martes, 22 de enero de 2013

"El problema social más grave de la Argentina" Jóvenes que no estudian ni trabajan

Entrevista con Daniel Arroyo, especialista en políticas sociales y exministro de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires. "Tenemos 900 mil jóvenes de 16 a 24 años que no estudian ni trabajan", afirma el presidente de Poder Ciudadano.
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AGENCIA PACO URONDO: Sos especialista en políticas sociales y además fuiste Ministro de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires ¿Es así?
Daniel Arroyo: Sí, primero fui Viceministro de Desarrollo social de la Nación y luego Ministro de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires.

APU: Queríamos charlar sobre un tema que en algún momento se discutió, se abordó, luego quedó fuera de agenda. Ahora volvió a primer plano a raíz de los hechos que ocurrieron a fines del año pasado y que tiene que ver con los saqueos y con alguna interpretación que propusieron muchos especialistas en cuanto al protagonismo de los llamados “ni-ni”, es decir, el universo de jóvenes que ni trabaja ni estudia. Primero, hagamos una descripción sobre lo que estamos hablando. ¿A qué nos referimos y de cuántos jóvenes estamos hablando?

Daniel Arroyo: La Argentina tiene 900 mil jóvenes de 16 a 24 años que no estudian ni trabajan. Cuando alguien habla de un pibe que no estudia ni trabaja habla de un chico que está en la esquina sin hacer nada o está un tiempo en la escuela, no logra mantenerse y está afuera y lo mismo con el trabajo, no se mantiene y se queda afuera. No se mantienen ni en el mundo educativo ni en el mundo laboral, ahí estamos hablando de los jóvenes que ni estudian ni trabajan. El principal problema que tiene no es la tarea, a un pibe que tiene que trabajar de repositor en un supermercado, de tornero le explican y aprende a manejar el torno, no tiene un problema de tareas, sino lo que les cuesta es ir todos los días a trabajar 8 horas, sostener el ritmo laboral. En parte se debe a que es una tercera generación que no ha visto ni a su padre ni a su abuelo trabajar y por otro lado porque no tiene la sociabilidad que da la escuela. La persona que se levanta todos los días, se lava la cara, los dientes y va la escuela, más allá de que aprenda mucho o poco, tiene un método, una rutina que le sirve para desarrollarse en la vida. El problema de los jóvenes excluidos es que no tienen métodos por eso todo les cuesta más. Ese es el principal problema que tiene hoy Argentina.

APU: ¿Coincidís con esa lectura de que esos chicos fueron en buena parte protagonistas de los saqueos de fin de año?

DA: Sí, efectivamente. En los saqueos hubo agitadores y quienes promovieron el tema y en parte se enganchan los pibes. El problema de los saqueos, si bien hubo agitadores, trabajó sobre una base social existente en los barrios que tiene que ver, en parte con la inflación, también con que fue un mal año para la construcción, hubo menos changas y con que hay un sobre-endeudamiento.
En los barrios es fácil acceder al consumo, uno con una cuota se lleva la motito o compra algo a crédito. Si no tiene trabajo se le va complicando entonces, diría que los saqueos trabajaron sobre la base de un cierto mal vivir, de dificultades económicas que no tiene que ver con hambre. No tiene nada que ver la situación de Argentina hoy comparada con la del 2001, donde efectivamente había hambre y un 57 % de pobreza.
En Gran buenos Aires, Córdoba, Rosario, los grandes centros urbanos, se mezclan las tres cosas que le queman la cabeza a una persona que es, estar hacinado, no tener lugar en la casa, no tener trabajo, o tener trabajo precario y viajar mal. Esas tres cosas se combinan y lo que hace es complicarle la vida a una persona, en este caso, en los saqueos quienes agitaron aprovecharon esta situación.

APU: Estos jóvenes ¿Qué edad promedio tienen?

DA: Son jóvenes de 16 a 24 años, con una particularidad, que el 30 % de las madres en Argentina tienen menos de 24 años o sea, hablamos de jóvenes que son pibes y padres a la vez. Estamos hablando de un universo importante en Argentina que no es que nunca estudian ni trabajan, sino que no logran mantenerse. Tienen más apoyo del Estado porque efectivamente ha habido más política social en los últimos años con la asignación universal por hijo pero como no están entrando al mundo del trabajo, su horizonte de futuro es complicado.
Obviamente un pibe que consigue trabajo gana menos que uno que vende droga o que está vinculado a la política y el propio pibe se pregunta si esto le sirve. Engancha una changuita donde le prometen $800 y en realidad le pagan $600 porque le descuentan las dos porciones que se comió llevando las cosas de un lado al otro. Una dificultad real para entrar al mundo del trabajo y mucho uso de los adultos sobre los propios jóvenes.

APU: Me acuerdo que hace un par de años te entrevistamos y nos dijiste ese minsmo número. ¿Provienen de datos oficiales?

DA: Provienen de las encuestas permanentes de hogares. Hay tres números para discutir en Argentina que son todos datos oficiales. Uno es plantear, los jóvenes que no trabajan, no estudian o tienen trabajo precario, ahí hay 1millón y medio de chicos. Segundo, los que no estudian ni trabajan que son los que estoy planteando, que hay 900 mil y tercero, los que nunca estudian ni trabajan, que están en situación recontra crítica que son 400 mil. Cualquiera de estos tres datos sale de las estadísticas oficiales, más allá de los números, es el problema más grave la Argentina.

APU: ¿Hoy fijás ese como el problema central?

DA: Argentina tiene un conjunto de problemas que tienen que ver con el trabajo informal, con la gente que trabaja de manera precaria, con el problema de la vivienda, con la pobreza extrema que todavía tiene una parte de la población, con violencia en el hogar. Hay varios problemas pero a mi modo de ver, "el" problema tiene que ver con los jóvenes.

APU: ¿Cómo encarar ese tema? ¿Qué políticas hay que aplicar?

DA: En primer lugar, claramente ha habido más políticas, la asignación por hijo llega a 3.600.000 chicos, cuyos padres cobran $340 por niño para que en el caso de los chicos menores de 18 años completen la escuela. Ahí hay un punto importante, sobre todo para los chicos de 14 a 18 años. Para los que van a la escuela o cruzan la escuela en algún momento, el tema de las netbook o de la inclusión digital es una cosa interesante. El Ministerio de Trabajo ha encarado programas vinculados a más y mejor empleo.
Mi impresión es que hace falta un cambio importante. Creo que hay que generar un fondo federal de inclusión joven, esto es, establecer el 0,5 % de producto interno, es decir, un fondo permanente por los próximos 10 años, gobierne quién gobierne, establecerlo como política de Estado con diferentes elementos. Uno, financiar una red de 20 mil tutores que son, una maestra, un técnico de club de barrio, es un cura, un pastor, son personas que tienen legitimidad en el barrio.

La función del tutor es, cuando el chico hace tres días que no va a trabajar o no va a la escuela, le golpea la puerta de la casa y le dice, "ponete las pilas". Es reconstruir el método, acompañar y ayudar al joven a que no se caiga y vincularlo con la escuela y con el trabajo. Esto es una tarea, un método, ir tres veces a la semana a ver al chico, una vez a la semana con la escuela, con el trabajo.
Esto a mi modo de ver requiere una red de 20 mil tutores. Después hay un segundo punto que es el tema del trabajo para los jóvenes que les cuesta mucho conseguirlo. Creo que hay que ir a un esquema de derecho al primer empleo.

Empresa que toma jóvenes como primer empleo tiene una deducción impositiva, importante, es decir, le conviene a una empresa tomar a un joven porque económicamente, se le achica el pago de impuestos de manera significativa.
Junto con eso hay que trabajar con el tema de becas para completar la escuela secundaria. Nosotros tenemos que lograr que todos terminen la escuela secundaria y además el tema del crédito, masificar el crédito, muchos de estos jóvenes realmente están endeudados. Hay que ir a un esquema de créditos con tasa subsidiada especial para los jóvenes excluidos y volver con el tema de las escuelas de oficio y capacitación. Creo que esos elementos hay que trabajarlos en los próximos años en escala, no es que no hay programas en Argentina pero estamos lejos de llegar a los 900 mil jóvenes. Mi visión es que hay que crear este fondo y atender directo, de manera rápida a ese conjunto de jóvenes, con una política de Estado fuera de la discusión electoral, es decir, esto lo hacemos gobierne quién gobierne los próximos 10 años.

APU: Ese fondo del cual charlabas que incluía esta lógica de tutores... ¿Estás pensando en un programa social que exista en América Latina?

DA: Hay experiencias en América Latina. Brasil está encarando un programa muy grande ya, “Bolsa familia”, que es un programa que llega a 14 millones de hogares, a 40 millones de personas, toda una Argentina junta, con algo parecido, programa de becas, trabajan sobre toda la familia, no sólo los jóvenes y tiene que ver con becas, acompañamiento cultural, tutores. Chile está haciendo también algo parecido, están arrancando hace unos años en Colombia.
Hay experiencias y, de hecho, Argentina también las tiene, chicas, en algunos lugares del conurbano bonaerense, creo que hay que masificarlas. El Programa

Envión también tiene esa lógica de acompañar con tutores, generar incentivos para que el joven entre al trabajo o termine la escuela. Lo que hay que darle es una escala muy grande, lo que pasa en Argentina es que si hay 3 pibes en el barrio que están en el Programa y los demás no, no generan ejemplaridad, no generan método, no cambian la situación, por eso el Programa Envión, que me parece un iniciativa muy buena, en mayor escala y con becas más grandes, empezaría a cambiar la cosa.

APU: ¿Cuándo hablamos del 0,5% del PBI de cuánta plata hablamos?

DA: De 7.000 millones de pesos, algo realmente bajo para la Argentina si pensamos que estamos hablando del problema social más grande. Seguramente tomar esos fondos del presupuesto implica hacer menos en otras áreas y será una discusión; pero si es como planteo, que acá está “el” tema central, estamos hablando de un presupuesto que no es tan complicado hoy para el Estado.

APU: La lectura que predominó en torno a los saqueos hizo mucho foco en quienes, por detrás, los habrían organizado. ¿De alguna manera esto desvió la mirada del problema en el afán de buscar responsables?

DA: El árbol no nos tiene que tapar el bosque. Que hubo agitadores y que hubo intereses políticos detrás de los saqueos es muy claro, de hecho, buscaron lugares para arrancar muy particulares como Bariloche y Rosario pero no debería tapar que tenemos un problema social de base importante que no tiene que ver con lo que ocurrió en la Argentina hace 5 ó 10 años pero que es clave resolverlo. El país no va a generar un cambio grande si no genera inclusión para los jóvenes.

La idea de que los jóvenes son el futuro es buena a condición de que tengan algo en el presente, que hoy tengan una oportunidad, por eso creo que hay que generar un esquema de rescate grande. Para decirlo brutalmente, el ciclo en el conurbano bonaerense es: el pibe está hacinado en la casa, se va a la esquina porque allí está mejor, en la esquina empieza a consumir –especialmente paco- porque si no consume no se integra al barrio –cuando yo era chico, el que no jugaba a la pelota no tenía su lugar en el barrio-, cuando consume tiene un problema de salud, un problema de adicción y, rápidamente, tiene un problema de endeudamiento y entonces, hay un vivo que propone ideas para cancelar esa deuda.

Ese ciclo son 6 meses y se completa con los medios de comunicación y con nosotros mismos diciendo que estos chicos son los culpables de todo, hay inseguridad por que están ellos y es como una profecía autocumplida. Un pibe arrancó diciendo que no tiene futuro y, efectivamente, todo le demuestra que está en lo cierto. Además, todos los estigmatizamos, a un pibe con buzo y capucha, todos lo vemos como un potencial delincuente con lo cual lo vamos raleando y le vamos dando menos chance, hay que hacer un cambio profundo y decir que esto tiene que ser el tema para los próximos años en política social.

APU: ¿Creés que hay un consenso general en la Argentina respecto de que éste sea uno de los principales problemas sociales del país?

DA: Cuando fui Ministro en la provincia de Buenos Aires arranqué con la AUH e hice un estudio para ver si había que seguir con eso o crear un seguro de desempleo. Esto último me dio muy mal, quedó claro que la gente no quiere saber nada con que alguien tenga un seguro para no trabajar y otro trabaje y cobre lo mismo y que con el tema jóvenes y niños, está dispuesta a hacer cualquier cosa.

Es sobre lo único que se puede generar consenso en la Argentina porque, aún con distintas miradas, todos acordamos que es un tema central que no terminamos de resolver. Creo que en la clase política hay consenso en los títulos: que los chicos terminen la escuela secundaria, que mejoren. No hay tanto consenso en el método pero da la impresión de que estamos cerca, es un tema en el que hay consenso social y político.

Creo que es clave sacarlo de la competencia electoral. Hay que dar políticas de Estado y un área que se encargue de esto que persista gobierne quien gobierne. Si lo logramos, eso va a cambiar. Si hacemos una política muy fuerte y muy masiva, en los próximos 5 años podemos reducir a la mitad el problema que aqueja a los jóvenes en la Argentina.


GB

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