13/01/13 - 13:21
La fiesta kirchnerista por el recibimiento de la Fragata Libertad no fue tal para Luis Suárez, cantinero del buque escuela desde hace 28 años, que fue despedido de su trabajo por presiones oficiales. ¿Su pecado? Haber dado una nota a la señal de noticias TN contando lo que vivió en Ghana y haber deslizado críticas al manejo que el Gobierno hizo de la situación.En un diálogo en exclusiva con Clarín.com, Suárez mastica la bronca de haberse quedado sin trabajo. “Al concesionario de la cantina lo presionaron para que me sacara, pero yo nunca falté a la verdad, aunque mis palabras no hayan sido las más apropiadas para el Gobierno”, dijo.
“Esto es una humillación tremenda, hace 28 años que trabajo en el barco y me dieron un argumento infantil, me dijeron que por culpa de mis declaraciones a TN casi peligra la liberación de la Fragata”, relató Suárez, que quería guardar silencio hasta el lunes, pero al verse hoy en la tapa del diario Perfil se decidió a hablar con este portal.
En un reportaje con la señal de cable, el ahora ex cantinero había manifestado que las autoridades argentinas sabían que si se viajaba a Ghana se iba a correr el riesgo de que la Fragata fuera embargada. Ese era el rumor que se oía en el barco y que Suárez blanqueó en la señal de noticias. “Me van a cortar los pies y las manos por decir esto”, opinó en octubre, al regresar al país. No se equivocó.
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Por Pablo Javier Blanco
Después de 25 años en el buque escuela, fue despedido de su trabajo por presiones. “Me dijeron que por mi declaraciones casi peligra la liberación”, dijo.
Suárez participó en el acto de recibimiento del barco que tuvo a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner como principal oradora. Subió a la Fragata un día antes y ahí pudo palpar el cambio de humor para con su persona. “Me reciben mal, yo era mala palabra”, explicó.
Según dijo, su patrón recibió presiones para que él no saliera a cubierta, lo hicieron apagar el celular y le prohibieron hablar con los medios. “Tenían terror de que me tomara una cámara”, afirmó. Recién pudo salir a las 11 de la noche, cuando los funcionarios, los militantes K y la mayoría de los medios se habían ido y solo quedaban los familiares, esperando a los suyos después de tantos días de tensión.
Ahora Suárez analiza cómo seguir con su vida, ya sin la Fragata Libertad, su segunda casa durante los últimos 28 años. “Me quede sin nada”, se sinceró el hombre que había dicho que el embargo del buque había sido una puñalada en el corazón. Nunca imaginó que el regreso de la “Frali” iba a ser otra puñalada, esta vez por la espalda.
GB
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