lunes, 16 de julio de 2012

CLASES MEDIAS.

Un vecino, me dijo días pasados que quienes habían votado a la presidenta lo hicieron por un choripán.
El hombre es nacido y criado en Villa Lugano, tiene una casa de recepciones en Boedo y es constructor aparentemente de varios edificios en su barrio de orígen.
Es un laburante, no está en todo el día, la yuga, él y toda su familia.
Y le va muy pero muy bien.
Será por la magia?, el milagro?, o el yo laburo y a mí la política no me interesa.
Le habrá ido igual con De la Rúa ?

Una alumna que toma el colectivo en el cruce de Lomas a las 22 hs. para volver a su casa, buena estudiante, participativa, va a una Universidad Pública, me dijo muy suelta de cuerpo que "las negritas se embarazan para cobrar la AUH."
Es decir no la viene a buscar un chofer en un audi.
Pero piensa así.

Me retrotraigo a los cacelorazos 2008 por el famoso "campo" en barrios de la Capital Federal donde los autos de sus dueños tenían todos, pero todos eh, patente 2008.
A quién de qué se quejaban?.

Un evasor inmobiliario es defendido por Borenstein el domingo en Clarín como si fuera un viejo luchador de la clase obrera preso y torturado.
El tipo vendía 15 o 20 unidades por mes, hoy ninguna.
A ver, promedio cien mil dólares cada una, mas o menos, palo y medio dos palos verdes por mes.
Ajá, pero no declara ganancias ante la AFIP desde el 2007.
Bien, digo, pregunto quiero preguntar, cómo se le entra política, ideológicamente a esta gente?
Espera realmente que al país le vaya bien con una buena administración o espera el colapso aún a costa de su propia desgracia para decir "vieron que yo les dije?"
"Con esta yegua así nos iba a ir, sí pasaron 9 años, pero algún día se iba a acabar".

Donde solo existían dos restaurantes en un pueblito de la provincia en el 2003, hoy hay cerca de 12.
Los sábados es muy difícil contar menos de 200 autos estacionados cuyos propietarios están almorzando.
Difícil es que te den una factura luego de comer alguno hasta se me ofendió.
Les va muy pero muy bien, y evaden y se quejan.....del gobierno.
En fin.
Las clases medias son así, raras, complejas, sin identidad, apolíticas, amorfas, insípidas, incoloras, pero muy doloras.

GB

Desafíos falsos y verdaderos Por Eduardo Aliverti


Los dos diarios de circulación nacional más importantes dedicaron su relevancia de portada, el viernes pasado, al “desafío” lanzado por Moyano.


Destacaron que habló de la “inseguridad”, su convocatoria a los trabajadores para repensar el voto del año próximo y el respaldo a Scioli, con el obvio subtexto de que el Gobierno se enfrenta a un problema mayúsculo o, por lo menos, a barullos de consideración. Pues vaya: ¿cuál es el tamaño del reto lanzado por un dirigente sindical que apenas cubrió la mitad del estadio de Ferro y que además ya venía de amontonar voluntades en Plaza de Mayo gracias al exclusivo aporte de camioneros y el cotillón de algunas agrupaciones de izquierda? El segundo puesto de la prensa lo ocuparon las idas y vueltas del primer mandatario bonaerense para hacer frente al pago del aguinaldo. Fueron alternándose ley de emergencia económica propia, adhesión a la nacional, recurrir a los bingos. Eso sí que es objetivo, pero con el pequeño problema de que los medios opositores afrontan una contradicción complicada. Deben proteger a su ¿todavía? gran esperanza blanca, contra Cristina, a costa de minimizar los errores político-administrativos del gobernador.

Esas falencias –fuere que se interpreten de tal forma o, centralmente, como producto de decidir no cobrarles más impuestos a los que más tienen– acaban de pegar por debajo de la línea de flotación: jodieron el ingreso de cientos de miles de laburantes. Como dijo en reciente columna una colega del periodismo militante opositor, nadie llega a presidente dando lástima. ¿Cómo hacer que el kirchnerismo implote, si no hay una sola figurita que lo impulse? Magnetto ya probó con la cena en su casa, antes de las elecciones del año pasado. Le fue muy mal. Todo tiene el único sentido de los manotazos.

Brasil liberó el ingreso de autos, papas y otros productos, después de que el intrépido Guillermo Moreno flexibilizara importar máquinas agrícolas, autopartes y carne de chancho. No fue noticia, como sí acontece cada vez que los choques comerciales con Brasil son presentados cual si se tratara de peligrosísimos entuertos en la relación bilateral. ¿Y acaso el mercado inmobiliario no se caía a pedazos, para enterarnos de que los empresarios del rubro asumieron que no habrá marcha atrás y que deben pesificar las operaciones?

Lo concreto es que la ausencia de novedades profundas no significa dejar de inquietarse por la eventual acentuación de los movimientos opositores. Inquietud, vale subrayar. No preocupación. Ni Moyano ni Scioli –si ya quiere verse al segundo como definitivamente enfrentado al gobierno nacional– representan una acechanza grave sobre el liderazgo de Cristina. Tampoco Macri, quien no se cansa de demostrar que es un inútil, por ahora, a toda prueba. Sea por acción propia u omisión ajena, o ambas cosas, está claro que la Presidenta continúa siendo apreciada como la única figura capaz de ejercer el comando del país.


Es diferente si hablamos acerca del Frente para la Victoria, en cuanto a su potencia como fuerza nutriente y movilizadora que asegure el rumbo parido a comienzos de siglo e iniciado por Kirchner en 2003. Según el ojímetro de este mero comentarista, no da para obsesionarse con la sucesión ni para hacer la plancha. Lo primero, porque todavía falta mucho rato hasta determinar quién expresaría mejor, como referencia personal, la continuidad del modelo. Eso depende de ver andar los pingos, mientras no se pierda de vista que andarán según vaya a ser el sustento entusiasmante que provea el oficialismo. Alguien similar a Cristina es bien difícil de conseguir, de modo que el desafío –en esto sí que cabe la palabra– es francamente complejo. Pero hay tiempo. Ni mucho ni poco. Lo segundo, el evitar echarse panza arriba por el solo hecho de que los contendientes no alcanzan para juntar un equipo de fútbol de salón, estaría descartado porque no forma parte del ADN oficialista.

El kirchnerismo siempre avanza mejor, más poderosamente que el resto. A veces con eficacia, otras a los tumbos y, quizás en la mayoría de las oportunidades, por su capacidad de contragolpe y la hibridez opositora alrededor de quejas y denuncias que son tan convulsivas como intermitentes. No las militan. Se suceden unas a otras eliminándose entre sí. ¿Dónde quedó que el país se iba al diablo por las restricciones al dólar o por las presuntas andanzas de Boudou? ¿Dónde está que Moyano tiene atributos para conmover al país por vía del vigor de su gremio, de dejar a la Capital llena de basura sin recoger, de taponar el surtimiento de productos esenciales y, gracias a todo eso y más, mucho más, desestabilizar al Gobierno? ¿A quién le mueve un pelo la fractura formal de la CGT, sin perjuicio de que el astillamiento representativo jamás puede ser beneficioso para los trabajadores?

En todo caso, aunque no sea sorpresa, sí cobran dimensión los sucesos de la provincia de Buenos Aires, porque es una trama enroscada cuyas consecuencias son dificultosas de acertar. Hay afectación en el bolsillo de franjas populares y clase media, y el gobernador no quiere defenderse de las acusaciones por mala gestión. Sus funcionarios se atrincheran en el argumento de que el problema es estructural, debido a cómo se reparte la coparticipación impositiva.

 Los números demuestran lo contrario, porque hablan de una portentosa asistencia nacional; pero bajo cualquier explicación es insólito que no se haya previsto, o anunciado, el cuello de botella que atravesarían las finanzas provinciales. El clima social se espesó. Y el punto es cómo hará el kirchnerismo para remarcar diferencias con Scioli, o con lo que Scioli escenifica ideológicamente, sin que eso signifique dispararse a los pies habiendo de por medio nada menos que el territorio bonaerense.

A esta altura, carece de importancia si el chispazo lo provocó la boqueada del gobernador cuando anunció sus intenciones presidencialistas. Para la Casa Rosada, es indesmentible que el cometido sciolista va a contramano del modelo oficial. Que simboliza una alianza con los sectores más concentrados y conservadores, valga el pleonasmo.


Y que no tiene retorno. Hasta ahora, la popularidad de Scioli, cimentada en su imagen de buen tipo, voluntarioso, no conflictivo, claro que bajo el amparo de las políticas distributivas de la Nación, indujo a que el kirchnerismo se cuidara de salirle con los tapones de punta. Lo hicieron algunos mastines con los que siempre debe contarse, pero nada más. Por las causas que fueren, se adelantó la exposición pública de un choque ideológico inevitable.

La comprensible táctica de Néstor de juntar a (casi) todos porque era la única manera de articular poder... quedó allá, lejos, en los comienzos y mediados de la administración. Lo que resta apreciar, para ser justificadamente reiterativos, es cómo se las arreglará Cristina a los fines de marcar una cancha donde tiene que tirar los centros y, al mismo tiempo, rechazarlos. No es un duelo menudo. Requiere de firmeza inquebrantable, en la convicción de que no hay otro camino que éste si se pretende enfatizar cierta reparación de las mayorías populares. Parecería que esa seguridad de la Presidenta no debe ponerse en cuestión, pero habrá que ver cómo la implementa.

De acuerdo con el gusto que este cronista manifestó varias veces, el Gobierno, tan sin prisa como sin pausa, debería abrir juego de un modo en que la comunicación y acciones oficiales no pasen, exclusivamente, por la figura presidencial. Una cosa es que los líderes sean imprescindibles. Y otra, que el único recurso consista en ellos.

16/07/12 Página|12

LA CRISIS PROVOCADA POR EL GOBIERNO

Estoy procupado, no veo la salida. Los deseos del grupo monopólico son tan vehementes, tan sostenidos, tan constantes que me preocupan.
Su voluntad no ceja.
Y el mundo, atribulado lo acompaña.
EE.UU., apenas asomando de la recesión y la desocupación, China creciendo menos, gradualmente crece menos, Europa en la debacle propuesta por la venganza alemana, los bancos y los Rajoy impunes y delarruístas.
El euro se multiplica por billones para rescatar, salvar, contener, sostener, ayudar, solucionar al apocalipsis neoliberal.

Por aquí, lo anuncian hace 9 años, y pareciera que el momento llegó, el futuro ya llegó.
La crisis en la Argentina estalló, cruel y sanguinaria como en el 2001.
Se exporta menos, se importa menos, cientos de miles de puestos de trabajo perdidos, evasores que son buenos y víctimas del Estado gendarme, se produce menos, se crece menos, la economia está paralizada.
Por fin, suspira Bonelli que se pone la pilcha de ministro de economía.
Por fin sonríe Van der Kooy, que se pone la pilcha de ministro de trabajo.
Era hora se congratula Susana Viau, futura ministra de educación, cultura y afines.

Ya no mas netbooks, ni Tecnópolis, ni fútbol para todos, ni AUH, ni aumento para jubilados dos veces por año, ni paritarias, ni populismo, ni cadena nacional, basta de pagar impuestos, ahora podré comprar dólares y seré libre.

Libertad-Libertad-Libertad, cantan eufóricos y libres Majul y Lanatta.

Tanto va el cántaro de la crisis anunciada que al final logró su cometido.
Tras nueve años de crecimiento sostenido (gracias al viento de cola mundial) llegó la fin del mundo agentino, (por no haber elegido las políticas mundiales).
Y Moyano que no lo dejaron ser presidente como él sabiamente lo exigió en octubre del 2010 en un acto multitudinario de la CGT a Néstor y Cristina.
Y Scioli, que quiere ser presidente en el 2015, y Mariotto no lo deja.
Y no `puede pagar aguinaldos porque la crisis provocada por la Presidenta así lo quiso.

El deseo contenido durante tantos años, se hizo realidad, la pobreza, la indigencia, la desocupacón llegaron por fin para quedarse.
Era hora grita y vocifera vengador el grupo monopólico.
Las corporaciones financieras, bancarias, agropecuarias, multinacionales varias, y empleados varios como la Bullrich o Sanz festejan el fin de la Argentina.

Cristina, Montonera y Populista Renuncie antes que sea demasiado tarde.

GB, ciudadano libre de la Ciudad de Buenos Aires.

FERMIN CHAVEZ IN MEMORIAM.

Fermín Chávez
Por Francisco Pestanha *

Benito Enrique Chávez (Fermín) nació un 13 de julio de 1924 en “El Puebito”, un caserío cercano a la ciudad de Nogoyá Provincia de Entre Ríos. Hijo de Gregoria Urbana Giménez oriunda de Paysandú, y de Eleuterio Chávez, transcurrirá sus primeros años en un medio rural que nunca olvidará y que determinará la notable sencillez y humildad de su espíritu.

Su padre – nacido en 1880 – fue agricultor hasta el año 1920 fecha en que tiene que abandonar la actividad. Son los inicios de la crisis del modelo agro – exportador que empezó a manifestarse en la periferia. Los pequeños agricultores así, se constituyen en las primeras víctimas del crack que hará tambalear al “granero del mundo”. Don Eleuterio trabajará posteriormente como peluquero y fabricante de escobas de palma. En la misma década recuerda Chávez, su padre administrará un pequeño boliche de campo en el distrito de “Crucecitas”.

De puro cuño yrigoyenista, a Fermín siempre le llamo la atención esa faceta política de Don Eleuterio, pero especialmente, el contacto que existía entre “El Peludo” y el criollaje. Fermín interpretará posteriormente que para muchos criollos, Yrigoyen representó una suerte de reencarnación del Caudillaje. Eleuterio militara para el yrigoyenismo hasta 1951. En los comicios del 52 confesará posteriormente que votó a Perón.

Por su parte, la tradición lópezjordanista y su ponderación por Leandro Gómez, será herencia de su abuela Martiniana, quien había estado casada con Santiago Moreira, un hombre que había integrado las tropas de Ricardo López Jordán y caído prisionero luego de la batalla de “Don Gonzalo”, batalla que marca tal vez la definitiva derrota de los federales y donde las tropas “Nacionales” al mando de Gelly y Obes utilizarán las primeras ametralladoras el 9 de diciembre de 1873.

Una vez por semana llegaba al Pueblito la revista “Caras y Caretas”, publicación que alimentó las lecturas del joven Fermín. Los Chávez no tenían radio, pero cada tanto podían escucharla en la casa de su tía Vitalia López. Por su parte, el golpe del 30, fue vivido en su casa como un verdadero drama.

Su primer período formativo, estará íntimamente marcado por ciertas contradicciones existentes entre el relato oficial de la historia que adquirió la Escuela Nº 14 – provincial – y los relatos históricos que circulaban dentro de su ámbito familiar.

La crisis del treinta obligará a la Familia Chávez a radicarse en Nogoyá. Vivirán un tiempo en casa de su Tía Rosa Moreira. De regreso al Pueblito, Fermín volverá a estudiar en la escuela 14 y recién conocerá a la gran ciudad “Paraná” en 1936, oportunidad en que visitan a su hermana mayor María Petrona.

Chávez proseguirá a instancias de Fray Reginaldo de la Cruz Saldaña (hombre de la iglesia al que le estará eternamente agradecido, sus estudios en Córdoba en un colegio apostólico dirigido por los padres dominicos que se encontraba orientado hacia las vocaciones sacerdotales. Concluido el secundario en Córdoba, viajará a Buenos aires a estudiar filosofía como novicio al convento de Santo Domingo, para posteriormente partir hacia Cuzco con la intención de perfeccionarse en teología en un colegio internacional dominico.

Su estadía en Buenos Aires entre 1939 y 1942 será determinante en su posterior accionar político e intelectual, ya que coincidirá con el “cenit” de los Cursos de Cultura Católica. Chávez recuerda que el Principal de la Orden – el Padre Páez – enseñará en dichos cursos junto a –entre otros – Leonardo Castellani, Alberto Molas Terán, y César E. Pico. De esta forma se acercará al Nacionalismo en una época donde además el clima de la guerra influía nítidamente en la política local. En 1941 publicará su primer poema en “Crisol”, un diario nacionalista argentino dirigido por Enrique P. Oses.

Tres años transcurrirán de su estadía en Cuzco, cuando acontecerá el 17 de octubre de 1945, anoticiándose lo que ocurrido en su patria por radio. Fermín regresará al país recién en octubre de 1946, para casi inmediatamente incorporarse a la lucha política, sosteniéndose económicamente gracias a los buenos oficios de Fernández Unsain quien lo hará ingresar en la redacción Diario “Tribuna”, un periódico de orientación nacionalista donde escribirán entre otros, Gilberto Gomes Ferrán, Luis Soler Cañas y el mismísimo Jorge Massetti. Previamente publicó un poema en homenaje a Darwin Passaponti asesinado al anochecer del 17 de octubre de 1945 en la revista “Tacuara”, publicación perteneciente la Unión Nacionalista de Estudiantes Universitarios.

Respecto a sus influencias intelectuales, Fermín reconocerá en forma principalísima a la obra de Santo Tomas de Aquino y a las enseñanzas de Jacques Maritain y Garrigou-Lagrange. Pero además hará especial hincapié en la influencia que sobre él ejercieron autores nacionales como Ramón Doll, Ernesto Palacio, la predica del periódico Crisol, y en especial los artículos Osés. No obstante ello, en ciertas entrevistas, ha reconocido influencias de Leopoldo Lugones y de Leopoldo Marechal, entrelazadas con lecturas de Federico García Lorca, Pablo Neruda y Miguel Hernández.

Fermín reconoció públicamente que en aquellos tiempos previos al peronismo, el único hombre de FORJA que conocían era Raúl Scalabrini Ortiz, ya que nacionalistas y forjistas transitaban por senderos paralelos. Mientras el nacionalismo estaba en la calle, la labor forjista era más bien de índole cultural y conceptual, hecho que – reconoce – no le quita relevancia histórica a esta señera agrupación protoperonista. Manifestó además que en aquella época, existía una versión nacionalista ciertamente elitista de inspiración maurrasiana, “que corresponde al nacionalismo surgido durante el gobierno de Alvear momento en que Juan Domingo Perón es capitán e ingresa a la Escuela Superior de Guerra”. Entre 1926 y 1929 – aproximadamente- se producirá el nacimiento del periódico “Nueva República" y luego "Liga Republicana", en los que actúan figuras como Ernesto Palacio, Roberto de Laferrére, Federico Ibarguren, Juan E. Carulla, Julio Irazusta, César E. Pico, Daniel Videla Dorna, etc”. (textual). La Liga Republicana – sostuvo Fermín en alguna oportunidad – junto con el Socialismo Independiente de Pinedo y González Iramain, “serán fuerzas de choque que terminaron con los últimos restos del prestigio de Yrigoyen y del radicalismo en el poder” (textual).

Fermín recuerda por su parte que al advertir el fracaso político de Uriburu, algunos integrantes de este nacionalismo asumirán un antiimperialismo militante que los llevará a colaborar con las investigaciones realizadas por Lisandro de la Torre sobre el cuestión de las carnes, e inclusive, acompañaran la acción de cierto radicalismo conspirativo durante la Década Infame. De “todo el viejo nacionalismo que comienza a evolucionar alrededor del ’35, en plena década infame, surge una corriente popular”, sostendrá (textual.

Respecto al surgimiento de Perón, Fermín relatará en cierta oportunidad que “varias figuras de ese nacionalismo convergerán al peronismo, así como otras se opondrán: no quieren a Perón, y al rechazarlo a él rechazan al movimiento popular. Estos nacionalistas ven a Perón como un caudillo excesivamente pragmatista, o -para decirlo con las palabras que se utilizaron, no sólo desde el nacionalismo sino también desde el lado liberal- como un oportunista que sabe hacerse cargo del momento histórico y que va adelante” (textual). Pero hay otros nacionalistas que se acercaran y se insertan en el peronismo como “Alberto Baldrich, que aún hasta hoy, ejemplifica esa corriente nacionalista que actuó en el campo cultural más que en el político” (textual).

Para Chávez el nacionalismo argentino irá evolucionando y de un nacionalismo originario elitista y maurrasiano se irá hacia un nacionalismo popular. Después de 1935 afirmará “lo importante del nacionalismo son los periódicos y los nuevos elementos que entran en acción golpeando al Régimen. Por ejemplo la idea de justicia social aparecerá en algunos manifiestos de la época. Manuel Gálvez lo entenderá y “algunos nacionalistas como José Luis Torres, que redacta aquel manifiesto que el general Juan B. Molina le dirige a la Alianza en 1942 y en el cual están explícitas, prácticamente, las tres banderas del peronismo”.

Fermín durante el primer peronismo y siendo ya agente estatal en Salud Pública a instancias de Ramón Carrillo, será destinado a la Oficina de Prensa de la GGT donde colaborará con el órgano oficial de la central obrera. En 1950 conocerá a Eva Perón al integrarse a una peña de jóvenes escritores y poetas que se reunían todos los viernes en la sede del Hogar de la Empleada. Con Evita compartirán algunas cenas y tertulias en la residencia de Agüero y Alvear, y lo harán debajo de la habitación de Perón: ¡No griten mucho muchachos, podemos despertar al general! recuerda que ella les reprendía cuando alzaban la voz. Por esos años también se casará con Antonia Simó con quien tendrá dos hijos; Fermín (ya fallecido en un trágico accidente aéreo) y Simón, un talentosísimo músico y fotógrafo. Además trabajará en la Dirección General de Cultura, bajo la dirección de Castiñeira de Dios.

Su primer libro “Como una antigua queja”, será impreso en los talleres de la CGT gracias al papel cedido por la Federación de Trabajadores del Papel, Cartón, Químicos y afines, y el segundo libro, “Dos elogios. dos comentarios”, será editado por la Peña Eva Perón. En 1952 luego del fallecimiento de la jefa espiritual de la nación, estrenará “Un árbol para subir al cielo”, una fantasía para niños de su autoría dirigida por Lola Membrives, -y entre 1953 y 1957 – será además redactor de la revista Dinámica Social.

Acontecida la revolución Libertadora su respuesta fue inmediata; Publicará "Civilización y Barbarie. El Liberalismo y el mayismo en la Cultura Argentina”. Participará además de numerosas publicaciones clandestinas como “De frente”, “El Populista” y “Norte”.

En 1958 es designado por Perón miembro suplente del comando táctico creado para comunicar y difundir la orden de voto a Frondizi, pero al negarse a votarlo, es separado inmediatamente del cargo. En 1960 ingresará a la redacción de Clarín como un simple redactor. En 1963 es delegado interventor del Partido Justicialista de Santiago del Estero y en 1964 la Fundación Scalabrini Ortiz publicará “Poemas de fusilados y proscriptos”

Ya en los años 70 dictará la materia de Historia Argentina en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en 1973 y 1974. Como periodista y columnista se desempeñará además en Crítica, Panorama, La Prensa, El Hogar, Crisis, Megafón. Según Enrique Manson, “La ojeriza de López Rega lo excluyó del primer retorno “peroniano”. No ocurriría lo mismo con el segundo y definitivo. Fermín contaba del viaje de regreso que tenía buena orientación en el aire, y notó que el avión cambiaba su rumbo para aterrizar en Morón. Tardó en enterarse de los acontecimientos que habían obligado al cambio” (textual). En 1990 recibirá el Premio Consagración Nacional por parte de la Secretaría de Cultura de la Nación, en 1991 dictará la materia Historia del pensamiento argentino en la Universidad de La Plata, y entre 1996 y 1998 Historia Social y Económica en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Lomas de Zamora.

Fermín publicó mas de 46 libros, continuando además la obra de José María Rosa con la colaboración prestigiosos autores como con Juan C. Cantoni, Jorge Sulé, y Enrique Manson. Alguna de sus obras mas destacadas son “El liberalismo y el mayismo en la historia y en la cultura argentinas” (1956), “Vida y muerte de López Jordán” (1957), “José Hernández, periodista, político y poeta” (1959), “Perón y el peronismo en la historia contemporánea”, vol. 1 (1975), “Historicismo e iluminismo en la cultura argentina” (1977) , “La recuperación de la conciencia nacional” (1983), “Perón y el justicialismo” (1985), “Porque esto tiene otra llave. De Wittgenstein a Vico” (1994), “La conciencia nacional” (1996), “Alpargatas y libros”, vols. I y II (2003/2004), “Historia del país de los argentinos” (1967. Además libros de poemas como el ya mencionado “Como una antigua queja” publicará, entre otros, “Una provincia del Este” (1951), “Poemas con fusilados y proscriptos” (1964), y desde siempre sostuvo un pormenorizado análisis de lo gauchesco como signo de la cultura popular. En este sentido más recientemente, en el 2004 publicó “Historia y antología de la poesía gauchesca”, un trabajo de setecientas páginas donde reunió la obra de más de ochenta poetas.

* Profesor Titular del Seminario Introducción a Pensamiento Nacional en la Universidad Nacional de Lanús, y miembro de numero Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego.

Prof GB

jueves, 12 de julio de 2012

JUAN PERON: UNIDAD Y JUSTICIA DISTRIBUTIVA


 A la Asociación de empleados de Molinos Harineros.
                                                                      30 de julio de 1945.

Unidad nacional.

    “Hemos sostenido desde hace dos años la necesidad de que los argentinos nos unamos para resolver el problema argentino; y ellos prefieren irse en direcciones distintas de la dirección de la Patria. Hemos sostenido la necesidad de unirnos para hacer más grande este país con nuestra unidad, pero esa unión solo puede ser posible a costa de equilibrar un poco las desgracias y equilibrar también la felicidad.
Pensamos que cada uno de los argentinos ha de tener en el futuro un poco de la responsabilidad de lo que pase en el país. No hay hombre que pueda salvar la Patria si no es capaz de aglutinar la voluntad de todos los argentinos para salvarla; pero para aglutinar a todos los argentinos será necesario que muchos se despojen de su avaricia y sepan repartir con los hermanos de la tierra, lo que hayan podido conseguir de mas en su paso por la vida.”

Con motivo de la clausura del Congreso de panaderos.
  31 de julio de 1945

Justicia Distributiva.

    “No habríamos cumplido con nuestro deber de gobernantes si no realizáramos una verdadera justicia distributiva entre todos los hombres y entre las distintas regiones del país. Es indudable que las reformas de orden social verdaderamente revolucionarias que se han realizado en las ciudades organizando el trabajo, el descanso, el régimen de salarios y la previsión social de la clase trabajadora urbana puede crear en el futuro un problema demográfico difícil, ya que, abandonadas las masas campesinas a su suerte, afluirían hacia las ciudades creando así un problema pavoroso.
A ello tendrá que seguir la reforma integral en la organización de la riqueza, que ese producto extraído de la tierra por el campesino y elaborado por el obrero urbano tenga el precio que permita remunerar a uno y a otro que no se preste a explotaciones injustificadas en perjuicio de lo hombres que han puesto la riqueza en circulación con su trabajo. Así entiendo yo la libertad de producir, la libertad de elaborar y la libertad de vender, ya que no puede considerarse una libertad benéfica para el país la que deja en manos del poderoso la posibilidad de exprimir al que trabaja en su propio beneficio.

    Todos nosotros tenemos la misma responsabilidad. En estos momentos estamos evolucionando hacia nuevas formas socio- económicas. Terminaron hace dos siglos los gobernantes de la aristocracia. Hace menos tiempo terminaron los gobiernos de la burguesía y ya están viniendo los gobiernos populares, aquellos verdaderamente democráticos, en los cuales la responsabilidad de las masas, medula espinal del pueblo, han de tener enorme significación. Ni el más humilde de los artesanos ni el más encumbrado de los señores debe desentenderse de los problemas fundamentales. Cada uno forma un piñón de ese enorme engranaje que es la Nación, y en el futuro cargara con la responsabilidad si fracasamos, o compartirá la gloria si triunfamos en nuestros anhelo de un porvenir mas feliz para todos los argentinos.” 

Prof GB

El proyecto político de San Martín Segunda Parte.


Pero en aquel momento -igual que hoy- proliferaban los operadores políticos, los agentes de inteligencia y los mariscales de la derrota. Corría el rumor de que Belgrano habría negociado en privado con los diputados para crear una monarquía, tan puesta de moda por el congreso de Viena, al servicio de los reyes de Portugal. En realidad, habiendo sido invitado por el congreso para exponer sobre las formas de gobierno en la Europa de la época, en una sesión secreta, Belgrano propone una monarquía constitucional con un heredero de la dinastía incaica. Ya no se trataba de invocar poéticamente al inca intentando conmover su tumba como una mera fantasía literaria de la inspiración de López y Planes. Tal era el prestigio que todavía conservaba el “antiguo esplendor” del nombre inca.

Los legisladores salen al paso de la campaña de trascendidos. Se reúnen en sesión secreta diez días después, el 19 de julio, y amplían un párrafo del acta de la independencia. Donde dice “una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli” (que en realidad ya lo veníamos siendo de hecho desde hacía años), agregan la frase: “… y de toda otra dominación extranjera”. La propuesta es del diputado Pedro Medrano, abogado nacido en Montevideo pero representante de Buenos Aires y debe atribuirse a una marcada influencia de José de San Martín. El texto se jura dos días después. La declaración es una especie de prólogo de la patria grande. Para divulgar la noticia, el congreso envía a todas las provincias copias del acta. Incluso se hacen traducciones en quechua y aymará, los idiomas aborígenes del norte.
Fue un acontecimiento realmente extraordinario, no sólo porque nos declaramos independientes de toda dominación extranjera, sino también por el coraje patriótico que se manifestó con plenitud en medio de una extendida mezquindad y estrechez de miras.

Lo cierto es que durante la década transcurrida desde la victoria sobre las invasiones inglesas, ya se habían consolidado formas de vida comunes y el país se había transformado en la patria de todos.
La elite de Buenos Aires y de las ciudades del litoral y del Tucumán estaba inficionada del espíritu del siglo. Sin embargo, con la independencia, que a pesar de todas las intrigas no conoció retrocesos, el Río de la Plata se convirtió en el meridiano político del destino hispanoamericano. Durante las guerras de la independencia, a lo largo de todo nuestro territorio, se levantaron las caballerías de la guerra gaucha. A pesar de las contumacias monárquicas, el acto audaz del congreso de Tucumán es testimonio del genio de la independencia americana a través de la generosa, heroica y jamás doblegada independencia argentina.

Pero mientras tanto se estaban reclutando y formando los cuadros de la patria. El intendente de Cuyo iba a hacer de aquel destierro su fortaleza y la fortaleza de la emancipación americana.
En aquel rincón de su “ínsula cuyana” -como gustaba llamarla-, con los Andes como consejeros y testigos, San Martín concibió y organizó a solas el ejército que los habría de atravesar (creación de su genio, maestro de almas y artista de voluntades); e ideó -también solo- una familia de pueblos redimidos por la espada.
En una provincia de cuarenta mil habitantes, formó en tres años uno de los mejores ejércitos del mundo, con soldados, suboficiales, oficiales y jefes de excelencia -un nuevo tipo de militar animado de un nuevo espíritu- ¡reclutando nada menos que al doce por ciento de la población! Para tener idea de las magnitudes, el conjunto de las fuerzas armadas y de seguridad norteamericanas, las más poderosas de la actualidad, incluyendo a su inmenso sector de servicios, no suman más del uno por ciento de los habitantes de ese país.

El gran capitán apela a las arengas privadas o a la emulación pública con intuición de caudillo y proclama: “Tengo ciento treinta sables arrumbados en el cuartel de granaderos a caballo por falta de brazos valientes que los empuñen. El que ame la patria y el honor, venga a tomarlos”.
Además, en su ínsula, de la nada, con dotes de gran organizador, creó todas las industrias necesarias para abastecer el ejército, vestirlo y armarlo. De las botas a los cañones todo se fabricó en Cuyo. Uniformes tejidos en San Luis y teñidos en Mendoza, pólvora de la mejor calidad fabricada con el salitre de la zona por Alvarez Condarco. El poeta puntano Antonio Esteban Agüero pinta la movilización que prefigura “la nación en armas”:
Necesito las mulas prometidas;
necesito mil yardas de bayeta;
necesito caballos; más caballos;
necesito los ponchos y las suelas;
necesito cebollas y limones
para la puna de la cordillera;
necesito las joyas de las damas;
necesito más carros y carretas;
necesito campanas para el bronce
de los clarines; necesito vendas;
necesito el sudor y la fatiga;
necesito hasta el hierro de las rejas
que clausuran canceles y ventanas
para el acero de las bayonetas;
necesito los cuernos para chifles;
necesito maromas y cadenas
para alzar los cañones en los pasos
donde la nieve es una flor eterna;
necesito las lágrimas y el hambre
para más gloria de la madre América.

Criollos iletrados, algunos indios, negros y mulatos convertidos en los mejores oficiales y soldados de la época. Unos gauchos granaderos a caballo, sus negros queridos (más de la mitad de la infantería), los libertos, los quintos, los vagos. A todos convoca, reúne, forma y transforma, convirtiendo a seis mil hombres sencillos y ordinarios en heroicos, brillantes y disciplinados combatientes. Con una artillería de avanzada ¡y portátil para cruzar la cordillera más alta del continente!, ideada y fabricada por un fraile franciscano cuyano puesto de teniente-ingeniero a dirigir la maestranza, de donde salió el ejército con cureñas y herraduras, con caramañolas y monturas, granadas y fusiles, cañones y cartuchos. En su taller montado en Plumerillo trabajaban por turnos -en frenético ritmo de producción- más de setecientos artesanos y operarios formados, instruidos y dirigidos por este “Vulcano con sotanas” [Sierra], a puro grito en medio del ruido ensordecedor de metales y martillos, hasta quedar ronco para el resto de su vida.

San Martín alistó ese ejército uno a uno, hombre a hombre; él mismo les enseñó a manejar el sable; él mismo esculpió como un mármol a cada oficial y a cada soldado. Los dotó de una disciplina austera, los apasionó con el deber, les inoculó ese fanatismo frío del coraje que es el secreto de la victoria [Mitre]. Ingresaban desaliñados y toscos y él los transfiguraba en la estampa y exaltaba su ánimo. Jinetes extraordinarios, cabeza erguida, mirada en el horizonte, brazo listo para el sable.
Creó el código militar, el cuerpo médico, la comisaría, academias de oficiales “porque no hay ejército sin oficiales matemáticos”. Se sentaba paternalmente en torno del fogón junto al gaucho-soldado a tomar un mate, daba audiencia en la cocina, dormía bajo las estrellas tendido sobre un cuero. Mandaba al cura: predíqueme que es santa la independencia… ¡justo cuando una encíclica de Pío VII recomendaba a las iglesias americanas “fidelidad al monarca español”! Lo cierto es que de “nuestros paisanos los indios”, de unos gauchos analfabetos, salvajes hijos bastardos de la soledad, del desierto, de la crápula, del estupro ¡y hasta de un puñado de españoles!, sacó una extraordinaria generación de cuadros, los mejores oficiales y guerreros de todo el continente durante lustros.

El fue el primero que concibió al vocablo “gaucho” como sinónimo de paisanaje humilde, con sentido ponderativo y heroico y no peyorativo u ofensivo. Más tarde Martín Fierro condenará a los sucesores herederos del directorio que pensaban que
el ser gaucho es un delito
[...] porque el gaucho en esta tierra
sólo sirve pa’ votar.

En un tiempo de tantas defecciones y agachadas como el actual, pleno de relativismo y de compromisos efímeros, corresponde decir que aquellos héroes, hombres comunes, juraron y cumplieron. Lo cierto es que desde las guerras de la independencia ¡hasta la década de 1870!, el prestigioso himno argentino completo, aprendido en los campamentos de las campañas, se cantó en los llanos de la Gran Colombia, en las cuestas del Perú y en los fogones de toda Suramérica, con inflamado espíritu revolucionario y vocación americanista.

Se levanta a la faz de la tierra
una nueva y gloriosa nación.
[...] Buenos Aires se pone a la frente
de los pueblos de la ínclita unión.
[...] Y los libres del mundo responden:
¡al gran pueblo argentino, salud!


Y allá van hacia los Andes, organizados en seis columnas, los tres mil setecientos infantes y ochocientos jinetes, los mil doscientos milicianos, los doscientos cincuenta artilleros con las dos mil balas de cañón, los novecientos tiros de fusil y carabina, dos mil de metralla y seiscientas granadas. Adelante van los veinticinco baqueanos. Los sigue de cerca fray Beltrán con sus ciento veinte barreteros, palanca al hombro, marchando ladeados por el borde del antro o escalando pecho a tierra, con zorras y perchas para que sus veintiún cañones no se lastimen, con puentes de cuerda para atravesar ríos, con sus anclas y cables. Marchan también los cuarenta y siete de sanidad y su hospital volante. Y los carreteros y los arrieros, con seiscientas reses en pie para ser faenadas en el camino. Muchos de los mil seiscientos caballos de guerra se precipitan al vacío. Arriba resplandece el Aconcagua y entre las nubes planean los cóndores. San Martín sabe que está conduciendo una de las mayores hazañas militares de la historia universal.

FUENTE AGENDA DE REFLEXION-ALEJANDRO PANDRA.

miércoles, 11 de julio de 2012

El proyecto político de San Martín Primera Parte.



- | 5 de Julio de 2012 
Por Alejandro Pandra

El último 13 de junio se realizó la tercera sesión del Seminario anual del Foro San Martín para la Reunificación de nuestra América. La charla en esa oportunidad estuvo a cargo de Alejandro Pandra, veterano militante del peronismo, impulsor de la unión suramericana, ensayista e historiador aficionado, editor de la Agenda de Reflexión, y fundador del Foro.
A principios de marzo de 1812 arribó al puerto de Buenos Aires -procedente de Londres, después de dos largos meses de navegación- la fragata “de línea” George Canning (por entonces se acostumbraba bautizar los barcos con nombres de personajes vivos y actuantes). Leemos en La gazeta de Buenos Ayres sobre “el estado terrible de anarquía en que se halla Cádiz dividido en mil partidos. [...] A este puerto han llegado, entre otros particulares que conducía la fragata inglesa, el teniente coronel de caballería don José de San Martín, el capitán de infantería don Francisco Vera, el alférez de navío don José Zapiola, el capitán de milicias don Francisco Chilavert, el alférez de carabineros reales don Carlos Alvear y Balbastro, el subteniente de infantería don Antonio Arellano y el primer teniente de la guardia valona barón de Holmbert. Estos individuos han venido a ofrecer sus servicios al gobierno, y han sido recibidos con la consideración que merecen por los sentimientos que protestan en obsequio de los intereses de la patria”.
Lo que no informa La gazeta es que se trataba de oficiales -todos en la jocunda edad de la aventura- iniciados en los grupos de revolucionarios militares europeos, y que habían jurado vencer o morir por la independencia de América.
San Martín había sido atraído por Miranda a la gran gesta emancipadora. Para ello había quebrado sus compromisos militares y roto el juramento de lealtad a la bandera de la patria de su sangre, para fundar la patria de su espíritu. Tenía treinta y cuatro años y -después se vería- un plan y un sistema para aplicar al cumplimiento de aquel juramento.
Era Ulises retornando a su Itaca.
Muy pronto los viajeros percibieron las deficiencias y mediocridades de la política local, la falta de poder, la mezquindad y el desprestigio del gobierno del primer triunvirato y de su veleidoso secretario Bernardino Rivadavia, casado con una hija del virrey Del Pino y arquetipo perfecto del partido de las luces.
De inmediato los viajeros crearon un nuevo grupo de presión política al que bautizaron logia Lautaro, lo que ilustra que su visión americana era, desde el inicio, continental y revolucionaria, como se mostró acabadamente en su decisiva influencia sobre la marcha de los acontecimientos de los años subsiguientes.
Lautaro fue el gran cacique chileno que en 1541 incitó a su pueblo a luchar contra la opresión española y cuya historia cantó el poeta-conquistador Alonso de Ercilla en La Araucana. A diferencia de los demás ejércitos indígenas del continente -numerosos pero mal organizados, sin conducción ni estrategia militar-, el del indio Lautaro, un convertido al cristianismo que había sido caballerizo de los españoles, logró la eficaz defensa del Arauco a través de una serie de planes militares que han pasado a la historia. Infligió graves derrotas a Valdivia y reconquistó gran parte de Nueva Extremadura mediante tácticas envolventes en bien disciplinadas oleadas sucesivas, adaptándose al terreno y al clima. Lautaro utilizó los arcabuces y cañones capturados a los españoles y los combinó con cuerpos de caballería.
Durante siglos no se logró acabar con la resistencia araucana -los guerreros más fieros e inteligentes de América-, y por eso Chile siempre fue una capitanía general, es decir, un gobierno militar instalado en territorio hostil. Según el jesuita Rosales, en la guerra de la Araucanía murieron cuarenta mil españoles, vale decir, más que en la suma conjunta de la conquista y la independencia. El nombre de Lautaro resultó un inspirador bautizo para los juramentados.
A escasos siete meses de aquel desembarco registrado por La gazeta, en el amanecer del 8 de octubre de 1812, aparecieron formadas en la plaza de la Victoria, las fuerzas de la guarnición de Buenos Aires conducidas por la logia: el flamante regimiento de granaderos -caballería napoleónica, la última palabra del arma- al mando de su fundador, un regimiento de artillería y un par de batallones de infantería. En actitud revolucionaria se pedía un nuevo gobierno compuesto “por personas más dignas del sufragio público” y la convocatoria de un congreso de las provincias “que decida de un modo digno los grandes negocios de la comunidad”. Bernardo de Monteagudo ofició ese día de agitador del pueblo (un par de miles de personas movilizadas en la plaza), fue el redactor del tradicional petitorio y su nombre encabezó las firmas. En el arco central de la recova se habían colocado dos obuses y en las esquinas de la plaza los cañones, como para ratificar, si fuera necesario, “la voz del pueblo”.
El movimiento produjo la caída y el reemplazo del primer triunvirato, pronunciamiento del que derivaría la asamblea del año XIII. Ya no “junta” ni “cortes” a la española, sino “triunvirato”, “directorio” y “asamblea” a la francesa: sus diputados se tratarán de ciudadanos y sus discursos responderán al gusto neoclásico puesto de moda, con alusión constante a héroes griegos y romanos y citas de Cicerón. El golpe tuvo por objeto enderezar el rumbo de la revolución -perdido desde el instante en que se eliminó a Moreno y a su plan de operaciones-, bajo la ya clásica forma de la convocatoria a un cabildo abierto a favor del tumulto, con ruido de sables y gritos en la plaza y “la voluntad del pueblo” expresada en un petitorio firmado.
Pero “la voluntad del pueblo” resultaría finalmente acallada. En enero de 1813, presidida por Alvear, que ya era la figura más prominente del Plata, comienza a sesionar solemnemente en Buenos Aires la asamblea nacional, que iba a seguir al pie de la letra las resoluciones de las cortes de Cádiz. En marzo Rondeau le comunica a Artigas que el triunvirato “le ordena” a la banda oriental prestar juramento de obediencia a la asamblea. En abril “el jefe de los orientales” reúne un congreso en su campamento de Tres Cruces, en Peñarol, frente a Montevideo, con gauchos, indios, negros, mulatos, españoles y criollos, muchos analfabetos.
El estilo de la asamblea del año XIII estaba en las antípodas del espíritu popular, criollo, épico, austero, valiente, libre, gaucho y combatiente encarnado por San Martín y por Artigas. Artigas confecciona en aquel congreso de Peñarol un programa extraordinario de veinte puntos para que los diputados orientales lleven a la asamblea: declaración de la independencia absoluta, sistema republicano de gobierno, régimen federal, supresión de las aduanas interiores, un plan nacional de desarrollo, prevenciones contra el despotismo militar y la sabia medida de fijar la capital de la confederación a crearse fuera de Buenos Aires. Nada se había escrito hasta entonces como ese articulado en el que se expresaba la temática de la revolución nacional con absoluta precisión y autenticidad: significaba clarificar la revolución de mayo y llevarla a la calle, sacándola del ámbito palaciego en que se manejaba. Pero en la Asamblea no había lugar para el tajante ideal revolucionario artiguista sintetizado en cinco proposiciones decisivas: independencia, república, federación, fin del puerto único y designación de una nueva capital.
El conflicto entre los intereses del país con los intereses del puerto ya no se resolvería en una asamblea, sino en el campo de batalla.
A fines de 1813 un acontecimiento imprevisto nos pondrá entre la espada y la pared: Napoleón, presionado por las circunstancias, restablece en el trono a Fernando VII, mal español, mal rey, mal hombre. Alvear pierde los estribos y postula traer “el gobierno de afuera”, implorando el protectorado británico en sendas cartas al ministro Castlereagh y a Stangford. “Este país no está en edad ni en estado de gobernarse por sí mismo y necesita una mano del exterior que lo dirija y contenga en la esfera del orden antes que se precipite en los horrores de la anarquía. [...] En estas circunstancias solamente la generosa nación británica puede poner un remedio eficaz a tantos males, acogiendo en sus brazos a estas provincias, que obedecerán su gobierno y recibirán sus leyes con el mayor placer”. Parece que Alvear no fue el varón magnánimo que evoca su magnífica estatua ecuestre, el mejor monumento de la ciudad de Buenos Aires. El futuro vencedor de Ituzaingó -una de nuestras más gloriosas batallas- resultó esta vez vencido por la desesperación.
Pronto el ejército del norte, destrozado en Sipe-Sipe, abandonó el Alto Perú y se replegó a Salta, cediendo a las montoneras de Güemes la guerra contra los absolutistas. Buenos Aires se desgarraba entre facciones ante la imposibilidad de imponer la autoridad del régimen directorial de la capital a las provincias, segregadas y hostiles. Los prohombres de la generación de mayo -además del eminente miembro de la logia que ya mencionamos-, para salvar al país de la anarquía, buscaban secreta y deses­peradamente algún protectorado que hiciese las veces del gobierno propio que ellos no habían logrado asentar. La banda oriental era hostigada y estaba virtualmente ocupada por los portugueses al mando del general Lecor. Paraguay se había segregado. Las provincias unidas constituían por esos días el único territorio de Hispanoamérica que no había sido recuperado por las armas borbónicas. Permanecía el virreynato de Lima y había sido recapturada la capitanía general de Chile. Había caído el cura Morelos en México. Bolívar había sido derrotado en Venezuela. Fernando VII preparaba en Cádiz una poderosa expedición militar al Plata (milagrosamente diezmada a punto de embarcar por una epidemia de fiebre amarilla). Y en toda Europa prevalecía la santa alianza: Jorge III de Gran Bretaña, el zar Alejandro I de Rusia, Federico Guillermo III de Prusia y Francisco I de Austria, contraria a las ideas libertarias y republicanas.
En ese contexto de derrota comenzaron a oírse las voces de los pusilánimes y los malintencionados que, sembrando desánimo y escepticismo, pregonaban la inminencia del derrumbe de la hazaña liberadora y la conveniencia de volver al redil de la dominación española -en el mejor de los casos- o de pedir la protección de otro poder imperial, por ejemplo Inglaterra. “Cualquier amo antes que la anarquía”, se decía. De paso, claro, se insinuaba que la anarquía era el partido del pueblo, las provincias “bárbaras”, el país hispanoamericano…
Sin embargo, en medio de tales circunstancias, se iba a producir en Tucumán un acontecimiento sinceramente auspicioso. En esas condiciones desesperadas, después de viajar por más de tres meses en carretas de bueyes o -los más privilegiados- más de treinta días en galeras de cuatro caballos, a razón de un elector por cada cinco mil habitantes de ciudades y villas, con sus levitas polvorientas y sus sotanas zurcidas, pero escuchando la voz silente de la patria, “los representantes de las provincias unidas en Suramérica se declaran una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”.
Desde Pedro de Cevallos, cabeza del partido jesuítico y primer virrey del Plata, hasta San Martín, en menos de medio siglo logramos sucesivamente expulsar del país a los portugueses, a los ingleses y a los españoles. No estuvo nada mal…

FUENTE AGENDA DE REFLEXION.COM
ALEJANDRO PANDRA.

Prof GB