lunes, 31 de diciembre de 2012

2013 ELECTORAL.,

Por Raúl Kollmann

Hay dos fechas ya fijadas por ley: el 11 de agosto de 2013 serán las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) y el 27 de octubre las elecciones para renovar la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio de la Cámara de Senadores. Pero 2013 no sólo presenta estos desafíos electorales. Es muy probable que varias provincias adelanten sus comicios para legisladores provinciales y hay dos distritos –Corrientes y Santiago del Estero– en los que se elegirán gobernadores. Muchos dicen que no será un año electoral común porque lo que suceda en el 2013 se proyectará fuertemente hacia la sucesión de la presidenta Cristina Kirchner en 2015, lo que abre posibilidades incluso de una reforma constitucional. Otros factores, como la dificultad de la oposición para consolidar un liderazgo claro, los choques con Hugo Moyano o el desenlace judicial de la ley de medios seguirán influyendo durante 2013. De la misma manera, es posible que se repitan escenarios que ya se vieron en el segundo semestre de 2012, como la concentración opositora del 8N, su contracara multitudinaria en el festejo por los 29 años de democracia, o los saqueos organizados poco antes de Navidad. Sin embargo, las versiones y trascendidos mediáticos que presagian apocalipsis electorales no son convalidados por los pronósticos de los encuestadores y consultores políticos más conocidos del país. Desde los más cercanos a los más alejados del oficialismo perciben que puede haber situaciones de inestabilidad, cambios más bien limitados, pero que en el cuadro completo seguirá teniendo preeminencia la Casa Rosada, o su expresión política, el Frente para la Victoria, que incluso podría sumar bancas en el Congreso.
Hoy por hoy

Roberto Bacman es el titular del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP) y afirma que hay que partir de los datos actuales. “Hubo mucho movimiento, pero para 63,5 por ciento de los que encuestamos, 2012 fue año positivo, tanto en lo laboral como en su plano personal. Les pedimos que le pongan una nota a 2012 y el promedio dio 6,03. El 52,1 por ciento dijo que 2013 será mejor o igual que este año. Es decir, empezamos con buenas perspectivas.”
Normal

Para Eduardo Fidanza, de Poliarquía, “en el año próximo habrá tensiones políticas normales de un período electoral: políticas, sindicales sociales. Considero factible que el kirchnerismo reúna en torno de sí a la mayoría del peronismo, dejando a la disidencia en un plano marginal. La oposición creo que tiene chances de formar frentes, si aprovecha las internas con inteligencia”.
Pendientes

Graciela Römer, titular de Römer y Asociados, ve una especie de herencia de 2012 que se prolonga hacia el 2013: “El Gobierno deberá hacerse cargo de manera inercial de gran parte de los traspiés acontecidos durante 2012. En primer lugar, el problema social. Hoy no hay una situación de hambre en Argentina, como sí lo hubo en 2001. Sin embargo, la inflación carcome las expectativas de los sectores medios, pero también aumenta la irascibilidad de los sectores más bajos, aun siendo asistidos por los múltiples programas sociales implementados por la gestión K. Segundo, el empleo no baja pero tampoco sube sustancialmente el empleo de calidad y la economía informal sigue siendo un problema, especialmente en momentos en que la construcción se ha estancado. Tercero, la ruptura con el peronismo histórico encarnado en la figura de Moyano abrió otro frente de conflicto. Cuarto, el tema de la inseguridad sigue siendo otro frente difícil”.
No fue fácil

“El año político encuentra al oficialismo alineado tras el liderazgo de Cristina Kirchner de manera compacta, mientras la oposición aún tiene pendiente la construcción de un liderazgo alternativo capaz de competir con alguna chance con la Presidenta –plantea Artemio López, líder de Equis–. 2012 fue un año de desaceleración económica, pero se mantuvieron los niveles de empleo y consumo sin cambios significativos, se actualizaron planes sociales un 26 por ciento, jubilaciones y pensiones 25 por ciento y las 1900 convenciones colectivas por sobre el 25 por ciento. Por eso, las preferencias que se vieron en octubre de 2011, de gran hegemonía electoral oficialista y fragmentación opositora, no se han modificado en lo sustancial. Más allá de operaciones de medios y microclimas construidos por diversos analistas opositores al gobierno nacional, los casi 12 millones de votantes que acompañaron al oficialismo en octubre de 2011 no han migrado. Por el contrario, la oposición marcha aún más dividida que en octubre de 2011, puesto que los dos nuevos liderazgos nacionales que aparecen de cara a 2015, Mauricio Macri y José Manuel De la Sota, toman votos del mismo espacio opositor, redistribuyendo las preferencias.


Gestión y alianzas

“No será un año sólo electoral –afirma Ricardo Rouvier, de Rouvier y Asociados–. La prolongación de la crisis en los países centrales, la presión hacia el multilateralismo, estimulará la necesidad de profundizar las alianzas regionales y el proteccionismo de nuestra producción en relación al mundo. En el oficialismo la supraentidad Unidos y Organizados tendrá un mayor protagonismo, en desmedro de estructuras burocráticas partidarias o sindicales más tradicionales. En la gestión, parece lo más aconsejable avanzar por el camino del acuerdo social, de disminución de la inflación, efectuar ostensibles políticas de seguridad, y de acelerar la sustitución de importaciones. Sería razonable pensar en forjar una nueva política de alianzas en función del proyecto y más allá del cronograma electoral.”
Dos bloques

Ignacio Ramírez, analista de Ibarómetro, diagnostica que “hay un bipartidismo fallido o empate asimétrico: una opinión pública en la que se advierten dos bloques –sugiero evitar la expresión sociedad dividida puesto que connota un antagonismo social que no se verifica en la realidad– de proporciones equivalentes: alrededor de una mitad de la sociedad que acompaña al actual proyecto político y se muestra optimista. Y otra mitad, crítica y opositora, que exhibe un agudo déficit de representación y está envuelta en una atmósfera anímica impregnada de descreimiento y malestar. Hay una diferencia: la mitad aprobadora responde que el gobierno nacional es el actor que le produce mayor confianza, mientras que la mitad opositora responde en primer lugar ‘ninguna institución’, en segundo lugar ‘los medios’ y tan sólo el 5 por ciento de este universo elige a los ‘políticos opositores’. He allí el principal desafío de la oposición: comprender que el ‘ningunismo’ es la contracara de la desconfianza por la política. El kirchnerismo empieza el año electoral mejor posicionado, con muy buenas perspectivas de mejorar su performance del 2009 y con un panorama económico más alentador. De cualquier manera deberá encontrar candidaturas que expresen el actual proyecto político y que al mismo tiempo contengan alguna dosis de renovación”.
No será fácil

“2013 va a ser un año de transformaciones fundamentales –cree Enrique Zuleta Puceiro, titular de OPSM–. La lógica del poder presidencial se instalará en el 2013 y las elecciones parlamentarias anticiparán los escenarios para el 2015, por varias razones centrales. En primer lugar, la necesidad de la Presidenta de afirmar la fuerza del poder central para neutralizar las fuerzas que comienzan a desencadenarse ante las dificultades crecientes del proyecto de reforma constitucional. Del lado de la oposición, hay efectos graves, porque la gente los percibe más como un problema que como una solución, Esta circunstancia explica la incapacidad para capitalizar las extraordinarias ventajas que ha venido otorgando el Gobierno. El ciclo negativo del Gobierno, que lo llevó a perder más de 40 puntos de apoyo, parece haber terminado y las encuestas registran una recuperación que lleva ya cuatro semanas. La razón casi exclusiva es cierto mejoramiento de las expectativas económicas y, sobre todo, el default de la oposición.”


EL OFICIALISMO ENFRENTA LAS ELECCIONES SIN DEMASIADA EXPOSICION

Una situación con poco riesgo
Las diferentes evaluaciones de las encuestadoras coinciden en que el lugar del oficialismo es más cómodo que en otros comicios y que corre pocos riesgos. Al mantenerse como primera minoría podría ganar bancas.

Por Raúl Kollmann

El proceso electoral disparará sin dudas una cantidad de interpretaciones diversas, pero lo cierto es que la mayoría de los consultores cree que en el terreno electoral el oficialismo corre pocos riesgos: podrá bajar su última marca, pero será el que obtenga más votos, con lo que tal vez sume nuevas bancas en la Cámara de Diputados. En el peor de los casos, perdería unas pocas en el Senado.

- Roberto Bacman: “Más allá de todos los análisis, el oficialismo parte con una ventaja estructural: su núcleo duro de votantes nunca ha bajado del 34/35 por ciento a nivel nacional, ni siquiera en elecciones de medio término como las de 2013. Y esta ventaja estructural se mantiene a pesar de los desafíos que debe asumir en algunos distritos como ser la Capital Federal, Santa Fe y Córdoba. Esta preeminencia competitiva inicial también se sostiene desde otra perspectiva: la oposición sigue dispersa, heterogénea y muy atomizada, sin que hasta el momento ningún partido o dirigente haya logrado internalizar de manera contundente en el imaginario colectivo que posee un proyecto concreto, una propuesta viable y alternativa a la de un oficialismo que gobierna este país desde hace casi diez años”.





- Manuel Mora y Araujo, de Ipsos-Mora y Araujo: “El oficialismo deberá extremar sus esfuerzos de campaña para remontar un mal año con indicadores flojos en la opinión pública. La provincia de Buenos Aires será el distrito decisivo, ya que en términos generales las provincias más grandes y con mejores indicadores económicos le son adversas, mientras que las demás le son favorables. La estrategia razonable para el oficialismo es tratar de nacionalizar la elección todo lo posible, jugando la figura de la Presidenta por encima de los candidatos locales, y procurar que en Buenos Aires no se genere una excesiva dispersión de la oferta peronista que le puede quitar votos al Frente para la Victoria. La oposición sigue envuelta en sus indefiniciones, pero el hecho de tratarse de una elección legislativa de medio término, donde se vota por distrito, compensa esa debilidad. Aun con el actual panorama de oposición muy fragmentada, el electorado opositor va a ir produciendo tendencias locales cuya eventual agregación se producirá después, con vistas a 2015”.

- Eduardo Fidanza: “En principio creo que el kirchnerismo tiene una buena chance de ganar la primera minoría en la elección de 2013. Eso dependerá, primero, de la evolución de la imagen presidencial, hoy en torno a los 40 puntos según los datos de Poliarquía. Segundo, de la marcha de la economía y, tercero, de la capacidad de la oposición de conformar frentes. Sin embargo, en caso de vencer el oficialismo, no veo chances de introducir la reforma constitucional para impulsar la re-reelección. El gobierno debería tener resultados aun mejores que en 2011 para acercarse al número requerido en Diputados, y todavía quedaría lejos en Senadores. Eso significa que, más allá del año electoral y sus resultados, el proceso de sucesión presidencial seguirá abierto”.

- Artemio López: “El año electoral se presenta muy favorable para el Frente para la Victoria, que renueva las elecciones de 2009, donde le fue mal y donde sólo obtuvo el 30 por ciento de los votos. Un simple cálculo muestra el panorama. En 2009, Córdoba, Santa Fe y Capital promediaron para el oficialismo el 10 por ciento de los votos. Cualquier candidato del FpV hoy eleva ese promedio. En la provincia de Buenos Aires, el FpV sacó el 32. Hoy saca mucho más que eso. Mi cálculo es que el oficialismo mejorará en unos 15 puntos la elección de 2009. Si eso sucede, el bloque FpV-PJ pasaría a tener 145 bancas, 31 más que hoy. Y sumando aliados podría incluso acceder a la mayoría calificada de dos tercios de la Cámara. ¿Será?”.

- Ricardo Rouvier: “La oposición pone más en juego su capital legislativo que el kirchnerismo, fruto del éxito opositor en 2009. No obstante, el kirchnerismo enfrenta un desafío particular, sobre todo en el Senado, en razón de que depende de cómo le vaya en las elecciones para aspirar a la reforma constitucional y la consecuente re-reelección de la Presidenta. Es decir que la cuestión de la sucesión va a ser uno de los grandes temas de la agenda política del año a iniciarse, y que tomará más impulso en lo post-electoral. Si se cerrara el camino de la reforma, el gobierno tendrá que ir por el Plan B”.

- Enrique Zuleta: “El gobierno debe producir un sinceramiento. La re–reelección es rechazada por ocho de cada diez electores. En estas condiciones, está clara la necesidad de que ponga en evidencia ideas, alternativas, equipos, criterios de solución de los problemas. Nada amenaza el liderazgo de la Presidenta y hasta podría decirse que ese liderazgo no depende de la reelección. Más bien al contrario. El imperativo para el kirchnerismo tendría que ser operar un giro hacia una política de moderación progresista –similar a la de 2007 y 2011–, en la medida en que es imprescindible para una victoria electoral en 2013. Ese giro tendría que estar acompañado esta vez de una sincera voluntad de innovación política, inclusión de ciudadanía independiente y reconciliación nacional”.

- Graciela Römer: “Las próximas legislativas serán, como lo son casi siempre las elecciones de medio término, la hoja de ruta hacia las elecciones presidenciales de 2015. En esta variable se incluye que el PRO pueda imponer o no su candidato en Santa Fe frente a las listas de Bonfatti o Binner; el éxito o no de Cobos en Mendoza, que los gobernadores vayan con sus listas o no bajo el paraguas del FpV. De todo ello, más la cuestión económica y social, dependerá el mapa que surja para las próximas legislativas”.

- Analía del Franco, titular de Analogías: “Mi hipótesis es que la participación e interés en estas elecciones será alta, debido entre otras cuestiones a la fuerte dinámica entre oficialismo y oposición que tuvo lugar durante 2012. Ejemplos: sectores opositores que no son partidos políticos, como algunos sindicalistas, así como otros sectores de clase media con alto interés en exhibir sus reclamos y su antioficialismo de manera pública, pero sin identificación partidaria. También actuarán algunos mitos tales como ‘al que le va bien en las elecciones de medio término está habilitado para participar en las próximas con elecciones ejecutivas’. O que las elecciones de medio término suponen un plebiscito al gobierno nacional en curso. Creo cada vez menos en esos mitos”.

raulkollmann@hotmail.com

31/12/12 Página|12


GB

LA INTENSIDAD DE UN AÑO INOVIDABLE, POR RICARDO FORSTER, OPINION.

Las intensidades de un año inolvidable
Por Ricardo Forster

Siempre es oportuno y necesario recordar lo que pensábamos un año atrás a la hora de hacer balance de lo transcurrido después de que el calendario diera otra vuelta completa.




Como si fuera la mejor manera de escapar a la tiranía del instante que todo se lo devora impidiéndonos recordar aquello que, apenas dejado a nuestras espaldas, nos resultó tan decisivo no sólo por lo que generó en su momento sino por lo que abrió en el futuro inmediato. Somos deudores, qué duda cabe, de lo previo aunque, en demasiadas ocasiones, lo olvidamos consciente o inconscientemente. Pensar críticamente el agotamiento de un año supone interrogarnos por esa anterioridad que lo marcó en su comienzo y en su desarrollo.

 En este sentido, el kirchnerismo no puede ser abordado sólo a partir o desde su última novedad. La totalidad de su derrotero, la compleja huella que va dejando en su despliegue por la historia, los giros de época y de ideas que generó, las mutaciones en la sensibilidad y en la propia percepción de la realidad no han sido el resultado de los últimos meses sino el producto de aquello que, bajo la forma de lo azaroso e inesperado, se inició en mayo de 2003 y que vino a conmover a una sociedad desconcertada, aturdida, desesperanzada y sin brújula. Por eso, estimado lector, recupero algo de lo que, en esta misma columna, escribí hace exactamente un año atrás cuando todavía la incredulidad dominaba al establishment económico, a la corporación mediática y a la oposición política que no alcanzaban a explicarse cómo había acontecido el desastre electoral que para ellos supuso el espectacular triunfo de Cristina Fernández con más del 54% de los votos. Sucede que hay quienes viven encriptados y creen que su invención de la realidad se corresponde a lo que verdaderamente sucede en la otra realidad, aquella que tiene que ver no con la ficción ni con las alucinaciones sino con el discurrir efectivo y verídico de las cosas.


Regresemos, entonces, a diciembre de 2011, en esos días escribía lo siguiente: “En la tradición judía, así se dice en el Talmud, se prohíbe expresamente la adivinación y cualquier intento de escrutar en el futuro. Quizás, como resultado de esa limitación legal, los judíos, relata Walter Benjamin, se dedicaron a escarbar en el pasado y a insistir en la rememoración. Por eso le dejaron el arte de indagar en los días por venir a los adivinos, a los magos y a los astrólogos e insistieron en que todo presente lleva dentro de sí, lo sepa o no, lo quiera o no, las marcas del pasado que, bajo determinadas circunstancias, se vuelven actualidad. La fluidez que corre entre lo acontecido y lo actual constituye, desde esa perspectiva milenaria, la fuente de nuestra manera de estar en el tiempo y de habitar la vida histórica. Es por eso que ante el cierre de un año siempre nos movemos entre la necesidad de hacer un balance y la tentación de anticipar lo que puede llegar a ocurrir. Lo que supone esa inclinación interpretativa, esa capacidad de indagar por lo actual del pasado y de sus múltiples figuras espectrales, es la posibilidad de interrogar, en las huellas del presente, las posibilidades que se abren sin lanzarse al frenesí de la adivinación. Dicho de otro modo y sin tanta retórica teológica: pensarnos es, siempre, actualizar lo que ha quedado a nuestras espaldas colocándolo en la corriente del tiempo histórico que tiene en el presente su núcleo decisivo, ese que, en gran medida, determina la relación que establecemos tanto con el pasado como con el futuro. Pero, y eso de algún modo inhabilita la reducción causalista de la historia, el azar siempre mete la cola y produce lo inesperado.



Fin de año es, casi siempre, un buen momento para hacer balance del camino recorrido y de las vicisitudes que nos acontecieron. Tal vez, este 2011 que se va cerrando haya sido el menos arduo, conflictivo e hiperkinético de los últimos años en los que tantas cosas se pusieron en juego en nuestro país. Un año signado por lo electoral que, sin embargo, acabó por demoler las ilusiones de todos aquellos que imaginaban que se acercaba el tiempo crepuscular del kirchnerismo y que nuevos vientos vendrían a limpiar la atmósfera supuestamente viciada que nos dejaba un gobierno al que, eso pensaban, la mayor parte del país le daba la espalda o se preparaba para hacerlo (de nuevo, y como si fuera un extraño karma que persigue a la oposición mediática y política –en realidad son lo mismo bajo la dirección de los dueños de los grandes medios de comunicación concentrados– persisten en repetir los errores del pasado insistiendo con aquello de la falta de representatividad del Gobierno, de su inevitable decadencia a partir de la pérdida de interpelación y reconocimiento social sobrevalorando la irrupción, durante el 2012, de las renovadas huestes de caceroleros de clase media que se volcaron a las calles céntricas para darse un baño de virtud republicana mientras alucinaban con voltear al maldito kirchnerismo).

Tanta intoxicación que emanó de los grandes medios de comunicación –escribía en ese fin de año– obnubiló la visión de muchos que, sin percibirlo, vivieron encerrados en una burbuja y negando los cambios profundos que venían desplegándose en la sociedad. Cuando la realidad se transforma en ficción sólo la contundencia de un acontecimiento potente logra romper el ensueño producido por la multiplicación infinita de un relato imaginario. En el 2011 lo que se disipó fue la niebla ideológica emanada del dispositivo mediático, una niebla que hizo que más de un incauto se estampara contra una evidencia tozudamente negada.

El peso asfixiante del prejuicio es, quizás, lo más difícil de superar. En política constituye una rémora que acaba por impedir cualquier comprensión racional de lo que efectivamente sucede con las cosas de la realidad. Algo de esto les viene aconteciendo a los europeos que no logran zafar de las cadenas ideológicas montadas por el neoliberalismo; cadenas que les impiden comprender el daño estructural causado por la hegemonía del capitalismo financiero y que todavía le permiten, a ese mismo poder, seguir decidiendo por la mayoría de la sociedad. Lo nuevo que atraviesa este tiempo argentino es, precisamente, que la persistencia de un dispositivo ideológico construido durante décadas para desguazar vida social, económica, política y cultural en nombre de la famosa “libertad de los mercados” fue enfrentado con la combinación de transformaciones materiales y de una clara y contundente disputa por el sentido.

 El 2011 fue, entonces, el año en el que, elecciones mediante, se consumó ese desvelamiento que había tenido su punto de inflexión en el recorrido que fue desde las jornadas del Bicentenario a la despedida multitudinaria que se le hizo a Néstor Kirchner.

Un año que hizo añicos no sólo las ilusiones regresivas de sectores sociales resentidos con la “invasión populista” que fueron capturados por la retórica de los grandes medios de comunicación sino que, también, cuestionó y conmovió, de un modo como ya no se recordaba en la Argentina, a los poderes fácticos, esos mismos que desde siempre condicionaron cualquier iniciativa democrática hasta vaciarla de todo contenido transformándola en un pellejo vacío. Lo que mostró el Gobierno, y lo hizo de manera elocuente, es que después de décadas en nuestro país la decisión respecto de la gobernabilidad no dependía de las manipulaciones que se hacían desde las sombras sino que eran el resultado de acciones políticas visibles y realizadas de cara a la sociedad.

Lo que fue una sorpresa para algunos, me refiero primero al resultado de las primarias y luego de las elecciones generales, no fue otra cosa que el corrimiento final de un velo de prejuicios y falsedades que les habían impedido a esos sectores ver lo que efectivamente estaba cambiando en el país. Están, por supuesto, aquellos que abominan de esos cambios y que desean con fervor regresar a las épocas en las que su poder era incuestionable. El kirchnerismo, en todo caso, reconstruyó la esencialidad política de la democracia al mismo tiempo que politizó la economía. Lejos de los tecnócratas y de los ideólogos del establishment neoliberal lo que se produjo fue una extraordinaria inflexión que le devolvió sustantividad a esa misma República por la que se suelen desgarrar las vestiduras los mismos que la llevaron a su extenuación”.

Esto escribía doce meses atrás tratando de entender por qué todavía persistía esa lectura ahuecada y estéril con la que insistía la oposición y que tanto siguió influyendo en algunos sectores medios (particularmente altos) de la sociedad más preocupados por ver realizados sus sueños de catástrofe social, sus alucinaciones de fin de ciclo junto con la corroboración de lo que siempre pensaron y sintieron: que estábamos en manos de una matrimonio de aventureros e impostores que, mediante los ardides del populismo, habían logrado, una vez más, engañar a esa masa amorfa y clientelar venida de los oscuros suburbios y derramada, cada tanto, en la ciudad civilizada para hacer añicos los sueños de una Argentina próspera y primermundista.

Por derecha alucinaron con el peligro de la expropiación (sentimiento que viene desde el conflicto desatado por la famosa resolución 125 en el que la palabra “confiscación” se había convertido en el caballito de batalla de la mesa de enlace y de sus socios mediáticos. Ahora, y cuando se iba cerrando el año, la anulación por decisión del Poder Ejecutivo de la Nación del contrato de venta leonino y nulo que le entregó el predio del Estado a la Sociedad Rural para que hiciera pingües negocios en los últimos 20 años, vuelve a sacarlos de quicio imaginando que Cristina se ha puesto a la izquierda de Chávez y que esta vez sí que “va por todo”); por izquierda algunos trasnochados imaginan que, una vez más, estamos a las puertas de una insurrección popular que no sólo se llevará puesto al Gobierno sino que avanzará, ahora sí, por la verdadera senda del socialismo (también pudimos observar, en una fecha tan emblemática como lo es el 19/12, la extraña e impresentable alianza que convocó a una movilización escuálida que reunió a los camioneros con los militantes del MST y del PO, a las huestes confundidas de Micheli con los casi invisibles miembros del sindicato del Momo Venegas y todo eso bien condimentado con discursos que ni ellos mismos se los creen).

Lo que unos ni otros pudieron o quisieron ver es aquello que queda más allá de sus narices. La clase media, la que tiene poder de ahorro y la que ha sabido cultivar con fruición el cuentapropismo moral, se convirtió en la avanzada de la protesta en el preciso instante en el que se le impidió salir libre y festivamente a comprar dólares pero lo hizo, ese nuevo bautismo de movilización, creyéndose representante de la pureza republicana y defensora última de la libertad.

Una clase que tiene la facultad de olvidar rápido lo que la atravesó y la movió en el pasado (desde la dictadura hasta la convertibilidad) y que siempre se ve a sí misma como el verdadero reservorio de la vida republicana y como garante de la democracia entendida, siempre, bajo su forma patrimonialista. De todos modos, no dejó de ser significativa la caudalosa convocatoria del 8/11 que volvió a mostrarle al Gobierno que la Argentina sigue siendo un país en disputa. Los dirigentes de algunos sindicatos, y particularmente el antiguo aliado del gobierno –Hugo Moyano– no pudieron ni quisieron ver la gravedad creciente de la economía mundial, lo que efectivamente está sucediendo en muchos países europeos en los que los sindicatos no saben de qué manera frenar el avance salvaje de una política de ajuste que viene destruyendo el estado de bienestar y aniquilando derechos históricos.

En ningún momento quisieron aceptar que la decisión del kirchnerismo, bajo el liderazgo de Cristina, era sostener el proyecto de inclusión y de distribución sin aceptar esas recetas que ya conocimos. Nunca comprendieron, o no les interesa hacerlo porque se han vuelto funcionales al establishment, la gravedad del escenario mundial y los esfuerzos virtuosos que se hicieron y se siguen haciendo por proteger trabajo, salarios y derechos en un mundo que ve azorado cómo se hunden las economías centrales.

 Tampoco comprendieron, al igual que amplios sectores de la clase media (en particular los más favorecidos) la importancia estratégica de dos decisiones tomadas durante el 2012: la reforma de la carta orgánica del Banco Central y la recuperación de YPF que nuevamente fue puesta bajo decisión soberana del Estado nacional. Dos decisiones, en particular la segunda, cargadas no sólo de significado económico y político sino portadoras de un enorme sentido simbólico. La recuperación de YPF marcó el cierre de las perversas privatizaciones de los ’90 del mismo modo que la orden de bajar el cuadro de Videla por parte de Néstor Kirchner cerró, simbólicamente, la continuidad del terror dictatorial depositado en nuestros cuerpos. Nada de eso, ni tampoco la ampliación de derechos que se multiplicó durante el 2012 (ley de género, ley de voto juvenil entre 16 y 17 años, avance en la elaboración del nuevo código civil y comercial, ley del peón rural, ley para perseguir la trata de personas, etc.) alcanzó para dosificar la mirada destemplada y catastrofista promovida desde Clarín y La Nación y fervorosamente acompañada por esos sectores medios y por dirigentes sindicales y políticos que sólo parecen defender sus intereses corporativos.

Un año que estuvo atravesado, desde antes de que comenzara, por la puja con los sectores del establishment económico financiero que, al día siguiente del triunfo electoral de octubre de 2011, iniciaron sus maniobras especulativas buscando, vía la fuga de capitales y la presión sobre el dólar, que se desembocara en una devaluación que volviese a transferirles poder económico y político. Las respuestas, desde esos días, fueron y siguieron siendo contundentes (exigencia de liquidación de exportaciones de petroleras y mineras en el país hasta llegar a la ley que regula el mercado de capitales).

El 2012 estuvo signado por la decisión estratégica de avanzar en una política de industrialización por sustitución de importaciones (sin por eso ahorrar las dificultades y las improvisaciones que fueron el resultado de una decisión tomada con apuro ante el reconocimiento de que la crisis económica mundial iba a golpear sobre nosotros) pero sin recortar empleos, ni salarios, ni paritarias. Fue también el año de la terrible tragedia de la estación Once que puso en evidencia las fallas estructurales de una pésima política de transportes y el inicio –todavía en sus primeras etapas– de lo que tiene que ser un cambio radical de esa misma política que vuelva a recuperar los trenes como núcleo, material y simbólico, de lo que viene cambiando en el país.

Demasiado, quizás, para un solo año, aunque ya nos vamos acostumbrando al aceleramiento que el kirchnerismo le ha impreso a la realidad nacional. Un año que recuperó, el 9 de diciembre, la fuerza de la movilización popular recordándoles, a los que festejaban las marchas caceroleras como la quintaesencia de la genuina expresión “democrática” de los ciudadanos autónomos, que hay una profunda relación entre Cristina y vastísimos sectores populares, esos mismos que hoy se sienten representados por un proyecto que, como sólo lo había hecho el primer peronismo, les devolvió el derecho a creer en sus propias fuerzas y en la potencia de su historia.

 Un año, y ya el espacio se me va agotando, atravesado por la cuestión de la justicia, del poder judicial, de la definitiva implementación de la Ley de Servicios Audiovisuales reforzada con el nombramiento de Martín Sabbatella al frente de la AFSCA, de fallos problemáticos y vergonzosos y de la espera de que finalmente la Corte Suprema se ponga a la altura de la genuina ampliación democrática, pero que también fue testigo de la primera condena a un civil –Jaime Smart– por complicidad con el terrorismo de Estado y el procesamiento –histórico– de Carlos Blaquier, un símbolo del poder empresarial oligárquico, en la causa conocida como “la noche del apagón en el Ingenio Ledesma” (siempre será poco recordar, ante estas condenas y juicios, al inolvidable Eduardo Luís Duhalde que nos dejó al comienzo de año).

 Y, en el vértigo de los últimos meses, la decisión impresentable del juez Griesa que en Nueva York –y festejado por ciertos sectores de la derecha mediática y política nacional– falló a favor de los fondos buitre en el mismo momento en que se le tendía una emboscada a la Fragata Libertad en Ghana. Para desesperación de los anunciadores del Apocalipsis ni el juez Griesa pudo imponer su falló ni los fondos buitre pudieron retener a la fragata que fue liberada por decisión del tribunal del mar con sede en Hamburgo (dos rotundos éxitos de la política exterior del gobierno que fueron rápidamente ninguneados por la corporación mediática).

Hasta el último día hábil estaremos a la espera de lo que pueda suceder. Un año signado, qué duda cabe, por el nombre y la impronta de Cristina. Habrá, tal vez, algo de tiempo durante el verano para repasar muchas otras cosas que han quedado en el tintero de un año memorable y complejo. Nos esperan, ahora, los desafíos del 2013.

30/12/12 Tiempo Argentino

GB

Mercedes Sosa canta el "Himno Nacional", ACOMPAÑADA POR JOVENES FLOKLORISTAS



EN ESTE 2013 QUE TAMPOCO NOS FALTE LA PATRIA JUSTA LIBRE Y SOBERANA.
Prof GB

Ana Belén y otras artistas - 'Gracias a la vida' (directo)



POR ESTE AÑO Y POR EL PROXIMO

Prof GB

Las Cuatro Estaciones de Vivaldi.



CADA ESTACION UNA EMOCION DE VIDA PARA TODOS Y TODAS.
FELIZ 2013.

Prof GB

NOVENA SINFONÍA DE BEETHOVEN . Himno de la alegría



FELIZ 2013 COMPAÑEROS, AMIGOS,  A TODOS Y TODAS, CON JUSTICIA SOCIAL,
PAZ Y BIEN.
Prof GB

AL "TURCO" RENE HAIDAR IN MEMORIAM.


Mercedes Cammisi de Haidar, madre de Ricardo René Haidar en un aniversario de su cumpleaños, 3 años después de su desaparición, le escribió: 

"Carta a mi hijo desaparecido

Querido hijo:

Hoy 15 de enero vas a cumplir 41 años y por eso quiero escribirte, porque después de tu desaparición no he vuelto a saber de vos, a pesar de lo que dice el enemigo yo sé que no has muerto y que seguirás viviendo en mi corazón, en el corazón de todos los que te queremos, tu compañera, tus hijos, tu hermana y tu sobrina a la que no conociste y a la que le enseñaremos a quererte como te queremos todos.
Quiero decirte también que a veces fui egoista, pensando en mi dolor de madre no pensé que todo lo que vos hacías lo hiciste por los miles de hermanos que sufren las injusticias sociales, por los niños que carecen de casa y sufren hambre, para que todo el pueblo tenga sueldos que les alcance para vivir dignamente.
Una vez te dije que Jesús al expulsar a los mercaderes del templo no lo hizo de buenas maneras, sino a latigazos y puntapies, y esta lucha de ustedes tiene mucho de parecido, yo sé que la lucha será larga y difícil, pero al fin la victoria será de ustedes y el sacrificio de los miles de desaparecidos y muertos no será en vano, pese al enemigo listo para dar el zarpazo.
¿Qué ha sido de vos? ¿Qué hicieron con vos los asesinos? No lo sé, pero yo seguiré pensando que estás vivo y listo para continuar la lucha por la victoria final.
Hasta siempre te abraza tu madre.

Mercedes C. de Haidar"
GB