Llegó el ajuste a las obras viales: frenan las licitaciones", publicó maliciosamente en su portada La Nación, defensor a ultranza de las políticas de ajuste y austeridad tomadas en la Argentina desde la fundación de este mismísimo diario a finales del siglo XIX. En la nota se analiza la circular emitida desde la Dirección Nacional de Vialidad (DNV), según la cual se dispuso la suspensión de nuevas licitaciones y se condicionó la asignación de recursos para obras en ejecución. ¿Ajuste?
Llegó el ajuste
El documento de la DNV al que alude Pablo Fernández Blanco, periodista de La Nación, expresa que "en el marco de expresas instrucciones recibidas desde la Secretaría de Obra Públicas, pongo en vuestro conocimiento que no se efectuarán a partir de la fecha llamados a licitación y, asimismo, se suspenderán los trámites licitatorios que se encuentren en curso, sea cual fuere el estado de avance de los mismos (licitaciones de obras, trámites de análisis de ofertas, preadjudicaciones y contrataciones)". Lo que llama la atención es el grado de "sorpresa" que esto aparentemente causó en la redacción del matutino. A tal punto que el periodista debió reconocer -a la fuerza y por decantación- el nivel de dinero invertido en la construcción de obras viales durante el kirchnerismo, contradiciendo pasados y copiosos ataques al plan de infraestructura K emanados desde el diario. Pero en realidad y como era de esperar, no se trata de un "ajuste", como elige titular el pasquín de Bartolomé Mitre, sino simplemente y como la DNV informó a estos autores: "Una circular interna a las diferentes áreas". Desde la cual "la Dirección pretende ordenar y planificar futuras obras que están en proceso de llamado a licitación y estudio para adjudicarse. Se trata de obras planificadas y no iniciadas, por lo tanto no demandan presupuesto. No es un ajuste, sino planificación y ordenamiento". Fernández Blanco podría haberle ahorrado tinta y celulosa con sólo levantar el teléfono y consultar a la DNV.
El documento de la DNV al que alude Pablo Fernández Blanco, periodista de La Nación, expresa que "en el marco de expresas instrucciones recibidas desde la Secretaría de Obra Públicas, pongo en vuestro conocimiento que no se efectuarán a partir de la fecha llamados a licitación y, asimismo, se suspenderán los trámites licitatorios que se encuentren en curso, sea cual fuere el estado de avance de los mismos (licitaciones de obras, trámites de análisis de ofertas, preadjudicaciones y contrataciones)". Lo que llama la atención es el grado de "sorpresa" que esto aparentemente causó en la redacción del matutino. A tal punto que el periodista debió reconocer -a la fuerza y por decantación- el nivel de dinero invertido en la construcción de obras viales durante el kirchnerismo, contradiciendo pasados y copiosos ataques al plan de infraestructura K emanados desde el diario. Pero en realidad y como era de esperar, no se trata de un "ajuste", como elige titular el pasquín de Bartolomé Mitre, sino simplemente y como la DNV informó a estos autores: "Una circular interna a las diferentes áreas". Desde la cual "la Dirección pretende ordenar y planificar futuras obras que están en proceso de llamado a licitación y estudio para adjudicarse. Se trata de obras planificadas y no iniciadas, por lo tanto no demandan presupuesto. No es un ajuste, sino planificación y ordenamiento". Fernández Blanco podría haberle ahorrado tinta y celulosa con sólo levantar el teléfono y consultar a la DNV.
La realidad y Fernández Blanco
"Ajuste", como exige Mitre desde su órgano oficial implica una poda del presupuesto general y las partidas en particular, eliminación de nueva infraestructura y paralización de la existente, medidas de austeridad y achicamiento del Estado, entre otras medidas. Yendo específicamente al sector de las obras viales, preguntamos a Fernández Blanco si esto es verdaderamente lo que le ocurre al sector, más allá de las interpretaciones que uno puede hacer de la circular de la DNV. ¿Qué dice la realidad, señor Fernández Blanco? ¿Acaso la interpeló? La construcción de autovías y nuevas rutas es uno de los principales ejes del desarrollo económico, social y productivo verificado en las provincias argentinas durante los últimos años. En este sentido, Lucas Schneider -politólogo del OETEC- destaca que según "datos del Ministerio de Planificación Federal, se han invertido en los últimos diez años más de $ 350 mil millones en la construcción de rutas nacional y autovías", siendo las obras de mayor envergadura e impacto logístico "la autovía de la Ruta Nacional Nº 14, la autopista Rosario-Córdoba, la pavimentación de la Ruta Nacional Nº 40 y la ampliación de la Avenida General Paz, en la Ciudad de Buenos Aires y provincia de Buenos Aires". A propósito, qué fue lo que nos informó la DNV y que ignoró Fernández Blanco: "En la actualidad se están ejecutando 526 obras que demandan para ser terminadas una inversión de $ 50 mil millones de pesos. Ese presupuesto no se toca. Es más, se está solicitando una ampliación presupuestaria a los 22 mil millones asignado a la DNV. A fin de año llegaremos a cerca de 500 obras las cuales demandarían unos 37 mil millones. En este sentido, estimamos que el presupuesto mínimo de la DNV para el 2016 debería ser 25 mil millones de pesos. Es decir, que el saldo de obra en ejecución demandaría el presupuesto de 2016 y la mitad del presupuesto de 2017". En suma y a contramano de lo que plantea el periodista producto de la enfermiza necesidad de los articulistas del diario de Mitre de montar mentiras u operetas desde la más mínima (y jamás comprobada) presunción, se verifica en la Argentina un plan masivo e inédito de obras viales de carácter genuinamente federal.
"Ajuste", como exige Mitre desde su órgano oficial implica una poda del presupuesto general y las partidas en particular, eliminación de nueva infraestructura y paralización de la existente, medidas de austeridad y achicamiento del Estado, entre otras medidas. Yendo específicamente al sector de las obras viales, preguntamos a Fernández Blanco si esto es verdaderamente lo que le ocurre al sector, más allá de las interpretaciones que uno puede hacer de la circular de la DNV. ¿Qué dice la realidad, señor Fernández Blanco? ¿Acaso la interpeló? La construcción de autovías y nuevas rutas es uno de los principales ejes del desarrollo económico, social y productivo verificado en las provincias argentinas durante los últimos años. En este sentido, Lucas Schneider -politólogo del OETEC- destaca que según "datos del Ministerio de Planificación Federal, se han invertido en los últimos diez años más de $ 350 mil millones en la construcción de rutas nacional y autovías", siendo las obras de mayor envergadura e impacto logístico "la autovía de la Ruta Nacional Nº 14, la autopista Rosario-Córdoba, la pavimentación de la Ruta Nacional Nº 40 y la ampliación de la Avenida General Paz, en la Ciudad de Buenos Aires y provincia de Buenos Aires". A propósito, qué fue lo que nos informó la DNV y que ignoró Fernández Blanco: "En la actualidad se están ejecutando 526 obras que demandan para ser terminadas una inversión de $ 50 mil millones de pesos. Ese presupuesto no se toca. Es más, se está solicitando una ampliación presupuestaria a los 22 mil millones asignado a la DNV. A fin de año llegaremos a cerca de 500 obras las cuales demandarían unos 37 mil millones. En este sentido, estimamos que el presupuesto mínimo de la DNV para el 2016 debería ser 25 mil millones de pesos. Es decir, que el saldo de obra en ejecución demandaría el presupuesto de 2016 y la mitad del presupuesto de 2017". En suma y a contramano de lo que plantea el periodista producto de la enfermiza necesidad de los articulistas del diario de Mitre de montar mentiras u operetas desde la más mínima (y jamás comprobada) presunción, se verifica en la Argentina un plan masivo e inédito de obras viales de carácter genuinamente federal.
Recuperando la memoria
Nos queda por responder, finalmente, qué es un "ajuste" en materia de infraestructura y quién lo materializa cuando en efecto llega a suceder. Porque para el señor Fernández Blanco, tal como nos confió por Twitter, el "ajuste" está implícito en la circular de la DNV, descontextualizándola de lo que viene sucediendo en el sector y en el país desde 2003. Apelemos a la objetividad. En el libro Apertura Comercial y Financiera y su Impacto sobre el Crecimiento Económico en México (2007), se explica que en el diseño de toda política monetaria ortodoxa y conservadora "es primordial la existencia de una fuerte disciplina fiscal... Por parte de los gastos, disminuyen el gasto no prioritario, se postergan obras públicas y disminuye el empleo. Aumenta el gasto en sectores estratégicos y, principalmente, el gobierno se hace cargo de los programas de apoyo a deudores y banca... posible gracias a la ayuda internacional (FMI, BM y BID...)". Volviendo al caso argentino, nada mejor que un artículo de Marcelo Bonelli escrito para el diario Clarín el 21 de agosto de 1997 titulado "Postergan obras públicas por el acuerdo con el FMI". Se trataba, como tantas otras veces, de una nueva directiva del FMI en materia de ajuste, esto es: de un verdadero y real recorte en materia de obras públicas nacionales y la consecuente planificación de una nación que incluya las 23 provincias por igual y sus decenas de millones de ciudadanos con ellas. El matutino controlado por Magnetto no se sorprendía con los condicionamientos impuestos por los burócratas del Fondo Monetario Internacional: todo formaba parte del habitual paisaje argentino. Al respecto, escribía Bonelli que "los fondos que ingresen por la venta del Banco Hipotecario Nacional no se destinarán este año a realizar obras públicas y recién se podrían utilizar para este fin a partir de 1998. Así lo acordó el gobierno con el Fondo Monetario Internacional, con la intención de destrabar la negociación para obtener un crédito de facilidades extendidas por 1000 millones". Notará el lector que quienes se encargaban de decidir los destinos del Presupuesto Nacional en términos de cambios o reasignaciones no eran los representantes del Ejecutivo sino los sepultureros de la soberanía popular. Los acuerdos para la perpetuación de la dependencia, el atraso y la exclusión en nuestro país -a los que el diario Clarín gustaba y gusta denominar “compromisos”- fueron pautados por los ministros Roque Fernández y Jorge Rodríguez con el Fondo Monetario durante las directivas recibidas en Washington, durante un almuerzo con el entonces titular del Fondo, Michel Camdessus, y el representante de los EE UU, Stanley Fischer. Ambos funcionarios del FMI advirtieron a los enviados nacionales sobre la necesidad de que la Argentina reduzca el "gasto público" y esto fue lo que cumplieron a rajatabla sus alumnos estrellas. A propósito, Bonelli destacaba en su artículo que "muchas de las exigencias de Washington son iguales a las posiciones que tenía el titular del Palacio de Hacienda dentro del Gabinete nacional". Ahora bien, ¿pudieron finalmente utilizarse en 1998 los fondos por ingresos de la privatización del Banco Hipotecario en obra pública? Marcelo Bonelli, una vez más, nos cuenta en octubre de aquel mismo año que "pese a que el gobierno ya recortó $ 1000 millones de gastos y paralizó obras públicas a mitad de año", el FMI "quiere que haya otro recorte del gasto público", que "aumente la presión impositiva para mejorar la recaudación" y que "se acelere la privatización del Banco Nación" (Clarín - 5/10/1998).
Nos queda por responder, finalmente, qué es un "ajuste" en materia de infraestructura y quién lo materializa cuando en efecto llega a suceder. Porque para el señor Fernández Blanco, tal como nos confió por Twitter, el "ajuste" está implícito en la circular de la DNV, descontextualizándola de lo que viene sucediendo en el sector y en el país desde 2003. Apelemos a la objetividad. En el libro Apertura Comercial y Financiera y su Impacto sobre el Crecimiento Económico en México (2007), se explica que en el diseño de toda política monetaria ortodoxa y conservadora "es primordial la existencia de una fuerte disciplina fiscal... Por parte de los gastos, disminuyen el gasto no prioritario, se postergan obras públicas y disminuye el empleo. Aumenta el gasto en sectores estratégicos y, principalmente, el gobierno se hace cargo de los programas de apoyo a deudores y banca... posible gracias a la ayuda internacional (FMI, BM y BID...)". Volviendo al caso argentino, nada mejor que un artículo de Marcelo Bonelli escrito para el diario Clarín el 21 de agosto de 1997 titulado "Postergan obras públicas por el acuerdo con el FMI". Se trataba, como tantas otras veces, de una nueva directiva del FMI en materia de ajuste, esto es: de un verdadero y real recorte en materia de obras públicas nacionales y la consecuente planificación de una nación que incluya las 23 provincias por igual y sus decenas de millones de ciudadanos con ellas. El matutino controlado por Magnetto no se sorprendía con los condicionamientos impuestos por los burócratas del Fondo Monetario Internacional: todo formaba parte del habitual paisaje argentino. Al respecto, escribía Bonelli que "los fondos que ingresen por la venta del Banco Hipotecario Nacional no se destinarán este año a realizar obras públicas y recién se podrían utilizar para este fin a partir de 1998. Así lo acordó el gobierno con el Fondo Monetario Internacional, con la intención de destrabar la negociación para obtener un crédito de facilidades extendidas por 1000 millones". Notará el lector que quienes se encargaban de decidir los destinos del Presupuesto Nacional en términos de cambios o reasignaciones no eran los representantes del Ejecutivo sino los sepultureros de la soberanía popular. Los acuerdos para la perpetuación de la dependencia, el atraso y la exclusión en nuestro país -a los que el diario Clarín gustaba y gusta denominar “compromisos”- fueron pautados por los ministros Roque Fernández y Jorge Rodríguez con el Fondo Monetario durante las directivas recibidas en Washington, durante un almuerzo con el entonces titular del Fondo, Michel Camdessus, y el representante de los EE UU, Stanley Fischer. Ambos funcionarios del FMI advirtieron a los enviados nacionales sobre la necesidad de que la Argentina reduzca el "gasto público" y esto fue lo que cumplieron a rajatabla sus alumnos estrellas. A propósito, Bonelli destacaba en su artículo que "muchas de las exigencias de Washington son iguales a las posiciones que tenía el titular del Palacio de Hacienda dentro del Gabinete nacional". Ahora bien, ¿pudieron finalmente utilizarse en 1998 los fondos por ingresos de la privatización del Banco Hipotecario en obra pública? Marcelo Bonelli, una vez más, nos cuenta en octubre de aquel mismo año que "pese a que el gobierno ya recortó $ 1000 millones de gastos y paralizó obras públicas a mitad de año", el FMI "quiere que haya otro recorte del gasto público", que "aumente la presión impositiva para mejorar la recaudación" y que "se acelere la privatización del Banco Nación" (Clarín - 5/10/1998).
Makri
¿Cómo entender que el diario ajustador por excelencia se escandalice de un hipotético "ajuste" K? ¿No es "ajuste" lo que siempre ha querido, por lo que viene luchando desde 2003 y lo que exige a los candidatos del neoliberalismo? ¿Habrá cambiado su ideología como Mauricio Macri? El diario La Nación (ídem para Clarín y demás del estilo) tiene dos meses y pico para minar la formidable base de sustentación del gobierno nacional en un contexto de caída de la inflación, aumento del consumo y recuperación de la actividad económica. Pero el pueblo argentino ha dado un salto cualitativo inconmensurable desde 2003. El diario La Nación es consciente de ello y lo desespera, como a Macri, pues hablar de ajuste en esta Argentina y en el marco de este modelo es tan tragicómico como suponer una administración nacional del PRO que deje en manos del Estado todo lo que siempre consiguieron y anhelaron fuera privado y extranjero. ¡Llegó el ajuste! Por supuesto, eso quisiera la reacción. Faltó a Fernández Blanco afirmar que del terrible ajuste K el único que nos puede salvar es don Mauricio (o, en su defecto, Ernesto Sanz). «
¿Cómo entender que el diario ajustador por excelencia se escandalice de un hipotético "ajuste" K? ¿No es "ajuste" lo que siempre ha querido, por lo que viene luchando desde 2003 y lo que exige a los candidatos del neoliberalismo? ¿Habrá cambiado su ideología como Mauricio Macri? El diario La Nación (ídem para Clarín y demás del estilo) tiene dos meses y pico para minar la formidable base de sustentación del gobierno nacional en un contexto de caída de la inflación, aumento del consumo y recuperación de la actividad económica. Pero el pueblo argentino ha dado un salto cualitativo inconmensurable desde 2003. El diario La Nación es consciente de ello y lo desespera, como a Macri, pues hablar de ajuste en esta Argentina y en el marco de este modelo es tan tragicómico como suponer una administración nacional del PRO que deje en manos del Estado todo lo que siempre consiguieron y anhelaron fuera privado y extranjero. ¡Llegó el ajuste! Por supuesto, eso quisiera la reacción. Faltó a Fernández Blanco afirmar que del terrible ajuste K el único que nos puede salvar es don Mauricio (o, en su defecto, Ernesto Sanz). «