jueves, 27 de febrero de 2014

CABALLOS


De las arenas ardientes de los bereberes, a Castilla.
De Palos a las selvas Mayas.
De malones, montoneras y la bola de Pancho Villa.
De húsares, de granaderos y de Andes.
Pero también de ejército de línea y Séptimo de Caballería.
Caballos, todos son uno en sí mismos.
Desbocan, matreros, estampida de tres continentes, de la cruz y de la mezquita y
de las pampas polvorientas también.

Cruzaron, vadearon, volvieron sin jinetes, sangraron y libertaron.
Conquistaron, sometieron, fueron dioses en los ojos crédulos de los mexica.

Caballo blanco, pinto, de dos generales.

"El mundo es un caballo", dice Juan Gelman.
Y galopa, ese mundo y él, y todos lo hacemos, como en el mar
el hipocampo, como en el cielo Pegaso, como el unicornio en la canción.

La Leyenda de Pegaso

GB



El barranco Por José María Arguedas (1911-1969)

En el barranco de K'ello-k'ello se encontraron, la tropa de caballos de don Garayar y los becerros de la señora Grimalda. Nicacha y Pablucha gritaron desde la entrada del barranco:

-¡Sujetaychis! ¡Sujetaychis! (¡Sujetad!)

Pero la piara atropelló. En el camino que cruza el barranco, se revolvieron los becerros, llorando.

-¡Sujetaychis!

Los mak'tillos Nicacha y Pablucha subieron, camino arriba, arañando la tierra.

Las mulas se animaron en el camino, sacudiendo sus cabezas; resoplando las narices, entraron a carrera en la quebrada, las madrineras atropellaron por delante. Atorándose con el polvo, los becerritos se arrimaron al cerro, algunos pudieron volverse y corrieron entre la piara. La mula nazqueña de don Garayar levantó sus dos patas y clavó sus cascos en la frente del "Pringo". El "Pringo" cayó al barranco, rebotó varias veces entre los peñascos y llegó hasta el fondo del abismo. Boqueando sangre murió a la orilla del riachuelo.

La piara siguió, quebrada adentro, levantando polvo.

-¡Antes, uno nomás ha muerto! ¡Hubiera gritado, pues, más fuerte! -Hablando, el mulero de don Garayar se agachó en el canto del camino para mirar el barranco.

-¡Ay señorcito! ¡La señora nos latigueará; seguro nos colgará en el trojal!

-¡Pringuchallaya! ¡Pringucha!

Mirando el barranco, los mak'tillos llamaron a gritos al becerrito muerto.

La Ene, madre del "Pringo", era la vaca más lechera de la señora Grimalda. Un balde lleno le ordeñaban todos los días. La llamaba Ene, porque sobre el lomo negro tenía dibujada una letra N, en piel blanca. La Ene era alta y robusta, ya había dado a la patrona varios novillos grandes y varias lecheras. La patrona la miraba todos los días, contenta:

-¡Es mi vaca! ¡Mi mamacha! (¡Mi madrecital).

Le hacían cariño, palmeándole en el cuello.

Esta vez, su cría era el "Pringo". La vaquera lo bautizó con ese nombre desde el primer día. "El Pringo", porque era blanco entero. El Mayordomo quería llamarlo "Misti", porque era el más fino y el más grande de todas las crías de su edad.

-Parece extranjero -decía.

Pero todos los concertados de la señora, los becerreros y la gente del pueblo lo llamaron "Pringo". Es un nombre más cariñoso, más de indios, por eso quedó.

Los becerreros entraron llorando a la casa de la señora. Doña Grimalda salió al corredor para saber. Entonces los becerreros subieron las gradas, atropellándose; se arrodillaron en el suelo del corredor; y sin decir nada todavía, besaron el traje de la patrona; se taparon la cara con la falda de su dueña, y gimieron, atorándose con su saliva y con sus lágrimas.

-¡Mamitay!

-¡No pues! ¡Mamitay!

Doña Grimalda gritó, empujando con los pies a los muchachos.

-¡Caray! ¿Qué pasa?

-"Pringo" pues, mamitay. En K'ello-k'ello, empujando mulas de don Garayar

-¡"Pringo" pues! ¡Muriendo ya, mamitay!

Ganándose, ganándose, los becerreros abrazaron los pies de doña Grimalda, uno más que otro; querían besar los pies de la patrona.

-¡Ay Dios mío! ¡Mi becerritol ¡Santusa, Federico, Antonio...!

Bajó las gradas y llamó a sus concertados desde el patio.

-¡Corran a K'ello-k'ello! ¡Se ha desbarrancado el "Pringo"! ¿Qué hacen esos, amontonados allí? ¡Vayan, por delante!

Los becerreros saltaron las gradas y pasaron al zaguán, arrastrando sus ponchos. Toda la gente de la señora salió tras de ellos.

Trajeron cargado al "Pringo". Lo tendieron sobre un poncho, en el corredor. Doña Grimalda, lloró, largo rato, de cuclillas junto al becerrito muerto. Pero la vaquera y los mak'tillos, lloraron todo el día, hasta que entró el sol.

-¡Mi papacito! ¡Pringuchallaya!

-¡Ay niñito, súmak'wawacha! (¡Criatura hermosa!).

-¡Súmak' wawacha!

Mientras el Mayordomo le abría el cuerpo con su cuchillo grande; mientras le sacaba el cuerito; mientras hundía sus puños en la carne, para separar el cuero, la vaquera y los mak'tillos, seguían llamando:

-¡Niñucha! ¡Por qué pues!

-¡Por qué pues, súmak'wawacha!

Al día siguiente, temprano, la Ene bajaría el cerro bramando en el camino. Guiando a las lecheras vendría como siempre. Llamaría primero desde el zaguán. A esa hora, ya goteaba leche de sus pezones hinchados.

Pero el Mayordomo le dio un consejo a la señora.

-Así he hecho yo también, mamita, en mi chacra de las punas -le dijo.

Y la señora aceptó.

Rayando la aurora, don Fermín clavó dos estacas en el patio de ordeñar, y sobre las estacas un palo de lambras. Después trajo al patio el cuero del "Pringo", lo tendió sobre el palo, estirándolo y ajustando las puntas con clavos, sobre la tierra.

A la salida del sol, las vacas lecheras estaban ya en el callejón llamando a sus crías. La Ene se paraba frente al zaguán; y desde allí bramaba sin descanso, hasta que le abrían la puerta. Gritando todavía pasaba el patio y entraba al corral de ordeñar.

Esa mañana, la Ene llegó apurada; rozando su hocico en el zaguán, llamó a su "Pringo". El mismo don Fermín le abrió la puerta. La vaca pasó corriendo el patio. La señora se había levantado ya, y estaba sentada en las gradas del corredor.

La Ene entró al corral. Estirando el cuello, bramando despacito, se acercó donde su "Pringo"; empezó a lamerle, como todas las mañanas. Grande le lamía, su lengua áspera señalaba el cuero del becerrito. La vaquera le maniató bien; ordeñándole un poquito humedeció los pezones, para empezar. La leche hacía ruido sobre el balde.

-¡Mamaya! ¡Y'astá mamaya! -llamando a gritos pas- del corral al patio, el Pablucha.

La señora entró al corral, y vio a su vaca. Estaba lamiendo el cuerito del "Pringo", mirándolo tranquila, con sus ojos dulces.

Así fue, todas las mañanas; hasta que la vaquera y el Mayordomo, se cansaron de clavar y desclavar el cuero del "Pringo". Cuando la leche de la Ene empezó a secarse, tiraban nomás el cuerito sobre un montón de piedras que había en el corral, al pie del muro. La vaca corría hasta el extremo del corral, buscando a su hijo; se paraba junto al cerco, mirando el cuero del becerrito. Todas las mañanas lavaba con su lengua el cuero del "Pringo". Y la vaquera la ordeñaba, hasta la última gota.

Como todas las vacas, la Ene también, acabado el ordeño, empezaba a rumiar, después se echaba en el suelo, junto al cuerito seco del "Pringo", y seguía, con los ojos medio cerrados. Mientras, el sol alto despejaba las nubes, alumbraba fuerte y caldeaba la gran quebrada. 

MOSCU ORDENO MANIOBRAS EN LA FRONTERA CON LA EX REPUBLICA SOVIETICA Rusia, en alerta militar por Ucrania

Arseni Yatseniuk, un político proeuropeo, fue designado para encabezar el nuevo gobierno tras la caída y fuga del presidente Viktor Yanukovich.

Arseni Yatseniuk fue designado para encabezar el nuevo gobierno ucraniano, mientras Rusia puso en alerta las tropas cerca de la frontera, previendo que realicen maniobras hasta el domingo. Asimismo, estallaron choques entre militantes pro y anti-rusos en Crimea. El Consejo del Maidán, que reúne a los líderes políticos de las protestas ucranianas, la sociedad civil y los grupos radicales, anunció solemnemente ante una plaza de la Independencia llena de gente al nuevo gobierno, encabezado por el dirigente proeuropeo y que reúne a varias personalidades surgidas del movimiento contestatario. Estos nombramientos deben ser confirmados hoy en el Parlamento. La Fiscalía General de Ucrania dictó ayer una orden de búsqueda y captura internacional contra el destituido presidente Viktor Yanukovich, que se encuentra en paradero desconocido desde el sábado 22 de febrero.

De 39 años, Yatseniuk encabezará el gobierno de unidad nacional que dirigirá el país, antes de la elección presidencial anticipada prevista para el 25 de mayo. Miembro del partido de la líder de la Revolución Naranja Yulia Timoshenko, Yatseniuk ya fue ministro de Economía y de Relaciones Exteriores y es un jurista y economista de fulgurante ascenso político, que se impuso como uno de los líderes opositores a Yanukovich. Consciente de las dificultades que le esperan, el economista indicó el martes que el futuro gobierno “salvaría el país, pero asumiría un verdadero suicidio político”, al tomar decisiones muy impopulares, pero las únicas posibles para un país al borde de la bancarrota. A fines de enero, prometió continuar con las protestas e instó a los opositores a avanzar todos juntos, aunque el resultado sea una bala en la frente. En el Parlamento, el jurista pidió que se aprobase una moción instando a la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya a que procese a Yanukovich, al evocar que su poder se basaba en la corrupción y en los asesinatos.

Ayer, Ucrania pidió una orden de arresto para el depuesto presidente, anunció la Fiscalía General interina. “Yanukovich ha sido declarado en busca y captura internacional”, anunció Oleg Majnitski, fiscal general de las nuevas autoridades ucranianas. Y emitió una orden internacional de detención contra el destituido ministro del Interior, Vitali Zajarchenko, quien supuestamente dio la orden de reprimir las manifestaciones opositoras en Kiev que precedieron a la caída de Yanukovich.

En particular, el depuesto presidente, quien fue destituido el 22 de febrero pasado por el Parlamento por abandono de funciones, es acusado de asesinato masivo por el uso de la fuerza por parte de los efectivos policiales contra los manifestantes. Las nuevas autoridades ucranianas estiman en más de cien los muertos y en unos dos mil los heridos en los disturbios de la semana pasada en la capital, de los cuales medio millar sigue actualmente en estado grave. Anteayer, el Parlamento ucraniano pidió al Tribunal Internacional de La Haya que procese a Yanukovich y a otros antiguos funcionarios por crímenes contra la humanidad. El ministro del Interior interino, Arsen Avakov, reconoció ayer que las autoridades no han buscado activamente a Yanukovich en la península de Crimea, de mayoría rusoparlante, por miedo a provocar allí el estallido de un conflicto. Algunas fuentes apuntan que Yanukovich se encuentra en el territorio de la base naval rusa del puerto ucraniano de Sebastopol (Crimea).

El jefe de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Duma o cámara de diputados de Rusia, Mijail Marguelov, negó que Yanukovich se encuentre en territorio ruso. “Sé con seguridad que Yanukovich no está en Rusia. Y, en mi modesta opinión, Rusia no le concedería asilo”, dijo, y descartó que Moscú se proponga romper las relaciones bilaterales con Ucrania. Las nuevas autoridades ucranianas también advirtieron contra la concesión de asilo a Yanukovich a la vecina Bielorrusia, donde se exilió en 2010 el derrocado presidente de Kirguizistán, Kurmanbek Bakiev.

Yatseniuk deberá enfrentar las tendencias separatistas cada vez más vivas en el sur del país, en particular en Crimea, península donde una gran parte de la población se siente más cerca de Moscú que de Kiev. Esas tensiones quedaron patentes en los choques entre militantes pro y anti-rusos que estallaron ayer. Más de cinco mil personas se congregaron frente al Parlamento de Crimea. Por un lado, manifestantes pro-rusos que reclaman la celebración de un referéndum sobre el estatuto de Crimea, y, por otro, los tártaros, comunidad musulmana deportada por Stalin, decididos a defender la unidad de Ucrania. Crimea, poblada mayoritariamente por rusófonos, es la región de Ucrania con mayores posibilidades de oponerse a las nuevas autoridades en Kiev.

27/02/14 Página|12
 

MADURO RECIBIO EL APOYO DE MOVIMIENTOS CAMPESINOS, INDIGENAS Y MUJERES, QUE ORGANIZARON MARCHAS MASIVAS La oposición venezolana rechazó ir a un diálogo

El secretario ejecutivo de la coalición partidaria antichavista, Ramón Guillermo Aveledo, envió una carta al vicepresidente Jorge Arreaza diciendo que no querían ser parte de un “simulacro de diálogo” con el gobierno.

La alianza opositora venezolana Mesa de la Unidad Democrática (MUD) rechazó asistir al diálogo convocado por el gobierno del presidente Nicolás Maduro. El secretario ejecutivo de la coalición partidaria antichavista, Ramón Guillermo Aveledo, envió una carta al vicepresidente Jorge Arreaza para explicar su postura: “No nos prestamos para lo que derivará en un simulacro de diálogo que desemboque en una burla a nuestros compatriotas”.

Por su parte, Maduro remarcó la falta de predisposición al diálogo y la violencia fomentada por parte de la oposición. “Yo asumo las culpas que me toque asumir, pero quienes llamaron a estos muchachos, los entrenaron y los armaron, que asuman sus responsabilidades frente al país”, apuntó. En tanto, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, criticó a la MUD y la acusó de no querer resolver la crisis. “Confirmado: la MUD no quiere paz, decidieron no asistir a la invitación del compañero presidente, sólo los mueve el cálculo politiquero”, escribió en su cuenta de la red social Twitter.

Cabello cuestionó que, tras pedir que el gobierno nacional se abra al diálogo, la MUD rechace la invitación de Maduro. “¿Cómo una palabra tan hermosa: paz, causa tal reacción de rechazo en la dirigencia opositora? queda claro que toda la MUD está en el golpe”, aseguró. “Quisieron quitarnos la Navidad, los alimentos, el gas, la gasolina, la vida, los carnavales, ahora quieren quitarnos la paz. ¡No podrán!”, agregó.

Mientras, Maduro dio la bienvenida al movimiento campesino e indígena que marchó masivamente al Palacio de Miraflores –sede presidencial– y agradeció el apoyo brindado. “Esta ha sido una ofensiva muy poderosa de movilización del pueblo de todos los movimientos sociales en todo el país y todos han querido venir a ratificar su juramento con Chávez y la patria”, dijo. El presidente se había manifestado previamente a través de su cuenta en Twitter, asegurando que Venezuela seguirá derrotando a los “violentos que queman y destruyen por odio”. “Venezuela unida seguirá derrotando a los grupos violentos que queman y destruyen por odio, elevemos el respeto, la tolerancia y vencerá la paz”, fue el mensaje compartido por Maduro.

En tanto, el líder opositor Henrique Capriles dijo que no quería ser usado. “El gobierno habla de diálogo, habla de paz, pero no puede ser un llamado vacío. No se trata de ir al Palacio de Miraflores a tomarse una foto”, afirmó.

Aveledo agregó que el diálogo propuesto por el gobierno no goza de las condiciones adecuadas para efectuarse, debido a la gravedad de la situación en el país. “Hoy la convivencia está seriamente alterada por hechos conocidos, de los cuales ustedes y nosotros tenemos lecturas divergentes, y que fundamentalmente están en el ámbito de responsabilidad del gobierno. Pero el cuadro económico y social es todavía más exigente que esta crisis aguda de protestas y represión desmedida con participación en ella de civiles armados convocados por la autoridad”, apuntó la MUD como principal argumento para no acudir al encuentro propuesto por el Ejecutivo.

La alianza antichavista presentó además al gobierno condiciones para que se genere el diálogo, entre los cuales está la participación de un tercero que sirva de mediador. “Dialogar en términos convenidos previamente, con una agenda de asuntos relevantes al interés nacional, y con la participación de un tercero de buena fe, nacional o internacional, que facilite, garantice y, de ser necesario, medie, para que ese diálogo sea fructífero”, exigió en la carta enviada a Arreaza.

Por otra parte, miles de mujeres marcharon desde la sede de la Conferencia Episcopal Venezolana hasta el Comando Regional 5 para exigir que cese la represión a las manifestaciones de los últimos días. La marcha fue encabezada por la diputada opositora María Corina Machado y la esposa del líder opositor encarcelado Leopoldo López, Lilian Tintori, entre otras dirigentes políticas y ciudadanas que vestidas de blanco y con flores pidieron a la Guardia Nacional regular sus actuaciones en las protestas.

“Mujeres venezolanas emplazaremos de manera firme y pacífica a la Guardia Nacional Bolivariana a detener de inmediato la represión contra nuestros hijos”, expresó Machado, quien luego se dispuso a entregar un documento a los militares. Desde que se iniciaron las manifestaciones en Venezuela, a partir del 12 de febrero, 16 personas murieron. La última víctima fatal es Eduardo Ramón Anzola Carmona, un motociclista de 29 años que murió al chocar contra una barricada instalada por personas que protestaban contra el gobierno en la ciudad de Valencia. Pero algunas de las muertes se produjeron por la acción de autoridades del Estado, como el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) y la Guardia Nacional.

De hecho, la fiscalía acusó a cinco funcionarios del Sebin por su presunta vinculación con la muerte de Bassil Da Costa y Juan Montoya, ocurridas el pasado 12 de febrero, en la parroquia Candelaria de Caracas. Los fiscales Johana Peña y Miguel Hernández imputaron a Manuel Pérez, Edgardo Lara, Héctor Rodríguez Pérez, Jimmy Sáez y Jonfer Márquez. Estos funcionarios habrían incurrido en los delitos de homicidio calificado con alevosía y motivos innobles, uso indebido de arma orgánica, quebrantamiento de pactos y convenios internacionales suscritos por el país, asociación para delinquir y obstaculización a la administración de justicia a favor de un grupo de delincuencia organizada. Por este caso también se encuentran privados de su libertad los funcionarios Andry Jaspe López y Jonathan Rodríguez Duarte, destacó el diario El Universal de Caracas

27/02/14 Página|12

Apuntes sobre la cultura nacional Por Juan Godoy*

Por Juan Godoy*

Imagen: Daniel Santoro, "Niños peronistas combatiendo el capital".

“Igual que un poncho
a uno lo envuelve la tierra.
Desde el llano hasta la sierra
se va una sombra extendiendo,
y el alma va comprendiendo
las cosas que el mundo encierra”

(Atahualpa Yupanqui, 1972: 31)

“Se trata de la absorción de las pulcras cosas de Occidente por las cosas de América, como a modo de equilibrio y reintegración de lo humano en estas tierras” 
(Kusch, 2007: 18)

En los países semi-coloniales como la Argentina, parte de una nación (latinoamericana) inconclusa, consideramos que la revalorización de la cultura nacional adquiere una relevancia especial. La veintena de “Patrias Chicas” que nacieron luego de transcurrido el primer cuarto del siglo XIX, una vez finalizados de nuestros procesos emancipatorios, surgieron como economías dependientes, de cara a Europa, en nuestro caso específico, a Inglaterra. 

Así, estas naciones fragmentadas se enfrentan con el problema del escaso desarrollo nacional, y la imposibilidad de impulsarlo sin transformar profundamente la estructura semi-colonial, lo que implica menos nivel de independencia económica, soberanía política, justicia social, y por ende de una cultura nacional. Norberto Galasso afirma que “en los países soberanos, cuya cuestión nacional está resuelta, naturalmente se piensa “en nacional”, sin necesidad de propuesta o polémica previa (…) pero en los países semi-coloniales –aquellos que conservan los atributos formales de la soberanía: bandera, himno, presidente, etc.- la formulación de ideas y proyectos nacionales solo se logra tras el previo quebrantamiento de la influencia del aparato colonizador” (Galasso, 2008: 293-294). Sin este quebrantamiento se piensa con los esquemas del colonizador. Paulo Freire refiere, en este sentido, a la figura de la introyección de la sombra del opresor por parte del oprimido (Freire, 1970)

Las economías dependientes importan mercancías como ideas de las metrópolis, la penetración económica viene de la mano de la penetración cultural, las cuales se apuntalan mutuamente. Resultado de este proceso es el impedimento de la formación de una conciencia nacional, lo que quita fortaleza a las fuerzas defensivas de lo nacional. Ese proceso que la conceptualización de colonización pedagógica define precisamente, la cual “se revela esencial, pues (en las semi-colonias) no dispone de otra fuerza para asegurar la perpetuación del dominio imperialista (…). De este hecho nace la tremenda importancia de un estudio circunstanciado del conjunto de la cultura argentina o seudo-argentina, forjada por un siglo de dictadura espiritual oligárquica” (Ramos, 1961: 12). La perseverancia del orden en nuestros países se relaciona estrechamente con el desconocimiento de la opresión imperialista de la nación.

En la historia nacional encontramos que “el gobernar es poblar de Alberdi corrió en paralelo al educar al soberano de Sarmiento. Ambas síntesis complementáronse admirablemente: poblar fue despoblar de criollos y repoblar de europeos: educar, ascender a virtudes las modalidades foráneas y bajar a vicios las autóctonas” (Rosa, 1967: 160) Este despoblar de criollos significó la persecución y aniquilamiento de gran parte de la población gaucha, el avance del gobierno de Mitre sobre el Noroeste Argentino dejando miles de criollos muertos es una muestra cabal del lugar al que estuvo dispuesta a llegar la oligarquía (aliada al imperialismo), para imponer la “civilización” europea en Nuestra América. 

“Civilización y barbarie” es la bandera que obtura el desarrollo pleno de la cultura nacional, donde la primera consiste en lo foráneo, mientras que la segunda refiere a lo local, lo propio. Así civilizar consistió en desnacionalizar, Arturo Jauretche hace entonces un llamado a la descolonización pedagógica, y argumenta que es necesario pensar en nacional, llevar adelante una política nacional, es decir “una línea política que obliga a pensar y dirigir el destino del país en vinculación directa con los intereses de las masas populares, la afirmación de nuestra independencia política en el orden internacional y la aspiración de una realización económica sin sujeción a intereses imperiales dominantes” (Jauretche, 1976: 21). Lo nacional “no significa, en modo alguno negar lo extranjero, ni sustentar un nacionalismo xenófobo (…) Lo nacional es lo universal visto por nosotros”(Citado en Galasso-Ibáñez, 2004: 13). El crecimiento y fortalecimiento de nuestra conciencia cultural “nos conducirá a sentirnos no extraños a Europa, pero en lo esencial, no europeos” (Hernández Arregui, 1973a: 286-287)

Se trata de romper con este orden semi-colonial que importa ideas, usos y costumbres de los países dominantes, no repetir cual loro las ideas desarrolladas en otros contextos y/u otros tiempos, de ahí que Simón Rodríguez afirmara: “Traer Ideas Coloniales a las Colonias! (…) ¿Estamos tratando de quemar las que tenemos? (…) ¿Vienen a proponernos cargamentos de Rubios…en lugar de los negros que nos traían antes? - ¿para alborotarnos la conciencia, i hacernos pelear por dimes y diretes, sacados de la Biblia?? … que COMERCIO! Válganos Dios” (citado en Wainsztok, s.f. ). A principios de siglo Ricardo Rojas llamaba la atención que acerca de nuestro sistema educativo, el cual considera que falló “a causa del vacío enciclopedismo y la simiesca manía de imitación, que nos llevara a estériles estudios universales, en detrimento de una fecunda educación nacional”(Rojas, 1971: 137). Se trata entonces de recuperar nuestras voces, lo cual no pretende invalidar todo pensamiento surgido en otras latitudes, no es que las ideas sean nacionales por ubicación geográfica, pues “lo que hace que una ideología sea foránea, extraña, exótica, antinacional no es su origen sino su correspondencia con la realidad nacional y sus necesidades” (Cooke, 2011: 155). 

No por casualidad el imperialismo actúa como disolvente de la cultura nacional. Es que ésta es por un lado, una forma de oponerse a la penetración extranjera, la reivindicación de las propias creaciones; y por el otro, es la que marca donde apuntalar el camino hacia la construcción de un proyecto nacional. La cultura nacional es la cultura popular, “toda cultura se inspira en el pueblo y en su ámbito geográfico y espiritual. Invertir el proceso genético, como lo ha hecho (…) la intelectualidad más visible de Buenos Aires, es adulterar el país” (Hernández Arregui, 2004: 44). En términos de Rodolfo Kusch, “la base de nuestra razón de ser está en el subsuelo social (…) el pensamiento popular, y no culto, es en gran medida fundante, por cuanto posiblemente contiene las líneas generales del pensar humano en su totalidad” (Kusch, 2007a: 569-570).

Mientras para la cultura popular el imperialismo genera defensa y rechazo, la oligarquía antepone los intereses de clase a los nacionales. Avanza Arregui en el planteo y afirma que “el colonizado deviene extranjero en sus maneras de sentir y pensar, y de este modo, aunque vive en el país, permanece extraño a su realidad profunda (y en nuestros países) “toda lucha por la liberación contiene en su seno la emancipación cultural (…) la existencia de una cultura nacional de liberación, sólo puede concebirse como militancia política (así) la cultura de la liberación apunta a la construcción de la Patria Grande” (Hernández Arregui, 1973: 25-27)

De esta forma, a partir de las consideraciones que realizamos en estas líneas, sostenemos la importancia de la revalorización de la cultura nacional, que es la cultura popular, en los movimientos de liberación nacional de los países de Nuestra América que procuran integrar una Nación Común. La valorizamos como gesto de oposición al imperialismo, como forma de rescatar y encontrar nuestras voces silenciadas por el aparato de la cultura oficial (la de la oligarquía aliada a los centros imperiales), y por último, porque la cultura nacional-latinoamericana es el puntal en que se asienta la lucha por nuestra emancipación. 

Bibliografía

- Cooke, John William. (2011). Peronismo y revolución. El peronismo y el golpe de estado. Informe a las bases. En Obras Completas. Tomo V. Buenos Aires: Colihue.
- Freire, Paulo. (1970). Pedagogía del oprimido. Buenos Aires: Siglo XXI.
- Galasso, Norberto. (2008). ¿Cómo pensar la realidad nacional? Crítica al pensamiento colonizado. Buenos Aires: Ediciones del Pensamiento Nacional.
- Hernández Arregui, Juan José. (2004). La formación de la conciencia nacional. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente).
- Hernández Arregui, Juan José. (1973). Peronismo y socialismo. Buenos Aires: Corregidor.
- Hernández Arregui, Juan José. (1973a). Imperialismo y cultura. Buenos Aires: Plus Ultra.
- Jauretche, Arturo. (1976). Forja y la década infame. Con un apéndice de manifiestos, declaraciones y textos volantes. Buenos Aires: Peña Lillo.
- Jauretche, Arturo. (2004). Textos selectos. Buenos Aires: Corregidor.
- Kusch, Rodolfo. (2007). América Profunda. En Obras Completas. Tomo II. Buenos Aires: Fundación Ross.
- Kusch, Rodolfo. (2007a). La negación en el pensamiento popular. En Obras Completas. Tomo II. Buenos Aires: Fundación Ross.
- Ramos, Jorge Abelardo. (1961). Crisis y resurrección de la literatura Argentina. Buenos Aires: Coyoacán.
- Rojas, Ricardo. (1971). La restauración nacionalista. Buenos Aires: Peña Lillo.
- Rosa, José María. (1967). Defensa y pérdida de nuestra independencia económica. Buenos Aires: Huemul.
- Yupanqui, Atahualpa. (1972). El Payador perseguido. Buenos Aires: Fabril editora.
- Wainsztok, Carla. Pedagogía y autonomía en Simón Rodríguez. En AA.VV. (2009). La Patria es América. Buenos Aires: Ediciones Madres de Plaza de Mayo.
- Wainsztok, Carla. (s.f.). Simón Rodríguez: la palabra insurgente. Disponible en http://isfd1bibliotecavirtual.blogspot.com.ar/2013/05/wainsztok.html

* Licenciado en sociología, Universidad de Buenos Aires (UBA)




miércoles, 26 de febrero de 2014

Hotel Almagro Por Ricardo Piglia

Cuando me vine a vivir a Buenos Aires alquilé una pieza en el Hotel Almagro, en Rivadavia y Castro Barros. Estaba terminando de escribir los relatos de mi primer libro y Jorge Álvarez me ofreció un contrato para publicarlo y me dio trabajo en la editorial. Le preparé una antología de la prosa norteamericana que iba de Poe a Purdy y con lo que me pagó y con lo que yo ganaba en la Universidad me alcanzó para instalarme y vivir en Buenos Aires. En ese tiempo trabajaba en la cátedra de Introducción a la Historia en la Facultad de Humanidades y viajaba todas las semanas a La Plata. Había alquilado una pieza en una pensión cerca de la terminal de ómnibus y me quedaba tres días por semana en La Plata dictando clases. Tenía la vida dividida, vivía dos vidas en dos ciudades como si fueran dos personas diferentes, con otros amigos y otras circulaciones en cada lugar.

Lo que era igual, sin embargo, era la vida en la pieza de hotel. Los pasillos vacíos, los cuartos transitorios, el clima anónimo de esos lugares donde se está siempre de paso. Vivir en un hotel es el mejor modo de no caer en la ilusión de “tener” una vida personal, de no tener quiero decir nada personal para contar, salvo los rastros que dejan los otros. La pensión en La Plata era una casona interminable convertida en una especie de hotel berreta manejado por un estudiante crónico que vivía de subalquilar cuartos. La dueña de la casa estaba internada y el tipo le giraba todos los meses un poco de plata a una casilla de correo en el hospicio de Las Mercedes.

La pieza que yo alquilaba era cómoda, con un balcón que se abría sobre la calle y un techo altísimo. También la pieza del Hotel Almagro tenía un techo altísimo y un ventanal que daba sobre los fondos de la Federación de Box. Las dos piezas tenían un ropero muy parecido, con dos puertas y estantes forrados con papel de diario. Una tarde, en La Plata, encontré en un rincón del ropero las cartas de una mujer. Siempre se encuentran rastros de los que han estado antes cuando se vive en una pieza de hotel. Las cartas estaban disimuladas en un hueco como si alguien hubiera escondido un paquete con drogas. Estaban escritas con letra nerviosa y no se entendía casi nada; como siempre sucede cuando se lee la carta de un desconocido, las alusiones y sobreentendidos son tantos que se descifran las palabras pero no el sentido o la emoción de lo que está pasando. La mujer se llamaba Angelita y no estaba dispuesta a que la llevaran a vivir a Trenque-Lauquen. Se había escapado de la casa y parecía desesperada y me dio la sensación de que se estaba despidiendo. En la última página, con otra letra, alguien había escrito un número de teléfono. Cuando llamé me atendieron en la guardia del hospital de City Bell. Nadie conocía a ninguna Angelita.

Por supuesto me olvidé del asunto pero un tiempo después, en Buenos Aires, tendido en la cama de la pieza del hotel se me ocurrió levantarme a inspeccionar el ropero. Sobre un costado, en un hueco, había dos cartas: eran la respuesta de un hombre a las cartas de la mujer de La Plata.

Explicaciones no tengo. La única explicación posible es pensar que yo estaba metido en un mundo escindido y que había otros dos que también estaban metidos en un mundo escindido y pasaban de un lado a otro igual que yo y, por esas extrañas combinaciones que produce el azar, las cartas habían coincidido conmigo. No es raro encontrarse con un desconocido dos veces en dos ciudades, parece más raro encontrar en dos lugares distintos, dos cartas de dos personas que están conectadas y que uno no conoce.

La casa de la pensión en La Plata todavía está, y todavía sigue ahí el estudiante crónico, que ahora es un viejo tranquilo que sigue subalquilando las piezas a estudiantes y a viajantes de comercio, que pasan por La Plata siguiendo la ruta del sur de la provincia de Buenos Aires. También el Hotel Almagro sigue igual y cuando voy por Rivadavia hacia la Facultad de Filosofía y Letras de la calle Puan paso siempre por la puerta y me acuerdo de aquel tiempo. Enfrente está la confitería Las Violetas. Por supuesto hay que tener un bar tranquilo y bien iluminado cerca si uno vive en una pieza de hotel.


(
Formas breves, Buenos Aires, Temas de grupo Editorial, 1999)

El ramo azul Por Octavio Paz (1914-1998)



Desperté, cubierto de sudor. Del piso de ladrillos rojos, recién regados, subía un vapor caliente. Una mariposa de alas grisáceas revoloteaba encandilada alrededor del foco amarillento. Salté de la hamaca y descalzo atravesé el cuarto, cuidando no pisar algún alacrán salido de su escondrijo a tomar el fresco. Me acerqué al ventanillo y aspiré el aire del campo. Se oía la respiración de la noche, enorme, femenina. Regresé al centro de la habitación, vacié el agua de la jarra en la palangana de peltre y humedecí la toalla. Me froté el torso y las piernas con el trapo empapado, me sequé un poco y, tras de cerciorarme que ningún bicho estaba escondido entre los pliegues de mi ropa, me vestí y calcé. Bajé saltando la escalera pintada de verde. En la puerta del mesón tropecé con el dueño, sujeto tuerto y reticente. Sentado en una sillita de tule, fumaba con el ojo entrecerrado. Con voz ronca me preguntó:

-¿Dónde va señor?

-A dar una vuelta. Hace mucho calor.

-Hum, todo está ya cerrado. Y no hay alumbrado aquí. Más le valiera quedarse.

Alcé los hombros, musité “ahora vuelvo” y me metí en lo oscuro. Al principio no veía nada. Caminé a tientas por la calle empedrada. Encendí un cigarrillo. De pronto salió la luna de una nube negra, iluminando un muro blanco, desmoronado a trechos. Me detuve, ciego ante tanta blancura. Sopló un poco de viento. Respiré el aire de los tamarindos. Vibraba la noche, llena de hojas e insectos. Los grillos vivaqueaban entre las hierbas altas. Alcé la cara: arriba también habían establecido campamento las estrellas. Pensé que el universo era un vasto sistema de señales, una conversación entre seres inmensos. Mis actos, el serrucho del grillo, el parpadeo de la estrella, no eran sino pausas y sílabas, frases dispersas de aquel diálogo. ¿Cuál sería esa palabra de la cual yo era una sílaba? ¿Quién dice esa palabra y a quién se la dice? Tiré el cigarrillo sobre la banqueta. Al caer, describió una curva luminosa, arrojando breves chispas, como un cometa minúsculo.

Caminé largo rato, despacio. Me sentía libre, seguro entre los labios que en ese momento me pronunciaban con tanta felicidad. La noche era un jardín de ojos. Al cruzar la calle, sentí que alguien se desprendía de una puerta. Me volví, pero no acerté a distinguir nada. Apreté el paso. Unos instantes percibí unos huaraches sobre las piedras calientes. No quise volverme, aunque sentía que la sombra se acercaba cada vez más. Intenté correr. No pude. Me detuve en seco, bruscamente. Antes de que pudiese defenderme, sentí la punta de un cuchillo en mi espalda y una voz dulce:

-No se mueva , señor, o se lo entierro.

Sin volver la cara pregunte:

-¿Qué quieres?

-Sus ojos, señor –contestó la voz suave, casi apenada.

-¿Mis ojos? ¿Para qué te servirán mis ojos? Mira, aquí tengo un poco de dinero. No es mucho, pero es algo. Te daré todo lo que tengo, si me dejas. No vayas a matarme.

-No tenga miedo, señor. No lo mataré. Nada más voy a sacarle los ojos.

-Pero, ¿para qué quieres mis ojos?

-Es un capricho de mi novia. Quiere un ramito de ojos azules y por aquí hay pocos que los tengan.

Mis ojos no te sirven. No son azules, sino amarillos.

-Ay, señor no quiera engañarme. Bien sé que los tiene azules.

-No se le sacan a un cristiano los ojos así. Te daré otra cosa.

-No se haga el remilgoso, me dijo con dureza. Dé la vuelta.

Me volví. Era pequeño y frágil. El sombrero de palma le cubría medio rostro. Sostenía con el brazo derecho un machete de campo, que brillaba con la luz de la luna.

-Alúmbrese la cara.

Encendí y me acerqué la llama al rostro. El resplandor me hizo entrecerrar los ojos. El apartó mis párpados con mano firme. No podía ver bien. Se alzó sobre las puntas de los pies y me contempló intensamente.
La llama me quemaba los dedos. La arrojé. Permaneció un instante silencioso.

-¿Ya te convenciste? No los tengo azules.

-¡Ah, qué mañoso es usted! –respondió- A ver, encienda otra vez.

Froté otro fósforo y lo acerqué a mis ojos. Tirándome de la manga, me ordenó.

-Arrodíllese.

Mi hinqué. Con una mano me cogió por los cabellos, echándome la cabeza hacia atrás. Se inclinó sobre mí, curioso y tenso, mientras el machete descendía lentamente hasta rozar mis párpados. Cerré los ojos.

-Ábralos bien –ordenó.

Abrí los ojos. La llamita me quemaba las pestañas. Me soltó de improviso.

-Pues no son azules, señor. Dispense.

Y despareció.

Me acodé junto al muro, con la cabeza entre las manos. Luego me incorporé. A tropezones, cayendo y levantándome, corrí durante una hora por el pueblo desierto. Cuando llegué a la plaza, vi al dueño del mesón, sentado aún frente a la puerta.

Entré sin decir palabra.

Al día siguiente hui de aquel pueblo