Juan Amorín
A Ariel Serrano, el jueves, durante la marcha contra el ajuste a los jubilados en el Congreso, le cayó del cielo una granada de gas lacrimógeno que le partió un hueso de la cabeza.
El lunes lo van a operar de urgencia en un hospital público porque no tiene trabajo, mientras nadie del ministerio de Seguridad se hace cargo.
Por favor, tomate unos minutos para escuchar su testimonio en Crónica Anunciada y si querés, tomate la libertad de difundirlo. Ni tiraba piedras, ni prendía fuego tachos, ni saqueaba locales. Estaba ejerciendo su derecho a manifestarse pacíficamente.
Pero por sobre todas las cosas, nos guste el partido político que nos guste, por favor no naturalicemos esto.
Porque el lunes, a Ariel le van a estar abriendo la cabeza en un quirófano mientras, en el Congreso, los responsables van a estar aprobando con total impunidad que nuestros abuelos sean más pobres todavía.
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