El baile de las alianzas
Por Alberto Dearriba
Macri busca aliados en la derecha peronista y en la radical para enfrentar las elecciones.
Las necesidades electorales de la oposición frente a los comicios legislativos de octubre, desataron en medio del estío una danza de posibles alianzas, mientras el gobierno procura elevar el consumo y el empleo para remedar de alguna manera las condiciones socioeconómicas que enmarcaron el aplastante triunfo de Cristina Fernández en 2011.
Los operadores oficialistas confían en que aún sin conseguir en el Parlamento los dos tercios requeridos constitucionalmente para habilitar una reforma constitucional, podrían instalar igualmente un clima político favorable a una nueva postulación presidencial si lograran cosechar alrededor del 40% de los votos.
En términos estrictamente parlamentarios, el Frente para la Victoria (FPV) afronta una elección más aliviada que la oposición, ya que en la cámara baja renueva las 38 magras bancas conseguidas en 2009, mientras que el antikirchnerismo arriesga 72. Pero en términos políticos, se juega la mismísima permanencia de su modelo.
Los partidos opositores intentan enterrar la pretensión de habilitar una reforma constitucional, pero además deben remar para no mermar sus representaciones parlamentarias y para mostrarse como fuerzas capaces de propiciar una alternancia de poder en 2015.
EL RELEVO. La Unión Cívica Radical (UCR) es quizá la fuerza más acuciada, ya que sus fracasos electorales la exponen a tironeos por derecha hacia el PRO y por izquierda hacia el Frente Amplio Progresista (FAP).
El ex candidato presidencial Ricardo Alfonsín intenta constituir una alianza con el FAP que lidera Hermes Binner, pero otros dirigentes de esa fuerza, como Gustavo Posse, Oscar Aguad y hasta Julio Cobos, se inclinan hacia la derecha macrista.
Los radicales tienen una situación complicada porque deben reponer 25 bancas de diputados para sostener su condición de segunda fuerza, lo cual representa el 66% de su bloque de la Cámara Baja. En cambio, el FAP es con el FPV la fuerza más aliviada en este sentido, ya que sólo renueva 8 de sus 22 disputados, lo cual significa un 34 por ciento de su bloque.
Por su parte, el PRO está más compelido aun que la UCR a realizar una buena elección porque arriesga ocho de sus once bancas en la Cámara Baja y porque debe demostrar que es capaz de transcender la Avenida General Paz. Para ello, Macri busca aliados distritales en la derecha radical y justicialista. Desesperado por constituir una pata peronista que supere la hasta ahora pálida figura del intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, el jefe de gobierno porteño desafió a otro postulante presidencial, el gobernador cordobés José Manuel de la Sota, a una interna abierta para constituir una fórmula conjunta en 2015. Pero el cordobés no quiere prefigurar aún el realineamiento de la derecha. En principio, el "cordobesismo" irá a la elección con candidatos propios que intentarán paliar las 14 bajas del Peronismo Federal.
Entre tanto, Macri rosquea con los radicales Oscar Aguad y Gustavo Posse, para armar un menú surtido para el votante conservador y antikirchenrista. Adornará además las boletas con nombres de deportistas, árbitros de fútbol y artistas de cualquier laya, con el objetivo de repetir el éxito de Miguel Del Sel en Santa Fe.
En medio de la animada danza de alianzas, aparecen el moderado diputado de la Coalición Cívica, Alfonso Prat Gay, bailando inesperadamente con la izquierdista Victoria Donda, porque teme que la fuerza de Elisa Carrió pierda su representación parlamentaria si marcha a la elección en soledad, como quiere la incorregible chaqueña que en su última postulación no llegó al 2 por ciento.
El principista Pino Solanas también apuesta todas sus fuerzas en la porfía, por lo cual no tuvo reparos en invitar al antes denostado Hugo Moyano, que está ocupado en armar una fuerza laborista, en una parodia de la experiencia de Lula en Brasil.
Sin candidato presdidencial, Francisco de Narváez no deja de cabecear hacia el costado del PRO, pero con las miras puestas en 2015 dice públicamente que la gran esperanza de un peronismo postcristinista es Daniel Scioli, pese a que el gobernador bonaerense no parece dispuesto a sacar los pies del plato antes de la elección, ni siquiera por la previsible rispidez que generará la confección de las listas de legisladores bonaerenses.
LA EXPERIENCIA. Por su parte, las jugadas electorales del gobierno no pasan de meros rumores. Como en anteriores oportunidades, las cabezas de las listas de los distritos estratégicos se mantienen en estricta reserva. Hay nombres cantados y otros deben conciliar las aspiraciones distritales con el objetivo nacional de la reelección. Pero la apuesta kirchnerista está en la gestión.
Los resultados de las elecciones de medio término suelen anticipar a las presidenciales posteriores, pero los comicios parlamentarios de 2009 quebraron esa regla. Néstor Kirchner cayó entonces en la provincia de Buenos Aires ante De Narváez, el gobierno perdió una veintena de bancas y la oposición ensoberbecida conformó el Grupo A, que complicó la gestión de Cristina. Por entonces, se llegó a hablar de un "fin de ciclo" kirchnerista.
Sin embargo, pocos tuvieron en cuenta que el FPV había resultado la fuerza más votada a nivel nacional con un 30% que fue logrado tras la disputa con el campo, que alejó a cierta clase media y en medio de la pavorosa crisis desatada en Estados Unidos, que frenó el crecimiento sostenido del PBI y deglutió puestos de empleo.
Si en ese marco adverso, el FPV retuvo un núcleo duro de 30%, la meta de sumar ahora al menos diez puntos más no parece imposible. Es cierto que en una elección parlamentaria los votantes son más proclives a sufragar por opciones opositoras y que la fotografía actual de la sociedad ya no es la del 54 por ciento. Pero tras aquella derrota de 2009, el kircherismo produjo medidas sociales trascendentes como la asignación universal para los chicos, alimentó el consumo interno, mejoró el nivel de empleo y cambió el humor político durante 2010, lo cual le permitió llegar a 2011 en inmejorables condiciones para la reelección presidencial. En suma, la fotografía ya no será la del 54%, pero tampoco tiene porqué ser necesariamente la del magro 30 por ciento.
Si bien la crisis internacional volvió a impactar negativamente la economía nacional el año pasado, hasta los gurúes de las calamidades estiman que 2013 será mejor que 2012 en términos de empleo y de consumo.
LA APUESTA. Las discusiones paritarias que se iniciaron con el 25% de aumento logrado por los docentes privados, revitalizarán los bolsillos populares, no sólo por el incremento salarial directo, sino también por la posible universalización del salario familiar y la esperada modificación del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias sobre los salarios, que comenzaría a operar en la segunda mitad del año. El gobierno estudia las propuestas de las centrales sindicales que apuntan a cubrir el costo fiscal que tendría la reducción del gravamen con un impuesto a la renta financiera. Que la crisis la paguen los bancos y los operadores financieros en lugar de los trabajadores, parece más congruente con el ideario kirchnerista y con el clima político necesario en un año electoral.
19/01/13 Tiempo Argentino
GB
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