Por Sebastian Abrevaya
Mucho antes de saber que iba a entrar en el ballottage porteño, Martín Lousteau y su círculo de mayor confianza imaginaron un escenario ideal, en el marco de un ambicioso proyecto político a mediano plazo. El primer paso consistía en disputar la segunda vuelta con el PRO y el segundo que Mauricio Macri pierda la elección presidencial frente a Daniel Scioli. Conscientes de que derrotar a Horacio Rodríguez Larreta es una tarea prácticamente imposible, consideran que posicionarse como el líder de una alianza opositora en la Ciudad le serviría al ex ministro de Economía para alimentar su fantasía: ser candidato a presidente de la oposición en 2019. Con eso en mente, hace ya dos años comenzó a tejer una serie de alianzas políticas que incluyen a la UCR, a dirigentes de la Coalición Cívica y a socialistas, entre otros espacios. Sin embargo, ninguno de los tres partidos se anima a proyectar cuál será el futuro de ECO, la alquimia que crearon para esta elección luego de la implosión del Frente Amplio Unen, hace apenas unos meses.
Sin partido propio, pero con un buen nivel de conocimiento y un habilidoso manejo de la comunicación, Lousteau comenzó a construir en 2013 el camino que hoy lo lleva al ballottage en la ciudad de Buenos Aires. Ya en aquel momento fracasaron las negociaciones con el PRO, que lo había tentado con un lugar en el Senado. Su entorno le aconsejó por entonces que no aceptara y él finalmente decidió rechazar la propuesta. En cambio, su amigo y consejero político, el ex jefe de Gabinete de la Alianza Chrystian Colombo le facilitó sus vínculos con la UCR. En aquella elección utilizó la estructura del radicalismo, pero como extrapartidario. Su línea interna en las primarias se llamó Suma Más, un sello que aún mantiene en el Congreso. Lousteau no se integró al bloque radical, sino que, junto a Carla Carrizo, utiliza ese nombre para su pequeña bancada legislativa.
“Hoy el mundo Lousteau y el mundo UCR son compatibles. Si el día de mañana el proyecto de Lousteau deja de ser la ciudad de Buenos Aires, va a tener que empezar a armar su estructura propia. No sería extraño que eso sucediera”, explica un dirigente que conoce ambos “mundos” y que anticipa que la estructura radical a nivel nacional no acompañaría sus pretensiones por fuera de la General Paz.
La llave de la UCR porteña la tiene hoy Emiliano Yacobitti, que armó su estructura de poder interno desde la política universitaria en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Como tesorero de esa facultad, Yacobitti recibió en plena campaña denuncias por manejos irregulares con proveedores del Hospital de Clínicas, dependiente de la UBA. Ese tipo de situaciones ya le valieron más de un dolor de cabeza a Yacobitti, que se imaginaba encabezando la lista de diputados nacionales de la UCR en 2015. Pero más allá de su presidente, las decisiones del radicalismo porteño siguen pasando por las manos de Enrique “Coti” Nosiglia, el histórico dirigente del alfonsinismo. En la UCR aseguran que más allá de los aceitados vínculos económicos del Coti con el macrismo, la apuesta del ex ministro del Interior es volver a tallar fuerte en la Ciudad con Lousteau, por más que no sea un dirigente leal a la conducción partidaria. Ambos son los principales responsables de que hoy la UCR esté detrás de su candidatura.
“¿Por qué no se va a animar? Si Macri se va a su casa, el radicalismo hoy no tiene candidato, Stolbizer y Massa van a hacer una mala elección, el socialismo tampoco tiene dirigentes nacionales...”, desgrana un dirigente que vive dentro de lo que denomina el “mundo Lousteau”. Ya en las legislativas de 2013 Lousteau recorrió distintos puntos del país.
Lousteau no se pronunció a favor de ninguno de los candidatos presidenciales de su espacio y se ganó el enojo de Elisa Carrió. La chaqueña dijo poco antes del cierre de campaña que lo votaría, pero que no era su candidato. La relación de Lousteau con la Coalición Cívica es todavía más distante que con el radicalismo. Sin embargo, tiene una buena sintonía con su aspirante a vice, Fernando Sánchez, y con el legislador Maximiliano Ferraro, dos de los dirigentes más cercanos a Carrió.
Lousteau cuenta también con un importante respaldo económico. Colombo, empresario, ex banquero, lo cobijó en la Fundación País Porvenir cuando abandonó el Ministerio de Economía. En paralelo, su primo, Guillermo Laje, también forma parte del círculo de confianza del ex ministro. Lousteau, por otro lado, también supo hacer sus contactos cuando fue directivo del Banco Provincia, durante el gobierno bonaerense de Felipe Solá.
En este contexto, y después de la segunda vuelta, el 19 de julio, Lousteau tendrá que definir si empieza a construir una fuerza propia, o si sigue recostándose en la estructura radical que le sirvió para meterse en la disputa electoral en una de las principales plataformas políticas del país.
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