Transpiran las paredes y el suelo de la capilla en la Unidad Penal N° 1 de Lisandro Olmos. Vibran 1.200 presos adentro, frente al altar y la cruz: más de cincuenta hacen pogo (y los del fondo fuman) mientras escuchan a Gustavo Cordera y la Caravana Mágica, quienes llegaron ayer hasta aquí para expiar sus propias culpas y buscar su libertad interior. Como diría él en la conferencia de prensa posterior, pasadas las 16, luego de más de una hora de show en Olmos: “La violencia es algo que nos pertenece a todos. Sólo que hay seres sensibles que no la pueden controlar. Pero todos somos capaces de matar. Y me voy a hacer cargo: yo soy capaz de matar. Soy capaz de robar, de hecho he robado muchas veces en mi vida. Soy capaz de traicionar, capaz de sentir ganas de matarme también. Nada humano me es ajeno”.
Así testea el eco de sus canciones cayengueras, Gustavo Cordera, rumbo a su nuevo Luna Park del 11 de septiembre: con un concierto en la Unidad 1 de Olmos, que ayer albergaba a 2.499 presos en su edificio de cinco pisos con cruz de seis puntas a 12 kilómetros de La Plata. Menos de la mitad, todos de buen comportamiento, estuvieron en la capilla para escuchar 14 de temas de Cordera, gritar y bailar con él. “El número de internos varía todos los días: el lunes eran 2502 y cada día es diferente en el penal de Olmos”, asegura Matías Arauz, Subdirector Administrativo. ¿Cómo será recordado este martes, en el que estuvo en Olmos el pelado ex Bersuit Vergarabat? ¿Quiénes desearán volver aquí con el cuerpo y la memoria?
"La serenata" que le cantó Gustavo Cordera a los presos cuando llegó al Penal de Olmos (Video)
Los internos presentes tendrán su respuesta, demorando la rutina carcelaria con pasos de cumbia y roncanrol mientras miran fijo a los ojos a Cordera. Minutos después de agitar frases de liberación y de toma de consciencia, tras haber cerrado con Sr. Cobranza, La bolsa y Soy mi soberano, el Pelado habla por todos, conmovido, y declara: “Era una buena manera de comenzar un ciclo para la Caravana Mágica conectar con esta sensibilidad: con gente que siente que tiene todo perdido, como muchas otras que están libres en la sociedad”. Porque “la música está para sanar a los seres humanos y para que puedan transmutar sus emociones: el resentimiento, el odio, la ira. Ahora estoy en un lugar totalmente distinto: es algo sagrado”.
Fue, entonces, un instante de luz en medio del tedio cotidiano. De las horas sin rumbo y del cielo que nunca llega. Allá en la capilla del penal de Olmos, se transpiró con sus canciones. Algunas encendieron lentamente (Agua de río, Me la juego a morir) y otras captaron la voz popular de Olmos: Sacate la gorra, La soledad y La bolsa. Los internos se dejaron fluir, siempre a los saltos delante (al fondo fumaban) con otras conexiones: Murguita del sur, Asalto de cumbia, El tiempo no para, arengaron y revolearon remeras empapadas hacia Cordera. El las recibía, les daba un beso y las devolvía una a una, a espaldas de la cruz.
La banda sostuvo el juego y el líder de la Caravana hasta se permitió preestrenar una nueva canción: Pintó meditación. ¿La recordarán los presos como a Sr. Cobranza, con las huellas de violencia que dejaron los años 90? ¿O como a El tiempo no para? Esa que canta “nos tildan de ladrones, maricas, faloperos, y ellos sumergieron a un país entero”. Ambas conmovieron, eléctricas, a más de mil en la capilla de Olmos. La fiesta, el cachengueo, aún flotaban en el aire del cárcel, cuando un asistente le dijo a Cordera que los presos de Olmos rondan los 25 años. Y sólo le quedó decir: “Ojalá que la mente y el corazón se abran para que podamos liberarnos de estas ataduras”.
Faltó decir: yo también soy capaz de violar a una histérica porque lo anda buscando XD
ResponderEliminarTu comentario está fura de contexto, la nota es del año 2015 antes de esa actitud repudiable de Cordera. Saludos cordiales,
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