domingo, 27 de octubre de 2013
Un cuadro en la selva Por Hugo Presman
En Mercedes se realiza “la fiesta provincial de la torta frita” y la “fiesta nacional del durazno”. Ahí nació y por sus calles correteó el asesino Jorge Rafael Videla; también fue obispo Emilio Ogñenovich, admirador de Menem y simpatizante de Carlos Ruckauf, quien encabezó una procesión a Plaza de Mayo, con la Virgen de Lujan al frente, en una cruzada contra el divorcio. Para compensar semejante pasivo, ahí nacieron, entre otros argentinos, el ex presidente Héctor J. Cámpora, el historiador Felipe Pigña, el escritor Roberto Payró, el periodista Osvaldo Príncipi, el músico Raúl Porcheto, el futbolista Lucas Biglia, la actriz Carolina Fal, el tenista Gustavo Luza.
Su intendente se llama Carlos Selva, quien recibió a su actual jefe político Sergio Massa, a quien el primero de sus biógrafos Pablo de León, tituló su libro como “El salto del tigre”: un intencionado juego entre el territorio donde gobierna el candidato a diputado con aspiraciones presidenciales y su identificación con el felino. Wikepedia dice que éste suele ocupar bosques densos. Lo que explica que el tigre se encuentre cómodo en un hábitat como la selva. A su vez el salto del tigre tiene una connotación sexual. La misma wikipedia explica: “Salto del tigre es un supuesto juego sexual en el que el varón se lanza desde cierta altura (p.e. desde lo alto de un armario) sobre la mujer penetrándola durante el aterrizaje. A menudo el salto incluye un salto mortal o algún movimiento aún más arriesgado. En Chile se le conoce como "Vuelo del cóndor", en Colombia como "salto del Armario" y en Guatemala como el "vuelo del zope". Esta acción, que en la práctica no se puede realizar sin causar daño, se utiliza en chistes, bromas, etc. como muestra de ardor sexual en el varón.”
Tenemos entonces un felino que va en busca de un intendente de apellido Selva mientras concreta un fenomenal salto, no precisamente sexual sino netamente político-electoral. Y ahí el intendente de Mercedes descuelga un cuadro en donde se lo veía con el ex presidente Néstor Kirchner, con la complacencia y aprobación del intendente de Tigre, cuyo saludo es un pulgar erguido que reemplaza a la V de la victoria, aquél gesto que permaneció unido en la epopeya de la resistencia al “Perón Vuelve”. Ni el felino ni Selva parecen conocer la lealtad y el segundo intenta ocultar su propia historia reciente. Massa cuando era jefe de gabinete despotricó contra el ex presidente en la Embajada Norteamericana, según el libro de Santiago O`Donnell “Los cables de Wikileaks sobre la Argentina”, donde puede leerse: “Fue despiadado en sus críticas a la pareja presidencial, especialmente a Néstor. Aunque ninguneó los informes de prensa que decían que él y Kirchner se habían agarrado a trompadas en el cuartel de campaña en la madrugada previa a la derrota en las elecciones de mitad de período en junio del 2009,llamó a Néstor “psicópata” y “cobarde”, y dijo que su actitud de matón en la política esconde una profunda sensación de inseguridad e inferioridad. (La esposa de Massa se alarmó a tal punto por estos comentarios desinhibidos que él le pidió que “dejara de ponerle caras”). Massa cuestionó el argumento que Néstor merecía crédito por ser un táctico magistral, describiendo al ex presidente como un torpe convencido de su propia brillantez que seguramente continuaría cometiendo errores….Dijo que Néstor no se podía relacionar con otro fuera del estrecho foco de sus propias ambiciones políticas:Kirchner no es un genio perverso”, concluyó Massa. “Sólo un perverso.”
Como es fácil percibir, esta bajada de cuadros de Massa y Selva, luego desmentida, posiblemente por las repercusiones desfavorables, es simbólicamente una farsa en relación a aquella histórica por la cual Néstor Kirchner ordenó en el Colegio Militar de la Nación al Teniente General Roberto Bendini bajar los retratos de los asesinos Videla y Bignone. Al mismo tiempo tiene el poderoso valor de contrarrestar el discurso massista de dejar atrás el pasado, sustituyéndolo en realidad por un troyano reemplazo, de habilitar el consenso como forma real de claudicar frente al poder económico, de enarbolar oximorones económicos como aumentar jubilaciones y bajar retenciones, de identificar la inserción en el mundo con la subordinación a EE.UU, mientras transita por todos los estereotipos de un pretendido sentido común.
En síntesis: no se baja meramente un cuadro de la pared, sino que se levanta un actor cobijado por el establishment y protegido por los medios dominantes, que eligen quien es el más confiable entre Massa, Macri y Scioli. Los dos primeros transitan la vereda de la oposición al kirchnerismo, uno desde sus entrañas y el otro desde afuera pero en coincidencia con los sectores más conservadores de los retazos peronistas y al tercero se lo examina dubitativamente desde el poder económico con la expectativa de que finalmente se decida a ser una especie de Alvear del kirchnerismo.
Esta nota estaría incompleta sin recordar que en Mercedes también se realiza “La Fiesta Nacional del Salame Quintero”
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