domingo, 30 de agosto de 2015

ENFOQUE Fuga de capitales, mitos y causas

Por Ricardo Aronskind *
Recientemente, en una publicación financiera titularon, citando declaraciones de un economista heterodoxo, “en los últimos 3 años se fugaron del país 52.000 millones de dólares”. El dato se insertaba en el contexto de una serie de críticas sobre errores o insuficiencias de la actual política económica. Ambas cosas son ciertas: tanto la inmensa fuga de capitales, como la existencia de diversos problemas de gestión económica (por ejemplo, la irrupción de problemas previsibles, la falta de estructuras para pensar y gestionar políticas públicas complejas). Lo que no sólo no es correcto, sino que converge con el pensamiento más conservador en economía, es vincular la fuga de capitales con las características principales de la política económica oficial, estableciendo una relación de causalidad que sólo es posible sostener a partir de un claro prejuicio ideológico.
Un ejemplo claro de este enfoque son las expresiones de Mario Brodersohn, economista y ex funcionario del gobierno de Raúl Alfonsín, en Clarín el 04/07/10: “No hay un ‘clima’ favorable para la inversión privada por el desapego que muestra el Gobierno para el transparente funcionamiento de la gestión de gobierno. El principal factor determinante es la poca credibilidad internacional de la Argentina y eso está asociado con el deterioro de la seguridad jurídica y de respeto a las instituciones”.
Sobre esta línea argumental de la derecha política y económica, junto con el ridículo mito de que “Argentina está desaprovechando una oportunidad histórica”, se sugiere que sin el actual gobierno (con su ideología, su estilo y su personal) no existiría tal fuga de capitales, porque “los inversores” encontrarían el clima propicio para canalizar esos dólares hacia la inversión productiva.
Es necesario desarmar el conjunto de falsedades que se articulan en ese discurso para poder entender el fenómeno de la fuga y pensar respuestas políticas a este hecho, evidentemente negativo.

Características de la fuga

En términos muy generales se entiende por fuga de capitales a la salida de fondos del circuito productivo local, tanto porque son remitidos al exterior como porque son retirados –transitoria o permanentemente– de circulación, aunque no sean enviados fuera de las fronteras nacionales. Eso implica esterilizar una gran cantidad de recursos que podrían potenciar el crecimiento productivo y la inclusión social.
El Banco Central estima en más de 150.000 millones de dólares los fondos fugados por argentinos acumulados en diversos destinos externos (EE.UU., Uruguay, Suiza, otros paraísos fiscales). Con ellos se compran propiedades inmobiliarias, acciones de empresas o se mantienen en fondos líquidos devengando intereses para sus dueños.
Durante la “edad de oro de la seguridad jurídica”, la convertibilidad, se estima que se fugaron 60.000 millones de dólares. Con el colapso de ese esquema perverso, la fuga de capitales se redujo. Y efectivamente a partir de 2008 se aceleró la salida de capitales del circuito local, en una dimensión enorme, que en otras circunstancias hubiera derrumbado cualquier política económica del gobierno de turno.
¿Quiénes fugan capitales? Las principales fuentes de la fuga son las grandes firmas multinacionales, diversos grupos locales, sectores del “campo”, entidades dedicadas a la especulación financiera, y capas de ingresos medios y altos.
¿Cómo se fugan los capitales? Las formas más habituales son la sobre y subfacturación en las importaciones y exportaciones, la manipulación de los “precios de transferencia” que realizan las multinacionales (operaciones entre filiales y casas matrices), el retiro de fondos de particulares (ganancias/ingresos) hacia cuentas en el exterior o cajas de seguridad, o la utilización de diversos mecanismos financieros que no están suficientemente regulados para sacar fondos de la economía local.

Explicar críticamente la fuga

¿Por qué fugan? Las razones son diversas según el sector económico de pertenencia. El sector privado está conformado por una multiplicidad de actores, con diversas percepciones, intereses e identidades, con sistemas de liderazgo y de subordinación interna. No puede hablarse del sector privado en general, sin distinguir entre sus diversas estrategias de acumulación, su posicionamiento en los mercados, y su capacidad de incidencia social y política.
Hay tres grandes factores que permiten explicar buena parte de los 52.000 millones fugados en los últimos años:
- La crisis mundial y el comportamiento consiguiente de multinacionales y financistas. No es casual que la fuga de capitales se haya acelerado fuertemente desde el estallido de la crisis financiera en los Estados Unidos. La mayor parte de las multinacionales radicadas en la periferia salió en auxilio presuroso de sus casas matrices, muchas en graves aprietos financieros, girando todos los fondos disponibles para estabilizar la situación corporativa en sus países de origen. A su vez, el sector financiero, con una particular forma de razonamiento, empezó a fugar fondos “hacia la calidad” retirando fondos de “mercados emergentes” para colocarlos en lugares más seguros, o sea... Estados Unidos. En ese sentido, no se puede ignorar el proceso de financierización de la economía global: la preferencia por la liquidez de los actores económicos, los mayores rendimientos que se pueden obtener especulativamente, el ennegrecimiento de la economía global. La fuga en América latina fue universal, exactamente en contraposición con la evolución efectiva de las economías reales. Tampoco se puede ignorar el fuerte proceso de extranjerización que vivió la Argentina desde los años ’90, con un tejido productivo crecientemente sometido a decisiones tomadas en países centrales.
- La confrontación de las corporaciones agropecuarias contra el gobierno nacional en 2008, que involucró un programa de mínima (derogar la resolución 125) y un programa de máxima, que era voltear al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Para este objetivo mayor se trabajó sobre diversos frentes económicos, desde impulsar un salto inflacionario, hasta generar –artificialmente– un pánico cambiario-financiero, buscando crear presiones sobre el valor del dólar y sobre el sistema bancario, tratando de remedar el escenario catastrófico de 2001. Si bien esta preciada meta del golpismo civil no se logró, se agregó al enrarecido clima internacional y reforzó la fuga de capitales. En ese movimiento participaron actores conscientes del objetivo, y sectores amplios que jugaron como masa de maniobra pasiva de la desestabilización económica.
- La accidentada historia económica nacional previa y las reacciones de sectores medios. Esa historia económica, en la que resaltan varias crisis, saltos abruptos de política económica, imprevisibilidad y aventurerismo, aparece como “antecedente” para cualquier especulación –por más delirante que sea– sobre el futuro próximo de la economía nacional. Pero debido a la falta de una comprensión social acabada de las lógicas internas de los procesos vividos, aparece un relato inconexo, accidentado, surcado de episodios traumáticos, y una percepción de una realidad económica en perpetuo estado de vulnerabilidad. Los hechos que dan pie a las peores fantasías económicas no son atribuibles en exclusividad al modelo rentístico-financiero implantado por la última dictadura militar, sino que remiten a devaluaciones violentas, bonos compulsivos, “paquetes económicos” y medidas bruscas adoptadas desde el Estado como respuestas a la acumulación de errores sucesivos en diversas gestiones económicas. Con esa “lectura” de la realidad nacional, ciertos sectores medios, sensibilizados por las noticias internacionales y manipulados por los formadores de opinión neoliberales a partir del diseño de escenarios catastróficos, fugaron capitales bajo la presunción de que se produciría una nueva hecatombe local.

Conclusiones

Volviendo al origen de este análisis, una explicación supuestamente “económica” en donde se atribuye “racionalidad plena” a las decisiones privadas es inaceptable. No sólo porque esa visión está teóricamente superada, sino porque en el caso específico nacional abundan los ejemplos de comportamientos irracionales, opciones equivocadas y actitudes autodestructivas de los agentes.
Si la variable explicativa de la fuga es, para hablar francamente, la gestión kirchnerista, no se entiende cómo con el menemismo, y antes del menemismo, la práctica de la fuga estaba bien afianzada. Es decir que no existe garantía alguna de que con otros actores políticos ese comportamiento cambie, en tanto persistan las tendencias internacionales y los actores económicos concretos sean los mismos de siempre, o al menos se comporten como hasta el presente.
La explicación de la fuga de capitales que realizan diversos economistas, a partir de una confrontación binaria entre la “racionalidad” de los actores privados versus el “mal comportamiento” del Gobierno, resulta, entonces, una mistificación justificatoria de una realidad que es necesario modificar. Esa explicación cumple funciones políticas específicas, afirmando la necesidad de un gobierno más “serio” y “amigo de los mercados” y, por otra parte, converge con un discurso de fondo de la derecha universal: si algo anda mal en la economía es –necesariamente– por culpa del Estado.
En todo caso, la respuesta a la fuga de capitales es mejorar sustancialmente la capacidad estatal de controlar y combatir los mecanismos legales e ilegales que la posibilitan. También, el sector público debería utilizar su peso en la economía para discriminar a favor de los actores económicos que no sólo generan riqueza localmente sino que la reinvierten en el país. Finalmente, es necesario continuar con un debate que es ideológico y cultural contra las fantasías individualistas y globalizantes de sectores sociales incapaces de reconocer dónde viven, cuáles son sus aliados y dónde residen sus intereses estratégicos
* UNGS UBA.

ECONOMIA › OPINION Modelos antagónicos

 Por Roberto Navarro
En las próximas elecciones que se desarrollarán este año en la Ciudad los porteños tendrán como principales opciones dos modelos antagónicos para elegir: el de desarrollo con inclusión social, representado por el candidato que presente el Frente para la Victoria, y el proyecto macrista desarrollado en los últimos tres años. El FpV quiere impulsar en la Ciudad el mismo modelo que implementó a nivel nacional, que creó cinco millones de puestos de trabajo, redujo la pobreza y la indigencia y, como resultado, disminuyó la mortalidad infantil del 18,5 por mil en 2003 al 12,5 por mil en 2010.
El modelo macrista es similar al implementado por Carlos Menem en los ’90. Su principal característica es una ausencia casi total del Estado. La reducción de los presupuestos de salud, desarrollo social y vivienda es una decisión política que define la ideología del PRO. Pero varios gobernadores de provincias argentinas, que comparten sus ideas, redujeron en estos años el desempleo, la pobreza y la mortalidad infantil. Macri suma a su desprecio por lo público una inédita torpeza en la gestión. El aprendizaje de la burocracia estatal lleva un tiempo, por eso los gobiernos suelen recurrir a un staff de funcionarios con experiencia anterior. Macri se rodeó de ex compañeros de la secundaria y gerentes de sus empresas. De todas maneras, llama la atención que en tres años no hayan aprendido lo mínimo indispensable para ejecutar un presupuesto. El incremento de la mortalidad infantil en estos tres años es la peor cara del modelo macrista.

EL PAIS › NUEVA DENUNCIA CONTRA LA FEDERAL POR EL DESALOJO VIOLENTO DEL PARQUE INDOAMERICANO Por meter las narices donde no debían

or Irina Hauser
El fiscal Sandro Abraldes, que tiene a cargo la causa judicial sobre los tres homicidios ocurridos en el desalojo del Parque Indoamericano, hizo el viernes una denuncia penal en la que pide que se investigue por qué la Policía Federal siguió inmiscuida en el expediente a pesar de que fue apartada desde un comienzo por su evidente protagonismo en la represión –compartido con la Policía Metropolitana–, que quedó registrado por las cámaras de TV. La presentación de la fiscalía advierte que agentes federales uniformados y de civil sometieron a interrogatorios irregulares en dos ocasiones a Wilson Fernández Prieto, el principal testigo del caso, quien además sufrió un reciente amague de secuestro.
Fernández Prieto tiene 22 años y vive en la Villa 20, en Soldati. El día del primer intento de de-salojo en el Indoamericano él estaba ahí, parado en el ingreso a la villa. Miraba absorto la represión policial. Cuando levantó la vista hacia el puente de Escalada, un proyectil se le incrustó en el hombro izquierdo. Sintió una quemazón y apenas giró la cabeza hacia la herida, otra bala le arrancó parte de la oreja derecha. Su testimonio en la causa penal sobre el violento operativo se convirtió en un aporte clave, porque el chico vio y aseguró bajo juramento que le disparó la policía y está casi convencido de que fue la Federal. Wilson es, además, cuñado de uno de los jóvenes asesinados aquel día, Bernardo Salgueiro.
En el pedido de investigación que presentó sobre el fin de semana, al que accedió Página/12, el fiscal Abraldes describe varios episodios sospechosos y escalofriantes que podrían envolver a la Policía Federal y los funcionarios que hayan dado instrucciones o respaldo, en delitos contra la libertad, encubrimiento e incumplimiento de los deberes.

Con lógica de apriete

El primer hecho se produjo, según el relato judicial de Fernández Prieto, cuando lo estaban atendiendo en el centro de salud del barrio, poco después de recibir los balazos, aquel 7 de diciembre, pasadas las siete de la tarde. Ya lo habían vendado, en el momento en que “apareció un señor de remera rosada, un pantalón tipo plateado, con un radio en la mano” que lo sacó de la salita, lo subió a una ambulancia y en compañía de un uniformado fue trasladado al Hospital Santojanni. Allí, recibió otra visita policial y a la madrugada lo llevaron a la comisaría 52, una de las que había intervenido en el desalojo. Pero a esa altura (eran cerca de las tres de la mañana) según advierte el fiscal Abraldes, la Federal ya llevaba casi seis horas apartada de la pesquisa, que había sido asumida por la Gendarmería.
Pero el asunto no terminó ahí. Fernández Prieto declaró ante la fiscalía que lo que dice el acta policial, que tuvo que firmar, no es lo que él relató en la seccional. El acta dice que estaba jugando al fútbol, cuando vio venir a la gente corriendo desde el Indoamericano porque la policía los estaba sacando del lugar, que escuchó disparos, salió corriendo y en ese momento sintió un dolor en brazo y también en la oreja. A la pregunta concreta de si vio quién le disparó, aparecía diciendo que no, porque corrió de espaldas. Ante la fiscalía, el joven dijo que nunca salió corriendo, que estaba parado de frente al puente de Escalada desde donde disparaba la policía y que en un momento apenas estaba girando recibió el primer impacto.
Un segundo hecho que recapitula el fiscal se produce dos días después del desalojo, cuando todavía el Parque Indoamericano era un hervidero. Junto con los familiares de los dos jóvenes que habían sido asesinados el mismo día que a él lo balearon –su cuñado Salgueiro y Rosmarie Chura Puña–, lo convocaron a una reunión en el Ministerio de Justicia primero y luego con la presidenta Cristina Fernández en la Casa Rosada, donde dice que contó “lo que había visto”. Se sentía muy dolorido y en medio del encuentro se descompensó. La Presidenta pidió que lo llevaran al Hospital Argerich. Una ambulancia lo buscó por la cartera de Justicia y lo trasladó en compañía de su cuñado Aníbal Salgueiro. Mientras esperaba en un pasillo del centro de salud a que lo atendieran, “llegaron como seis policías uniformados”, declaró Fernández Prieto. A medida que aparecían le volvían a pedir los datos personales, con insistencia. Decían, según testificó Salgueiro, que los iban a “cuidar”. Después de que le hicieron una radiografía lo esperaban más policías, señaló, y “dos agentes de Asuntos Internos”, quienes le informaron que le iban a tomar una declaración para su sumario administrativo. Mientras lo interrogaban, contó, escribían a mano. Su cuñado lo tironeaba para que se fueran y la “declaración” quedó inconclusa. Volvieron a su casa, según dijeron, en un auto del Ministerio de Justicia que seguía a otro de Asuntos Internos de la Federal. “Me sentí violentado, acosado y me hicieron pasar un mal momento. Yo había ido ahí supuestamente sólo para una revisión médica y después me encontré con todo esto”, testificó Fernández Prieto en la causa.
El 24 de enero, denuncia el fiscal, Fernández Prieto sufrió una situación con aspecto de intento de secuestro, o al menos de apriete. Estaba por tomar el colectivo para ir a trabajar al anochecer cuando desde un Renault Clio con vidrios polarizados le consultaron cómo llegar a Liniers. Había tres hombres a bordo. El les indicó, le preguntaron para dónde iba y dijo que se dirigía a Constitución. Le ofrecieron llevarlo, dijo que no. Le insistieron, dijo que no. Cuando notó que detrás había otro auto idéntico “sospechó de las verdaderas intenciones”. Y se fue. Unos días después informó lo ocurrido a la fiscalía.

Sospechas

Abraldes afirma en su presentación judicial que “es evidente” la “desatención” a su decisión de “apartar a la Policía Federal” de la investigación. “El apersonamiento de Wilson en el Hospital Argerich obedeció a una situación puntual y concreta: su dolencia en el brazo. La oportunidad, pues, para una interrogación (policial) resultó inapropiada e invasiva”, pero además no hubo –advierte– ninguna consulta a la fiscalía para “determinar si se hallaba en condiciones físicas y psíquicas de declarar”. Según Abraldes, la policía puede hacer su propia investigación interna, “pero en modo alguno debe situarse por encima del proceso penal”. La presencia de uniformados en el hospital es “cuanto menos intrigante”, alega, al igual que el argumento de que iban a “cuidarlo”, ya que el mayor riesgo que el chico corría en ese momento “provenía de su dolencia corporal” y requería atención médica, demorada por el interrogatorio.
Pide además que se investigue cómo “se anotició” la Federal de la presencia de Salgueiro en el Argerich; “el origen de la orden” para enviar a dos agentes de Asuntos Internos sin disposición ni permiso judicial; por qué, al parecer, los uniformados no tenían “gafetes identificatorios” y si, tal como todo indicaría, pertenecen a la comisaría 24; por qué Fernández Prieto no fue citado nuevamente y en condiciones apropiadas para una declaración policial si –según declaró uno de los policías– en el interrogatorio no llegaron a “profundizar temas relacionados con los sucesos investigados”. Abraldes requirió también que se indague en las responsabilidades de las comisarías que intervinieron en los sucesos del Indoamericano, teniendo en cuenta la situación irregular en que le tomaron la declaración en la seccional 52. “Tan preocupante como estos repetidos contactos entre víctima-testigo e institución policial a la que él (Fernández Prieto) alude en sus declaraciones es el episodio ocurrido el 24 de enero (...) cuando un auto intentó persuadirlo de llevarlo a adonde se dirigía.”
La causa penal sobre estas presuntas irregularidades le tocó al juzgado 41, de Daniel Turano, y al fiscal Fernando Fiszer, y es posible que le traiga un dolor de cabeza al ministro de Justicia, Julio Alak, que por esos días todavía tenía a la Policía Federal a su cargo, aunque respondía en los hechos a jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. A lo que se suma la posible responsabilidad de los policías que merodearon a Fernández Prieto que, de todos modos, no fueron individualizados en la denuncia. Allegados al ministro Alak lo despegaron de la aparición de los agentes en el Argerich y contaron que incluso “tuvo que interceder para que dejaran de asediar al muchacho”.
Nicolás Tauber, abogado de Fernández Prieto y de la familia de Salgueiro, sostuvo que “es evidente que hay personas nerviosas por la investigación de la represión en el Indoamericano ya que las principales sospechas apuntan a la Federal, y también a la Metropolitana, aunque nadie se hace cargo. Hay muchos aprietes e incluso hace unos días fue asesinado un chico que debía declarar como testigo, Alcides Melgarejo”. Tauber dijo que ahora el chico tiene custodia de Gendarmería. Se quejó porque “el Ministerio de Seguridad no toma medidas para separar ni siquiera a los comisarios que estuvieron a cargo del operativo del desalojo, lo que genera una situación de impunidad”. En la cartera que conduce Nilda Garré, aseguran que están analizando todos los casos y que “ningún comisario denunciado por hechos graves va a seguir en funciones”.

OPINION Palabra de Lolamaar

OPINION

Palabra de LolamaarPor Juan Diego Incardona

El mismo día que salió de imprenta El amor y otros cuentos, Marina Kogan fallecía en Buenos Aires a los 28 años. El libro incluye un cuento suyo, titulado “Una mujer sola parece superhéroe”: “El más simple juego de encastre: encastraba. Eramos indestructibles. Una pareja superhéroe frente a las parejas aburridas. Pareja infancia...” Casi tres años antes, Maru publicaba en la página Hablando del Asunto un breve ensayo sobre literatura y amor. Como la literatura, el amor se vuelve texto en su condición de inasible. Distinto de la muerte, que no tiene otra posibilidad que sernos desconocida, el amor parece estar siempre ahí, es pura experiencia, pero justo cuando queremos dar cuenta de que lo conocemos y podemos escribirlo se nos revela como un espejismo. Pese a la imposibilidad de escribirse, la literatura busca al amor. Como Maru buscó este beso, abriendo cajas chinas hasta encontrarlo, con sencillez y belleza, en uno de los primeros poemas que publicó en la revista El Interpretador, de la cual formó parte junto a sus amigos durante tantos años.
Beso
en un banco
de una plaza
una noche
después de una fiesta.
Abrió su blog en agosto de 2005. Marina, o Lolamaar, empezó, casi desde el principio, a escribir sobre las relaciones sociales, la amistad y los amores, en ocasiones felices, pero casi siempre melancólicos: Como el 18 de agosto de 2005: “Soñé con Alguien. Dormimos abrazados en el piso o algo así”. O el 26 de agosto de 2006: “Edipo, tus ojos. Marina, sangrando. Un rayo te parte después de que justamente aquello, en algún momento sagrado, se profanara hasta volverse un sonámbulo caminando sin rumbo. Que duela tanto como el dolor que has provocado”. Podría agregar mucho más. Hoy tomo conciencia de la cantidad de textos que Marina ha producido en tan pocos años y eso, en medio de la tristeza, me reconforta, porque en su escritura, que a ella apasionaba, vive. “Bailar con los chicos. Bailar con vos. Bailar y bailar, hasta que sólo así, podamos calcular la nueva medida de las cosas. Y las cosas se hicieron nuevas, las medidas novísimas. Nada de lo que había sido hasta ahora nos alcanzaba. Palabras de amor para todos, para vos y para mí desde las estrellas” (Lolamaar –Marina Kogan–, 6 de noviembre de 2006).

Versión de un relato de Hammett

Por Juan Sasturain
Era un hombrón ancho y de cabeza achatada. La americana color mostaza lo forraba como la tensa piel de un embutido. Tenía ojillos negros que brillaban como su pelo demasiado húmedo para las tres de la tarde de un martes. Ese hombre no trabajaba habitualmente. Pero transpiraba. Pequeñas gotas de agua humedecían el borde del cuello de la camisa amarilla tensada por la presión del pedazo de carne estrangulada que amenazaba con lanzar el botoncillo hacia adelante. Además, tenía una pistola en la mano y había empezado a decir algo que Bless no entendía bien:
–Al está cansado, nene. Dice que le haces perder mucho tiempo al personal con tus demoras.
Bless buscó la camisa en medio del desorden de la cama, trató de ordenar al menos sus ideas, pensó vagamente dónde estaría Marie.
–No entiendo –dijo para ganar tiempo–. ¿Trabajas para Al, chico? Hace tiempo que no lo veo al muy cochino.
Se detuvo teatralmente, como si recién entonces reparara en el pedazo de fierro negro que el otro sostenía en la mano derecha como un monaguillo prescindente y sombrío que asistiera a un rito macabro.
–Guárdate eso, mejor. Espérame un momento. Voy a darme un regaderazo y estoy contigo.
–No te muevas, Bless. Estamos cansados de tu humor gastado y tus trucos de chico malcriado. ¿Tienes la pasta?
En ese momento Bless vio la puerta entreabierta, los pies grandes del que había quedado en el pasillo.
–Podrían haber avisado por teléfono que vendrían... El tímido de Al... Siempre ha tenido dificultades para hablar, problemas de comunicación.
–Apúrate, Zottola... Viene una vieja –cuchicheó el de la puerta.
El transpirado Zottola se impacientó, dio un paso al costado. Bless vio que el pie derecho pisaba las bragas de Marie, abandonadas allí hacía una eternidad. ¿Dónde estaría Marie ahora?
Un dedo chiquito y sucio, con la uña comida, se apoyó en el papel de la máquina de escribir:
–¿Qué son las bragas, Hugo?
–La bombacha.
–¿Por qué no ponés bombacha, entonces?
–Esto es para leer en España y allá se dice bragas.
–Es una palabra fea. No parece que quiera decir eso.
–Es cierto, Chacha. ¿Qué tendrían que ser las bragas?
–Unos pescados. Es nombre de pescado.
–Mmmmm... Bragas al horno con papas y salsita con mucho aceite.
–¿Qué hizo este Bless?
–¿Bless?... Creo que debe plata. Debe haber apostado a los caballos o se quedó con el dinero de un cargamento de whisky clandestino que era para ese Al que nombran al principio.
–¿Es malo?
–¿Quién? ¿Bless?
–Sí.
–No, me parece que no. Un poquito loco debe ser.
–No dejes que el otro lo mate.
–Te lo prometo, Chacha: no le va a pasar nada a Bless.
–¿Y cómo se llama la novia?
–Marie.
–¿Es linda?
–Ufff.... Rubia, con el pelo ondulado así.
–¿Y por qué deja la bombacha tirada en el suelo?
–Debe haber ido al baño a cambiarse, Chacha. Es tarde ya.
–Es temprano. Ahí dice que son las tres de la tarde.
–No te hagas la boba: es tarde para vos. Andá a la cama.
–Hasta mañana.
–Un beso.
Chacha caminó descalza con su camisoncito corto, haciendo quejarse las largas tablas del piso. Abrió la puerta que tenía el afiche de Mafalda sujeto con chinches.
–Hacé pis, primero.
Chacha volvió y entró por la puerta de al lado, la del afiche de Laurel y Hardy. Hubo ruiditos de pis. No apretó el botón.
–¿Qué quiere decir clandestino?
–Whisky clandestino quiere decir que estaba prohibido y lo fabricaban igual.
–¿Me cambio las bragas?
–Okey, Marie... Déjalas allí que tu madre las pondrá en el fregadero.
–¿A qué hora viene mamá?
–Dentro de un rato. Dejame trabajar, Chachita...
–Mirá si ahora golpean la puerta y es ese señor Zottola...
–Hasta mañana.
La puerta del afiche de Mafalda hizo clic y se cerró detrás del camisón de Chacha.
No hubo ningún ruido por varios minutos.
La puerta volvió a hacer clic. Chacha se asomó.
–¿No escribís más?
–Estoy pensando en cómo sigue.
–Que no lo maten a Bless, eh...
–No. Ahora sigo, quedate tranquila. Dormite.
–Bueno.
La puerta de Mafalda hizo clic por tercera vez y la máquina de escribir arrancó, entrecortada, a los tirones.
–No te muevas, Bless... ¿Vas a pagar o no?
–No suelo acostarme con dinero encima, muñeco.
–Si tocas ese cajón te quemo.
Hugo tachó las dos últimas líneas con golpes furiosos de la equis. Prosiguió:
–¿No has visto a Marie por un casual, Zottola? Estaba aquí, a mi lado, cuando me dormí. No puede haber ido muy lejos sin bragas –dijo Bless apuntando con su dedo a los pies del otro.
Fue un instante. Cuando el hombrón bajó la mirada a la puntera de sus zapatos, Bless le arrojó el cobertor al cuerpo y se lanzó sobre él. Forcejearon y Zottola gritó:
–¡Tony, ayúdame, Tony!
–Rayos, qué pasa... –exclamó el muchachito delgado y enjuto al entrar en la habitación.
Cuando quiso llevar la mano a la sobaquera que abultaba bajo la americana a cuadros, ya Bless era dueño de la situación:
–Distiéndete. Esos no son modos, Tony...
Bless había inmovilizado a Zottola pasando el brazo izquierdo bajo su barbilla. Con la otra mano enarbolaba la pistola y mantenía a raya a Tony.
–No voy a lastimarte, muchacho –dijo.
El chaval separó las manos del cuerpo lentamente y desvió la mirada. Hizo un visaje imperceptible. Bless comprendió que algo lo amenazaba a sus espaldas pero no tuvo tiempo de nada.
La llave carraspeó en la cerradura de la puerta de calle, giró finalmente.
Se volvió y esperó verla aparecer.
–Hola –dijo ella con un suspiro acalorado.
–Suerte que eras vos y no Zottola.
–¿Quién es Zottola?
Hugo señaló las hojas escritas, el título que las encabezaba con gruesos trazos de marcador negro: Perdónanos nuestros pecados. Un relato
inédito de Dashiell Hammett. Versión española de Rodrigo de Hoz.
–¿Cuánto? –dijo ella mientras dejaba el bolso y los volantes sobre la cama.
–De novecientas a mil líneas para el lunes. Voy bien.
–Quiero decir cuánto te van a pagar. ¿Te aumentaron?
–No. Pero la peseta subió el año pasado y dicen que durante el ‘83 va a seguir para arriba. Si entrego a término, lo cobro el 5 de diciembre.
–¿Y tenés idea de cómo termina, al menos? Porque no quiero otra vez tener que soportar tu angustia de fin de semana buscando un asesino y un buen final en cien líneas... –Ella agitó la cabeza con escepticismo–. No entiendo cómo hay editores tan ingenuos... ¿Cuántos cuentos supondrán estos gallegos que ha escrito Hammett?
–Muchos. En los viejos Leoplán de los años cincuenta hay montones que jamás se reunieron en libro. Yo no hago más que inventar en ese sentido. Han gustado más algunos de los falsos que los verdaderos... ¿Qué te parece el nombre del traductor?
Pero ella después de abrir la ventana a la noche espesa de Buenos Aires se había ido a la cocina y no lo oía. Siempre, cuando venía de la calle se hacía un té: en verano o en invierno, en Barcelona o en San Telmo. Siempre un té.
–¿Chacha?
–Recién se durmió.
–¿Te preguntó dónde fui?
–Ya sabe: a ver a papá. A veces dice “a Roberto”.
Hubo un silencio breve. Hugo hizo ruido con el espaciador de la vieja Remington:
–¿Cómo estaba? –dijo.
–Como siempre, como todas las semanas: mucha represión y cada vez somos menos los que vamos... La novedad de hoy fue que no podíamos quedarnos quietos en un lugar, había que circular... Viste cómo es Caseros. Además, nos prohíben llevar pancartas. Sólo repartir volantes.
–Quise decir cómo estaba él.
–No jodas. Ya sabés que no me dejan verlo.
–Pero vas. Todos los martes vas. Y seguirás yendo hasta que...
–¡¿Hasta qué?!
El grito de ella terminó con el ruido aspirado de la nariz. No lloraba; pero lloraría.
–No sé para qué mierda volvimos. Hace tres meses que estamos acá y todo se repite. Tendríamos que habernos quedado en Barcelona –dijo Hugo mirando el papel, la palabra espaldas, precisamente–. Ya no están los milicos pero es como si estuvieran. Yo por lo menos tendría que haberme quedado en Barcelona. Vos no sé, tenés tus razones.
–El viernes hay una marcha por los desaparecidos y los presos políticos –dijo ella sin invitar, con voz neutra. Aspiró ruidosamente otra vez.
Hugo no dijo nada y de inmediato comenzó a teclear:
–¡Marie! –alcanzó a exclamar.
La muchacha descargó todo el peso del atizador sobre la frente de Bless y luego volvió a golpearlo mientras caía, arrastrando consigo al azorado Zottola.
Bless quedó inmóvil y la sangre corrió desagradablemente sobre la alfombra.
–La culpa es tuya, inútil –vociferó Marie ante la cara del hombre transpirado–. Al no te perdonará tanta estupidez.
–Está muerto –dijo el chaval acuclillado.
–¿Escuchaste lo que te dije? –lo interrumpió ella.
–¿Qué cosa?
–Hay una marcha el viernes: la convocan todos los organismos de derechos...
–Sí, ya te oí. –Hugo intentó volver a la escritura.
–Dejá un momento de escribir. Hablemos.
–No hay nada que hablar. Hacé lo que quieras, para eso tenés a tu ex marido preso, pero no me jodas a mí. Ya sabés que no voy a ir, que no puedo ir, que no quiero ir. Te esperaré acá, escribiendo. Voy a tener mucho trabajo el viernes.
–Sos un cagón.
Hugo giró la cabeza, la miró de frente y sonrió. Después, con un movimiento rápido y preciso se sacó la prótesis y expuso las encías devastadas, los pozos donde habían estado sus dientes.
–Te explico –dijo sin poder pronunciar la x–. Te muestro...
Se abrió la camisa y en el lugar de las tetillas había dos manchas de piel arrasada y brillante.
–Basta –dijo ella.
Pero ya Hugo se llevaba la mano al cierre del pantalón, se ponía de pie.
–Esto lo viste anoche pero igual te quiero hacer acordar de cómo lo tengo... –balbuceó.
La puerta de Mafalda hizo clic y apareció Chacha.
–Mamá –dijo parpadeando.
–¿Qué hacés levantada, amorosa? –dijo ella.
Fue hacia ella, la tomó en los brazos y le dio un beso.
–¿Qué me trajiste?
–Un chocolate y ...un avioncito de papel –improvisó.
–A ver el avión...
Ella era muy hábil con las manos. Tomó uno de los volantes de papel celeste con letras negras y con cuatro pliegues y un corte estratégico el avioncito estuvo listo. Era muy bonito pero no volaba bien. Chacha lo tiró hacia adelante y cayó detrás del sillón grande. No fue a buscarlo.
–¿Cómo está? –dijo con la boca ocupada por el chocolate.
–Papá está bien –dijo ella.
–No. Digo cómo está Bless.
–¿Quién es Bless?
–Un muchacho bueno que tiene una novia que anda sin bragas. ¿Se salvó, Hugo?
–Se salvó.
–A ver.
–Andá a dormir, Chacha.
–Mostrame.
–Andá, mañana te lo muestro.
–Por favor, dejame leer ese pedacito.
–¡Andá a dormir, carajo!
La carrerita de Chacha terminó con un portazo y Mafalda perdió una de las chinches que la sostenían. Hugo no se volvió para verlo; ella se agachó, puso la chinche y luego entró detrás de su hija.
Luego de un rato, Hugo volvió a sentarse frente a la máquina mientras el té se enfriaba sin ella. Las teclas comenzaron a sonar en ráfagas cortas, con largos intervalos:
Quedaron los tres quietos con el cadáver y nadie supo qué decir. La muchacha respiraba con la boca entreabierta. Una gota de saliva brillaba en su labio inferior
–Hay que hacer algo –dijo Zottola y le pareció demasiado.
Tony metía y sacaba las manos de los bolsillos como si buscase allí una explicación de lo que había pasado.
Pero no la tenía él.
Con golpes violentos y continuados, las equis fueron tapando todo a partir de saliva. Hugo miró lo que quedaba como si acabara de matar una fila de hormigas a martillazos y no estuviera ni arrepentido ni contento. Sólo agotado prematuramente por el esfuerzo.
–No puedo más, la puta madre que lo parió –dijo en voz alta.
Sacó el papel de la máquina de un tirón y lo dejó junto al resto de las páginas. Fue hacia el baño, encendió la luz y cerró la puerta con un empujón de la pierna.
Ella salió del cuarto de Chacha, miró un momento a Laurel y Hardy y se acercó al escritorio. Tomó las hojas y empezó a leer desde el principio. Todavía hizo algún ruido con la nariz pero ya no lloraría, al menos por esa noche. Tampoco tomaría el té.
Entonces comenzó a sonar una sirena. En algún lugar de Buenos Aires comenzó a sonar una sirena policial. Primero lejana, sonó y sonó. Y sonaba más fuerte cuando Hugo salió del baño y se buscaron, se abrazaron en silencio. Y sonó más fuerte aún al pasar bajo la ventana y siguió sonando al irse. Y los dos la escucharon disolverse entre otros pequeñísimos ruidos de la calle, quietos, muy juntos y callados.
–El atizador –dijo ella apartándose apenas, mostrándole el texto con las hojas en la mano.
–¿Qué pasa con el atizador?
–Se supone que la historia no es entre gente rica sino entre hampones. Para que haya un atizador en la habitación debe haber un hogar, tiene que ser una sala lujosa, no una sala de hotel como parece ésta...
–Es cierto. ¿Con qué le podría pegar?
Ella miró a su alrededor y no encontró nada que sirviera.

EL PAIS Palabrotas

 Por Horacio Verbitsky
Las invectivas de Macrì contra “la inmigración descontrolada” no son originales. Hace diez años, cuando se discutía la derogación del 2x1, el diputado Daniel Scioli dijo que no era suficiente, porque la Argentina estaba importando delincuentes. Así reproduce el Diario de Sesiones, las palabras pronunciadas por Scioli el 14 de marzo de 2001: “Nada tienen que ver las características de los inmigrantes que hoy están llegando a nuestro país, especialmente a nuestras grandes ciudades, con las de aquellos inmigrantes italianos y españoles que han hecho grande a nuestra patria, cuando vinieron a trabajar y a poner industrias. Esto se ve claramente reflejado en el caso concreto de muchos delitos que están azotando la ciudad de Buenos Aires con tours de delincuentes que vienen de otros países, con tours sanitarios que vienen a ocupar nuestros hospitales, con delincuentes que vienen a usurpar casas y a ejercer la prostitución. Argentina hoy vive al revés: estamos exportando ingenieros y científicos, y estamos importando delincuentes. Esto no significa ir contra la inmigración. Tenemos que tomar los ejemplos de otros países, como España, que ha producido un sinceramiento en la situación y protegido a los suyos. Por eso tenemos que empezar a proteger a nuestra gente, sancionando una ley migratoria que contribuya a erradicar gran parte de la delincuencia, porque como bien se dijo aquí, la derogación del 2x1 no es suficiente”.

EL PAIS › ARMAS Y DROGAS NO DECLARADAS EN UN AVION MILITAR ESTADOUNIDENSE Seguro que no

Por Horacio Verbitsky


El gobierno nacional impidió el ingreso de “carga sensitiva” secreta que arribó al aeropuerto internacional de Ezeiza en un vuelo de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y sobre cuyo empleo no se ofrecieron explicaciones satisfactorias. La expresión carga sensitiva fue utilizada el lunes pasado por la Consejera de Asuntos Administrativos Dorothy Sarro al solicitar autorización para que un camión con acoplado pudiera ingresar a la plataforma operativa. El enorme C17, un carguero Boeing Globmaster III, más grande que los conocidos Hercules, llegó en la tarde del jueves con un arsenal de poderosas armas largas para un curso sobre manejo de crisis y toma de rehenes ofrecido por el gobierno de Estados Unidos al Grupo Especial de Operaciones Especiales de la Policía Federal (GEOF), que debía tener lugar durante todo febrero y marzo. El gobierno estima que el costo total del transporte y el curso ronda los dos millones de dólares. El curso estaba autorizado por el gobierno argentino, pero cuando el personal chequeó que el contenido de la carga coincidiera con la lista entregada de antemano, aparecieron cañones de ametralladora y carabina y una extraña valija que no habían sido incluidas en la declaración. Aunque el curso estaba destinado a fuerzas policiales argentinas, la carga llegó en un transporte militar y en Ezeiza la recibieron los agregados militar y de defensa, coroneles Edwin Passmore y Mark Alcott. Todas las cajas tenían el sello de la 7ª Brigada de Paracaidistas del Ejército con sede en North Carolina. Intentaron pasar en forma clandestina mil pies cúbicos, equivalentes a un tercio de la carga con que llegó el avión, luego de escalas en Panamá y Lima.

Doce expertos militares

La nota que la embajadora Vilma Martínez envió en noviembre al ministro de Justicia Julio Alak, quien por entonces también se encargaba de la seguridad, recordaba que la primera fase del entrenamiento al GEOF para el rescate de rehenes se había realizado en abril, “por lo cual se nos solicitó realizar otro más avanzado”. En otra nota, dirigida el 21 de diciembre a la ministra de Seguridad Nilda Garré, que había asumido el cargo cinco días antes, Vilma Martínez le informó que Alak había aprobado la realización del curso y que para dictarlo llegarían doce “expertos militares estadounidenses”. Cursos similares se realizaron en 1997 y 1999, bajo la presidencia de Carlos Menem, y 2002, durante los meses en que el ex senador Eduardo Duhalde cumplió un interinato a cargo del Poder Ejecutivo. No los hubo durante el gobierno de Néstor Kirchner y se reanudaron en 2009, bajo el actual gobierno. El nuevo curso, de cinco semanas, estaba programado para agosto de 2010, pero debió postergarse por un episodio similar. En aquel momento fue la embajadora Vilma Martínez la que se negó a recibir el cargamento porque la numeración de las armas no coincidía con la del listado previo, lo cual muestra los conflictos que esta práctica produce dentro del propio gobierno estadounidense. “Esto es una vergüenza”, dijo entonces Martínez, antes de devolver la carga a North Carolina. Por orden de la presidente CFK, funcionarios de la Cancillería y de los ministerios de Planificación Federal y de Seguridad, de la AFIP y de la Aduana supervisaron el procedimiento. Luego se sumaron técnicos de los ministerios de Salud y del Interior.

Los muchachos de la valija

En su libro ya clásico The Mission. Waging War and Keeping Peace with America’s Military, publicado en 2003, la periodista del diario The Washington Post Dana Priest describió la dramática primacía del Pentágono en la formulación y ejecución de la política exterior estadounidense. Con más de un millar de personas, el Comando Sur supera la cantidad de especialistas en América Latina de las Secretarías de Estado, de Defensa, de Agricultura, de Comercio y del Tesoro sumadas. Este desequilibrio no ha cesado de crecer y Estados Unidos intenta exportarlo a los países bajo su influencia, que son casi todos. Como ya había caído la noche del jueves, Cristina ordenó precintar la valija y reanudar la tarea al día siguiente, para lo cual dispuso que la Cancillería y el ministerio del Interior enviaran al lugar personal técnico capacitado para entender de qué se trataba. Durante seis horas del viernes, varios de los marines de los Estados Unidos se sentaron en forma rotativa sobre la valija, lo cual sugiere la importancia que le asignaban a su contenido. Según los estadounidenses se trata de software y material sensitivo para la seguridad. Un coronel dijo que no debía abrirse a cielo abierto porque podría revelar secretos a los satélites que sobrevolaran en ese momento. El avión también contenía una caja con merchandising para regalar a los policías argentinos, que incluía gorras, chalecos y otras baratijas. El canciller Héctor Timerman permaneció casi todo el día en el aeropuerto, junto con el secretario de transporte Juan Pablo Schiavi, en cumplimiento de instrucciones presidenciales, junto con personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, de la Aduana y de la AFIP y con los principales directivos de las direcciones de Informática, de Tecnología y Seguridad y de Sistemas del ministerio del Interior. También intervinieron dos inspectoras del Instituto Nacional de Medicamentos (Iname) y la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat). Tomó intervención el juez en lo penal económico Ezequiel Berón de Estrada. La embajada retiró del aeropuerto a su personal jerárquico y se negó a consentir la apertura de la valija. Luego de un día completo de tira y afloje, Timerman informó que usaría sus facultades legales para abrirla. Lo acompañaba la oficial principal Patricia Adrianma Rodríguez Muiños, de la sección Importaciones de la Policía Federal, a la que estaba dirigida la carga. Al comprobar la decisión oficial de proseguir, y vencido el plazo final de una hora que fijó Timerman, la embajada pidió diez minutos de prórroga hasta el arribo a Ezeiza de la jefa de prensa, Shannon Bell Farrell. Tanto ella como el agregado Stephen Knute Kleppe dijeron que no tenían la clave del candado, por lo que Timerman dispuso que la Aduana lo cortara con un alicate. Cuando ello ocurrió, en la tarde del viernes, aparecieron equipos de transmisión, mochilas militares, medicamentos que según los funcionarios estaban vencidos, pen drives, sobre cuyo contenido deberán dictaminar los expertos, y drogas estupefacientes y narcóticas y estimulantes del sistema nervioso. Entre el material había tres aparatos encriptadores para comunicación. Dentro de la valija secreta también apareció un sobre supersecreto, de tela verde. Como el personal de la embajada dijo que no tenía la llave del sobre, también fue abierto por medios expeditivos. En su interior se hallaron dos pen drives rotulados “Secreto”, una llave I2 de software para información; un disco rígido también marcado como “Secreto”. Códigos de comunicaciones encriptadas y un gracioso folleto traducido a quince idiomas, con el texto: “Soy un soldado de los Estados Unidos. Por favor, informe a mi embajada que he sido arrestado por país”. Ninguno de esos materiales coincide con las especificaciones que la embajada envió a la Cancillería sobre la índole del curso que debía impartirse para el rescate de rehenes. Luego de presenciar esos hallazgos, los funcionarios de la embajada decidieron retirarse, pese al pedido oficial para que permanecieran allí, y no firmaron el acta. El jueves el coronel Alcott dijo que no sabía que algo similar hubiera sucedido en ningún lugar del mundo. Las armas y la valija no declarada fueron requisadas y mañana lunes 14 continuará la verificación de su contenido. Por ejemplo, los antibióticos, antihistamínicos, complejos vitamínicos, protectores solares y hormonas hallados, estarían vencidos según la información de sus envases. Pero el gobierno quiere verificar si se trata de los medicamentos que dicen los envases y si es cierto que están vencidos. El resto del material, que coincidía con la declaración previa fue transportado en un flete de la embajada hasta la sede de la Policía Montada en la calle Cavia. Al cierre de este artículo fuentes de la embajada dijeron que en Washington se estaba preparando un documento con la posición oficial y que consideraban que el entrenamiento sería suspendido. El Departamento de Estado citó al embajador argentino Alfredo Chiaradía y le expresó su “sorpresa” por el procedimiento ya que “Estados Unidos desea mantener relaciones amistosas con la Argentina”. Curiosa forma de lograrlo. Cualquier argentino, civil o militar, que intentara ingresar armas y drogas no declaradas a los Estados Unidos iría preso en forma inmediata.