Desde el punto de vista de la economía, el principal rol del Estado es establecer las reglas de comportamiento de todos los sectores de la sociedad, en una situación de la historia en que existen dos tipos de regulaciones, una generada por los mercados y otra establecida por el Estado (que lo hace en nombre del bien común), y si bien trabajan en forma conjunta, es el Fisco el responsable final al ser el depositario de la administración y, por ende, el que debe fijar las pautas y la estrategia de crecimiento económico y mejora del nivel de vida de la población.
El Estado debe orientar qué vamos a producir, cómo nos vamos a integrar en el mercado internacional y cómo se distribuye lo que producimos.
Al Estado le conferimos la potestad de mirar lejos y promover el bienestar general, cuando sabemos que la lógica del mercado es maximizar las ganancias y/o minimizar las pérdidas, por ende, la colisión de intereses es permanente, ya lo decía en El Príncipe Maquiavelo, a los ricos sólo les interesa obtener la mayor ganancia posible, mientras que el pueblo, lo que pide es trabajar dignamente, por ende, le cabe al Estado limitar una y apuntalar la otra pretensión, pero teniendo en cuenta, como también afirmaba el gran florentino: “Todos los Estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir a la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento”.
Tarde, pero el Gobierno ha procedido a gravar con el impuesto a las ganancias a las operaciones llamadas contado con liqui, que consiste en comprar en nuestra moneda (pesos) títulos y acciones y venderlos en el exterior en divisas (que ahora deberán pagar el 35% de su valor en concepto del impuesto), por un lado, y por otra parte, por disposiciones regulatorias de la actividad de la Superintendencia de Seguros de la Nación, se les puso un límite a las compañías aseguradoras de los títulos que pueden tener en cartera (como antes a los bancos que la tenencia de divisas no podía superar en enero el 30% y en septiembre 2014 el 20% de su patrimonio), que sumado a los mayores controles por el trabajo conjunto del BCRA, la Comisión Nacional de Valores, la Unidad de Información Financiera, la Procelac (Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos) y la AFIP lograron no sólo que disminuyeran en la última semana las operaciones y el dólar implícito del contado con liqui, sino también que se cayera el dólar blue, demostrando que cuando se emplean los medios estatales con estrategia y con firmeza se logra regular los mercados (en este caso el cambiario).
Lo mismo se puede decir cuando el Estado obliga a los grandes productores, acopiadores y comercializadores de granos a vender, según reza la misma declaración de La Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) que ingresarán unos 5.700 millones de dólares en el último trimestre del año 2014, que lo deben hacer al tipo de cambio oficial.
La defensa de nuestra moneda es la principal misión del BCRA, sustentado en el Art. 3ero. de la Ley 24.144 de su Carta Orgánica y esculpido en el marco de la puerta de entrada de Reconquista 266, CABA, sólo preservando el poder adquisitivo del peso se puede mantener el poder de compra de los salarios, de las jubilaciones y pensiones y de todas las erogaciones que se realicen en nuestro dinero, de otro modo se favorece la adquisición a precio vil de nuestro trabajo, de nuestra producción y de nuestros activos, por ende, defender la paridad del tipo de cambio oficial ante especuladores y quienes fugan capital es una tarea primordial del Estado.
Desde que asumió el gobierno el 25 de mayo de 2003, hasta el final del año 2013, el gobierno de los Kirchner impuso la regulación estatal de los mercados, y si bien es cierto que la inflación fue de menor a mayor, fruto que parte importante de las empresas en lugar de ampliar la inversión fueron sistemáticamente comprando divisas para fugar recursos a fuera del país, con lo que la oferta potencial de bienes y servicios fue disminuyendo (por la menor inversión), pero el gobierno, con el fin de mantener el nivel de actividad siguió impulsando la demanda, de manera tal que los salarios por convenio crecieron por encima del nivel general de precios cualquiera sea la institución o ente que lo mida.
En el corriente año, el Gobierno fue más permisivo con los mercados en la creencia de que se autorregularían (igualando la oferta y la demanda); transcurrido más de diez meses demuestra el craso error, el tipo de cambio blue y el dólar implícito del contado con liqui es un 72% y un 58% más alto, respectivamente, que el valor del dólar oficial, las tasas de interés activa (la que le cobran a sus clientes) es confiscatoria del capital de las pequeñas y medianas empresas y de los consumidores de a pie, mientras que la tasa pasiva es menor al crecimiento de los precios y quedan abiertas las expectativas que el incremento del dólar pueda ser mayor o no a dicha tasa, y el nivel de actividad desciende sin poder dar pautas de que se restablezca alguna vez.
De nada valió la devaluación de enero de este año, que lo único que hizo fue que se cayera la producción, el comercio, la construcción, los salarios, y con ello, el nivel de consumo, generando un ajuste de las cuentas internas para que las importaciones disminuyan (la de energía, de autopartes, de insumos para la producción de celulares en particular y para el resto de la producción en general), entonces, dejar que los mercados decidan nos lleva a un camino ya recorrido con Martínez de Hoz, con Sourrouille y con Cavallo, que significan una economía más chica y mayor desocupación.
Se continúa con la misma tesitura, cuando se da a entender que en enero del año 2015 y una vez superada la cláusula RUFO (que no se le puede dar mejores condiciones de pago al resto de los tenedores de deuda Argentina que la que se le dio a los que entraron en los canjes de 2005 y 2010), se va a poder acordar con los acreedores holdouts, y de esa manera volver a los mercados internacionales de capital para poder financiar el déficit en la cuenta corriente. Esa vuelta a los mercados de capitales la ven posible porque (pese a la baja actual del precio del petróleo) nuestro país cuenta con los importantes yacimientos de shale oil y shale gas en Vaca Muerta y otros, y con las tierras más fértiles del mundo, donde mayor es el rendimiento de la producción de soja por hectárea.
El problema reside en que todos estos mecanismos son más dependientes de la inversión extranjera y generan poco trabajo (¿cuántas horas hombre al año implica la producción de gas o petróleo en las piedras o una tonelada de soja?), entonces se adoptan mecanismos que hacen que sea el mercado el que configure nuestro país, y ya sabemos, nuestra historia lo demuestra con la exportación de carne y trigo en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, que implica que nuestro país se configure desde afuera en la distribución del ingreso y en la población, una minoría de ricos y una amplia mayoría de pobres.
La economía Argentina crece cuando crece su mercado interno; el problema es que se incrementan mucho más las importaciones que somos incapaces de sustituir, y eso provoca el estrangulamiento del sector externo, agravado por el pago de los servicios de la deuda externa, que se refleja en la falta de divisas. La receta promercado es que nos internacionalicemos y allí incurrimos en el fatídico error de que nos dejamos modelar por los requerimientos del exterior, que nos integran pero a costa de la desintegración nacional.
Esto explica que los principales y posibles candidatos a presidente sean promercado, porque el discurso dominante sigue siendo que la regulación de los mercados es mejor que la regulación estatal, y todo lo que se hizo hasta ahora queda desdibujado ante la suba generalizada de los precios y la caída del nivel de actividad provocada esencialmente por la devaluación de enero y todas las medidas promercado que se tomaron este año 2014, que hace que se vislumbre como único camino el de volver a los plazas internacionales para financiar el rojo de la cuenta corriente y conseguir dólares para financiar las importaciones, o cuando las actuales autoridades de economía plantean el ingreso de dólares por nuevos acuerdos financieros.
Es ese marco, el que permite que el candidato Sergio Massa y su equipo propongan que pueden en 100 –cien– días eliminar el último bastión de la regulación estatal, el mal llamado por los grandes medios Cepo Cambiario, que no es que impida a doña Rosa, como decía ese otro difusor de la derecha Bernardo Neustad, comprar dólares, es el que no permite que las grandes sumas de dinero que ganan en nuestro país la conviertan en dólares y la fuguen, y en ese caso el precio de equilibrio del dólar estaría dado por las grandes corporaciones y volveríamos a sentir hablar de economías y producciones que no son viables, etc., etc.
Si el Gobierno, desde el 28 de enero de 2014 deja que se puedan comprar como máximo hasta 2.000 dólares por mes y por persona (denominado dólar - ahorro) y hasta el 24 de octubre de 2014, en nueve meses, significan pérdidas de reservas internacionales por 2.000 millones de dólares, imaginemos la sangría que implica sacar ese límite y permitir dolarizar la ganancia de las grandes corporaciones, el precio que la divisa norteamericana debería alcanzar para que no compren dólares y se queden en el país (al día de hoy no menos de $ 20 por unidad) y el impacto negativo que tendría sobre el poder adquisitivo de los asalariados, jubilados y pensionados. Además de lo que representa en la deuda externa y en los servicios de la deuda cuando el Estado recauda en pesos, todo para beneficiar a la minoría más rica de nuestro país.
Cuando uno observa que el Presidente Evo Morales obtiene el 60% de los votos en las últimas elecciones celebradas el domingo 12 de octubre 2014 en Bolivia se pregunta por qué, la respuesta es porque ha sido consecuente con un modelo que con todas sus limitaciones se basó en proteger su mercado interno y el trabajo local. No muy distinto al que aplicó el kirchnerismo desde sus comienzos y que le dieron la reelección a la Presidenta con el 54% de los votos en el año 2011. En ese momento se debería haber vuelto sobre los pasos y restablecer el modelo original, con todas las correcciones (cambiaria, fiscal, monetaria) que se podían haber ejecutado desde el Estado. Sin embargo se optó por el sendero que parecía más fácil, menos conflictivo, en el que se priorizaron las razones de mercado, donde el Estado en lugar de avanzar retrocedió, profundizando la inconsistencia macroeconómica de déficit fiscal, déficit en la cuenta corriente y falta de un plan ordenador.
Los senderos se bifurcan y se erró en la elección; ahora, con la derrota electoral del año 2013, en lugar de replantearse la situación se insiste en agradar a los mercados, que como dice el economista y experto en economías emergentes, el chileno Gabriel Palma, en los tigres asiáticos los países están pleno si los empresarios invierten y el Estado fiscaliza esa inversión, en latinoamérica se depende del humor de los empresarios y la lógica de ellos es la lógica de la maximización de la ganancia en desmedro del presente y del futuro de la población.
Atahualpa Yupanqui, en su tema “Tu que puedes vuélvete” dice: “Tu que puedes, vuélvete. Me dijo el río llorando Los cerros que tanto quieres –me dijo– allá te están esperando”. Se debe retornar a lo mejor del kirchenrismo que ha sido la regulación estatal de los mercados.
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