jueves, 31 de octubre de 2013

Hans Küng, el teólogo incómodo

Por Carlos Martínez García El gran teólogo suizo ha expresado públicamente que tiene mal de Parkinson. Ante tan devastadora noticia, Hans Küng analiza la posibilidad de recurrir al suicidio asistido. Cerca de cumplir 90 años no quiere, dice, "seguir viviendo como una sombra de mí mismo". Congruente con ideas que ha sostenido desde que fue nombrado, en 1962, consultor teológico del Concilio Vaticano II, Küng mantuvo una clara posición crítica hacia los pontificados subsiguientes al de Juan XXIII, convocante de aquel acontecimiento. Küng señaló que la Iglesia católica fomentó “una disociación "entre la política exterior y la política interior". Para él esa disociación era "evidente desde 1967 (con Paulo VI)", cuando “de cara al exterior (lo que no le costaba nada a la Iglesia), la Iglesia era progresiva, como en la encíclica Populorum progressio. Pero de puertas adentro, en sus propios asuntos, la Iglesia era reaccionaria, y publicó una encíclica sobre el celibato (Sacerdotalis coelibatus)”. Así, consideraba Küng, "las más altas verdades del Evangelio se aderezaban para demostrar lo que no puede probarse: que debe existir un celibato obligatorio para los sacerdotes" (La Iglesia católica, Editorial Random House Mondadori, Barcelona, 2002, pp. 240 y 241). Küng ha padecido a manos de las autoridades del que llama "su hogar espiritual", reprimendas y sanciones por sostener posiciones mal vistas por la cúpula clerical romana. Muy al principio del papado de Juan Pablo II denunció que el régimen del clérigo polaco estaba restaurando el estado de cosas anterior al Concilio Vaticano II. Por sus posturas, a Küng en 1979 le fue retirada la licencia para enseñar como teólogo católico. El organismo encargado de la sanción fue la Congregación para la Doctrina de la Fe, cuya antecesora, la Santa Inquisición, tiene amplia historia en la persecución de los disidentes. En la obra de Küng que hemos citado, publicada en inglés en 2001, es decir, bajo el papado de Juan Pablo II, el sacerdote y teólogo suizo escribió que la responsabilidad de la ruptura protestante fue más obra de la jerarquía católica romana que de Martín Lutero: “Todo el que haya estudiado esta historia no puede albergar dudas de que no fue el reformista Lutero, sino Roma, con su resistencia a las reformas –sus secuaces alemanes (especialmente Johannes Eck)–, la principal responsable de que la controversia sobre la salvación y la reflexión práctica de la Iglesia sobre el evangelio se convirtiera rápidamente en una controversia diferente sobre la autoridad e infalibilidad del papa y los concilios. A la vista de la cremación del reformista Jan Hus y de la prohibición del Concilio de Constanza de que el laicado bebiera del cáliz en la eucaristía, se trataba de una infalibilidad que Lutero no podía refrendar en modo alguno” (p. 168). En 2010 envió una misiva a los obispos de la Iglesia católica. En ella les hizo un llamado para que dejaran de obedecer incondicionalmente a Benedicto XVI, quien encabezaba una institución en "la peor crisis de credibilidad desde la Reforma". Para salir de tal crisis Küng convocaba para poner en práctica seis acciones muy puntuales: 1) no guardar silencio frente al férreo verticalismo del Papa, "¡Envíen a Roma no manifestaciones de su devoción, sino más bien llamados a la reforma!"; 2) dar pasos concretos en su esfera de influencia para iniciar la reforma, grandes movimientos han sido iniciados por grupos pequeños; 3) recobrar la colegialidad y oponerse a la curia romana, recuperar el decreto del Concilio Vaticano II sobre que el gobierno de la Iglesia católica debe realizarse en común, entre el Papa y los obispos; 4) no rendir obediencia incondicional al Papa, porque “sólo Dios merece obediencia incondicional… presionar a las autoridades romanas en el espíritu de la fraternidad cristiana puede ser permisible e incluso necesario cuando no cumplen con las expectativas del espíritu del Evangelio y su misión”; 5) trabajar para alcanzar soluciones regionales, en tanto que existen mejores condiciones generales para reformar a toda la institución, y 6) convocar a un concilio, ya que los obispos tienen autoridad para hacerlo, cuyo objetivo sería "solucionar los problemas dramáticamente intensos que ameritan una reforma". Algunas de las acciones del papa Francisco han sido bien recibidas por Küng. Le reconoce al pontífice argentino sensibilidad para hacer a un lado todo el lujo y boato reinante en la Iglesia católica, así como su acercamiento a las realidades que laceran a tantos marginados. Pero, de nueva cuenta, señala que hay retos internos en la institución que deben ser resueltos con un espíritu evangélico (con los principios del evangelio), y no con la cerrazón doctrinal romana ni con el verticalismo clerical. En su artículo "La prueba decisiva de Francisco" (El País, 26/9/13), Küng menciona que el pontífice romano "tiene por delante la prueba decisiva de la reforma papal". Además, para él, es urgente dejar atrás la política doctrinal y eclesiástica que mantiene en el ostracismo y la exclusión a tres grupos: 1) los divorciados que "al volver a casarse, quedan excluidos para el resto de su vida de los sacramentos de la Iglesia"; 2) las mujeres "que debido a la posición eclesiástica respecto a los anticonceptivos, la fecundación artificial y también el aborto son despreciadas por la Iglesia y en no raras ocasiones padecen miseria de espíritu". También se pronuncia por la "deseable ordenación sacerdotal de las mujeres"; 3) "los sacerdotes apartados de su ministerio por razón de su matrimonio: su número, en los distintos continentes, asciende a decenas de miles". Igualmente sostiene que debe derogarse la ley del celibato obligatorio sacerdotal, porque "una soltería prescrita por el derecho canónico contradice la libertad que otorga el Nuevo Testamento, la tradición eclesiástica ecuménica del primer milenio y los derechos humanos modernos". El teólogo incómodo espera ser rehabilitado como sacerdote y teólogo católico por el papa Francisco. De así suceder, considera Küng, "sería una señal para muchos el que esa injusticia fuese reparada". La Jornada, México

Igualodontes Por Noé Jitrik

A César Fernández Moreno, entonces en París, tiene que haber sido por 1968, se le ocurrió entrevistar a Claude Lévi-Strauss e invitó a Tomás Eloy Martínez, de paso por Francia, para que lo acompañara. Ahí fueron; el antropólogo y creador del estructuralismo, celebérrimo autor de libros decisivos de la cultura del siglo XX, los recibió amablemente y, según ambos me lo narraron, interpretaba más por cortesía que por haber entendido las preguntas que los visitantes le formulaban en un francés muy recientemente conocido: me dio la impresión, cuando escuché la grabación, de que hablaban como gallegos. Conjeturo que Lévi-Strauss debe haberse sentido halagado y desconcertado al mismo tiempo, pero de ninguna manera la Historia indica que los rechazó. En un momento, César le preguntó por sus preocupaciones e intereses actuales y Lévi-Strauss le dijo que estaba internándose en los mitos de, si no recuerdo mal, una zona del Brasil diferente de la que había considerado en El pensamiento salvaje. César entendió la expresión los mitos, “les mythes”, como si fueran los límites, “les limites” y, rápidamente, como disparándole un carabinazo –escuché la grabación– exclamó, como si Lévi-Strauss necesitara que se lo explicaran: “¡Entonces lo que usted hace es geografía!”. El antropólogo vaciló y, por un momento, con toda parsimonia, dijo algo, como que en cierto modo así era, sentando, de paso, y sin mucho entusiasmo, una audaz teoría epistemológica, la antropología como subsidiaria de la geografía, cosa que le debe haber agradecido a César. Tal vez, incluso, quedó contento pero cuando César y Tomás cayeron en la cuenta enrojecieron. Claro que ya en la calle y muy lejos de la fascinante biblioteca en la que tomaron un café no del todo malo. En suma, que César actuó como si fueran iguales, casi explicándole a Lévi-Strauss algo que Lévi-Strauss no había advertido. La divertida situación me recordó una anécdota que Borges contó o que le atribuyeron, Borges es como Las mil y una noches, en su nombre se encierran incesantes e infinitas historias. Una muchacha se le presenta y le dice: “Señor Borges, soy una escritora argentina” y Borges le replica, con toda amabilidad, “¡Qué casualidad, yo también!”. La cosa era de colega a colega sólo que no deja de ser notable la idea que de sí misma tenía la muchacha en el momento de enfrentarse con ese ya contundente escritor. Debe haber muchas situaciones similares y en todos los campos. Un sobrino mío, de cuya penuria para hacer el secundario tuve información, no de si había llegado al final del quinto año, empezó a disertar conmigo sobre la problemática universitaria; tenía, sorprendentemente, más opiniones que yo, críticas y negativas por supuesto. Se sentía, sin vacilaciones, igual a mí y hasta un poquito más que yo. Me sedujo la situación, entre incómoda y divertida, pero lo que me quedó flotando fue la poderosa imagen de la igualación, como en los otros casos; conjeturé que el comportarse como un igual es antagónico de la conciencia de sí, facultad o cualidad rara que es difícil de encontrar en el mercado de las relaciones humanas. Algo a qué sacarle la punta. Sucedió en México cuando a Carlos Illescas, escritor guatemalteco, se le ocurre inventar un término que prende rápidamente para defenderse de quienes hablan al “tú por tu”, como lo designa cierta tradición española, sin la menor atención al currículum de aquél a quien le están explicando lo que hay que pensar y hacer; los llama “igualodontes”, una expresión felicísima que fue adoptada de inmediato por gente como Tito Monterroso, Luis Cardoza y Aragón y otros guatemaltecos que, por suerte para los que los conocimos, disfrutaban con todos los disparates e invenciones que se producían a diario, herencia, quizás, de un vago surrealismo al que se habían asomado algunos, el mencionado Cardoza, el robusto Miguel Angel Asturias y seguramente otros más. De pronto, el mundo se llenó de igualodontes; había que tener cuidado y lo mejor era dejarse atropellar por esas moles, no luchar contra ellas; eso de ponerlos en su sitio era y es de improbable éxito. Porque ¿qué hago cuando un escritor se me acerca, me dice que haber producido la Historia crítica de la Literatura es un hecho fundamental, pero que él, que está por escribir una reseña de un libro de Galeano para ver si se lo publican en El Tribuno de Berazategui, difiere en la concepción, el contenido, los colaboradores, la presentación, la editorial y el precio de cada volumen? Se escucha el temblor de la tierra que pisa el igualodonte y el castañeteo de los dientes del igualado mientras se ve la sonrisa satisfecha del igualador. Ser profesor depara estos pisotones: en una clase un alumno me hace una objeción; la encuentro razonable y la acepto; al terminar va con sus compañeros al café de la esquina y declara, satisfecho: “¿Vieron cómo lo hice pomada?”. Igualodoncia secreta, los términos con los que se maneja tienen varias puntas: un triunfo que no lo es pues media un reconocimiento, una declaración que no se hace y un orgullo que se exhibe frente a terceros, como si al igualado se le estuvieran poniendo los cuernos. Pero César Fernández Moreno no era un igualodonte; todo lo contrario: era un generoso proveedor de amistad y reflexión y, por supuesto, de una vena poética inigualable; quizás un poco ingenuo por eso mismo, pero quién soy yo para describirlo de ese modo, quién soy yo más que alguien que fue su entrañable amigo y sigue quejándose por su ausencia. Tal vez, replicarle a Lévi-Strauss fue por sorpresa, por haber caído en las redes de la lengua francesa que para un oído no habituado maneja los deslices sonoros con cierta artera y golosa perversidad. Y por agradecimiento porque entrevistar a ese hombre excepcional tiene que haber causado alguna confusión provocada precisamente por la gratitud y el encanto que emanaban sin duda de esa cabeza privilegiada. El mismo César era, me parece, consciente de esta versión del horror humano: al tanto de que yo había escrito, proclamado incluso, que Alberto Vanasco era el autor de una novela, Sin embargo Juan vivía, en la que se anticipó los procedimientos del “objetivismo”, llamado también “nouveau roman”, y presumiendo que podría comportarse como un igualodonte, lo invitó a una reunión en la que estaría Michel Butor, uno de los principales objetivistas, de fama cuasi mundial. Sería, no sabíamos qué esperar, o bien una presuntuosa igualación o un encuentro de titanes del que saldrían chispas teórico-prácticas de consecuencias históricas. Se encontraron, se presentaron y ambos, tímidos como gacelas, no lograron decirse nada. Una feliz contraigualodoncia que le sirvió a César para una página en su bello libro La realidad y los papeles, que hay que leer para paladear un poco la atmósfera literaria de la década del ’60 en un Buenos Aires brillante. De modo que los igualodontes son de todo tipo y especie: está lleno de esos especímenes en el periodismo, y sobre todo en la televisión. Es de temblar cuando el Dr. Nelson Castro semanalmente apunta al vacío, o a las cámaras, con el dedo índice y el rostro severo y admonitorio, y le dice a la “Señora Presidenta”, sin anestesia –él es médico– lo que debe hacer para hacer las cosas bien: seguramente, y eso es de igualodontes, no necesita haber tenido ninguna experiencia de gobierno para indicar lo que debe ser un buen gobierno que, desde luego, la “Señora Presidenta” no hace. Y no es el único: también el Señor Lanata, claro que con un volumen corporal algo menos estilizado, augura terribles porvenires a partir de espantosos presentes que niegan venturosos pasados, no como si fuera un ex gobernante despechado, ni siquiera, sino como alguien que no necesita mostrar sus cuentas para exhortar a la Presidenta, para él ya no “Señora”, a mostrarlas; no parece que si eso sucediera él las aprobaría, ducho en encontrar nuevas y horribles calamidades. ¿Y qué decir de Clarín y La Nación? Parecieran tener la mejor receta para el buen gobierno y no vacilan en mostrarla para que se admita que ellos son los más capaces, tanto o más que otros notorios igualodontes, como la doctora Carrió, que cultiva un expresionismo grotesco, de justicieras, casi bíblicas, vociferaciones y furibundos hexámetros, ojos en blanco y roncas convocatorias a Juana de Arco y a la traída y llevada Hannah Arendt; o como el ingeniero Macri, amante de comparar las virtudes de su ignorancia con los defectos de quienes han leído algunos libros más que él, aunque menos los del debe y el haber. Así, pues, igualodontes hay por todas partes y lo que los caracteriza, además de sus pesadas extremidades, es su radical incapacidad para iniciar y mantener un diálogo normal, necesitan convulsivamente igualarse con quienes saben que de alguna manera y en algún sentido están en un nivel superior; y si el aturdido interlocutor les concede y les hace creer que son superiores a él, como para sacárselos de encima, desde luego que no le creen pese a haber pisoteado triunfalmente el valor del otro; ignoran, y por eso son igualodontes, que es infundada su pretensión de hacerse valer por encima de lo que valen. Algo de eso se decía de algunos argentinos que estaban en México: valen menos de lo que dicen que son. 31/10/13 Página|12

SEGUN UNA REVISTA ITALIANA, EE.UU. ESPIA EN EL VATICANO Ni siquiera perdonan al Papa

Entre los 46 millones de llamadas que la NSA habría interceptado entre el 10 de diciembre de 2012 y el 8 de enero de 2013, en Italia, estarían incluidas aquellas desde y hacia el Vaticano, entre ellas las de Bergoglio. Por Elena Llorente Desde Roma Que se espíen entre los poderes políticos, entre los grupos de poder, incluso dentro de los mismos países, que se espíen entre los grupos industriales, es cosa sabida. Pero que se espíe a la Iglesia Católica, al Papa y a los cardenales, como acaba de revelar una revista italiana, a ojos de muchos parece demasiado. Por lo visto el Vaticano es considerado por algunos un gran grupo de poder, capaz de hacer cambiar los rumbos de países enteros o de masas de creyentes o de influir poderosamente en ellos y capaz de hacer operaciones financieras que pueden romper ciertos equilibrios, y por eso vale la pena espiarlo. Según la revista italiana Panorama, la National Security Agency (NSA) que ha estado en el centro de un escándalo por haber espiado a medio mundo (o al mundo entero, aún no se sabe), habría interceptado las comunicaciones vaticanas, incluso las del papa Benedicto XVI. Entre los 46 millones de llamadas que la NSA habría interceptado entre el 10 de diciembre de 2012 y el 8 de enero de 2013 en Italia, estarían incluidas aquellas desde y hacia el Vaticano, entre ellas las del papa Benedicto XVI y del futuro papa argentino, el cardenal Jorge Bergoglio. Desde que surgió la noticia y dado que por lo visto la revista Panorama ha tenido acceso a documentación relativa a las interceptaciones, se han elaborado decenas de hipótesis sobre la posibilidad de que los cardenales hayan sido espiados en torno del cónclave, es decir las reuniones preparatorias de la elección del nuevo papa que comenzaron el 4 y terminaron el 8 de marzo, y al cónclave propiamente dicho que se realizó el 12 y 13 de marzo y que concluyó con la elección del primer papa argentino. El portavoz vaticano, padre Federico Lombardi, dijo ayer a los periodistas no saber nada de estas interceptaciones telefónicas y además, aclaró, “no nos preocupa en absoluto”. Pero, según la revista, las llamadas interceptadas también habrían sido aquellas hacia y desde la Domus Internationalis Paolo VI, una residencia para eclesiásticos que está fuera del Vaticano, donde se hospedaba, entre otros, el cardenal Jorge Bergoglio cuando estaba en Roma. Panorama lanza la hipótesis de que podría haber sido precisamente Bergoglio el centro de atención en la Domus, dado que el futuro papa habría estado bajo control de parte de los servicios de inteligencia de Estados Unidos desde 2005, según revelaron algunos informes de Wikileaks. De acuerdo con Panorama, las llamadas telefónicas hacia y desde el Vaticano, que incluían también aquellas desde y hacia los teléfonos de obispos y cardenales, han sido clasificadas por la NSA en cuatro categorías: Leadership intentions (intenciones de los líderes), Threats to financial system (amenazas al sistema financiero), Foreign Policy Objectives (Objetivos de política exterior), Human Rights (Derechos humanos). Se sospecha que se han monitoreado las llamadas relacionadas con la elección del nuevo presidente del IOR, el alemán Ernst von Freyberg, dado los tremendos escándalos financieros en los que se ha visto implicado en las últimas décadas el banco vaticano. Von Freyberg fue nombrado el 15 de febrero de este año, casi un mes antes de que fuera elegido el papa Francisco quien, de su lado, ha iniciado importantes reformas en los órganos financieros del Vaticano. Pero aunque el portavoz vaticano transmite tranquilidad, no todos dentro de la Santa Sede se sienten igual y se sabe que la noticia ha causado no poca preocupación. De todas maneras los más viejos habitantes de la Santa Sede saben que ser espiados no es cosa nueva. Los espías abundaban durante el período de los Estados Pontificios –siglos VIII a XIX–, cuando el Papa y sus ejércitos controlaban todo el centro de Italia. Y después, durante la Guerra Fría especialmente, se dice, el Vaticano era un Estado tan espiado como los más importantes de Europa, en particular durante los primeros años del papa polaco, Juan Pablo II. Ahora, de todas maneras, y desde hace varios años, la Santa Sede ha adoptado algunos métodos de protección y cierto software muy sofisticado, sobre todo durante los cónclaves, para impedir escuchas o para obstaculizarlas. Y todo esto se ha incentivado desde el año pasado, cuando estalló el escándalo del Vatileaks, los documentos robados por el mayordomo del Papa y difundidos a la prensa. En materia de espionaje, en particular en el contexto de lo que ahora llaman Datagate en Europa, todos los países desarrollados dicen asombrarse e indignarse y apuntan el dedo unos contra otros, como si fueran completamente inocentes de un accionar que, en sus más variadas formas, existe desde la Antigüedad. Los antiguos romanos mandaban gente a los mercados para saber qué decían los mercaderes que venían de otros mundos, repartían soldados vestidos de civil entre la gente de los pueblos que conquistaban, infiltraban los ejércitos y las cortes. Claro, sin Internet y sin los medios supersofisticados que hay ahora, la tarea era mucho más lenta y difícil. 31/10/13 Página|12

Todos aliados, a la vez traidores y vasallos

EL TESTIMONIO DEL JEFE DE LA NSA DESNUDA LA HIPOCRESIA DE LOS SERVICIOS DE ESPIONAJE DE OCCIDENTE Todos aliados, a la vez traidores y vasallos Después de las revelaciones sobre el espionaje con las que Washington gratificó a sus queridos aliados de Alemania, España y Francia, el imperio se lanzó al contraataque. Europa es socio en el espionaje, dijo el jefe de la NSA. Keith Alexander, director de la NSA estadounidense, involucró a sus pares europeos. Imagen: AFP. Por Eduardo Febbro Desde París Las bases del concurso están abiertas: ¿quién es más asustadizo o mentiroso o ladrón? Europa y Estados Unidos se desgarran en el inmenso cuadrilátero que se instaló con el espionaje a escala industrial y planetaria realizado por la Agencia de Seguridad Norteamericana, la NSA. Después de las sucesivas revelaciones sobre el espionaje con las que Washington gratificó a sus queridos aliados de Alemania, España y Francia, el imperio se lanzó al contraataque. El jefe de la NSA, el general Keith Alexander, dio vuelta el arma contra los denunciantes y acusó a sus amigos de Europa de ser los responsables tanto del espionaje de que son objeto sus ciudadanos como del envío a Washington de las informaciones recopiladas. Con el cinismo escénico al que ya nos tiene acostumbrados, el general Keith Alexander disparó el primer proyectil cuando aseguró, ante la Comisión de Inteligencia del Congreso estadounidense, que los informes suministrados por los diarios Le Monde y El Mundo, “según los cuales la NSA recabó miles de millones de llamadas telefónicas, son completamente falsos. Ni los periodistas ni la persona que robó esa información clasificada saben lo que tienen delante”. Las palabras del general no son ni del todo falsas ni del todo verdaderas. El vespertino Le Monde confirmó que Francia remitió información a la NSA por medio de un acuerdo firmado por los dos países a finales de 2011. Este detalle tal vez explique en parte la trémula reacción de París ante la suculenta masa de informaciones que los servicios secretos de Estados Unidos sustrajeron de Francia. Le Monde había revelado que entre el 10 de diciembre de 2012 y el 8 de enero de 2013 la NSA interceptó más de 70 millones de llamadas y SMS de empresas y particulares de Francia. Keith Alexander precisó ante el Congreso que toda esa información no corresponde a “ciudadanos europeos”, sino que “se trata de información que noso-tros y nuestros aliados de la OTAN obtuvimos conjuntamente para la protección de nuestros países y en apoyo de nuestras operaciones militares”. Después del espionaje, la zancadilla. En primer lugar, una fuente anónima de los servicios secretos franceses, la DGSE, confirmó al diario francés la existencia de un protocolo de intercambio de informaciones que entró en funcionamiento a principios de 2012. El 28 de octubre, el diario alemán Süddeutsche Zeitung había revelado que la agencia norteamericana y la francesa colaboraban en un programa común llamado Lustre. No obstante, este acuerdo no justifica la elevada cantidad de intercepciones operadas por la NSA en territorio francés. Francia tiene, para los servicios de inteligencia del mundo, un atractivo particular: los cables submarinos por donde transitan la mayoría de los datos oriundos de Africa y Afganistán pasan por las regiones francesas de Marsella y Bretaña. Ambas zonas están así celosamente vigiladas por París. La fuente de inteligencia citada por Le Monde declaró que eso era “un trueque que se instauró entre la dirección de la NSA y la DGSE. Les damos bloques enteros sobre esas zonas, y ellos, en contrapartida, nos dan partes del mundo en donde estamos ausentes”. De este formidable e hipócrita espionaje se desprende que los servicios de inteligencia se reparten el rastreo del mundo. Según el artículo de Le Monde, los datos que París le entrega a Washington corresponden a ciudadanos franceses y extranjeros residentes en las zonas bajo control francés. El trueque entre Francia y Estados Unidos no es el único en vigor. Existe una suerte de círculo de amigos integrado, entre otros, por Israel, Suecia o Italia donde llegan cables submarinos de valor estratégico. Hay entonces una clara geografía submarina de cables pinchados por los servicios de inteligencia de las potencias. Ello quiere decir que las comunicaciones que pasan a través de ellos, las que atañen a personas y a empresas, están al alcance de los países centrales. Por consiguiente, todo el juego comercial y de las relaciones internacionales está trampeado. Asimismo, queda claro entonces que el presidente socialista François Hollande no hizo más que pura mímica cuando interpeló a la administración norteamericana a causa del espionaje del que su país había sido objeto. Todos aliados, a la vez traidores y vasallos. Le Monde afirma en su artículo que estas “nuevas aclaraciones plantean antes que nada la responsabilidad de las autoridades políticas francesas”. La portavoz del gobierno francés, Najat Vallaud-Belkacem, juzgó como “poco verosímiles” las alegaciones del general Alexander. La controversia no disculpa en nada a la NSA. Muy por el contrario. Con los documentos entregados por el ex agente de la CIA y la NSA, Edward Snowden, como prueba, Le Monde mantiene que los objetivos de Washington eran sus mismos aliados. Una fuente jerárquica de la DGSE francesa refuta la idea de que sus servicios hayan podido entregar, en apenas un mes, “70,3 millones de datos a la NSA”. El volumen es demasiado alto para ese período. Además, el documento suministrado por Snowden dice claramente “contra ese país en particular”. Contra Francia u otro, da lo mismo. Las potencias se enemistan hoy, pero mañana se volverán a dar la mano para seguir expoliando en beneficio propio los datos del planeta. Comercio, desarrollo, negociaciones internacionales, acceso a los mercados, licitaciones internacionales, todo está contaminado por los intrusos que gobiernan el mundo, gobiernan las redes y los cables submarinos. Es una auténtica declaración de guerra contra las naciones que disponen de menos recursos, una metódica y cobarde condena a la desigualdad. efebbro@pagina12.com 31/10/13 Página|12

La supremacía del Poder Judicial Por Gabriel Pérez Barberá *

Por Gabriel Pérez Barberá * Es imposible en pocas horas poder leer con detenimiento tan extenso fallo. De todos modos, ya pueden extraerse algunas conclusiones, más bien contextualizadoras, respecto de lo ocurrido con esta sentencia. Lo primero que llama mi atención es la conformación de su mayoría (y de su minoría). Como estoy de acuerdo con la decisión mayoritaria, y dado que no sólo ejerzo mi profesión como juez sino también como académico en la universidad, no deja de ser gratificante para mí advertir que la mayoría ha estado conformada, para decirlo de algún modo, por la fracción más académica –y por tanto más técnica– de la Corte. El prestigio y la trayectoria universitaria y bibliográfica de los jueces Zaffaroni, Highton y Lorenzetti desde ese punto de vista es ampliamente reconocido. Y que con ellos esté también Petracchi, el juez firmante de los mejores votos mayoritarios de la primera etapa de la Corte democrática (y de las mejores disidencias en tiempos aciagos), es también algo que no parece casual y que fortalece más todavía la autoridad moral del voto mayoritario. Es decir: no se trata de cualquier “4 a 3”. La mayoría ha sido ajustada, pero está representada por la parte más técnicamente formada de la Corte. A nadie, por tanto, le será sencillo objetarla, ni moral ni jurídicamente. La otra reflexión que me surge en lo inmediato es la siguiente: ¿puede ser institucionalmente correcto que la decisión final acerca de la viabilidad de una política pública quede en manos de un tribunal? Personalmente creo que para las decisiones más importantes de la sociedad, con alcance colectivo amplio, la última palabra debería tenerla el legislador. Es decir, frente a la declaración de inconstitucionalidad de una ley de esa clase, el Poder Legislativo debería poder insistir con su posición, con una mayoría especial, tal como lo plantea la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. De lo contrario, la tan mentada supremacía de la Constitución deviene en mera supremacía del Poder Judicial por sobre los demás poderes del Estado. Y ello no es consistente con un Estado democrático de derecho, por ser el Poder Judicial el menos legitimado democráticamente de todos los Poderes estatales. El argumento, tanta veces esgrimido por la Corte Suprema, de que el sistema vigente se justifica para asegurar al ciudadano o a las minorías la protección de sus derechos contra la eventual arbitrariedad de “mayorías circunstanciales”, no sólo es inidóneo como justificación (porque adopta como razón precisamente lo que se critica: el “argumento contramayoritario”), sino que muestra además cuánto arraigo tiene en nuestra cultura constitucional la convicción de que es correcto que las decisiones más trascendentes para la sociedad queden en definitiva en manos de unas pocas personas sin mandato popular. Las que, por lo demás, en la toma de esas decisiones es obvio que actúan no sólo en virtud de razones jurídicas, sino también en función de criterios seguidos por los otros poderes del Estado (cálculo político, para decirlo con una expresión breve), pese a que ese cálculo no forma parte formalmente de sus mandatos funcionales y, por tanto, ni siquiera tienen que dar cuenta de él a la sociedad. Por lo demás, históricamente, las minorías que –a partir de la idea de control judicial de constitucionalidad pergeñada en EE.UU. a comienzos del siglo XIX– quisieron ponerse a salvo de esas “mayorías circunstanciales” no eran personas socialmente vulnerables, sino aquellas que conformaban el más fuerte núcleo de poder económico en ese país. Proteger con el Poder Judicial al genuinamente vulnerable de mayorías arbitrarias es, desde luego, posible y deseable. Sólo requiere alguna creatividad en la organización del acceso al recurso judicial y en la generación de procedimientos diferenciados según la clase de actor. De lo contrario se cae en un uso o bien ingenuo o bien cínico (según las circunstancias) del argumento de la igualdad ante la ley. Imagínese por un momento el escándalo moral y político que hubiese generado una mayoría inversa a la conseguida. Pues bien: que un tribunal (aunque sea el de última instancia) pueda impedir una política pública aprobada por amplias mayorías parlamentarias es, ante todo, algo que el actual sistema constitucional en el reparto de poderes permite. La necesidad de repensar ese reparto y la de modificar alguna vez la Constitución en consecuencia es la principal lección que, hoy, me deja lo ocurrido. * Profesor titular (por concurso) de Derecho Penal en la Universidad Nacional de Córdoba. Juez de la Cámara de Acusación de Córdoba. 31/10/13 Página|12

La única transición tendrá que hacerla Clarín

No está cerrado un ciclo político que obtiene el mayor logro cultural e institucional en 30 años de democracia. Por Demetrio Iramain El demorado fallo de la Corte Suprema dándole definitivamente rango constitucional a todos los artículos de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual –incluidos los resistidos por el Grupo Clarín– cuadra perfecto en el siguiente escenario: el kirchnerismo queriendo profundizar el proyecto nacional y popular, y la oposición tratando de impedirlo, porque eso significaría que el oficialismo desoye "el mensaje de las urnas". Con matices, ese podrá ser el conflicto que estructure el tiempo político durante los próximos dos años. Ambos tienen con qué disputar esa pulseada. El gobierno mantiene la gestión del Ejecutivo y tutela con holgura ambas cámaras legislativas, incluso con mayor margen de maniobra a partir del 10 de diciembre. La oposición, en tanto, y siempre al borde del deseo destituyente, dependerá de lo que pueda hacer la gran cadena mediática, severamente dañada tras el reciente dictamen del Máximo Tribunal. A propósito, ¿a cuál mandato supuestamente menospreciado por el gobierno se refiere la derecha? Desde luego, únicamente al de los distritos en donde las fórmulas del FPV no ganaron, porque a juzgar por el resultado general de las elecciones, en todo el país, los candidatos del oficialismo volvieron a imponerse, situándose nuevamente como la primera fuerza nacional. Al traspolar mecánicamente algunos resultados locales a todo el resto de la geografía, la derecha omite groseramente una contingencia no menor: en la sumatoria de todo el país, el kirchnerismo resultó vencedor. Designar candidatos presidenciales opositores, y hasta otorgarles su segura infalibilidad en 2015, es una lectura, a priori, demasiado apresurada. Así las cosas, la gran corporación mediática volverá a poner en marcha una potente estrategia de desgaste, cáustica, que trabajará la conciencia media de la sociedad en una única dirección: mostrar herido de muerte al kirchnerismo. Ahora, cómo hará para que la sociedad lo crea tras la declaración de constitucionalidad de la Ley de Medios, eso ya es más difícil de prever. No puede ser considerado terminado un ciclo sociopolítico con semejante capacidad de movilización y cohesión política, si justo cuando le decretan su crepúsculo obtiene el mayor logro cultural e institucional de los últimos 30 años de democracia. Para la derecha que se siente vencedora, el gobierno tiene a partir del domingo una ilegitimidad de origen, intrínseca a su condición "hegemónica": la derrota en los más numerosos centros urbanos, que se suma al norte que se fijó desde un principio: alterar espesos intereses concentrados, muy arraigados en la estructura social, para beneficiar a las mayorías populares. De ahí su oposición tenaz, cerrada, totalizadora: todo lo que haga Cristina estará mal. Su gobierno pecará por acción, por omisión, o por ambas. Su vocación por la "confrontación" y la falta de "consensos" habría demostrado ser foránea y ajena al sentir nacional. Eso que el amicus de Clarín, Andrés Gil Domínguez, llama cínicamente "paradigma histórico". El relato opositor tocará la misma canción que tarareó tantas otras veces: que el ciclo kirchnerista se encuentra inexorablemente acabado. Ciclo que, paradójicamente, nació tras una derrota electoral, cuando Carlos Menem batió en primer turno a Néstor Kirchner, aunque por un margen de votos que resultó insuficiente a los ojos de la Constitución para alzarse con el gobierno. En 2003, la Constitución reformada nueve años antes tenía razón, impidiéndole a la reacción neoliberal –injustificada por la historia– una nueva y artificial sobrevida. Diez años después, quedó corta. Ejemplo: la declaración de inconstitucionalidad de la ley más progresiva del plan para democratizar la justicia. Al montaje opositor se agrega la deliberada sensación de "vacío de poder", como adjetivan los alfiles comunicacionales de la derecha el obligado reposo médico de la presidenta. Olvidan que el kirchnerismo sabe de derrotas. Que su noción de épica es el contragolpe. Que la carencia, la sorpresa, la encrucijada histórica han sido el laboratorio donde el proyecto nacional y popular produjo sus más avanzadas políticas. Ejemplo: el contexto que rodea el fallo de la Corte y su inmediata proyección sobre la sensación de capitulación con que la derecha comunicacional describe los días inmediatamente posteriores a las elecciones del domingo. La memoria social sobre el audaz y vertiginoso período abierto tras aquellas elecciones del 28 de junio de 2009 (Ley de Medios, fin de las AFJP, matrimonio igualitario y creación de la AUH), se ve retroalimentada con la declaración de constitucionalidad de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Los millones de votantes K vuelven a creer posible concretar en políticas concretas la distribución de la riqueza, la búsqueda de mayor pluralidad de voces en el espectro mediático, la democratización de las instituciones de la sociedad (justicia, sindicatos, Fuerzas Armadas y de Seguridad, etc.) y el disciplinamiento de las corporaciones económicas que, tras las recientes elecciones, querrán copar la parada. Por enésima vez, los argentinos asistiremos a una catarata de opiniones de igual calibre que tratarán de instalar la peregrina idea del inapelable "fin de ciclo". Inaugurarán hoy mismo la ineludible "transición", como si tal cosa empezara ahora y no en octubre de 2015, y sin advertir que podría ser sólo administrativa y no política. Los resultados del domingo así lo indican: si la elección hubiera sido presidencial, el candidato del FPV habría resultado electo sin necesidad de ballotage. Hasta ahora, la única "transición" tendrá que hacerla el Grupo Clarín S.A., cediendo a instancias de la ley parte de su posición dominante en el mercado de medios. Como suele ocurrir en la Argentina desde hace diez años, la derecha vuelve a sentir la irresistible tentación de desayunarse la merienda. Error: primero deberá sintetizar en una única opción, suficientemente potente y electoralmente viable, su multiplicidad de ofertas. Después, vencer al kirchnerismo. El despecho de Macri a Massa, y el nuevo fracaso de quienes apostaron un pleno a un fallo contrario a la Constitución en el caso de la Ley de Medios, patinan en el mismo barro del que no logra salir el contrakirchnerismo desde hace una década. Seguimos. Infonews

La oposición quedó dividida después del fallo de la Corte

La Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró ayer la constitucionalidad de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSA) y movió el avispero político. Mientras el kirchnerismo festejó en bloque que la ley de la democracia pueda aplicarse integralmente, los sectores de la oposición mostraron sus diferencias por el fallo. Mauricio Macri y Elisa Carrió se aliaron en defensa del Grupo Clarín, mientras que Ricardo Alfonsín, Victoria Donda y Pino Solanas se pronunciaron en defensa de la aplicación de la ley. Elisa Carrió, del frente UNEN, afirmó que la decisión judicial forma parte de un pacto entre el presidente de la Corte Suprema y el Gobierno. "Hoy es el día del cumplimiento del pacto Lorenzetti-Cristina-Zannini. En el momento que denunciaba este pacto el presidente del bloque del PRO, Federico Pinedo y de la UCR, Ricardo Gil Lavedra, así como analistas como Joaquín Morales Solá me desautorizaban diciendo que no había pacto", escribió la diputada en su cuenta de Facebook. El jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, realizó una curiosa interpretación del fallo y señaló en su cuenta de Twitter: “La Corte ha sido clara que el Afsca tiene que ser independiente y hoy no lo es, por lo que el gobierno no puede tomar ninguna medida”. La diputada Patricia Bullrich, flamante incorporación del PRO, se sumó a la estrategia de su jefe político. “La Corte dice que para que sea constitucional la ley debe aplicarse con igualdad y debido proceso. Ergo no lo es. La Corte dice para que sea constitucional los medios públicos no deben ser instrumentos de apoyo a una política de gobierno. Ergo no lo es”, afirmó, confundiendo las resoluciones del fallo con los criterios de aplicación del tribunal. Ricardo Gil Lavedra: “Más allá de su acierto o error, el fallo debe ser respetado" Pero no todos los opositores salieron a defender a Clarín. El gobernador de la provincia de Santa Fe, el socialista Antonio Bonfatti, afirmó: “La Justicia emitió su fallo y hay que respetarlo. Yo abogo por la pluralidad, estoy de acuerdo con que tenemos que tener ley de Medios y todo el mundo pueda tener la palabra". Victoria Donda y Humberto Tumini, dirigentes de Libres del Sur e integrantes de UNEN, celebraron el fallo. “Siempre hemos creído en la independencia de esta Corte. En el marco de lograr mayor institucionalidad, por lo tanto y consecuentemente con ello, debemos respetar este fallo y avanzar hacia una real pluralidad de voces, algo en lo que este gobierno no se ha destacado particularmente”, expresó la diputada nacional. Tumini, secretario general del movimiento, tuiteó: “Hemos defendido la independencia de la Corte cuando votaba contra el gobierno K. La defenderemos si resuelve en contra de Clarín”. Pino Solanas, compañero de fórmula de Carrió en las elecciones del último domingo, se diferenció de la fundadora del Ari. “El fallo de la Corte Suprema debe acatarse pero la ley es imperfecta y necesita modificaciones”, manifestó. Otro integrante de UNEN, el diputado radical Ricardo Gil Lavedra, afirmó: “Más allá de su acierto o error, el fallo debe ser respetado. Reconoce la potestad del Congreso, lo que no significa que la ley sea buena”. Por último, el diputado Ricardo Alfonsín también celebró la noticia. “La Justicia se expresó: a respetar el fallo, tanto quienes cuestionaban la ley como quienes no la cumplen aunque el AFSCA no se los reclame”. Massa en TN pidió "trato igualitario" para Clarín El líder del Frente Renovador, aunque había destacado la independencia del Máximo Tribunal de Justicia y celebró "la mayor presencia posible de voces porque eso hace a la libertad de expresión", pidió "profesionalizar" el Afsca. El diputado electo por la provincia de Buenos Aires y líder del Frente Renovador, Sergio Massa, pidió que, tras el fallo de la Corte Suprema en favor de la Ley de Medios, se tenga "un tratamiento igualitario" para Clarín. En el mismo sentido, afirmó que la autoridad de aplicación de la norma "se profesionalice". Anteriormente, por otro medio, Massa destacó el fallo de la Corte Suprema de Justicia en relación a la Ley de Medios y señaló que "lo que decide la Corte hay que respetarlo". El Intendente de Tigre llamó también a que exista "la mayor presencia posible de voces porque eso hace a la ibertad de expresión". Hay una ley vigente que la Corte expidió y es la que tenemos" continuó Massa y aclaró que no se pronunció el martes, cuando el Tribunal emitió el fallo porque "lo analizamos con el equipo jurídico" que lo asesora. Por último, en relación a este tema, Massa sentenció: "Tenemos una Corte independiente, tenemos que aprender a aprender y valorar los fallos". En otro orden, el diputado electo deseó una "pronta recuperación" de Cristina Fernández, algo que, dijo "todos los argentinos bien nacidos queremos". 30 años de Democracia Sobre el aniversario que celebra las tres décadas de libertad continua en el país, Massa destacó que lo mejor que sucedió en esta etapa fue "el cambio constitucional de un presidente a otro de distintos partidos" así como también "la puesta en marcha del Mercosur". En cuanto a lo peor, eligió el intento de desestabilización carapintada de Semana Santa de 1987 y lo sucedido los días 19 y 20 de diciembre de 2001. El PRO irá a la Justicia para que no se aplique el fallo de la Corte La diputada y senadora electa Gabriela Michetti dijo que le "preocupa" la decisión de la Corte y adelantó que el macrismo trabajará en una presentación judicial para que no se aplique hasta que "estén las condiciones del fallo". Críticas a Sabbatella. La diputada nacional y senadora electa del PRO, Gabriela Michetti, adelantó hoy que el macrismo buscará que "no se aplique" el fallo de la Corte Suprema que declaró constitucional la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual a tarvés de una presentación judicial, ya que en ese espacio consideran que no están "dadas las condiciones" para la aplicación. "Lo que nosotros estamos pidiendo es que el fallo no se aplique hasta tanto exista una autoridad de aplicación realmente independiente, con una persona realmente idónea al frente", dijo Michetti al canal TN del Grupo Clarín, y pidió que "los medios públicos se utilicen como se deben utilizar, como medios del Estado, no como medios de un Gobierno". Para Michetti no están dadas las condiciones para la aplicación de la Ley de Medios En ese sentido, Michetti calificó al titular del AFSCA, Martín Sabatella, como un "operador del Gobierno" y dijo que le "preocupa un poco el fallo", ya que "parece más un fallo para una situación que no existe en la Argentina". "Hoy, Sabbatella no es una persona independiente, es absolutamente un operador del Gobierno, es parte del Gobierno. El AFSCA trabaja como un organismo del Gobierno, no del Estado". En ese sentido, consideró que "las condiciones que plantea el fallo para que la ley se considere constitucional no están" y adelantó que el espacio que lidera Mauricio Macri "trabajará en una presentación judicial en estos términos". "Si estas condiciones están dadas como la misma Corte lo dice en el fallo, entonces estamos de acuerdo, la ley puede ser constitucional. Pero, la verdad es que la condiciones no están", sintetizó. 30/10/13