Cinco carteles y ninguna flor
(A propósito de la identificación de los restos de un matrimonio masacrado en la Mar del Plata del 78)
Por Carlos A. Bozzi
Abogado
Sobreviviente de “La Noche de las Corbatas”
En los años 70, el balneario “Luna Roja”, situado a unos pocos kilómetros de la ciudad de Mar del Plata, no era el más concurrido de la zona, pero sí uno de aquellos lugares imposibles de olvidar por la belleza del paisaje. Aún hoy, desde la altura de la ruta, se observa un pequeño curso de agua, bajando zigzagueante hacia la playa, mezclando el verde de la vegetación, con el amarillo de la arena y la espuma blanca depositada por las olas, a lo largo de la orilla. Cercano al famoso complejo Chapadmalal y a unos 20 minutos del centro de la ciudad, quienes escapaban de la multitud agolpada en los balnearios de “Punta Mogotes” y el “Alfar”, lo adoptaron como “el” lugar exótico de la costa.
Dionisio Emilio Ituarte, enfermero del Cuerpo Médico Regional de la Policía de la Provincia de Buenos, observaba atónito como el fuego consumía lentamente las instalaciones de la antigua Tienda “Los Gallegos”, un símbolo de aquella Mar del Plata de los años 60. Fue uno de los incendios más grandes, que se recuerdan en la historia de la ciudad.Carlos Ernesto Petry, médico legista-policial, también se encontraba en el lugar. Ambos escucharon un impresionante estampido similar, al sonido de un trueno. Media hora después, fueron convocados de urgencia, a lo que momentos antes había sido una pequeña casilla de ventas de comidas en el verano marplatense, situada a unos cien metros de la bajada del balneario “Luna Roja”. Eran poco más de la 1,30 horas del miércoles 2 de agosto de 1978.
Al llegar, se encontraron frente a una escena dantesca. A pesar de la oscuridad reinante,era posible observar restos humanos diseminados por el área. Entre el humo y los escombros de la destruida casilla, un enjambre de bomberos, policías, personal civil y miembros de las Fuerzas Armadas en ropas de combate,se movían revolviendo todo cuanto encontraban a su paso.
La noticia periodística de la época, explicaba:“.. Mar del Plata, Bs. As..El matutino “La Capital” informó en la víspera que cuatro elementos terroristas, aparentemente tres mujeres y un hombre, hallaron horrible muerte en un local abandonado de la zona balnearia ‘Luna Roja', donde los terroristas estaban preparando un artefacto explosivo de alto poder, el que imprevistamente explotó”.
Muchos años después, una sobreviviente de la Escuela Mecánica de la Armada, recordó que con motivo del hecho, el “Tigre” Acosta leyó esa noticia en voz alta. Intencionalmente comentó a los gritos: “...qué hijo de puta “Fibra”. Mirá lo que hizo”, a la vez que irónicamente explicaba a “sus” prisioneros los detalles del macabro operativo: se pretendía hacer creer a la población, que el hecho, había sido provocado, por los propios muertos.
Acosta, se refería a un integrante del Servicio de Informaciones Navales, trasladado por fines del año 1977 a Mar del Plata.En ese entonces, revestía el grado de Teniente de Navío y su nombre real, era Francisco Lucio Rioja. Su sola presencia sembraba el terror entre los prisioneros de la “ESMA” “...Era muy temido, terrible porque en las sesiones de tortura la descarga eléctrica era tan fuerte que se prendían y apagaban las luces del lugar…” afirmó Graciela Daleo, recordando el paso de “Fibra” por aquel Centro Clandestino de Detención.
La noticia periodística no solo,no reflejaba lo ocurrido,sino que también erraba en cuanto a la cantidad de víctimas. Las personas muertas eran cinco, cuatro NN femeninos y un NN masculino y así consta en las Actas de Ingreso de Cuerpos al Cementerio Parque de Mar del Plata, donde fueron sepultadas. Un cartelito en cada tumba, lucía la prueba “olvidada”: “NN-02-08-78”.
En octubre de 1982 “Madres, Abuelas y Familiares de Desaparecidos de Mar del Plata” impulsaron la causa judicial, caratulada “Frigerio Roberto y otros”, que tenía por objeto la investigación de sepulturas “NN” en el Cementerio Parque de Mar del Plata y en el Cementerio de Necochea, aunque luego se concentró específicamente en el primero. Inicialmente participaron abogados del Centro de Estudio Legales y Sociales (CELS) con la presencia de Alicia Oliveira y Octavio Karsen entre otros, haciéndose la presentación pública del caso. De la investigación realizada y al compulsarse la documentación existente en el Cementerio, surgió que algunas personas inhumadas como N.N., estaban identificadas con su propio nombre y apellido.
En forma inmediata intervino la justicia provincial, ordenando como medida cautelar, la prohibición de que unos 22 cuerpos “NN”, fueran echados al osario general, ampliándose posteriormente esa medida hacia muchos restos más, que con el correr de los años, paulatinamente fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense.
Uno de estos casos, se ventiló en el Juicio a las Juntas de Comandantes y fue el de Liliana Carmen Pereyra. La joven, secuestrada en Mar del Plata el 5 de octubre de 1977, fue posteriormente llevada a la “Esma”. Estaba embarazada y dio a luz por febrero del año siguiente en ese espantoso lugar. Traída nuevamente a la Base Naval de Mar del Plata y alojada en el sector de Buzos Tácticos, fue asesinada en julio de 1978, en la conocida “Barranca de los Lobos” de ciudad balnearia.
Sus restos, fueron identificados por el científico norteamericano Clyde Collins Snow, Antropólogo Forense, quién en dicho proceso, al declarar y demostrar que los restos que contenía la tumba en la cual lucía otro cartelito, con la leyenda: “NN- Pereyra, Liliana Carmen”, eran efectivamente los de la joven asesinada, sostuvo: “Ninguna víctima tiene un testigo mejor, que sus propios huesos”,creyó en esta inmensa tarea que desarrolla la antropología.
La actividad de la Fuerza de Tareas 6, (FUERTAR 6), asentada en la Base Naval de Mar del Plata, fue intensa durante el año 1978. Mas que intensa, debe decirse, cruel y salvaje. Ya a mediados de julio de ese año, habían aparecido en las mencionadas “Barrancas”, los cuerpos sin vida de María Cristina Garofoli, Ana María Tortti, Gerardo Adolfo Barone, Marta Noemí Yantorno, un “NN” masculino y el de la joven Pereyra, todos asesinados con armas de fuego, disparadas a corta distancia.
Y así se llega la identificación de estos dos últimos cuerpos, que resultaron ser Ricardo Alberto Tellez y su esposa, Antonia Margarita Fernández García. Él de profesión veterinario y ella, profesora de educación física. Habían sido secuestrados el 4 de mayo de 1978, de la Veterinaria “Ankar”, sita en la Avenida Luro al 6700 de la ciudad de Mar del Plata. Junto a los Tellez, también privaron de su libertad, a Liliana Mabel Venegas, médica veterinaria que trabajaba con el matrimonio hoy identificado.
La permanencia de Tellez y su esposa en la Base Naval se encuentra ampliamente probada, pues al anochecer de ese mismo día, los marinos secuestran a un empleado de la veterinaria, manteniéndolo cautivo en esa unidad militar, con el objeto de que, previo los apremios ilegales de rigor, les brinde detalles de la actividad política de los recientes secuestrados. Poco podía decir en ese momento tal empleado, pues hacia solo unos dos meses, que había ingresado a trabajar. Al liberarlo, le entregaron una nota manuscrita por el propio Tellez, en la cual este le pedía tranquilidad a su padre y sobre todo, abstenerse de toda denuncia, pues en breve sería liberado.
Los dichos de este testigo, años más tarde, precisamente en octubre del 2011, fundaron la sentencia contra Francisco Lucio Rioja, alias “Fibra”, dictada por el juez federal de Mar del Plata, Rodolfo Pradas, acusandolo de la privación ilegal de la libertad de Tellez, su esposa y varias personas más. El trámite esta en proceso de elevarse a Juicio Oral, aunque hoy, el antiguo Teniente de Fragata, se encuentra afectado de una grave enfermedad, por lo que resultará difícil que alcance a responder por sus acciones.
Acontecido el 1° de agosto de 1978, el atentado que le costara la vida a la hija del Almirante Lambruschini y dado que la organización “Montoneros” se hizo cargo del mismo, los marinos al día siguiente, “sacaron” cinco prisioneros de la Base Naval de Mar del Plata, los introdujeron en esa casilla de la playa “Luna Roja” y la volaron por los aires, con todas las personas adentro. Los prisioneros estaban acusados de colaborar con la mentada organización.
El trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense dio sus frutos en el año 2012, cuando se identificaron los restos de Lilia Mabel Venegas y de Elizabeth Irma Kennel, esta última secuestrada el 12 de julio de 1978, mientras viajaba de Tandil a Mar del Plata, como dos de las personas asesinadas en la Playa “Luna Roja”. Con el matrimonio Tellez, ya son cuatro las personas cuya identificación se logró,restando aún, la de un quinto cuerpo “NN”, de género femenino.
Más de treinta años, permanecieron aquellos cartelitos en el Cementerio Parque de Mar del Plata. También, más de treinta años, permanecieron esos cinco cuerpos en el mismo cementerio, en total silencio y sin ninguna flor, pero siendo víctimas y testigos a la vez de su propia muerte. Hoy están vivos, a la espera que la justicia determine no solo quién organizo la masacre, sino también quienes accionaron aquellos explosivos, que según las noticias de aquellos días, “manipulaban” los mismos muertos. Es seguro que la historia permitirá que asistan al juicio terrenal o al juicio eterno, de aquellos que fueron sus asesinos, porque en este mundo, todo al final, tiene su castigo.
[Carlos A. Bozzi es autor de Luna Roja, Los desaparecidos en las playas marplatenses]
GB
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