lunes, 28 de octubre de 2013
A contrapelo de la historia
La Pulseada fue testigo privilegiado de una charla entre Osvaldo Bayer y Marcelo Valko, dos “monumentos” que andan por todos los caminos y ya lograron que 27 ciudades les cambien el nombre a varias calles y avenidas que se llamaban Roca. Un lujo que compartimos con nuestros lectores.
Por María Soledad Iparraguirre
El cálido encuentro —whisky mediante— se produjo en el hogar de Osvaldo Bayer; esa casa que su amigo Osvaldo Soriano bautizó El Tugurio.
—¿Cómo se encontraron para transitar juntos este camino de “Desmonumentar a Roca”?
Marcelo Valko: Todo empezó con mi libro sobre el Malón de la Paz. Ni el peronismo ni los gorilas querían tocar ese tema. Yo conocía a Osvaldo y su obra, por supuesto; pero nunca habíamos hablado. Busqué dónde quedaba la casa. Estaba con mi nena chiquita, en el cochecito, y lo encontré acá en la esquina…
— En la carnicería— interrumpe, riéndose, Bayer.
M.V.: Sí, y le conté sobre mi libro. Se tocó la barba y dijo “muy interesante, démelo que mañana me voy a Alemania”. Le traje el diskette pero pensé que no se lo iba a llevar. Pero poco después, tan gentil, tan generoso, me mandó el prólogo.
Osvaldo Bayer: El libro lo merece. Es magnífico. Sobre un tema completamente desconocido. De esto hace como diez años. Ahí nos conocimos y después Marcelo se unió al grupo para Desmonumentar a Roca. Éramos tres que nos juntábamos los jueves, frente al monumento, y hacíamos conferencias.
M.V.: Pero él tiene una tenacidad increíble y esa capacidad de anarquista loco de generar todo un movimiento. ¡Y dale con Roca..! (Risas).
O.B.: ¡Pero mirá lo que logramos! Ya 24 ciudades le cambiaron el nombre a la calle Roca.
M.V.: Ya hay tres más, son 27. Y quiero resaltar la honestidad intelectual y la humildad total de Osvaldo. Él cuenta en una contratapa de Página/12 que estuvo en Puerto Deseado, donde le cambiaron el nombre a la calle Roca. Pero no dice por cuál: se cambió por Osvaldo Bayer.
O.B.: ¡Cómo voy a escribir una cosa así! (Risas).
M.V.: Él ya tiene cuatro ciudades con calles con su nombre: Puerto Pirámide, Gobernador Gregores, Calafate y Puerto Deseado. Cuando le hicieron el homenaje en la Legislatura dije “¡qué macana, porque en algún lugar la calle Bayer se cruzará con Roca o Mitre, ¿de qué lado de la vereda te ponés?”.
O. B.: Yo cuento la verdad y con documentación histórica. Basta ver los comunicados de Roca, esa corrupción de recibir miles de hectáreas después de la “campaña del desierto”… San Martín o Belgrano, más allá de que nunca hubieran cometido semejante atrocidad, nunca lo hubieran aceptado. Después de los documentos de Mayo, está la Ley de Residencia. ¡Qué espanto lo que hizo Argentina! Echaban a los obreros por sus ideas, pero sólo al hombre, dejaban aquí a su pobre mujer con sus hijos. ¡Qué bestias!
M.V.: Roca fue muy completo en ese sentido. En la primera presidencia barre con los toldos y en la segunda le pega al movimiento obrero, por eso lo quieren tanto. Es una persona maravillosa para la elite.
—En los últimos años visitaron muchas localidades bonaerenses. ¿Cómo los recibe la gente y qué anécdotas rescatan?
O.B.: Es indescriptible. La gente nos demuestra mucho cariño y las autoridades siguen manteniéndose distantes y al margen. Creo que, con esto de vencer a Roca y todo el movimiento que se gestó, despertamos algo que estaba escondido. Lo más hermoso es encontrar eco y adhesión de la gente en cada lugar. Parece que ya venían sintiéndolo desde antes y cuando llegamos nosotros nos consideran como liberadores. Muchos nos dicen “¡por fin!”.
M.V.: La gente está convencida de que, si vamos, se va a renombrar la calle. Pero no es así: es el pueblo el que tiene que pedir el cambio. Viajar con él es una conferencia permanente. Apenas llegamos nos llevan a almorzar o cenar, según el horario, y ahí mismo empiezan las preguntas. Le piden a Osvaldo que cuente sobre su historia, su exilio, todo este movimiento que generó, sobre la película La Patagonia Rebelde, que tiene anécdotas tan lindas…
O.B.: Y a veces tan drásticas como que Luis Brandoni, el que hizo de Antonio Soto, que encarna al principal revolucionario de la Patagonia, terminó siendo diputado radical. Es como para pegarse un tiro… (risas). Y encima dice que lo que escribió Bayer es mentira. Es un perverso.
M.V.: Usted con los radicales tiene una anécdota, Osvaldo. En Alemania le preguntaban sobre la U.C.R., por el término ‘radical’. Pero ¿cómo hacía para explicar que acá no se trataba de un tipo absolutamente radical en sus ideas y su accionar sino que en Argentina un radical es un flan? Los alemanes no entendían nada.
O.B.: Ni hablar de Yrigoyen, que hizo las tres más grandes masacres obreras de la historia argentina. No las hicieron las dictaduras, las hizo Yrigoyen. Yo lo digo con mucho dolor. Porque cómo pudo haber hecho eso con esas pobres peonadas, si en la primera huelga habían sido reconocidos sus derechos, porqué los mandó a fusilar, igual que los metalúrgicos de La Forestal y la Semana Trágica de 1919. ¿Qué pedían? Las ocho horas de trabajo, que los panaderos habían conseguido en 1895. Los metalúrgicos todavía trabajaban diez, once horas, hacen la huelga y el señor Yrigoyen manda a la Policía, después el Ejército hace una masacre tremenda y cuatro días después los llama y les firma las ocho horas de trabajo. Nunca vi una cosa tan irresponsable, ¿por qué reprimió si era una causa justa? Y es otro al que lo tienen como un Dios. No se puede hablar mal de Yrigoyen ante los radicales porque se retiran. Fue el más perverso e imbécil de los presidentes argentinos.
M.V.: Cuento algo que él nunca va a contar. En cada lugar al que nos convocan, la gente quiere que Osvaldo vaya como sea. A mediados del año pasado, empezó a estar un poco complicado de salud, con trombosis en una pierna. Cuando fuimos a Rauch fue un viaje terrible. Ya salimos tarde, a pesar de que somos muy puntuales, y después tuvimos que esperar en la 9 de Julio a gente que se sumaba, porque nos llevaba una combi. Él llevaba la pierna envuelta. Esas cosas la gente no las sabe. Porque quieren que Bayer vaya cómo sea pero él estaba hecho bolsa. Fuimos hasta Rauch, sentados más de tres horas con la pierna para abajo, con lo mal que eso le hace para la circulación. Osvaldo es una persona tan generosa… no existe otro así. Llegamos, fuimos al hotel, comimos, lo acompañé a la habitación y lo ayudé a poner la pierna arriba de la cama. La conferencia, no sé por qué, la hacían a las tres de la tarde, ya hacía mucho calor. Entre que llegamos, esto y lo otro, ya eran como las cinco. La gente estaba debajo de un tinglado de chapa y Osvaldo fue arrastrándose. Cuando entró fue una ovación, un aplauso cerrado, siempre es así. Pero nadie sabe del esfuerzo que hizo para estar presente.
O.B.: Es que es Rauch… Antes de morir ¡quiero que le cambien el nombre a esa ciudad! (risas).
M.V.: Y después, cuando termina la conferencia, todos quieren sacarse fotos, le piden autógrafos, le enseñan libros. Y Osvaldo los atiende a todos aunque esté agotado.
O.B.: Bueno, hay que comprender a la gente. Cuando volví del exilio no me saludaba nadie. Por algo será que estuvo en el exilio, pensarían. Todo ese período fue tremendo. Muy doloroso, más con lo que dijo el ex presidente Alfonsín. Nos gritó: “Los que se escaparon ahora nos vienen a exigir democracia a nosotros que estuvimos acá luchando”. Qué lucha dio, ¡si se la pasó pescando en la laguna de Chascomús!
Un avión cada cuatro meses
Los compromisos y las obligaciones de una vida partida en dos, entre Argentina y Alemania, hacen que el eterno libertario deba volar cada tres o cuatro meses.
O.B.: Le tengo tanta bronca a la dictadura por esto… Toda mi familia está en Alemania. No puedo hacer ni mi vida familiar allá ni mi vida completa acá. Antes vivíamos juntos acá en una casa grande, preciosa, en Martínez y de pronto tener que irme por mis libros. Pero si pienso en los queridos amigos que perdieron la vida, ¿de qué me voy a quejar? Rodolfo Walsh, Paco Urondo, Haroldo Conti, qué amigos, qué luchadores y qué escritores y los mataron. Yo pude regresar.
M.V.: Hay tanta gente que me cuenta “yo empecé a estudiar Periodismo después de leer La Patagonia Rebelde”… Estuve en Berlín hace dos años por el tema de la restitución de restos y fui al barrio donde él vivió durante parte de su exilio. Cuando la familia llega, ellos viven en un edificio ametrallado, como si la segunda guerra acabara de terminar la semana anterior. Ahora está todo impecable, no hay ninguna huella de aquel horror. Y me quedé mirando largo rato el edificio en su estado actual y la foto de cuando los Bayer vivieron allí. Esa es otra cosa para destacar de la familia Bayer. Su entereza indescriptible. Cuando amenazaron de muerte a Osvaldo, su mujer se fue en barco con cuatro chicos. Ellos dejaron acá colegio, amigos. El Estado argentino no protegió a un ciudadano como él. Tendrían que haberle dado un subsidio, una reparación, llamalo como quieras. Otros también lo merecen. Pero yo conozco uno solo que escribió La Patagonia Rebelde.
—¿Qué piensan del presente de las comunidades originarias que reclaman sus tierras?
O.B.: El Gobierno tiene dos grandes defectos: el silencio que mantiene con los pueblos originarios al no reconocerle sus tierras y no tomar medidas en defensa de la ecología. Todo lo contrario. Este año volvió a sembrarse más soja que trigo. El cacique qom (Félix Díaz) ha tenido que viajar hasta la Santa Sede para ver si interviene el Papa. Nunca fue recibido por la Presidenta. Estuve cuando hace dos años hicieron la huelga de hambre y tampoco los recibió. Este Gobierno ha hecho cosas muy positivas, pero en eso nada, y no entendemos por qué. Guardan silencio. Sobre los pueblos indígenas y la ecología no hablan, tampoco los gobernadores de las provincias aliadas. Por mantener el poder hacen estas cosas y es realmente indignante.
M.V.: El Nunca más no llegó para los pueblos originarios. Hay siempre algo más. Cuando Bergoglio era cardenal y Félix Díaz y su gente estuvieron tirados seis meses en la 9 de Julio no los recibió, y estuvo a cinco cuadras. Me parece bien que lo haga ahora que es Papa, pero la Iglesia está históricamente manchada y esto hay que leerlo dentro del contexto político argentino. Nunca los recibió. Ahora parece que sí le interesa el caso qom. Pienso que el Gobierno nacional y los que vengan, ya perdieron la posibilidad de reparación. Si ahora le dan a Félix esas hectáreas que ellos piden, no lo solucionan. Pero la ola ya se desató. La ola está viniendo y dentro de unos años lo que ellos llaman el problema indígena va a ser el problema nacional. Porque no lo atendieron nunca y lo dejaron que crezca en una forma muy beligerante, con mucha bronca de parte, y con razón, de los pueblos originarios. Y esto va a ser muy grave dentro de unos años.
El mejor alumno de un maestro
El año pasado, Osvaldo Bayer señaló que la marcada alineación de Hebe de Bonafini con el Gobierno había hecho perder el rumbo a Madres de Plaza de Mayo como organismo de defensa de los derechos humanos. La réplica de Bonafini no se hizo esperar: trató al historiador de “gorila”, olvidando que fue uno de los primeros intelectuales en apoyarlas fervorosamente desde su exilio cuando, aún bajo la dictadura genocida, las Madres buscaban acompañamiento externo. Entonces Marcelo Valko decidió de inmediato alejarse de su tarea docente en la Universidad de las Madres. “Con profundo pesar, lamento dejar la materia después de hermosos años, pero no considero compatible que la titular de Madres califique a Bayer de gorila y yo lo llame MAESTRO. Deseo lo mejor para las Madres y su Universidad, pero siempre estaré apoyando a Osvaldo Bayer en forma incondicional, fraterno Maestro de la Ética”, escribió en su renuncia.
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