de al fecha del asesinato de Barranca Yaco, y “armando un juicio” para acusar, absolver y reivindicar al Capitán Santos Perez del ejército de los Reinafé, y principal sospechado de ser el autor material del hecho y jefe de a partida que dio muerte a Facundo Quiroga en Barranca Yaco.

Pero nada podrían estas intrigas y disimulos unitarios ante la sagacidad de Rosas, que a cientos de kilómetros de distancia, y basándose en informes verbales, algunos documentos y correspondencia, desmenuzaba pacientemente la trama con la tenacidad que lo caracterizaba, dando inclusive su versión de la reconstrucción del hecho tal como habría sucedido, según se lo describe en carta a Estanislao López.

Ante la evidencia de las sospechas, los caudillos federales delegan en el gobierno de Buenos Aires las facultades de juzgar a los sospechosos de un delito federal. Uno de los hermanos Reinafé escapa a la Banda Oriental, pero los otros, incluido el capitán Santos Pérez, son conducidos a Buenos Aires para su juzgamiento.


El juicio y la defensa
Remitidos a Buenos Aires, unos por Pedro Nolasco Rodríguez, y otros por Manuel López, todos los inculpados por el asesinato de Quiroga, se hallaban a disposición del Juez Comisionado doctor Maza, nombrado por Rosas para ejercer la facultad que al efecto en él habían delegado las provincias. Como fiscal se desempeño el doctor Manuel Insiarte y como asesor general del doctor Eduardo Lahite.

De los dos sumarios levantados contra aquéllos en Córdoba, únicamente el segundo llegó a manos del magistrado competente. El primero, fraguado entre los Reinafé y sus cómplices voluntarios forzosos, desapareció del expediente. Ordenada una nueva indagatoria en la capital bonaerense, los autos fueron entregados a los defensores el 13 de agosto de 1836.

Como defensor figuraba el doctor Gamboa, unitario, destinado a ser protagonista en uno de los episodios característicos de la historia de Rosas. En los dos meses y medio transcurridos desde que recibió los autos hasta que presentó la defensa, el 26 de octubre de 1836, el abogado se aplicó a redactar no tanto un alegato a favor de su defendido, como una requisitoria contra el régimen institucional existente. Su planteo consistió en formular siete preguntas negativamente contestadas, de las cuales seis se referían a excepciones de incompetencia opuestas a la autoridad que entendía en el proceso, y una sola al fondo del asunto, o sea a la culpabilidad del procesado, la que no se atrevió a negar, aunque dijera no haber quedado probada.

Los cuarenta y cinco pliegos del extenso documento se dirigían a demostrar que los acusados debían ser juzgados por una ley que perteneciera a un sistema constitucional; que la constitución no existía; que la autorización de las provincias, otorgada al gobernador de Buenos Aires, no era una ley constitucional; que una ley de esta especie no podía ser especial ni sancionarse después del hecho.

Sobre el ejercicio de la autoridad judicial desempeñada por el Juez Comisionado, decía no haber sido ella conforme a derecho, pues él mismo había dado la norma o procedimiento a seguir en su propia actuación de magistrado. Del Manifiesto de Rosas contra los Reinafé, del 30 de junio de 1835, decía que era un prejuzgamiento inhabilitante para dictar sentencia.


Las audacias del defensor.

Por último, Gamboa había tenido la audacia de aludir, en alusión traída por los cabellos a las acusaciones de la prensa unitaria de Montevideo, que atribía a Rosas la instigación del crimen. (Datos tomados de la “Causa criminal” contra los asesinos de Quiroga. 1873. Imprenta del Estado – J.Irazusta. Vida política de J.M. de Rosas. t.III.p.136)

De un espíritu diametralmente opuesto al de la organización confederal, y compuesta para el foro político (no para los estrados judiciales), la pieza estaba destinada a la publicidad, antes que a la defensa de un procesado.

El doctor Gamboa tuvo una audacia más: la de solicitar una copia de su alegato, y la autorización de publicarlo aislado del proceso. Entonces fue cuando
Rosas tomó su mejor pluma criolla para redactar el siguiente decreto, en un estilo calculado para el gran público que el curial opositor había pensado conmover con su maniobra:

El Restaurador de las Leyes Octubre 17 de 1836.

El coronel edecán de Gobierno don Manuel Corvalán procederá mañana a dar cumplimiento a la orden siguiente:

Primero: Pedirá al señor Ministro de R. E. una solicitud oficial que el doctor Marcelo Gamboa ha dirigido al Gobierno pidiendo permiso para publicar la defensa que ha hecho en favor de los reos de Barranca Yaco y la copia de dicha defensa.

Segundo: Hará comparecer al dicho Gamboa a la escribanía mayor de Gobierno y a presencia del escribano de ella, le dirá y hará cumplir lo siguiente, de todo lo que dará fe éste extendiendo la correspondiente diligencia.

Que sólo un atrevido, insolente, pícaro, impío, logista y unitario ha podido cometer el avance de interrumpir las altas y delicadas atenciones del Gobierno con semejante, tan sin fortuna como inoportuna y atrevida solicitud.

Que sólo un unitario tan desagradecido como bribón, ha podido concebir la idea de querer la publicación aislada de la defensa de los feroces ejecutores de una mortandad sin ejemplo en la historia del mundo civilizado; que solamente un hombre que haya renunciado a toda idea de religión, de honor y respeto al Gobierno y a la opinión pública, y en consecuencia de su perversidad, no alimente sentimiento alguno de amor y respeto al honor nacional, ha podido dirigirse oficialmente al Gobierno pidiéndole permiso para publicar una defensa semejante, con la idea sin duda dé preparar y despertar sentimientos que sólo pueden abrigar las almas dañadas y los corazones corrompidos de los unitarios, a cuya inmunda logia él siempre ha pertenecido.

Que sólo un hombre a quien los decretos de la Divina Providencia hayan colocado en la senda de su fin funesto para que así pague ya sus delitos sin cuento, ha podido pedir a la suprema autoridad el permiso de una publicación separada de la causa, como si la justicia de la opinión pública tuviera una sola oreja para oír y juzgar los delitos de los unitarios, por las obras de defensas en su favor, o que en el país existiese la ley del embudo dándole lo ancho para ellos y lo angosto para los federales y orden social.

Que en su virtud y en pena de su descarada insolencia, en el acto sobreraye por su propia mano uno por uno, todos los renglones de su atrevida representación. En seguida le entregará la copia de la defensa y le dirá lo siguiente:

Que ésta se le devuelve porque respecto de ella nada le dice el Gobierno porque en haber trabajándola nada más ha hecho de cumplir con uno de los cargos y deberes del hombre de su clan constituido en sociedad, tanto más cuanto que el Gobierno declaró que una vez nombrados por los reos sus defensores, no se admitieran renuncias siempre que los elegidos por ellos fuesen de la lista aprobada por la autoridad suprema.
Que por todo y siendo su delito no sólo por el avance anteriormente expresado, sino también por la conducta que ha observado en sus conversaciones públicas y privadas, conducta inicua alarmante y en todos sentidos ofensiva a los altos respetos debidos al Gobierno, se le ordena lo siguiente:

Primero: Que hasta nueva resolución superior no debe salir más distancia que veinte cuadras de la plaza de la Victoria.

Segundo: Que no debe ejercer su oficio de abogado, ni hacer escrito alguno de ninguna laya por más simple e inocente que sea.

Tercero: Que no debe cargar la divisa federal, ni ponerse, ni usar, ni en público ni en privado, los colores federales.

Cuarto: Que por cualquiera infracción de las tres prevenciones anteriores será paseado por las calles de Buenos Aires en un burro “celeste" y castigado además según el tamaño de la falta.

Quinto: Que si tratase de fugar del país luego que sea aprehendido será inmediatamente fusilado.

Lo que se previene al edecán enunciado coronel Manuel Corvalán para su cumplimiento.

Juan Manuel de Rosas
(La Nación del 9 de julio de 1934)

Como en la mayoría de los casos de la historia de Rosas, la mejor refutación de los infundios adversos es el texto de las medidas por ellos incriminadas. De ésta se dice generalmente que castigaba al defensor de un inculpado, después de haberse permitido su defensa, cuando en realidad se castigó la pretensión de publicar aparte una sola pieza de un proceso incompleto.

Se dice también que se condenó por aquel imaginario delito a un letrado defensor a la infamante pena de pasear en un burro celeste por las calles de la ciudad, cuando lo cierto surge del decreto, y es que se lo amenazó con esa pena si infringía las tres que se le habían aplicado, de abstenerse de ejercer su profesión, de salir a más de veinte cuadras de su casa (lo que en la gran aldea de entonces no sería mucha privación) y de llevar colores federales.

El episodio quedará reducido a sus verdaderas proporciones si recordamos que la pena de la picota, en Londres todavía se aplicaba, en forma peor, exponiendo al reo a los vejámenes del público; que la de pasearlo en burro, celeste había sido usada en Córdoba, en 1830, por el general Paz, contra el fraile Aldao, por delitos políticos. Y que toda la alharaca hecha sobre un procedimiento judicial perteneciente a un estadio muy anterior de la evolución del derecho penal, juzgado por los de otro estadio ulterior, se disipará con esta mera comparación, que "hasta el año 1836 no se permitió (en Inglaterra) "que un abogado pudiese dirigirse al jurado en defensa de un delincuente". (Sir Basíl Thompson. La historia de Scot1and Yard, p. 83, Madrid, 1937. )


Sigue el juicio

Fuere cual fuese el destino mediato del doctor Gamboa, el proceso siguió su marcha. El doctor Maza se expidió el 12 de abril de 1837, en un extenso escrito, en el que hace un resumen de la causa, y del que resulta que los defensores, o formulan excepciones de incompetencia, o tratan de liberar a sus defendidos de la principal responsabilidad para cargarla sobre los cómplices, o alegan la disciplina, militar y los deberes de la obediencia para arrojar la culpa de los ejecutores sobre los instigadores. Pero ninguno pretende probar la absoluta inocencia de ningún procesado.

En forma algo difusa el doctor Maza contesta las defensas, califica los delitos y pone a la causa en estado de sentencia. El 18 de abril de 1837 Rosas ordena que el proceso pase a vista del Fiscal, doctor Láhitte, quien se expide en notable dictamen, que confirma en su mayor parte el dispositivo del pronunciamiento hecho por el doctor Maza, aunque difiriendo con algunos de sus fundamentos, el 8 de mayo de 1837. En esa notable pieza jurídica (elogiada por el doctor Cárcano en su Quiroga), se deshace tranquilamente la calumnia que trató de manchar a Rosas con la sangre de su amigo, haciendo la observación repetida por el citado biógrafo de Facundo, que en el juicio ninguno de los hermanos Reinafé alegó la excepción opuesta por Santos Pérez, a quien los instigadores pudieron engañar para decidirlo. El Dr. Ramón J. Cárcano escribe: “Ninguno de los Reinafé, ni ente los jueces ni ante la corte, acusan a Rosas ni a López. Se acusan entre ellos mismos. El silencio en aquellos días pulveriza la calumnia”. (Juan Facundo Quiroga, 3° ed., p.363)

Ejecución de los hermanos José Vicente y    
Guillermo Reinafé y de Santos Pérez, en la   
Plaza de la Victoria (25 de octubre de 1837)   

La sentencia

Rosas dictó su primera
sentencia el 27 de mayo de 1837, y la segunda (después de un último recurso interpuesto por los defensores y sometido al mismo procedimiento que las defensas primitivas) el 9 de octubre de 1837. La sentencia de muerte involucra al autor material y a los instigadores del crimen.

El 26 de octubre de 1837 en la plaza de la Victoria, Santos Pérez y los dos Reinafé, José Vicente y Guillermo, son fusilados y luego colgados en las horcas. La plaza está rodeada de tropas, al mando del general Agustín Pinedo. Una inmensa multitud de espectadores, entre los que hay no pocas mujeres, espera en todos los edificios de la plaza, en el pórtico de la Catedral y en las calles. Antes de subir al patíbulo, se lee a los condenados la sentencia de muerte, bajo los arcos del Cabildo. A Santos Pérez se le da una silla, porque no puede tenerse en pie.

El espectáculo no es nuevo en Buenos Aires: Rivadavia, veinticinco años atrás, hizo fusilar y colgar allí mismo a los treinta y tres implicados en la fracasada conjuración de los españoles, entre los que había hombres eminentes y hasta un sacerdote.

Cuando asesinan al general Juan Facundo Quiroga, "El Tigre de los llanos" ya era un mito, y ese mito siguió viviendo en la ferviente imaginación sus paisanos. Su recuerdo sigue aún vigente en los llanos de La Rioja, donde perduran las leyendas que en su tiempo contribuyeron a conformar el mito: ...el general no dormía nunca., el general leía el pensamiento, al general no se lo podía engañar, el general no estaba muerto sino escondido “en los reinos de arriba”.

La calumnia unitaria que culpaba a Rosas por la muerte de su fiel correligionario no acabó con Santos Pérez y los hermanos Reinafé. El antirosismo debía sostenerla contra toda evidencia, para fundar la leyenda de un “tirano sangriento”. El cónsul francés en Montevideo, Baradere, ya la había utilizado en un informe apoyando las intrigas unitarias.

LA GAZETA FEDERAL.COM

GB

MITRE Y SARMIENTO FUERON COMPLICES

UN SÁDICO: EL CONDE D´EU

(Guerra del Paraguay)

El sádico criminal más grande de la guerra del paraguay fue el Conde D´Eu, yerno de Pedro II, que reemplazó a Caxias en la dirección de la guerra. La crónica criminal del conde es fantástica. En la batalla de Peribebuy en que muere el general brasileño Mena Barreiro, la furia vengativa del conde manda a degollar a todo el ejército vencido, incluido el General Pedro Pablo Caballero. El Conde D´Eu no sólo da la orden, sino que, según testimonios, presenció “pálido e imperturbable” todo el degüello. Pero no acaba ahí su venganza: manda a cerrar el hospital de Piribebuy y con todos los enfermos y heridos dentro, lo manda prender fuego. El hospital quedó cercado por las tropas brasileñas, que a punta de bayoneta por orden de ese demente, empujaban a la hoguera a los que lograban escapar de las llamas. J.J.Chiavenatto dice textualmente que “No se conoce en la historia de América del Sur, por lo menos, ningún crimen mas hediondo que ese. Incendiar un hospital y matar los enfermos. ¡Quemar viejos y criaturas!

El ejército paraguayo era seguido por mujeres “residentas”, que entre otras cosas, después de las batallas atendían a los heridos y enterraban a sus muertos, maridos, hermanos o hijos. En la batalla de Avahi, en que fue herido el general brasileño Osorio y mueren tres mil brasileños, el furor fue tal que cuando las “residentas” salieron del monte para ayudar a los heridos y rescatar los muertos en el campo de batalla, sufrieron una carga de caballería y fueron muertas a lanzazos o debajo de las patas de los caballos, cumpliéndose las profecías de Sarmiento, cuando en carta del 12 de octubre de 1869, a Manuel R. García le dice: “La guerra no está concluida, aunque aquel bruto (Solano López) tiene todavía veinte piezas de artillería y dos mil perros que habrán de morir bajo las patas de nuestros caballos. Ni a la compasión mueve ese pueblo, rebaño de lobos” (A.Bray, Solano López, p.269 – J.M.Rosa. La guerra del Paraguay, p.300)

Es difícil determinar cual fue el peor de los crímenes de este sádico loco. Después de la batalla de Acosta Nú, en que un ejército de tres mil quinientoschicos son vencidos por veinte mil veteranos brasileños, al caer la tarde, cuando las madres de las criaturas salen del monte aledaño para asistirlos o darles sepultura, el sádico príncipe manda incendiar el campo envolviendo a madres e hijos en una hoguera.

El mismo historiador brasileño dice que “Las tropas aliadas que cometieron tales crímenes –los más hediondos de ellos al mando de Conde D´Eu- actuando por cuenta de gobiernos que se esmeraban en presentar al mundo al Paraguay como un cubil de bárbaros, la guerra como una forma de redención de los paraguayos de las garras de Francisco Solano López. Nunca el crimen de guerra estuvo tan íntimamente ligado a la calumnia, la infamia y la mentira. Nunca se vio tanta vergüenza en América”

Los crímenes de los aliados no tienen ejemplo en América, y en solo un año al mando del ejército, el sádico D´Eu se lleva todos los laureles de la infamia.

                      

Fuentes:

- Rosa, José María – La Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas – Buenos Aires (1985).
- García Mellid. Atilio. "Proceso a los falsificadores de la historias del Paraguay"(1965)
- Chiavenatto, Julio José. Genocidio Americáno: A Guerra do Paraguai. Sao Paulo
- Castagnino L.
Guerra del Paraguay. La Tripe Alianza contra los paises del Plata
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar
Prof GB

PERON EN OCTUBRE DE 1946

Exposición de los aspectos fundamentales del Plan Quinquenal en la Cámara de Diputados.
21 de octubre de 1946.

Doctrina.
 
     “Señores: Si gobernar es un arte --ya que presupone creación--, ha de tener su teoría, como todas las artes, y ha de tener también su doctrina. La teoría esta formada por grandes principios de gobierno, de enunciación quizás conocida, pero de aplicación absolutamente variable, de acuerdo a los numerosos e infinitos casos concretos que la vida de un país va presentando a lo largo de su marcha.

     Esa teoría es la parte inerte del arte; la parte vital es el artista, que en este caso es el gobernante. A él corresponde hacer la creación y la aplicación de los principios del arte. La doctrina es el sentido y sentimiento colectivo que ha de inculcarse en el pueblo, mediante la cual se llega a la unidad de acción en las realizaciones y soluciones. Lo importante es, sin embargo, poner es absoluta congruencia y armonía estos tres factores fundamentales del arte de gobernar: el conductor de la Nación, la teoría del arte y su ejecución y la doctrina de la acción del pueblo. Conseguido ello, se obtiene una completa nacionalización y armonía, que es el factor esencial para el éxito”.


Cultura Nacional.

    “En el cuadro siguiente se encuentra diagramado todo lo referente a la cultura nacional. Nuestra finalidad es mover esta importante actividad del espíritu nacional para llevar a la población el conocimiento de nuestra cultura nacional, conservarla y engrandecerla. Para eso el Poder Ejecutivo considera la necesidad de formar la cultura y de conservar la existente.
    Para la formación considera el método por la enseñanza y por el de la tradición. Así, tratara de incidir en la universidad, en la escuela, en los colegios conservatorios, escuelas de arte, centros científicos y centros de perfeccionamiento técnico para al enseñanza de nuestra cultura, como así también sobre el folklore, las danzas, las efemérides patrias, la poesía popular, la familia, la historia. La religión y el idioma, para la conservación por tradición de nuestra cultura popular. La conservación de la cultura confiada a los museos, a los archivos y a las bibliotecas ha de incrementarse en sentido no sospechado.

      Para el fomento integral de nuestra cultura, que es la base espiritual de nuestra Nación y la base para el verdadero sentimiento popular, tendremos los centros de difusión de Bellas Artes, ciencias, conferencias por la radiodifusión, y las letras; centros de investigación científica, literaria, histórica, filosófica, ideológica, artística y filológica, como así también las academias de ciencias, letras, historia y lenguas y los centros de estudio de folklore, lenguas autóctonas, danzas nativas, creencias religiosas, literatura popular y tradiciones familiares nacionales.
    Este aspecto del alma nacional ha sido un poco descuidado hasta ahora. Es necesario volver por los fueros de nuestra propia individualidad conservando y enalteciendo los propios valores de la nacionalidad, porque de lo contrario, deberemos importar a otros quienes no reconozco ni mayor merito ni mayores posibilidades de arraigo en el pueblo argentino. “

RODOLFO KUSH II


“Haber perdido la impaciencia”
Por Rodolfo Kusch *

Cuando se viaja desde Abra Pampa hacia el oeste se sigue un largo camino que sube una lomada y de pronto se topa uno con el pueblo de Cochinoca. Las casas se desparraman a lo largo de un cerro y entre ellas aparecen las iglesias. Hacia el fondo se extiende un llano y a lo lejos se levantan las lomadas de la Puna. Cuando se llega, se encuentra uno con gestos de sorpresa y el típico recelo con que es recibido el forastero. Cuando pudimos lograr alguna comunicación nos llevaron a recorrer el pueblo. Supimos así de la proximidad de la fiesta de Santa Bárbara, de la migración de sus habitantes, de la penuria de reunir el agua durante el año y de muchas cosas más. Por supuesto, cuando nos disponíamos a volver hubo que llevar gente a Abra Pampa. Así conocimos a Mamaní, un viejito flaco, de piel arrugada, vestido con sombrero y traje y gestos vitales y rápidos. Nos había dicho que iba a llevar un bultito y cuando vino trajo dos corderos cuarteados para venderlos en Abra Pampa. En el camino hablamos de adivinación. Sospeché que conocería algo de adivinación boliviana, pero el viejito se escurría con toda habilidad. Se diría que desconfiaba de nosotros.

Cuando llegamos a Abra Pampa lo dejamos en el mercado. Luego lo vimos una vez más, caminaba con gesto apesadumbrado. Me quedó la preocupación sobre lo que le pudo haber ocurrido, quizás algún desencuentro, o alguna mala venta. Un hombrecito como Mamaní daba la idea de lo que es una vida atrapada por la Puna. Seguramente tendría una manada de corderos, viviría en una casa de adobe donde haría sus rituales propiciatorios y se tomaría al fin de la semana algunos vinos. Cuando volvíamos rumbo al sur pensamos qué significa vivir en América. O mejor se trata de preguntar algo más. Decir que vivimos en América el viejito y yo sería demasiado superficial. La pregunta iría a algo más profundo, ¿qué había de común entre la vida de ese viejito y la mía?

Si analizamos su vida que consiste sólo en llevar el cordero cuarteado para vender o en llamarse Mamaní, o en habitar desde hace tiempo en Cochinoca, evidentemente no habría nada en común. Al fin y al cabo, yo vivo en la ciudad, me dedico a escribir, soy profesor y vivo en una casa de ladrillos, no tengo nada que ver con Mamaní. Es más, infiltramos entre él y nosotros una cierta evolución en el tiempo que nos distancia considerablemente. Hacia nosotros crece la civilización y hacia Mamaní decrece, y en el medio se dan varios siglos de heroicos inventos y de grandes conquistas logradas por la humanidad. Pero, aunque nos cuenten todo eso, no puedo evitar la intuición de que entre el viejito y yo hay algo en común. Para encontrar esto habrá que dejar de lado los esquemas y las ideas hechas y obrar un poco como hace el filósofo: seguir la intuición para lograr al cabo de una reflexión, seguramente incómoda, lo que hay de común entre ambos. En suma, ¿qué es eso de vivir los dos en América y qué tenemos en común? Si con la primera pregunta me refiero a un simple episodio, con la segunda trato de encontrar el sentido mismo de la vida, que va más allá de América.

Claro que no se trata del estilo de vivir, porque en ese sentido se puede pensar que vivir es otra cosa. Si fuera por el estilo, creemos que lo hay en Jujuy o en Buenos Aires. Ahí, en cada esquina tenemos una cigarrería, un almacén, vamos al cine, al concierto y nos bañamos con frecuencia. Por ese lado perdemos a Mamaní. Pero ¿en qué queda entonces la intuición de que entre él y uno mismo hay algo en común? Preguntar así significa entrar en el secreto mismo de la vida, ya no en América sino en general. Pero aquí entramos en las tinieblas. ¿Sabemos acaso qué es vivir? Vivir es una condición atávica condicionada por milenios de vida de la humanidad pero que no conocemos. ¿Lo sabrá Mamaní? Puede ser.

Recuerdo un brujito muy simpático que en Tihuanaco me había realizado varios rituales propiciatorios, tal como hacen los aymaras. Mi impaciencia ciudadana me hacía preguntarle por qué hacía tal cosa y por qué hacía tal otra. Al principio me contestaba fabulando motivaciones en las cuales él no creía, pero, como yo insistía, se limitó a decir en aymara: Ucamau mundajja: “El mundo así es”. Decir “así es el mundo” significaba abstenerse de encontrar causas. Pero significa también haber perdido la impaciencia y aceptar la realidad en su verdadera constitución. Pensemos que el mundo moderno no está muy lejos de esa misma actitud. Cuando la física moderna descubrió que no podían determinarse las causas de los fenómenos, los científicos se limitaron a la simple descripción de los mismos. Es una forma de decir “así es” al fenómeno físico. Pero claro está que si empleamos el término “así es” para determinar lo que hay de común entre Mamaní y uno mismo, no significa que estemos diciendo algo. Pero he aquí el problema: ¿podemos decir algo de lo que hay en común?

Juzgamos la vida un poco por lo que ella manifiesta. Si Mamaní hubiera tocado el erque en Cochinoca nos habría llamado la atención, ya que en la gran ciudad eso no se hace, pero tampoco en Cochinoca se daría un concierto de violín. Decir que la vida es esto o aquello encierra un margen de miedo. ¿Será que el vivir mismo se da antes que el gesto, en un área misteriosa? Si se da en el misterio no sabremos qué decir, y si no sabemos qué decir entramos en el silencio. Detrás del gesto, del erque, del violín y aún de la palabra, está el silencio, y en ese silencio se abre un largo camino que se interna en el misterio. Ahí no cabe otra cosa que decir “así es”, y decir así es una explicación por el silencio. ¿Y nada más? Pues le parece poco. Decir “así es” es aceptar el misterio del vivir mismo y hacer esto es reconocer nada menos que la duda del porqué se ha venido al mundo. Es el misterio de una misión que no conocemos, pero tomando la palabra “misterio” en el sentido griego, como mystés, el guía, que nos lleva por corredores ignotos. La noche oscura de San Juan de la Cruz o la tortura filosófica de enfrentar un silencio donde nada determinamos.

Pero ahí mismo se adivina esa comunidad de estar todos en lo mismo, donde yo y Mamaní nos fundimos. Es el milagro de estar, antes de ser. El fondo común, antes de que yo me llame Kusch y el hombrecito Mamaní. Es un área no pensada e imposible de pensar. El silencio en suma, y detrás del silencio quizá un símbolo: quizá los dedos de la divinidad, la misma que estuvo arrugando los cerros: una vida realmente en común, la mía, la del viejito y la de la Puna, y todos en silencio.

* Artículo publicado por primera vez en San Salvador de Jujuy, el 25 de junio de 1988, bajo el título “Cuando se viaja desde Abra Pampa”, en edición controlada por Salma Haidar. Reeditado por la revista Kiwicha Cultural del Mundo Andino, en 1996, y rescatado en la sección “Textos olvidados” del sitio web Temakel (http://www.temakel.com/texolkusch.htm)

18/10/12 Página|12