Ensoñación vasca
La segunda nota discordante la dio el presidente de la Unión Industrial, José de Mendiguren, quien se refirió a las negociaciones paritarias como el camino que conduce al Rodrigazo. Tampoco el sindicalista patronal preferido de la presidente, que lo llama Vasco y ha llegado a mencionarlo diez veces en un solo discurso, se distingue por la originalidad de su planteo. El gobierno apoyó su designación en la UIA como alternativa a otras candidaturas que suponía más próximas al Grupo Clarín.
Adquirió así un antiguo submarino de la transnacional italiana Techint, con la originalidad argentina de corporizarse como burguesía nacional y para colmo desarrollista. Ya habían dicho casi lo mismo que el gran cráneo de la UIA el propio Lavagna y el gurú económico de la UCR,
José Luis Machinea, quien presidió el Banco Central durante la presidencia de Raúl Alfonsín y desde el ministerio de Economía con Fernando de la Rúa rebajó 13 por ciento las jubilaciones y los sueldos de los empleados públicos, a propuesta del secretario de Política Económica, Federico Sturzenegger, el mismo que propuso pagar a los fondos buitres para recuperar la fragata. En junio del año pasado, en una columna publicada en Clarín con el título “Una Economía en falsa escuadra”, Lavagna atribuyó a “cenáculos iluminados” el sueño de que “este mismo gobierno o algún otro haga un rodrigazo. ¿Se acuerdan de 1975, un gobierno de una presidenta peronista?
Todo junto, todo rápido, supuestamente para “ordenar” el caos de precios relativos, que como no podía ser de otra manera desató una guerra distributiva”. La siguiente alusión al rodrigazo provino de Machinea, en noviembre. “El intento de corregir distorsiones de precios relativos con una medida de un día para el otro no es aconsejable, la historia muestra que sería muy imprudente”.
Esa tentación no cunde en el gobierno sino entre las distintas fuerzas de la oposición, que un día piden la devaluación, otro el ajuste y todos el regreso a los mercados de deuda. Es irónico que haya sido el economista liberal Juan Carlos de Pablo (quien escribió un libro junto con Domingo Cavallo y compró un departamento en el mismo edificio en que vivía el ministro convertible) quien refutara en la forma más rotunda la divagación rodrigal: “Isabel Perón estaba débil y Cristina Fernández de Kirchner no. Uno le puede endilgar a este Gobierno muchas cosas, pero debilidad, no”. Punto y aparte.
GB
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