El proyecto de modificación del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna ha vuelto a enfrentar, esta última semana, al gobierno nacional con la Mesa de Enlace. Desde la visión de los funcionarios que articulan la política agropecuaria, no se trata de una lucha de espacios, sino de proyectos. El nuevo esquema defenderá la producción de otros tipos de carne (porcina, aviar, caprina, pesca, entre otras) a la par de la de origen vacuno, lo cual busca romper la hegemonía de los grandes establecimientos ganaderos y los frigoríficos exportadores tradicionales, que usualmente recogían los beneficios de las políticas públicas. “Venimos enfrentándonos con los sectores más concentrados para generar una Argentina más justa y equitativa”, definió Carla Campos Bilbao, la titular de Desarrollo Rural del Ministerio de Agricultura. Desde su punto de vista, son dos modelos que confrontan con objetivos disímiles y también actores diferentes: mientras el modelo agroexportador apunta a medir los resultados exclusivamente en los dólares obtenidos y centraliza los beneficios en pocas manos, el modelo de desarrollo productivo regional se asienta en el crecimiento y diversificación del consumo y sus resultados se miden por la generación de empleo, la accesibilidad al consumo y a la alimentación de la población y el desarrollo productivo local. “El pequeño productor empieza a entender que la lógica de la desestabilización para arrancarle al Gobierno una devaluación no es el camino para poder crecer, sino que es en beneficio de unos pocos, que viven de la exportación y no del consumo interno”, subrayó la funcionaria.
“El consumo de proteína cárnica por habitante siempre fue un negocio de la carne vacuna. Hoy consumimos 70 kg de carne vacuna por año y por persona, pero también 40 de pollo, 14 de cerdo, 1 kg de carne ovina y 2 de pescado. Además, crece la producción de cabritos y chivos, con faena controlada en vez de la clandestina o informal. La faena de carnes no es un sector que haya atraído grandes inversiones, salvo en pollos. Es producto, fundamentalmente, del crecimiento local”, señala la titular de Desarrollo Rural.
El programa de diversificación productiva que alienta el Ministerio de Agricultura desde hace cinco años logró aumentar los niveles de autoabastecimiento regional en productos frescos (carnes, frutas y hortalizas) a casi el 40 por ciento en promedio por provincia. Esto es, verduras y frutas que antes viajaban cientos de kilómetros para llegar al consumidor, con el consecuente encarecimiento del precio (no siempre justificado en la suma de los costos), hoy se producen y distribuyen en una misma jurisdicción, favoreciendo la participación de pequeños agricultores en la comercialización.
“Se logra a través de mercados concentradores y por distribución regional, no son ferias artesanales, son mercados de cercanías que permiten resolver cuestiones de abastecimiento alimentario a nivel territorial”, explica Campos Bilbao. En promedio, en el 2002 menos del 20 por ciento del consumo de productos frescos en cada provincia provenía de la producción local. Hoy dicha proporción está cerca del 40 por ciento aunque con casos muy diversos: en Corrientes, Entre Ríos y Misiones ya se alcanza el 80 por ciento de abastecimiento local, mientras que en Santa Cruz sólo es el 10 por ciento.
Hay ejemplos significativos que reflejan el resultado de este modelo de desarrollo regional. En San Juan, se amplió la superficie destinada al cultivo de hortalizas, alcanzando un nivel de autoabastecimiento del 60 por ciento, además de excedentes exportables. La infraestructura en energía eléctrica y caminos, que se montó para movilizar la extracción minera, fue aprovechada en favor de emprendimientos agrícolas y obras de riego, que desarrollaron la zona y le dieron acceso a los mercados consumidores. Hubo también un importante respaldo de la provincia mediante la reinversión de regalías mineras en estos proyectos.
En Neuquén, a partir de las inversiones en infraestructura para Vaca Muerta, se está trabajando en el desarrollo de productores locales de carnes y hortalizas.
La región del Noroeste es en la que más creció el PBI en el primer semestre de este año, aseguran en la cartera de Agricultura, por efecto del desarrollo de una matriz productiva de alimentos, principalmente en Salta y Santiago del Estero, con el acento en hortalizas, miel y carne. “Salta está recuperando una tradición de provincia con fuerte desarrollo de economía regional, como lo fue en sus orígenes con la producción azucarera y tabacalera. Otras provincias sin esa tradición, también empiezan a encontrar que el desarrollo de una matriz productiva alimentaria diversificada para el consumo local es una alternativa válida para la generación de empleo”, señala la funcionaria.
El caso de la miel es paradigmático. Argentina es el primer productor mundial y el segundo exportador, tiene más de 30 mil productores en la actividad (es casi el equivalente al número de productores de cereales), pero hasta hace poco las ventas al exterior estaban concentradas en tres manos. El programa de diversificación productiva del ministerio le abrió el camino a la formación de ocho consorcios exportadores que reúnen a establecimientos medianos, distribuidos en todo el país. “El sector exporta unos 700 millones de dólares al año, no se puede comparar en valor con los principales rubros de la Pampa Húmeda pero sí en impacto en mano de obra”, apunta Campos Bilbao. La lógica de distribución de resultados es totalmente distinta de la que prima en los complejos agroexportadores principales. Una lógica que también empieza a imponerse en la producción vitivinícola, de peras y manzanas.
“El desarrollo rural es resultado de estas políticas: dar riego, electrificación, conectar rutas, y articulación con otros rubros productivos. No tiene nada que ver con los postulados de la dirigencia de la Mesa de Enlace, pero es la que comprende y defiende los intereses de un sector que abarca a 250 mil productores”, concluyó la secretaria de Desarrollo Rural.
09/11/14 Página|12
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