ENTRE EL ANTIPERONISMO SIN FUTURO Y EL PERONISMO REJUVENECIDO
Opera bufa
Daniel Scioli, Hugo Moyano, Roberto Lavagna y José de Mendiguren.
Imagen: Pablo Piovano & DyN.
Una oposición que se siente derrotada y presión mediática sobre la gran esperanza blanca bonaerense. Ni cacerolas, ni piquetes, ni saqueos, ni embargos, ni paros, ni el dólar clandestino perturban a un gobierno que mantiene el rumbo, para desesperación de quienes no entienden ni admiten aquello que hiere sus ojos. Agobiada confesión de un aspirante a guía espiritual, entre el antiperonismo sin futuro y el peronismo rejuvenecido. Con el reelecto Obama, el sueño de Luther King se vuelve pesadilla.
Por Horacio Verbitsky
El principal columnista político del diario de registro de la Argentina comía con uno de los más próximos colaboradores del gobernador de la Provincia de Buenos Aires en un restaurante con especialidad en pescados. Lejos del tono cool e irónico de sus columnas, hablaba con ademanes como un bufo italiano, y tan fuerte como para que se escuchara en las mesas vecinas. Está sola, completamente aislada, esto se acaba, no tiene sentido seguir allí, era su reiterativa línea de argumentación. Las respuestas del funcionario bonaerense, a quien el columnista ha mencionado como el mejor vocero de Daniel Scioli y “estratego de su metamorfosis”, encomiándolo por diferenciar entre peronismo y kirchnerismo, no se oían más allá de la mesa que ambos ocupaban, pero la actitud transmitía una gran familiaridad. Como todas las semanas, la cuestión es qué decidirá Scioli, cuya ruptura constituye la única esperanza de una oposición que se siente derrotada desde antes de comenzar el proceso electoral. Como dijo Bartolomé Mitre hace dos meses en un reportaje con la revista brasileña Veja, “no consigo visualizar otra opción que un sucesor de Cristina que venga de otra corriente peronista, un poco más abierta, más de centro”. Con alta intención de voto dentro del dispositivo kirchnerista, Scioli se derrumbaría si decidiera enfrentar a la presidente a la que jura lealtad tres veces por mes, cosa que ya le ocurrió en su esfera gremial a Hugo Moyano. Pero pertenecer a ese espacio implica condiciones que Scioli no parece inclinado a cumplir. Ese es su laberinto. El diálogo privado de aquella sobremesa reproduce el clima evidente en las manifestaciones públicas de otros actores políticos, cuyo grado de exasperación inició el año electoral 2013 en el mismo alto nivel con que terminó 2012. Los saqueos de fin de año no se repitieron, lo cual termina por desbaratar la interpretación de que su origen hayan sido las necesidades sociales insatisfechas, porque de otro modo habrían continuado. Las investigaciones judiciales en distintos lugares del país avalan la lectura oficial de movimientos organizados con propósitos políticos y en combinación con funcionarios. La suspensión del intendente de Bariloche, Omar Goye, quien será destituido de acuerdo con un engorroso procedimiento institucional que le da todas las garantías jurídicas y políticas de defenderse desmiente la idea de que la presidente ya ni controla a los intendentes propalada con insistencia por los mismos medios que desde hace demasiados años dan por terminado su ciclo. Ni las cacerolas, ni los piquetes, ni los saqueos, ni los embargos, ni la escalada del dólar clandestino perturban a un gobierno que no se distrae del rumbo fijado, para desesperación de quienes ni entienden ni admiten aquello que hiere sus ojos. El hijo del historiador José Luis Romero planteó con crudeza los dilemas de la oposición de la que habló en primera persona del plural. “No todo debe girar alrededor de Cristina” es el título de su agobiada confesión, donde reflexiona sobre “el antiperonismo sin futuro y el peronismo rejuvenecido” (La Nación, viernes 18).
GB
No hay comentarios:
Publicar un comentario