El Poeta pasa por Plaza de Mayo y
descubre al proletariado
Tiene razón el compañero Obrero del Vidrio:
yo empecé como copista del Libro, letra por letra, punto
por punto, hasta que una primavera me di cuenta de que
nunca lo mismo es lo mismo:
era justo el momento en que yo empezaba a copiar el
primer signo cuando el aire de la siesta abrió de golpe
las ventanas y eché una mirada, una sola mirada al
inmenso mundo:
no lo volvería a ver hasta levantar la vista de la última letra,
del último punto,
y recuerdo como ahora que el cielo con sus columnas
infinitas y sus minúsculos engranajes zodiacales y sus
palacios de piedra levantados sobre el viento y su
ejército de ángeles y arcángeles era otro
y que la tierra con sus barros y sus odios y sus guerras y sus
hambres era otra
y que las letras y los puntos de siempre, que ya
empezaban a formar las palabras de siempre,
en principio eran otros,
y cerré los ojos y descubrí que los signos de siempre
estaban a punto de crear otro cielo y otra tierra y
de empezar en realidad un nuevo Libro,
y ahí caí, compañeros, en que todo momento es el
momento justo.
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