El concierto nacional y popular tiene una llamativa incomodidad para abordar el rendimiento electoral del PRO. Pareciera, como dice un amigo, que todo el análisis ser resume a “Macri malo, Macri malo”. Sucede que desde la fundición de Compromiso para el Cambio, a la vez que Mauricio se rebajaba el bigote hacia la conformación de la Propuesta Republicana, el sueño hecho realidad del partido de derecha democrática no ha parado de crecer y establecerse.
Cristalizado en la Ciudad de Buenos Aires, Macri se lanza a la aventura nacional garantizándose el distrito porteño y metiéndose en el bolsillo la electoralmente importantísima Santa Fe, con el tándem Del Sel – Reutemann. Si logra establecerse como el candidato antikircherista más puro puede establecerse como segunda y hasta como primera fuerza nacional y apostar a ganar en un eventual balotaje.
Lo cierto es que desde su experiencia capitalina demostró tener un conocimiento bastante acabado del porcentaje que lo vota, que plebiscitan su gestión, con el que le alcanza para ganar. Se suele decir que hay un tercio del electorado kirchnerista, un tercio anti furioso, y un tercio en disputa. También se puede establecer que hay un 45 por ciento que votaría exclusivamente a candidatos panperonistas. Quizás más, pero no menos. Para impedir que Macri logre quedarse con ese tercio o que se plante dentro del peronismo, habrá que demostrar algo más que que Macri sea malo.
En su distrito madre, Santa María de los Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta corre con el caballo de comisario pero compite en la interna con el dirigente con mayor andamiaje territorial, Cristian Ritondo, mientras que libre, tomando todo lo que es independiente y bienintencionado, anda Gabriela. Aún es pronto para definir nada pero acá se dará la sucesión de la CABA y una de las batallas más interesantes que la interna de este año otorgará mediante las PASO.
Mauricio Macri con su gestión “despolitizada”, gerencial, con sus metrobuses, sus inglés de primer grado, sus rejas, su trato vecinal, su levedad ideológica, su custodia mediática, su pauta, su Durán Barba, su embajada, su adhesión patronal, conquista un voto de clase media que no “quiere confrontar” ni ceder conquistas económicas. Se aproxima su primera peripecia presidencial, ahí veremos su alcance. Seguirá siendo malo, pero a lo mejor ya será tarde para analizar cómo hacer para que no llegue a la presidencia, por lo votos, la derecha.
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