domingo, 17 de diciembre de 2017

“ESTAMOS GRITANDO QUE NO” 15 diciembre, 2017 0 Derechos Humanos, Por Adolfo Pérez Esquivel, Osvaldo Bayer y Nora Cortiñas

En una publicación de La Garganta Poderosa, estos tres máximos referentes de los DDHH a nivel nacional y mundial, repudiaron la actuación de las fuerzas de seguridad conducidas por el Gobierno de Mauricio Macri, en las jornadas del 13 y 14 de diciembre de 2017.

“De manera absolutamente inconsulta, el gobierno presenta un modelo de reforma previsional que despierta el repudio popular y que, de aprobarse, sólo lograría reducir todavía más los ya reducidos haberes jubilatorios. ¡Deben dejar de atacar al pueblo! Pues mientras dicen que no causarán ‘ningún mal’, omiten un atropello político y represivo realmente grave, porque impulsan este ajuste injustificable para responder a los intereses de la deuda externa contraída, privilegiando el capital financiero sobre la vida humana.
Y sí, como jubilado estoy muy preocupado, sobre todo por aquellos que cobran la mínima, porque prácticamente ya no pueden sobrevivir. Quienes están de acuerdo con esta ley, ¿sabrán cuánto cuestan los medicamentos? Hoy, esos ingresos no alcanzan para nada, ni para pagar los remedios, ni para comprar el pan. ¿Cuánto puede aguantar una persona con esos gastos y 6 mil pesos mensuales? Ahí, justo ahí, quieren reducir los ‘costos’, ¿de verdad? Sinceramente, no hay manera de justificar esta hecatombe y, de ahí, la reacción de los movimientos sociales.
Ahora, entre todos, debemos hacerles entender a los gobernadores que no pueden ser cómplices de semejante aberración, porque se trata de una extorsión: si no votan a favor, no tendrán recursos para su provincia. Cual espada de Damocles, aceptás esta locura, o no vas a recibir los fondos… Pero aun así, me extraña mucho que cierta oposición peronista y algunos otros sectores se hayan aliado con el oficialismo en una maniobra tan burda, debilitando la oposición política a la vista de todo el mundo. Y demostrando una incoherencia inconcebible, cuando más calienta el sol.
Vamos, necesitamos mantenernos unidos y buscar los consensos para evitar otra ley contraria a los intereses del pueblo.
Hoy más que nunca, debemos resistir.
Y mañana también”.
ADOLFO PÉREZ ESQUIVEL.


“Siempre, siempre, siempre se han aprovechado de quienes, aparentemente, son los más débiles, pero esto ya es demasiado, una barbaridad que no podemos permitir. A todos ustedes como a todos nosotros, a los jóvenes y a los jubilados, la realidad nos exige salir a la calle, porque no queda otra. Y porque si han logrado confundir a varios sectores de la sociedad, debemos ser capaces de hacerles comprender que no podemos aceptar esta reforma previsional, o este ajuste criminal, de ninguna manera.
A mí me perjudica personalmente, al igual que a muchísimos amigos o compañeros de generación. Me afecta, claro que me afecta, como si sacaran vida del rocío, porque buscan arrebatarnos a los jubilados lo poco que nos han dado, lo poco que nos han reconocido. ¿Y a los ricos también? No, en absoluto. A ellos, no se los puede tocar.
¿Qué nos queda entonces? Movilizarnos. La marcha de ayer no sólo fue importante, fue una victoria, pero ahora es imprescindible demostrar que somos un montón quienes estamos en contra, ¡no sólo jubilados! La unión de los trabajadores registrados y los laburantes de la economía popular, los estudiantes y los docentes, las villas y los barrios, los progresistas y los anarquistas, todos y todas, sosteniendo esa unidad que materializamos ayer, tenemos la fuerza necesaria para torcer y volver a torcer la balanza, tantas veces como haga falta…
Por lo demás, ustedes, diputados, deben percibir este descontento, deben escuchar este grito y deben frenar este recorte, ¡urgente!
Hay que dejar de jugar con la gente”.
OSVALDO BAYER.


“A fuerza de lucha, sólo a fuerza de lucha, los jubilados hemos alcanzado algunos logros importantes a lo largo del tiempo y una mayor estabilidad, pero nunca dejamos de cobrar una miseria, nunca. Y todas esas hermosas promesas del 82% móvil suenan muy lindas, pero jamás las cumplió ningún gobierno. Todas las personas que trabajamos durante décadas nos merecemos descansar tranquilas los últimos años de nuestras vidas, cobrando una jubilación digna. Y hoy, no sólo están desconociendo ese derecho, sino que están apuntando en el sentido contrario, de frente a nosotros. ¿Cómo puede ser tan difícil de entender? Me da mucha pena que toda esa lucha histórica sea despreciada o desoída con tanta indiferencia, porque realmente… ¡Es increíble estar discutiendo otra baja!
Nuestra sobrevivencia está cada día más difícil y, si aprueban esa ley rodeada de gases, agravarán esta situación. ¿Pero saben que creo? No creo, siento que se trata del odio profundo hacia al pueblo, que resulta muy lamentable. Pero también muy peligroso. ¿A dónde vamos a parar? Hay que hacerles notar cuán equivocados están para que puedan recapacitar de inmediato, aunque dudo que sea posible, porque su staff está conformado por muchos hombres y mujeres que apoyaron el Terrorismo de Estado.
No se imaginan cuánto me duele decirlo,
pero siento que rebobinamos 40 años de lucha.
¿Y ahora? Y ahora, ¡que nadie baje los brazos! Porque todo esto nos puede preocupar, pero de ninguna manera nos puede deprimir. Día a día, debemos intensificar nuestra presencia en las calles, hasta que comprendan la verdadera necesidad y urgencia. De lo contrario, seríamos pobres esclavos subyugados a un gobierno antipopular. Y por eso, a mis jubilados, les pido que no decaigan, pero al pueblo entero le pido que se mantenga como ayer, unido y de pie.
Haremos todas las marchas que debamos hacer, por todos esos sueños que nos debemos.
Y no tengan dudas, ¡venceremos!”.
NORITA CORTIÑAS.


CHICOS Y VIEJOS, TAPONES SISTÉMICOS 15 diciembre, 2017 0 Crónica, Por Silvana Melo

(APe).- Una ley que modifica la transferencia de ingresos hacia los viejos y los niños sólo se impone con gases, castigo, amenazas, presiones y golpes a diputados, represión directa y decretos de necesidad y urgencia. Pero también se aplica, como una inyección en la nalga institucional, con complicidad, acuerdos horribles, sindicatos que transan y organismos internacionales que aprietan el cuello de un país que languidece en la caliente iniquidad de diciembre.
La imagen del fotógrafo Pablo Piovano –el mismo que hizo viajar en blanco y negro a las víctimas envenenadas del extractivismo- con catorce disparos en el cuerpo, sangrante e insistiendo con su cámara pertinaz, es lo más parecido a un símbolo. Las fuerzas de inseguridad han profundizado, en los últimos tiempos, su trabajo original para el que las formó el Estado: la aniquilación de cualquier chispa de rebeldía ante lo establecido. Que está establecido por millones de votos, acunado por los poderes económicos y por los propietarios de la tierra y el cielo, impulsado por los peores gajos de la mandarina social, sostenido por todas las fuerzas represivas, aquellas que hace cuatro años no más se reivindicaban trabajadores y buscaban sindicalizarse para gestionar, entre otras cosas, que no haya huellas de los enfrentamientos por la espalda con armas de grueso calibre. Como las gomeras de Villa Mascardi.
Pero las nueve horas de represión fueron ayer, acá. En el corazón republicano. Donde discuten los representantes. O al menos los que se arrogan representaciones discutibles. Muchos que finalmente representan a las antípodas de lo que fue el sujeto de su discurso. Pero insisten con la mentira descarada de que un “ahorro” de cien mil millones a costa del ingreso de los niños y los viejos no afectará la cifra de los haberes. No hay camino posible para demostrar que la reforma previsional puede beneficiar a sus destinatarios. Pero contaban con que los extremos más vulnerables de la vida tienen escaso poder de daño callejero. No tienen sindicatos, les duelen los huesos para movilizarse, se les antoja chocolate, no ven bien, quieren hacer pis en medio del gaseo.

Seis millones y medio de niños pobres no salen a la calle. Cuatro millones de jubilados que intentan vivir con siete mil pesos no soportan el sol de diciembre en el pavimento ni los gases de la policía.
Es ahí, entonces, donde hay que tocar. Porque el déficit fiscal, porque el agujero a tapar, porque se necesita racionalidad, porque el mundo pide previsibilidad. Entonces se utiliza la palabra ahorro como antes se aplicó gasto. Se ahorra en personas como antes se gastó en personas. Viejos y chicos. Se presiona, se amenaza, se aprieta con la supervivencia de las provincias. Los gobernadores suelen responder a los fondos más que a convicciones que se van con las inundaciones y los vendabales. Entonces acuerdan por dinero y por los limones que Tucumán le vende a Coca Cola para fabricar las bebidas azucaradas que detonan en los niños la obesidad y la diabetes.
La economía macro se devora a las personas. Especialmente si son débiles, frágiles, se enferman, no producen y generan gasto constante. Con ellas se suelen tapar los agujeros. Fiscales, políticos, publicitarios. No tienen cara ni historias ni huesos ni sangre. Son tapones sociales.
Para que el engranaje funcione hay que aceitarlo con miedo, con parálisis, con terror. Con miles de gendarmes lejos de las fronteras y puestos a castigar y a matar cuando es necesario. Como en el sur, lejos del corazón de la patria, donde nadie ve y se puede mentir alegremente. Pero acá está todo: las cámaras, los espejos, los celulares, el centro del mundo, la OMC, el G 20, el kiosco del FMI, el ombligo del sistema. Todo en la más aterradora de las vidrieras. Federales con el beneficio de la duda, disparándoles a fotógrafos a medio metro, golpeando con alevosía legitimada políticamente (Eduardo Amadeo considerando “perfecto” el gas en el rostro de una diputada), gaseando a cualquiera, disparando a cualquiera, ciegamente, de cacería por el Congreso, donde habitualmente duermen familias atrapadas por la intemperie, donde se mueven oxidadas y cansinas las instituciones.
La cacería y el horror. Para evitar que la asignación por hijo (1.412 pesos) aumente desaforadamente cada seis meses. Para evitar que la jubilación mínima (7.246 pesos) suba alocadamente en una fiesta de gasto público y jubilados a Aruba.
Entonces un decreto, la bala de plata para la república. O reforzar el apriete. O armar quorum con diputados ilegales. O vigilar y castigar, adentro y afuera.
La presión de la vidriera irrespetuosa, de los fotógrafos, de algunos cronistas, de la militancia y de la gente anónima terminó levantando una sesión insostenible. Pero no es una victoria: es apenas una tregua.
Cien mil millones que son un vuelto en las retenciones a los supermineros o a los superpools sojeros o a las supercompañías que extraen el oro y los pulmones de una tierra agotada. Pero ellos tienen con qué apretar. Porque ellos son el poder.
Los viejos y los chicos son el descarte sistémico. Los tapones para cubrir el déficit de la historia.

EL SABLAZO 16 diciembre, 2017 0 Panorama político, Por Luis Bruschtein Imagen: Leandro Teysseire

Dicen que la economía estallará si no aplican el sablazo a las jubilaciones. Pero podrían aumentar las retenciones, aplicar un impuesto a las operaciones financieras, o un tributo a las empresas mineras o a los artículos suntuarios o una escala de impuesto a las altas ganancias similar a la de los países nórdicos o aumentar los salarios para que aumente la demanda y el consumo y crezca la recaudación.


Pero no pueden sacarle a los ricos porque el credo neoliberal dice que si les sacan, los ricos se enojan, entonces no invierten y se llevan la plata a otra parte. Es la palabra santa que aplica el macrismo desde hace dos años y no solamente no produjo ninguna lluvia de inversiones, sino que aunque los más ricos están más contentos porque ganan mucha plata, se la llevan toda afuera. El gran dato de la macroeconomía es que les sacaron impuestos, les dieron grandes beneficios y a pesar de todos esos privilegios otorgados a los ricos, el macrismo consiguió cifras récord en la fuga de capitales, alrededor de 50 mil millones de dólares en dos años, más o menos la misma cantidad en que Mauricio Macri endeudó a ritmo vertiginoso al país.
Para los que se llevan esa plata y los que hacen negocio con esa deuda, el país es una fiesta aunque las cuentas no cierren y el gobierno diga con razón que la economía está a punto de estallar. Pero en vez de apuntar a los que se la están llevando en pala, despoja a los más vulnerables y desprotegidos, los jubilados, los niños pobres, los pensionados y los discapacitados. Parecen burgueses de la Propaganda Roja. Un cuento de terror para pibes. Autocachetazo, perdón por las disgresiones, no es un cuento de terror, es el neoliberalismo, estúpido.
Eso fue el trasfondo de las manifestaciones de la semana. La protesta ha sido legítima defensa frente a un gobierno de empresarios dispuestos a saquear el bolsillo de los trabajadores. Ni Carlos Marx imaginó una realidad tan esquemática prácticamente sin intermediaciones políticas, jurídicas ni mediáticas. De un lado las grandes empresas en el gobierno con las corporaciones de medios y gran parte del Poder Judicial, y del otro los trabajadores en la calle. Es una situación explosiva. El malestar de los dirigentes de la CGT por la escasa intervención de la política en ese debate proviene de la experiencia. Los trabajadores en la calle cambian la lógica de cualquier negociación. Un gobierno dispuesto a reprimir a rajatabla aumenta la presión y enfatiza ese rumbo que puede llegar a un punto sin retorno. Fue el 17 de Octubre, fue el frigorífico Lisandro de la Torre, fue el Cordobazo, fue el 19-20 de diciembre de 2001.
El país no está en esa situación, pero escenarios como el de esta semana vertebrados por el intento de usar los fondos de los jubilados como variable de ajuste apuntan en esa dirección.
Así fue el jueves: los trabajadores en la calle cambiaron la lógica de una negociación, que más que nada hasta ese momento había sido de extorsión y concesiones. Aprietes de la Rosada a los gobernadores y diputados, con amenazas de desfinanciamiento de las provincias y carpetazos. Resignaciones y votos forzados. Así salió el proyecto sin pena ni gloria del Senado. El jueves el clima cambió y causó la primera derrota a un gobierno que se había agrandado después de las elecciones de medio término. No consiguió el quórum en Diputados y tampoco pudo sacar la reforma por DNU.
El saldo de ese poder desplegado por los trabajadores en la calle en legítima defensa provocó cambios en la decisión de algunos diputados comprometidos con los gobernadores, generó divisiones en el oficialismo y provocó la unidad en los hechos del sector mayoritario de la oposición expresado en los diferentes bloques peronistas y algunos de sus aliados progresistas.
El oficialismo está en apuros porque Macri está obsesionado con fondearse con los jubilados, pensionados y beneficiarios de la AUH. Ni se plantea sacar fondos de otro sector. Y además el martes tiene un vencimiento de Lebacs por 350 mil millones de pesos que equivalen casi a la mitad de la base monetaria. Es el vértigo de la bicicleta financiera. Todo el esquema revienta si no consiguen que la mayoría de los tenedores renueve. Lo que tengan que pagar, deberán hacerlo con la maquinita de fabricar billetes que puede mandar la inflación a las nubes. La especulación es muy sensible a los climas políticos y sociales. Y una derrota del gobierno por la movilización de los trabajadores como sucedió el jueves produce inquietud en el corazón del especulador que es su bolsillo.
Descartado el decreto de necesidad y urgencia hay coincidencia en la oposición de que el gobierno tratará de conseguir la aprobación en Diputados el lunes a la tarde. Macri no quiere que el debate se produzca el martes o el miércoles (19 y 20) con movilización y represión en la calle como fue el jueves. Pero más que nada como fue en 2001, una fecha que trae malos recuerdos a los radicales de Cambiemos y funestos augurios para el macrismo.
Pero quiere llegar al lunes con los gobernadores contra la pared. Ya está armado el equipo del oficialismo: el ministro del Interior, Rogelio Frigerio; su par de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana. Los convocados fueron los gobernadores Domingo Peppo (Chaco), Omar Gutiérrez (Neuquén), Juan Manuel Urtubey (Salta) y Rosana Bertone (Tierra del Fuego). El plan de extorsión es obscenamente público: el saqueo de las jubilaciones a cambio de más dinero para sus distritos.
El neoliberalismo dice que el capital se enoja cuando no le dan lo que reclama. Es una regla que corre para todo el mundo. Los jubilados también se enojan. Los trabajadores también. La reforma previsional ya perdió en la disputa cultural. Fue criticada incluso desde los medios oficialistas que huelen la sangre en el terreno de la opinión pública. El gobierno tiene un déficit altísimo. Pero no quiere la plata de los jubilados para “reducir el gasto” sino para hacer política con los gobernadores y fundamentalmente con la gobernadora de la provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal y con el gobierno de la ciudad de Buenos Aires que son los más beneficiados en el reparto. La única austeridad que se reclama, es la de los jubilados, de los pensionados, de los niños pobres y de los discapacitados que están pensionados. No es cierto que el gobierno no tiene alternativa. Si revienta la economía será por muchas otros fracasos de un gobierno al que después de dos años le siguen dando mal prácticamente todos los índices macro.
La opinión pública no es un bloque homogéneo, siempre está dividida. Pero se instaló en la sociedad que la reforma implica una reducción de las ganancias de los jubilados, lo cual es cierto. Es una derrota fuerte en la disputa por los sentidos. Es difícil que un bono como el que proponen para maquillar la aplicación de la reforma altere el clima de malestar general con el proyecto del gobierno. Aun cuando consiga aprobarlo, será con el rechazo mayoritario de la sociedad. Tendrá un costo, debilitará sus adhesiones, irá perdiendo esa coraza de impunidad que le permitía asumir decisiones impopulares sin costo político.
La oposición vislumbró que a este gobierno también le entran las balas y que puede ser derrotado. La movilización de los trabajadores, de los movimientos sociales, incluyendo al movimiento de derechos humanos y a los estudiantes tuvo ese efecto. La represión cimentó esa convicción. El gobierno conservador se basa en el control, apunta a la desaparición de espacios críticos que no controla y a medida que lo consigue, abre la crítica en los espacios que controla. Concibe el diálogo como una herramienta de control y no de consenso. Esa política de control se repite en la justicia, donde ya está planteando una reforma de la Magistratura para garantizarse el control más allá de sus altibajos electorales. Y de la misma forma plantea su control de la calle. No convoca a sus simpatizantes sino que satura las calles de fuerzas represivas.
Diciembre es un mes difícil en Argentina. Para muchos las escenas del jueves trajeron recuerdos, no tan lejanos, del 2001. Para los jóvenes que se incorporaron a la política en los años del kirchnerismo, el despliegue de la violencia represiva fue una amarga novedad. Pero es la realidad que deberán afrontar de aquí en adelante.
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¡SE TERMINÓ! 17 diciembre, 2017 0 Panorama político, Por Rafael Klejzer y Laura Bitto *

El anuncio de las reformas laboral, previsional y tributaria, en el marco de las negociaciones de la OMC, puso en evidencia la cara más salvaje del ajuste de Cambiemos y su intención de aplicar el modelo neoliberal de nuevo tipo acorde al reparto del mundo actual.
En el mundo reina la acumulación, la desigualdad, las crisis económicas, la riqueza apilada en muy pocas manos, las élites económicas y financieras se fortalecen mientras las democracias se debilitan y se ponen al servicio de las decisiones de los organismos internacionales tanto a nivel nacional como global. El FMI, el Banco Mundial, el Banco Central Europeo pretenden dictar las políticas públicas de los países en los que tienen influencia y sobre los que ejercen su poder, esperando colocar las piezas del rompecabezas mundial siempre a su favor en el tablero de la geopolítica actual. Menoscaban la soberanía y la autodeterminación de las naciones y de los pueblos, empujándonos a perder la capacidad de decidir nuestras políticas económicas y sociales. Nos arrebatan nuestros bienes comunes y someten a nuestro país a los intereses internacionales.
Se acabaron las sonrisas y las guirnaldas de colores, cambiaron los globos amarillos por los cascos verdes de gendarmería. Se esfumaron las promesas de campaña: ya nadie habla de Pobreza Cero en los pasillos de la Casa Rosada. Se profundiza el proyecto de endeudamiento externo, la concentración de la riqueza en pocas manos y ajuste al pueblo.
Pero de este lado de las vallas estamos dispuestos como pueblo a defender nuestros derechos.
El tratamiento de las “reformas” sin duda encontró resistencias. Desde la CTEP y los Movimientos Populares protagonizamos la increíble jornada de lucha del 13D, a partir de la cual, luego de la represión en Congreso, la CGT se vio forzada a convocar a la concentración del 14D en Plaza de los Dos Congresos. Pero cuando llegamos, nos encontramos con un Congreso sitiado por la Gendarmería. Mientras esperaban quórum para sesionar; el pueblo, los movimientos, sindicatos y organizaciones políticas nos concentramos para repudiar las medidas de ajuste que este gobierno espera imponer.
Desde las doce del mediodía hasta las cinco de la tarde vivimos una jornada de lucha histórica en la que la determinación popular se impuso ante el tratamiento de leyes de hambre. Las fuerzas represivas no dejaron de tirar gases durante las cinco horas y la concentración, lejos de dispersarse, se fortalecía. Cuando llegó la noticia del levantamiento de la sesión, la alegría fue inmensa. Una nueva victoria popular. Alrededor de las 19 horas informan a través de los medios masivos que sacarían las leyes por decreto. Con las balas disparadas por gendarmes y reformas antipopulares que amenazan imponer hasta por decreto ¿de qué democracia estamos hablando?
¿Este es el país que soñaron y por el que trabajaron nuestros jubilados y jubiladas? ¿Qué tipo de democracia le estamos mostrando a nuestros niños, niñas y jóvenes? ¿Qué modelo de país está queriendo construir este gobierno?

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Algunas imágenes de la represión en los alrededores del Congreso

De implementar lo que pretenden, el año que viene cada jubilado perdería siete mil quinientos pesos aproximadamente de su ingreso actual. Una vergüenza. Pero qué hay detrás de todo esto, el gobierno va por la liquidación del Fondo de Sustentabilidad de la Anses, que tiene acumulados sesenta mil millones de dólares, ese es el verdadero botín. Por otra parte, el 19 de Diciembre, debe enfrentar un nuevo vencimiento de Lebac y “el mercado” le exigió a Macri la aprobación de la Ley antes del martes.
Queda claro que la prioridad de este gobierno es defender los intereses de los bancos y las empresas acreedoras en detrimento del empleo, la producción y los beneficios sociales de nuestro pueblo.
El descontento sobre estas reformas no está expresado tan sólo por quienes nos movilizamos, sino por una mayoría popular que le dice a este gobierno “pará la mano”, esto se manifestó con claridad a partir de la solidaridad que se vivió en las calles laterales al Congreso, cantidad de vecinos y vecinas en las puertas de sus casas con agua, vinagre, limón y brindando ayuda a quienes se alejaban de la feroz represión desencadenada. “Yo no los voté para esto” decían mientras ayudaban.
Este ajuste se frena con el pueblo en la calle, unidad y más unidad, un programa que ponga en pie otra Argentina posible y la articulación de todos los sectores para plantear una oposición firme, clara y con la intransigencia que necesita hoy nuestro país.
* Rafael Klejzer es secretario general de la CTEP Seccional Capital y Laura Bitto, referente del MP La Dignidad.

LA HORA DE LOS PALOS 17 diciembre, 2017 0 Panorama político, Por Claudio Scaletta





Imagen: Leandro Teysseire
La Alianza Cambiemos conduce a la economía a una crisis de proporciones. No es una predicción agorera desde la oposición, sino lo que sugiere el análisis de las variables macroeconómicas fundamentales. Desde el minuto cero la actual administración empeoró aceleradamente todos los indicadores que importan. En el balance de los primeros dos años el crecimiento del PIB fue nulo. A pesar de ello, el déficit comercial es récord, el rojo de la cuenta corriente se volvió más que persistente y se desfinanció al erario vía la poda de tributos y aranceles a los más ricos. En pocas palabras, antes que reparar la presunta pesada herencia se profundizaron los déficits externo e interno. En la vida cotidiana esto se tradujo en la disparada del desempleo y en el agravamiento de las condiciones de vida de los más vulnerables, con la indigencia creciendo más rápido que la pobreza, un crudo reflejo del comportamiento del mercado de trabajo. Con la excepción de las finanzas, que gracias a las políticas del BCRA viven una verdadera fiesta, y del avance eleccionario de la construcción en 2017 respecto de 2016, no existen sectores de la economía real que en los dos años muestren resultados productivos positivos. Ni siquiera en las áreas que a priori se suponía más beneficiadas, como por ejemplo la energética, cuyo déficit externo no deja de crecer y amenaza convertirse en el talón de Aquiles de cualquier futuro proceso de crecimiento.
Si se excluye la presunción de que la Alianza gobernante es apenas una comunidad de negocios, lo que se observa en sus propios términos es un fracaso en la predicción económica y social. Luego de tomar deuda por más de 100 mil millones de dólares la economía agravó su dependencia con la entrada de capitales. Aunque los funcionarios insisten en que existe un amplísimo margen para continuar endeudándose, lo cierto es que el peso de los servicios de la deuda en el Presupuesto –el dato que realmente importa, no la relación deuda/PIB– amenaza con espiralizarse y es la fuente principal de las reformas que se impulsan.
En materia de deuda se aplican las viejas recetas del FMI, pero sin gritarlas, como sucede con el carácter neoliberal del conjunto de la política económica. El procedimiento ya no es como en los ‘90, con las enojosas misiones reclamantes del Fondo seguidas minuto a minuto por la prensa, sino que las reformas se ejecutan por fuera de los programas tradicionales de desembolsos contra condicionalidades. La idea es que los mercados financieros adviertan que el país es un alumno modelo sin que se lo impongan, una suerte de sumisión voluntaria y por adelantado. Como lo reconoció el propio Mauricio Macri, la actual administración conoce bien su alta dependencia con las finanzas globales y trabaja para que el flujo de préstamos en divisas no se corte. La respuesta–muletilla es la imperiosa necesidad de reducir el déficit fiscal.
Frente a este panorama y a casi dos años de nuevas elecciones el gobierno abandonó la prioridad que asignaba al gradualismo y decidió avanzar lo más rápido posible en medidas de ajuste clásico. Con la tríada de reformas correlacionadas en las áreas previsional, impositiva y laboral, la Alianza gobernante entró en una nueva fase. Pero como ocurre desde diciembre de 2015, las reformas siempre son más intensas de lo que se esperaba y reconocía. Luego de la marketinera “reparación histórica” a los jubilados y el ocultamiento de los números sobre el funcionamiento del Fondo de Garantías de Sustentabilidad de la Anses, que ya entró en déficit, nadie imaginó que se intentaría una poda de casi 120 mil millones de pesos sobre los ingresos de los trabajadores pasivos o que se desfinanciaría a la Anses quitándole el porcentaje de 20 puntos que ingresa desde Ganancias. Tampoco que la reforma laboral incluiría la lisa y llana eliminación de aportes patronales para los salarios más bajos, un verdadero circulo vicioso en materia de desfinanciamiento previsional y una transferencia hacia las empresas. La revancha de Cambiemos no es sólo judicial contra la oposición, sino del capital contra los trabajadores.

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Algunas imágenes de la represión en los alrededores del Congreso

Como en la economía, en el campo social las cosas tampoco salieron de acuerdo a lo previsto. Todavía bajo la resaca del triunfo electoral de octubre, y con el trasfondo de la relativa indolencia mayoritaria frente a los asesinados en la Patagonia, el gobierno creyó que la capacidad de resistencia que caracterizó a la sociedad argentina en determinados momentos históricos había desaparecido. Siguiendo los impulsos que siempre acompañan a los gobiernos neoliberales, Cambiemos eligió entonces profundizar la represión dura de la protesta. Frente a los reclamos por el proyecto de ley que habilita la poda a las jubilaciones, el resultado fueron dos jornadas bochornosas que quedarán para siempre en los anales de la actual administración, con nuevas detenciones al voleo y jubilados, trabajadores de prensa y legisladores golpeados y gaseados. La brutalidad del aparato represivo se consolida así como parte indisoluble de la marca Cambiemos. Si bien con ello satisface la voluntad de buena parte de su electorado, esa que siempre pidió palos para las protestas de los más pobres, todavía no está claro cuál será la reacción mayoritaria frente a la profundización de la represión.
El panorama de mediano plazo no parece sencillo. El traspié con la reforma previsional puede haber sido una consecuencia del apuro y la falta de timing político. Pero el oficialismo volverá a la carga. No le faltan recursos y ya cuenta con el beneplácito de la mayoría de los gobernadores “peronistas”. Como ya sucedió en el pasado, por ejemplo en materia tarifaria, puede esperarse que frente al traspié retroceda un paso para luego avanzar dos. La vía de escape sería un bono de compensación para las jubilaciones más bajas. No obstante las jornadas del 13 y 14 de diciembre podrían constituir, aun es pronto para afirmarlo, un punto de inflexión en la resistencia social al neoliberalismo.

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sábado, 16 de diciembre de 2017

BESTIAS DE CAMBIEMOS

Juan Amorín
7 hBuenos Aires
A Ariel Serrano, el jueves, durante la marcha contra el ajuste a los jubilados en el Congreso, le cayó del cielo una granada de gas lacrimógeno que le partió un hueso de la cabeza.
El lunes lo van a operar de urgencia en un hospital público porque no tiene trabajo, mientras nadie del ministerio de Seguridad se hace cargo.
Por favor, tomate unos minutos para escuchar su testimonio en Crónica Anunciada y si querés, tomate la libertad de difundirlo. Ni tiraba piedras, ni prendía fuego tachos, ni saqueaba locales. Estaba ejerciendo su derecho a manifestarse pacíficamente.
Pero por sobre todas las cosas, nos guste el partido político que nos guste, por favor no naturalicemos esto.
Porque el lunes, a Ariel le van a estar abriendo la cabeza en un quirófano mientras, en el Congreso, los responsables van a estar aprobando con total impunidad que nuestros abuelos sean más pobres todavía.
El ajuste sobre las jubilaciones y la seguridad social que procura imponer el Gobierno representa un ahorro fiscal de 100 mil millones de pesos el próximo año.…
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