sábado, 25 de marzo de 2017

25 de marzo de 2017 | El país | Un mar de memoria LA RECORRIDA EN EL CAMIÓN DE LA ASOCIACIÓN MADRES DE PLAZA DE MAYO Como si fueran abrazadas por los 30 mil

“Más de 30 mil. Somos millones los hijos de las Madres.” Desde el camión de la Asociación Madres de Plaza de Mayo se recorta en medio de la multitud a esa chica sola que había garabateado la consigna en una cartulina. Las Madres se cargan de vida a medida que avanzan desde Congreso a la Plaza de Mayo. 
A sus 93 años, Visitación “Visi” de Loyola se pierde en la mirada de esa multitud.
–¿Qué significa estar acá después de 41 años?
–Cuando me pongo el pañuelo siento que me abraza mi hijo, los 30 mil, ya no soy yo, me llevan por el aire y estoy con ellos. Es tan hermosa esta lucha. Me paso el día pensando en mi hijo, en mi nuera. Ellos luchaban por algo tan bonito, tan justo: libertad, trabajo, para que en la mesa haya pan, educación, vivienda... Cuando vinieron a buscarlos no tuve miedo, pensaba que me los iban a devolver: luchaban por algo tan justo. 
Una hilera más adelante, Hebe de Bonafini saluda hacia el otro lado de la caravana. La mirada de cientos de miles se nubla al verlas pasar. La mirada de ellas se      inunda de lágrimas: “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”, corean miles y muchos otros se dejan ganar por el “Vamos a volver/vamos a volver”.
Años de lucha política dejan al paso también gritos de críticas. “Milani/ basura/ vos sos la dictadura”, se escucha y otra madre comenta: “La Justicia es la que tiene que decidir. Vienen acá a gritar esto cuando tienen a Macri enfrente”. 
El camión estaba ataviado con siluetas de colores que llegaron desde distintos lugares del país. “Nuestros hijos nacieron en ustedes, así que tenemos que darles alegría”, había explicado Hebe al contar por qué ya no eran las siluetas blancas, emblemáticas de los cuerpos desaparecidos. En las distintas sillas de plástico se ubicaban los sindicalistas que las Madres habían elegido para que las acompañen: el diputado Edgardo Depetri, integrante de la CTA; Walter Correa (Curtidores), con un cartel por “La Libertad de Milagro Sala”; Carlos Ortega (Anses); Heber Ríos (Atilra); Agustín Bruera y Florencia Losio (Sindicato de Trabajadores Judiciales); Néstor Segovia y Norberto Pianelli,de Metrodelegados; los docentes Eduardo López y Roberto Baradel, y Víctor Santa María (Suterh). Entre los invitados también estaban Daniel Tognetti, Pablo Llonto, Tristán Bauer, Aníbal Fernández y Francisco “Paco” Durañona.

Asombro y regocijo

Todos experimentados en cientos de marchas compartían el regocijo por las columnas abigarradas que detenían el paso del camión. En las pancartas se superponían las consignas de todas las marchas que desde el 6, 7 y 8 de marzo transformaron las calles porteñas en una marea de protestas contra las políticas del gobierno de Mauricio Macri. “Futura docente que cae en la escuela pública”, “No a la baja de imputabilidad”, “En defensa de la escuela pública”, “No a los despidos de AGR-Clarín”, “Por trabajo”, “Ni un pibe menos por los agrotóxicos”, “Basta de asesinar Travestis”, “Ni una menos”, se leía entre los cartelitos que asomaban sobre las consignas unificadoras: “Fueron 30 mil”, “Fue Genocidio”. 
“¡Mirá, están las femininistas! –se sorprende Evel “Beba” de Petrini, otra de las Madres–. Yo no soy feminista. Sí estoy por la igualdad de derechos, uno al lado del otro, pero... sin los hombres sería muy aburrido”, comenta y busca la complicidad en su picardía. 
“Como a los nazis les va a pasar/adonde vayan los iremos a buscar”, entonan las columnas y desde el camión se solazan por esa masividad, muestra irrefutable de la toma de conciencia colectiva de gran parte de la sociedad.
En la marea de abuelas, madres, hijos y nietos se funden las diferencias. Queda el eco amargo de las palabras de Hebe que un día antes de la gran marcha calificó de “traidora” a Estela de Carlotto. Sin embargo, en ese camión miran hacia el futuro y se esperanzan con un cambio.
Visitación reparte banderas con la leyenda “Ni un paso atrás” y enhebra su historia: “Cuando se llevaron a mi hijo, Roberto Mario, y a mi nuera, Sandy, dejaron a mi nieto de seis meses. Estoy orgullosa de ellos. Tengo una bisnieta, Carmela, de 7 años que les cuenta a sus amigos: ‘A los papás de mi papá se los llevaron los malos y no los devolvieron’ y me dice: ‘Tenés que venir a la escuela a jugar con nosotras, todos saben que sos Madre de Plaza de Mayo’. Así que la semana que viene voy a ir a jugar con los chicos de segundo grado”. “Visi” trabajó durante treinta y cinco años en una fábrica textil y no hay lucha que le sea ajena.
La marcha está cruzada por edades, partidos, recorridos, tragedias, victorias y derrotas diversas pero en esa variedad se impone la alegría del reencuentro, de marchar juntos.

25 de marzo de 2017 | El país | Un mar de memoria OPINIÓN Escribir la historia

Cuenta Primo Levi en el prefacio de Los hundidos y los salvados que los soldados SS se divertían en advertir cínicamente a los prisioneros: “De cualquier manera que termine esta guerra, la guerra contra vosotros la hemos ganado; ninguno de vo- sotros quedará para contarlo, pero incluso si alguno lograra escapar el mundo no lo creería. Tal vez haya sospechas, discusiones, investigaciones de los historiadores, pero no podría haber ninguna certidumbre, porque con vosotros serán destruidas las pruebas. Aunque alguna prueba llegase a subsistir, y aunque alguno de vosotros llegara a sobrevivir, la gente dirá que los hechos que contáis son demasiado monstruosos para ser creídos: dirá que son exageraciones de la propaganda aliada, y nos creerá a nosotros, que lo negaremos todo, no a vosotros. La historia del Lager (el campo de concentración) seremos nosotros quien la escriba”.      
La disputa por el sentido sobre lo que pasó durante la última dictadura es quizá la batalla que más interesa en este momento a los defensores de los represores. Los juicios son imparables, al menos de golpe. Se contentan con demorarlos o con que los condenados, ya viejos, se vayan a sus casas. No falta tanto para que todos estén muertos. Pero luego quedará lo que digan las sentencias judiciales, lo que se enseñe en los colegios. Esa parece ser su principal preocupación: quién contará la historia de los centros clandestinos de detención y los vuelos de la muerte, de las torturas y de las apropiaciones de los niños.  Porque, si a alguien le queda alguna duda, no discutimos sobre números.
Hace ya más de dos meses, Juan José Gómez Centurión, director de la Aduana, dijo en un programa de televisión que no hubo un plan sistemático para desaparecer personas durante la última dictadura. La postura oficial, difundida por un comunicado de la Secretaría de Derechos Humanos y replicada luego por algunos funcionarios a los que se les preguntó sobre el tema, fue que se trataba de una “opinión personal” que “el Gobierno” no comparte. ¿El “Gobierno” significa el Presidente, todos sus ministros, el resto de los funcionarios políticos que no sean Gómez Centurión (bueno, y Darío Lopérfido)? En fin, no quedó muy claro. Pero tampoco es el punto. El punto es que la palabra de Gómez Centurión quedó legitimada como una voz válida, una entre muchas, porque cada uno tendrá su opinión sobre lo que pasó. Ante esta situación, hubo quienes se alzaron pidiendo una condena penal. En Alemania y en otros países de Europa, negar o relativizar (para el caso es lo mismo) el Holocausto es un delito tipificado. En la Argentina no hay ese tipo de sanciones (y no está mal, pero ojo, que sí existe la apología del delito). Hay que explicar, enseñar, convencer. Lo peor de Gómez Centurión no es tanto lo que dijo, sino que era funcionario cuando lo dijo. Y que lo sigue siendo. Que no haya una sanción penal por lo que dijo no significa que no deba haber una sanción política. No hace falta enumerar todos los fallos que sostienen que sí hubo una planificación estatal para secuestrar y asesinar personas y desaparecer sus cuerpos, empezando por el del Juicio a las Juntas en 1985 y terminando por cientos firmados desde 2003 hasta ayer. Eso, sin tener en cuenta que el director de la Aduana es un carapintada confeso. Y que el artículo 226 del Código Penal sanciona con 8 a 25 años a quienes “se alzaran en armas para cambiar la Constitución, deponer alguno de los poderes públicos del gobierno nacional, arrancarle alguna medida o concesión o impedir, aunque sea temporalmente, el libre ejercicio de sus facultades constitucionales o su formación o renovación en los términos y formas legales”. Ok, Gómez Centurión no fue condenado, pero reconoció públicamente y hasta reivindicó haber sido parte de los alzamientos militares. Y el artículo 36 de la Constitución Nacional dice que quedan “inhabilitados a perpetuidad para ocupar cargos públicos” los autores de “actos de fuerza contra el orden constitucional y el sistema democrático”. Hemos establecido entonces que Gómez Centurión no debería ser funcionario aunque el Gobierno reivindique la “libertad de expresión”. Pero sus declaraciones dan cuenta de otra cosa que está ocurriendo: la habilitación social promovida o al menos consentida por el Gobierno para relativizar los crímenes del terrorismo de Estado. En esta tarea no tienen un rol menor comunicadores y medios de comunicación. En ese marco se pueden enumerar las reuniones secretas pero públicas de funcionarios con organizaciones que reivindican la represión o al menos buscan igualar las “violencias políticas”, como dice el Presidente. Y los cada vez más frecuentes editoriales, artículos de opinión y libros que buscan discutir lo que ya establecieron los tribunales, relataron los sobrevivientes e interiorizó la sociedad. Ni hablar del circo televisivo; pediríamos moderación a los colegas, pero para qué predicar en el desierto.
Por eso marchamos. Marchar para que vean que estamos escribiendo la historia. Y que somos muchos, muchísimos. Marchar. Y hablar, contestar. Aunque a veces nos canse repetir los argumentos una y mil veces y sentir que retrocedemos y nos enredamos en debates que creíamos superados. (Sí, confesemos que también nos hartamos de los 70, cuando “los 70” implica tener que volver a explicar lo mismo que hace veinte años en vez de poder contar otras historias, complejizar sobre los comportamientos, las organizaciones) Marchar para que nuestros hijos sepan por qué marchamos.
El sociólogo Daniel Feierstein explica en Seis estudios sobre el genocidio que las prácticas genocidas no culminan con su realización material (el aniquilamiento de una serie de fracciones sociales) sino que se realizan en el ámbito simbólico e ideológico, es decir, en la forma en que ese genocidio puede y debe ser pensado, recordado y apropiado. Y que en las sociedades pos genocidas los hechos aparecen con una recalificación conceptual, “pero no en la forma burda y evidente de la negación sino en el trastocamiento del sentido, la lógica y la intencionalidad atribuidos a los mismos”. En definitiva, que la forma de contar los hechos es en este caso parte de los hechos. Por eso los represores y su corte se lanzaron a terminar su trabajo ni bien vieron la oportunidad. Y por eso marchamos. Y por eso escribimos. Por eso contestamos obviedades a pesar del fastidio. Por eso festejamos encontrarnos. Y disfrutamos caminar juntos. Para impedir que concluyan sus crímenes.

25 de marzo de 2017 | El país AVELLUTO Y LA "AGENDA DE LOS DDHH DE LOS VIVOS" Otro aporte a la construcción de la memoria PRO

“Hoy tenemos otra agenda con los derechos humanos de los vivos”, dijo el ministro de Cultura, Pablo Avelluto. Plantó así otro mojón para dejar en claro cuál es la concepción que el respecto tiene el gobierno de Mauricio Macri y que no pasa precisamente por hacer memoria, verdad y justicia con las atrocidades cometidas durante la última dictadura.
A 41 años del último golpe de Estado, el macrismo se mostró como es. Mauricio Macri no participó de ningún acto por el Día de la Memoria, sólo subió a Facebook un tramo del prólogo del Nunca Más y se fue a Holanda, adonde arribó hoy para la visita oficial a ese país que recién empezará el lunes. Los diputados de Cambiemos no desentonaron y se sacaron una foto con un cartel con la leyenda “Los DD.HH. no tienen dueño” y otra, más provocadora, con dos pancartas con las frases “Nunca más a la interrupción del orden democrático” y “Nunca más a los negocios con los DDHH”.
En la misma línea, Avelluto planteó que "de ninguna manera” el Gobierno se desentiende de la defensa de los derechos humanos. “La diferencia es que nosotros no nos adueñamos del tema y además no solo nos ocupamos de lo que pasó hace 40 años sino también de los derechos humanos de ahora", explicó. En ese marco apuntó que el macrismo también tiene "hoy otra agenda que tiene que ver con los derechos humanos de los vivos".
Las declaraciones del ministro de Cultura vinieron a reforzar el discurso del secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, quien ofició de vocero de la administración macrista en el Día de la Memoria. “Los argentinos no hemos procesado lo que pasó en la dictadura porque la política metió mucho la cola”, sentenció el funcionario.
Avruj adelantó que el Gobierno tiene en sus planes “empezar a revisar los contenidos educativos de la historia de esta Argentina reciente” y consideró necesario que haya un “reencuentro y reconciliación” entre las víctimas de la represión de Estado con sus victimarios porque “en democracia los derechos humanos son para todos”. Destacó a favor de su argumentación su encuentro con miembros del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv) como un punto de partida para “habilitar el debate” sobre lo que pasó en la dictadura.
Avelluto retomó también lo que marca la teoría de los dos demonios. "Los militares no se hicieron cargo de sus crímenes, nunca reconocieron lo que hicieron ni dieron información de los desaparecidos. Y las organizaciones armadas, que tuvieron su parte en la generación del clima que generó el inicio del golpe, tampoco se hicieron cargo de lo suyo y de sus asesinatos", sostuvo.

25 de marzo de 2017 | El país | Un mar de memoria PANORAMA POLÍTICO Pasitos que retumban

Decenas de pibes en la Diagonal Norte que hacen un contrapunto performático entre caceroleras desquiciadas y Madres de Plaza de Mayo. Ocupan media cuadra. Otra: decenas de pibes y pibas en un larguísimo acoplado. Posan como si estuvieran colgando de los globos amarillos que llevan atados al cuello. Los ahorcados tienen cartelitos en el pecho: Uno dice salarios, otro dice maestros, otro empresas recuperadas, trabajadores, científicos y así en una larga lista que recorre el acoplado. La Chilinga se abre paso con decenas de tambores de rojo en la vanguardia y decenas en retaguardia. En el medio, decenas de bailarines de negro danzan una especie de alegoría que empieza con un estallido de vida y culmina con la muerte. Y en el centro de esa multitud oceánica, la bandera inmensa, de varias cuadras, con las fotografías de los desaparecidos y miles de personas compungidas que la levantan. En la cabeza de la marcha, un puñado de ancianas con el pañuelo blanco, algunas en sillas de ruedas, otras con bastones y andadores, son las que no quisieron moverse en la Trafic con las que se trasladan y se empeñaron en acompañar la manifestación a pie. Detrás hay despliegue de banderas, multitudes que las siguen y animan y todo se resume en ese puñado de ancianas, donde la historia explota y llena de sentidos a la multitud, a la ciudad, al país, en esos pasos pasitos cada vez más titubeantes que retumban. Los padres se las señalan a sus hijos, para que algún día puedan decir que las vieron marchar y en ese diálogo de padres a hijos se teje la historia, se crea un sentido que impregna a la sociedad.
Mientras cientos de miles comulgaban en ese ritual poderosamente emotivo,  en los medios circulaba una foto de los diputados de Cambiemos con las dos consignas que les parecieron más importantes para la fecha: “Nunca más a los negocios en los Derechos Humanos” y “Nunca más a la interrupción del orden democrático”. En ningún lado figuran las palabras tortura, secuestro, desaparecidos, terrorismo de Estado ni golpe militar. Están contra la “interrupción del orden democrático” y todo lo demás, secuestros, desaparecidos, asesinatos, torturas, violaciones, secuestros de bebés, todo lo demás es el “negocio” de los derechos humanos, no algo que cometieron las Fuerzas Armadas que habían usurpado el poder. Había diputados radicales en la foto detrás de esos carteles. Arrastrados por esa cerrazón a los derechos humanos, radicales que en su momento se destacaron como Ricardo Gil Lavedra o el mismo Leandro Despouy fueron arrastrados a convalidar la persecución ilegal y arbitraria contra Milagro Sala lanzada por otro radical, el gobernador jujeño Gerardo Morales. Y la Libertad de Milagro Sala fue una de las consignas centrales del masivo acto por los derechos humanos. Hay un hilo conductor entre esos carteles provocativos, donde las violaciones a los derechos humanos parecen no tener importancia, y el maltrato y la persecución a mansalva contra la dirigente social jujeña. Si no tuvieron importancia las monstruosidades de la dictadura, obviamente tampoco la tienen las violaciones que se cometan ahora. Para los que no lo entienden, la importancia de los actos del 24 de marzo, está en esa enseñanza: lo que no se repudia, se repite, y lo que se olvida también.
Cientos de miles en las calles y un gobierno que no lo encaja. Alguno se asustará y otro le restará importancia. Pero ni el asustado ni el desinteresado entre los Ceos del gobierno entiende. Cientos de miles de personas los interpelan, les reclaman. Nunca estuvieron en un lado ni en el otro. Antes les parecía fácil y ahora no se dan cuenta de la lógica de un diálogo que los excede. Hicieron campaña con el diálogo porque los aconsejó el director de marketing, y lo real hasta ahora ha sido la imposición o el repliegue cuando chocaron con una fuerte resistencia. El diálogo es otra dimensión que se relaciona con la política. No son dos personas que se hablan sin escucharse y sin siquiera pretender entenderse. El diálogo es la dimensión de la política de la que el PRO reniega como política. Millones de personas en las calles durante el mes de marzo, por un lado. Y un gobierno encerrado por el otro. Dos poderes sin contacto, sin puentes. Algún puente o interacción implicaría punto de contacto, política y diálogo, aunque no se encuentren dos personas. La protesta multitudinaria y muy enojada y un gobierno sordo ha sido el escenario este mes de grandes movilizaciones.
La provocación frente a la marcha por los derechos humanos parece gratuita. El gobierno de Cambiemos se pone por fuera del proceso de maduración que la lucha por los derechos humanos le imprimió a la transición democrática en Argentina. Un proceso que ha sido reconocido y alentado en todo el mundo. Hay discusiones que están saldadas en la sociedad después de un gran esfuerzo. Pero quedan grupos minoritarios, relacionados con los militares represores, que se han resistido esos avances. Y Cambiemos se hace cargo de estos reclamos tan injustos y minoritarios. Cuando se habla de la justicia de una sola cara, se olvida de la terrible persecución que sufrieron desde el primer momento por el Estado terrorista los que ellos definen como “la otra parte”. Han sufrido cárcel, secuestros, tormentos, muerte, persecución y destrucción de sus familias. No hubo un solo momento en que “ese sector”, la guerrilla, la militancia popular, dejara de ser perseguido por el Estado. Lo que se hizo con el retorno de la democracia fue terminar con la impunidad del Estado terrorista. No existe Justicia de una sola cara. Eso es un invento para denigrar el fin de la impunidad de torturadores y represores. Hubo dos caras de la supuesta Justicia, y una fue muchísimo más cruel e ilegal que la que se les aplica ahora a los represores. La sociedad ha podido entenderlo. Cambiemos se hace cargo de un reclamo injusto, sectorial minoritario y reaccionario, porque al hablar de justicia de una sola cara, niega el terrorismo de Estado y la justicia de hecho que ellos aplicaron desde el Estado, lo cual es inapelable e innegable como sabe cualquier jurista.
De hecho varios de sus voceros intentaron hacer negacionismo con la cantidad de desaparecidos. No les interesaba esa discusión. Pero les servía para desprestigiar y hacerles perder credibilidad a los organismos de derechos humanos porque cuestionan sus políticas, como ahora que reclaman por la libertad de Milagro Sala. Con esas estrategias en las que participan activamente los radicales que están en el gobierno, echan tierra al impulso que el ex presidente Raúl Alfonsin imprimió a los derechos humanos al comenzar esta difícil transición democrática. Hubo peronistas, socialistas y radicales que lucharon contra la dictadura y la repudiaron. Pero también hubo peronistas, radicales y socialistas que la respaldaron. Los que están ahora se emparentan con ellos al provocar las vergonzozas denuncias de la CIDH por el avasallamiento de la justicia para perseguir en forma ilegal a una dirigente opositora.
La consigna de “Nunca más a los negocios en los DD.HH.” busca el mismo fin de desacreditar a las víctimas de la represión por las reparaciones materiales que recibieron y que son reconocidas como acciones genuinas y legales en todo el planeta en situaciones similares. Si algo se hizo por fuera de la ley, tienen que hacer la denuncia correspondiente por ese caso o casos concretos. Hacer una denuncia genérica como hizo Mauricio Macri, y ahora los diputados de Cambiemos, solamente busca difamar y desprestigiar. 
En ese contexto hostil de la gestión macrista que denuncia de corrupto a cualquiera que se le oponga, la manifestación por el 24 de marzo fue una expresión de gente enojada con este gobierno. Igual sucedió con los cientos de miles que marcharon con los maestros, con las decenas de miles que lo hicieron con los movimientos sociales, con las mujeres del “Ni una menos” y con los cientos de miles que movilizó la CGT. 
Todo lo que se oponga a Cambiemos es denigrante o corrupto sea sindicalista, ex presidente o dirigente de los derechos humanos o de los movimientos sociales. Con esa estrategia de difamación y afrenta gratuita –y la mayoría de las veces infundada– han creado la famosa grieta. Fue una estrategia marketinera de oposición que les resultó efectiva. La han empezado a usar ahora desde el gobierno. Termina funcionando al revés: la imagen de Cristina y Néstor Kirchner se repetía hasta el infinito tanto en las columnas organizadas como en los asistentes por su cuenta. Cuando las medidas económicas acorralan a la gente, esas estrategias de marketing agresivo se revierten en su contra y generan mucho odio. La gente sale a la calle con bronca porque además se siente insultada. Más que con otros gobiernos. Es un gobierno que enloda y persigue a sus opositores y esa estrategia es como gobernar sobre un barril de pólvora.

ROOLFO WALSH IN MEMORIAM

Hace 40 años, Rodolfo Walsh fue emboscado por un grupo de tareas en la intersección de las avenidas Entre Ríos y San Juan, un día después de hacer pública su conocida Carta abierta a la Junta Militar.
#RodolfoWalsh #40años
#TiempoNoOlvida

ECUADOR

Comparto la entrevista que le realicé al historiador ecuatoriano y amigo Jorge Núñez Sánchez sobre la segunda vuelta electoral del próximo 2 de abril en Ecuador, para el periódico Visión Z de Bolivia.

WALSH

"Después de 40 años, Rodolfo sigue en pie" Por Pablo Barruti.
TIEMPOAR.COM.AR