El funcionario remarcó la necesidad de que haya un instrumento internacional legal que les permita a los países resolver sus reestructuraciones de deuda sin quedar expuestos a los fondos buitre. La debilidad de la economía mundial estuvo en el centro del debate.
Por Fernando Krakowiak
Desde Brisbane
En la reunión de apertura de la cumbre del G-20, el ministro de Economía, Axel Kicillof, ratificó ayer el peligro que representan los fondos buitre, sobre todo para los países endeudados que están tratando de recuperarse. “Es lamentable que cuando las deudas públicas siguen siendo una grave carga para que los países puedan poner en marcha sus economías, además tengan que enfrentar el peligro de que grupos minúsculos, que son especuladores financieros acompañados por abogados, consigan sentencias de jueces que ponen en riesgo la arquitectura financiera internacional. El riesgo sistémico a nivel de reestructuración de deudas es uno de los temas del G-20”, aseguró el funcionario, quien encabezó la delegación argentina en reemplazo de Cristina Kirchner, ausente por problemas de salud. Kicillof insistió además con la necesidad de que haya un instrumento internacional legal que les permita a los países resolver esas reestructuraciones. Hoy se conocerá la declaración final de los presidentes, donde se incluirá una referencia a este problema.
La jornada de los presidentes comenzó ayer por la mañana con un encuentro a puertas cerradas en el Parlamento. Luego de esa escala, la cumbre se inauguró formalmente a las 15.40 (2.40 del sábado en Argentina) con un breve discurso del primer ministro australiano, Tony Abbott. El impresionante dispositivo de seguridad montado por más de 6 mil policías en el área restringida del evento garantizó que no hubiese ningún tipo de protesta cerca. Todas las calles aledañas estuvieron bloqueadas y se cerró al tránsito el Puente Victoria, que conecta a esta zona de museos del sur de Brisbane con el centro de la ciudad. Los movimientos sociales se concentraron cerca de Roma Street Parkland, del otro lado del río. Allí predominaron consignas de lo más diversas. Había chicas vestidas de ángeles con carteles que decían “Coal Kills” (el carbón mata), jóvenes con las máscaras de Guy Fawkes que popularizó Anonymous y pancartas con leyendas en defensa de los derechos de los aborígenes, los refugiados, los palestinos, los tibetanos e incluso las Pussy Riot, el colectivo feminista ruso que enfrenta a Vladimir Putin.
La reunión inaugural en el centro de convenciones se extendió por dos horas y lo único que se transmitió fue el discurso de Abbott. Allí hubo una primera intervención de los jefes de Estado, quienes luego se fueron a sacar la tradicional foto de familia donde Kicillof saludó con la “V” de la victoria. En el recinto, el ministro de Economía aprovechó su tiempo para exponer sobre el riesgo sistémico que representa el hecho de que los fondos buitres puedan bloquear las reestructuraciones de deuda soberanas, poniendo en jaque la recuperación de los países y afectando el crecimiento de la economía en términos globales. “Los países que más dificultades tienen para salir de la recesión son los que más peso tienen de la deuda sobre el producto. Es ahí donde Argentina señaló y esperamos tener todo el apoyo, porque lo hemos sentido en los diferentes foros internacionales, sobre la cuestión de la reestructuración de la deuda soberana. Si no hay un instrumento internacional legal que permita a los países tener un marco jurídico para resolver estas cuestiones, como comunidad estamos a merced de los sectores más especulativos, de los fondos buitres”, contó Kicillof ante Página/12 al salir del encuentro.
El canciller Héctor Timerman, por su parte, que acompañó a Kicillof durante el diálogo con los periodistas, destacó el consenso que existe entre los distintos países para buscar una solución. “Todos los países reconocen que hay un problema con la reestructuración de las deudas soberanas. Habrá diferentes visiones sobre cómo enfrentar ese problema, pero lo que no hay es algún país que diga que este no es un tema del G-20. En ese sentido, estamos muy satisfechos con que en el debate vamos a encontrar varias respuestas a un problema que atañe hoy a la Argentina, pero que también ha sido sufrido por muchos países en Asia, Africa y América latina”, remarcó.
La referencia del canciller a las diferentes visiones sobre cómo enfrentar el problema, da cuenta del debate que existe entre los países que proponen el diseño de un marco jurídico multilateral sobre reestructuración de deudas, al que deberían adherir los Estados y aquellas otras naciones que consideran que la solución pasa, en todo caso, por introducir mayores precisiones en futuros contratos de deuda entre privados. Por ejemplo, incorporando cláusulas de acción colectiva que permitan extender al conjunto de los acreedores lo decidido por una mayoría a definir y/o explicitando mejor lo que se entiende por pari passu (tratamiento igualitario) para evitar interpretaciones pro-buitres, como la que realizó el juez estadounidense Thomas Griesa. En el primer grupo se ubican los 124 países que votaron en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a favor de avanzar con el diseño de un marco jurídico multilateral para restructuraciones de deuda. De esos 124, nueve integran el G-20, incluidos China, Brasil, Rusia e India. Del otro lado, se ubican los 11 que votaron en contra en la ONU. Son minoría, pero en sus filas están nada menos que Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Japón y Canadá.
Más allá de la cuestión de los buitres que resaltó Argentina, lo que predominó en el debate entre los presidentes fueron las intervenciones referidas a las dificultades que experimenta la economía mundial para recuperarse, habiendo pasado ya seis años del estallido de la última gran crisis. Kicillof señaló que durante la sesión, el titular de la OCDE, Angel Gurría (México), precisó que “el comercio mundial va a la mitad de la velocidad esperada y las inversiones están un 40 por ciento por debajo de antes de la crisis de 2008, mientras que en Europa esta caída es del 80 por ciento”.
Uno de los objetivos centrales que se propuso este G-20 es tratar de que sus países miembros tomen una serie de medidas para crecer un 2 por ciento adicional durante los próximos cincos años y así fortalecer una economía mundial que aparece debilitada. El problema es que no termina de haber consenso sobre cuál es el mejor camino para alcanzar ese objetivo. “Se ha visto una tensión entre dos visiones de cómo orientar la salida de la crisis. Una más vinculada con la oferta y con la consolidación fiscal, que es el eufemismo que le han puesto a la cuestión de ajustar las cuentas públicas, y otra vía que propone incrementar la demanda agregada con una expansión que venga más desde el gasto y la inversión en infraestructura. Esa es una tensión a nivel mundial que se refleja en el G-20”, aseguró Kicillof. Al ser consultado por Página/12 sobre cómo podría saldarse ese debate, el ministro opinó que “si bien todavía no se encuentra una tendencia, se ve que la vía del salvataje financiero más la reducción del gasto no funcionó”. “Estamos en un punto de inflexión donde empiezan a aparecer algunas voces hablando fuertemente de los estímulos a la demanda. Tanto Argentina como Rusia, China y Brasil se han orientado en esa dirección”, concluyó el funcionario.
16/11/14 Página|12
No hay comentarios:
Publicar un comentario