Comenzó el proceso oral que investigará el asesinato del campesino y militante del Movimiento Campesino (MOCASE), Cristian Ferreyra, ocurrido en noviembre de 2011. Podría ser condenado el empresario Jorge Antonio Ciccioli, como autor intelectual. De fondo, el conflicto por la tierra que se extiende en muchas provincias.
Oscar Rodríguez (abogado querellante): "Si se logra la condena del empresario sería una sentencia histórica"
Diego Montón: "Hay, por lo menos, 9 millones de hectáreas en disputa entre campesinos y empresarios"
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Por Alba Silva, desde Santiago del Estero
"Mamita, Javier Juáez me ha 'baliao' porque le he dicho que las tierras son nuestras, por eso me ha 'baliao'. Mamita, cuídame mi esposa, mi hijo, mi moto. Javier ha venido a esta casa, me ha llamado y era por las tierras. Hemos hecho unas palabras y ahí nomás me ha metido un tiro y aquí estoy. Llévame pa' la sombra".
El desgarrador relato ante la Cámara del Crimen de I Nominación pertenece a Mirta Noemí Salto, madre de Cristian Ferreyra, el joven campesino asesinado en 2011.
Ahora, tres años después, el juicio oral y público, calificado como "histórico" por la principal organización campesina que hay en la Argentina, el MNCI-VC, comenzó en Monte Quemado, a 320 kilómetros de la capital de Santiago del Estero. "Sacha rupaj", monte caliente, monte que quema, sería la traducción desde el originario quichua que da nombre al principal poblado del departamento Copo. La zona está repleta de bosques y de hombres que trabajan como hacheros. Cualquiera puede ver el incesante desfile de camiones con acoplados cargados de quebrachos, algarrobos y otras especies nativas que pasan por la ruta 16. Salen, se van, se los llevan sin dejar ningún "valor agregado", es decir, ningún peso en estos pueblos. No hay transformación de la materia, sólo extracción.
Volvamos al miércoles 16 de noviembre del 2011. Cristian, acompañado por su esposa Ángela Beatriz Juárez y su hijito, Matías, visitaron al matrimonio formado por Viviana y Darío Godoy en Campo de Mayo, a unos cinco kilómetros de su casa. En eso llegó Javier Juárez, quien, tras increparlos, les disparó a Godoy y a "Cacho", como le decían todos a Cristian. Cacho murió y Darío resultó herido, al igual que Sergio Ferreyra, hermano de Cristian. Las mujeres presentes también fueron violentadas y Juárez se fue con su escopeta (¿o Itaka?) en su moto.
Consta en el expediente que Juárez, pese a ser "semianalfabeto" según dijo al inicio del debate ante el Tribunal, mensajeó a su empleador, el pretendido dueño del campo, Jorge Antonio Ciccioli, santafesino y productor agropecuario. En ese texto le informó que había mandado a dos "mocaseros al hospital". Ahora se negó a declarar: dijo que "no sé de qué me acusan".
Luego siguieron las clásicas chicanas judiciales con planteos de nulidad que terminaron en un hecho concreto: los querellantes no podrán brindar el alegato final. Sí podrán preguntar a los testigos pero estarán vedados en la posibilidad de valorar las pruebas.
Juicio histórico
El juicio se desarrolla con público, integrado mayoritariamente por militantes del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) y algunos vecinos y familiares de Cristian. Está ocurriendo algo histórico: por primera vez un empresario, un productor agropecuario es juzgado. Ciccioli fue detenido el 22 de noviembre, seis días después del asesinato de Ferreyra y desde entonces permanece preso (otro hecho inédito).
Alto, delgado, calvo, no manifiesta emociones y tiene la piel pálida, acetrinada. Él, al igual que el principal acusado, Javier Juárez, usa todo el tiempo un chaleco antibalas: cuando ingresa y sale es retirado del recinto con casco protector. Los acompaña un fuerte operativo de seguridad que incluye policías de la montada, unas seis motos, cuatro perros y efectivos de la infantería. Parecería que temen desbordes de los campesinos que siguen el juicio adentro y afuera del recinto, con carteles que dan cuenta de la consigna que eligieron para la situación: "Ni un muerto más por el derecho a la tierra. ¡Cristian Ferreyra presente!".
En el proceso están siendo acusados el empresario Ciccioli, por homicidio simple, amenazas y lesiones en segundo grado, y Juárez por homicidio simple.
También son juzgados otros miembros de la denominada "banda armada": Carlos Gregorio Abregú, Mario René Abregú, Víctor Hugo Juárez y Walter Juárez .
Además del homicidio de Cristian Ferreyra, los acusados enfrentan cargos por "lesiones graves" en perjuicio de César Godoy y "abuso de armas y amenazas" contra César Ferreyra, Ricardo Galván, Angela Juárez y Mirta Salto.
Si tengo que matar, mato
Las audiencias se inician a las 9 de la mañana y se prologan hasta las 13 horas. Tras un cuarto intermedio se retoman a las 17 para concluir a las 21.30. Afuera, pegado a la ruta nacional 16, un campamento reúne a campesinos llegados desde todos los puntos del país. El ya clásico grito "aleeertaaaaa" no sólo abre los discursos de los miembros del Mocase o sus cánticos y consignas, también pone la piel de gallina.
Hay algo enorme en los campesinos organizados. La práctica los va afianzando y esa felicidad que adquieren en lucha parece una bandera que llevan bien en alto. Luchan, luchan. Sergio Ferreyra, hermano de Cacho, que sufre epilepsia y recibió un culatazo en la cara que lo desmayó aquel 16 de noviembre, declaró el segundo día. Cuando concluyó el interrogatorio en el que dijo con todas las letras que las tierras en disputa, unas 1800 hectáreas, "son fiscales", su rostro resplandecía. Él recordó que "la organización (Mocase) corrió a dos empresarios tucumanos que pretendían desalojar pobladores. Hubo uno que no pudo sembrar en nuestro territorio". Había dicho lo que tenía para decir: denunció prácticas mafiosas, provisión de armas a algunos pobladores, amenazas que llegan al homicidio de vecinos y a los hijos de quienes no se avienen a los deseos e intereses de los empresarios compradores de campos.
El caso abre un sinfín de interrogantes, no sólo la cuestión de la tierra. ¿Dónde estaban los policías, los médicos o la ambulancia que nunca llegó al lugar, a 60 kilómetros de Monte Quemado?
¿Por qué Javier Juárez y su banda andaban armados por los campos? ¿De dónde sacaron las escopetas? ¿Es el único caso de violencia contra pobladores que buscan denunciar amenazas?
Ángela Beatriz Juárez, la viuda de Cristian, contó que cuando balearon a su marido éste le dio las llaves de la moto y le dijo: "andá a buscar ayuda porque me voy a morir. En ese momento Javier luchaba con la esposa de Godoy porque le había sacado una foto y quería quitarle el celular. Mi marido era un hombre joven, de 23 años, no era un hombre de pelea. Cuando le disparó quedó paralizado".
El relato de Ángela es contundente: "Cristian le dijo: ´no Javier, nosotros somos dueños acá, acá nos hemos criado, están nuestros abuelos´. Y Javier le contestó: Ciccioli me paga por cuidar el campo, si tengo que matar, mato".
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