Por Flor Ragucci
Desde Barcelona
La indignación que empujó a miles de ciudadanos españoles en 2011 a ocupar las plazas de todo el país podría llegar ahora también al poder, si mañana se celebraran elecciones. Los resultados de la encuesta que este domingo publicó el diario El País sitúan a Podemos por delante de las dos fuerzas políticas mayoritarias en España en intención de voto desde el inicio de la democracia, el Partido Popular (PP) y el Socialista (PSOE). ¿Y quiénes son Podemos? Muchos de aquellos indignados que reclamaban por un cambio urgente en el modelo político, social y económico del país.
La formación que lidera Pablo Iglesias llegó como una tromba a sacudir un tablero electoral en el que desde hace décadas juegan los mismos. Ya en mayo –cuando ganaron cinco escaños en el Parlamento europeo, con sólo cuatro meses de vida– no quedaron dudas de que Podemos aparecía con fuerza. Lo que no estaba tan claro, sin embargo, era si ese éxito se sostendría en el tiempo o sería sólo el destello de unos fuegos artificiales fruto de la combustión entre el hartazgo de la gente y el indiscutible carisma del portavoz del grupo.
Para sorpresa de todos (líderes y militantes de Podemos incluidos), los primeros sondeos que se realizan sobre la intención de voto de los españoles para las próximas elecciones –las regionales y municipales son en siete meses y las nacionales en un año– confirman que no sólo el éxito de la incipiente formación no fue efímero, sino que la podría conducir hasta el mismísimo Palacio de Gobierno. Según la encuesta de Metroscopia para el diario El País, Podemos sería la lista más votada, con un 27 por ciento de los sufragios, sacándole 1,5 punto de ventaja al PSOE y 7 al PP, que se hundiría hasta caer al 20,7 por ciento del apoyo electoral.
Ante semejante batacazo, los fundadores de Podemos reaccionaron, primero que nada, con prudencia. En opinión de Iñigo Errejón, promotor del movimiento y miembro del equipo de Pablo Iglesias, los resultados de la encuesta reflejan un cambio de ciclo que, de todos modos, “hay que mirar con mucho cuidado”. En Podemos son conscientes de que el escenario y la percepción ciudadana pueden oscilar de aquí a un año –cuando lleguen las elecciones generales– pero, en cualquier caso, Errejón cree que no hay vuelta atrás. “Estamos en el filo de dos épocas. Estamos en un momento tan grave que cada vez nos preguntamos en qué nuevo capítulo de podredumbre nos encontramos”, apunta este investigador de la Universidad Complutense de Madrid.
“La podredumbre” a la que hace referencia Iñigo Errejón, y que en estas últimas semanas volvió a desbordar las alcantarillas políticas españolas, es probablemente uno de los factores que provocaron la exponencial escalada de Podemos en los sondeos. Luego de que salieran a la luz nuevos escándalos de corrupción que involucran directamente a altos cargos del PP, el PSOE e incluso Izquierda Unida (IU), Errejón sostiene que el clima generalizado es el de “una sensación de cambio en el que lo viejo no va a dar más de sí”. España se encuentra “en un tiempo político en descomposición”, afirma quien es una de las cabezas visibles del nuevo partido.
Mientras el “antiguo régimen” parecería derrumbarse, las nuevas formas de hacer política están en pleno proceso de definición. El partido de Pablo Iglesias acaba de decidir su estructura y su estrategia en un proceso de votación abierto a toda la ciudadanía. La asamblea –que tuvo lugar a mediados de octubre en Madrid– dio arranque a un proceso de decisión colectiva que el 15 de noviembre tendrá cómo resultado los nombres definitivos de su candidatura a las elecciones presidenciales. El eurodiputado Pablo Iglesias (de 35 años) es, de momento, el favorito y quien acapara, con su look bohemio y su discurso impecable, los programas de televisión de máxima audiencia y las tapas de todos los diarios desde hace meses.
Recientemente, en entrevista con Jordi Evole –uno de los periodistas más reconocidos en España por su audacia y la profundidad de sus investigaciones–, Iglesias aseguró que la presidencia del gobierno es su objetivo. “Si no gano las próximas elecciones generales, igual me voy”, anticipó el profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid. Iglesias confesó en el programa que no es partidario de que Podemos concurra a las elecciones municipales por “estrategia y prudencia, ya que –sostiene– en el momento en que mínimamente nos parezcamos a la casta, estamos muertos”, explicó, poniendo de ejemplo un eventual escándalo con un concejal que concurriera bajo la marca Podemos. “Ahora no nos lo podemos permitir”, subrayó.
Con el nombre de “la casta”, Iglesias caló hondo en la población, ya que ese apelativo que usa para designar a la clase política y económica que gobierna España desde la opacidad y el inmovilismo le permite tomar distancia y autoproclamarse “en el otro bando”. En su discurso, Iglesias repite incansablemente que “están ante una oportunidad histórica para cambiar el país” y confiesa ser muy consciente de las causas del éxito de Podemos. “Somos el resultado de un desastre generalizado –dijo el líder de la formación en el programa Salvados, del canal La Sexta–. Los padres de Podemos son el PP y el PSOE.”
Entre las medidas que proponen, las más resonantes –tanto para criticarlas como para defenderlas– son las destinadas a frenar la política de austeridad que el gobierno de Mariano Rajoy lleva adelante desde que se desencadenó la crisis. La dotación de una renta mínima para todas las personas o adelantar la jubilación a los 60 años para, de esta forma, permitir que los jóvenes puedan acceder al mercado laboral, son algunas de las iniciativas que Iglesias incluye en su programa electoral.
También abrió la puerta a “nacionalizar, expropiar o confiscar” las empresas que el gobierno entienda que son claves para garantizar el bienestar de los ciudadanos, ante lo cual las tapas de los principales medios de información económica, como el diario Expansión, pusieron el grito en el cielo. “El recetario económico de la formación de Pablo Iglesias toparía con la Constitución, supondría incrementar de forma abismal el gasto público, espantaría a los inversores y cerraría el acceso a los mercados internacionales. También se multiplicaría la evasión de capitales ante la mayor presión fiscal”, expresó el periodista especializado Ricardo T. Lucas.
Iglesias justifica su postura en que “la propiedad privada tiene que estar subordinada al interés social” y reconoce que son medidas que encontrarán reticencias en determinados sectores pero, aun así, su mensaje hacia las empresas es claro: “Si les importa una mierda los ciudadanos, yo les diré, chato, el que me importa una mierda eres tú a mí”, advirtió el dirigente en su última intervención ante la prensa.
06/11/14 Página|12
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