Reunión cumbre Celac-UE. No están los
Estados Unidos ni Canadá
Sin el patrón del Norte
Entre ayer y hoy, Santiago de Chile es sede de la reunión de 42 representantes
de Estados, 23 latinoamericanos y caribeños y 19 europeos. En los ’90, pleno
liberalismo, la Unión Europea fue el mayor socio de esta región al quedarse con
áreas clave del Estado. Ahora, tal como señaló el uruguayo José Mujica, “el
principal cliente que tenemos ya no está en Occidente sino en Oriente”. La
referencia a la República Popular China requiere una aclaración: ellos exportan
productos industrializados y compran oleaginosas y minerales de la región. Los
líderes europeos, con Angela Merkel a la cabeza, pretenden poner en valor los
300 mil millones de euros anuales de inversiones e intercambio comercial entre
ambos continentes. La gran incógnita es si “Europa está de vuelta”, tal como
señaló Jean Marc Ayrault, primer ministro francés, para graficar una supuesta
mejoría del Viejo Continente. En paralelo funciona la Cumbre de los Pueblos,
especialmente opositora a Sebastián Piñera, quien se abrazó con su par español
Mariano Rajoy y le espetó una frase incongruente: “Bienvenido a un mundo mejor”.
Mañana, el mandatario derechista chileno le dará el bastón de mando de la Celac
nada menos que al presidente cubano Raúl Castro. Piñera recibe a Cristina
Fernández de Kirchner, quien reclamará que Chile no envíe veedores al plebiscito
de la corona británica que pretende perpetuar su ocupación de Malvinas.
La UE quiere una manito de América latina
Por Diego M. Vidal. Enviado especial, Santiago de Chile
internacional@miradasalsur.com
La cumbre de la Celac-UE reúne en Chile a 42 jefes y jefas de Estado de América
latina y la Unión Europea que debatirán, de igual a igual, sobre las relaciones
económicas, la interacción política y las oportunidades a desarrollar desde el
lanzamiento de la reunión en Caracas en 2011.
La I Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños con la Unión
Europea (Celac-UE) concluye hoy en Santiago de Chile, pero la disparidad de
objetivos de los gobiernos presentes puede opacar el brillo exultante de la
sonrisa con la que Sebastián Piñera encaró cada paso de este evento en el que
puso sus fichas (quizás las últimas) para levantar la alicaída imagen de su
gestión y todo acabe en un sencillo inventario de buenas intenciones.
Santiago de Chile amaneció en estos días con la eterna sombra de los Andes a sus
espaldas, y las jornadas habituales no se vieron alteradas por la cita que en
las afueras de la ciudad mantenían los 42 jefes y jefas de Estado de América
latina y Europa (23 de aquí, 19 de la UE). La calma sólo se vio alterada por los
operativos de seguridad (más de 5.000 efectivos de carabineros de custodia) que
cercaron la ciudad e hicieron casi imposible el tránsito por las principales
arterias. Sin embargo, esa tranquilidad casi provinciana, aderezada por
temperaturas primaverales, contrastó con la febril actividad desarrollada por
unas 2.500 personas, entre periodistas y delegados, que colmaban los 37.500
metros cuadrados del recinto de exposiciones Espacio Riesco, sede del encuentro
internacional.
En este marco, la visita oficial de destacadas figuras europeas, junto a las
declaraciones del comisario de Comercio de la UE, Karel de Gucht, quien ante un
auditorio empresarial aseguró que “la parte aguda de la crisis ha pasado” y del
primer ministro francés, Jean Marc Ayrault, enfatizando frente al mismo público
que “Europa está de vuelta”, dieron la sensación de que la UE vino a “venderse”
como títuló el diario madrileño Cinco Días. Y ratificó la certeza instalada en
los asistentes y medios que cubren la reunión Celac-UE, centrada en que la misma
tiene como fin escuchar los argumentos de los líderes europeos, que creen ver en
esta parte del globo el necesario auxilio para sus malheridas economías pero sin
salirse del recetario ortodoxo que desangra aún más sus finanzas y para eso
blanden como argumentación los más de 300 mil millones de euros anuales de
inversiones e intercambio comercial entre ambos continentes.
“Bienvenido a un mundo mejor”, fue la frase con la que Piñera recibió al
presidente español Mariano Rajoy, con quien lo une una afinidad ideológica
concreta. Especial trato les dispensó el gobernante chileno a sus colegas del
Viejo Mundo. Por eso, muchos de los vecinos regionales recelan de si Chile no se
convertirá en una cuña para favorecer los intereses de la eurozona. De los
latinoamericanos, sólo los presidentes de Argentina, Brasil y Cuba fueron
tratados de la misma manera. Raúl Castro, recibido con honores militares y un
efusivo Piñera, por estar enmarcado en una situación político-judicial de la
nación transandina y por tratarse del primer arribo a Chile de un presidente
cubano desde que Fidel fuera recibido por Salvador Allende en 1971.
Además de los temas económicos que priman en la cumbre, la interacción política
y la oportunidad del camino trazado desde el lanzamiento de la Celac en 2011 en
Caracas son el eje que se plantean los principales dirigentes de la región. Así
lo dejó en claro José Pepe Mujica cuando reseñó que “nos ha costado casi 70-80
años hacer una reunión sin que esté el patrón del norte y juntar a los pueblos
del Caribe”. “El gran obstáculo que tuvimos para un entendimiento en materia de
economía con Europa –señaló Mujica– era la mayor competitividad de la
agricultura nuestra frente a la europea. El principal cliente que tenemos ya no
está en Occidente sino en Oriente. El primer cliente de Brasil, de Argentina, de
nosotros, se llama la República Popular China. Entonces Europa no debe de temer
tanto que la vamos a avasallar con nuestra agricultura más eficiente”.
Piñera se mostró satisfecho ante las cámaras en cada acto que compartió con sus
visitantes internacionales, pero no pudo evitar que las sombras envolvieran lo
que pensó como una estrategia de reposicionamiento regional, perdido a manos de
otros gobernantes que suelen marcar la agenda suramericana. El papel de
componedor, amigable aún en las diferencias ideológicas y comprensivo ante los
aciagos tiempos que vive el Primer Mundo, se vio por momentos en un tembladeral
que comenzó en el interior de su propia alianza partidaria y sumó luego los
intereses propios de las naciones limítrofes.
El papelón que escenificaron los miembros de la Unión Democrática Independiente
(UDI) frente a la embajada cubana, a la que asistieron una veintena de
integrantes del partido pinochetista y arrojaron al jardín de la delegación
diplomática un sobre dirigido a Raúl Castro, encendió el alerta ante un posible
desmadre de las acciones de quienes reclaman a la isla la entrega de los
supuestos asesinos del senador Jaime Guzmán, integrantes de la extinta guerrilla
Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que podrían estar viviendo allí. Esto llevó
a que Sebastián Piñera anunciara públicamente la intención de interceder ante
Castro por el tema y así aplacar la furia desmedida de los seguidores del
fallecido dictador Augusto Pinochet. Al cierre de esta nota no hay indicios de
que esa gestión se haya realizado o diese algún fruto. Habrá que esperar hasta
mañana, lunes, cuando se lleve a cabo el traspaso de la presidencia pro témpore
de la Celac a Cuba por parte de Chile, aunque el contexto es de dudosa
conveniencia.
Malvinas y el frente común contra el accionar de los fondos buitre que Cristina
Fernández de Kichner trajo en las valijas tampoco agradaron a su par chileno,
pero nadie creyó que éste se atreviera a insinuarle a la presidenta argentina
que se abstuviera de plantearlos. La estrecha relación con Gran Bretaña y la
coincidencia con los capitales especulativos que la derecha criolla pueda tener
no son razones sólidas para que CFK atendiera el interés de su anfitrión.
La otra cuestión que empañó lo que el gobierno chileno descontaba como una
fiesta cosmopolita, implicó a tres soldados bolivianos capturados armados luego
de cruzar ilegalmente y sin explicación la frontera que comparten ambos países
en el altiplano andino. Este incidente se sumó al pedido de Evo Morales a los
representantes diplomáticos para que intercedan a favor de La Paz en el
histórico reclamo por los 120.000 kilómetros cuadrados y 400 kilómetros de costa
que perdiera en la Guerra del Pacífico y que se le demanda a Chile desde el
siglo XIX, lo que agrió el humor del presidente chileno que solamente se
recompone cuando departe con la canciller alemana Ángela Merkel, con Ollanta
Humala, con Rajoy o con François Hollande.
“Alianza para un desarrollo sustentable: promoviendo inversiones de calidad
social y ambiental” fue el pomposo título que encabezó este cónclave, del que el
futuro dará cuenta hasta dónde se cumplirá en tan heterogénea confluencia de
tendencias y posiciones. Hay quienes se atreven a apuntar como el prólogo del
fin de la razón de ser de la Organización de Estados Americanos y la maduración
de una nueva integración. Otros analistas ven como clave la esperanza europea
que cree hallar en América latina una nueva fuente de financiamiento de su
recuperación. Ambas visiones serían contradictorias si en pos de una se
sacrifican los logros soberanos alcanzados por la otra. Como sea, en el porvenir
más cercano todo puede seguir igual o peor, depende de que se cumplan los
acuerdos alcanzados y no acaben en simples papeles de compromiso.
Chile
y la marcha de la Cumbre de los Pueblos
Por Diego M. Vidal. Periodista
internacional@miradasalsur.com
Derechos Humanos y minería fueron algunos de los temas presentados por más de
400 organismos que coparon Santiago.
La Cumbre de los Pueblos, que sesiona hasta hoy en Santiago de Chile, se ha
convertido en cita obligada de aquellos partidos y movimientos que se oponen a
que el mundo siga tal como está. Por eso y en pos de señalar las alternativas al
statu quo vigente, se realizan en paralelo a los encuentros como el que también
se está llevando a cabo en la capital chilena, congregando a mandatarios de
América latina, el Caribe y Europa.
Unas 400 organizaciones de todo el globo llevaron sus planteos a los claustros
de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile. Derechos
humanos, pueblos originarios, minería o el auge del neoliberalismo fueron
algunos de los debates que encendieron a los participantes, sobre todo en temas
como el extractivismo minero-petrolero y la situación de los mapuches en la
Araucanía transandina, cuyas posiciones y consignas confluyeron el día viernes
en una marcha por las calles santiagueras para dar comienzo a las jornadas de la
contracumbre.
Más colorida y entusiasta que numerosa, al menos si se la compara con las
movilizaciones realizadas por los estudiantes
en los últimos dos años, la gente marchó por avenidas y peatonales céntricas,
voceando contra la Barrick Gold y otras multinacionales, pero haciendo centro en
el gobierno de Sebastián Piñera. Los transeúntes acompañaban con sus miradas el
paso de las columnas, algunos se sumaban, otros continuaban camino concentrados
más en cómo regresar a sus hogares al fin de la semana. También los carabineros
seguían de cerca y con celo a los manifestantes, fijando la mirada y frunciendo
el ceño a través sus viseras, con tanto rojo y tantas banderas cubanas o
venezolanas que pasaban por delante de ellos.
“Cada vez somos más los que sabemos qué es lo que queremos”, se mostró optimista
Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, mientras sostenía una
bandera por los derechos de los inmigrantes. “Que los grandes escuchen nuestras
propuestas”, dijo, expresando el anhelo que los une al referirse al encuentro de
gobernantes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la
Unión Europea (UE).
La movilización serpenteó hasta encajar en una arteria principal detrás de dos
jóvenes con remeras alusivas a Chávez quienes, junto al pabellón de su país, las
muestran decididamente a la hora de dirigir los cánticos. Cuando el cronista de
Miradas al Sur les preguntó si el comandante bolivariano era el más presente de
los ausentes entre quienes participan de la Celac-UE, se les encendió aún más el
espíritu revolucionario que mostraban: “Chávez ha sido el gran impulsor de
esto”, dijo Irana, la cara seria, el puño apretado, mientras su amiga observaba
la escena y asentía en silencio. “Como venezolanos, venimos a apoyar las luchas
reivindicatorias estudiantiles y de los trabajadores, para lograr la unidad de
todo el continente”, agregó, casi al mismo tiempo que hacía flamear la enseña
tricolor con ocho estrellas como reafirmando sus palabras.
Al llegar a la Plaza de Armas, en el centro histórico de la ciudad y muy cerca
del Palacio de La Moneda, comenzó a pintarse un heterogéneo paisaje en el que se
mezclaban militantes con artesanos, tarotistas, músicos y predicadores que
prometían milagros y vida eterna al pie del escenario donde se desarrollaría el
acto central. A unos metros, el locutor arengó a los presentes, mientras pedía
que nadie entrara en provocaciones ante la infantería apostada a una cuadra de
ahí. Un par de rubias nórdicas llamaban la atención de todos ante la evidecia
palmaria de su origen no latino. “Somos finlandesas”, aclaró Linda Savomen
mientras su compañera hacía mutis hacia atrás. Linda revoleó sus intensos ojos
azules ante la pregunta de qué hacía en ese lugar: “Vinimos porque nos interesa
y porque colaboramos con el Foro de Sao Paulo. Yo pertenezco al VAS (Vasemmistoliitto,
alianza de izquierda) y por lo tanto estoy en su representación”, explicó en un
español algo duro pero bien claro. “Ahora en Europa las cosas están muy mal, hay
crisis financiera, la gente pasa hambre, se suicida, entonces nosotros creemos
que es ésta una oportunidad muy importante para que nuestros pueblos y los de
Latinoamérica se unan para encontrar salidas comunes”, apuntó. Y, como remate,
reveló que está viviendo en Buenos Aires tras graduarse en la carrera de
Estudios Latinoamericanos. La entrevista se interrumpió bruscamente mientras una
multitud huía en desbandada mientras los “pacos”, como se conoce aquí a los
carabineros, arremetían con palos y bombas de aturdimiento, a la par que el
carro hidrante comenzaba a bañar literalmente a todos los que en ese instante se
encontraban escuchando a los trovadores y poetas, en paz.
En ese instante, regresó la imagen casi hundida en el recuerdo de los
acontecimientos de Seattle en el año 2001, durante la reunión de la Organización
Mundial de Comercio, que culminó en una feroz represión hacia la muchedumbre que
repudiaba el orden mundial y pedía cambios para que la vida fuera más digna.
Allí nació la primera de estas convocatorias globales para marcar la agenda de
los poderosos. Aquí, en Chile, la furia represiva rompió como un cristal la idea
de que lo vivido 9 años atrás había sido sólo una foto vieja y no la triste
realidad de que el cambio de época definitivamente no alcanzó a todos los países
en la región.
“La
tarea es mantener lo que se consiguió y profundizarlo”
Por Diego M. Vidal. Periodista
internacional@miradasalsur.com
Entrevista. Bárbara Figueroa. presidente de la CUT.
Si recordamos las anteriores, desde Seattle en 2001, esta cumbre se está dando
en un contexto especial de cambio de época en Latinoamérica.
–Hoy en día, Europa no sólo comienza a mirar las políticas de mercado de América
latina, sino que también nos observa como un proyecto posible, como una
alternativa real a las políticas neoliberales. Esta cumbre tiene una importancia
mayor, en momentos importantes de integración y con un compromiso de los países
hermanos para poder avanzar en conjunto también en materia sindical para que los
trabajadores tengan un legítimo reconocimiento y un piso sólido. También para
profundizar la democracia, no sólo en Chile, frente a las políticas de mercado
impuestas por el Fondo Monetario Internacional, por los capitales financieros,
por la banca. Además, tiene que tener como soporte la profundización de las
democracias, no sólo en el orden institucional sino también en el reconocimiento
de avanzar en conjunto con los movimientos sociales. Hay que mantener lo que
hemos avanzado en América latina, para ir profundizando y construyendo desde ahí
una gran política de mercado frente a las políticas neoliberales.
–En la Cumbre de la Celac–UE, ¿Europa viene a pedir dinero para salvar su
economía?
–No es casual que uno de los temas centrales que van a ser debatidos por los
jefes y jefas de Estado sea esta cuestión. Se basa en que, si queremos ser una
alternativa, no puede ser que el crecimiento y el desarrollo sean sólo en
función de los índices a que nos someten los acreedores en el marco de poder
sacarnos plata, sino también que sea un progreso de integración donde el
progreso y el desarrollo nos incluyan a todos y que no sólo quede en manos de
unos pocos, como ocurrió.
–Las principales víctimas de las políticas neoliberales fueron los trabajadores,
incluso el sindicalismo vio afectada su capacidad de movilización y reacción. En
Chile parece que el movimiento sindical quedó un poco relegado o en la
retaguardia frente a la lucha estudiantil. ¿Es tan así?
–Evidentemente hay aquí un proceso que sigue desarrollándose, profundizándose.
Tenemos que estar a la retaguardia, estamos cada uno a su tiempo y momento. A
nosotros todavía nos queda un proceso y un camino a recorrer respecto de nuestro
propio fortalecimiento. Sin derecho a huelga, sin derecho a negociación
colectiva, con un Código del Trabajo que tiene todas las garantías para los
empleadores, quedaron muy pocas herramientas para los trabajadores.
Evidentemente, en estas condiciones no es fácil romper con estas trabas. Estamos
en un proceso que no sólo se resuelve con políticas sociales, con derechos que
tienen que ser garantizados por el Estado, sino que también tenemos que
devolverle las herramientas al trabajador para que pueda negociar y, desde ahí,
poder generar una justa discusión de las riquezas y las ganancias. Esto es lo
que estamos levantando como bandera central. Creemos que llegó nuestro tiempo
para, al menos, paliar estas deudas que tenemos, con respecto al proceso de
movilización que se vive en Chile y donde ciertamente los trabajadores tenemos
que ser más activos. Estamos en este proceso, aquí nadie sobra, todos debemos
estar contenidos y trabajando.
–Piñera, al recibir al presidente español Mariano Rajoy, le dio la bienvenida
con la frase “bienvenido a un mundo mejor”. ¿Es Chile un modelo de mundo mejor?
–Chile desde hace rato quiere demostrar y dar señales. Desde este paradigma,
desde esta imposición de un modelo perverso que excluyó a tantas capas de la
sociedad, no podemos venir a sostener nada. Hay índices de empleo, hay cifras
históricas de desempleo, hay bajos salarios. Los índices macroeconómicos poco
dicen de la justicia social.
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